Buscar Poemas con Sosegado


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Vese: duda Sansón, y duda el lazo

-- de Luis Carrillo y Sotomayor --

Vese: duda Sansón, y duda el lazo
lo que él; duda Sansón, duda y procura
hurtarse fuerte en vano a la atadura,
ella tiembla temor y fuerza el brazo.

Aquel valiente, aquel que de un abrazo
puso puertas a un monte y su espesura,
flaca para él, un tiempo, ligadura
es a su libertad fuerte embarazo.

Llega el fiero juez, condena a muerte
los ojos. Y él, risueño y sosegado,
dijo (más que su fuerte brazo, fuerte):

«Si tres veces de Dálila burlado
sus engaños no vi, juez, advierte
que ya de ellos estaba despojado».

Poema Vese: duda Sansón, y duda el lazo de Luis Carrillo y Sotomayor con fondo de libro

Luis Rosales

verte, qué visión tan clara.

-- de Luis Rosales --

La lámpara del cuerpo es el ojo, así que si tu ojo fueresincero,todo tu cuerpo será luminoso.
San mateo, vi, 22
verte, qué visión tan clara.
Vivir es seguirte viendo.
Permanecer en la viva
sensación de tu recuerdo.
Verte. La distancia nace.
El cielo suprime al cielo.
La vida se multiplica
por el número de puertos.
Todo colmado por ti.
No ser más que el ojo abierto,
y eternizar el más leve
escorzo de tu silencio.
Verte para amarlo todo.
Claustro en tranquilo destierro.
Dulzor de caña lunada.
Luz en órbita de sueño.
Mortal límite de ti.
Cielo adolescente y tierno.
Núbil paciencia de playa.
Vivir es seguirte viendo.
¡Verte, abril, verte tan sólo!
tranquilísimo desierto.
Pena misericordiosa.
Sosegado advenimiento.
Verte: qué oración tan pura,
islas, nubes, mares, vientos,
las cinco partes del mundo
en las yemas de los dedos.

Poema verte, qué visión tan clara. de Luis Rosales con fondo de libro

Jorge Guillén

fuera del mundo

-- de Jorge Guillén --

Fuera del mundo
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cuanto nosotros somos y tenemos
forma un curso que va a su desenlace:
la pérdida total.
No es un fracaso.
Es el término justo de una historia,
historia sabiamente organizada.
Si naces, morirás. ¿De qué te quejas?
sean los dioses, ellos, inmortales.
Natural que, por fin, decline y me consuma.
Haya muerte serena entre los míos.
Algún día ¿tal vez penosamente?
me moriré, tranquilo, sosegado.
No me despertaré por la mañana
ni por la tarde. ¿Nunca?
¿monstruo sin cuerpo yo?
se cumpla el orden.
No te entristezca el muerto solitario.
En esa soledad no está, no existe.
Nadie en los cementerios.
¡Qué solas se quedan las tumbas!

Poema fuera del mundo de Jorge Guillén con fondo de libro

José Tomás de Cuellar

Meditación (Cuéllar)

-- de José Tomás de Cuellar --

ERA la tarde, y entre nubes rojas
El sol con lento paso descendía;
El aura mansa en la arboleda umbría
Agitaba las hojas.
Sobre el mullido cesped reclinado,
Á la orilla de límpido arroyuelo,
Lejos del vano mundo, sosegado,
Fijaba mis miradas extasiado
En el cóncavo azul del claro cielo.

Blando susurro, plácida armonía
Se escucha por doquier: la noche en tanto



Fray Luis de León

Al salir de la prisión

-- de Fray Luis de León --

De nuevo, ¡oh Salamanca!
estoy aquí , de la prisión salido.
La frente toda blanca,
el cuerpo envejecido.
¡Si las canas me hiciese más temido!
Sosegado ya un tanto
vuelvo a emprender la vía abandonada
sin rencor ni quebranto.
¿Fe y vida está salvada?
¡Pues todo no ha quedado en la estacada!
Mañana hacia la ciencia
seguiré sin sentir recelo alguno
ni cargo de conciencia.
¡Dulce oficio oportuno
que enseñar y aprender es todo uno!
Pero es camino largo
que hay que seguir tenaz con firme anhelo.
A veces, cierto, amargo
hasta romper el hielo;
más grato cuanto más lejos del suelo.
¡Dulce camino loco!
¡Empresa más feliz cuanto más nueva!
Que si es cierto que el poco
saber nos pone a prueba,
el mucho, si se alcanza, a Dios nos lleva.



Hernando de Acuña

Como vemos que un río mansamente

-- de Hernando de Acuña --

Como vemos que un río mansamente
por do no halla estorbo, sin sonido,
sigue su natural curso seguido,
tal que aun apenas murmurar se siente;

pero si topa algún inconveniente
rompe con fuerza y pasa con ruido,
tanto que de muy lejos es sentido
el alto y gran rumor de la corriente:

por sosegado curso semejante
fueron un tiempo mis alegres días,
sin que queja o pasión de mí se oyese;

mas como se me puso amor delante,
la gran corriente de las ansias mías
fue fuerza que en el mundo se sintiese.



Meira Delmar

corazón

-- de Meira Delmar --

Este es mi corazón. Mi enamorado
corazón, delirante todavía.
Un ángel en azul de poesía
le tiene para siempre traspasado.
En él, como en un río sosegado,
el cielo es de cristal y melodía.
Y a su dulce comarca llega el día
con un paso de niño iluminado.
Este es mi corazón. La primavera
que inaugura las rosas, vana fuera
sin su espejo de gozo repetido.
Y vano el tiempo del amor, que mueve
las alas de los sueños, y conmueve
la sangre con su canto sostenido.
!--Img



José Asunción Silva

La calavera

-- de José Asunción Silva --

En el derruido muro
de la huerta del convento,
en un agujero oscuro
donde, al pasar, silba el viento,

y, como una dolorida
queja a las piedras arranca,
hay, en el fondo, escondida
una calavera blanca.

De algún fraile soñador
de vida ejemplar y bella
y dedicada al Señor,
en el mundo única huella.

Abre los ojos, sin fondo,
como a visiones extrañas,
y del vacío en lo hondo
forjan telas las arañas.

Húmedo musgo grisoso
recubre la antigua grieta,
donde, en supremo reposo,
descansa ignorada y quieta.

Pero hasta aquella escondida
mansión la brisa ligera
lleva murmullos de vida
y olores de primavera.

Golondrinas, que en sus marchas
dejaron el patrio río,
huyendo de las escarchas,
de las brumas y del frío,

cuando la luz del Poniente
filtra por el hondo hueco
y hace parecer viviente
el cráneo rígido y seco,

desde las negras ruïnas,
alzan sosegado vuelo,
en sus vueltas peregrinas
tocan las ramas y el suelo,

como buscando en el prado,
ya por la tarde, sombrío,
el espíritu elevado
que habitó el cráneo vacío.



Carolina Coronado

por bajo de una lámina que representaba a la virgen

-- de Carolina Coronado --

escucha, madre mía,
la de el velo de estrellas; bienhechora,
dulce y bella maría.
Escucha la que implora
dolorido y mortal; madre y señora.
Si a mi débil acento
romper los aires y turbar es dado
allá del firmamento
el azul sosegado,
escucha, virgen pura, mi cuidado.
La sola voz que el pecho
pudiera ya exhalar, a ti revela
el corazón deshecho,
que tu piedad anhela
y hasta tu trono arrebatado vuela.
¡Oh tu dulce señora
de la esfera eternal!... La tierra mira
y al infeliz que llora
y al triste que suspira
resignación y fe y amor inspira.
De tu sagrada mano
piadoso manantial brote a raudales
donde beba el humano
alivios celestiales,
donde se apague el fuego de los males.
Y lleva hacia tu seno
a los dolientes hijos que te amaron:
¡no más gima ya el bueno
en grillos que forjaron
los que rebeldes contra ti se alzaron!



Rosario Castellanos

ser río sin peces

-- de Rosario Castellanos --

Ser de río sin peces, esto he sido.
Y revestida voy de espuma y hielo.
Ahogado y roto llevo todo el cielo
y el árbol se me entrega malherido.

A dos orillas del dolor uncido
va mi caudal a un mar de desconsuelo.
La garza de su estero es alto vuelo
y adiós y breve sol desvanecido.

Para morir sin canto, ciego, avanza
mordido de vacío y de añoranza.
Ay, pero a veces hondo y sosegado
se detiene bajo una sombra pura.
Se detiene y recibe la hermosura
con un leve temblor maravillado.



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