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Se han encontrado 6 poemas con la palabra sirvo

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Emilio Bobadilla

A orillas del río

-- de Emilio Bobadilla --

A la orilla de un río, arrastrándose llegan
dos soldados heridos: beben ávidamente;
uno, rota la mano, rota el otro la frente,
y después a una charla candorosa se entregan.

— Yo vengo de Siberia —dice el uno—, me dieron
este fusil. «Pelea del Zar por la grandeza»,
me ordenaron, so pena de perder la cabeza.
— A mí por Alemania, por el Kaiser me hirieron.

— En mi aldea, allá lejos, al Zar yo no vi nunca.
— Y yo tampoco al Kaiser. ¡Miserable labriego,
ya para nada sirvo con esta mano trunca!

— Yo, pobre campesino, sólo aspiro al descanso...
Y del campo en el dulce y vesperal sosiego,
sigue corriendo el río indiferente y manso...

Poema A orillas del río de Emilio Bobadilla con fondo de libro

Sor Juana Inés de la Cruz

Día de Comunión

-- de Sor Juana Inés de la Cruz --

Amante dulce del alma,
bien soberano a que aspiro,
tú que sabes las ofensas
castigar a beneficios;
divino imán en que adoro
hoy que tan propicio os miro
que me animás a la osadía
de poder llamaros mío;
hoy, que en unión amorosa,
pareció a vuestro cariño,
que si no estabais en mí
era poco estar conmigo;
hoy, que para examinar
el afecto con que os sirvo,
al corazón en persona
habéis entrado vos mismo,
pregunto ¿es amor o celos
tan cuidadoso escrutinio?
que quien lo registra todo
da de sospechar indicios.
Mas ¡ay, bárbara ignorante,
y que de errores he dicho,
como si el estorbo humano
obstara al lince divino!
Para ver los corazones
no es menester asistirlos;
que para vos son patentes
las entrañas del abismo.
Con una intuición presente
tenéis en vuestro registro,
el infinito pasado,
hasta el presente finito;
luego no necesitabais,
para ver el pecho mío,
si lo estáis mirando sabio,
entrar a mirarlo fino;
luego es amor, no celos,
lo que en vos miro.

Poema Día de Comunión de Sor Juana Inés de la Cruz con fondo de libro

Tomás de Iriarte

Vióse un guerrero

-- de Tomás de Iriarte --

Viose un guerrero en lides y rüinas,
páganle en fama, voz que lleva el viento.
Desvelose un autor, y está contento
sólo con ver su nombre en las esquinas.

Cede un indiano el fruto de las minas
por que le den de conde el tratamiento.
Surca un viajero el pérfido elemento
para decir: «Estuve en Filipinas».

Sacrifica en palacio un cortesano
su salud, libertad, descanso y rentas,
sólo porque le mire el soberano.

Así yo sufro amor, celos, afrentas;
sirvo, pretendo, y tú, dueño tirano,
con sola una mirada me contentas.

Poema Vióse un guerrero de Tomás de Iriarte con fondo de libro

Fernando de Herrera

Huyo la blanda voz y el tierno canto

-- de Fernando de Herrera --

Huyo la blanda voz y el tierno canto,
que celeste armonía espira y suena,
desta, de España luz, gentil sirena;
mas vuelvo al fin sujeto al dulce encanto.

Bien sé que este placer acaba en llanto;
que esto es imagen cierta de mi pena,
y amor injusto siempre me condena,
porque sirvo y padezco y sufro tanto.

Ulises, que pudiste venturoso
surcar seguro y sin temor del daño
el golfo de la bella Leucosía,

¿Cuánto fueras más grande y valeroso
si tentaras perderte en este engaño
oyendo a la inmortal sirena mía?



Fernando de Herrera

Tal alto esforzó el vuelo mi esperanza

-- de Fernando de Herrera --

Tal alto esforzó el vuelo mi esperanza,
que mereció perderse en su osadía;
yo bien lo sospechaba y le temía
de su atrevida empresa la venganza.

No me escuchó, y siguió con confianza
que huyó con los bienes que tenía;
y conmigo en tal cuita y agonía
se adolece y lamenta en la mudanza.

Para aliviar la culpa en tanto daño,
de Faetón el rayo le recuerdo,
y de su intento ufano la memoria;

que solo ya me sirvo del engaño,
en mi mal, y en mi error, penando pierdo
sin razón, las promesas de mi gloria.



José Martí

al extranjero

-- de José Martí --

i
hoja tras hoja de papel consumo:
rasgos, consejos, iras, letras fieras
que parecen espadas: lo que escribo,
por compasión lo borro, porque el crimen,
el crimen es al fin de mis hermanos.
Huyo de mí, tiemblo del sol; quisiera
saber dónde hace el topo su guarida,
dónde oculta su escama la serpiente,
dónde sueltan la carga los traidores,
y dónde no hay honor, sino ceniza:
¡allí, mas sólo allí, decir pudiera
lo que dicen y viven!, ¡que mi patria
piensa en unirse al bárbaro extranjero!
ii
yo callaré, yo callaré: que nadie
sepa que vivo: que mi patria nunca
sepa que en soledad muero por ella:
si me llaman, iré: yo sólo vivo
porque espero a servirla: así, muriendo,
la sirvo yo mejor que husmeando el modo
de ponerla a los pies del extranjero.



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