Buscar Poemas con Simiente


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Se han encontrado 10 poemas con la palabra simiente

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Luis Muñoz Rivera

alea jacta est

-- de Luis Muñoz Rivera --

No, no cabe el abrazo de concordia
ni el ósculo de paz:
manando sangre la profunda herida
eternamente está.
Regó el ángel del odio la simiente
que empieza a germinar,
y dijo airado al abatir el vuelo:
¡jamás, jamás, jamás!

aunque el iris se tienda fulgurante
después del huracán;
aunque recobre su esplendor divino
la santa libertad:
aunque luzcan bellísimas auroras,
lo escrito, escrito está;
porque aún vibra en los aires el fatídico
¡jamás, jamás, jamás!

Poema alea jacta est de Luis Muñoz Rivera con fondo de libro

Delmira Agustini

Lo inefable

-- de Delmira Agustini --

Yo muero extrañamente...No me mata la vida
no me mata la muerte, no me mata el amor;
muero de un pensamiento mudo como una herida...
¿No habeis sentido nunca el extraño dolor?

De un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida
devorando alma y carne, y no alcanza a dar flor?
¿Nunca llevasteis dentro una estrella dormida
que os abrazaba enteros y no daba un fulgor?...

¡Cumbre de los martirios!...Llevar eterrnamente
desgarradora y árida, la trágica simiente
clavada en las entrañas como un diente feroz!

Pero arrancarla un día en una flor que abriera
milagrosa, inviolable...¡Ah más grande no fuera
tener entre las manos la cabeza de Dios!...

Poema Lo inefable de Delmira Agustini con fondo de libro

Delmira Agustini

Otra estirpe

-- de Delmira Agustini --

Eros, yo quiero guiarte, Padre ciego...
Pido a tus manos todopoderosas
¡su cuerpo excelso derramado en fuego
sobre mi cuerpo desmayado en rosas!

La eléctrica corola que hoy despliego
brinda el nectario de un jardín de Esposas;
para sus buitres en mi carne entrego
todo un enjambre de palomas rosas.

Da a las dos sierpes de su abrazo, crueles,
mi gran tallo febril... Absintio, mieles,
viérteme de sus venas, de su boca...

¡Así tendida, soy un surco ardiente
donde puede nutrirse la simiente
de otra estirpe sublimemente loca!

Poema Otra estirpe de Delmira Agustini con fondo de libro

Octavio Paz

la palabra dicha

-- de Octavio Paz --

La palabra se levanta
de la página escrita.
La palabra,
labrada estalactita,
grabada columna,
una a una letra a letra.
El eco se congela
en la página pétrea.
Ánima,
blanca como la página,
se levanta la palabra.
Anda
sobre un hilo tendido
del silencio al grito,
sobre el filo
del decir estricto.
El oído: nido
o laberinto del sonido.
Lo que dice no dice
lo que dice: ¿cómo se dice
lo que no dice?
di
tal vez es bestial la vestal.
Un grito
en un cráter extinto:
en otra galaxia
¿cómo se dice ataraxia?
lo que se dice se dice
al derecho y al revés.
Lamenta la mente
de menta demente:
cementerio es sementero,
simiente no miente.
Laberinto del oído,
lo que dices se desdice
del silencio al grito
desoído.
Inocencia y no ciencia:
para hablar aprende a callar.



José María Hinojosa

campo siembra

-- de José María Hinojosa --

Sobre la tierra,
cae la simiente,
que lleva en su cuerpo,
el germen
de la vida,
latente.
La tierra
se mueve.
En el ovario
de dánae ardiente,
zeus,
deposita el semen,
que transforma
el grano en verde.
Y la tierra
crece.



José Ángel Buesa

canción de amor prohibido

-- de José Ángel Buesa --

Canción del amor prohibido
sólo tú y yo sabemos lo que ignora la gente
al cambiar un saludo ceremonioso y frío,
porque nadie sospecha que es falso tu desvío,
ni cuánto amor esconde mi gesto indiferente.
Sólo tú y yo sabemos por qué mi boca miente,
relatando la historia de un fugaz amorío;
y tú apenas me escuchas y yo no te sonrío...
Y aún nos arde en los labios algún beso reciente.
Sólo tú y yo sabemos que existe una simiente
germinando en la sombra de este surco vacío,
porque su flor profunda no se ve, ni se siente.
Y así dos orillas tu corazón y el mío,
pues, aunque las separa la corriente de un río,
por debajo del río se unen secretamente.



Gutierre de Cetina

mientra el fiero león, fogoso, ardiente,

-- de Gutierre de Cetina --

Con furioso calor nos mueve guerra,
mientra la madre de aristeo atierra
los árboles, las plantas, la simiente,
entre altos montes de soberbia gente,
que al helvecio feroz el paso cierra,
me hallo en otra clima, en otra tierra
de la mi cara patria diferente.
Allá febo no tiene hora reparo;
acá muestra mudar orden el cielo,
y con helada nieve nos castiga.
Entre estas diferencias se ve claro
cuál es mi mal, pues ardo en medio el hielo
y en el fuego se hiela mi enemiga.



Salvador Novo

hoy no lució la estrella de tus ojos

-- de Salvador Novo --

Hoy no lució la estrella de tus ojos.
Náufrago de mí mismo,
húmedo del brazo de las ondas,
llego a la arena de tu cuerpo
en que mi propia voz nombra mi nombre,
en que todo es dorado y azul como un día nuevo
y como las espigas herméticas, perfectas y calladas.
En ti mi soledad se reconcilia para pensar en ti.

Toda ha mudado
el sereno calor de tus miradas
en fervorosa madurez mi vida.
Alga y espumas frágiles, mis besos
cifran el universo en tus pestañas,
-playa de desnudez, tierra alcanzada
que devuelve en miradas tus estrellas.

¿A qué la flor perdida
que marchitó tu espera,
que dispersó el destino?
mi ofrenda es toda tuya en la simiente
que secaron los rayos de tus soles.
Al poema confío la pena de perderte.
He de lavar mis ojos de los azules tuyos,
faros que prolongaron mi naufragio.

He de coger mi vida deshecha entre tus manos,
leve jirón de niebla
que el viento entre sus alas efímeras dispersa.
Vuelva la noche a mí, muda y eterna,
del diálogo privada de soñarte,
indiferente a un día
que ha de hallarnos ajenos y distantes.



Angel González

nada es lo mismo

-- de Angel González --

La lágrima fue dicha.
Olvidemos
el llanto
y empecemos de nuevo,
con paciencia,
observando a las cosas
hasta hallar la menuda diferencia
que las separa
de su entidad de ayer
y que define
el transcurso del tiempo y su eficacia.
¿A qué llorar por el caído
fruto,
por el fracaso
de ese deseo hondo,
compacto como un grano de simiente?
no es bueno repetir lo que está dicho.
Después de haber hablado,
de haber vertido lágrimas,
silencio y sonreíd:
nada es lo mismo.
Habrá palabras nuevas para la nueva historia
y es preciso encontrarlas antes de que sea tarde.



Arcano

-- de Clementina Isabel Azlor --

¿Qué mano misteriosa erizó de doradas,
promisorias espigas, el siniestro abrojal?
¿Qué vendaval maldito derramó la simiente
que hoy viste de esmeralda lujoso el cenagal?

¿Qué espíritu invisible llegó en la tarde lívida
a borrar con su magia la apariencia del mal?
¿Quién te dio esa sonrisa seductora y aviesa?
¿Quién te puso en los labios ese embrujo fatal?



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