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Se han encontrado 28 poemas con la palabra signo

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Amado Nervo

un signo

-- de Amado Nervo --

Eternidad: ¡devuélveme lo que me has substraído!
abismo: ¡restitúyeme lo que sorbió tu hondura!
esfinge: ¡escucha mi alarido!
¡compadécete ya , noche obscura!
oye mi imploradora
voz, ¡oh isis!; desgarra tu capuz...
Y tú, lucero ignoto en que ella mora,
¡por piedad, hazme un signo de luz!

Poema un signo de Amado Nervo con fondo de libro

Santiago Montobbio

¿fábula y signo

-- de Santiago Montobbio --

¿fábula y signo?
como jamás habíamos pensado que dios podía ser tanpequeño
como para dudar de su propia existencia
nos sorprendió encontrarlo con los dientes desnudos
en las orillas del frío.
Dichosos por saber que lo teníamos dentro,
lo tendimos al sol, como si fuera una fiesta.

Poema ¿fábula y signo de Santiago Montobbio con fondo de libro

Roberto Juarroz

menos que el circo ajado de tus sueños

-- de Roberto Juarroz --

Menos que el circo ajado de tus sueños
y que el signo ya roto entre tus manos.
Menos que el lomo absorto de tus libros
y que el libro escondido
de páginas en blanco.
Menos que los amores que tuviste
y que el tizne que alarga los amores.
Menos que el dios que alguna vez fue ausencia
y hoy ni siquiera es ausencia.
Menos que el cielo que no tiene estrellas,
menos que el canto que perdió su música,
menos que el hombre que vendió su hambre,
menos que el ojo seco de los muertos,
menos que el humo que olvidó su aire.
Y ya en la zona del más puro menos
colocar todavía un signo menos
y empezar hacia atrás a unir de nuevo
la primera palabra,
a unir su forma de contacto oscuro,
su forma anterior a sus letras,
la vértebra inicial del verbo oblicuo
donde se funda el tiempo transparente
del firme aprendizaje de la nada.
Y tener buen cuidado
de no errar otra vez el camino
y aprender nuevamente
la farsa de ser algo.

Poema menos que el circo ajado de tus sueños de Roberto Juarroz con fondo de libro

Lope de Vega

Las dos luces del mundo en mortal velo

-- de Lope de Vega --

Las dos luces del mundo en mortal velo,
que España en forma de Latona cría,
solían dividir la noche y día,
nuestro polo español y el austro cielo.

Mas ya que un mismo amor y un justo celo
juntó sus almas, donde más podía,
por las esferas de su monarquía
caminan en un mismo paralelo.

Y así, pasando por tu signo agora,
como en Oriente, de Castilla nacen,
Valladolid famosa y excelente.

Ya tienes de su cielo, sol y aurora;
da luz, da perlas, pues los dos te hacen,
Filipo, cielo; Margarita, Oriente.



Líber Falco

Oración de la desesperanza

-- de Líber Falco --

Noche sin luna
y yo aquí.
Ni velamen ni vientos,
ovillado en la noche
interrogante signo sin frase

Y este dolor
sin raigambre en las cosas
—fantasma sin memoria—
¿vino de un mundo donde no hay ojos,
que velen a la muerte?

Quiero solamente,
en bautismos de alegría y de dolor,
apretarme a la Tierra
bajo el ala quebrada del desvelo.



Javier del Granado

la vicuña

-- de Javier del Granado --

Esbelta y ágil la gentil vicuña
rauda atraviesa por la hirsuta loma,
y en su nervioso remo de paloma,
las graníticas rocas apezuña.

El sol de gemas, en su disco acuña,
la testa erguida que al abismo asoma,
y en sus pupilas de obsidiana doma
la catarata que el alfanje empuña.

Su grácil cuello como un signo alarga,
interrogando ansiosa a la llanura,
y envuelta en el fragor de una descarga,
huye veloz por el abrupto monte
y se pierde rumiando su amargura,
como un dardo a través del horizonte.



Jorge Luis Borges

una rosa y milton

-- de Jorge Luis Borges --

De las generaciones de las rosas
que en el fondo del tiempo se han perdido
quiero que una se salve del olvido,
una sin marca o signo entre las cosas
que fueron. El destino me depara
este don de nombrar por vez primera
esa flor silenciosa, la postrera
rosa que milton acercó a su cara,
sin verla. Oh tú bermeja o amarilla
o blanca rosa de un jardín borrado,
deja mágicamente tu pasado
inmemorial y en este verso brilla,
oro, sangre o marfil o tenebrosa
como en sus manos, invisible rosa.



César Vallejo

marcha nupcial

-- de César Vallejo --

A la cabeza de mis propios actos,
corona en mano, batallón de dioses,
el signo negativo al cuello, atroces
el fósforo y la prisa, estupefactos
el alma y el valor, con dos impactos
al pie de la mirada; dando voces;
los límites, dinámicos, feroces;
tragándome los lloros inexactos,
me encenderé, se encenderá mi hormiga,
se encenderán mi llave, la querella
en que perdí la causa de mi huella.
Luego, haciendo del átomo una espiga,
encenderé mis hoces al pie de ella
y la espiga será por fin espiga.



Pablo Neruda

soneto xliii cien sonetos de amor (1959) mediodía

-- de Pablo Neruda --

Un signo tuyo busco en todas las otras,
en el brusco, ondulante río de las mujeres,
trenzas, ojos apenas sumergidos,
pies claros que resbalan navegando en la espuma.
De pronto me parece que diviso tus uñas
oblongas, fugitivas, sobrinas de un cerezo,
y otra vez es tu pelo que pasa y me parece
ver arder en el agua tu retrato de hoguera.
Miré, pero ninguna llevaba tu latido,
tu luz, la greda oscura que trajiste del bosque,
ninguna tuvo tus diminutas orejas.
Tú eres total y breve, de todas eres una,
y así contigo voy recorriendo y amando
un ancho mississippi de estuario femenino.



Pablo Neruda

soneto xlvii cien sonetos de amor (1959) mediodía

-- de Pablo Neruda --

Detrás de mí en la rama quiero verte.
Poco a poco te convertiste en fruto.
No te costó subir de las raíces
cantando con tu sílaba de savia.
Y aquí estarás primero en flor fragante,
en la estatua de un beso convertida,
hasta que sol y tierra, sangre y cielo,
te otorguen la delicia y la dulzura.
En la rama veré tu cabellera,
tu signo madurando en el follaje,
acercando las hojas a mi sed,
y llenará mi boca tu sustancia,
el beso que subió desde la tierra
con tu sangre de fruta enamorada.



Pablo Neruda

soneto lxxxvii cien sonetos de amor (1959) noche

-- de Pablo Neruda --

Las tres aves del mar, tres rayos, tres tijeras
cruzaron por el cielo frío hacia antofagasta,
por eso quedó el aire tembloroso,
todo tembló como bandera herida.
Soledad, dame el signo de tu incesante origen,
el apenas camino de los pájaros crueles,
y la palpitación que sin duda precede
a la miel, a la música, al mar, al nacimiento.
(Soledad sostenida por un constante rostro
como una grave flor sin cesar extendida
hasta abarcar la pura muchedumbre del cielo).
Volaban alas frías del mar, del archipiélago,
hacia la arena del noroeste de chile.
Y la noche cerró su celeste cerrojo.



Pedro Bonifacio Palacios

Letanías a Jesús

-- de Pedro Bonifacio Palacios --

I

Jesús de Galilea
para mí no eres Dios,
eres sólo una idea
de la que marcho en pos.

II

No me humillo ni ruego
a tus plantas Jesús,
llego a ti como un ciego
que va en busca de luz.

III

Jesucristo eres nuestro
más grande innovador,
Profeta ¡no! Maestro
de piedad y de amor.

IV

No le niegues al mundo
la gloria de tu ser,
que en su vientre fecundo
te engendró una mujer.

V

Pastor de la gleba,
sabio teorizador,
de la turba que lleva
el signo del dolor.

VI

¡Oh, si fuera divino
el destello de tu luz
que alumbró tu camino!
¿Qué valdría tu cruz?

VII

Tu doctrina redime,
de ella vamos en pos,
como hombre eres sublime,
¡Pequeño como Dios!



José María Hinojosa

sse

-- de José María Hinojosa --

He perdido
la memoria de los siglos;
sólo conservo alientos
de papiros añejos.
Y tengo la nostalgia de mí mismo
de cuando sabios eran mis consejos,
del tiempo en que mi olor
no era el de museo.
No puedo resistir
ver correr de mis ojos
arenales de lágrimas
formados por escombros.
Yo perdí la noción del calendario
y de días microbios,
pero continuaré mi papel de hierático,
con sonrisa de insomnio,
en este film inacabado.
Mi voz, mi signo indescifrado,
no lo busquéis en el presente,
buscadlo en el pasado.



Hérib Campos Cervera

pequeña letanía en voz baja

-- de Hérib Campos Cervera --

Baja para el recuerdo de roque molinari
laurin.-Donde estuviere. Elegiré una piedra.Y un
árbol. Y una nube.Y gritaré tu nombrehasta que el aire
ciego que te llevame escuche.(En voz baja). Golpearé la
pequeña ventana del rocío;extenderé un cordaje de cáñamo y
resinas;levantaré tu lino marinerohasta el viento primero de tu
signo,para que el mar te nombre(en voz baja). Te lloran:
cuatro pájaros;un agobio de niños y de títeres;los jazmines nocturnos de
un patio paraguayo.Y una guitarra coplera.(En voz baja). Te
llaman:todo lo que es humilde bajo el cielo;la inocencia de un pedazo de
pan;el puñado de sal que se derrama sobre el mantel de un pobre;la
mirada sumisa de un caballo,y un perro abandonado.Y una carta.(En
voz baja). Yo también te he llamado,en mi noche de altura y de
azahares.(En voz baja). Sólo tu soledad de ahora y
siemprete llamará, en la noche y en el día.En voz alta.



Salvador Díaz Mirón

in hoc signo...(canción para mi hija rosa)

-- de Salvador Díaz Mirón --

Cautivo un gorrión estaba,
y de un astro se prendó;
y en su música decía:
llegue a ti mi dulce voz.

Por azar, o por astucia,
el pajarillo escapó;
y al cielo se fue trinando
alas tengo y libre soy.

Y el ave a la rica estrella
pudo subir, y cantó:
ni cadenas ni distancias
vedan triunfos al amor.



Salvador Díaz Mirón

In hoc signo

-- de Salvador Díaz Mirón --

Cautivo un gorrión estaba,
Y de un astro se prendó;
Y en su música decía:
"Llegue a ti mi dulce voz."

Por azar, o por astucia,
El pajarillo escapó;
Y al cielo se fue trinando
"Alas tengo y libre soy."

Y el ave a la rica estrella
Pudo subir, y cantó:
"Ni cadenas ni distancias
vedan triunfos al amor."



Vicente Aleixandre

corazón negro

-- de Vicente Aleixandre --

Corazón negro.
Enigma o sangre de otras vidas pasadas,
suprema interrogación que ante los ojos me habla,
signo que no comprendo a la luz de la luna.
Sangre negra, corazón dolorido que desde lejos la envías
a latidos inciertos, bocanadas calientes,
vaho pesado de estío, río en que no me hundo,
que sin luz pasa como silencio, sin perfume ni amor.
Triste historia de un cuerpo que existe como existe un planeta,
como existe la luna, la abandonada luna,
hueso que todavía tiene un claror de carne.
Aquí, aquí en la tierra echado entre unos juncos,
entre lo verde presente, entre lo siempre fresco,
veo esa pena o sombra, esa linfa o espectro,
esa sola sospecha de sangre que no pasa.
¡Corazón negro, origen del dolor o la luna,
corazón que algún día latiste entre unas manos.
Beso que navegaste por unas venas rojas,
cuerpo que te ceñiste a una tapia vibrante!



Vicente Aleixandre

a fray luis de león

-- de Vicente Aleixandre --

A fray luis de león
¿qué linfa esbelta, de los altos hielos
hija y sepulcro, sobre el haz silente
rompe sus fríos, vierte su corriente,
luces llevando, derramando cielos?
¿qué agua orquestas bajo los mansos celos
del aire, muda, funde su crujiente
espuma en anchas copias y consiente,
terso el diálogo, signo y luz gemelos?
la alta noche su copa sustantiva
árbol ilustre yergue a la bonanza,
total su crecimiento y ramas bellas.
Brisa joven de cielo, persuasiva,
su pompa abierta, desplegada, alcanza
largamente, y resuenan las estrellas.



Antonio Almendros Aguilar

La cruz

-- de Antonio Almendros Aguilar --

Muere Jesús del Gólgota en la cumbre,
con amor perdonando al que le hería,
siente deshecho el corazón María
del dolor en la inmensa pesadumbre.

Se aleja con pavor la muchedumbre
cumplida ya la Santa Profecía,
tiembla la tierra, el iluminar del día
cegando a tal horror, pierde su lumbre.

Se abren las tumbas, se desgarra el velo,
y a impulsos de un amor grande y fecundo
parece estar la cruz, signo de duelo,

cerrando augusta con el pie el profundo,
con la excelsa cabeza abriendo el cielo
y con los brazos abarcando el mundo.



Julio Herrera Reissig

la última carta

-- de Julio Herrera Reissig --

Con la quietud de un sincope furtivo,
desangróse la tarde en la vertiente,
cual si la hiriera repentinamente
un aneurisma determinativo...

Hurló en el bosque un pájaro cautivo
de la fascinación de una serpiente;
y una cabra enigmática, en la fuente,
describió como un signo negativo.

En su vuelo espectral de alas hurañas,
la noche se acordó de tus pestañas...
¡Y en tanto que atiplaban mi vahído

las gracias de un billete perfumado,
ofició la veleta del tejado
el áspero responso de tu olvido!



Francisco Sosa Escalante

A Lelia (Sosa Escalante IV)

-- de Francisco Sosa Escalante --

No de las quejas que en letal quebranto
El alma triste dolorida exhala,
Las notas te daré miéntras resbala
Tu vida en medio de feliz encanto.

No con las gotas de mi amargo llanto
¡Oh paloma gentil! se moje tu ala;
Yo el rumbo seguiré que me señala
Mi sino adverso, aunque te amaba tanto.

Las hadas que en la cuna te mecieron
Gozosas presagiaron tu ventura
Cuando tu frente alabastrina vieron;

Ay! y esas mismas hadas la amargura
Al hombre que te amara predijeron,
¡Que tal el signo fué de tu hermosura!



Ricardo Jaimes Freyre

entre la fronda

-- de Ricardo Jaimes Freyre --

Junto a la clara linfa, bajo la luz radiosa
del sol, como un prodigio de viviente escultura,
nieve y rosa su cuerpo, su rostro nieve y rosa
y sobre rosa y nieve su cabellera oscura.

No altera una sonrisa su majestad de diosa,
ni la mancha el deseo con su mirada impura;
en el lago profundo de sus ojos reposa
su espíritu que aguarda la dicha y la amargura.

Sueño del mármol. Sueño del arte excelso, digno
de escopas o de fidias, que sorprende en un signo,
una actitud, un gesto, la suprema hermosura.

Y la ve destacarse, soberbia y armoniosa,
junto a la clara linfa, bajo la luz radiosa
del sol, como un prodigio de viviente escultura.



Roberto Juarroz

poemas de unidad 20

-- de Roberto Juarroz --

A veces comprendemos algo
entre la noche y la noche.
Nos vemos de pronto parados debajo de una torre
tan fina como el signo del adiós
y nos pesa sobre todo desconocer si lo que no sabemos
es adónde ir o adónde regresar.
Nos duele la forma más íntima del tiempo:
el secreto de no amar lo que amamos.
Una oscura prisa,
un contagio de ala
nos alumbra una ausencia desmedidamente nuestra.
Comprendemos entonces
que hay sitios sin luz, ni oscuridad, ni meditaciones,
espacios libres
donde podríamos no estar ausentes.



Roberto Juarroz

poemas de otredad 7

-- de Roberto Juarroz --

¿por qué las hojas ocupan el lugar de las hojas
y no el que queda entre las hojas?
¿por qué tu mirada ocupa el hueco que está delantede la razón
y no el que está detrás?
¿por qué recuerdas que la luz se muere
y en cambio olvidas que también muere la sombra?
¿por qué se afina el corazón del aire
hasta que la canción se vuelve otro vacío en elvacío?
¿por qué no callas en el sitio exacto
donde morir es la presencia justa
suspendida del árbol de vivirse?
¿por qué estas rayas donde el cuerpo cesa
y no otro cuerpo y otro cuerpo y otro?
¿por qué esta curva del porqué y no el signo
de una recta sin fin y un punto encima?



Roberto Juarroz

hay que caer y no se puede elegir dónde

-- de Roberto Juarroz --

Hay que caer y no se puede elegir dónde.
Pero hay cierta forma del viento en los cabellos,
cierta pausa del golpe,
cierta esquina del brazo
que podemos torcer mientras caemos.
Es tan sólo el extremo de un signo,
la punta sin pensar de un pensamiento.
Pero basta para evitar el fondo avaro de unas manos
y la miseria azul de un dios desierto.
Se trata de doblar algo más que una coma
en un texto que no podemos corregir.



Roberto Juarroz

dividendos del silencio

-- de Roberto Juarroz --

Dividendos del silencio.
¿Qué puede escuchar un oído
cuando se apoya en otro oído?
la ausencia de la palabra
es un largo signo menos
que se desprende de su cifra.
El color es otro modo
de reunir el silencio.
La forma es un espacio distinto
que presiona al otro espacio
como si fuera una cáscara.
Un pájaro retrocede
ante un sol cuadrado y negro
y se para al revés sobre el alambre
donde calla un pensamiento.
Y el pensamiento retrocede a su vez ante el pájaro
como la goma de una honda
que arroja proyectiles de silencio.
Un pez enloquecido
desparrama el corazón del agua
en el centro del hombre
y allí abre el espacio
donde puede nadar
el silencio del pez,
su acrobacia de ausencia.



Roberto Juarroz

poemas de otredad 4

-- de Roberto Juarroz --

Si uno no es igual a su despertar,
si el despertar lo excede
o es menor que uno,
¿quién ocupa la diferencia?
y si uno no es igual tampoco a su dormir,
¿adónde se queda su costado despierto
o qué otra cosa se duerme con uno?
¿y si uno no es igual a uno?
el signo igual parece a veces
la duplicación ensimismada
del menos.



Rubén Darío

Las Ánforas de Epicuro

-- de Rubén Darío --

La espiga.

IRA el signo, sutil que los dedos del viento

Hacen al agitar el tallo que se inclina
Y se alza en una rítmica virtud de movimiento.
Con el áureo pincel de la flor de la harina



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