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-- de Abraham Valdelomar --
En mi dolor pusisteis vuestro cordial consuelo;
en vuestro hogar mis penas encontraron un nido;
para mi soledad, vuestras almas han sido
como dos alas blancas bajo la paz del cielo.
Dios os pague la sombra que me dio vuestro pecho,
y el vino generoso que me dio vuestra mesa,
y aquella dulce paz de vuestras almas, y esa
serenidad de lago que disteis a mi pecho.
Por el beso de amor, por el pan de cariño,
por el trino del ave, por el llanto del niño,
por los dulces poemas que vuestro hogar me dio,
dirá mi corazón esta prez cotidiana,
al morir el crepúsculo y al nacer la mañana:
que el Señor os bendiga como os bendigo yo...
Poema "En mi dolor pusisteis..." de Abraham Valdelomar
-- de Luis Gonzaga Urbina --
Lo sentí; no fue una
separación, sino un desgarramiento;
quedó atónita el alma, y sin ninguna
luz, se durmió en la sombra el pensamiento.
Así fue; como un gran golpe de viento
en la serenidad del aire. Ufano,
en la noche tremenda,
llevaba yo en la mano
una antorcha con que alumbraba la senda,
y que de pronto se apagó: la oscura
acechanza del mal y el destino
extinguió así la llama y mi locura.
Ví un árbol a la orilla del camino,
y me senté a llorar mi desventura.
Así fue, caminante
que me contemplas con mirada absorta
y curioso semblante.
Yo estoy cansado, sigue tú adelante;
mi pena es muy vulgar y no te importa.
Amé, sufrí, gocé, sentí el divino
soplo de la ilusión y la locura;
tuve la antorcha, la apagó el destino,
y me senté a llorar mi desventura
a la sombra de un árbol del camino.
Poema "así fue" de Luis Gonzaga Urbina
-- de Pablo Neruda --
Oh cruz del sur, oh trébol de fósforo fragante,
con cuatro besos hoy penetró tu hermosura
y atravesó la sombra y mi sombrero:
la luna iba redonda por el frío.
Entonces con mi amor, con mi amada, oh diamantes
de escarcha azul, serenidad del cielo,
espejo, apareciste y se llenó la noche
con tus cuatro bodegas temblorosas de vino.
Oh palpitante plata de pez pulido y puro,
cruz verde, perejil de la sombra radiante,
luciérnaga a la unidad del cielo condenada,
descansa en mí, cerremos tus ojos y los míos.
Por un minuto duerme con la noche del hombre.
Enciende en mí tus cuatro números constelados.
Poema "soneto lxxxvi cien sonetos de amor (1959) noche" de Pablo Neruda
-- de Gabino Alejandro Carriedo --
Alvar aalto
alvar aalto: una vez más
con tus maderas alabeadas
y tus sillas de sentar.
Alvar aalto: nos conmueve
la pura serenidad
de las cubiertas angulares
de tu casa boreal.
Alvar aalto: es que quizás
el vuelo alado de tus pájaros
se reproduce intemporal,
puro elemento de arte lírica
triangular.
Alvar aalto: esta hermenéutica
de meta filosofal
y erectos pinos rojos,
vendrá ¿o no vendrá?,
con sus pulidos paramentos
a ser retablo popular.
Alvar aalto: en el impar
lienzo del lago húmedo
el bosque humano está detrás.
Así tu genio bate
un mudo abeto en el cristal
y se hace pura geofonía
en el paisaje dominical.
Alvar aalto: el arquitecto
del más vecino más allá.
Tu poesía escandinava
de colectiva intimidad
aún es intacta y blanca nieve,
aún es materia intacta, albar.
La arquitectura de alvar aalto,
textura de arco en alto altar.
Poema "alvar aalto" de Gabino Alejandro Carriedo
-- de Teófilo V. Méndez Ramos --
Andarás por la vida
abismado en ti mismo;
Abismado en ti mismo y el alma dolorida,
enferma de lirismo.
Andarás por la vida, absorto en tu quimera
sin reparar que es buena
la vida... Y que la pena
agostó tu primavera.
Y el dolor será lumbre,
y el dolor será, entonces, piadosa claridad
que orientará tu vida hacia la ansiada cumbre
de la serenidad.
Y ardiendo en sacro fuego, has de llamar hermano;
como el Santo de Asís;
al gusano infeliz.
Poema "Andarás por la vida" de Teófilo V. Méndez Ramos
-- de Medardo Ángel Silva --
A José María Egas
Aúnan mi pensamiento
inquietud y serenidad.
Mi orientación es la del viento,
la del mar mi estabilidad.
El ojo negro de mi abismo
para mí guiña dondequier;
mas, de la noche de mí mismo
hago un continuo amanecer.
Y como una hojita liviana
voy camino de mi verdad:
al que es hoy, ayer y mañana,
Nunca, Siempre y Eternidad.
Mi amor siempre ha sido por las leves formas,
por las sutilezas... No busquéis las normas
de mi pensamiento:
no las ha tenido;
si algo lo condujo, su mentor ha sido
el mismo de la onda, la nube y el viento.
Poema "Por la ruta verdadera" de Medardo Ángel Silva
-- de Juan Ramón Jiménez --
Rosa completa en olor.
Sol terminante en ardor.
Serenidad de lo uno.
(Rompevida del amor).
Tú queriendo y sin poder.
Yo pudiendo y sin querer.
¡Pobre rosa con el hombre!
¡triste sol con la mujer!
Poema "sol y rosa" de Juan Ramón Jiménez
-- de Juana de Ibarbourou --
Te doy mi alma desnuda,
como estatua a la cual ningún cendal escuda.
Desnuda con el puro impudor
de un fruto, de una estrella o una flor;
de todas esas cosas que tienen la infinita
serenidad de eva antes de ser maldita.
De todas esas cosas,
frutos, astros y rosas,
que no sienten vergüenza del sexo sin celajes
y a quienes nadie osara fabricarles ropajes.
Sin velos, como el cuerpo de una diosa serena
¡que tuviera una intensa blancura de azucena!
desnuda, y toda abierta de par en par
¡por el ansia del amar!
Poema "te doy mi alma desnuda" de Juana de Ibarbourou
-- de Evaristo Carriego --
Fué al surgir de una duda insinuativa
cuando hirió tu severa aristocracia,
como un símbolo rojo de mi audacia,
un clavel que tu mano no cultiva.
Quizás hubo una frase sugestiva,
o viera una intención tu perspicacia,
pues tu serenidad llena de gracia
fingió una rebelión despreciativa...
Y, así, en tu vanidad, por la impaciente
condena de un orgullo intransigente,
mi rojo heraldo de amatorios credos
mereció, por su símbolo atrevido,
como un apóstol o como un bandido
la guillotina de tus nobles dedos.
Poema "El clavel" de Evaristo Carriego
-- de Claudio Rodríguez --
( la hilandera de espaldas , del cuadro de velázquez)
tanta serenidad es ya dolor.
Junto a la luz del aire
la camisa ya es música, y está recién lavada,
aclarada,
bien ceñida al escorzo
risueño y torneado de la espalda,
con su feraz cosecha,
con el amanecer nunca tardío
de la ropa y la obra. Este es el campo
del milagro: helo aquí,
en el alba del brazo,
en el destello de estas manos, tan acariciadoras
devanando la lana:
el hilo y el ovillo,
y la nuca sin miedo, cantando su viveza,
y el pelo muy castaño
tan bien trenzado,
con su moño y su cinta;
y la falda segura; sin pliegues, color jugo de acacia.
Con la velocidad del cielo ido,
con el taller, con
el ritmo de las mareas de las calles,
está aquí, sin mentira,
con un amor tan mudo y con retorno,
con su celebración y con su servidumbre.
Poema "hilando (la hilandera de espaldas, del cuadro de velázquez)" de Claudio Rodríguez
-- de Ricardo Güiraldes --
Cima. Altura. Cono tendencioso, que escapas de la tierra, hacia la coronación rala de aires eternos.
Aspiración a lo perfecto.
Gran tranquilo. Eterno mojón de cataclismo, cernido de nubes que lloran en tus flancos pétreos, desflocando sobre tu dureza la impotencia blanduzca de sus velámenes, esclavos del viento.
Indiferente.
Caótica cristalización.
Rezo de piedra.
Véngame tu firmeza inconmovible. Dios del silencio. Dios de aspiraciones hacia la perfección sideral.
¡Oh! tú que escapas a la tierra.
Impulso en catalepsia.
Borbotón solidificado.
Serenidad, hecha materia, que duermes al través de los siglos, imperturbablemente.
Vuelo en letargo.
Véngame tu estabilidad perenne, oh, pacificador inerte; dame tu sopor inmutable y la paz de tu quietismo de esfinge geológica.
¡Aconcagua!
Mendoza, 1913.
Poema "Aconcagua" de Ricardo Güiraldes