Buscar Poemas con Seguridad


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Se han encontrado 15 poemas con la palabra seguridad

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Lope de Vega

Al viento se encomienda, al mar se entrega

-- de Lope de Vega --

Al viento se encomienda, al mar se entrega,
conjura un áspid, ablandar procura
con tiernos ruegos una peña dura,
o las rocas del mar donde navega;

pide seguridad a la fe griega,
consejo al loco y al enfermo cura,
verdad al juego, sol en noche oscura,
y fruta al polo donde el sol no llega;

que juzgue de colores pide al ciego,
desnudo y solo al salteador se atreve,
licor precioso de las piedras saca;

fuego busca en el mar, agua en el fuego,
en Libia flor, en Etiopía nieve,
quien pone su esperanza en mujer flaca.

Poema Al viento se encomienda, al mar se entrega de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Dulce Señor, mis vanos pensamientos

-- de Lope de Vega --

Dulce Señor, mis vanos pensamientos
fundados en el viento me acometen,
pero por más que mi quietud inquieten
no podrán derribar tus fundamentos.
No porque de mi parte mis intentos
seguridad alguna me prometen
para que mi flaqueza no sujeten,
ligera más que los mudables vientos.
Mas porque si a mi voz, Señor, se inclina
tu defensa y piedad, ¿qué humana guerra
contra lo que Tú amparas será fuerte?
Ponme a la sombra de tu cruz divina,
y vengan contra mí fuego, aire, tierra,
mar, yerro, engaño, envidia, infierno y muerte.

Poema Dulce Señor, mis vanos pensamientos de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Lágrimas, que partiendo de mi cielo

-- de Lope de Vega --

Lágrimas que partiendo de mi cielo
los rayos de su sol oscurecistes,
bañando el rostro mío, en que imprimistes
cristal, aljófar, llanto, fuego y hielo;

dulce seguridad de mi recelo
en quien mil firmes de lealtad me distes,
de tanta ausencia y soledades tristes
vosotras sois el último consuelo.

En fin bebí vuestro licor suave,
con cuya lluvia, como firme palma,
nació en el alma la esperanza mía.

Que no es posible que sin causa grave
se viera el cielo entonces todo en calma,
llorara el sol y se turbara el día.

Poema Lágrimas, que partiendo de mi cielo de Lope de Vega con fondo de libro

Luis Cernuda

he venido para ver

-- de Luis Cernuda --

He venido para ver
he venido para ver semblantes
amables como viejas escobas,
he venido para ver las sombras
que desde lejos me sonríen.
He venido para ver los muros
en el suelo o en pie indistintamente,
he venido para ver las cosas,
las cosas soñolientas por aquí.
He venido para ver los mares
dormidos en cestillo italiano,
he venido para ver las puertas,
el trabajo, los tejados, las virtudes
de color amarillo ya caduco.
He venido para ver la muerte
y su graciosa red de cazar mariposas,
he venido para esperarte
con los brazos un tanto en el aire,
he venido no sé por qué;
un día abrí los ojos: he venido.
Por ello quiero saludar sin insistencia
a tantas cosas más que amables:
los amigos de color celeste,
los días de color variable,
la libertad del color de mis ojos;
los niñitos de seda tan clara,
los entierros aburridos como piedras,
la seguridad, ese insecto
que anida en los volantes de la luz.
Adiós, dulces amantes invisibles,
siento no haber dormido en vuestros brazos.
Vine por esos besos solamente;
guardad los labios por si vuelvo.



Oliverio Girondo

otro nocturno

-- de Oliverio Girondo --

La luna, como la esfera luminosa del reloj de un edificiopúblico.
¡Faroles enfermos de ictericia! ¡faroles con gorras deapache, que fuman un cigarrillo en las esquinas!
¡canto humilde y humillado de los mingitorios cansados decantar!;y silencio de las estrellas, sobre el asfalto humedecido!
¿por qué, a veces, sentiremos una tristeza parecida a lade un par de medias tirado en un rincón?, y ¿porqué, a veces, nos interesará tanto el partido de pelotaque el eco de nuestros pasos juega en la pared?
noches en las que nos disimulamos bajo la sombra de los árboles,de miedo de que las casas se despierten de pronto y nos vean pasar, yen las que el único consuelo es la seguridad de que nuestra camanos espera, con las velas tendidas hacia un país mejor.



Pablo Neruda

tiranía

-- de Pablo Neruda --

Oh dama sin corazón, hija del cielo,
auxíliame en esta solitaria hora,
con tu directa indiferencia de arma
y tu frío sentido del olvido.
Un tiempo total como un océano,
una herida confusa como un nuevo ser,
abarcan la tenaz raíz de mi alma
mordiendo el centro de mi seguridad.
Qué espeso latido se cimbra en mi corazón
como una ola hecha de todas las olas,
y mi desesperada cabeza se levanta
en un esfuerzo de salto y de muerte.
Hay algo enemigo temblando en mi certidumbre,
creciendo en el mismo origen de las lágrimas,
como una planta desgarradora y dura
hecha de encadenadas hojas amargas.



Juan Boscán

Como el triste que a muerte está juzgado

-- de Juan Boscán --

SONETO CVIII

Como el triste que a muerte está juzgado,
y de esto es sabidor de cierta ciencia,
y la traga y la toma en paciencia,
poniéndose al morir determinado.

Tras esto dícenle que es perdonado,
y estando así se halla en su presencia
el fuerte secutor de la sentencia
con ánimo y cuchillo aparejado:

así yo, condenado a mi tormento,
de tenelle tragado no me duelo,
pero, después, si el falso pensamiento

me da seguridad de algún consuelo,
volviendo el mal, mi triste sentimiento
queda envuelto en su sangre por el suelo.



Gutierre de Cetina

solía cantar de amor dulces clamores

-- de Gutierre de Cetina --

Ahora lloro triste, y de año en año
se seca la esperanza y crece el daño,
falta seguridad, sobran temores.
Vosotros, que al frescor de los favores
vivís alegres, sin temor de engaño,
sabed que nuevo mal, tormento extraño,
se os apareja al fin de los amores.
¡Dichoso aquél a quien concede el cielo
medir con su fortuna sus cuidados
y vive en un estado satisfecho!
las altas esperanzas vanse a vuelo
con el humo del mundo y los estados,
y pierde más quien más aquesto ha hecho.



Gutierre de Cetina

como el que enfermedad de muerte tiene I

-- de Gutierre de Cetina --

Que está de su salud desconfiado,
ni se puede alegrar del mal pasado,
ni gozo entero haber del bien que viene;
pensando en el morir, si se detiene,
es porque el plazo cierto no ha llegado,
de cuya causa el mejorar de estado
ni lo asegura ya, ni lo entretiene;
tal el triste vandalio en la estrecheza,
envuelto en un temor con mil temores,
a la bella amarílida decía:
«poca seguridad, menos firmeza,
no me dejan gozar vuestros favores;
que un recelo mortal me los desvía».



Hernando de Acuña

Un tiempo me sostuvo la esperanza

-- de Hernando de Acuña --

Un tiempo me sostuvo la esperanza,
y Amor lo consintió porque sintiese,
cuando al estado en que estoy viniese,
que fue para mayor desconfianza.

En gran fortuna me mostró bonanza
y aseguróme porque conociese,
cuando nuevo dolor menos temiese,
que en su seguridad hay más mudanza.

Pasé con este alivio mi cuidado,
hasta que he conocido de hora en hora
que todo fue color para más daño;

y con haberme ya desengañado,
conozco que hay en mí de nuevo ahora
más aparejo para nuevo engaño.



Mario Benedetti

a tientas

-- de Mario Benedetti --

Se retrocede con seguridad
pero se avanza a tientas
uno adelanta manos como un ciego
ciego imprudente por añadidura
pero lo absurdo es que no es ciego
y distingue el relámpago la lluvia
los rostros insepultos la ceniza
la sonrisa del necio las afrentas
un barrunto de pena en el espejo
la baranda oxidada con sus pájaros
la opaca incertidumbre de los otros
enfrentada a la propia incertidumbre
se avanza a tientas lentamente
por lo común a contramano
de los convictos y confesos
en búsqueda tal vez
de amores residuales
que sirvan de consuelo y recompensa
o iluminen un pozo de nostalgias
se avanza a tientas vacilante
no importan la distancia ni el horario
ni que el futuro sea una vislumbre
o una pasión deshabitada
a tientas hasta que una noche
se queda uno sin cómplices ni tacto
y a ciegas otra vez y para siempre
se introduce en un túnel o destino
que no se sabe dónde acaba



Juan Ramón Jiménez

ese día, ese día

-- de Juan Ramón Jiménez --

En que yo mire el mar los dos tranquilos,
confiado a él; toda mi alma
vaciada ya por mí en la obra plena
segura para siempre, como un árbol grande,
en la costa del mundo;
con la seguridad de copa y de raíz
del gran trabajo hecho!
¡ese día, en que sea
navegar descansar, porque haya yo
trabajado en mí tanto, tanto, tanto!
¡ese día, ese día
en que la muerte ¡negras olas! ya no me corteje
y yo sonría ya, sin fin, a todo,
porque sea tan poco, huesos míos,
lo que le haya dejado yo de mí!



Evaristo Ribera Chevremont

el tamarindo

-- de Evaristo Ribera Chevremont --

El verde tamarindo bríndale al patio estrecho,
sin hierbas y arenoso, sombra ceñida y mansa;
y, dulce de amistades y años, en el techo
de zinc de la vivienda su ramaje descansa.

De los soles blancuzcos, rígidos, no se cansa
el árbol oleoso, tremador y derecho;
junto a él, el extático rumiador se remansa,
distante del propósito, del afán y del hecho.

El patio reducido goza su compañía
en la uniforme y lenta seguridad del día,
persistente en un ritmo despejado de lutos.

Me exalto cuando el árbol, en su mejor momento,
esparce por el patio caliente y polvoriento,
donde el lagarto inflámase, sus agridulces frutos.



Francisco de Quevedo

parnaso español 27

-- de Francisco de Quevedo --

Esta miseria, gran señor, honrosa,
de la humana ambición alma dorada;
esta pobreza ilustre acreditada,
fatiga dulce y inquietud preciosa;
este metal de la color medrosa
y de la fuerza contra todo osada
te vuelvo: que alta dádiva envidiada
enferma la fortuna más dichosa.
Recíbelo, nerón; que, en docta historia,
más será recibirlo que fue darlo,
y más seguridad en mí el volverlo:
pues juzgarán, y te será más gloria,
que diste oro a quien supo despreciarlo
para mostrar que supo merecerlo.



Roberto Juarroz

poemas de otredad 15

-- de Roberto Juarroz --

Nos quedamos a veces detenidos
en medio de una calle,
de una palabra
o de un beso,
con los ojos inmóviles
como dos largos vasos de agua solitaria,
con la vida inmóvil
y las manos quietas entre un gesto y el que hubiera seguido,
como si no estuvieran ya en ninguna parte.
Nuestros recuerdos son entonces de otro,
a quien apenas recordamos.
Es como si prestásemos la vida por un rato,
sin la seguridad de que nos va a ser devuelta
y sin que nadie nos la haya pedido,
pero sabiendo que es usada
para algo que nos concierne más que todo.
¿No será también la muerte un préstamo,
en medio de una calle,
de una palabra
o de un beso?



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