Buscar Poemas con Ruina


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Se han encontrado 31 poemas con la palabra ruina

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Juan Pablo Forner

Esporo, ese poder, esa grandeza

-- de Juan Pablo Forner --

Esporo, ese poder, esa grandeza
con que el hado burlón te engolosina,
si añagazas no son a tu ruina,
serán castigo a la mortal vileza.

Tú encenagado en súbita riqueza
te huelgas torpe en su engañosa ruina:
¿A tanto el cielo tu idiotez empina?
O la nuestra peligra, o tu cabeza.

No es Dios injusto, no: jamás consiente
gloria al malvado; ni elevado empleo
sin causa al necio permitir le plugo.

Tu grandeza es patíbulo eminente;
si a tu cima no subes como reo,
subes, ¡mira qué honor! como verdugo.

Poema Esporo, ese poder, esa grandeza de Juan Pablo Forner con fondo de libro

Amós de Escalante

La casona

-- de Amós de Escalante --

La ponderosa torre fulminada
se yergue al cabo del sendero rudo,
y el firme estribo y hazañoso escudo
dentro de la sonora portalada;

brocal roto, capilla destejada,
altar sin santo, campanario mudo,
y el tronco de un ciprés negro y desnudo,
guardián de aquella ruina desolada.

¿Dónde están, oh solar, los que surgieron
del oscuro linaje y te fundaron
y ser y nombre y majestad te dieron?

Luz de breve crepúsculo pasaron,
como niebla montés se deshicieron,
como ruido en el aire se apagaron.

Poema La casona de Amós de Escalante con fondo de libro

Leandro Fernández de Moratín

soneto. con motivo de haber hecho un pequeño sentimmiento la cúpula de s. pedro en el año 1810 cuando napoleón reunió el estado romano del reino de italia

-- de Leandro Fernández de Moratín --

Con motivo de haber hecho un pequeño sentimmiento la cúpula de s. Pedro en el año 1810 cuando napoleón reunió el estado romano del reino de italia
porque amenazas trágica ruina
¡oh! tiempo a la gran mole sacrosanta
que en bóvedas soberbias se levanta
honor de tibre, la ciudad latina
y cuanto existe a perecer camina
y todo el brazo tuyo lo quebranta
harto merece maravilla canta
huellas su destrucción menos vecina
caiga si cumple así precipitado
de pedro el trono el rayo de la guerra
rompa y trastorne llaves y corona
días no su tempo insigne ofenda agrado
y tú para consuelo de la tierra:
los monumentos del sudor perdona.

Poema soneto. con motivo de haber hecho un pequeño sentimmiento la  cúpula de s. pedro en el año 1810 cuando napoleón reunió el estado  romano del reino de italia de Leandro Fernández de Moratín con fondo de libro

Góngora

Infiere, de los achaques de la vejez, cercano el fin a que, católico, se alienta

-- de Góngora --

En este occidental, en este, ¡oh Licio!,
climatérico lustro de tu vida,
todo mal afirmado pie es caída,
toda fácil caída es precipicio.

¿Caduca el paso? Ilústrese el juïcio.
Desatándose va la tierra unida.
¿Qué prudencia, del polvo prevenida,
la ruina aguardó del edificio?

La piel no sólo sierpe venenosa,
mas con la piel los años se desnuda,
y el hombre, no, ¡ciego discurso humano!

¡Oh aquel dichoso, que, la ponderosa
porción depuesta en una piedra muda,
la leve da al zafiro soberano!



Manuel de Zequeira

Contra la guerra

-- de Manuel de Zequeira --

De cóncavos metales disparada,
sale la muerta envuelta en estampido
y en torrentes de plomo repartido
brota el Etna su llama aprisionada.

El espanto, el dolor, la ruina airada,
al vencedor oprimen y al vencido,
huye esquivo el reposo apetecido,
solo esgrime el valor sangrienta espada.

El hombre contra el hombre se enfurece,
su propia destrucción forma su historia,
y de sangre teñido comparece

en el sagrado templo de la gloria.
Cese hombre tu furor, tu ambición cese,
si al destruirte a ti mismo es tu victoria.



Manuel del Palacio

La profecía

-- de Manuel del Palacio --

Víctima de sus vicios fué Sodoma,
Jerusalem de su impiedad insana,
De su ambición Cartago la africana,
De su avaricia y su soberbia Roma.

Hoy por su propio peso se desploma
De Pelayo la herencia soberana,
Y hecho pedazos rodará mañana
El trono que de Dios origen toma.

Y nadie de la edad en el misterio
Buscará de esa ruina las razones
De fácil comprensión al hombre serio:

Lo que sí ha de admirar á las naciones,
Es cómo vivió siglos un imperio
Gobernado por monjas y bribones.



Jorge Cuesta

este amor no te mira para hacerte durable

-- de Jorge Cuesta --

Este amor no te mira para hacerte durable
y desencadenarte de tu vida, que pasa.
Los ojos que a tu imagen apartan de tu muerte
no la impiden, sólo hacen más presente tu ruina.
No hay sitio en mi memoria
donde encuentre tu vida
más que tus ya distantes huellas deshabitadas.
Pues en mi sueño en vano tu rostro se refugia
y huye tu voz del aire real que la devora.
Dentro de mí te quema la sangre con más fuego,
los instantes que te absorben con más ansia, y tus voces,
mientras más duran,
se hunden más hondo en el abismo
de las horas futuras que nunca te han mirado.



Jorge Riechmann

14

-- de Jorge Riechmann --

Los dedos de los muertos me dibujan
ruina en el pecho, en los muslos, en la frente.
Con una fresa entre los labios recorro
la playa destruida.
¿No es capaz nadie de limitar los aletazos
el carnicero tatuaje de una codicia anal?
¿no hay amistad militante río arriba?
imágenes sin memoria vampirizan
mi canija vigilia. No me ausento
en dignidad distinta del rechazo.



Emilio Bobadilla

El asedio

-- de Emilio Bobadilla --

Sus enormes proyectiles los germánicos morteros
— tempestad de fuego y plomo— calculadamente lanzan,
y entre llamas y derrumbes y quejidos lastimeros
impertérritas las tropas, vomitando hierro, avanzan.

Por las calles, cual torrente de la cumbre, se derraman
en tropel niños y viejos, dando voces de honda angustia;
unos lloran y a sus madres sollozantes otros llaman,
— espasmódicos los ojos y la faz verdosa y mustia —.

Al retumbo del cañón el aire tiembla crispativo;
todo es ruido, confusión, desastre, lágrimas y ruina.
Es milagro el que al través de tanto estrago queda vivo.

En un cielo azul rutilan las estrellas misteriosas;
—es la hora del ensueño, de la calma vespertina...—
¡Qué ridículas parecen— y son tristes— nuestras cosas!



Emilio Bobadilla

El caballo de Atila

-- de Emilio Bobadilla --

En cañón se transforma, de repente, el arado;
la metralla derriba reliquias venerables
—monumentos artísticos de glorioso pasado—
y en las ciudades entran las hienas implacables.

Se pierden en los campos las fértiles cosechas;
los pensiles se mueren de nostalgia de riego;
resquebrajan los muros de los templos las brechas,
y no encuentran las aves para cantar sosiego.

Desolación y ruina, orfandad y miseria;
en hospital de sangre conviértese el museo;
todo es dolor y lágrimas, confusión y laceria,

incendio, asesinatos, violaciones, saqueos...
Y el blando tintineo de la vacuna esquila
se apaga en el relincho del caballo de Atila.



Emilio Bobadilla

La hierba mala

-- de Emilio Bobadilla --

Bajo el agua y la nieve gimen en las trincheras
de reúma y de anquilosis los míseros soldados;
y con graznido lúgubre las aves agoreras
promulgan el fin hórrido de dramas ignorados.

Solitarios los pueblos, llenos los hospitales
—amputación de piernas y brazos a porrillo—;
en los campos miseria, luto en las capitales;
las iglesias en llamas y saqueado el castillo.

Ni la nieve, ni el agua, ni el dolor, ni la ruina
a tu ambición y tu odio, hombre cruel, ponen freno;
que en ti demoledora propensión predomina.

Exterminar al hombre tu sevicia no espere.
¿A la verdad acaso eres, di, tan ajeno
que no ves que eres malo y lo malo no muere?



Pedro Calderón de la Barca

Interpretación de José

-- de Pedro Calderón de la Barca --

Que el río jeroglífico haya sido
del tiempo -gran señor- prueba es bastante
que siempre corre y siempre va delante,
sin que nunca haya atrás retrocedido.

Luego es el tiempo, de quien ha nacido
en espigas y vacas, lo abundante;
y es el tiempo también el que inconstante
todo lo deja a nada reducido.

Siete fértiles años imagina
en espigas y vacas, cuyo halago
en otros siete estériles termina.

Y pues te avisa el golpe en el amago,
la abundancia prevén contra la ruina
y la felicidad contra el estrago.



Pedro Soto de Rojas

Amor, médico ignorante

-- de Pedro Soto de Rojas --

Si escucho el son del regalado aliento
que al Euro amansa y al Genil suspende,
mi lastimado corazón se enciende
y solicita en su ruina al viento;

si ausente estoy, veloz el pensamiento
corre a la luz, en que su luz se ofende:
que Amor curar con su veneno entiende
y el tormento halagar con más tormento.

¡Oh, ignorante doctor, oh falsa cura!
¿Cómo no ves que en fuerza tan rendida
medicina tan cáustica es locura?

Sepan todos, Amor, que no das vida,
que abres la más difícil sepultura
más bien que cierras la menor herida.



José María Heredia

Inmortalidad

-- de José María Heredia --

Cuando en el éter fúlgido y sereno
Arden los astros por la noche umbría,
El pecho de feliz melancolía
Y confuso pavor siéntese lleno.

¡Ay! ¡así girarán cuando en el seno
Duerma yo inmóvil de la tumba fría!...
Entre el orgullo y la flaqueza mía
Con ansia inútil suspirando peno,

Pero ¿qué digo? -Irrevocable suerte
También los astros a morir destina,
Y verán por la edad su luz nublada.

Mas superior al tiempo y a la muerte
Mi alma, verá del mundo la ruina,
A la futura eternidad ligada.



Gerardo Diego

revelación

-- de Gerardo Diego --

Revelación
a blas taracena
era en numancia, al tiempo que declina
la tarde del agosto augusto y lento,
numancia del silencio y de la ruina,
alma de libertad, trono del viento.
La luz se hacía por momentos mina
de transparencia y desvanecimiento,
diafanidad de ausencia vespertina,
esperanza, esperanza del portento.
Súbito, ¿dónde?, un pájaro sin lira,
sin rama, sin atril, canta, delira,
flota en la cima de su fiebre aguda.
Vivo latir de dios nos goteaba,
risa y charla de dios, libre y desnuda.
Y el pájaro, sabiéndolo, cantaba.



Vicente García de la Huerta

A la feliz expedición contra Argel en 1784

-- de Vicente García de la Huerta --

Del gran Carlos la sabia providencia
al bien común atenta determina
de Argel con el incendio y con la ruina
poner freno a la bárbara regencia.

La Constancia, el Valor y la Prudencia
de Barceló a la grande acción destina;
mas la Fortuna, el Viento, el Mar se obstina
contra su Celo, Esfuerza y Experiencia.

Vence los Elementos y la Suerte
del héroe balear; confunde, huella,
abras a Argel. Adversidad ninguna

intimida al varón Constante y fuerte;
que el Valiente los Riesgos atropella
y el Prudente domina a la Fortuna.



Angel González

para que yo me llame ángel gonzález

-- de Angel González --

Para que yo me llame ángel gonzález,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
hombres de todo el mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
y más cuerpos, fundiéndose incesantes
en otro cuerpo nuevo.
Solsticios y equinoccios alumbraron
con su cambiante luz, su vario cielo,
el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos.
De su pasaje lento y doloroso
de su huida hasta el fin, sobreviviendo
naufragios, aferrándose
al último suspiro de los muertos,
yo no soy más que el resultado, el fruto,
lo que queda, podrido, entre los restos;
esto que veis aquí,
tan sólo esto:
un escombro tenaz, que se resiste
a su ruina, que lucha contra el viento,
que avanza por caminos que no llevan
a ningún sitio. El éxito
de todos los fracasos. La enloquecida
fuerza del desaliento...



Manuel María de Arjona

A Cicerón

-- de Manuel María de Arjona --

Pende en el foro, triunfo de un malvado,
la cabeza de aquel que la ruina
evitó a Roma, muerto Catilina,
y padre de la patria fue aclamado.

La ve el pueblo en los Rostros conturbado,
y un mudo horror los ánimos domina;
en los Rostros, do aquella voz divina
fue de la libertad muro sagrado.

¡O Cicerón! si tantos beneficios
paga tu ingrata patria de esta suerte,
¿cómo espera magnánimos patricios?

Mas ¿qué importa el morir? Témante ¡o muerte!
los viles siervos del poder y vicios,
pero el sabio ¿qué tiene que temerte?



Mario Benedetti

utopías

-- de Mario Benedetti --

Cómo voy a creer dijo el fulano
que el mundo se quedó sin utopías
cómo voy a creer
que la esperanza es un olvido
o que el placer una tristeza
cómo voy a creer dijo el fulano
que el universo es una ruina
aunque lo sea
o que la muerte es el silencio
aunque lo sea
cómo voy a creer
que el horizonte es la frontera
que el mar es nadie
que la noche es nada
cómo voy a creer dijo el fulano
que tu cuerpo mengana
no es algo más que lo que palpo
o que tu amor
ese remoto amor que me destinas
no es el desnudo de tus ojos
la parsimonia de tus manos
cómo voy a creer mengana austral
que sos tan sólo lo que miro
acaricio o penetro
cómo voy a creer dijo el fulano
que la utopía ya no existe
si vos mengana dulce
osada eterna
si vos sois mi utopía.



Miguel de Cervantes

Soneto a la entrada del duque de Medina en Cádiz

-- de Miguel de Cervantes --

Vimos en julio otra semana santa,
atestada de ciertas cofradías
que los soldados llaman compañías,
de quien el vulgo, y no el inglés, se espanta.

Hubo de plumas muchedumbre tanta,
que, en menos de catorce o quince días,
volaron sus pigmeos y Golias,
y cayó su edificio por la planta.

Bramó el becerro y pusolos en sarta,
trono la tierra, escureciose el cielo,
amenazando una total ruina,

y al cabo, en Cádiz, con mesura harta,
ido ya el conde, sin ningún recelo,
triunfando entró el gran Duque de Medina.



Miguel Hernández

soneto final

-- de Miguel Hernández --

Soneto final
por desplumar arcángeles glaciales,
la nevada lilial de esbeltos dientes
es condenada al llanto de las fuentes
y al desconsuelo de los manantiales.
Por difundir su alma en los metales,
por dar el fuego al hierro sus orientes,
al dolor de los yunques inclementes
lo arrastran los herreros torrenciales.
Al doloroso trato de la espina,
al fatal desaliento de la rosa
y a la acción corrosiva de la muerte
arrojado me veo, y tanta ruina
no es por otra desgracia ni por otra cosa
que por quererte y sólo por quererte.



Numa Pompilio Llona

Doce años después

-- de Numa Pompilio Llona --

¡Todo se ha transformado en los lugares
que hoy recorro doliente y solitario,
y que fueron un tiempo el escenario
del drama de mi dicha y mis pesares!

Del corazón los ídolos y altares
juntos cubre del tiempo ya el sudario;
¡todo lo disipó su curso vario...
Como el viento la espuma de esos mares!

¡Ay, en tan vasta ruina y tal mudanza,
sólo inmóvil mi espíritu subsiste,
huérfano del amor y la esperanza!

Y fiel a sus dulcísimas memorias,
pensativo contempla, y mudo y triste,
la tumba de sus sueños y sus glorias!



Francisco de Quevedo

parnaso español 24

-- de Francisco de Quevedo --

Faltar pudo a scipión roma opulenta;
mas a roma scipión faltar no pudo;
sea blasón de su envidia, que mi escudo,
que del mundo triunfó, cede a su afrenta.
Si el mérito africano la amedrenta,
de hazañas y laureles me desnudo;
muera en destierro en este baño rudo,
y roma de mi ultraje esté contenta.
Que no escarmiente alguno en mí, quisiera,
viendo la ofensa que me da por pago,
porque no falte quien servirla quiera.
Nadie llore mi ruina ni mi estrago,
pues será a mi ceniza cuando muera,
epitafio aníbal, urna cartago.



Francisco Villaespesa

convento en ruinas

-- de Francisco Villaespesa --

El viejo monasterio abandonado
se pudre de vejez en la colina,
muda la torre, el coro derrumbado,
y todo el claustro amenazando ruina.
Seca la fuente, el huerto se ha secado;
en sus silencios ni un jilguero trina...
Tan sólo por las piedras del cercado
rastrera hiedra en verdecer se obstina.
Susurra el viento fúnebres querellas
por los patios ruinosos y desiertos...
Y, ajena a mundanales intereses,
parece que a la luz de las estrellas
está rezando, por los monjes muertos,
la gris comunidad de los cipreses.



Francisco Villaespesa

yo sé que la esperanza está viva, y que dentro

-- de Francisco Villaespesa --

Yo sé que la esperanza está viva, y que dentro
del corazón su lámpara dulcemente ilumina;
¡mas ya sin entusiasmos y sin fuerzas me encuentro
para arrancarle nuevos tesoros a la mina!...
En el jardín, a veces, de mis recuerdos entro
y encanezco de angustia mirando tanta ruina...
¡Cipreses y naranjos marchitos, y en el centro
una fuente que nunca de sollozar termina!...
Yo sé que lindaraja con sus besos pudiera
dar a mi otoño un nuevo frescor de primavera...
Pero está tan remota, ¡y es tan largo el sendero!...
¡Y me encuentro tan pobre, tan triste y tan rendido,
que a buscarla de nuevo por la vida, prefiero
soñar eternamente que jamás ha existido!...



José Gautier Benítez

enfermo (a mi hija maría)

-- de José Gautier Benítez --

Un noble marino anciano,
del viento y del sol curtido
abandonó, ya rendido
los embates de la mar;

y no de las ondas lejos,
en la cercana ribera,
alzó la quinta, y la era,
y el jardín, y el palomar.

En su báculo apoyado
llegó luego a la vecina
aldea, la noble ruina
que retaba al aquilón;

y allí pidió balbuciente
a un pobre y rudo aldeano,
de una doncella la mano,
de una niña el corazón.

Ya olvida entre dulces lazos
sus pasados sinsabores
y de sus tardos amores
brotan los frutos al fin;

ya hay manecillas y gritos
que asustan a las palomas;
quien rompa flores y pomas
corriendo por el jardín.

Pero es muy tarde, y emprende
su viaje para el cielo
el que cruzó con anhelo
las llanuras de la mar.

.....

¿Dejaré, como el marino,
el bien, apenas logrado?...
¿Habré tarde levantado
quinta, huerto y palomar?



José Joaquín de Mora

Álzase Marco Tulio de su asiento

-- de José Joaquín de Mora --

Álzase Marco Tulio de su asiento
con grave pompa y majestad divina;
tiembla de espanto y rabia Catilina,
inmóvil el Senado escucha atento.

Brota el raudal sonoro y al momento
sálvase Roma de fatal ruina,
el pueblo al Cónsul la cerviz inclina,
y padre clama en jubiloso acento.

Ahora si me preguntas en qué autores
adquirió Cicerón el privilegio
de arrancar tan magníficos honores,

yo ye responderé, que ese hombre egregio,
modelo de abogados y oradores,
ni estudió a Vinio, ni pisó el colegio.



Carolina Coronado

en otro II

-- de Carolina Coronado --

¿verdad que es triste que en el mundo todo
ceda a la ley de su exterminio fija;
no es verdad que es muy triste que se acaben
la juventud y la pasión, la vida
que la beldad perezca y los amores
y que la gloria al fin también se rinda?
¿qué cosa mirarán los ojos nuestros
que no tenga a su lado la ruina,
siquiera tronos esplendentes sean,
siquiera rocas de eminente cima?
solamente los álbumes, señora,
esa calamidad de nuestros días;
los álbumes tan sólo son eternos
¡y eterna del poeta la desdicha!



Clemente Althaus

A la guerra

-- de Clemente Althaus --

No ya, no ya, cual las aciagas veces
en que hermanos armaste contra hermanos,
las almas afligidas estremeces
de los buenos peruanos.
De Sur a Norte, de Ocaso al Este,
armado se levanta el Perú entero,
como una sola e impaciente hueste,
como un solo guerrero.
Que no eres hoy el execrable horrendo
monstruo maldito cuyo nombre espanta:
hermosas apariencias revistiendo,
hoy eres justa y santa:
santa para la patria y quien derrame
su sangre y por tal madre dé la vida;
mas para el torpe Ibero eres infame
e injusta y maldecida.
Hoy doble faz ostentas: una bella,
otra feroz que el corazón aterra:
ésta conviertes a la mar, aquélla
conviertes a la tierra.
Una faz a mi patria alborozada
alto honor y victoria vaticina:
presagia la otra a la española armada
derrotada, oprobio, ruina.



Clemente Althaus

A los peruanos (2 Althaus)

-- de Clemente Althaus --

«Con temeroso son la fiera trompa»
los espacios asorda nuevamente:
¿A dónde corre esa confusa gente?
¿A quién amaga esa guerrera pompa?
¿Quizá con triple fulminante flota
España torna, de vengar sedienta
en vuestra ruina la insufrible afrenta
de su reciente rota?
Mas ¡ay! vana la vuelta vengadora
fuera ya de esa gente embravecida,
pues con insana lucha fratricida
vosotros mismos la vengáis ahora.
No su enemiga y envidiosa diestra
arranca a vuestras frentes, oh crüeles,
de Mayo los espléndidos laureles,
sino la propia vuestra.
Y de la patria que os implora en vano
despedazáis el delicado seno,
cual la crudeza del encono ajeno,
cual la barbarie del furor hispano.
Y va la Fama y su pregón avisa
a España ya vuestra discordia loca,
y ella su mengua olvida, y en su boca
brilla feroz sonrisa.



Ramón López Velarde

La saltapared

-- de Ramón López Velarde --

Volando del vértice
del mal y del bien,
es independiente
la saltapared.

Y su principado,
la ermita que fue
granero después.

Sobre los tableros
de la ruina fiel
la saltapared
juega su ajedrez,
sin tumbar la reina,
sin tumbar al rey...

Ave matemática
nivelada es
como una ruleta
que baja y que sube
feliz, a cordel.

Su voz vergonzante
llora la doblez
con que el mercader
se llevó al canario
y al gorrión también
a la plaza pública,
a sacar la suerte
del señor burgués.

Del tejado bebe
agua olvidadiza
de los aguaceros,
porque transparente
su cuerpo albañil
gratuito nivel.

Y al ángel que quiere
reconstruir la ermita
del eterno Rey
sirve de plomada
la saltapared.



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