Buscar Poemas con Retamas


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Se han encontrado 6 poemas con la palabra retamas

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Manuel del Palacio

Maldita pereza

-- de Manuel del Palacio --

Al bosque me llevó mi fantasía,
Y en su fondo erizado de retamas.
Hallé un gigante pino, cuyas ramas
Eclipsaban la luz del medio dia.

Su viejo hendido tronco parecia
Reptil informe de ásperas escamas,
Y su copa volcan de verdes llamas
Que sobre tierra y aire se extendia.

Bajo su dulce sombra reclinado
En los goces pensé de la existencia,
Y en la felicidad que va á su lado:

Recordé de los años la sentencia,
Até al pino un cordon bien ensebado,
¡Y no me estrangulé... Por indolencia!

Poema Maldita pereza de Manuel del Palacio con fondo de libro

Pedro Soto de Rojas

Envidia dulce

-- de Pedro Soto de Rojas --

Tras el desdén de las que argenta escamas,
goza el amante del vellón que dora;
pasó el rigor del yelo y ya de Flora
es el campo galán en mil retamas.

El pajarillo entre las dulces ramas
corresponde a la voz que le enamora;
el tierno amante, aljófar del aurora,
blancas flores abraza y verdes gramas.

¡Oh, todos venturosos amadores,
a quien asignan los piadosos cielos,
para un rigor, sin número favores!

¿Cuándo saldrá mi sol de tantos yelos?
¿Cuándo se oirá esta voz? ¿Cuándo habrá flores?
¿Cuándo tendrán reposo mis desvelos?

Poema Envidia dulce de Pedro Soto de Rojas con fondo de libro

José María Hinojosa

campo cañada

-- de José María Hinojosa --

A federico g. Lorca
ladera
cubierta de hierba.
Arroyo
sin fondo.
Un lentisco
extiende sus ramas
en círculo.
El mirlo
se deja caer
con un vuelo rítmico
y clava su flecha negra
en un plano
verde, liso.
Retamas
de filamentos grises
erguidos.
Piedras
con moho amarillo.
Una cabra
y sus dos cabritillos
transponen el viso.
El silencio gira
buscando un ruido.

Poema campo   cañada de José María Hinojosa con fondo de libro

Gabriela Mistral

el encuentro

-- de Gabriela Mistral --

A su sombra
le he encontrado en el sendero.
No turbó su ensueño el agua
ni se abrieron más las rosas;
abrió el asombro mi alma.
¡Y una pobre mujer tiene
su cara llena de lágrimas!
llevaba un canto ligero
en la boca descuidada,
y al mirarme se le ha vuelto
grave el canto que entonaba.
Miré la senda, la hallé
extraña y como soñada.
¡Y en el alba de diamante
tuve mi cara con lágrimas!
siguió su marcha cantando
y se llevó mis miradas...
Detrás de él no fueron más
azules y altas las salvias.
¡No importa! quedó en el aire
estremecida mi alma.
¡Y aunque ninguno me ha herido
tengo la cara con lágrimas!
esta noche no ha velado
como yo junto a la lámpara;
como él ignora, no punza
su pecho de nardo mi ansia;
pero tal vez por su sueño
pase un olor de retamas,
¡porque una pobre mujer
tiene su cara con lágrimas!
iba sola y no temía;
con hambre y sed no lloraba;
desde que lo vi cruzar,
mi dios me vistió de llagas.
Mi madre en su lecho reza
por mí su oración confiada.
Pero ¡yo tal vez por siempre
tendré mi cara con lágrimas!



Gabriela Mistral

íntima

-- de Gabriela Mistral --

Tú no oprimas mis manos.
Llegará el duradero
tiempo de reposar con mucho polvo
y sombra en los entretejidos dedos.
Y dirías: «no puedo
amarla, porque ya se desgranaron
como mieses sus dedos».
Tú no beses mi boca.
Vendrá el instante lleno
de luz menguada, en que estaré sin labios
sobre un mojado suelo.
Y dirías: «la amé, pero no puedo
amarla más, ahora que no aspira
el olor de retamas de mi beso».
Y me angustiara oyéndote,
y hablaras loco y ciego,
que mi mano será sobre tu frente
cuando rompan mis dedos,
y bajará sobre tu cara llena
de ansia mi aliento.
No me toques, por tanto. Mentiría
al decir que te entrego
mi amor en estos brazos extendidos,
en mi boca, en mi cuello,
y tú, al creer que lo bebiste todo,
te engañarías como un niño ciego.
Porque mi amor no es sólo esta gavilla
reacia y fatigada de mi cuerpo,
que tiembla entera al roce del cilicio
y que se me rezaga en todo vuelo.
Es lo que está en el beso, y no es el labio;
lo que rompe la voz, y no es el pecho:
¡es un viento de dios, que pasa hendiéndome
el gajo de las carnes, volandero!



Federico García Lorca

La Tarara

-- de Federico García Lorca --

La Tarara, sí;
la tarara, no;
la Tarara, niña,
que la he visto yo.

Lleva la Tarara
un vestido verde
lleno de volantes
y de cascabeles.

La Tarara, sí;
la tarara, no;
la Tarara, niña,
que la he visto yo.

Luce mi Tarara
su cola de seda
sobre las retamas
y la hierbabuena.

Ay, Tarara loca.
Mueve, la cintura
para los muchachos
de las aceitunas.



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