Buscar Poemas con Reposo


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Se han encontrado 87 poemas con la palabra reposo

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Luis Gálvez de Montalvo

Ojos que cuesta el reposo

-- de Luis Gálvez de Montalvo --

Ojos que cuesta el reposo
Volver á mirar con ellos,
Mas valiera no tenellos.

Ojos que saben prenderme,
Pero nunca rescatarme,
Osados á aventurarme,
Cobardes á socorrerme;
Pues no estiman el perderme,
En el menor gusto dellos
Mas valiera no tenellos.

Ojos de tan malas mañas
Que estando por veladores
Dan paso como traidores
A las banderas estrañas
Hasta las mismas entrañas,
Que en llanto salen por ellos,
Mas valiera no tenellos.

Ojos con quien miro y veo,
Que aquí consiste mi daño,
Y si dicen que me engaño
Muero y digo que lo creo,
Pues llevan tras el deseo
La razon por los cabellos,
Mas valiera no tenellos.

Ojos que cuanto se piensa,
En los males que se ofrecen
Por su deleite escarnecen
Sin dar otra recompensa;
Pues recibe el alma ofensa
Si quiero vengarme dellos,
Mas valiera no tenellos.

Poema Ojos que cuesta el reposo de Luis Gálvez de Montalvo con fondo de libro

Rosalía de Castro

Margarita (Castro)

-- de Rosalía de Castro --

I

¡Silencio, los lebreles
De la jauría maldita!
No despertéis á la implacable fiera
Que duerme silenciosa en su guarida.
¿No veis que de sus garras
Penden gloria y honor, reposo y dicha?

Prosiguieron aullando los lebreles...
— ¡Los malos pensamientos homicidas! -
Y despertaron la temible fiera...
— ¡La pasión que en el alma se adormía!
Y ¡adiós!, en un momento,
¡Adiós gloria y honor, reposo y dicha!

II

Duerme el anciano padre, mientras ella
Á la luz de la lámpara nocturna
Contempla el noble y varonil semblante
Que un pesado sueño abruma.

Poema Margarita (Castro) de Rosalía de Castro con fondo de libro

Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 50

-- de Francisco de Quevedo --

Embarazada el alma y el sentido
con un sueño burlón, aunque dichoso,
aumentando reposo a mi reposo
me hallé toda una noche entretenido.
Tu rostro vi en mis llamas encendido,
que dora lo cruel con lo hermoso,
enlazando tu cuello presuroso
con nudo de los brazos bien tejido.
Túvele por verdad el bien pequeño;
llegué luego a soñar que te gozaba,
hecho de tanta gentileza dueño.
Y en esto conocí que me engañaba,
y que todo mi bien fue breve sueño,
pues yo, tan sin ventura, le alcanzaba.

Poema las tres musas últimas castellanas 50 de Francisco de Quevedo con fondo de libro

Clemente Althaus

Al Rímac

-- de Clemente Althaus --

I

En muda calma la ciudad reposa:
y yo, de codos en tu vasto puente,
miro brillar tu rápida corriente,
que al mar se precipita bulliciosa,
hoy del placer la taza deleitosa
bebió de Lima la festiva gente,
y yo la del dolor, que eternamente
de hiel amarga para mí rebosa.
Y ahora, Rímac, tu raudal sonoro
su sueño arrulla bajo puro cielo,
azul dosel con lentejuelas de oro:
¡y yo tan solo, con perenne duelo,
de la ciudad en la alegría lloro,
de la ciudad en el reposo velo!

II
¡Cuánto crecieron con el llanto mío
Arno y Betis y Támesis y Sena,
testigos todos de mi larga pena
y de mi insano amor y desvarío!
Y hoy también a tus ondas, patrio río,
mezclan mis ojos su encendida vena;
que en la tierra natal como en la ajena,
tenaz me sigue mi recuerdo impío.
Y en vano busco junto a ti reposo,
y el alivio del mal que me atormenta
al refrigerio de tus ondas pido:
¡Ah! sólo del Leteo silencioso
beber puedo en el agua soñolienta
la paz profunda der eterno olvido.



Alberto Lista

La esperanza

-- de Alberto Lista --

Dulce esperanza, del prestigio amado
pródiga siempre, que el mortal adora,
ven, disipa piadosa y bienhechora
las penas de mi pecho acongojado.

Vuelve a mi mano el plectro ya olvidado,
y al seno la amistad consoladora;
y tu voz, oh divina encantadora,
mitigue o venza la crueldad del hado.

Mas ¡ay! no me presentes lisonjera
aquellas flores que cogiste en Gnido,
cuyo jugo es mortal, aunque es sabroso.

Pasó el delirio de la edad primera,
y ya temo el placer, y cauto pido,
no la felicidad, sino el reposo.



Alfonsina Storni

Melancolía

-- de Alfonsina Storni --

Oh muerte, Yo te amo, pero te adoro, vida...
Cuando vaya en mi caja para siempre dormida,
Haz que por vez postrera
Penetre mis pupilas el sol de primavera.

Déjame algún momento bajo el calor del cielo,
Deja que el sol fecundo se estremezca en mi hielo...
Era tan bueno el astro que en la aurora salía
A decirme: buen día.

No me asusta el descanso, hace bien el reposo,
Pero antes que me bese el viajero piadoso
Que todas las mañanas,
Alegre como un niño, llegaba a mis ventanas.



Alfonsina Storni

El sueño 2

-- de Alfonsina Storni --

Máscara tibia de otra más helada
sobre tu cara cae y si te borra
naces para un paisaje de neblina
en que tus muertos crecen, la flor corre.

Allí el mito despliega sus arañas;
y enflora la sospecha; y se deshace
la cólera de ayer y el iris luce;
y alguien que ya no es más besa tu boca;

Que un no ser, que es un más ser, doblado,
prendido estás aquí y estás ausente
por praderas de magias y de olvido.

¿Qué alentador sagaz, tras el reposo,
creó este renacer de la mañana
que es juventud del día volvedora?



Alfonsina Storni

El sueño 2 (Storni)

-- de Alfonsina Storni --

Máscara tibia de otra más helada
sobre tu cara cae y si te borra
naces para un paisaje de neblina
en que tus muertos crecen, la flor corre.

Allí el mito despliega sus arañas;
y enflora la sospecha; y se deshace
la cólera de ayer y el iris luce;
y alguien que ya no es más besa tu boca;

Que un no ser, que es un más ser, doblado,
prendido estás aquí y estás ausente
por praderas de magias y de olvido.

¿Qué alentador sagaz, tras el reposo,
creó este renacer de la mañana
que es juventud del día volvedora?



Alfonsina Storni

Melancolía (Storni)

-- de Alfonsina Storni --

Oh muerte, Yo te amo, pero te adoro, vida...
Cuando vaya en mi caja para siempre dormida,
Haz que por vez postrera
Penetre mis pupilas el sol de primavera.

Déjame algún momento bajo el calor del cielo,
Deja que el sol fecundo se estremezca en mi hielo...
Era tan bueno el astro que en la aurora salía
A decirme: buen día.

No me asusta el descanso, hace bien el reposo,
Pero antes que me bese el viajero piadoso
Que todas las mañanas,
Alegre como un niño, llegaba a mis ventanas.



Alfonso Reyes

¡a cuernavaca!

-- de Alfonso Reyes --

A cuernavaca voy, dulce retiro,
cuando, por veleidad o desaliento,
cedo al afán de interrumpir el cuento
y dar a mi relato algún respiro.
A cuernavaca voy, que sólo aspiro
a disfrutar sus auras un momento:
pausa de libertad y esparcimiento
a la breve distancia de un suspiro.
Ni campo ni ciudad, cima ni hondura;
beata soledad, quietud que aplaca
o mansa compañía sin hartura.
Tibieza vegetal donde se hamaca
el ser en filosófica mesura...
¡A cuernavaca voy, a cuernavaca!

ii
no sé si con mi ánimo lo inspiro
o si el reposo se me da de intento.
Sea realidad o fingimiento,
¿a qué me lo pregunto, a qué deliro?
básteme ya saber, dulce retiro
que solazas mis sienes con tu aliento:
pausa de libertad y esparcimiento
a la breve distancia de un suspiro.
El sosiego y la luz el alma apura
como vino cordial; trina la urraca
y el laurel. De los pájaros murmura;
vuela una nube; un astro se destaca,
y el tiempo mismo se suspende y dura...
¡A cuernavaca voy, a cuernavaca!



Alfonso Reyes

el verdugo secreto

-- de Alfonso Reyes --

Vives en mí, pero te soy ajeno,
recóndito ladrón que nunca sacio,
a quien suelo ceder, aunque reacio,
cuanto suele pedir tu desenfreno.
Me quise sobrio, me fingí sereno,
me dictaba sus máximas horacio,
dormí velando, festiné despacio,
ni muy celeste fui, ni muy terreno.
Poco me aprovechó vivir alerta,
si del engreimiento vanidoso
hallaste tú la cicatriz abierta.
Hoy quiero rechazarte, y nunca oso.
¡Válgame la que a todos nos liberta,
y al orden me devuelve y al reposo!



Amado Nervo

perlas negras - ¿quién es? no sé: a veces cruza

-- de Amado Nervo --

¿quién es? no sé: a veces cruza
por mi senda, como el hada
del ensueño: siempre sola...
Siempre muda... Siempre pálida...
¿Su nombre? no lo conozco.
¿De dónde viene? ¿dó marcha?
¡lo ignoro! nos encontramos,
me mira un momento y pasa:
¡siempre sola...! ¡Siempre triste...!
¡Siempre muda...! ¡Siempre pálida!
mujer: ha mucho que llevo
tu imagen dentro del alma.
Si las sombras que te cercan,
si los misterios que guardas
deben ser impenetrables
para todos, ¡calla, calla!
¡yo sólo demando amores:
yo no te pregunto nada!
¿buscas reposo y olvido?
yo también. El mundo cansa.
Partiremos lejos, lejos
de la gente, a tierra extraña;
y cual las aves que anidan
en las torres solitarias,
confiaremos a la sombra
nuestro amor y nuestras ansias...



Amado Nervo

la santidad de la muerte

-- de Amado Nervo --

La santidad de la muerte
llenó de paz tu semblante,
y yo no puedo ya verte
de mi memoria delante,
sino en el sosiego inerte
y glacial de aquel instante.
En el ataúd exiguo,
de ceras a la luz fatua,
tenía tu rostro ambiguo
qiuetud augusta de estatua
en un sarcófago antiguo.
Quietud con yo no sé qué
de dulce y meditativo;
majestad de lo que fue;
reposo definitivo
de quién ya sabe el porqué.
Placidez, honda, sumisa
a la ley; y en la gentil
boca breve, una sonrisa
enigmática, sutil,
iluminando indecisa
la tez color de marfil.
A pesar de tanta pena
como desde entonces siento,
aquella visión me llena
de blando recogimiento
y unción..., Como cuando suena
la esquila de algún convento
en una tarde serena...



Amado Nervo

El celaje

-- de Amado Nervo --

¿A dónde fuiste, amor; a dónde fuiste?
Se extinguió en el poniente el manso fuego,
y tú que me decías: "hasta luego,
volveré por la noche"... ¡No volviste!

¿En qué zarzas tu pie divino heriste?
¿Qué muro cruel te ensordeció a mi ruego?
¿Qué nieve supo congelar tu apego
y a tu memoria hurtar mi imagen triste?

¡Amor, ya no vendrás! En vano, ansioso,
de mi balcón atalayando vivo
el campo verde y el confín brumoso.

Y me finge un celaje fugitivo
nave de luz en que, al final reposo,
va tu dulce fantasma pensativo.



Amós de Escalante

Medir mi pobre espíritu no sabe

-- de Amós de Escalante --

Medir mi pobre espíritu no sabe
la vasta inmensidad del cristal frío,
ni en el menguado pensamiento mío
¡oh mar! la suma de tus leyes cabe.

Ciencia no alcanzo que en mi mente grabe
de pueblos, nautas en tu azul bravío,
el nombre, historia, lengua y poderío,
su henchida vela y carenada trabe.

Ansia de contemplarte no vencida,
en lid sañuda o reposo inerte,
tráeme a tu ribera entristecida;

y halagan mi ilusión sin comprenderte
tus hondas voces, aye de la vida,
tu augusta paz, silencio de la muerte.



Leopoldo Lugones

La palmera

-- de Leopoldo Lugones --

Al llegar la hora esperada
en que de amarla me muera,
que dejen una palmera
sobre mi tumba plantada.

Así cuando todo calle,
en el olvido disuelto,
recobrará el tronco esbelto
la elegancia de su talle.

En la copa, que su alteza
doble con melancolía,
se abatirá la sombría
dulzura de su cabeza.

Entregará con ternura
la flor, al viento sonoro,
el mismo reguero de oro
que dejaba su hermosura.

Como un suspiro al pasar,
palpitando entre las hojas,
murmurará mis congojas
la brisa crepuscular.

Y mi recuerdo ha de ser,
en su angustia sin reposo,
el pájaro misterioso
que vuelve al anochecer.



Lope de Vega

Gertrudis, siendo Dios tan amoroso

-- de Lope de Vega --

Gertrudis, siendo Dios tan amoroso
que está en el hombre por amor ardiente
y el hombre en Él, no es mucho que aposente
tan abrasado corazón su esposo.
Amor le ha dado en vos dulce reposo,
que allí quiere vivir y estar presente,
que nadie amara y estuviera ausente,
si fuera como Dios tan poderoso.
Si al que pregunta al mismo Dios, que adónde
le podrá hallar, después del blanco velo,
«en vuestro santo corazón» responde.
Custodia sois, mientras gozáis el suelo,
y pues que todo Dios en él esconde,
mayor tenéis el corazón que el cielo.



Lope de Vega

Desmayarse, atreverse, estar furioso

-- de Lope de Vega --

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor: quien lo probó lo sabe.



Manuel de Zequeira

Contra la guerra

-- de Manuel de Zequeira --

De cóncavos metales disparada,
sale la muerta envuelta en estampido
y en torrentes de plomo repartido
brota el Etna su llama aprisionada.

El espanto, el dolor, la ruina airada,
al vencedor oprimen y al vencido,
huye esquivo el reposo apetecido,
solo esgrime el valor sangrienta espada.

El hombre contra el hombre se enfurece,
su propia destrucción forma su historia,
y de sangre teñido comparece

en el sagrado templo de la gloria.
Cese hombre tu furor, tu ambición cese,
si al destruirte a ti mismo es tu victoria.



Manuel del Palacio

Tristeza

-- de Manuel del Palacio --

Dentro de mí te escondes enemiga
Y mi aliento envenenas con tu aliento;
Tú conviertes en pena mi contento
Y mi reposo cambias en fatiga.

Cual madre que rencor tan sólo abriga
Nutres mi corazón de sentimiento;
Pero mi voluntad vence tu intento
Y tu constancia mi dolor mitiga.

Cruel eres conmigo y yo te amo;
Soy de tí tan celoso, que quisiera
Del mundo á las miradas esconderte;

Cuando de mí te ausentas yo te llamo,
Sin tí mi vida el ocio consumiera,
Por tí pienso en la gloria y en la muerte.



Manuel del Palacio

Tristeza (Melodías íntimas)

-- de Manuel del Palacio --

Dentro de mí te escondes enemiga
Y mi aliento envenenas con tu aliento;
Tú conviertes en pena mi contento
Y mi reposo cambias en faliga.

Cual madre que rencor tan sólo abriga
Nutres mi corazón de sentimiento;
Pero mi voluntad vence tu intento
Y tu constancia mi dolor mitiga.

Cruel eres conmigo y yo te amo;
Soy de tí tan celoso, que quisiera
Del mundo á las miradas esconderte;

Cuando de mí te ausentas yo te llamo,
Sin tí mi vida el ocio consumiera,
Por tí pienso en la gloria y en la muerte.



Manuel del Palacio

Una noche en el Colosseo

-- de Manuel del Palacio --

Solo en la arena estoy; ¡á mí, líctores!
Augusto Emperador, le desafío:
El Dios de los cristianos es el mio,
Y tu poder desprecio y tus furores.

Cérquenme ya los tigres bramadores,
Que quiero en ellos ensayar mi brío,
Y una vez más el holocausto impío
Ofrece en el altar de tus errores...

Aun en la arena estoy; reposo mudo,
Fatídico silencio, quietud santa,
Indecible terror hallo do quiera;

Nadie responde á mi lenguaje rudo:
¡Sólo una cruz al cielo se levanta
Donde la luna inmóvil reverbera!



Jaime Sabines

¡qué costumbre tan salvaje

-- de Jaime Sabines --

¡de matarlos, de aniquilarlos, de borrarlos de la tierra! es tratarlosalevosamente, es negarles la posibilidad de revivir.
Yo siempre estoy esperando a que los muertos se levanten, que rompanel ataúd y digan alegremente: ¿por qué lloras?
por eso me sobrecoge el entierro. Aseguran las tapas de la cajan, laintroducen, le ponen lajas encima, y luego tierra, tras, tras, tras, paletadatras paletada, terrones, polvo, piedras, apisonando, amacizando, ahíte quedas, de aquí ya no sales.
Me dan risa, luego, las coronas, las flores, el llanto, los besos derramados.Es una burla: ¿para qué lo enterraron?, ¿por quéno lo dejaron fuera hasta secarse, hasta que nos hablaran sus huesos desu muerte? ¿o por qué no quemarlo, o darlo a los animales,o tirarlos a un río?
había de tener una casa de reposo para los muertos, ventilada,limpia, con música y con agua corriente. Lo menos dos o tres, cadadía, se levantarían a vivir.



Jorge Guillén

desnudo

-- de Jorge Guillén --

Blancos, rosas... Azules casi en veta,
retraídos, mentales.
Puntos de luz latente dan señales
de una sombra secreta.
Pero el color, infiel a la penumbra,
se consolida en masa.
Yacente en el verano de la casa,
una forma se alumbra.
Claridad aguzada entre perfiles,
de tan puros tranquilos
que cortan y aniquilan con sus filos
las confusiones viles.
Desnuda está la carne. Su evidencia
se resuelve en reposo.
Monotonía justa: prodigioso
colmo de la presencia.
¡Plenitud inmediata, sin ambiente,
del cuerpo femenino!
ningún primor: ni voz ni flor. ¿Destino?
¡oh absoluto presente!



Jorge Luis Borges

el hambre

-- de Jorge Luis Borges --

Madre antigua y atroz de la incestuosa guerra,
borrado sea tu nombre de la faz de la tierra.
Tú que arrojaste al círculo del horizonte abierto
la alta proa del viking, las lanzas del desierto.
En la torre del hambre de ugolino de pisa
tienes tu monumento y en la estrofa concisa
que nos deja entrever (sólo entrever) los días
últimos y en la sombra que cae las agonías.
Tú que de sus pinares haces que surja el lobo
y que guiaste la mano de jean valjean al robo.
Una de tus imágenes es aquel silencioso
dios que devora el orbe sin ira y sin reposo,
el tiempo. Hay otra diosa de tiniebla y de osambre;
su lecho es la vigilia y su pan es el hambre.
Tú que a chatterton diste la muerte en la bohardilla
entre los falsos códices y la luna amarilla.
Tú que entre el nacimiento del hombre y su agonía
pides en la oración el pan de cada día.
Tú cuya lenta espada roe generaciones
y sobre los testuces lanzas a los leones.
Madre antigua y atroz de la incestuosa guerra,
borrado sea tu nombre de la faz de la tierra.



Jorge Luis Borges

el sueño

-- de Jorge Luis Borges --

Si el sueño fuera (como dicen) una
tregua, un puro reposo de la mente,
¿por qué, si te despiertan bruscamente,
sientes que te han robado una fortuna?
¿por qué es tan triste madrugar? la hora
nos despoja de un don inconcebible,
tan íntimo que sólo es traducible
en un sopor que la vigilia dora
de sueños, que bien pueden ser reflejos
truncos de los tesoros de la sombra,
de un orbe intemporal que no se nombra
y que el día deforma en sus espejos.
¿Quién serás esta noche en el oscuro
sueño, del otro lado de su muro?



Jorge Luis Borges

la víspera

-- de Jorge Luis Borges --

Millares de partículas de arena,
ríos que ignoran el reposo, nieve
más delicada que una sombra, leve
sombra de una hoja, la serena
margen del mar, la momentánea espuma,
los antiguos caminos del bisonte
y de la flecha fiel, un horizonte
y otro, los tabacales y la bruma,
la cumbre, los tranquilos minerales,
el orinoco, el intrincado juego
que urden la tierra, el agua, el aire, el fuego,
las leguas de sumisos animales,
apartarán tu mano de la mía,
pero también la noche, el alba, el día



Josefina Pla

desde cuándo

-- de Josefina Pla --

...¿desde cuándo marchabas a mi
lado,
desde cuándo...? Tus pasos
¿desde cuándo, en la noche, aproximándose,
ocultos tras de cada latido...? ¿Desde cuándo...?

¿Desde cuándo, en la noche, por los valles sin nombre,
rastreando mi angustia?
y tras de cada puerta abriéndose, y de cada
recodo el camino, ¿desde cuándo?

¿desde cuándo tus sienes en las salvias
del reposo tranquilo?
¿desde cuándo tus brazos en los cálidos ramos
del viril eucalipto, bajo las siestas altas?

...¿Y desde cuándo el pedregal desnudo;
desde cuándo el desierto irredimible?
¿desde cuándo la brasa los párpados;
esta sed, desde cuándo?
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . .
...¿Desde cuándo este siempre irrevocable;
esta muerte creciendo, desde cuándo...?

1953



César Vallejo

Trilce: II

-- de César Vallejo --

Tiempo Tiempo.

Mediodía estancado entre relentes.
Bomba aburrida del cuartel achica
tiempo tiempo tiempo tiempo.

Era Era.

Gallos cancionan escarbando en vano.
Boca del claro día que conjuga
era era era era.

Mañana Mañana.

El reposo caliente aún de ser.
Piensa el presente guárdame para
mañana mañana mañana mañana

Nombre Nombre.

¿Qué se llama cuanto heriza nos?
Se llama Lomismo que padece
nombre nombre nombre nombrE.



César Vallejo

Trilce: XLIV

-- de César Vallejo --

Este piano viaja para adentro,
viaja a saltos alegres.
Luego medita en ferrado reposo,
clavado con diez horizontes.

Adelanta. Arrástrase bajo túneles,
más allá, bajo túneles de dolor,
bajo vértebras que fugan naturalmente.

Otras veces van sus trompas,
lentas asias amarillas de vivir,
van de eclipse,
y se espulgan pesadillas insectiles,
ya muertas para el trueno, heraldo de los génesis.

Piano oscuro ¿a quién atisbas
con tu sordera que me oye,
con tu madurez que me asorda?

Oh pulso misterioso.



César Vallejo

este piano viaja para adentro,

-- de César Vallejo --

Xliv
este piano viaja para adentro,
viaja a saltos alegres.
Luego medita en ferrado reposo,
clavado con diez horizontes.
Adelanta. Arrástrase bajo túneles,
más allá, bajo túneles de dolor,
bajo vértebras que fugan naturalmente.
Otras veces van sus trompas,
lentas asias amarillas de vivir,
van de eclipse,
y se espulgan pesadillas insectiles,
ya muertas para el trueno, heraldo de los génesis.
Piano oscuro ¿a quién atisbas
con tu sordera que me oye,
con tu madurez que me asorda?
oh pulso misterioso.



César Vallejo

tiempo tiempo

-- de César Vallejo --

ii
tiempo tiempo.
Mediodía estancado entre relentes.
Bomba aburrida del cuartel achica
tiempo tiempo tiempo tiempo.
Eraera.
Gallos cancionan escarbando en vano.
Boca del claro día que conjuga
era era era era.
Mañana mañana.
El reposo caliente aún de ser.
Piensa el presente guárdame para
mañana mañana mañana mañana
nombre nombre.
¿Qué se llama cuanto heriza nos?
se llama lomismo que padece
nombre nombre nombre nombre.



Diego de Torres Villarroel

A una dama (Torres Villarroel)

-- de Diego de Torres Villarroel --

Nace el sol derramando su hermosura,
pero pronto en el mar busca el reposo,
¡oh condición instable de lo hermoso,
que en el cielo también tan poco dura!

Llega el estío, y el cristal apura
del arroyo que corre presuroso;
mas, ¿qué mucho, si el tiempo, codicioso
de sí mismo, tampoco se asegura?

Que hoy eres sol, cristal, ángel, aurora,
ni lo disputo, niego, ni lo extraño;
mas poco ha de durarte, bella Flora;

que el tiempo, con su curso y con su engaño,
ha de trocar la luz que hoy te adora
en sombras, en horror y en desengaño.



Diego Hurtado de Mendoza

El hombre que doliente está de muerte

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

El hombre que doliente está de muerte
Y vecino á aquel trago temeroso,
Cualquiera beneficio le es dañoso
Y en la causa del mal se le convierte.

Ansí mi alma triste en solo verte
Halla daño, si busca haber reposo,
Viniendo del bien cierto el mal dudoso,
Del dulce verte, el duro conocerte.

La vana fantasia y confianza
En desesperación se torna luego
Que el seso reconoce la ocasion.

Donde vence el remedio la pasion
Sobrado ver es luz que torna ciego,
Y confiado vivir sin esperanza.



Duque de Ribas

Letrilla (Saavedra)

-- de Duque de Ribas --

Decidme, zagales,
¿qué fuerza tendrán
los ojos de Lesbia,
que así me hacen mal?
Desde que los vide
ni sé descansar;
perdí mi reposo,
no puedo parar.
Sin duda que fuego
oculto tendrán,
pues, cuando me miran,
me siento abrasar.
Mas no da este fuego
incomodidad,
sino solamente...
No lo sé explicar.
Decidme, zagales,
¿qué fuerza tendrán
los ojos de Lesbia,
que así me hacen mal?



Emilio Bobadilla

El verdadero héroe

-- de Emilio Bobadilla --

No es la muerte, el dolor es lo que aflige,
lo que al sueño a plegar el ala obliga;
quien entre sirtes nuestra nave rige
y al más osado paladín fatiga.

La muerte es el silencio y el reposo:
ni dignidad, ni cólera, ni amores;
hedor que se transforma en oloroso
brotar de nuevas y encendidas flores.

No es héroe el que en la ardiente batahola
del tumulto, sangrando por la herida,
el pabellón patriótico tremola;

no el que muere en los campos de batalla:
es el que sufre de una adversa vida
tristezas sin consuelo y se las calla...



Emilio Bobadilla

Tout Passe!

-- de Emilio Bobadilla --

Pasará la tormenta —¿qué no pasa a la postre?—
El cañón será bronce que convoque a los fieles,
y aquel que los anhelos de reposo no arrostre,
beberá en cáliz negro de odio, negras hieles...

En el cielo a las nubes eléctricas los cirros
sucederán; las flores a los cardos huraños:
y ya no habrá en la sombra hipócritas esbirros
cazando al inocente con pérfidos amaños.

La casa derruída por el cañón aleve,
el bosque calcinado, la huerta sin legumbres,
recobrarán su pristino color y su relieve,

y el arado su surco irá abriendo entre cráneos,
—anónimas reliquias de locas muchedumbres—
¡héroes que fueron ídolos de sus contemporáneos!



Octavio Paz

relámpago en reposo

-- de Octavio Paz --

Tendida,
piedra hecha de mediodía,
ojos entrecerrados donde el blanco azulea,
entornada sonrisa.
Te incorporas a medias y sacudes tu melena de león.
Luego te tiendes,
delgada estría de lava en la roca,
rayo dormido.
Mientras duermes te acaricio y te pulo,
hacha esbelta,
flecha con que incendio la noche.
El mar combate allá lejos con espadas y plumas.



Pablo Neruda

casa

-- de Pablo Neruda --

Tal vez ésta es la casa en que viví
cuando yo no existí ni había tierra,
cuando todo era luna o piedra o sombra,
cuando la luz inmóvil no nacía.
Tal vez entonces esta piedra era
mi casa, mis ventanas o mis ojos.
Me recuerda esta rosa de granito
algo que me habitaba o que habité,
cueva o cabeza cósmica de sueños,
copa o castillo o nave o nacimiento.
Toco el tenaz esfuerzo de la roca,
su baluarte golpeado en la salmuera,
y sé que aquí quedaron grietas mías,
arrugadas sustancias que subieron
desde profundidades hasta mi alma,
y piedra fui, piedra seré, por eso
toco esta piedra y para mí no ha muerto:
es lo que fui, lo que seré reposo
de tu combate tan largo como el tiempo.



Pablo Neruda

soneto liii cien sonetos de amor (1959) mediodía

-- de Pablo Neruda --

Soneto liii
aquí está el pan, el vino, la mesa, la morada:
el menester del hombre, la mujer y la vida:
a este sitio corría la paz vertiginosa,
por esta luz ardió la común quemadura.
Honor a tus dos manos que vuelan preparando
los blancos resultados del canto y la cocina,
salve! la integridad de tus pies corredores,
viva! la bailarina que baila con la escoba.
Aquellos bruscos ríos con aguas y amenazas,
aquel atormentado pabellón de la espuma,
aquellos incendiaron panales y arrecifes
son hoy este reposo de tu sangre en la mía,
este cauce estrellado y azul como la noche,
esta simplicidad sin fin de la ternura.



Pablo Neruda

el miedo

-- de Pablo Neruda --

Todos me piden que dé saltos,
que tonifique y que futbole,
que corra, que nade y que vuele.
Muy bien.
Todos me aconsejan reposo,
todos me destinan doctores,
mirándome de cierta manera.
Qué pasa?
todos me aconsejan que viaje,
que entre y que salga, que no viaje,
que me muera y que no me muera.
No importa.
Todos ven las dificultades
de mis vísceras sorprendidas
por radioterribles retratos.
No estoy de acuerdo.
Todos pican mi poesía
con invencibles tenedores
buscando, sin duda, una mosca.
Tengo miedo.
Tengo miedo de todo el mundo,
del agua fría, de la muerte.
Soy como todos los mortales,
inaplazable.
Por eso en estos cortos días
no voy a tomarlos en cuenta,
voy a abrirme y voy a encerrarme
con mi más pérfido enemigo,
pablo neruda.



Pedro Antonio de Alarcón

A Pompeya

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

Cuando amanezca el iracundo día
que en la mente de Dios leyó el Profeta,
y, al agrio son de la final trompeta,
abandone de Adán la raza impía,

ora el sosiego de l ahuesa fría,
ora los lares de la vida inquieta,
y pase el JUICIO extremo, y el del Planeta
quede la extensa faz muda y vacía,

no será tan horrendo y pavoroso
encontrar por doquier huellas del hombre
y ni un hombre en campiñas ni ciudades,

como verte, sin vida ni reposo,
desierta y mancillada por tu nombre,
expiar ¡oh Pompeya! tus maldades.



Pedro Salinas

la voz a ti debida - las oyes cómo piden realidades

-- de Pedro Salinas --

¿las oyes cómo piden realidades,
ellas, desmelenadas, fieras,
ellas, las sombras que los dos forjamos
en este inmenso lecho de distancias?
cansadas ya de infinidad, de tiempo
sin medida, de anónimo, heridas
por una gran nostalgia de materia,
piden límites, días, nombres.
No pueden
vivir así ya más: están al borde
del morir de las sombras, que es la nada.
Acude, ven conmigo.
Tiende tus manos, tiéndeles tu cuerpo.
Los dos les buscaremos
un color, una fecha, un pecho, un sol.
Que descansen en ti, sé tú su carne.
Se calmará su enorme ansia errante,
mientras las estrechamos
ávidamente entre los cuerpos nuestros
donde encuentren su pasto y su reposo.
Se dormirán al fin en nuestro sueño
abrazado, abrazadas. Y así luego,
al separamos, al nutrirnos sólo
de sombras, entre lejos,
ellas
tendrán recuerdos ya, tendrán pasado
de carne y hueso,
el tiempo que vivieron en nosotros.
Y su afanoso sueño
de sombras, otra vez, será el retorno
a esta corporeidad mortal y rosa
donde el amor inventa su infinito.



Pedro Soto de Rojas

Envidia dulce

-- de Pedro Soto de Rojas --

Tras el desdén de las que argenta escamas,
goza el amante del vellón que dora;
pasó el rigor del yelo y ya de Flora
es el campo galán en mil retamas.

El pajarillo entre las dulces ramas
corresponde a la voz que le enamora;
el tierno amante, aljófar del aurora,
blancas flores abraza y verdes gramas.

¡Oh, todos venturosos amadores,
a quien asignan los piadosos cielos,
para un rigor, sin número favores!

¿Cuándo saldrá mi sol de tantos yelos?
¿Cuándo se oirá esta voz? ¿Cuándo habrá flores?
¿Cuándo tendrán reposo mis desvelos?



Pedro Soto de Rojas

Mirando un incendio

-- de Pedro Soto de Rojas --

Subes, oh llama, con veloz carrera
de estos cansados leños desatada,
solicitando en humos transformada
el distante reposo de tu esfera;

pero al subir por la región ligera
te vuelve el viento burlador en nada;
¡ay de ti, cuanto amante, desdichada,
de mi más dulce acción imagen fiera!

Así disuelta sube el alma mía
del corazón solicitando asiento
a la esfera veloz de su alegría,

y nunca llega a conseguir su intento:
que es humo mi ardor, y a su porfía
es un desdén dificultad del viento.



Pedro Soto de Rojas

Persuasión

-- de Pedro Soto de Rojas --

Traslada el curso de las rejas duro
con sordos pasos a las blandas puertas,
que, si pretendes las del alma abiertas,
rotas las tiene ya mi llanto puro.

Ya es pretérito el tiempo que, futuro,
pudiera hacer mis esperanzas ciertas;
las horas miro a mis espaldas muertas,
que pretendí para vivir seguro.

Abre las puertas, ángel riguroso,
para que goce con descanso amigo,
tras tormento de amor, de amor reposo;

abre, si no las puertas, un postigo;
abre, que amor no es mal contagioso
ni es, aunque tira flechas, enemigo.



Juan Abel Echeverría

El árbol (Echeverría)

-- de Juan Abel Echeverría --

Árbol de flores vestido,
de cantoras aves solio,
auras bullendo en la copa,
al pie cantando el arroyo.

Le ornó el alba con diamantes,
el mediodía con oro,
la tarde le dio su estrella,
la noche amor y reposo.

Cubriose el suelo de luto,
retumbaron truenos roncos.
¡Brilló la lumbre del rayo
y el árbol humeó en despojos!

¡Ay, mitad del alma mía!
¡Ay, mitad que ausente lloro!
¡Lástima de la llanura,
quedó el malherido tronco!



Juan Boscán

Dulce soñar y dulce congojarme

-- de Juan Boscán --

Dulce soñar y dulce congojarme,
cuando estaba soñando que soñaba;
dulce gozar con lo que me engañaba,
si un poco más durara el engañarme

dulce no estar en mí, que figurarme
podía cuanto bien yo deseaba;
dulce placer, aunque me importunaba
que alguna vez llegaba a despertarme:

¡oh sueño, cuánto más leve y sabroso
me fueras si vinieras tan pesado
que asentaras en mí con más reposo!

Durmiendo, en fin, fui bienaventurado,
y es justo en la mentira ser dichoso
quien siempre en la verdad fue desdichado.



Félix María Samaniego

El gallo y el zorro

-- de Félix María Samaniego --

Un gallo muy maduro,
de edad provecta, duros espolones,
pacífico y seguro,
sobre un árbol oía las razones
de un zorro muy cortés y muy atento,
más elocuente cuanto más hambriento.

«Hermano», le decía,
«ya cesó entre nosotros una guerra
que cruel repartía
sangre y plumas al viento y a la tierra.
Baja; daré, para perpetuo sello,
mis amorosos brazos a tu cuello.»

«Amigo de mi alma»,
responde el gallo, «¡qué placer inmenso
en deliciosa calma
deja esta vez mi espíritu suspenso!
Allá bajo, allá voy tierno y ansioso
a gozar en tu seno mi reposo.

«Pero aguarda un instante,
porque vienen, ligeros como el viento,
y ya están adelante,
dos correos que llegan al momento,
de esta noticia portadores fieles,
y son, según la traza, dos lebreles.»

«Adiós, adiós, amigo,
dijo el zorro, «que estoy muy ocupado;
luego hablaré contigo
para finalizar este tratado.»
El gallo se quedó lleno de gloria,
cantando en esta letra su victoria:

Siempre trabaja en su daño
el astuto engañador;
a un engaño hay otro engaño,
a un pícaro otro mayor.



Gaspar María de Nava Álvarez

A un oficial en campaña

-- de Gaspar María de Nava Álvarez --

Entrégate al reposo ya en buen hora,
que cesaron del burro los roznidos,
y en dulce paz descansan tus oídos
de su música atroz altisonora.

Vendrá riendo la fragante Aurora,
los montes se verán del Sol heridos
y mostrarán tus miembros aún dormidos
que el placer tras la pena se mejora.

Juzguen otros feliz al que, cercado
de pompa, eleva su orgullosa frente
sobre un pueblo a sus plantas humillado,

o al que apura de Amor la copa ardiente,
que yo te juzgo a ti, pues has logrado
librarte de un borrico impertinente.



Gaspar María de Nava Álvarez

Retrato de la tristeza del doctor Young

-- de Gaspar María de Nava Álvarez --

Sobre la negra tumba recostado
está el anciano Young. Contempla atento
bajo la losa todo su contento,
porque nada la Muerte le ha dejado.

Con lágrimas su rostro está bañado,
y temblando su cuerpo macilento.
Sólo consta de un ¡ay! su triste acento,
que resuena en el techo embovedado.

Supremo Ser, exclama que, subido
sobre el cerco de estrellas prodigioso,
ves con tedio al que gusta de esta vida,

¿cuándo será mi espíritu impelido
de tu potente diestra y con reposo
hará junto a tu trono su manida?



Gutierre de Cetina

no puede un corazón apasionado

-- de Gutierre de Cetina --

Claro tener de amor conocimiento;
mas si la pasión cesa, el sentimiento
puede hablar bien del como avisado.
Yo sé decir quién es, que lo he probado;
toda su calidad entiendo y siento;
y si artero no soy del escarmiento,
no es poco bien quedar escarmentado.
Jamás vi amor honesto o provechoso,
ni puede ser del todo deleitable
naciendo de apetito codicioso.
Porque si la esperanza no es estable,
si el trabajo es más cierto que el reposo,
¿qué deleite dará que sea durable?



Gutierre de Cetina

del dulce fuego que en el pecho me arde

-- de Gutierre de Cetina --

No sé cómo decir que estoy quejoso,
ni en medio del ardor fiero, rabioso,
sé de quién fíe, ni de quién me guarde.
Contra la ley de amor soy tan cobarde
que aun el mismo dolor pedir no oso
tanto tiempo de venia y de reposo
que me pueda quejar, aunque es ya tarde.
Pero si a dicha alcanzo tanta suerte
que la turbación pierda del sentido,
y al corazón torna el valor usado,
aún espero, señora, que el sonido
del triste lamentar podrá moverte
a piedad de haberme maltratado.



Gutierre de Cetina

golfo de mar con gran fortuna airado

-- de Gutierre de Cetina --

Se puede comparar la vida mía;
van las ondas do el viento las envía
y las de mi vivir do quiere el hado;
no hallan suelo al golfo, ni hallado
será cabo jamás en mi porfía;
en el golfo hay mil monstruos que el mar cría,
mi recelo mil monstruos ha criado;
en el mar guía el norte, a mí una estrella;
nadie se fía del mar, de nada fío;
vase allí con temor, yo temeroso;
por mis cuidados van, naves por ella.
Y si en algo difiere el vivir mío,
es en que se aplaca el mar, yo no reposo.



Gutierre de Cetina

del más subido ardor, del más precioso

-- de Gutierre de Cetina --

Olor de gloria y del más alto grado,
nació en mi alma el mal de su cuidado,
antes no, sino el bien de su reposo.
Mi mal nació de allí fiero y rabioso,
a mi bien sin igual, igual en grado;
razón en mi dolor se ha transformado,
y el dolor sin razón está quejoso.
¿A quién se dio jamás, pues, tal tormento?
¿dónde se vio decir que un mal tan alto
venga envuelto en un bien que par no tiene?
amor, gracias te doy por lo que siento:
razón sobra al dolor, y de ella falto,
teme el honoroso mal que de ti viene.



Gutierre de Cetina

de la incierta salud desconfiado

-- de Gutierre de Cetina --

De la incierta salud desconfiado,
mirando cómo va turbio y furioso
betis corriendo al mar, dijo lloroso
vandalio, del vivir desesperado:
«recibe, ¡oh caro padre!, este cansado
cuerpo de un hijo tuyo, deseoso
de hallar en tus ondas el reposo
que negó la fortuna a mi cuidado.
»Haz, padre, que estos árboles que oyendo
la causa de mi muerte están atentos,
la recuenten después de esta manera:
»aquí yace un pastor que amó viviendo;
murió entregado a amor con pensamientos
tan altos, que aun muriendo, amar espera».



Hernando de Acuña

De Endimión

-- de Hernando de Acuña --

En una selva, al parecer del día,
se estaba Endimión, triste y lloroso,
vuelto al rayo de sol que presuroso
de la cumbre de un monte descendía.

Mirando el turbador de su alegría,
contrario de su bien y su reposo,
tras un grave suspiro doloroso,
tales palabras contra el sol decía:

«Luz clara, para mí triste y oscura,
que con furioso curso apresurado
mi sol con tu tiniebla oscureciste,

si te pueden mover en tanta altura
las quejas de un pastor apasionado,
no tarde en volver donde saliste».



Vicente García de la Huerta

La firmeza de Filis desarma la envidia

-- de Vicente García de la Huerta --

La envidia con su aliento venenoso,
Filis, pretende emponzoñar mi gusto,
haciéndome vivir con tanto susto
que no alcanza consuelo ni reposo.

Mas, quien a ser llegó tan venturoso
que mereció tu amor no fuera justo
que tanto bien gozase sin disgusto,
ni sin tanta pensión fuese dichoso.

Tanto bien es, mi bien, ser de ti amado
que mereciera ser aborrecido,
si pudiera extrañar ser envidiado.

Vengan envidias pues, calumnias pido,
promuevan maliciosos mi cuidado,
que yo en lo firme de mi bien descuido.



Manuel María de Arjona

El autor a sí mismo

-- de Manuel María de Arjona --

Cansada nunca de tu vano intento,
corres, barquilla, el piélago espumoso,
y tu piloto sufre, temeroso,
del Aquilón el ímpetu violento.

Neptuno te presenta, fraudulento,
mansas las iras de su reino undoso,
¡cuitada! porque dejes tu reposo,
y luego llores del instable viento.

Al mar no vuelvas, mísera barquilla;
acógete, por fin, escarmentada,
al ocio dulce de la quieta orilla.

Que si a nave real, de horror cargada,
Neptuno la orgullosa frente humilla,
¡ay!, tú serás por burla destrozada.



Marqués de Santillana

Lejos de vos

-- de Marqués de Santillana --

Lejos de vos y cerca de cuidado,
pobre de gozo y rico de tristeza,
fallido de reposo y abastado
de mortal pena, congoja y braveza,

desnudo de esperanza y abrigado
de inmensa cuita y visto de aspereza,
la mi vida me fuye, mal mi grado,
la muerte me persigue sin pereza.

Ni son bastantes a satisfacer
la sed ardiente de mi gran deseo
Tajo al presente, ni me socorrer

la enferma Guadïana, ni lo creo.
Sólo Guadalquivir tene poder
de me guarir y sólo aquél deseo.



Mauricio Bacarisse

Psiquis

-- de Mauricio Bacarisse --

¡Dentro de unas noches te quedarás muerta!
Como las umbelas de los heliotropos
se ajarán tus senos de hermosura yerta,
y no tendré rimas, ni ritmos, ni tropos

para retratarte dormida en los copos
de tu albo reposo. Huirá tu alma incierta
libre por las crueles tijeras de Átropos.
Aullarán los canes rondando la puerta...

(La ojera morada cual flor de cantueso
y el nematelminto que nos monda el hueso
después de los besos de la última cita...)

Y luego un sollozo que oprime mi glotis
y una mariposa color de myosotis
ahogada en la concha del agua bendita.



Meira Delmar

soneto en el amor

-- de Meira Delmar --

Estoy, amor, en ti y en el dorado
desvelo de tu clima deleitoso,
con el ardido corazón gozoso
de su vivo tormento enamorado.
Y te nombro mi día iluminado.
Y te digo mi tiempo jubiloso.
Alto mar de hermosura sin reposo
a la cima del sueño levantado.
Estoy, amor, en ti. Bajo tu cielo
lejanamente mío, crece el duelo
y crece la sonrisa, dulcemente.
Y el canto va subiendo, sostenido
por tu mano, azahar desvanecido,
a la orilla del alba transparente.
!--Img



Miguel Unamuno

El corazón del mundo

-- de Miguel Unamuno --

Reposa, corazón, que harto lidiaste
y reposando espéralo al reposo
postrero que no acaba; que te baste
lo ya vencido en este tormentoso

combatir, y curado del desgaste
en el descanso púrgate del poso
de aquella mala sangre que cobraste
en las arenas del ardiente coso.



Miguel Unamuno

La ley de la gravedad

-- de Miguel Unamuno --

Se van los años cada vez más breves,
con rosas primavera, con los trigos
el verano, el otoño con los higos
y el negro invierno con las blancas nieves.

Según hacia tu ocaso más te mueves
más raudos van, de tu vivir testigos
que te arrancan, cual fieros enemigos,
al reposo. Si allá en las horas leves



Miguel Unamuno

La virgen del camino

-- de Miguel Unamuno --

Oh alma sin hogar, alma andariega
que duermes al hostigo á cierro raso
trillando los senderos al acaso
bajo la fé de una esperanza ciega.

Ese cielo, tu padre, que te niega
paz y reposo, bríndate al ocaso
roja torre de nubes en que el vaso
que ha de aplacar tu sed al fin te entrega.



Miguel Unamuno

Salud no, ignorancia

-- de Miguel Unamuno --

Te vuelves ya de un lado ya del otro
en busca de reposo; ni á la izquierda
ni á la derecha le hallas, que es un potro
la cama para tí. Pero recuerda

cuando en tu vida pública perores
que esa dolencia a muchos les consume
el alma triste, y no se la empeores
con fáciles diatribas. Quien presume



Juan Gelman

el cuchillo

-- de Juan Gelman --

Mi mano sobre tus pechos la cocina
en reposo a esa hora el café
que hirvió el hablar en voz baja
para no molestar a la dulzura de nuestros
cuerpos
que temblaban o brillaban
con una especie de luz como el cuchillo que
usaste
mientras estaba en tu mano



Juan Meléndez Valdés

A don Eugenio de Llaguno

-- de Juan Meléndez Valdés --

Alivia el peso, soberana Astrea;
déjame una hora de feliz reposo;
el crudo afán de tu servicio honroso
ceda una vez a más feliz tarea.

Santa amistad en celebrar se emplea
del claro Elpino galardón glorioso,
merced justa de un rey que poderoso
su mérito y saber honrar desea.

Vosotras, Musas, si a mi ruego un día
cedisteis gratas, y mi tierno acento
oyó afable por vos mi dulce Elpino,

prestas volad, decidle mi alegría,
del pueblo hispano el general contento,
de la virtud el júbilo divino.



Juan Meléndez Valdés

La esquivez vencida

-- de Juan Meléndez Valdés --

No temas, simplecilla, del dichoso
galán pastor no tardes la ventura;
apenado a ti corre; su ternura
premio al fin halle y su anhelar, reposo.

De rosa en la coyunda el cuello hermoso
pon al yugo feliz; la copa apura
que amor te brinda, y de triunfar segura
entra en lides suaves con tu esposo.

¡La vista tornas! ¡Del nupcial abrazo
huyes tímida y culpas sus ardores
el rubor virginal la faz teñida!

Mas Venus... Venus... Su genial regazo
sobre el lecho feliz llueve mil flores
que Filis coge, y la esquivez olvida.



Juan Meléndez Valdés

La resignación amorosa

-- de Juan Meléndez Valdés --

¿Qué quieres, crudo Amor? Deja al cansado
ánimo respirar solo un momento;
baste el veneno en que abrasarme siento,
y el dardo agudo al corazón clavado.

Ni duermo, ni reposo; y de mi lado
cual sombra huye el placer; ¡ah!, ¡qué lamento
suena en mi triste oído! De tormento
basta, Amor, basta, pues de mí has triunfado.

Le ruego así; y a mi dolor movido,
él me muestra la lumbre por que muero,
puro rayo de angélica hermosura;

yo me postro a adorarla, y encendido
en fuego celestial, penar más quiero,
y morir pido como gran ventura.



Juan Ramón Jiménez

la muerte es el reposo,

-- de Juan Ramón Jiménez --

Del día de la vida;
para que despertemos descansados
en el día total del infinito.
Juan ramón jiménez
la muerte (1918-1924)



Juan Ramón Jiménez

la muerte es sólo un reposo,

-- de Juan Ramón Jiménez --

Más que el sueño. De ella, un día
¡aurora augusta y completa!,
saldremos fuertes, exactos,
para un vivir tan eterno
como ella,
para un trabajo inmortal.



Julio Flórez

En la barca

-- de Julio Flórez --

Poem

No me hables esta noche; solo ansío que me beses y abraces con locura; que se junte tu labio con el mío; que mis brazos opriman tu cintura y que cierres los ojos Tengo frío!

No me hables esta noche ¡Oh, mi adorada! Yo solo quiero en medio del reposo, el ardor de tu carne sonrosada, el roce de tu mano delicada y el ámbar de tu aliento capitoso!

Así!... ¡Junta mi cuerpo con el tuyo!... Así!... ¡Tiembla, mujer, como l ola que riza el viento! Mira: oscura y sola está la noche Mira: ni un cocuyo nos alumbra no me hables Lola Lola!

Háblame ya; no más abre los ojos! y vosotras, pasad, horas tranquilas, mientras ella revive mis antojos, con el murmullo de sus labios rojos y con el fuego azul de sus pupilas!



Julio Herrera Reissig

El entierro

-- de Julio Herrera Reissig --

Cuatro rudos gañanes, sobre el hombro herculoso
sustentan el humilde féretro descubierto.
El cura ronca el salmo del eterno reposo,
y redobla la esquila desde el valle hasta el huerto.

Las melenas volcadas de dolor, con incierto
ritmo tardo y solemne adelantan al foso...
Y los torvos ancianos, con la vista en el muerto,
se arrodillan en medio de un silencio espantoso.

"Adiós, alma bendita, paloma de los cielos",
reza el cura. Y unánimes desdoblan los pañuelos...
Por fin, sobre la caja, con íntimo reproche,

cada cual un puñado de tierra vil derrumba...
Todo duerme. A intervalos lastiman en la noche,
los aullidos del perro que vela ante la tumba.



Evaristo Carriego

El nene esta enfermo

-- de Evaristo Carriego --

Hoy el hogar no tiene la habitual alegría
de los días hermosos, y eso que hoy es un día
suavemente asoleado. En el patio no hay ruidos,
ni se escuchan las risas sonando en los dormidos
rincones de la antigua casa. La regalona
y traviesa hermanita de siete años no entona
las canciones ingenuas que aprendiera en la escuela,
ni riñe a su muñeca mutilada. La abuela
— ¡ah, la pobre abuelita casi nunca está sana! —
olvida su dolencia que lleva una semana
de no darla un momento de reposo. Una incierta
amenaza inquietante ha violado la puerta
del hogar. Bajo el techo
de la casa modesta se presiente en acecho
al dolor. Repentina, melancólicamente,
ha pasado una sombra como por una frente,
como por una frente que fué siempre serena



Federico García Lorca

Deseo (Lorca)

-- de Federico García Lorca --

Sólo tu corazón caliente,
y nada más.

Mi paraíso un campo
sin ruiseñor
ni liras,
con un río discreto
y una fuentecilla.

Sin la espuela del viento
sobre la fronda,
ni la estrella que quiere
ser hoja.

Una enorme luz
que fuera
luciérnaga
de otra,
en un campo de
miradas rotas.

Un reposo claro
y allí nuestros besos,
lunares sonoros
del eco,
se abrirían muy lejos.

Y tu corazón caliente,
nada más.



Federico García Lorca

Deseo

-- de Federico García Lorca --

Sólo tu corazón caliente,
Y nada más.

Mi paraíso, un campo
Sin ruiseñor
Ni liras,
Con un río discreto
Y una fuentecilla.

Sin la espuela del viento
Sobre la fronda,
Ni la estrella que quiere
Ser hoja.

Una enorme luz
Que fuera
Luciérnaga
De otra,
En un campo de
Miradas rotas.

Un reposo claro
Y allí nuestros besos,
Lunares sonoros
Del eco,
Se abrirían muy lejos.

Y tu corazón caliente,
Nada más.



Fernando de Herrera

Del fiero Marte el canto numeroso

-- de Fernando de Herrera --

Del fiero Marte el canto numeroso
y de la selva olvido, y verde prado
la avena, porque vuelvo al fin cuitado,
en gloria de quien turba mi reposo;

de aquel cruel, que fuerte y poderoso,
terror de hombres y dioses y cuidado,
me forzó a tolerar el mal de grado,
y en mi pasión me agrada estar lloroso.

El silencio, el semblante descontento
y el confuso gemido es muestra abierta
de mi penoso y luengo desvarío.

No me duele aunque inmenso, mi tormento;
duéleme que mi pena, a todos cierta,
no conozca quien causa el error mío.



Fernando de Herrera

Desea descansar de tanta pena

-- de Fernando de Herrera --

Desea descansar de tanta pena,
conociendo ya tarde el desengaño,
mi alma, hecha a su dolor extraño,
y del perdido tiempo se condena.

Ve su triste esperanza de ansias llena,
poco bien, mucho mal, perpetuo daño,
y las glorias debidas cierto engaño,
que el su dulce tirano al fin ordena.

Siente sus fuerzas flacas y sin brío,
y su deseo vano y peligroso,
y medrosa levanta apena el vuelo.

Amor, porque no crezca en ella el frío,
el fuego aviva do arde, y sin reposo
busca y gime, hallando luz del cielo.



Francisco de Aldana

Al cielo

-- de Francisco de Aldana --

Clara fuente de luz, nuevo y hermoso,
rico de luminarias, patrio cielo,
casa de la verdad sin sombra o velo,
de inteligencias ledo, almo reposo.

¡Oh cómo allá te estás, cuerpo glorioso,
tan lejos del mortal caduco velo,
casi un Argos divino alzado a vuelo,
de nuestro humano error libre y piadoso!

¡Oh patria amada!, a ti sospira y llora
esta en su cárcel alma peregrina,
llevada errando de uno en otro instante;

esa cierta beldad que me enamora
suerte y sazón me otorgue tan benina
que, do sube el amor, llegue el amante.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 36

-- de Francisco de Quevedo --

Amor me ocupa el seso y los sentidos;
absorto estoy en éxtasi amoroso;
no me concede tregua ni reposo
esta guerra civil de los nacidos.
Explayose el raudal de mis gemidos
por el grande distrito y doloroso
del corazón, en su penar dichoso,
y mis memorias anegó en olvidos.
Todo soy ruinas, todo soy destrozos,
escándalo funesto a los amantes,
que fabrican de lástimas sus gozos.
Los que han de ser, y los que fueron antes,
estudien su salud en mis sollozos,
y envidien mi dolor, si son constantes.



Francisco Sosa Escalante

A una viuda (Sosa Escalante)

-- de Francisco Sosa Escalante --

Ostentabas ayer la negra toca,
Del luto el trage y el tupido velo,
Y no sentir piedad de tanto duelo
Era tener el corazón de roca.

Hoy en el baile seductor, provoca
Al gozo tu mirar; parece un cielo
Tu régio trage azul, y amante anhelo
Alienta al verte la esperanza loca.

Goce en la tumba de eternal reposo
Quien su nombre y amor te diera un día,
Jurando en el altar ser fiel esposo.

¡Quién en los muertos piensa! la alegría
Irradie, Célia, en tu semblante hermoso,
Sin llorar por quien tanto te quería.



Francisco Sosa Escalante

Resignación (Sosa Escalante)

-- de Francisco Sosa Escalante --

No importa; sigue, mísera fortuna
Hiriendo sin piedad con tus rigores,
Y cual secaste las primeras flores
Que brotaron á orillas de mi cuna,

Seca así las demás; cuando ninguna
Mi senda alfombre ni me brinde olores,
El consuelo hallaré de mis dolores
En la virtud y fé que mi alma aduna.

Pasan los goces de la breve vida,
La amistad, el amor, cuanto hay de hermoso,
Y acaba el débil cual sucumbe el fuerte.

Mas el que lleva la virtud de egida
Feliz encuentra bienhechor reposo
En el seno tranquilo de la muerte.



Francisco Villaespesa

la dama vestida de blanco

-- de Francisco Villaespesa --

Jardín blanco de luna, misterioso
jardín a toda indagación cerrado,
¿qué palabra fragante ha perfumado
de jazmines la paz de tu reposo?
es un desgranamiento prodigioso
de perlas, sobre el mármol ovalado
de la fontana clásica: un callado
suspirar; un arrullo tembloroso...
Es el amor, la vida... ¡Todo eso
hecho canción! la noche se ilumina;
florecen astros sobre la laguna...
¿Es la luna que canta al darte un beso,
o el ruiseñor que estremecido trina
al recibir los besos de la luna?



Francisco Villaespesa

canción del recuerdo paz

-- de Francisco Villaespesa --

Este cuarto pequeño y misterioso
tiene algo de silencio funerario,
y es una tumba, el lecho hospitalario
donde al fin mi dolor halla reposo.
Dormir en paz, en un soñar interno,
sin que nada a la vida me despierte.
El sueño es el ensueño de la muerte,
como la muerte es un ensueño eterno.
Cerrar a piedra y lodo las ventanas
para que no entre el sol en las mañanas
y, olvidando miserias y quebrantos,
dormir eternamente en este lecho,
con las manos cruzadas sobre el pecho,
como duermen los niños y los santos.



Francisco Villaespesa

a rogelio buendía manzano. poeta joven IV

-- de Francisco Villaespesa --

No volveré a gozar en tu mirada
la luz del paraíso, ni el fragante
reposo de tu seno palpitante
servirá a mis cansancios de almohada,
que un ángel silencioso, con su espada
de fuego, en los umbrales vigilante,
guarda la estrecha puerta de diamante
de mi perdido edén única entrada.
Jamás mi alma renacer espera
en la paz de tu eterna primavera.
Para siempre tus rosas he perdido...
¡Oh paraíso de mi amor postrero,
cuya entrada defiende con su acero
el ángel silencioso del olvido!



José Asunción Silva

La calavera

-- de José Asunción Silva --

En el derruido muro
de la huerta del convento,
en un agujero oscuro
donde, al pasar, silba el viento,

y, como una dolorida
queja a las piedras arranca,
hay, en el fondo, escondida
una calavera blanca.

De algún fraile soñador
de vida ejemplar y bella
y dedicada al Señor,
en el mundo única huella.

Abre los ojos, sin fondo,
como a visiones extrañas,
y del vacío en lo hondo
forjan telas las arañas.

Húmedo musgo grisoso
recubre la antigua grieta,
donde, en supremo reposo,
descansa ignorada y quieta.

Pero hasta aquella escondida
mansión la brisa ligera
lleva murmullos de vida
y olores de primavera.

Golondrinas, que en sus marchas
dejaron el patrio río,
huyendo de las escarchas,
de las brumas y del frío,

cuando la luz del Poniente
filtra por el hondo hueco
y hace parecer viviente
el cráneo rígido y seco,

desde las negras ruïnas,
alzan sosegado vuelo,
en sus vueltas peregrinas
tocan las ramas y el suelo,

como buscando en el prado,
ya por la tarde, sombrío,
el espíritu elevado
que habitó el cráneo vacío.



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