Buscar Poemas con Renueva


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Se han encontrado 20 poemas con la palabra renueva

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Hernando de Acuña

Nunca me vi tan solo ni apartado

-- de Hernando de Acuña --

Nunca me vi tan solo ni apartado,
que lo pudiese estar de un pensamiento
que me renueva el doloroso cuento
de mi estado presente y del pasado;

do Amor, por verme siempre lastimado
con apariencias de contentamiento,
modera su rigor, y luego siento
con esperanza mi dolor mezclado.

Entran luego los dos en su porfía,
donde en fin el temor vence la prueba
y pierde la esperanza mal fundada.

En esto estoy mil veces cada día,
y siempre el mismo caso me renueva
tristes congojas y, pasión doblada.

Poema Nunca me vi tan solo ni apartado de Hernando de Acuña con fondo de libro

Lope de Vega

Cayó la Troya de mi alma en tierra

-- de Lope de Vega --

Cayó la Troya de mi alma en tierra,
abrasada de aquella griega hermosa,
que por prenda de Venus amorosa
Juno me abrasa, Palas me destierra.

Mas como las reliquias dentro encierra
de la soberbia máquina famosa,
la llama en las cenizas victoriosa
renueva el fuego y la pasada guerra.

Tuvieron y tendrán inmortal vida
prendas que el alma en su firmeza apoya,
aunque muera el troyano y venza el griego.

Mas, ¡ay de mí!, que con estar perdida,
aun no puedo decir: ¡aquí fue Troya!,
siendo el alma inmortal y eterno el fuego.

Poema Cayó la Troya de mi alma en tierra de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Los que fuera del curso y armonía

-- de Lope de Vega --

Los que fuera del curso y armonía,
que con ley inmortal gobierna el suelo,
vistes el sol entristecer el cielo,
y suceder la noche al medio día
los que vistes con triste melodía
llorar las piedras y romperse el velo,
morir la vida y convertirse en hielo
a la luz del mundo, que en sí misma ardía,
mirad el Sol que la prisión levanta
al luminoso cuerpo soberano;
mirad la Vida que a la muerte espanta.
Pues con los rayos de su eterna mano
renueva de su templo el alma santa
el cinco veces roto velo humano.

Poema Los que fuera del curso y armonía de Lope de Vega con fondo de libro

Jaime Torres Bodet

confianza

-- de Jaime Torres Bodet --

Esta tarde ya sé que me quieres.
Me lo dicen tus ojos dormidos,
que el silencio es, en ciertas mujeres,
una fronda cargada de nidos...
Hay palabras que el alma retiene
en tus ojos brumosos y vagos
como el cielo de otoño que viene
a morir en la paz de los lagos.
Esta tarde tu amor me penetra
como llanto de lluvia en negrura,
o, más bien, ese ritmo sin letra
que de un verso olvidado perdura.
Y me torna profundo y sencillo
como el oro de un sol tamizado
que renueva, en las tardes, el brillo,
del barniz de algún mueble apagado.



Jorge Cuesta

tu ausencia viva a tu presencia invade

-- de Jorge Cuesta --

Tu ausencia viva a tu presencia invade
que lentamente mueren si se mira;
pues no por verte más se acerca el horizonte de los ojos,
más vacío mientras más profundo.,
En la ventana, los cuadros y el espejo,
un aire indiferente y helado se aleja
de tu respiración, que renueva su asfixia,
inaccesible en ellos
el mundo inmóvil a donde no penetra
tu vida, tu presencia presa en el movimiento
de tu muerte fugaz y paulatina.



Enrique Lihn

el vaciadero

-- de Enrique Lihn --

No se renueva el personal de esta calle:
el elenco de la prostitución gasta su último centavo enmaquillaje
bajo una luz polvorienta que se le pega a la cara
una doble hilera de caries, dentadura de casas desmoronadas
es la escenografía de esta danza macabra
trivial bailongo sabatino en la pústula de la ciudad.
Es una cara conocida llena de
costurones con lívidas cicatrices
bajo unos centavos de polvo,
y que emerge de todas las grietas de la ciudad,
en este barrio más antiguo que el barrio de los alquimistas
como la cara sin cuerpo del caracol ofreciéndose
en los dos sexos de su cuello andrógino
blandamente fálico y untado de baba vaginal
el busto de un boxeador que muestra las tetas
en el marco de un socavón.
No avanza ni retrocede el río en ese tramo descolorido ybullente alrededor de la compuerta
el mecanismo de un reloj descompuesto cuelga como la tripa de un pescado
de la mesita de noche
entre los rizos de una peluca rosada
la fermentación de las aguas del tiempo que se enroscanalrededor del detritus
como el caracol en su concha
el éxtasis de lo que por fin sepudre para siempre.



Juan Bautista Arriaza

Católico monarca

-- de Juan Bautista Arriaza --

Católico monarca, que has vencido,
siendo escudo a la fe de tus mayores,
más que del fiero Marte los rigores,
las perfidias de un siglo corrompido.

Tú, que Fernando y español nacido,
colmaste nuestros votos y clamores,
doblando a sí la afrenta a los traidores
con dos títulos más de ser querido;

Hoy renueva, Señor, Madrid el gusto
de haberte visto regresar triunfante
de la opresión de un invasor injusto.

Cuánta gloria no encierra un solo instante,
pues da a tu sacra sien lauro el más justo,
y al pueblo libre palma de constante!



Juan de Arguijo

Sísifo

-- de Juan de Arguijo --

Sube gimiendo con mortal fatiga
El grave peso que en sus hombros lleva
Sisifo al alto monte, y cuando prueba
Pisar la cumbre, á mayor mal se obliga.

Cae el fiero peñasco, y la enemiga
Suerte cruel su nuevo afan renueva;
Vuelve otra vez á la difícil prueba,
Sin que de su trabajo el fin consiga.

No iguala aquella á la desdicha mía,
Pues algun tiempo alivia en su tormento
Los hombres, áa tal carga desiguales.

Sufro peso mayor con tal porfía;
Que un punto no perdona al pensamiento
La importuna memoria de mis males.



Gutierre de Cetina

amor me tira y casi a vuelo lleva

-- de Gutierre de Cetina --

Por do mi presunción hizo la vía;
tan alta va mi loca fantasía
que las nubes pasar volando prueba.
No espero ya que el fin de ícaro mueva
la dura obstinación de mi porfía,
pues veo que el ardor que la desvía
el mismo la rehace y la renueva.
Está el alma una nueva fénix hecha
y en fuego de dolor que ha fabricado
se consume y renace cada hora.
Quiérelo así el amor, y es ley derecha
que siendo fénix vos, fuese forzado
fénix la mísera alma que os adora.



Hernando de Acuña

Como al tiempo al llover aparejado

-- de Hernando de Acuña --

Como al tiempo al llover aparejado
se conforman con él la tierra y viento,
así todo dolor, todo tormento,
halla conformidad en mi cuidado.

Que en tanto el mal de amor es extremado,
en cuanto se parece al que yo siento,
y en tanto es congojoso el pensamiento,
en cuanto con el mío es comparado.

Por do, viendo en cualquiera que padece
dolor conforme por alguna vía,
es fuerza que de entrambos sienta pena.

Así descanso nuca se me ofrece,
que si acaso se alivia el ansia mía,
Amor me la renueva con la ajena.



Marilina Rébora

bordados de dios

-- de Marilina Rébora --

Bordados de dios
¿qué quiere decir glauco?
muy simplemente, verde.
Y añil, ¿qué significa?
azul; es bien sencillo.
¿Y el escarlata, madre? di, para que me acuerde,
como siempre recuerdo que el gualdo es amarillo.
Del latín scarlatum deriva el carmesí,
o más preciso el rojo, el de caperucita,
y ya más definidos, los tonos de rubí:
encarnado, bermejo, sin que el punzó se omita.
Colores y colores, colores, madre mía,
en variedad constante que todo lo renueva
para dar a las cosas infantil alegría.
Por eso dios se afana derramando colores
y, para que tengamos siempre alegría nueva,
borda ese paraíso, prisma de resplandores.



Meira Delmar

cedros

-- de Meira Delmar --

Mis ojos niños vieron
ha mucho tiempo alzarse
hasta la nube un vuelo
de sucesivos verdes
que el aire en torno
embalsamaban
con tranquila insistencia.
El silencio se oía como una
música suspendida de repente,
y en mi pecho crecía
el asombro.
La voz del padre, entonces,
inclinóse a mi oído
para decirme, quedo:
son los cedros del líbano
hija mía.
Mil años hace, acaso
mil más, que medran
a las plantas de dios.
Guarda su imagen
en la frente y la sangre.
Nunca olvides
que miraste de cerca
la belleza.
Y desde aquella hora
tan lejana,
algo en mí se renueva
y estremece
cuando topo en las hojas
de algún libro
su memoriosa estampa.
!--Img



Miguel Unamuno

¿Qué es tu vida, alma mía?

-- de Miguel Unamuno --

¿Qué es tu vida, alma mía?, ¿cuál tu pago?,
¡Lluvia en el lago!
¿Qué es tu vida, alma mía, tu costumbre?
¡Viento en la cumbre!

¿Cómo tu vida, mi alma, se renueva?,
¡Sombra en la cueva!,
¡Lluvia en el lago!,
¡Viento en la cumbre!,
¡Sombra en la cueva!

Lágrimas es la lluvia desde el cielo,
y es el viento sollozo sin partida,
pesar, la sombra sin ningún consuelo,
y lluvia y viento y sombra hacen la vida.



Miguel Unamuno

Qué es tu vida

-- de Miguel Unamuno --

¿Qué es tu vida, alma mía?, ¿cuál tu pago?,
¡lluvia en el lago!
¿Qué es tu vida, alma mía, tu costumbre?
¡viento en la cumbre!

¿Cómo tu vida, mi alma, se renueva?,
¡sombra en la cueva!,
¡lluvia en el lago!,
¡viento en la cumbre!,
¡sombra en la cueva!

Lágrimas es la lluvia desde el cielo,
y es el viento sollozo sin partida,
pesar, la sombra sin ningún consuelo,
y lluvia y viento y sombra hacen la vida.



Juan Nicasio Gallego

A la Sra. Duquesa de Frías en sus días

-- de Juan Nicasio Gallego --

Cuando improvisa mi prisión oscura
tornó en vergel tu planta bienhechora,
y vio asombrada la naciente aurora
en tus ojos su luz brillar más pura;

no bastando mi pecho a tal ventura,
las gracias viendo do el espanto mora,
así al perderte prorrumpí, señora,
bañado el rostro en llanto de ternura.

«¡Ángel celeste, hechizo y ornamento
del mundo, vete en paz, y el cielo pío
sin fin te colme del placer que siento!»

Este fue, dulce amiga, el voto mío:
hoy le renueva el alma y el acento,
y en pobres versos a tus pies le envío.



Fernando de Herrera

Aquí donde florece la belleza

-- de Fernando de Herrera --

Aquí donde florece la belleza,
en cuyo dulce fuego el Amor prueba
su flecha y mil trofeos nobles lleva,
vi de mi luz serena la pureza.

Mi bien, que fue el valor y su grandeza,
en mi memoria mísera renueva,
y entre pasado afán y cuita nueva
no espero algún remedio a mi tristeza.

De mi gloria ¡oh dichoso antiguo puesto!
¡Cuál desigual semblante en ti contemplo!
¡Cuán gran mudanza aflige la alma mía!

Oscuro el día, y siempre el sol molesto
te hiera, y seas de mi mal ejemplo
hasta que en ti renazca mi alegría.



Fernando de Herrera

Dulce el fuego de amor, dulce la pena

-- de Fernando de Herrera --

Dulce el fuego de amor, dulce la pena,
y dulce de mi daño es la memoria
cuando renueva amor la antigua historia
que a su grave tormento me condena;

mas cuando hallo mi esperanza llena
de bien y de promesas de victoria,
un súbito dolor turba mi gloria,
y todos mis contentos desordena;

que será esta luz pura de belleza
la fe del justo amor en poca tierra
vuelta, y el fuego muerto que me inflama.

¡Oh vano ardor de la inmortal flaqueza!
¿Si el fin que ofrece paz de tanta guerra
no dejará aun ceniza de mi llama?



Francisco Sosa Escalante

En la muerte del poeta W. R.

-- de Francisco Sosa Escalante --

Tu dulce canto en los risueños días
De la alegre niñez, me embelesaba,
Y de jóven soñé que interpretaba
En sus notas de amor, las ansias mias.

Vinieron de la ausencia las sombrías
Horas, que nunca de llorar acaba
Mi triste corazón, y en tí pensaba
Al cantar, como tú, melancolías.

La brisa de la patria me ha traido
De tu muerte fatal la infausta nueva,
Cisne canoro de mi Edén perdido;

Y ella al tornar á tu sepulcro lleva
Lamentos de mi pecho dolorido
Que tu memoria sin cesar renueva.



José Martí

águila blanca

-- de José Martí --

Águila blanca
de pie, cada mañana,
junto a mi áspero lecho está el verdugo.
Brilla el sol, nace el mundo, el aire ahuyenta
del cráneo la malicia,
y mi águila infeliz, mi águila blanca
que cada noche en mi alma se renueva,
al alba universal las alas tiende
y, camino del sol, emprende el vuelo.
.............................................................
.............................................................
.............................................................(1)
Y en vez del claro vuelo al sol altivo
por entre pies ensangrentada y rota,
de un grano en busca el águila rastrea.
Oh noche, sol del triste, amable seno
donde su fuerza el corazón revive
perdura, apaga el sol, toma la forma
de mujer, libre y pura, a que yo pueda
ungir tus pies, y con mis besos locos
ceñir tu frente y calentar tus manos.
Librame, eterna noche, del verdugo,
o dale a que me dé con la primera
alba una limpia y redentora espada.
Que con qué la has de hacer? con luz de estrellas!



Carolina Coronado

a una coqueta

-- de Carolina Coronado --

Como aquellas lucecillas
vaporosas y ligeras,
que sin calor a millares
se levantan de la tierra,
los amores en tu pecho,
fragilísima belleza,
sin que su fuego te abrase
alzan mil llamas diversas:
brotan, lucen, se disipan,
otras nacen tras aquéllas:
la inconstancia las apaga,
la liviandad las renueva.



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