Buscar Poemas con Reclina


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Se han encontrado 5 poemas con la palabra reclina

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José Tomás de Cuellar

A Lesbia en el desierto

-- de José Tomás de Cuellar --

VEN, Lesbia, ven, sobre mi pecho ardiente
Reclina sin cuidado.
Llena de amor, la entristecida frente;
Que quiero abandonado
Del mundo todo, en placentera calma,
Á tí tan solo consagrar mi alma.

Ven, calmaré tu duelo y tus dolores;
Aquí sobre la alfombra
De tierna grama y de silvestres flores,
Á la tendida sombra
Del verde cedro y de la encina hojosa
Entablaremos plática sabrosa.

Poema A Lesbia en el desierto de José Tomás de Cuellar con fondo de libro

Antonio-Plaza-Llamas

¡siempre solo!

-- de Antonio-Plaza-Llamas --

¡siempre solo!
si de la aurora diamantina
se dibujan los célicos albores
los pájaros del viento moradores
al éter mandan su canción divina.
Y si el sol orgulloso se reclina
sobre un lecho radiante de colores,
llenas de amor las carminadas flores
entreabren su corola purpurina.
Todos tienen un ser que los comprenda,
yo al vicio y la virtud indiferente
aislado cruzo la maldita senda,
cual se arrastra en las rocas la serpiente;
mas tengo un alma de vivir cansada
que ni al cielo ni al mundo pide nada.
Antonio plaza llamas

Poema ¡siempre solo! de Antonio-Plaza-Llamas con fondo de libro

Francisco Sosa Escalante

Campeche

-- de Francisco Sosa Escalante --

Cual se reclina perezosa una hada
En su lecho, al fulgor de los luceros,
Está Campeche así, por lisonjeros
Arrullos de la mar acariciada.

Le da sus besos brisa regalada,
Perfume grato verdes limoneros,
Fresca sombra gentiles cocoteros.
Canoras aves música acordada.

Allí mi cuna se meció; el destino
Me arrebató de mi natal ribera,
Trazóme por mi mal otro camino;

Mas de la vida en la borrasca fiera
Del patrio cielo el resplandor divino
Será del alma la ilusion postrera.

Poema Campeche de Francisco Sosa Escalante con fondo de libro

Rubén Darío

de invierno

-- de Rubén Darío --

En invernales horas, mirad a carolina.
Medio apelotonada, descansa en el sillón,
envuelta con su abrigo de marta cibelina
y no lejos del fuego que brilla en el salón.
El fino angora blanco junto a ella se reclina,
rozando con su hocico la falda de alençón,
no lejos de las jarras de porcelana china
que medio oculta un biombo de seda del japón.
Con sus sutiles filtros la invade un dulce sueño;
entro, sin hacer ruido; dejo mi abrigo gris;
voy a besar su rostro, rosado y halagüeño
como una rosa roja que fuera flor de lis.
Abre los ojos, mírame, con su mirar risueño,
y en tanto cae la nieve del cielo de parís.
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Rubén Darío

De invierno (Darío)

-- de Rubén Darío --

En invernales horas, mirad a Carolina.
Medio apelotonada, descansa en el sillón,
Envuelta con su abrigo de marta cibelina
Y no lejos del fuego que brilla en el salón.

El fino angora blanco junto a ella se reclina,
Rozando con su hocico la falda de Alençón,
No lejos de las jarras de porcelana china
Que medio oculta un biombo de seda del Japón.

Con sus sutiles filtros la invade un dulce sueño;
Entro, sin hacer ruido; dejo mi abrigo gris;
Voy a besar su rostro, rosado y halagüeño

Como una rosa roja que fuera flor de lis.
Abre los ojos, mírame, con su mirar risueño,
Y en tanto cae la nieve del cielo de París.



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