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Se han encontrado 22 poemas con la palabra rebelde

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Amado Nervo

«venite, adoremus»

-- de Amado Nervo --

P1ra antonio zaragoza.
Adoremos las carnes de marfiles,
doremos los rostros de perfiles
arcaicos: aristócrata presea;
las frentes de oro pálido bañadas,
las manos de falanges prolongadas,
donde la sangre prócer azulea.
Venid, adoremos
el arcano ideal,compañeros.
Doremos los ojos dilatados,
cual piélago de sombras, impregnados
de claridades diáfanas y astrales,
los ojos que abrillanta el histerismo,
los ojos que en el día son abismo
los ojos que en la noche son fanales.
Venid, adoremos
el arcano ideal,compañeros.
Doremos las almas siempre hurañas,
las más silenciosas, las extrañas
que jamás en amores se difunden:
almas-urnas de inmensos desconsuelos,
que intactas se remontan a los cielos,
o intactas en el cócito se hunden.
Venid, adoremos
el arcano ideal,compañeros.
¡Oh poetas, excelsos amadores
del arcano ideal, dominadores
de la forma rebelde: laboremos
por reconstruir los góticos altares,
y luego a sus penumbras tutelares
venid adoremos!

Poema «venite, adoremus» de Amado Nervo con fondo de libro

Lope de Vega

Humíllense a tu sacro mausoleo

-- de Lope de Vega --

Humíllense a tu sacro Mausoleo
fuerte David y Salomón prudente,
el rebelde gigante del Oriente
y el idolatra del contrario polo;

y a tu pendón crucígero, que solo
fue del África y Asia rayo ardiente,
cuantos beben la bárbara corriente
de Eúfrates, Nilo, Ganges y Pactolo.

La religión y la justicia lloren,
¡oh pacífico Numa, oh gran Torcato!,
España, Italia y Francia enternecida.

Y todos juntos nuevamente adoren
encima de tus aras tu retrato,
tercero entre tu muerte y nuestra vida.

Poema Humíllense a tu sacro mausoleo de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Probemos esta vez el sufrimiento

-- de Lope de Vega --

Probemos esta vez el sufrimiento,
tantas veces rendido a la fortuna;
quizá podrá de tantas veces una
resistir a la fuerza del tormento.

Y vos, rebelde y dulce pensamiento
que aun tiempo os engendraste con la luna,
¿de qué sirve tener firmeza alguna,
pues la mayor del mundo imita al viento?

Salid del alma, confianza vana,
esperanza fundada en apariencias,
si os falta calidad, ¿qué importa el nombre?

Quien hoy pasare, pasará mañana:
si enojada Lucinda sufre ausencias,
¿qué más vergüenza que rendirse un hombre?

Poema Probemos esta vez el sufrimiento de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Una vez habló Dios el día tercero

-- de Lope de Vega --

Una vez habló Dios el día tercero
palabra de virtud y omnipotencia,
y no fue menester que a la obediencia
le reiterase lo que habló primero.
Mientras la habitación en su hemisfero
durare de los mixtos, su sentencia
por toda la mayor circunferencia
conservárase hasta su fin postrero.
Puso ley a las aguas convenible,
la tierra descubrió, dio al aire esfera,
y al fuego duración sin combustible.
Y yo, que por tener la razón fuera,
a sus preceptos, ¡oh rigor terrible!,
rebelde estoy, como la vez primera.



Góngora

Rebelde y pertinaz

-- de Góngora --

- Rebelde y pertinaz entendimiento,
sed preso. - ¿Quién lo manda? - Dios glorioso.
- ¿Por qué? - Porque con ánimo dudoso
negaste la obediencia al Sacramento.

- ¿Quién ha de ejecutar el prendimiento?
- La voluntad y afecto piadoso.
- ¿Quién es el carcelero riguroso?
- La fe, que enseña el conocimiento.

- Y la cárcel, ¿cuál es? - La Iglesia santa.
¡Oh cárcel, clara luz de este hemisferio,
dulce prisión que tal tesoro entierra;

do el fruto de este altísimo misterio
se goza con dulzura y gloria tanta
que excede cuanto bien hay en la tierra.



Luis Muñoz Rivera

patriota

-- de Luis Muñoz Rivera --

Con las ropas en bello desorden,
la frente marmórea de rizos poblada,
balbuciendo los trémulos labios
confusas palabras,
un niño dormía
soñando una patria.

Oh! ¡qué hermosa, riente y espléndida,
altiva y heroica, viril y gallarda
la veía surgir de las ondas
rugientes y bravas,
con su veste de espumas cubiertos
el torso de ninfa, las formas de estatua!

corrieron los años;
el niño, en su tierra, creció como un paria;
vio la fusta estallar implacable
del siervo en la espalda;
mirar pudo en el rostro del césar
sonrisas de lástima;
la sangre, rebelde,
subió a sus mejillas en brusca oleada;
y después... En sus noches de insomnio,
evocando a la ninfa soñada
¡qué mezquina, qué pobre, qué triste
solía mirarla!

¡ay! el sueño... ¡Qué dulce y alegre!
la verdad... ¡Qué desnuda y amarga!
por eso el mancebo
pensando en la patria,
sintió muchas veces sus ojos marchitos
llenarse de lágrimas.



Luis Muñoz Rivera

cuba rebelde

-- de Luis Muñoz Rivera --

Cuba, el país de las cañas,
de las selvas seculares,
de las profundas marismas
y de las vegas feraces,
supo arrojar en sus campos
ardientes lluvias de sangre,
para afirmar sus derechos
y salvar sus libertades.

Cuba, la sílfide indiana
envuelta en níveos celajes,
triste como el sol que muere,
bella como el sol que nace,
se yergue fiera y altiva
al sentir en el semblante,
más que la traza del golpe,
la ignominia del ultraje.

Cuba, la tierra bendita
de los poetas brillantes,
de las mujeres heroicas
y de los dulces cantares,

graba con buril de fuego
en páginas de diamante
las fechas de sus victorias
y los nombres de sus mártires.

Cuba, la esclava orgullosa,
alzándose formidable
con empuje soberano,
romperá un día su cárcel;
porque hay plomo en sus montañas;
porque hay acero en sus valles,
porque en sus campos hay pueblo,
porque en sus venas hay sangre.



Líber Falco

Canto a Rafael Barrett

-- de Líber Falco --

¿Titilaban acaso las estrellas
y oír pudiste
sus melopeas de solitarias?

Campanero del posible ensueño.
Hermano nuestro.
Tú tocaste un Angelus
fraternal y rebelde.

Asucultando la noche
del Cosmos y del hombre,
con el badajo rojo de tu corazón
llamabas.

Era viril tu canto
y la tónica de tu canto era el Amor.

Hermano, es ya la hora de la gesta
que amamantó tu anhelo.
Tras el alba nueva
renacerá en el hombre su primer sonrisa.
Y no estarán tan solas las estrellas!



Manuel del Cabral

negro manso

-- de Manuel del Cabral --

Negro manso,
ni siquiera
tienes la inutilidad
de los charcos con cielo.

Só1o
con tu sonrisa rebelde
sobre tu dolor,
como un lirio valiente que crece
sobre la tierra del pantano.

Sin embargo,
negro manso,
negro quieto:
hoy la voz de la tierra te sale por los ojos,
(tus ojos que hacen ruido cuando sufren).



Jaime Sabines

he aquí que tú estás sola y que yo estoy solo

-- de Jaime Sabines --

Haces cosas diariamente y piensas
y yo pienso y recuerdo y estoy solo.
A la misma hora nos recordamos algo
y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya
somos, y una locura celular nos recorre
y una sangre rebelde y sin cansancio.
Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,
se me caerá la carne trozo a trozo.
Esto es lejía y muerte.
El corrosivo estar, el malestar
muriendo es nuestra muerte.
Yo no sé dónde estás. Yo ya he olvidado
quién eres, dónde estás, cómo te llamas.
Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,
una mitad apenas, sólo un brazo.
Te recuerdo en mi boca y en mis manos.
Con mi lengua y mis ojos y mis manos
te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,
a siembra, a flor, hueles a amor, y a mí.
En mis labios te sé, te reconozco,
y giras y eres y miras incansable
y toda tu me suenas
dentro del corazón como mi sangre.
Te digo que estoy solo y que me faltas.
Nos faltamos, amor, y nos morimos
y nada haremos ya sino morirnos.
Esto lo sé, amor, esto sabemos.
Hoy y mañana, así, y cuando estemos
en estos brazos simples y cansados,
me faltarás, amor, nos faltaremos.



Jaime Sabines

¿qué putas puedo

-- de Jaime Sabines --

¿qué putas puedo hacer con mi rodilla,
con mi pierna tan larga y tan flaca,
con mis brazos, con mi lengua,
con mis flacos ojos?
¿qué puedo hacer en este remolino
de imbéciles de buena voluntad?
¿qué puedo con inteligentes podridos
y con dulces niñas que no quieren hombre sino poesía?
¿qué puedo entre los poetas uniformados
por la academia o por el comunismo?
¿qué, entre vendedores o políticos
o pastores de almas?
¿qué putas puedo hacer, tarumba,
si no soy santo, ni héroe, ni bandido,
ni adorador del arte,
ni boticario,
ni rebelde?
¿qué puedo hacer si puedo hacerlo todo
y no tengo ganas sino de mirar y mirar?



Gustavo Adolfo Bécquer

rima i

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de este himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.
Yo quisiera escribirlo, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.
Pero en vano es luchar; que no hay cifra
capaz de encerrarlo, y apenas, ¡oh hermosa!
si, teniendo en mis manos las tuyas,
pudiera, al oído, cantártelo a solas.



Salvador Díaz Mirón

¡audacia!

-- de Salvador Díaz Mirón --

Basta de timidez. La gloria esquiva
al que por miedo elude la pelea
y con suspiros lánguidos rastrea,
acogido a la sombra de la oliva.

Sólo una tempestad brusca y altiva
encumbra la pasión y la marea,
¡y en empinados vórtices pasea
el abismo de abajo en el de arriba!

¡oh rebelde¡ ¡conquista la presea;
goza de la hermosura inebriativa
y horror a los demás tu dicha sea!

arrostra por la gracia la diatriba,
¡y en empinados vórtices pasea
el abismo de abajo en el de arriba!



Salvador Díaz Mirón

Audacia

-- de Salvador Díaz Mirón --

Basta de timidez. La gloria esquiva
Al que por miedo elude la pelea
Y con suspiros lánguidos rastrea,
Acogido a la sombra de la oliva.

Sólo una tempestad brusca y altiva
Encumbra la pasión y la marea,
¡Y en empinados vórtices pasea
El abismo de abajo en el de arriba!

¡Oh rebelde¡ ¡Conquista la presea;
goza de la hermosura inebriativa
y horror a los demás tu dicha sea!

Arrostra por la gracia la diatriba,
¡Y en empinados vórtices pasea
El abismo de abajo en el de arriba!



Salvador Díaz Mirón

Gris perla

-- de Salvador Díaz Mirón --

Siempre aguijo el ingenio en la lírica;
y él en vano al misterio se asoma
a buscar a la flor del Deseo
vaso digno del puro Ideal.
¡Quién hiciera una trova tan dulce,
que al espíritu fuese un aroma,
un ungüento de suaves caricias,
con suspiros de luz musical!

Por desdén a la pista plebeya,
la Ilusión empinada en su loma
quiere asir, ante límpidas nubes,
virtud alta en sutil material;
Pero el Alma en el barro se yergue,
y el magnífico afán se desploma-,
y revuelca sus nobles armiños
en el negro y batido fangal.

La palabra en el metro resulta
baja y fútil pirueta en maroma;
un funámbulo erecto pontífice
lleva manto de pompa caudal;
y si el Gusto en sus ricas finezas
pide nuevo poder al idioma,
¡aseméjase al ángel rebelde
que concita en el reino del mal!
¡Quién hiciera una trova tan dulce,
que al espíritu fuese un aroma,
un ungüento de suaves caricias,
con suspiros de luz musical!



Salvador Díaz Mirón

Lance

-- de Salvador Díaz Mirón --

Es un viejo borracho que me provoca,
que me cierra el camino y al diablo evoca,
recio, locuaz, inmundo, descalzo y fiero,
con terribles ojazos de un gris de acero
y con una calvicie de yerma roca.
-La testa perdió greña, razón y toca.

Hasta el pecho la barba se le desliza,
como espuma de arroyo por cana y riza.
La diestra dura y fuerte, como una marra,
enseña entre uñas corvas, como de garra,
pipa roja con aire de cruenta triza.
-La mano es tan aleve como maciza.

Paro el corcel fogoso y alzo la fusta...
-Occiduo el Sol corona cúspide augusta,
y el ebrio tiene al rubro y oblicuo rayo
sangre a linfas rebelde que aun pinta el sayo-.
Y me afirmo en el potro, y él se me asusta,
y el anciano derriba y en lodo incrusta.



Medardo Ángel Silva

Actitud

-- de Medardo Ángel Silva --

Dedicado a N.A.G.

Loco rebelde a las duchas y a las camisas
de fuerza que se llaman teorías y problemas,
mi espíritu oye vagas palabras indecisas
y, con esas palabras, suele hacer sus poemas.

Mi corazón no es cuerdo (claro, si es de poeta),
quintaesencia el dolor en un verso exquisito;
como el clown de Banville, él hará una pirueta
y, de un salto mortal, volará al infinito.

Devana, ¡oh, Tiempo! —buen hilandero —tu rueca;
yo tengo para todo bien o mal mi sonrisa
—una sonrisa triste como una rosa seca—,

e inquieto, siempre inquieto, buscándome en mí mismo,
como la nube a la voluntad de la brisa,
¡mi pensamiento va de un abismo a otro abismo!



Evaristo Carriego

La música lejana que nos llega

-- de Evaristo Carriego --

Accede, te lo ruego así. Dejemos
— mientras se enfría el té que has preparado
de leer el capítulo empezado:
amada, cierra el libro y escuchemos...

Y calla, por favor... Guarda tus finas
burlas: ten la vergüenza, no imposible,
de que tu dulce voz halle insensible
rebelde el corazón que aún dominas.

¿Ves? Llega como un breve pensamiento
que pone en fuga el arrepentimiento...

Bebe toda la onda, hermana mía,
no dejes en la copa nada, nada...
Emborráchate, amada:
la música es el vino hecho armonía.



Evaristo Carriego

Por el alma de don Quijote

-- de Evaristo Carriego --

Con el más reposado y humilde continente,
de contrición sincera; suave, discretamente,
por no incurrir en burlas de ingeniosos normales
sin risueños enojos ni actitudes teatrales
de cómico rebelde, que, cenando en comparsa,
ensaya el llanto trágico que llorará en la farsa,
dedico estos sermones, porque sí, porque quiero,
al Único, al Supremo famoso Caballero,
a quien pido que siempre me tenga de su mano,
al santo de los santos Don Alonso Quijano
que ahora está en la Gloria, y a la diestra del Bueno:
su dulcísimo hermano Jesús el Nazareno,
con las desilusiones de sus caballerías
renegando de todas nuestras bellaquerías.

Pero me estoy temiendo que venga algún chistoso
con sátiras amables de burlador donoso,
o con mordacidades de socarrón hiriente,
y descubra, tan grave como irónicamente,



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 77

-- de Francisco de Quevedo --

Sea que, descansando, la corriente
torcida y libre de espumoso río,
labró artífice duro, yerto y frío,
este puro milagro transparente;
sea que, aprisionada, libre fuente
encarceló con yelo su albedrío,
o en incendios del sol, l'alba el rocío
cuajó a región benigna del oriente;
o ya monstruo diáfano naciese,
hijo de peñas duras, parto hermoso,
a llama universal rebelde yelo,
fue bien que cielo a dios contrahiciese,
porque podáis decir, duque glorioso,
que, aunque imitado y breve, le dais cielo.



Francisco Villaespesa

los jardines de afrodita I

-- de Francisco Villaespesa --

El ritmo, el gran rebelde, me rinde vasallaje,
y cuando quiero ríe, y cuando quiero vuela,
y he domado a mi estilo como a un potro salvaje,
a veces con el látigo y a veces con la espuela.
Conozco los secretos del alma del paisaje,
y sé lo que entristece, y sé lo que consuela,
y el viento traicionero y el bárbaro oleaje
conocen la invencible firmeza de mi vela.
Amo los lirios místicos y las rosas carnales,
la luz y las tinieblas, la pena y la alegría,
los ayes de las víctimas y los himnos triunfales.
Y es el eterno y único ensueño de mi estilo
la encarnación del alma cristiana de maría
en el mármol pagano de la venus de milo.



Carlos Pezoa Véliz

A una morena

-- de Carlos Pezoa Véliz --

Tienes ojos de abismo, cabellera
llena de luz y sombra, como el río
que deslizando su caudal bravío,
al beso de la luna reverbera.

Nada más cimbrador que tu cadera,
rebelde a la presión del atavío...
Hay en tu sangre perdurable estío
y en tus labios eterna primavera.

Bello fuera fundir en tu regazo
el beso de la muerte con tu brazo...
Espirar como un dios, lánguidamente,

teniendo tus cabellos por guirnalda,
para que al roce de una carne ardiente
se estremezca el cadáver en tu falda...



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