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Se han encontrado 64 poemas con la palabra quería

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Alberti

EL ÁNGEL BUENO

-- de Alberti --

Vino el que yo quería
el que yo llamaba.
No aquel que barre cielos sin defensas.
Luceros sin cabañas,
lunas sin patria,
nieves.
Nieves de esas caídas de una mano,
un nombre,
un sueño,
una frente.
No aquel que a sus cabellos
ató la muerte.
El que yo quería.
Sin arañar los aires,
sin herir hojas ni mover cristales.
Aquel que a sus cabellos
ató el silencio.
Para sin lastimarme,
cavar una ribera de luz dulce en mi pecho
y hacerme el alma navegable.

Poema EL ÁNGEL BUENO de Alberti con fondo de libro

Amado Nervo

más yo que yo mismo

-- de Amado Nervo --

¡oh, vida mía, vida mía!,
agonicé con tu agonía
y con tu muerte me morí.
¡De tal manera te quería,
que estar sin ti es estar sin mí!
faro de mi devoción,
perenne cual mi aflicción
es tu memoria bendita.
¡Dulce y santa lamparita
dentro de mi corazón!
luz que alumbra mi pesar
desde que tú te partiste
y hasta el fin lo ha de alumbrar,
que si me dejaste triste,
triste me habrás de encontrar.
Y al abatir mi cabeza,
ya para siempre jamás,
el mal que a minarme empieza,
pienso que por mi tristeza
tú me reconocerás.
Merced al noble fulgor
del recuerdo, mi dolor
será espejo en que has de verte,
y así vencerá a la muerte
la claridad del amor.
No habrá ni coche ni abismo
que enflaquezca mi heroísmo
de buscarte sin cesar.
Si eras más que yo mismo,
¿cómo no te he de encontrar?
¡oh, vida mía, vida mía,
agonicé con tu agonía
y con tu muerte me morí!
de tal manera te quería,
que estar sin ti es estar sin mí.

Poema más yo que yo mismo de Amado Nervo con fondo de libro

Antonio Machado

Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería

-- de Antonio Machado --

Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería.
Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.
Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía.
Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar.

Poema Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería de Antonio Machado con fondo de libro

Juan Ruiz Arcipreste de Hita

libro de buen amor 23

-- de Juan Ruiz Arcipreste de Hita --

El lobo a la cabra comíala por merienda,
atravesósele un hueso, estaba en contienda,
afogarse quería, demandava corrienda
físicos et maestros, que quería faser emienda.
Prometió al que lo sacase, tesoros e grand riquesa,
vino la grulla de somo del altesa,
sacole con el pico el hueso con sotilesa,
el lobo fincó sano para comer sin peresa.
Dixo la grulla al lobo, que l' quisiese pagar,
el lobo dixo: '¡cómo! ¿yo non te pudiera tragar,
'el cuello con mis dientes, si quisiera apertar?
'pues séate soldada, pues non te quise matar.'
Bien ansí tú lo fases: aora que estás lleno
de pan e de dineros que forçaste de lo ageno,
non quieres dar al poble un poco de çenteno,
mas ansí te secarás como roçío et feno.
En faser bien al malo cosa non l'aprovecha,
omen desagradeçido bien fecho nunca pecha,
el buen conosçimiento mal omen lo desecha,
el bien que omen le fase, dis' que es por su derecha.
Lt;lt;lt;
índice de la obra
gt;gt;gt;



Federico García Lorca

gacela de la muerte oscura

-- de Federico García Lorca --

Quiero dormir el sueño de las manzanas,
alejarme del tumulto de los cementerios.
Quiero dormir el sueño de aquel niño
que quería cortarse el corazón en alta mar.
No quiero que me repitan que los muertos no pierden la sangre:
que la boca podrida sigue pidiendo agua.
No quiero enterarme de los martirios que da la hierba,
ni de la luna con boca de serpiente
que trabaja antes del amanecer.
Quiero dormir un rato,
un rato, un minuto, un siglo;
pero que todos sepan que no he muerto;
que haya un establo de oro en mis labios;
que soy un pequeño amigo del viento oeste;
que soy la sombra inmensa de mis lágrimas.
Cúbreme por la aurora con un velo,
porque me arrojará puñados de hormigas,
y moja con agua dura mis zapatos
para que resbale la pinza de su alacrán.
Porque quiero dormir el sueño de las manzanas
para aprender un llanto que me limpie de tierra;
porque quiero vivir con aquel niño oscuro
que quería cortarse el corazón en alta mar.
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Alberti

CUBA DENTRO DE UN PIANO

-- de Alberti --

Cuando mi madre llevaba un sorbete de fresa por sombrero
y el humo de los barcos aun era humo de habanero.
Mulata vuelta bajera.
Cádiz se adormecía entre fandangos y habaneras
y un lorito al piano quería hacer de tenor.
Dime dónde está la flor que el hombre tanto venera.
Mi tío Antonio volvía con su aire de insurrecto.
La Cabaña y el Príncipe sonaban por los patios del Puerto.
(Ya no brilla la Perla azul del mar de las Antillas.
Ya se apagó, se nos ha muerto).
Me encontré con la bella Trinidad.
Cuba se había perdido y ahora era verdad.
Era verdad, no era mentira.
Un cañonero huido llegó cantándolo en guajiras.
La Habana ya se perdió. Tuvo la culpa el
dinero...
Calló, cayó el cañonero.
Pero después, pero ¡ah! después...
Fue cuando al SÍ lo hicieron YES.



Alejandro Tapia y Rivera

Al digno y sabio intendente Don Alejandro Ramírez

-- de Alejandro Tapia y Rivera --

Triste la hermosa Borinquen gemía
arrastrando la mísera pobreza,
ella que el don de perenal riqueza
en sus campos feraces contenía.
El cielo que amoroso la quería
no pudo consentir en su terneza
que sufriese tan bárbara dureza,
la que el yugo del mal no merecía;
De Power escuchó la alta plegaria
(del patriótico amor grato suspiro)
y ordenó que a cambiar la era precaria
En rico bienestar, fuese Ramiro...
Ramiro bienhechor, tu noble historia
grabará Puerto-Rico en su memoria.



Alfonsina Storni

La imagen poética de Luis de Góngora

-- de Alfonsina Storni --

Al alba venid. Buen amigo;
al alba venid.
Amigo el que más quería.
Venid a la luz del día.
Amigo el que más amaba,
venid a la luz del alba,
venid a la luz del día,
non trayáis compañia.
Venid a la luz del alba,
non trayáis gran compaña.



Alfonso Reyes

ausencias

-- de Alfonso Reyes --

De los amigos que yo más quería
y en breve trecho me han abandonado,
se deslizan las sombras a mi lado,
escaso alivio a mi melancolía.
Se confunden sus voces con la mía
y me veo suspenso y desvelado
en el empeño de cruzar el vado
que me separa de su compañía.
Cedo a la invitación embriagadora,
y discurro que el tiempo se convierte
y acendra un infinito cada hora.
Y desbordo los límites, de suerte
que mi sentir la inmensidad explora
y me familiarizo con la muerte.



Amado Nervo

me besaba mucho

-- de Amado Nervo --

Me besaba mucho; como si temiera
irse muy temprano... Su cariño era
inquieto, nervioso.
Yo no comprendía
tan febril premura. Mi intención grosera
nunca vio muy lejos...
¡Ella presentía!
ella presentía que era corto el plazo,
que la vela herida por el latigazo
del viento, aguardaba ya..., Y en su ansiedad
quería dejarme su alma en cada abrazo,
poner en sus besos una eternidad.



Leopoldo Lugones

Alma venturosa

-- de Leopoldo Lugones --

Al promediar la tarde de aquel día,
cuando iba mi habitual adiós a darte,
fue una vaga congoja de dejarte
lo que me hizo saber que te quería.

Tu alma, sin comprenderlo, ya sabia...
Con tu rubor me ilumino al hablarte,
y al separarnos te pusiste aparte
del grupo, amedrentada todavía.

Fue silencio y temblor nuestra sorpresa,
mas ya la plenitud de la promesa
nos infundía un jubilo tan blando,

que nuestros labios suspiraron quedos...
Y tu alma estremecíase en tus dedos
como si se estuviera deshojando.



Lope de Vega

Cleopatra a Antonio en oloroso vino

-- de Lope de Vega --

Cleopatra a Antonio en oloroso vino
dos perlas quiso dar de igual grandeza,
que por muestra formó naturaleza
del instrumento del poder divino.

Por honrar su amoroso desatino,
que fue monstruo en amor, como en belleza,
la primera bebió, cuya riqueza
honrar pudiera la ciudad de Nino

Mas no queriendo la segunda Antonio,
que ya Cleopatra deshacer quería,
de dos milagros, reservó el segundo.

Quedó la perla sola en testimonio
de que no tuvo igual, hasta aquel día,
bella Lucinda, que naciste al mundo.



Lope de Vega

Contendiendo el amor y el tiempo un día

-- de Lope de Vega --

Contendiendo el Amor y el Tiempo un día,
señor don Luis, sobre su fiero estrago,
la destruición de Roma y de Cartago,
el viejo en voz cansada repetía:

Amor con vanas fábulas quería
cifrar en muerte su fingido halago;
y en Troya, cuando fue sangriento lago,
las cenizas de Helena revolvía.

«Bien sabes —replicó por pasatiempo
al ignorante niño el viejo sabio—,
que con sola una ausencia te enflaquezco».

Pidió un testigo Amor, trújome el Tiempo;
yo juré que en un hora, habiendo agravio,
no sólo sé olvidar, pero aborrezco.



Lope de Vega

¿En qué bárbara tierra me guardara

-- de Lope de Vega --

¿En qué bárbara tierra me guardara
intricada de peñas y maleza;
o qué abismo formó naturaleza,
a dónde el rayo de tu luz no entrara?
¿Qué mar en sus arenas me librara,
qué concha me prestara su corteza,
en qué región del aire la cabeza
contra tus armas de defensa armara?
Si le tragó la foca al que quería
huir, de ti, más loco fue mi intento,
mayor, mi atrevimiento y rebeldía.
Mas ya vuelvo a buscarte, y tan contento,
que me dan, para hallarte noche y día
mis ojos mar, y mis suspiros viento.



Lope de Vega

Señora, aunque soy pobre, no venía

-- de Lope de Vega --

Señora, aunque soy pobre, no venía
a pediros limosna; que buscaba
un cierto licenciado que posaba
en estas casas, cuando Dios quería.

Extraña siempre fue la estrella mía;
que a un pobre parecí desde la aldaba,
pues ya que a la ventana os obligaba,
trujistes desde allá la fantasía.

No porque culpa vuestro engaño sea,
que a tal Dios le provea no replican
mis hábitos, que son de ataracea.

No mis letras, mis penas significan;
pero ¿cómo queréis que me provea,
si tales como vos se lo suplican?



Luis Rosales

autobiografía

-- de Luis Rosales --

Autobiografía
como el náufrago metódico que contase las olas
que faltan para morir,
y las contase, y las volviese a contar, para evitar
errores, hasta la última,
hasta aquella que tiene la estatura de un niño
y le besa y le cubre la frente,
así he vivido yo con una vaga prudencia de
caballo de cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería.



Jaime Torres Bodet

nocturno

-- de Jaime Torres Bodet --

I
cierra, punto final, única estrella
del firmamento claro todavía,
la estrofa de silencio de este día
en que tu voz, por tácita, descuella.
Desde el alba lo azul te prometía,
última gota en ignición tan bella
que sólo ardiendo como el lacre sella
y sólo sella al tiempo que se enfría.
Ser el adiós ue un cielo sin querella
igual que tú mi espíritu quería
y que, como tu luz, la poesía
cristalizara en mí diáfana estrella,
más transparente cuanto más sombría
fuese la oscuridad en torno de ella.



Jorge Luis Borges

milonga de dos hermanos

-- de Jorge Luis Borges --

Traiga cuentos la guitarra
de cuando el fierro brillaba,
cuentos de truco y de taba,
de cuadreras y de copas,
cuentos de la costa brava
y el camino de las tropas.
Venga una historia de ayer
que apreciarán los más lerdos;
el destino no hace acuerdos
y nadie se lo reproche
ya estoy viendo que esta noche
vienen del sur los recuerdos.
Velay, señores, la historia
de los hermanos iberra,
hombres de amor y de guerra
y en el peligro primeros,
la flor de los cuchilleros
y ahora los tapa la tierra.
Suelen al hombre perder
la soberbia o la codicia:
también el coraje envicia
a quien le da noche y día
el que era menor debía
más muertes a la justicia.
Cuando juan iberra vio
que el menor lo aventajaba,
la paciencia se le acaba
y le armó no sé qué lazo
le dio muerte de un balazo,
allá por la costa brava.
Sin demora y sin apuro
lo fue tendiendo en la vía
para que el tren lo pisara.
El tren lo dejó sin cara,
que es lo que el mayor quería.
Así de manera fiel
conté la historia hasta el fin;
es la historia de caín
que sigue matando a abel.



Jorge Riechmann

1

-- de Jorge Riechmann --

He vivido en la superficie de las cosas.
Mas viví también por fortuna
en las palabras. Ellas iban
incorporándome a la lentitud
penetrando las estaciones de mi piel
dilatando la malla amarga de los días
rastreando el frío y el calor en los seres
zambulléndose en el amor hasta salir al tedio
en el tedio hasta dar en la esperanza
en la esperanza hasta emerger en el asombro
sin yo quererlo o porque lo quería.
Las palabras
maravillosamente
incapaces de compromiso.
No soy un juglar de la descomposición. Acaso
amo sobre todas las cosas
el lugar del canto del pinzón
la aérea ebriedad de las mimosas
y el minuto con memoria del beso de los amantes.
Pero hay que ir hasta el fondo
correr el riesgo
de abrasarse en la resistencia de las cosas
para sacar acaso la cabeza
al otro lado del espejo
o en el frescor de un nuevo meridiano.



Jorge Riechmann

5

-- de Jorge Riechmann --

¿de qué estábamos hablando?
(pese a su título, estas páginas
nada tienen que ver con un curso de defensa personal:
son acaso una conversación
desgarrada entre los dientes y el tiempo
y vuelta a comenzar. Cosa que ya sabías.)
En realidad lo que quería decirte
lo tiene escrito ya nicanor parra:
todo lo que se dice es poesía
todo lo que se escribe es prosa
todo lo que se mueve es poesía
lo que no cambia de lugar es prosa.
Lo más urgente, poesía con valor de uso.
Lo más nefasto, poesía sin valor para el cambio.



César Vallejo

Trilce: XLVII

-- de César Vallejo --

Ciliado arrecife donde nací,
según refieren cronicones y pliegos
de labios familiares historiados
en segunda gracia.

Ciliado archipiélago, te desislas a fondo,
a fondo, archipiélago mío!
Duras todavía las articulaciones
al camino, como cuando nos instan,
y nosotros no cedemos por nada.

Al ver los párpados cerrados,
implumes mayorcitos, devorando azules bombones,
se carcajean pericotes viejos.
Los párpados cerrados, correo si, cuando nacemos,
siempre no fuese tiempo todavía.

Se va el altar, el cirio para
que no le pasase nada a mi madre,
y por mí que sería con los años, si Dios
quería, Obispo, Papa, Santo, o talvez
sólo un columnario dolor de cabeza.

Y las manitas que se abarquillan
asiéndose de algo flotante,
a no querer quedarse.
Y siendo ya la 1.



César Vallejo

ciliado arrecife donde nací

-- de César Vallejo --

xlvii
ciliado arrecife donde nací,
según refieren cronicones y pliegos
de labios familiares historiados
en segunda gracia.
Ciliado archipiélago, te desislas a fondo,
a fondo, archipiélago mío!
duras todavía las articulaciones
al camino, como cuando nos instan,
y nosotros no cedemos por nada.
Al ver los párpados cerrados,
implumes mayorcitos, devorando azules bombones,
se carcajean pericotes viejos.
Los párpados cerrados, correo si, cuando nacemos,
siempre no fuese tiempo todavía.
Se va el altar, el cirio para
que no le pasase nada a mi madre,
y por mí que sería con los años, si dios
quería, obispo, papa, santo, o talvez
sólo un columnario dolor de cabeza.
Y las manitas que se abarquillan
asiéndose de algo flotante,
a no querer quedarse.
Y siendo ya la 1.



Delmira Agustini

Los relicarios dulces

-- de Delmira Agustini --

Hace tiempo, algún alma ya borrada fue mía.
Se nutrió de mi sombra... Siempre que yo quería
el abanico de oro de su risa se abría,
o su llanto sangraba una corriente más;

alma que yo ondulaba, tal una cabellera
derramada en mis manos... Flor del fuego y la cera,
murió de una tristeza mía... Tan dúctil era,
tan fiel, que a veces dudo si pudo ser jamás...



Pablo Neruda

dónde está el niño que yo fui

-- de Pablo Neruda --

Dónde está el niño que yo fui,
sigue adentro de mí o se fue?
sabe que no lo quise nunca
y que tampoco me quería?
por qué anduvimos tanto tiempo
creciendo para separarnos?
por qué no morimos los dos
cuando mi infancia se murió?
y si el alma se me cayó
por qué me sigue el esqueleto?



Pedro Salinas

versos 1946 a 1981

-- de Pedro Salinas --

Versos 1946 a 1981
me estoy labrando tu sombra.
La tengo ya sin los labios,
rojos y duros: ardían.
Te los habría besado
aún mucho más.
Luego te paro los brazos,
rápidos, largos, nerviosos.
Me ofrecían el camino
para que yo te estrechara.
Te arranco el color, el bulto.
Te mato el paso. Venías
derecha a mí. Lo que más
pena me ha dado, al callártela,
es tu voz. Densa, tan cálida,
más palpable que tu cuerpo.
Pero ya iba a traicionarnos.
Así
mi amor está libre, suelto,
con tu sombra descarnada.
Y puedo vivir en ti
sin temor
a lo que yo más deseo,
a tu beso, a tus abrazos.
Estar ya siempre pensando
en los labios, en la voz,
en el cuerpo,
que yo mismo te arranqué
para poder, ya sin ellos,
quererte.
¡Yo que los quería tanto!
y estrechar sin fin, sin pena
mientras se va inasidera,
con mi gran amor detrás,
la carne por su camino
tu solo cuerpo posible:
tu dulce cuerpo pensado.



José Tomás de Cuellar

Tu sueño

-- de José Tomás de Cuellar --

ME dijiste que anoche enamorada
En sueños me veías....
Y la purpúrea tinta de la rosa
Coloró tus mejillas.

El amor me condujo donde estabas
Por que verte quería;
Y el ángel de tu sueño me detuvo
Con celestial sonrisa.

No pude penetrar en tu recinto,
Y solo el alma mía,
En alas de mi amor, fué á despertarte;
Por eso me veías.



José Ángel Buesa

era mi amiga

-- de José Ángel Buesa --

Era mi amiga, pero yo la amaba
yo la amaba en silencio puramente,
y mientras sus amores me contaba
yo escuchaba sus frases tristemente.
Era mi amiga, pero me gustaba
y mi afán era verla a cada instante.
Nunca supo el amor que yo albergaba
porque siempre me hablaba de su amante.
Era mi amiga para todo el mundo
porque a nadie mi amor yo confesaba,
pero yo la quería muy profundo
y forzosamente me callaba.
Era mi amiga, y mi cuerpo sentía
estremecer si ella me miraba,
al oírla junto a mí feliz me hacía
más de este amor ella nunca supo nada
y aunque sólo mi amistad yo le ofrecía,
era mi amiga, pero yo la amaba.



José Ángel Buesa

canzonetta ii

-- de José Ángel Buesa --

Era bella, muy bella. No fue mía.
Una tarde de lluvia la besé.
Y sin embargo yo no la quería,
y la recuerdo sin saber por qué.
No me debió dejar ninguna huella
en la memoria y en el corazón;
pero hay una canción que oí con ella,
y ahora me deja triste esa canción.



José Ángel Buesa

poema de la despedida

-- de José Ángel Buesa --

Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.
Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho... No sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.
Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.
Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí...
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.



José Ángel Buesa

carta sin fecha

-- de José Ángel Buesa --

Amigo: sé que existes, pero ignoro tu nombre.
No lo he sabido nunca ni lo quiero saber.
Pero te llamo amigo para hablar de hombre a hombre,
que es el único modo de hablar de una mujer.
Esa mujer es tuya, pero también es mía.
Si es más mía que tuya, lo saben ella y dios.
Sólo sé que hoy me quiere como ayer te quería,
aunque quizá mañana nos olvide a los dos.
Ya ves: ahora es de noche. Yo te llamo mi amigo;
yo, que aprendí a estar solo para quererla más;
y ella, en tu propia almohada, tal vez sueña conmigo;
y tú, que no lo sabes, no la despertarás.
¡Qué importa lo que sueña! déjalaasí, dormida.
Yo seré como un sueño sin mañana ni ayer.
Y ella irá de tu brazo para toda la vida,
y abrirá las ventanas en el atardecer.
Quédate tú con ella. Yo seguiré el camino.
Ya es tarde, tengo prisa, y aún hay mucho que andar,
y nunca rompo el vaso donde bebí un buen vino,
ni siembro nada, nunca, cuando voy hacia el mar.
Y pasarán los años favorables o adversos,
y nacerán las rosas que nacen porque sí;
y acaso tú, algún día, leerás estos versos,
sin saber que los hice por ella y para ti...



José Ángel Buesa

poema del fracaso

-- de José Ángel Buesa --

Mi corazón, un día, tuvo un ansia suprema,
que aún hoy lo embriaga cual lo embriagara ayer;
quería aprisionar un alma en un poema,
y que viviera siempre... Pero no pudo ser.
Mi corazón, un día, silenció su latido,
y en plena lozanía se sintió envejecer;
quiso amar un recuerdo más fuerte que el olvido
y morir recordando... Pero no pudo ser.
Mi corazón, un día, soñó un sueñosonoro,
en un fugaz anhelo de gloria y de poder;
subió la escalinata de un palacio de oro
y quiso abrir las puertas... Pero no pudo ser.
Mi corazón, un día, se convirtió en hoguera,
por vivir plenamente la fiebre del placer;
ansiaba el goce nuevo de una emoción cualquiera,
un goce para él solo... Pero no pudo ser.
Y hoy llegas tú a mi vida, con tu sonrisa clara,
con tu sonrisa clara, que es un amanecer;
y ante el sueño más dulce que nunca antes soñara,
quiero vivir mi sueño... Pero no puede ser.
Y he de decirte adiós para siempre, querida,
sabiendo que te alejas para nunca volver,
quisiera retenerte para toda la vida...
¡Pero no puede ser! ¡pero no puede ser!



José Ángel Buesa

nocturno vii

-- de José Ángel Buesa --

Ahora que ya te fuiste, te diré que te quiero.
Ahora que no me oyes, ya no debo callar.
Tú seguirás tu vida y olvidarás primero...
Y yo aquí, recordándote, a la orilla del mar.
Hay un amor tranquilo que dura hasta la muerte,
y un amor tempestuoso que no puede durar.
Acaso aquella noche no quise retenerte...
Y ahora estoy recordándote a la orilla del mar.
Tú, que nunca supiste lo que yo te quería,
quizás entre otros brazos lograrás olvidar...
Tal vez mires a otro, igual que a mí aquel día...
Y yo aquí, recordándote, a la orilla del mar.
El rumor de mi sangre va cantando tu nombre,
y el viento de la noche lo repite al pasar.
Quizás en este instante tú besas a otro hombre...
Y yo aquí, recordándote, a la orilla del mar...
Y yo aquí, recordándote, a la orilla del mar...



Garcilaso de la Vega

SONETO X

-- de Garcilaso de la Vega --

¡Oh dulces prendas, por mí mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería,
Juntas estáis en la memoria mía,
y con ella en mi muerte conjuradas!

¿Quién me dijera, cuando las pasadas
horas que en tanto bien por vos me vía,
que me habiáis de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?

Pues en una hora junto me llevastes
todo el bien que por términos me distes,
lleváme junto el mal que me dejastes;

si no, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes, porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.



Garcilaso de la Vega

Oh dulces prendas, por mí mal halladas

-- de Garcilaso de la Vega --

¡Oh dulces prendas, por mi mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería!
Juntas estáis en la memoria mía,
y con ella en mi muerte conjuradas.

¿Quién me dijera, cuando en las pasadas
horas en tanto bien por vos me vía,
que me habíades de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?

Pues en una hora junto me llevastes
todo el bien que por términos me distes,
llevadme junto el mal que me dejastes.

Sino, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes, porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.



Gustavo Adolfo Bécquer

rima lxiv

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Como guarda el avaro su tesoro,
guardaba mi dolor;
le quería probar que hay algo eterno
a la que eterno me juró su amor.
Mas hoy le llamo en vano y oigo al tiempo
que le agotó, decir:
¡ah, barro miserable, eternamente
no podrás ni aun sufrir!



Gustavo Adolfo Bécquer

rima lxxi

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

No dormía; vagaba en ese limbo
en que cambian de forma los objetos,
misteriosos espacios que separan
la vigilia del sueño.
Las ideas que en ronda silenciosa
daban vueltas en torno a mi cerebro,
poco a poco en su danza se movían
con un compás más lento.
De la luz que entra al alma por los ojos
los párpados velaban el reflejo;
pero otra luz el mundo de visiones
alumbraba por dentro.
En este punto resonó en mi oído
un rumor semejante al que en el templo
vaga confuso al terminar los fieles
con un amén sus rezos.
Y oí como una voz delgada y triste
que por mi nombre me llamo a lo lejos,
y sentí olor de cirios apagados,
de humedad y de incienso.
.......................................
Entró la noche, y del olvido en brazos
caí, cual piedra, en su profundo seno.
No obstante al despertar exclamé:
¡alguno que yo quería ha muerto!



Gutierre de Cetina

a doña magina siguriosa

-- de Gutierre de Cetina --

Vuestro nombre, señora, que asigura
cuanto vuestra beldad hace dudoso,
demás de aquel mirar dulce y piadoso
han sido la ocasión de mi tristura.
Temía, y con razón, esta aventura,
puesto que fue el principio venturoso;
no era por mi parte temeroso,
mas de parte de vuestra hermosura.
El alma, en el tormento ejercitada,
de nueva sujeción quería librarse,
del antiguo error escarmentada.
Pero ¿cómo podía decir salvarse
quien tanto del primero mal se agrada
y no quiere de vos saber guardarse?



Gutierre de Cetina

como el que enfermedad de muerte tiene II

-- de Gutierre de Cetina --

Del cuidado mayor, que más quería,
un sospiro secreto en que abscondía
la hermosa ocasión de su tormento,
todo cuanto favor, cuanto contento
tuvo jamás, cuanto tener podría,
vandalio, pastor bético, ofrecía
al amor, muy lloroso y descontento.
«Señor dijo al fin si el sacrificio
miras cuál puede ser que mayor sea,
si a la intención tú sabes bien mi historia,
»sólo te pido, en premio del servicio,
la salud de amarílida: no vea
el mundo así perder su mayor gloria».



Gutierre de Cetina

tras lo que temo más voy rastreando

-- de Gutierre de Cetina --

Sin que espere hallar lo que quería,
y es de tal calidad la pena mía
que lo que huye más, anda buscando.
Se me va la verdad manifestando;
yo, por no la topar, busco otra vía;
si entendiese su mal mi fantasía
tendría por mejor vivir dudando.
Ha dado fe el temor a una sospecha
que no puede parar sino en mi daño,
y seguiréla hasta ver do para.
Querríala volver, más ¿qué aprovecha?
que aunque sea en su favor el desengaño,
sola la duda ya le cuesta cara.



Gutierre de Cetina

leandro que de amor en fuego ardía

-- de Gutierre de Cetina --

Puesto que a su deseo contrastaba
el fortunoso mar que no cesaba,
nadando a su pesar, pasar quería.
Mas viendo ya que el fin de su osadía
a la rabiosa muerte lo tiraba,
mirando aquella torre donde estaba
hero, a las fieras ondas se volvía;
a las cuales con ansia enamorada
dijo: «pues aplacar furor divino
enamorado ardor no puede nada,
»dejadme al fin llegar de este camino
pues poco ha de tardar, y a la tornada
secutad vuestra saña y mi destino».



Hernando de Acuña

Después que a César el traidor de Egipto

-- de Hernando de Acuña --

Después que a César el traidor de Egipto
dio la cabeza que el peor quería,
encubriendo las muestras de alegría,
en público lloró, como está escrito.

Y Aníbal, cuando al imperio aflito
vio que Fortuna desfavorecía,
rióse entre la gente que plañía,
encubriendo un dolor que era infinito.

Así a veces el ánimo, cualquiera
pasión que siente, so contrario manto
cubre con vista alegre o lastimera;

por do, si alguna vez, yo río o canto,
es por querer, con el placer de fuera,
encubrir mi secreto y triste llanto.



Santiago Montobbio

collage

-- de Santiago Montobbio --

Collage
ligeras cruzan las edades, hay quien las cuenta en días,
y a través de su lluvia y su ceniza
cada vez más difícil resulta el resistirse
al perezoso vivir animal de la costumbre.
No sé por qué los versos que ahora escribo
parecen versos clásicos, y total para decir
que si después de tanto tiempo aún hoy
aprieto tu recuerdo entiendo que
estoy condenado
a naufragar todos los días
con la vejez que da el saber
que aunque me he equivocado en todo
esto es algo que especialmente he hecho
en lo que más quería.



Anónimo

Romance de la reina de Nápoles

-- de Anónimo --

La triste reina de Nápoles
sola va, sin compañía;
va llorando y gritos dando
do su mal contar podía;
¡Quién amase la tristeza
y aborreciese alegría,
porque sepan los mis ojos
cuanto lloro yo tenía!
Yo lloré el rey, mi marido,
las cosas que yo más quería:
lloré al príncipe don Pedro,
que era la flor de Castilla.
Vínome lloro tras lloro,
sin haber consuelo un día.
Yo me estando en esos lloros,
vínome mensajería
de aquese buen rey de Francia,
que el mi reino me pedía.
Subiérame a una torre,
la más alta que tenía,
vi venir siete galeras
que en mi socorro venían;
dentro venía un caballero,
almirante de Castilla.
¡Bien vengas, el caballero,
buena sea tu venida!



Anónimo

Romance del alcaide de Alhama

-- de Anónimo --

-Moro alcaide, moro alcaide,
el de la barba vellida,
el rey os manda prender
porque Alhama era perdida.
-Si el rey me manda prender
porque Alhama se perdía,
el rey lo puede hacer,
mas yo nada le debía,
porque yo era ido a Ronda
a bodas de una mi prima;
yo dejé cobro en Alhama
el mejor que yo podía.
Si el rey perdió su ciudad,
yo perdí cuanto tenía:
perdí mi mujer y hijos,
las cosas que más quería.



Anónimo

Romance del rey don Juan de Navarra

-- de Anónimo --

Los aires andan contrarios,
el sol eclipse hacía,
la luna perdió su lumbre,
el norte no parecía,
cuando el triste rey don Juan
en la su cama yacía,
cercado de pensamientos,
que valer no se podía.
-¡Recuerda, buen rey, recuerda,
llorarás tu mancebía!
¡Cierto no debe dormir
el que sin dicha nacía!
¡Quién eres tú, la doncella?
dímelo por cortesía.
-A mí me llaman Fortuna,
que busco tu compañía.
-¡Fortuna, cuánto me sigues,
por la gran desdicha mía,
apartado de los míos,
de los que yo más quería!
¡Qué es de ti, mi nuevo amor,
qué es de ti, triste hija mía?
que en verdad hija tú tienes,
Estella, por nombradía.
¿Que es de ti, Olite y Tafalla?
¿qué es de mi genealogía?
¡Y ese castillo de Maya
que el duque me lo tenía!
Pero si el rey no me ayuda,
la vida me costaría.



Anónimo

Compañero, compañero...

-- de Anónimo --

-Compañero, compañero,
casóse mi linda amiga,
casóse con un villano,
que es lo que más me dolía.
Irme quiero a tornar moro
allende la morería,
cristiano que allá pasare
yo le quitaré la vida.
-No lo hagas, compañero,
no lo hagas, por tu vida.
De tres hermanas que tengo
darte he yo la más garrida,
si la quieres por mujer,
si la quieres por amiga.
-Ni la quiero por mujer,
ni la quiero por amiga,
pues que no pude gozar
de aquella que más quería.



Marilina Rébora

desencanto

-- de Marilina Rébora --

Desencanto
yo quisiera quererte como antes te quería,
y sentirte, como antes, en todo consecuente,
yo quisiera decirte: te quiero todavía...
Y recibirte, al fin, con ánimo sonriente.
Yo quisiera tomar tu mano con la mía,
y llevarlas fraternas, como antes, a mi frente,
guardándote a mi lado, junto a mí todo el día,
saber que estás conmigo, aunque te halles ausente.
Pero ya no es posible que esta dicha suceda
desde que el desencanto se apoderó del alma
y pienso que vivir así, tampoco pueda...
Porque quiero querer y mi amor se resiste,
porque quiero esperar, cuando no tengo calma,
porque quiero reír y por siempre estoy triste.



Medardo Ángel Silva

Balada del infante loco

-- de Medardo Ángel Silva --

El pálido Infante
una extraña locura tenía,
el pálido Infante
poseer una estrella quería...

Para curar su mal, el Rey hizo venir
de un imperio lejano a la Infanta más bella,
pero, el Príncipe, al ver sus ojos de zafir,
se acordó de la estrella...

Amarga era su vida hasta que, una mañana
—sin criados ni mastines,
el gerifalte al puño— lo vio pasar la gente cortesana;
se dijo que iba a cazar a la selva cercana...
No retornó jamás a sus jardines...

Y Carmín, el buen paje que persiguió su huella,
hallóle muerto frente al mar sonoro:
en sus ojos azules se miraba la estrella
como una lágrima de oro...



Nicanor Parra

la poesía terminó conmigo

-- de Nicanor Parra --

Yo no digo que ponga fin a nada
no me hago ilusiones al respecto
yo quería seguir poetizando
pero se terminó la inspiración.
La poesía se ha portado bien
yo me he portado horriblemente mal.
Qué gano con decir
yo me he portado bien
la poesía se ha portado mal
cuando saben que yo soy el culpable.
¡Está bien que me pase por imbécil!
la poesía se ha portado bien
yo me he portado horriblemente mal
la poesía terminó conmigo.



Juan Gelman

con amenazas y promesas con veneno y ajenjo...

-- de Juan Gelman --

Con amenazas y promesas con veneno y ajenjo
los albañiles edificaron la casa del rey
y después no pudieron holgar porque
vino la muerte a darles otro empleo
los albañiles le dijeron a la huesuda
no nos lleves hay qué hacer todavía
hay que revocar a fino las paredes hay que
limpiar las manchas de cal los carpinteros
tenían que mejorar el acabado
de las puertas los marcos de las puertas
los pintores no habían terminado de pintar
¿cómo nos vas a tomar ahora? le decían
pero la muerte dijo que
necesitaba un palacio como aquél y más
bello que aquél y quería que trabajaran para ella y
los empezó a separar por oficio
hasta que llegó a hiranyaka el mejor
de los albañiles autor de paredes famosas y cuando
lo iba a pasar al otro lado le preguntó
¿dónde está tu corazón?
tiene que venir también tu corazón
no lo tengo contestó hiranyaka
ha hecho su casa en una mujer
oh muerte restos de mi corazón
encontrarás en cada casa de este reino
en cada pared que levanté hay restos de mi
corazón
pero mi corazón
ha hecho su casa en una mujer



Juan Gelman

nota ii

-- de Juan Gelman --

Ya que moría mañana
me moriré anteanoche
con un cuchillito fino
voy a cavar el 76
para limpiarle las raíces a paco
las hojitas a paco
clavado al suelo como una mula rota
gente que me quería ayudar
después le toca al 77
para encontrar los ojos de rodolfo
como cielos terrestres
fríos fríos fríos
diseminados por ahí
mirada vacía ahora
va a haber que trabajar
limpiar huesitosque no hagan
negocio con la sombra
desapareciendo dejándose ir
a la tierra ponida sobre
los huesitos del corazón
compañeros denme valor
la sombra vuela alrededor
como un objeto en mi pieza
ni remedio que la pueda parar
ni corazón ni nada
ni la palabra nada
ni la palabra corazón
pañeroscompañeros



Juan Nicasio Gallego

Al cumpleaños de Para

-- de Juan Nicasio Gallego --

¡Pradina hermosa! cuando Dios quería,
y yo feliz tus ojos celebraba,
de tu presencia angelical gozaba
y en tu blando mirar me embebecía.

De tu boca dulcísima la mía
en tiernos besos el maná gustaba,
a tu bella garganta me abrazaba,
y de amor y placer desfallecía.

Mas hora ¡triste! de tu lado ausente,
de la esperanza el mentiroso halago
es cuanto gozo en mi dolor vehemente.

Beso un papel; abrazo el aire vago;
la hiel del tedio gusto solamente,
y en amargura y llanto me deshago.



Federico García Lorca

Árbol de canción

-- de Federico García Lorca --

Caña de voz y gesto,
una vez y otra vez
tiembla sin esperanza
en el aire de ayer.

La niña suspirando
lo quería coger;
pero llegaba siempre
un minuto después.

¡Ay sol! ¡Ay luna, luna!
Un minuto después.
Sesenta flores grises
enredaban sus pies.

Mira cómo se mece
una vez y otra vez,
virgen de flor y rama,
en el aire de ayer.



Francisco Sosa Escalante

A una viuda (Sosa Escalante)

-- de Francisco Sosa Escalante --

Ostentabas ayer la negra toca,
Del luto el trage y el tupido velo,
Y no sentir piedad de tanto duelo
Era tener el corazón de roca.

Hoy en el baile seductor, provoca
Al gozo tu mirar; parece un cielo
Tu régio trage azul, y amante anhelo
Alienta al verte la esperanza loca.

Goce en la tumba de eternal reposo
Quien su nombre y amor te diera un día,
Jurando en el altar ser fiel esposo.

¡Quién en los muertos piensa! la alegría
Irradie, Célia, en tu semblante hermoso,
Sin llorar por quien tanto te quería.



Francisco Sosa Escalante

Tu voz

-- de Francisco Sosa Escalante --

Más dulce que la brisa que suspira
Al posarse en el cáliz de las flores,
Más grata que del prado los rumores
Cuando la luz en occidente espira;

Más tierna que los ecos de la lira
Con que cantan su amor los trovadores,
Melodiosa cual de tiernos ruiseñores
La triste queja que el amor inspira.

Llegó á mí tu voz; profunda pena
Mi desgraciado corazón sentía
Y el alma estaba de amargura llena.

De tu voz á la célica armonía
Volvió mi vida á trascurrir serena
"Como otros tiempos, cuando Dios quería."



José Martí

a los espacios

-- de José Martí --

A los espacios
a los espacios entregarme quiero
donde se vive en paz, y con un manto
de luz, en gozo embriagador henchido,
sobre las nubes blancas se pasea,
y donde dante y las estrellas viven.
Yo sé, yo sé, porque lo tengo visto
en ciertas horas puras, cómo rompe
su cáliz una flor, y no es diverso
del modo, no, con que lo quiebra el alma.
Escuchad, y os diré: viene de pronto
como una aurora inesperada, y como
a la primera luz de primavera
de flor se cubren las amables lilas...
Triste de mí: contároslo quería
y en espera del verso, las grandiosas
imágenes en fila ante mis ojos
como águilas alegres vi sentadas.
Pero las voces de los hombres echan
de junto a mí las nobles aves de oro:
ya se van, ya se van: ved cómo rueda
la sangre de mi herida.
Si me pedís un símbolo del mundo
en estos tiempos, vedlo: un ala rota.
Se labra mucho el oro, el alma apenas!
ved cómo sufro: vive el alma mía
cual cierva en una cueva acorralada:
¡oh nono está bien:
me vengaré, llorando!



José Martí

en los tiempos

-- de José Martí --

En los tiempos...
En los tiempos de la maravilla
hubo una crueldad sumamente grande:
claváronle a un hombre
un hierro encendido
junto a la tetilla
y dijéronle: ¡ande!
él anduvo una vida asombrosa:
si se erguía, el hierro humeante
en el calor de su dolor nutrido
por los ambos costados se salía
y en los brazos clavábase triunfante:
si reclinarse y reposar quería
de las artes de los hombres
sorprendentes y extrañas,
con todo su peso el hierro oprimía
en sus, en sus nobles, en sus castas entrañas.



José Martí

cuentan que antaño

-- de José Martí --

Cuentan que antaño,y por si no lo cuentan,
invéntologo, un labriego que quería
mucho a un zorzal, a quien dejaba libre
surcar el aire y desafiar al viento
de cierto bravo halcón librarlo quiso
que en cazar por el ala adestró astuto
un señorín de aquellas cercanías,
y púsole al zorzal el buen labriego
sobre sus alas, otras dos, de modo
que el vuelo alegre al ave no impidiesen.
Salió el sol, y el halcón rompiendo nubes,
tras el zorzal, que a la querencia amable
del labrador inquieto se venía:
ya le alcanza: ya le hinca: ya estremece
en la mano del mozo el hilo duro:
mas guay del señorín!: el halcón sólo
prendió al zorzal, que diestro se le escurre,
por las alas postizas del labriego.
Así, quien casa por la rima, aprende
que en sus garras se escapa la poesía!



Carolina Coronado

en el álbum de una señora que quería que acabasen los consonantes en ío y en ía

-- de Carolina Coronado --

Señora, un álbum cuando yo me río
por la extraña y ridícula manía,
de escribir en los álbumes poesía
teniendo tan mal genio como el mío;
ya que no encuentre consonante en ío,
ya que no acierte a rematarlo en ía,
un dolor soberano de cabeza
me ha costado escribir esta simpleza.



Carolina Coronado

en un álbum de una señora que quería que se dijese algo acerca de la desgracia de ser mujer

-- de Carolina Coronado --

¡oh dios! nacer mujer es triste cosa,
desventurada suerte nos rodea,
¡ay infeliz de la que nace hermosa!
y ¡ay infeliz de la que nace fea!



Carolina Coronado

en el álbum de una que no quería más que la firma

-- de Carolina Coronado --

Ruéganme que sin enojo
estampe mi firma aquí;
tomo la pluma, la mojo,
sacúdola y hago así.



Carolina Coronado

en un álbum donde quería que le expresara quién fue el inventor del álbum

-- de Carolina Coronado --

¿quién inventó la poesía?
y ¿quién los álbumes hizo?
a la primera el demonio,
a los segundos su hijo.



Cristóbal de Castillejo

a uno que quería que le colgase un monte

-- de Cristóbal de Castillejo --

No sufre glosa ninguna,
porque huyen de rondón
la razón y la intención
por su parte cada una.

Y de tal entendimiento
el mote tan lexos va,
que no lo confesará
sino a fuerça de tormento.



Ramón de Campoamor

Amar y querer

-- de Ramón de Campoamor --

A la infiel más infiel de las hermosas

un hombre la quería y yo la amaba;

y ella a un tiempo a los dos nos encantaba

con la miel de sus frases engañosas.

Mientras él, con sus flores venenosas,

queriéndola, su aliento empozoñaba,

yo de ella ante los pies, que idolatraba,

acabadas de abrir echaba rosas.

De su favor ya en vano el aire arrecía;

mintió a los dos, y sufrirá el castigo

que uno le da por vil, y otro por necia.

No hallará paz con él, ni bien conmigo

él que sólo la quiso, la desprecia;

yo, que tanto la amaba, la maldigo.



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Ariiba