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Se han encontrado 42 poemas con la palabra queréis

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Gutierre de Cetina

si tantas partes hay por vuestra parte

-- de Gutierre de Cetina --

Para que os ame y que por vos sospire,
¿cómo queréis, mi bien, que me retire
de tal empresa y que de amar me aparte?
si el cielo en sola vos muestra y reparte
tal gracia y tal beldad que el mundo admire,
¿cómo queréis, mi bien, que el alma aspire
a nueva hermosura o con cuál arte?
si son nieve, oro, perlas y corales
los cabellos, la boca, el cuello, el pecho,
¿cómo queréis, mi bien, que no me encienda?
si vuestros modos más que naturales
me tienen tan vencido y tan estrecho,
¿cómo queréis, mi bien, que me defienda?

Poema si tantas partes hay por vuestra parte de Gutierre de Cetina con fondo de libro

Juan Ramón Jiménez

dios de amor

-- de Juan Ramón Jiménez --

Lo que queráis, señor;
y sea lo que queráis.
Si queréis que entre las rosas
ría hacia los matinales
resplandores de la vida,
que sea lo que queráis.
Si queréis que entre los cardos
sangre hacia las insondables
sombras de la noche eterna,
que sea lo que queráis.
Gracias si queréis que mire,
gracias si queréis cegarme;
gracias por todo y por nada,
y sea lo que queráis.
Lo que queráis, señor;
y sea lo que queráis.

Poema dios de amor de Juan Ramón Jiménez con fondo de libro

Gutierre de Cetina

tan puesto tengo en vos el pensamiento

-- de Gutierre de Cetina --

Que ya ni pienso en mí, ni pensar quiero;
si tengo bien, por vos pasa primero;
de vos viene si tengo algún tormento.
Hace mi voluntad su fundamento
en la vuestra, y recíbela por fuero;
en mi propio querer soy el postrero,
sólo lo que queréis quiero y consiento.
Si alegre os veo a vos, luego me alegro;
si tristeza tenéis, luego estoy triste;
si os volvéis alegrar, vuelvo alegrarme.
Lo negro es blanco y lo blanco es negro
como queréis: luego al alma viste
el efecto que vos queréis mostrarme.

Poema tan puesto tengo en vos el pensamiento de Gutierre de Cetina con fondo de libro

¿Para quién son mis versos?

-- de Vicenta Castro Cambón --

PARA quién mis versos
son queréis saber?...

¿Para quién fabrica
la abeja su miel?...
¿Para quién el astro
derrama su luz?...
¿Para quién da aroma
la violeta azul?...

La abeja fabrica
su dulce panal
para el hombre; a veces
al bruto lo da.
Para los no ciegos
la luz del sol es;
la luz se da a veces
a los que no ven.
Para el que amar sabe
lo bello, es la flor;
la flor se da a veces
al sin corazón.

¿Para quién mis versos
son queréis saber?...
Para los que un alma
sensible tenéis.
Mas... ¿A quién con versos
mi alma a veces doy?
A veces... A veces...
Calla, corazón!



Juan Ramón Jiménez

a dios en primavera

-- de Juan Ramón Jiménez --

Señor, matadme, si queréis.
(Pero, señor, ¡no me matéis!)
señor dios, por el sol sonoro,
por la mariposa de oro,
por la rosa con el lucero,
los corretines del sendero,
por el pecho del ruiseñor,
por los naranjales en flor,
por la perlería del río,
por el lento pinar umbrío,
por los recientes labios rojos
de ella y por sus grandes ojos...
¡Señor, señor, no me matéis!
(...Pero matadme, si queréis)



Adelardo López de Ayala

Dos madrigales en uno

-- de Adelardo López de Ayala --

Yo a Enriqueta le diría
que su gracia me subyuga,
que me encanta su talento,
y hasta su nombre me gusta...

Mas temo que Margarita,
al escucharme, presuma
que la agravio, y el respeto
me deja la lengua muda.

Yo también a Margarita,
en más feliz coyuntura,
de sus muchas perfecciones
pudiera elogiarle algunas...

Pero temo que Enriqueta
me diga con faz adusta,
que requiebros duplicados
no tienen gracia ninguna.

Niñas: ¿queréis que un momento,
para hablaros, os desuna?
Dos tórtolas en un árbol
están muy bonitas juntas...;
Pero, al volar, si son libres,
toman diferente ruta...

Y no es mucho mirar luego
cómo encuentra cada una
su dulce compaña, y cómo
se dan el pico y se arrullan.



Amado Nervo

Kalpa

-- de Amado Nervo --

-¿Queréis que todo esto vuelva a empezar?
-Sí -responden a coro.
Also Sprach Zarathustra

En todas las eternidades
que a nuestro mundo precedieron,
¿cómo negar que ya existieron
planetas con humanidades;

y hubo Homeros que describieron
las primeras heroicidades,
y hubo Shakespeares que ahondar supieron
del alma en las profundidades?

Serpiente que muerdes tu cola,
inflexible círculo, bola
negra, que giras sin cesar,

refrán monótono del mismo
canto, marea del abismo,
¿sois cuento de nunca acabar?...



Leandro Fernández de Moratín

soneto. para el retrato de felipe blanco primer gracioso del teatro de barcelona 1816

-- de Leandro Fernández de Moratín --

¿me veis que serio estoy? pues no os espante
la adusta gravedad de mi persona,
que adentro tengo el alma retozona
diverso de mi genio es mi semblante.
Prosa o verso me dicten elegante
los que trepan al cerro de helicona,
mis gracias aseguran su corona
cuando animo la crítica picante.
Los que quieren gemir y dar suspiros,
y sus lágrimas compran con dinero,
lloren, oyendo heroicidades tristes;
mas si queréis vosotros divertiros,
venid a mí: que el amargor severo
de la verdad os disimulo en chistes.



Lope de Vega

Entre las soledades, don Francisco

-- de Lope de Vega --

Entre las soledades, don Francisco,
donde el último Nilo se derrama,
ni vive fiera en campo, ni ave en rama,
ni gitano pastor conduce aprisco.

Apenas nace al sol verde lentisco
cuando es ceniza de su ardiente llarna
aquí llorando me llamó una dama
desde la punta de un excelso risco.

Enternecido yo (piedad humana),
mas si queréis que os cuente alguna cosa
sabed que lo soñaba esta mañana,

cuando el rocío del aurora hermosa
en copa de cristal teñida en grana
con brindis al jazmín, bebió la rosa.



Lope de Vega

Señora, aunque soy pobre, no venía

-- de Lope de Vega --

Señora, aunque soy pobre, no venía
a pediros limosna; que buscaba
un cierto licenciado que posaba
en estas casas, cuando Dios quería.

Extraña siempre fue la estrella mía;
que a un pobre parecí desde la aldaba,
pues ya que a la ventana os obligaba,
trujistes desde allá la fantasía.

No porque culpa vuestro engaño sea,
que a tal Dios le provea no replican
mis hábitos, que son de ataracea.

No mis letras, mis penas significan;
pero ¿cómo queréis que me provea,
si tales como vos se lo suplican?



Pues servís a un perdido, y tan perdidos

-- de Luis Carrillo y Sotomayor --

Pues servís a un perdido, y tan perdidos,
dejadme, pensamientos desdichados.
Basten los pasos por mi mal andados,
basten los pasos por mi mal perdidos.

¿Qué, osados, me queréis? ¿A dó, atrevidos,
montes altos ponéis de mis cuidados?
Mirad vuestros iguales fulminados,
mirad los robles de su piel vestidos.

Dan vida a mi mediano pensamiento
el ver un pino y una fuente clara
en esta soledad que el alma adora.

El árbol tiembla al proceloso viento,
corrida el agua de humildad, no para:
que el alto teme y el humilde llora.



Góngora

la dulce boca

-- de Góngora --

La dulce boca que a gustar convida
un humor entre perlas destilado,
y a no invidiar aquel licor sagrado
que a júpiter ministra el garzón de ida,
¡amantes! no toquéis si queréis vida:
porque entre un labio y otro colorado
amor está de su veneno armado,
cual entre flor y flor sierpe escondida.
No os engañen las rosas que al aurora
diréis que aljofaradas y olorosas
se le cayeron del purpúreo seno.
Manzanas son de tántalo y no rosas,
que después huyen dél que incitan ahora
y sólo del amor queda el veneno.



Góngora

La dulce boca que a gustar convida

-- de Góngora --

La dulce boca que a gustar convida
un humor entre perlas destilado,
y a no invidiar aquel licor sagrado
que a Júpiter ministra el garzón de Ida,

¡amantes! no toquéis si queréis vida:
porque entre un labio y otro colorado
Amor está de su veneno armado,
cual entre flor y flor sierpe escondida.

No os engañen las rosas que al Aurora
diréis que aljofaradas y olorosas
se le cayeron del purpúreo seno.

Manzanas son de Tántalo y no rosas,
que después huyen dél que incitan ahora
y sólo del Amor queda el veneno.



Jorge Manrique

esparza hallo que ningún poder

-- de Jorge Manrique --

Hallo que ningún poder
ni libertad en mí tengo,
pues ni estoy ni voy ni vengo
donde quiere mi querer:
que si estoy, vos me tenéis;
si voy, vos me lleváis;
si vengo, vos me traéis;
así que no me dejáis,
señora, ni me queréis.



Jorge Manrique

canción cuanto más pienso serviros

-- de Jorge Manrique --

I
cuanto más pienso serviros,
tanto queréis más causar
que gaste mi fe en suspiros
y mi vida en desear
lo que no puedo alcanzar.
Ii
bien conozco que estoy ciego
y que mi gran fe me ciega,
y que esperando me niega
que no os venceréis de ruego,
y que, por mucho serviros,
no dejaréis de causar
que gaste mi fe en suspiros
y mi vida en desear
lo que no puedo alcanzar.



Jorge Manrique

glosa «sin dios y sin vos y mí»

-- de Jorge Manrique --

I
yo soy quien libre me vi,
yo, quien pudiera olvidaros:
yo soy el que, por amaros,
estoy, desque os conocí,
sin dios y sin vos y mí.
Ii
sin dios, porque en vos adoro:
sin vos, pues no me queréis;
pues sin mí, ya está de coro
que vos sois quien me tenéis.
Así que triste nací,
pues que pudiera olvidaros
yo soy el que por amaros
estoy, desque os conocí,
sin dios y sin vos y mí.



Jorge Manrique

Esparza: Hallo que ningún poder

-- de Jorge Manrique --

Hallo que ningún poder
ni libertad en mí tengo,
pues ni estoy ni voy ni vengo
donde quiere mi querer:
que si estoy, vos me tenéis;
si voy, vos me lleváis;
si vengo, vos me traéis;
así que no me dejáis,
señora, ni me queréis.



Jorge Manrique

Glosa: «Sin Dios y sin vos y mí»

-- de Jorge Manrique --

I

Yo soy quien libre me vi,
yo, quien pudiera olvidaros:
yo soy el que, por amaros,
estoy, desque os conocí,
sin Dios y sin vos y mí.

II

Sin Dios, porque en vos adoro:
sin vos, pues no me queréis;
pues sin mí, ya está de coro
que vos sois quien me tenéis.
Así que triste nací,
pues que pudiera olvidaros
yo soy el que por amaros
estoy, desque os conocí,
sin Dios y sin vos y mí.



César Vallejo

he aquí que hoy saludo...

-- de César Vallejo --

He aquí que hoy saludo, me pongo el cuello y vivo,
superficial de pasos insondable de plantas.
Tal me recibo de hombre, tal más bien me despido
y de cada hora mía retoña una distancia.
¿Queréis más? encantado.
Políticamente, mi palabra
emite cargos contra mi labio inferior
y económicamente,
cuando doy la espalda a oriente,
distingo en dignidad de muerte a mis visitas.
Desde totales códigos regulares saludo
al soldado desconocido
al verso perseguido por la tinta fatal
y al saurio que equidista diariamente
de su vida y su muerte,
como quien no hace la cosa.
El tiempo tiene un miedo ciempiés a los relojes.
(Los lectores pueden poner el título que quieran a este poema)



Dolores Veintimilla

A mis enemigos

-- de Dolores Veintimilla --

¿Qué os hice yo, mujer desventurada
Que en mi rostro, traidores, escupís
De la infame calumnia la ponzoña
Y así matáis a mi alma juvenil?

¿Qué sombra os puede hacer una insensata
Que arroja de los vientos al confín
Los lamentos de su alma atribulada
Y el llanto de sus ojos ¡ay de mí!

Envidiáis, envidiáis que sus aromas
Le dé a las brisas mansas el jazmín?
Envidiáis que los pàjaros entonen
Sus himnos cuando el sol viene a lucir?

No! no os burlèis de mí sino del cielo....
Que, al hacerme tan triste e infeliz,
Me dió para endulzar mi desventura
De ardiente inspiración rayo gentil.

Por qué, por qué queréis que yo sofoque
Lo que en mi pensamiento osa vivir?
Por qué matáis para la dicha mi alma?
Por qué ¡cobardes a traición! me herís?

No dan respeto la mujer, la esposa,
La madre amante a vuestra lengua vil....
Me marcáis con el sello de la impura....
Ay! nada! nada! respetáis en mí!



Pedro Soto de Rojas

Ausentándose por no ofenderla

-- de Pedro Soto de Rojas --

Hermosa Fénix, si la luz serena
de vuestros claros ojos no abrasara,
su pureza devoto contemplara,
que al no encendido, al temerario enfrena;

mas si mi vista enciende y desordena,
cual suele el viento y fuego a polvo y vara,
si, aunque se oculta, sierpe ostenta clara
purpúrea rosa y cándida azucena,

¿cómo queréis que mire vuestros ojos
menos que con intento así advertido?
Ausente estoy mejor, si os causo enojos:

adiós, Fénix, adiós, que voy perdido;
huyendo voy de amor y sus antojos,
mas, ay, que viene a la memoria asido.



Juan Bautista Arriaza

Brindando por la última batalla

-- de Juan Bautista Arriaza --

Venid, ticianos, a ilustrar pinceles:
Fidias, llegad a eternizar metales:
prevenid plumas, cisnes inmortales
prodigad, Musas, cantos y laureles.

Seréis divinos cuando seáis más fieles
pintando, ya de Galia en los umbrales,
al Cid britano; y d pavor mortales
huyendo de él los bárbaros crueles.

Unid al cuadro en mágicos colores
la independencia hispana, y su alta gloria,
como hermanas gozándose entre flores.

Y si queréis más timbre a su memoria,
llamadle vencedor de vencedores,
y a su triunfo victoria de Vitoria.



Gutierre de Cetina

bastar debiera, ¡ay, dios!, bastar debiera

-- de Gutierre de Cetina --

Señora, el ser cruel, áspera y dura,
sin que por adornar la hermosura
que al mundo es hoy un sol, tal nombre os diera.
Bastar debiera, ¡ay, dios!, mostraros fiera
siempre a la obstinación de mi locura,
sin que por el color mi desventura
de nueva crueldad temor tuviera.
Si queréis que a entender me dé el vestido
cuál es la condición esquiva y dura,
volverlo del revés y será cierto:
lo encarnado cruel quede escondido,
mostrad lo blanco que es limpieza pura;
será el engaño así más encubierto.



Gutierre de Cetina

por nuestro polo el sol no parescía

-- de Gutierre de Cetina --

Al venturoso antártico alumbraba,
cuando un pastor que, sin él, ciego estaba,
con lágrimas llorando, así decía:
«¡oh luz sola que luz da al alma mía!
mas, ¡ay!, ¿qué digo luz?: que la daba
cuando dejaros ver ya os agradaba.
¿Quién de veros me aparta y me desvía?
»si no meresce ver beldad del cielo
un mísero pastor desventurado,
si no os queréis mostrar porque no os vea,
»considerad, por dios, gloria del suelo,
que el alma, que ya en vos se ha transformado,
no os dejará de ver doquier que sea».



Gutierre de Cetina

luz de estos ojos tristes que solía

-- de Gutierre de Cetina --

Alegrarlos mirando alegremente,
vida por quien la mía ahora siente
harto más que el morir vuestra porfía,
¿por cual razón, ¡ay, bien del alma mía!
turbado por un súbito accidente
luego a mi verdad no se consiente?
¿cual injusta ocasión de mí os desvía?
si mi vivir, señora, os desagrada,
si dura mucho ya una buena suerte,
si privarme queréis del bien pasado,
no os me enojéis, no os me mostréis airada:
que como me quitasteis de la muerte,
me la podéis volver de vuestro grado.



Gutierre de Cetina

pues todavía queréis ir mis suspiros

-- de Gutierre de Cetina --

Do siempre soléis ser tan mal tratados,
trabajad de llegar disimulados,
quizá con tal ardid querrán oíros.
Sabe amor si quisiera hora seguiros
para ver si osaréis ser tan osados;
mas, ¿para qué?, si van dos mil cuidados
míos allá, tras vos, para serviros.
Si os llegáis, al llegar, con la osadía
que hora partís de mí, decilde manso:
«señora, pïedad, ¿por qué tan fiera?»
mas si, como he temor, de sí os desvía,
básteos darle a entender con un descanso
cómo el verme sin él hace que muera.



Gutierre de Cetina

vete, falsa visión, no me atormentes

-- de Gutierre de Cetina --

Déjame estar, que no quiero creerte;
mi ventura consiste en que no acierte,
tú quieres que lo sepa yo y las gentes.
Vete, temor villano y no me cuentes
cosa que con mi fe no se concierte;
vete, sospecha loca; ésta es mi suerte:
que me maten mil sombras aparentes.
Vete, fuego infernal, celosa furia,
fiera imaginación, cruel, dañosa;
no me deis, pues no os pido, el desengaño.
Creyendo el bien a nadie hago injuria.
¿Por qué queréis hacer tan sospechosa
a mi señora, y a mí un mal extraño?



Gutierre de Cetina

está en mi alma mi opinión escrita

-- de Gutierre de Cetina --

Con tal fuerza de amor, tan bien guardada,
que si de vuestra saña no es borrada,
a la par con la vida en ella habita.
Bien me podéis vos dar pena infinita,
amor os da el poder como le agrada,
mas excusar que no seáis amada
de mí, con tal beldad, ¿quién me lo quita?
aborrecerme vos podéis, señora,
afecto tan contrario al ardor mío,
y aun desearme, si queréis la muerte;
mas que no os ame esta alma que os adora...
Ni vos ni vuestra saña, yo lo fío,
podéis mudar lo que me cupo en suerte.



Ventura de la Vega

La cita (Ventura de la Vega)

-- de Ventura de la Vega --

Nunca más bello color
dio al horizonte tu llama,
astro de eterno fulgor,
al esconder tu esplendor
la cumbre de Guadarrama.

Nunca tu aroma sentí
más delicioso que ahora,
linda rosa carmesí;
nunca más bella te vi
con las perlas de la aurora.

Arroyo, que turbio y feo
ayer te vi deslizar,
¿cómo tan limpio te veo,
que ya de tu fondo creo
las arenillas contar?

Galanos campos que hacéis
de toda esta pompa alarde,
¿a quién celebrar queréis?
¿O es por dicha que sabéis
que viene Laura esta tarde?



Vicente García de la Huerta

Sentimientos amorosos

-- de Vicente García de la Huerta --

Hermoso y adorado dueño mío,
copia y compendio del hermoso cielo,
origen de mi mal y mi desvelo,
norte de mi cuidado y albedrío;

cobrad aliento, resucite el brío
que muerto yace en tanto desconsuelo;
no así, siendo su sol, neguéis al suelo
la luz que eclipsa ese desmayo frío.

Libre del daño que esgrimió a mi vida
en vuestro riesgo mi contraria suerte,
bien podéis ya alentar asegurada;

si no queréis, dulcísima homicida,
que en Fabio sea verdadera muerte
la que en vos sólo es muerte figurada.



Rosalía de Castro

Cayendo van los bravos combatientes

-- de Rosalía de Castro --

Cayendo van los bravos combatientes
Y más se aclaran cada vez las filas.
No lloréis, sin embargo;
En el vacío que los muertos dejan
Otros vendrán a proseguir la liza.

¡Vendrán!...; Mas presto del vampiro odioso
Destruid las guaridas,
Si no queréis que los guerreros vuelvan
Tristes y obscuros a morir sin gloria
Antes de ver la patria redimida.



Julio Flórez

introducción

-- de Julio Flórez --

El verso debe ser claro y sonoro
como el agua del mar y como el oro.
El verso debe ser firme y radiante,
lo mismo que el acero y el diamante.
Debe ceñir inmarcesibles galas,
subyugar o abatir... Y tener alas.
Trabajo es gloria: ¡trabajad, poeta,
mellad vuestro buril en la faceta!
si queréis oficiar en el santuario
de la fama, triunfar en la tarea,
cread... Y sed orfebre y lapidario:
haced un luminar de cada idea
y haced de cada verso un solitario.
Julio flórez



Federico García Lorca

Memento

-- de Federico García Lorca --

Cuando yo me muera,
enterradme con mi guitarra
bajo la arena.

Cuando yo me muera,
entre los naranjos
y la hierbabuena.

Cuando yo me muera,
enterradme si queréis
en una veleta.

¡Cuando yo me muera!



Fernando de Herrera

De vos ausente, ocupa en llanto el día

-- de Fernando de Herrera --

De vos ausente, ocupa en llanto el día,
y la noche me acoge en mi lamento,
y para más dolor, conmigo cuento
mi breve bien perdido y alegría.

Vuestro duro rigor ya bien debía
enternecerse de mi sentimiento,
y descubrirme en tanto apartamiento
un rayo solo de la lumbre mía.

Pero si vos queréis con este olvido
alentar la pasión que me maltrata,
lo hecho sobra ya para venganza.

Mas aunque en soledad y aborrecido,
no podréis, aunque más podáis, ingrata,
que yo no os ame, ajeno de esperanza.



Baltasar del Alcázar

El nombre de Pedro

-- de Baltasar del Alcázar --

Este nombre, Pedro, es bueno,
por la memoria estimado
del Pontífice nombrado
sucesor del Nazareno.

Pero si queréis quitalle
la cuarta letra y dejalle,
se resuelve en un suspiro
que ninguno habrá que a tiro
de arcabuz os esperalle.



Carolina Coronado

en el álbun de una señora que pedía versos largos y cortos

-- de Carolina Coronado --

Los versos más largos y aquéllos más cortos
que tengan del arte las reglas concisas,
señora, aunque sean horribles abortos
decís que queréis en letras precisas;
vos
ni
dios
a
mi musa ignorante de tales hazañas
inspiran, señora, el grande talento
de hacer en el álbum, con formas extrañas,
la rara poesía del genio portento
que
yo
no
sé.



Carolina Coronado

respuesta a un poeta

-- de Carolina Coronado --

Cuando exhala de esa suerte
vuestra lira dormitando
un eco tan dulce y blando
¿a qué queréis que despierte?
dejadlo siempre soñando.
Ni vos debéis lamentar
que estén sus cuerdas rompidas,
pues que las sabéis pulsar
tan bien que por vos heridas
aun rotas quieren sonar.
Ni digáis que los azares
apagan vuestros destellos,
cantad con vuestros pesares,
porque los tristes cantares
son los cantares más bellos.
Mas no queráis vuestro acento
rendir, cantor a mis pies,
elévese al firmamento
que su camino es el viento
y el cielo su trono es.



Cristóbal de Castillejo

a un maestresala

-- de Cristóbal de Castillejo --

Maestresala, sentir pena
no debéis d'esta costumbre;
que siendo tan ruin la cena,
ruin ha de ser, y no buena,
la lumbre con que se alumbre;
pero puédese pensar,
de veros ir con linterna
acompañando al manjar,
que queréis con él entrar
a cenar en la taberna.



Cristóbal de Castillejo

a un mal pagador

-- de Cristóbal de Castillejo --

Pues no se escusa perderos,
según que camino va,
yerro pienso que será
dexar perder mis dineros.

Y pues por tan poco precio
perderme, señor, queréis,
más quiero que me acuséis
de importuno que de necio.



Cristóbal de Castillejo

a un caballero

-- de Cristóbal de Castillejo --

Por grosera cosa ser
los dexó toda la gente;
y vos, por bien parecer,
holgáis, señor, de traer
el vuestro públicamente;
por tanto, si no queréis
que reniegue la paciencia,
suplícoos que os le quitéis,
salvo si no le traéis
en señal de penitencia.

Qu'en traer tan sin razón
collar que tan poco pesa,
a muchos dais ocasión,
señor, de murmuración,
juzgándolo por empresa;
mas, pues para lo dexar
hay uso sobre razón,
no lo debéis dilatar,
porque tan pobre collar
peor es que de jubón.



Rubén Darío

rima xii

-- de Rubén Darío --

¿que no hay alma? ¡insensatos!
yo la he visto: es de luz...
(Se asoma a tus pupilas
cuando me miras tú.)
¿Que no hay cielo? ¡mentira!
¿queréis verle? aquí está.
(Muestra, niña gentil,
ese rostro sin par,
y que de oro lo bañe
el sol primaveral.)
¿Que no hay dios? ¡qué blasfemia!
yo he contemplado a dios...
(En aquel casto y puro
primer beso de amor,
cuando de nuestras almas
las nupcias consagró.)
¿Que no hay infierno? sí, hay...
(Cállate, corazón,
que esto bien por desgracia,
lo sabemos tú y yo.)



Rubén Darío

Rima XII (Rubén Darío)

-- de Rubén Darío --

¿Que no hay alma? ¡Insensatos!
Yo la he visto: es de luz...
(Se asoma a tus pupilas
cuando me miras tú.)

¿Que no hay cielo? ¡Mentira!
¿Queréis verle? Aquí está.
(Muestra, niña gentil,
ese rostro sin par,
y que de oro lo bañe
el sol primaveral.)

¿Que no hay Dios? ¡Qué blasfemia!
Yo he contemplado a Dios...
(En aquel casto y puro
primer beso de amor,
cuando de nuestras almas
las nupcias consagró.)

¿Que no hay infierno? Sí, hay...
(Cállate, corazón,
que esto bien por desgracia,
lo sabemos tú y yo.)



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