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-- de Rosalía de Castro --
«Los muertos van de prisa»,
El poeta lo ha dicho;
Van tan de prisa, que sus sombras pálidas
Se pierden del olvido en los abismos
Con mayor rapidez que la centella
Se pierde en los espacios infinitos.
«Los muertos van de prisa»; mas yo creo
Que aún mucho más de prisa van los vivos.
¡Los vivos!, que con ansia abrasadora,
Cuando apenas vivieron
Un instante de gloria, un solo día
De júbilo, y mucho antes de haber muerto,
Unos a otros sin piedad se entierran
Para heredarse presto.
A sus plantas se agitan los hombres,
Como el salvaje hormiguero,
En cualquier rincón oculto
Poema "Los muertos van de prisa" de Rosalía de Castro
-- de Jorge Guillén --
Albor. El horizonte
entreabre sus pestañas,
y empieza a ver. ¿Qué? nombres.
Están sobre la pátina
de las cosas. La rosa
se llama todavía
hoy rosa, y la memoria
de su tránsito, prisa.
Prisa de vivir más.
A lo largo amor nos alce
esa pujanza agraz
del instante, tan ágil
que en llegando a su meta
corre a imponer después.
Alerta, alerta, alerta,
yo seré, yo seré.
¿Y las rosas? pestañas
cerradas: horizonte
final. ¿Acaso nada?
pero quedan los nombres.
Poema "los nombres" de Jorge Guillén
-- de Alfonsina Storni --
Lo encontré en una esquina de la calle Florida
Más pálido que nunca, distraído como antes,
Dos largos años hubo poseído mi vida...
Lo miré sin sorpresa, jugando con mis guantes.
Y una pregunta mía, estúpida, ligera,
De un reproche tranquilo llenó sus transparentes
Ojos, ya que le dije de liviana manera:
-¿Por qué tienes ahora amarillos los dientes?
Me abandonó. De prisa le vi cruzar la calle
Y con su manga oscura rozar el blanco talle
De alguna vagabunda que andaba por la vía.
Perseguí por un rato su sombrero que huía...
Después fue, ya lejana, una mancha de herrumbre.
Y lo engulló de nuevo la espesa muchedumbre.
Poema "Encuentro" de Alfonsina Storni
-- de Alfonsina Storni --
Lo encontré en una esquina de la calle Florida
Más pálido que nunca, distraído como antes,
Dos largos años hubo poseído mi vida...
Lo miré sin sorpresa, jugando con mis guantes.
Y una pregunta mía, estúpida, ligera,
De un reproche tranquilo llenó sus transparentes
Ojos, ya que le dije de liviana manera:
-¿Por qué tienes ahora amarillos los dientes?
Me abandonó. De prisa le vi cruzar la calle
Y con su manga oscura rozar el blanco talle
De alguna vagabunda que andaba por la vía.
Perseguí por un rato su sombrero que huía...
Después fue, ya lejana, una mancha de herrumbre.
Y lo engulló de nuevo la espesa muchedumbre.
Poema "Encuentro (Storni)" de Alfonsina Storni
-- de Alfonso Reyes --
Al declinar la tarde, se acercan los amigos;
pero la vocecita no deja de llorar.
Cerramos las ventanas, las puertas, los postigos,
pero sigue cayendo la gota de pesar.
No sabemos de donde viene la vocecita;
registramos la granja, el establo, el pajar.
El campo en la tibieza del blando sol dormita,
pero la vocecita no deja de llorar.
¡La noria que chirría! dicen los más agudos
pero ¡si aquí no hay norias! ¡que cosa tan singular!
se contemplan atónitos, se van quedando mudos
porque la vocecita no deja de llorar.
Ya es franca desazón lo que antes era risa
y se adueña de todos un vago malestar,
y todos se despiden y se escapan de prisa,
porque la vocecita no deja de llorar.
Cuando llega la noche, ya el cielo es un sollozo
y hasta finge un sollozo la leña del hogar.
A solas, sin hablarnos, lloramos un embozo,
pero la vocecita no deja de llorar.
Poema "el llanto" de Alfonso Reyes
-- de Amado Nervo --
Me dejaste como ibas de pasada
lo más inmaterial que es tu mirada.
Yo te dejé como iba tan de prisa
lo más inmaterial, que es mi sonrisa.
Pero entre tu mirada y mi risueño
rostro quedó flotando el mismo sueño.
Poema "lo más inmaterial" de Amado Nervo
-- de Amado Nervo --
Soy un viajero que tiene prisa
de partir.
Soy un alma impaciente e insumisa
que se quiere ir.
Soy un ala que trémula verbero...
¿Cuándo vas, oh destino, a quitar
de mi pie tu grillete de acero
y ¡por fin! a dejarme volar?
Poema "impaciencia" de Amado Nervo
-- de Lope de Vega --
Píramo triste, que de tisbe mira
teñido en sangre el negro manto, helose;
vuelve a mirar, y sin morir muriose,
esfuérzase a llorar, tiembla y suspira.
Ya llora con piedad y ya con ira;
al fin para que el alma en paz repose,
sobre la punta de la espada echose
y, sin partir el alma, el cuerpo espira.
Tisbe vuelve y le mira apenas, cuando
arroja el blanco pecho al hierro fuerte,
más que de sangre de piedad desnudo.
Píramo, que su bien mira espirando,
diose prisa a morir, y así la muerte
juntó los pechos, que el amor no pudo.
Poema "píramo triste, que de tisbe mira" de Lope de Vega
-- de Lope de Vega --
No sabe qué es amor quien no te ama,
celestial hermosura, esposo bello;
tu cabeza es de oro, y tu cabello
como el cogollo que la palma enrama.
Tu boca como lirio que derrama
licor al alba; de marfil tu cuello;
tu mano el torno y en su palma el sello
que el alma por disfraz jacintos llama.
¡Ay, Dios!, ¿en qué pensé cuando, dejando
tanta belleza y las mortales viendo,
perdí lo que pudiera estar gozando?
Mas si del tiempo que perdí me ofendo,
tal prisa me daré, que una hora amando
venza los años que pasé fingiendo.
Poema "No sabe qué es amor quien no te ama" de Lope de Vega
-- de Líber Falco --
Brotando lenta, apacible y lenta,
nacida de las cosas, como un milagro sin prisa
la noche se estaba ahí, puesta.
Era un milagro la noche, y era blanca.
Las cosas todas eran blancas
y blancas eras las casas de los hombres.
Cerca, el mar estaba ausente.
Y por las calles de Malvín
los amigos cantaban:
–"El ejército del pueblo
una tarde cruzó el río".
Era blanca la noche,
era muy blanca.
Hacia abajo, por las calles, yelo,
niebla blanca. Pequeños, inmensos,
desvaídos como en un sueño,
los que cantaban, cantan.
Oh! canto libre. Vienes secreto
mientras la noche esplende
fija, total, definitiva
como una enorme rosa blanca.
Poema "Una noche en Malvín" de Líber Falco
-- de Jaime Torres Bodet --
Aunque si nada en mi interior te altera,
todo fuera de mí te transfigura
y, en ese tiempo que a ninguno espera,
vas más de prisa que mi desventura.
Del árbol que cubrió tu sepultura
quisiera ser raíz, para que fuera
abrazándote a cada primavera
con una vuelta más, lenta y segura.
Pero en la soledad que nos circunda
ella te enlaza, te defiende, te ama,
mientras que yo tan sólo te recuerdo.
Y, al comparar su terquedad fecunda
con la impaciencia en que mi amor te llama,
siento por vez primera que te pierdo.
Poema "continuidad iv" de Jaime Torres Bodet
-- de Jorge Debravo --
Mujer, toda mi sangre está presente
contigo en esa lucha que sostienes.
Contigo está mi amor incandescente
y en tu llanto y en tu duelo me contienes.
Nunca en la vida estuve tan de prisa,
tan lleno de relámpagos y ruegos,
como ahora que ha muerto tu sonrisa
y están con tu dolor todos tus llantos y fuegos.
Nunca estuvo mi amor tan a tu lado,
nunca como esta noche de tortura,
cuando sufre mi amor crucificado
en el mismo tablón de tu amargura!
Poema "parto" de Jorge Debravo
-- de César Vallejo --
A la cabeza de mis propios actos,
corona en mano, batallón de dioses,
el signo negativo al cuello, atroces
el fósforo y la prisa, estupefactos
el alma y el valor, con dos impactos
al pie de la mirada; dando voces;
los límites, dinámicos, feroces;
tragándome los lloros inexactos,
me encenderé, se encenderá mi hormiga,
se encenderán mi llave, la querella
en que perdí la causa de mi huella.
Luego, haciendo del átomo una espiga,
encenderé mis hoces al pie de ella
y la espiga será por fin espiga.
Poema "marcha nupcial" de César Vallejo
-- de Emilio Bobadilla --
Del frío y de la nieve con temor te resguardas
y al amago tan sólo de una fiebre benigna,
llamas de prisa al médico, cual si fuese maligna,
y arropado hasta el cuello, cama afligido guardas.
Si te roban o atentan a tu vida, castigan
a presidio o al palo al audaz delincuente,
y si cualquiera en público te grita o te desmiente
le mandas los padrinos y a batirse le obligan.
Aun en defensa propia matar a alguien te aterra.
En la guerra, al contrario, matar es un deporte:
no es lo mismo la vida en la paz que en la guerra.
Qué más da que te maten, que caigas prisionero,
o que un médico ignaro una pierna te corte...
En la paz eres alguien; en la guerra eres cero...
Poema "El valor de la vida" de Emilio Bobadilla
-- de Pablo Neruda --
Ahora contaremos doce
y nos quedamos todos quietos.
Por una vez sobre la tierra
no hablemos en ningún idioma,
por un segundo detengámonos,
no movamos tanto los brazos.
Sería un minuto fragante,
sin prisa, sin locomotoras,
todos estaríamos juntos
en un inquietud instantánea.
Los pescadores del mar frío
no harían daño a las ballenas
y el trabajador de la sal
miraría sus manos rotas.
Los que preparan guerras verdes,
guerras de gas, guerras de fuego,
victorias sin sobrevivientes,
se pondrían un traje puro
y andarían con sus hermanos
por la sombra, sin hacer nada.
No se confunda lo que quiero
con la inacción definitiva:
la vida es sólo lo que se hace,
no quiero nada con la muerte.
Si no pudimos ser unánimes
moviendo tanto nuestras vidas,
tal vez no hacer nada una vez,
tal vez un gran silencio pueda
interrumpir esta tristeza,
este no entendernos jamás
y amenazarnos con la muerte,
tal vez la tierra nos enseñe
cuando todo parece muerto
y luego todo estaba vivo.
Ahora contaré hasta doce
y tú te callas y me voy.
Poema "a callarse" de Pablo Neruda
-- de Pedro Salinas --
Estoy pensando, es de noche,
en el día que hará allí
donde esta noche es de día.
En las sombrillas alegres,
abiertas todas las flores,
contra ese sol, que es la luna
tenue que me alumbra a mí.
Aunque todo está tan quieto,
tan en silencio en lo oscuro,
aquí alrededor,
veo a las gentes veloces
prisa, trajes claros, risa
consumiendo sin parar,
a pleno goce, esa luz
de ellos, la que va a ser mía
en cuanto alguien diga allí
«ya es de noche».
La noche donde yo estoy
ahora,
donde tú estás junto a mí
tan dormida y tan sin sol
en esa
noche y luna del dormir,
que pienso en el otro lado
de tu sueño, donde hay luz
que yo no veo.
Donde es de día y paseas
te sonríes al dormir
con esa sonrisa abierta,
tan alegre, tan de flores,
que la noche y yo sentimos
que no puede ser de aquí.
Poema "luz de la noche" de Pedro Salinas
-- de José Ángel Buesa --
Buena suerte, muchacha. Lucirás muy bonita
con el velo de novia y el ramo de azahar,
pero sin el sonrojo de la primera cita,
sino pálida y seria delante del altar.
Pronto será la boda. Pero acaso un despecho,
amargará las noches de tu luna de miel,
si al abrir una puerta reconoces un lecho
o al cruzar un pasillo recuerdas otro hotel.
Sin embargo, muchacha, cuando termine el viaje,
ya serás la señora de no sé quéseñor,
aunque tal vez descubras, al abrir tu equipaje,
que en la prisa, ¡qué pena!, se te olvidó el amor.
Poema "poema de la desposada" de José Ángel Buesa
-- de José Ángel Buesa --
Amigo: sé que existes, pero ignoro tu nombre.
No lo he sabido nunca ni lo quiero saber.
Pero te llamo amigo para hablar de hombre a hombre,
que es el único modo de hablar de una mujer.
Esa mujer es tuya, pero también es mía.
Si es más mía que tuya, lo saben ella y dios.
Sólo sé que hoy me quiere como ayer te quería,
aunque quizá mañana nos olvide a los dos.
Ya ves: ahora es de noche. Yo te llamo mi amigo;
yo, que aprendí a estar solo para quererla más;
y ella, en tu propia almohada, tal vez sueña conmigo;
y tú, que no lo sabes, no la despertarás.
¡Qué importa lo que sueña! déjalaasí, dormida.
Yo seré como un sueño sin mañana ni ayer.
Y ella irá de tu brazo para toda la vida,
y abrirá las ventanas en el atardecer.
Quédate tú con ella. Yo seguiré el camino.
Ya es tarde, tengo prisa, y aún hay mucho que andar,
y nunca rompo el vaso donde bebí un buen vino,
ni siembro nada, nunca, cuando voy hacia el mar.
Y pasarán los años favorables o adversos,
y nacerán las rosas que nacen porque sí;
y acaso tú, algún día, leerás estos versos,
sin saber que los hice por ella y para ti...
Poema "carta sin fecha" de José Ángel Buesa
-- de Juan Bautista Aguirre --
En catre de esmeraldas nace altiva
la bella rosa, vanidad de Flora,
y cuanto en perlas le bebió a la aurora
cobra en rubís del sol la luz altiva.
De nacarado incendio es llama viva
que al prado ilustra en fe de que la adora;
la luz la enciende, el sol sus hojas dora
con bello nácar de que al fin la priva.
Rosas, escarmentad: no presurosas
anheléis a este ardor, que si autoriza,
aniquila también el sol, ¡oh rosas!
Naced y vivir lentas; no en la prisa
os confundáis, floridas mariposas,
que es anhelar arder, buscar ceniza.
II
De púrpura vestida ha madrugado
con presunción de sol la rosa bella,
siendo sólo una luz, purpúrea huella
del matutino pie de astro nevado.
Más y más se enrojece con cuidado
de brillar más que la encendió su estrella,
y esto la eclipsa, sin ser ya centella
que golfo de la luz inundó al prado.
¿No te bastaba, oh rosa, tu hermosura?
Pague eclipsada, pues, tu gentileza
el mendigarle al sol la llama pura;
y escarmienta la humana en tu belleza,
que si el nativo resplandor se apura,
la que luz deslumbró para en pavesa.
Poema "A una rosa (Aguirre)" de Juan Bautista Aguirre
-- de Félix María Samaniego --
En la crítica ocasión
de estar ayudando a misa,
le dio un terrible apretón
a un muchacho con tal prisa
que le puso en confusión.
Volvió el pobrete la cara,
y a otro rogó tiernamente
que su lugar ocupara,
y que en lance tan urgente
aquella misa ayudara.
-Es el diantre que no sé,
dijo el otro. -No hay cuidado,
de eso nada se te dé:
quédate aquí arrodillado,
que yo al punto volveré.
Marchó, pues, y en tanto el cura
dominus vobiscum dijo;
y la pobre criatura
le miró con rostro fijo,
quedando inmóvil figura.
El cura llegó a pensar
que el chico no le había oído:
repitió y volvió a mirar,
y él le respondió afligido:
-Ya viene, que ha ido a cagar.
Poema "El cura y el muchacho" de Félix María Samaniego
-- de Félix María Samaniego --
En casa de un labrador
vivían Blas y Lorenza:
se profesaban amor;
pero él tenía vergüenza
y ella tenía rubor.
A la aurora en el corral
se encontraron en camisa.
El encuentro fue casual:
cubrióse ella a toda prisa
la cosa con el pañal.
Turbado Blas desde luego
se remanga el camisón,
y de vergüenza hecho un fuego
tápase con el faldón
y como ella queda ciego.
Al huir tropieza Blas
con la cuitada Lorenza,
y... ¡ Válgate Barrabás!
Yo también tengo vergüenza;
no me atrevo a contar más.
Poema "La vergüenza" de Félix María Samaniego
-- de Antonio Machado --
He andado muchos caminos,
he abierto muchas veredas;
he navegado en cien mares,
y atracado en cien riberas.
En todas partes he visto
caravanas de tristeza,
soberbios y melancólicos
borrachos de sombra negra,
y pedantones al paño
que miran, callan, y piensan
que saben, porque no beben
el vino de las tabernas.
Mala gente que camina
y va apestando la tierra...
Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan,
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.
Nunca, si llegan a un sitio,
preguntan a dónde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
a lomos de mula vieja,
y no conocen la prisa
ni aun en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino;
donde no hay vino, agua fresca.
Son buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos,
descansan bajo la tierra.
Poema "He andado muchos caminos" de Antonio Machado
-- de Marilina Rébora --
Ser contigo, señor...
He querido querer, señor, y no he podido,
tal vez habré pecado por débil o indecisa,
mas lo que sé de cierto es el deber cumplido
y que a tu ley por siempre me mantuve sumisa.
He querido morir, señor, pero he vivido;
harto pausadamente sin darme a loca prisa,
pensando en los que estaban y en los que habían partido,
como alguien que de todos los que quiere precisa.
Desde hoy en adelante, estar contigo quiero;
amando u olvidada, viviendo o en la muerte,
es mi única añoranza lo que a todo prefiero:
ser contigo, señor, y conservarme fuerte,
para que en el instante de mi postrer segundo
me lleves amoroso al verdadero mundo.
Poema "ser contigo, señor..." de Marilina Rébora
-- de Marilina Rébora --
Vértigo
¿y esta melancolía? ¿por qué tanto abandono
si no hay una razón o por lo menos nueva,
si no existen rencores ni nos muerde el encono?
¿de qué ese sentimiento que al ánimo subleva?
¿a qué causa atribuir tan ciego pesimismo?
¿qué motivo encontrar a esta tenaz congoja
si son nuestros estados un puro fatalismo?
¿qué es, por fin, lo que al alma tanto y tanto la enoja?
la ansiedad de vivir en vértigo, de prisa,
exacerba la mente a punto culminante,
ya que ante el tiempo escaso en todo se improvisa
y el destino de un ser se juega en un instante.
Y es eso lo que al cabo del día nos aplasta
para cuyo consuelo la oración sólo basta.
Poema "vértigo" de Marilina Rébora
-- de Mario Benedetti --
Las olas son las olas.
Gabriel celaya
tres poetas en uno semillero
de tantos más tu ánima insumisa
se topó con la muerte y su pesquisa
y la puso a cuidar tu invernadero
especialista en empezar de cero
detonaste la bomba de la risa
sin dios sin espejismos y sin prisa
perro viejo filósofo ingeniero
fiel a tu gente a amparo ya ti mismo
a pesar de tus ráfagas de triste
te encaraste jovial con el abismo
hombre en medio del mundo y hombre a solas
junto al mar fuiste humilde y escribiste
Poema "buenos días, gabriel" de Mario Benedetti
-- de Rosalía de Castro --
Aún otra amarga gota en el mar sin orillas,
Donde lo grande pasa de prisa y lo pequeño
Desaparece o se hunde, como piedra arrojada
De las aguas profundas del estancado légamo.
Vicio, pasión, o acaso enfermedad del alma,
Débil a caer vuelve siempre en la tentación.
Y escribe corno escriben las olas en la arena,
El viento en la laguna y en la neblina el sol.
Mas nunca nos asombra que trine o cante el ave,
Ni que eterna repita sus murmullos el agua;
Canta, pues, ¡oh poeta!, canta, que no eres menos
Que el ave y el arroyo que en ondas se desata.
En incesante encarnizada lucha,
En pugilato eterno,
Unos tras otros al palenque vienen
Para luchar, seguidos del estruendo
Poema "Aún otra amarga gota en el mar sin orillas" de Rosalía de Castro
-- de Medardo Ángel Silva --
Deja la plaza pública al fariseo, deja
la calle al necio y tú enciérrate, alma mía,
y que sólo la lira interprete tu queja
y conozca el secreto de tu melancolía.
En los brazos del Tiempo la juventud se aleja,
pero su aroma nos embriaga todavía
y la empañada luna del Recuerdo refleja
las arrugas del rostro que adoramos un día.
Y todo por vivir la vida tan de prisa,
por el fugaz encanto de aquella loca risa,
alegre como un son de campanas pascuales,
por el beso enigmático de la boca florida,
por el árbol maligno cuyas pomas fatales
de empozoñadas mieles envenenan la Vida.
Poema "El precepto" de Medardo Ángel Silva
-- de Medardo Ángel Silva --
Al borde de la vida sentémonos, ¡oh Mía!
y miremos correr las horas pasajeras;
¡dulce es el sol fugaz!, bendigamos el día
y confiemos en El que hizo las primaveras.
Comamos nuestro pan, bebamos nuestro vino
y reciba el Señor nuestra diaria alabanza:
podrá ser duro el golpe del adverso Destino
pero quedan las alas: ¡nos queda la Esperanza!
Dejemos el camino a los que tienen prisa;
a nosotros nos basta un beso, una sonrisa...
El tesoro mental pródigamente damos
y no guardamos nada porque nada tenemos...
Y menos nos inquieta el saber donde vamos
pues el Amor nos dice que juntos marcharemos...
Poema "Philosophia" de Medardo Ángel Silva
-- de Miguel Unamuno --
Dios te guarde bufón de la tragedia,
tú que yeldas el llanto con la risa;
cuando la muerte al corazón asedia
la frente nos enjuga fresca brisa,
tu alegre aliento que el pesar remedia
siquiera por un rato y en tal guisa
cabe vivir, pues que sin tí la acedia
acabaría con el alma á prisa.
Poema "A Clarín" de Miguel Unamuno
-- de Miguel Unamuno --
¡Sombra de humo cruza el prado!
¡Y que se va tan de prisa!
¡No da tiempo a la pesquisa
de retener lo pasado!
Terrible sombra de mito
que de mi propio me arranca,
¿es acaso una palanca
para hundirse en lo infinito?
Espejo que me deshace
mientras en él me estoy viendo,
el hombre empieza muriendo
desde el momento en que nace.
El haz del alma te ahuma
del humo al irse a la sombra,
con su secreto te asombra
y con su asombro te abruma.
Poema "Sombra de humo" de Miguel Unamuno
-- de Juan Meléndez Valdés --
Siendo yo niño tierno,
con la niña dorila
me andaba por la selva
cogiendo florecillas,
de que alegres guirnaldas,
con gracia peregrina
para ambos coronarnos,
su mano disponía.
Así en niñeces tales
de juegos y delicias
pasábamos felices
las horas y los días.
Con ellos poco a poco
la edad corrió de prisa,
y fue de la inocencia
saltando la malicia.
Yo no sé; mas, al verme
dorila se reía,
y a mí de sólo hablarla
también me daba risa.
Luego al darle las flores
el pecho me latía,
y al ella coronarme
quedábase embebida.
Una tarde tras esto
vimos dos tortolitas
que con trémulos picos
se halagaban amigas,
y de gozo y deleite,
cola y alas caídas,
centellantes sus ojos,
desmayadas gemían.
Alentonos su ejemplo,
y entre honestas caricias
nos contamos turbados
nuestras dulces fatigas;
y en un punto, cual sombra
voló de nuestra vista
la niñez, mas en torno
nos dio el amor sus dichas.
Poema "de mi niñeces oda xv" de Juan Meléndez Valdés
-- de Juan Meléndez Valdés --
Siendo yo niño tierno,
con la niña Dorila
me andaba por la selva
cogiendo florecillas,
de que alegres guirnaldas,
con gracia peregrina
para ambos coronarnos,
su mano disponía.
Así en niñeces tales
de juegos y delicias
pasábamos felices
las horas y los días.
Con ellos poco a poco
la edad corrió de prisa,
y fue de la inocencia
saltando la malicia.
Yo no sé; mas, al verme
Dorila se reía,
y a mí de sólo hablarla
también me daba risa.
Luego al darle las flores
el pecho me latía,
y al ella coronarme
quedábase embebida.
Una tarde tras esto
vimos dos tortolitas
que con trémulos picos
se halagaban amigas,
y de gozo y deleite,
cola y alas caídas,
centellantes sus ojos,
desmayadas gemían.
Alentonos su ejemplo,
y entre honestas caricias
nos contamos turbados
nuestras dulces fatigas;
y en un punto, cual sombra
voló de nuestra vista
la niñez, mas en torno
nos dio el Amor sus dichas.
Poema "De mi niñeces: Oda XV" de Juan Meléndez Valdés
-- de Juan Ramón Jiménez --
Cada minuto de este oro
¿no es toda la eternidad?
el aire puro lo mece
sin prisa, como si ya
fuera todo el oro que
tuviera que acompasar.
(¡Ramas últimas, divinas,
inmateriales, en paz;
ondas del mar infinito
de una tarde sin pasar!)
cada minuto de este oro
¿no es un latido inmortal
de mi corazón radiante
por toda la eternidad?
Poema "la hora" de Juan Ramón Jiménez
-- de Juana de Ibarbourou --
Tómame ahora que aun es temprano
y que llevo dalias nuevas en la mano.
Tómame ahora que aun es sombría
esta taciturna cabellera mía.
Ahora que tengo la carne olorosa
y los ojos limpios y la piel de rosa.
Ahora que calza mi planta ligra
la sandalia viva de la primavera.
Ahora que mis labios repica la risa
como una campana sacudida a prisa.
Después..., ¡Ah, yo sé
que ya nada de eso mas tarde tendré!
que entonces inútil será tu deseo,
como ofrenda puesta sobre un mausoleo.
¡Tómame ahora que aun es temprano
y que tengo rica de nardos la mano!
hoy, y no mas tarde. Antes que anochezca
y se vuelva mustia la corola fresca.
Hoy, y no mañana. ¡Oh amante! ¿no ves
que la enredadera crecerá ciprés?
Poema "la hora" de Juana de Ibarbourou
-- de Julio Herrera Reissig --
Labora la coqueta falange rusticana
que se prepara el sábado para lucir en misa.
Zumba la pedrería musical siempre a prisa,
de la colmena. Un grillo cri-cra entre la ventana...
La tarde suda fuego. No cesa la roldana...
La gente en los sembrados anda esta vez remisa,
y hasta la dócil yunta, al aguijón sumisa,
obedece, por cierto, que de muy mala gana.
Holgando breves horas en la estación que enerva,
zagales y zagalas se unen sobre la hierba...
Ellas descuidan blancas florescencias carnales,
que muestran, aguas puras, su interior sin mancilla...
Cantan, juegan; y todos son un alma sencilla,
tal como en las desnudas épocas fraternales.
Poema "Canícula" de Julio Herrera Reissig
-- de Julio Herrera Reissig --
Entre sauces que velan una anciana casuca,
donde se desvistieran devorando la risa,
hacia el lago, foloe, safo y ceres, de prisa
se adelantan en medio de la tarde caduca.
Atreve un pie foloe, bautizase la nuca,
y ante el espejo de ámbar arróbase indecisa;
meneando el talle, safo respinga su camisa
y corre, mientras ceres gatea y se acurruca...
Después de agrias posturas y esperezos felinos,
gimiendo un ¡ay! glorioso se abrazan a las ondas,
que críspanse con lúbricos espasmos masculinos...
Mientras, ante el misterio de sus gracias redondas,
loth, febo y david, púdicos tanto como ladinos,
las contemplan y pálidos huyen entre las frondas.
Poema "el baño" de Julio Herrera Reissig
-- de Evaristo Carriego --
Un poco paliducha y adelgazada,
— ¡estuvo tan enferma recientemente! —
caminando de prisa por la asoleada
vereda, va la rubia convaleciente
que, con rumbo a Palermo dobló hacia el Norte.
¡Salud, la linda rubia: cara traviesa,
gesto de ¡viva Francia! y airoso el porte:
como que para eso nació francesa.
¿Será el desconocido que va delante
o es la gracia burlona con que camina
que ahuyentó aquel capricho sentimental?
¡Adiós los ojos tristes del estudiante
que vió junto a la cama de su vecina
en la tarde de un jueves del hospital!...
Poema "La francesita que hoy salió a tomar el sol" de Evaristo Carriego
-- de Francisco de Quevedo --
Atlante, que en la cruz sustentas cielo,
hércules que descansas sumo atlante,
alivia con tu fuerza el tierno amante
que, humilde, mide con la boca el suelo.
Mas no le des ayuda, que recelo
que das prisa a su muerte vigilante;
mas dásela, simón, que es importante
para la redención de todo el suelo.
Pero si con tus brazos se aligera
la carga, con tu culpa, del manzano,
también añades peso a su madera.
Llevar parte del leño soberano
es a la redención, que los espera,
llevarte tus pecados con tu mano.
Poema "las tres musas últimas castellanas 90" de Francisco de Quevedo
-- de José Cadalso --
Ya no verán, ¡oh tormes!,
tus áridas orillas
los manes de galeno
y del estagirita.
Alza la anciana frente
tanto tiempo oprimida,
y esparce por el campo
desde hoy jovial la vista.
¿No ves como se acercan
con música festiva
a tus arenas sacras
el gusto y la alegría?
en torno de ellas vuelan
los juegos y las risas,
cerca vienen las musas,
del gran febo seguidas.
En medio de aquel coro,
¿no ves cómo camina
un joven, de quien tiene
ganímedes envidia?
¿no escuchas que al acento
de su süave lira
las nueve musas cantan
y el verde prado pisan?
para adornar sus sienes
y cabellos, que brillan
más que el oro, tributo
de las lejanas indias,
tejiendo van guirnaldas;
y de flora las ninfas,
para traer las flores,
van y vienen a prisa.
Pues ese mismo joven
es por quien tus orillas
verán llegar las gracias,
el gusto y la alegría,
huyendo de sus voces
y célica armonía
los manes de galeno
y del estagirita.
-- de José Cadalso --
Ya no verán, oh tormes,
tus áridas orillas
los manes de galeno
y del estagirista.
Alza la anciana frente
tanto tiempo oprimida,
y esparce por el campo
desde hoy jovial la vista.
¿No ves como se acercan
con música divina
a tus arenas sacras
el gusto y la alegría?
en torno de ellas vuelvan
los juegos y las risas,
cerca vienen las musas,
del gran febo seguidas.
En medio de aquel carro,
¿no ves cómo camina
un joven, de quien tiene
ganímedes envidia?
¿no escuchas que al acento
de su süave lira
las nueve musas cantan
y el verde prado pisan?
para adornar sus sienes
y cabellos que brillan
más que el oro que llega
de las lejanas indias,
tejiendo van guirnaldas;
y de flora las ninfas
para tejerle flores
van y vienen a prisa.
Pues ese mismo joven
es por quien tus orillas
verán llegar las gracias,
el gusto y la alegría,
huyendo de sus voces
y célica armonía
los manes de galeno
y del estagirista.
Poema "idilio anacreóntico a batilo II" de José Cadalso
-- de Clemente Althaus --
¿Visteis, cuando el temblor con improvisa
fuerza se siente al despuntar el alba,
que, como puede cada cual se salva,
sin que a nada lugar le dé la prisa?
Saliendo sin zapatos y en camisa,
flacas piernas mostrando y lucía calva,
hacen Crispín y su mujer Grijalva
que en medio del terror nazca la risa.
¡Cuánto oculto galán más que de trote
con la infamada joven sale fuera,
sin temor de que el público lo note!
Y hasta se ve salir ¡quién lo creyera!
a todo un venerable sacerdote
¡de la impura mansión de una ramera!
Poema "Cuadros" de Clemente Althaus
-- de Clemente Althaus --
«¿No oyes? la aguda cántiga temprana
del ave conocida en la ventana,
oh amado, nos avisa
que torna la mañana
con importuna desusada prisa.
»¡Ay! ya de tu partir llegó la hora:
¡Cuán presurosa fue de la traidora
breve noche la fuga!
La diligente aurora
Hoy ¡qué temprano en nuestro mal madruga!
»Mas deja el lecho, y tus disfraces viste;
y, aunque me miras congojada y triste,
parte ya, dulce amigo,
secreto cual viniste:
nadie de tu salir sea testigo.
»Mas ni hablas, ni respiras» ¡ay! que nada,
nada responde el joven; espantada,
ella le toca y mueve,
e inmoble inanimada
masa siente, más fría que la nieve.
¡Ay! ¡qué gritos arroja de hondo espanto!
¡Qué alaridos! ¡qué voces! ¡y qué llanto!
La familia despierta
y acude a rumor tanto,
y es de todos su infamia descubierta.
Y la culpada que a sus padres mira
llenos de asombro y de vergüenza y de ira,
y al que amaba difunto,
solo a morir aspira,
que honra, dicha y amor perdió en un punto.
Poema "Castigo (Althaus)" de Clemente Althaus
-- de Roberto Juarroz --
A veces comprendemos algo
entre la noche y la noche.
Nos vemos de pronto parados debajo de una torre
tan fina como el signo del adiós
y nos pesa sobre todo desconocer si lo que no sabemos
es adónde ir o adónde regresar.
Nos duele la forma más íntima del tiempo:
el secreto de no amar lo que amamos.
Una oscura prisa,
un contagio de ala
nos alumbra una ausencia desmedidamente nuestra.
Comprendemos entonces
que hay sitios sin luz, ni oscuridad, ni meditaciones,
espacios libres
donde podríamos no estar ausentes.
Poema "poemas de unidad 20" de Roberto Juarroz