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Lope de Vega

Bien fue de acero y bronce aquel primero

-- de Lope de Vega --

Bien fue de acero y bronce aquel primero,
que en cuatro tablas confió su vida
al mar, a un lienzo y a una cuerda asida,
y todo junto al viento lisonjero;

¿Quien no temió del Orïón severo
la espada en agua de la mar teñida,
el arca doble al Austro, y la ceñida
obtusa luna, de nublado fiero?

El que fió mil vidas de una lengua
de imán tocada, al Ártico mirando,
y en líneas treinta y dos, tres mil mudanzas.

Pero más duro fue para su lengua,
quien puso (las que tienen contemplando)
en mar de una mujer sus esperanza.

Poema Bien fue de acero y bronce aquel primero de Lope de Vega con fondo de libro

Duque de Ribas

una antigualla de sevilla. romance primero. el candil

-- de Duque de Ribas --

Una antigualla de sevilla
romance primero
el candil

Poema una antigualla de sevilla. romance primero. el candil de Duque de Ribas con fondo de libro

Gutierre de Cetina

al príncipe de ascoli VI

-- de Gutierre de Cetina --

Quien tiene tan honrado pensamiento,
lavinio, como yo, no es tan ligero
mudar de voluntad sin que primero
pierda con el vivir todo el contento.
No fue el primero ardor el que ahora siento,
mas sé yo bien al fin será el postrero;
éste fue el muy sabroso, éste más fiero,
de este fue el bien igual con el tormento.
Si me quejo, pastor, de mi pastora,
si digo que es cruel, que es una ingrata,
a ti, que de mi ardor sabes la historia,
es la contemplación que me maltrata,
que ora el bien, ora el mal pasado llora,
según amor lo trae a la memoria.

Poema al príncipe de ascoli VI de Gutierre de Cetina con fondo de libro

Fernando de Herrera

El Sátiro qu' el fuego vio primero

-- de Fernando de Herrera --

El Sátiro qu' el fuego vio primero,
de su vivo esplendor todo vencido,
llegó a tocallo; mas provó, encendido,
qu' era, cuanto hermoso, ardiente y fiero.

Yo, que la pura luz do ardiendo muero,
mísero vi, engañado y ofrecido
a mi dolor, en llanto convertido
acabar no pensé, como ya espero.

Belleza, y claridad antes no vista,
dieron principio al mal de mi deseo,
dura pena y afán a un rudo pecho.

Padesco el dulce engaño de la vista;
mas si me pierdo con el bien que veo,
¿cómo no estoy ceniza todo hecho?



Carolina Coronado

para un obelisto en honor de la princesa de asturias

-- de Carolina Coronado --

Hoy princesa inocente el bravo marte,
en holocausto a tu brillante suerte
como ha sido el primero en anunciarte,
es también el primero en protegerte.
El cañón que resuena al aclamarte
sólo sabrá sonar por defenderte,
que sin temer sus rayos en la tierra
segura estás en paz, segura en guerra.
De una reina adorada en el regazo
dormita en paz, angélica maría,
mientras tu nave la gobierna y guía
del buen piloto el incansable brazo.
Unido al trono con estrecho lazo
en su lealtad tu porvenir confía,
que bogando por ti con rumbo cierto
ya no descansa hasta llevarte al puerto.



Clemente Althaus

Rossini y Mozart

-- de Clemente Althaus --

Entre Rossini y Mozart
Sentencie otro la porfía
por el primero lugar,
no quien, cual yo, se extasía,
en lino y otro a la par.
Cada cual es el primero;
y, sin sentenciar jamás,
siempre el que escucho postrero
es el que me gusta más,
y aquel que entones prefiero.
Si dignos entrambos son
de que la dulce Cecilia
cante su música en Sión,
con la angélica familia,
de aquellas harpas al son;
si el uno escribió «Don Juan»
y «Moisés» el otro, ¿vano
no es inquirir con afán,
si merece el italiano
la palma, o el alemán?
¿Quién entre una y otra estrella
de Géminis luminoso
dirá cual es más bella,
si en claro fulgor hermoso
gemela es ésta de aquélla?
Y así, sin dar el laurel
a ninguno de los dos,
baste decir que con fiel
igualdad no creó Dios
mas rival de éste aquel.



Roberto Juarroz

primero

-- de Roberto Juarroz --

Primero,
pintar retratos sin modelo.
Después,
pintar autorretratos sin modelo.
Quizá se pueda entonces
pintar la nada con modelo.



Alfonsina Storni

Mundo de siete pozos

-- de Alfonsina Storni --

Se balancea
arriba, sobre el cuello,
el mundo de las siete puertas:
la humana cabeza...

Redonda, como dos planetas:
arde en su centro
el núcleo primero.
Osea la corteza;
sobre ella el limo dérmico
sembrado
del bosque espeso de la cabellera.



Alfonsina Storni

Mundo de siete pozos (poema)

-- de Alfonsina Storni --

Se balancea
arriba, sobre el cuello,
el mundo de las siete puertas:
la humana cabeza...

Redonda, como dos planetas:
arde en su centro
el núcleo primero.
Osea la corteza;
sobre ella el limo dérmico
sembrado
del bosque espeso de la cabellera.



Alfonso Reyes

para un mordisco

-- de Alfonso Reyes --

Propio camaleón de otros cielos mejores,
a cada nueva aurora mudaba de colores.
Así es que prefiriera a su rubor primero
el tizne que el oficio deja en el carbonero.
Quiero decir (me explico): la mudanza fue tal,
que iba del rojo al negro lo mismo que stendhal.
Luego, un temblor de púrpura casi cardenalicio
(que viene a ser también el tizne de otro oficio)
se quebró en malva y oro con bandas boreales,
que ni el disco de newton exhibe otras iguales.
Es muy de juan ramón esto de malvas y oros,
o del traje de luces de un matador de toros.
Y no sé si atreverme, en cosa tan sencilla,
a decir que hubo una primavera amarilla ,
con unas vetas verdes, con unos jaspes grises
en olas circunflejas como en el mar de ulises.
¡Ulises yo, que apenas de caribdis a escila
de un vértice a un escollo saciaba la pupila!
porque como es efímero todo lo que es anhelo,
el color se evapora y otra vez sube al cielo,
y ya sabemos que poco a poco se va
aun la marca de fuego de la infidelidá.
Y se acabó la historia tal era la mordida
que lucía en el anca mi querida.



Alfredo Espino

Un rancho y un lucero

-- de Alfredo Espino --

Un dia, ¡primero Dios!
Has de quererme un poquito
yo levantaré el ranchito
en que vivamos los dos.

¿Qué mas pedir? Con tu amor,
mi rancho, un árbol, un perro,
y enfrente el cielo y el cerro
y el cafetalito en flor.

Y entre aroma de saúcos,
un zezontle que cantara
y una poza que copiara
parajitos y bejucos.

Lo que los pobres queremos,
lo que los pobres amamos,
eso que tanto adoramos
porque es lo que no tenemos...

Con sólo eso, vida mía;
con sólo eso:
con mi verso, con tu beso,
lo demás nos sobraría...

Porque no hay nada mejor
que un monte, un rancho, un lucero,
cuando se tiene un "Te quiero"
y huele a sendas en flor...



Ana Francisca Abarca de Bolea

Soneto a la muerte del príncipe don Baltasar

-- de Ana Francisca Abarca de Bolea --

Lapidario sagaz, duro diamante
labra, resiste firme al golpe fiero,
tíñelo en sangre y pierde aquel primero
rigor a la labor menos constante.
Contra Carlos el mal no era bastante,
que queda al golpe cual diamante entero,
tíñelo en sangre amor, y el mal severo,
sujeta con amor a un hijo amante.
El mal lo agrava y el amor lo aflige;
aquél pide remedio, éste no tiene,
y quien conoce aquél a éste no alcanza.
No rige el mal, que amor de madre rige,
y Carlos por amor a perder viene
la vida en flor, y España la esperanza.



Lope de Vega

Aquí, con gran placer de su heredero

-- de Lope de Vega --

Aquí, con gran placer de su heredero,
un avariento miserable yace;
requïescat in bello, que no in pace,
pues no supo gozar de su dinero.

Nunca pensó llegar al fin postrero,
punto fatal del que a la vida nace;
mas ya las esperanzas satisface
que en largos años le negó primero.

¡Oh juventud lozana!, desperdicia
la plata, el oro con la arena iguala,
y en sus doblones pálidos te envicia;

lascivo con tus damas te regala,
véngate liberal de su avaricia,
y más que él lo guardó, consume y tala.



Lope de Vega

Con presunción de bélico soldado

-- de Lope de Vega --

Con presunción de bélico soldado,
galán sale y feroz Pablo atrevido,
que si agora en la cuenta no ha caído,
caerá muy presto del primero estado.
¿Adónde, Pablo, de soberbia armado
para quedar con una voz vencido?
Seguid las letras, ¿Dónde vais perdido,
que habéis de ser Dotor del mayor grado?.
Aunque valor vuestra persona encierra,
no es bien que nadie contra Dios presuma,
que dará con los ojos por la tierra.
La Iglesia espera vuestra docta suma,
mirad que no sois vos para la guerra,
dejad las armas y tomad la pluma.



Lope de Vega

Cuando del mundo universal las llaves

-- de Lope de Vega --

Cuando del mundo universal las llaves
tuviste, y sus cabezas humilladas,
rendido Mitridates, y alcanzadas
tantas victorias, y tres triunfos graves,

¿quién dijera, oh Pompeyo, que (las naves
en las peñas del Nilo quebrantadas)
quemaran tus reliquias, arrojadas
a los peces, y dellos a las aves?

Y a ti, César dichoso, que en Farsalia
por la toga trocaste el blanco acero,
todos los enemigos sosegados,

¿quién te dijera, gobernando a Italia,
tu amargo fin, a no saber primero
que no se pueden resistir los hados?



Lope de Vega

En esta tabla de tu Cruz divina

-- de Lope de Vega --

En esta tabla de tu Cruz divina
saldré de la tormenta del mar fiero
con el aliento del vivir postrero,
a donde el Norte de su luz me inclina.
La nave de mi vida peregrina,
que en las Sirenas no temió primero,
en los bancos del mundo lisonjero
sin gobierno zozobra y desatina.
Tú sola en tal peligro, tú me alientas,
tabla dichosa, que mi vida entabla
por tantas olas de mi error violentas.
Cobréme en Ti, y a Ti llegue sin habla:
que no puedo anegarse en sus tormentas
quien se abrazare a tu divina tabla.



Lope de Vega

La clara luz, en las estrellas puesta

-- de Lope de Vega --

La clara luz en las estrellas puesta
del fogoso León por alta parte
bañaba el sol, cuando Acidalia y Marte
en Chipre estaban una ardiente siesta.

La diosa por hacerle gusto y fiesta
la túnica y el velo deja aparte,
sus armas toma y de la selva parte,
del yelmo y plumas y el arnés compuesta.

Pasó por Grecia, y Palas viola en Tebas
y díjole: «Esta vez tendrá mi espada
mejores filos en tu blanco acero».

Venus le respondió: «Cuando te atrevas
verás cuanto mejor te vence armada
la que desnuda te venció primero».



Lope de Vega

Mis pasos engañados hasta agora

-- de Lope de Vega --

Mis pasos engañados hasta agora
por jardines hibleos y pensiles,
por pensamientos y esperanzas viles,
infancia noche, juventud aurora;

razón esclava, voluntad señora,
vistiendo mi virtud como a otro Aquiles,
me han traído, callados y sutiles,
adonde el alma sus engaños llora.

¡Oh pasos ciegos de mi edad perdida!
Que en polvo, en humo, en sombra se convierte,
entrada triste y mísera salida.

El primero que di (¡qué triste suerte!),
ese me descontaron de la vida,
y le puso en sus límites la muerte.



Lope de Vega

Sirvan de ramo a sufridora frente

-- de Lope de Vega --

Sirvan de ramo a sufridora frente
las aspas de la tuya, hosquillo fiero,
no a sepancuantos de civil tintero,
ni en pretina escolástica pendiente.

Jamás humano pie la planta asiente
sobre la piel del arrugado cuero,
antes al mayo que vendrá primero
corra dos toros el planeta ardiente.

Tú solo el vulgo mísero vengaste
de tanto palo, y con tu media esfera,
la tudesca nación atropellaste;

pues desgarrando tanta calza y cuera
tantas con el temor calzas dejaste
tan amarillas dentro como fuera.



Lope de Vega

Una vez habló Dios el día tercero

-- de Lope de Vega --

Una vez habló Dios el día tercero
palabra de virtud y omnipotencia,
y no fue menester que a la obediencia
le reiterase lo que habló primero.
Mientras la habitación en su hemisfero
durare de los mixtos, su sentencia
por toda la mayor circunferencia
conservárase hasta su fin postrero.
Puso ley a las aguas convenible,
la tierra descubrió, dio al aire esfera,
y al fuego duración sin combustible.
Y yo, que por tener la razón fuera,
a sus preceptos, ¡oh rigor terrible!,
rebelde estoy, como la vez primera.



Luis Cañizal de la Fuente

diferencias sobre la folía

-- de Luis Cañizal de la Fuente --

No sé de dónde habrá salido históricamenteel orgullo español, pero mejor haríamos no removiéndolonunca más, porque desde el xv anduvo españa pidiendo limosnade misericordia y piedad por toda europa con el pecho herido de la vigüelade arco, con la palma patética y desolada que se llama así,la folía della spagna.
*
El poema diferencias sobre la folía: sus primeros versos sonpara dibujar la estancia en que tendrá lugar la gran trapaceríay entrega por asedio del corazón de españa. Lo primero, pues,los diedros del aposento, que tiene cúpula de panteónde agripa, oquedad de lagar y resonancia de zafra abandonada a traición.Luego, en sucesivas diferencias, irán pasando los pasos del saqueo,del despojo, la inundación, la insolencia, la intemperie y el colmode esa recámara, hasta conseguir que sus líneas dibujen lafigura de la mundana.
*



Góngora

Ya no más, ceguezuelo hermano,

-- de Góngora --

Ya no más, ceguezuelo hermano,
Ya no más.

Baste lo flechado, Amor,
Más munición no se pierda;
Afloja al arco la cuerda
Y la causa a mi dolor;
Que en mi pecho tu rigor
Escriben las plumas juntas,
Y en las espaldas las puntas
Dicen que muerto me has.

Ya no más, ceguezuelo hermano,
Ya no más.

Para el que a sombras de un robre
Sus rústicos años gasta,
El segundo tiro basta,
Cuando el primero no sobre;
Basta para un zagal pobre
La punta de un alfiler;
Para Bras no es menester
Lo que para Fierabrás.

Ya no más, ceguezuelo hermano,
Ya no más.

Tan asaeteado estoy,
Que me pueden defender
Las que me tiraste ayer
De las que me tiras hoy;
Si ya tu aljaba no soy,
Bien a mal tus armas echas,
Pues a ti te faltan flechas
Y a mí donde quepan más.

Ya no más, ceguezuelo hermano,
Ya no más.



Manuel de Zequeira

Las mujeres aman a los hombres

-- de Manuel de Zequeira --

Verás amigo un burro alivolante,
a un buey tocar la flauta dulcemente,
correr una tortuga velozmente
y hacer de volatín un elefante:

En requesones vuelto el mar de Atlante,
y de Guadiana el agua en aguardiente,
el Ebro, y Duero y Tajo con corriente
de generoso vino de Alicante:

Verás durante el sol lucir la luna,
verás de noche el sol claro y entero,
verás parar su rueda la fortuna:

Estos portentos, sí, verás primero
que puedas encontrar mujer alguna
que quiera al hombre falto de dinero.



Manuel del Palacio

Hoy por tí, mañana por mí

-- de Manuel del Palacio --

Si encuentras de la vida en el sendero
Á aquella que causó mi desventura,
Y aun conserva en su rostro la frescura
Y en sus mejillas el matiz primero;

Si en su alma virginal aun vive entero
Lo que ella juzgó broma y yo locura;
Si guarda de mi fe la esencia pura
Y no es su amor capricho pasajero:

Sigue sus pasos, su conducta espía,
No temas ni cansarla ni cansarte,
Ni aumentes, por piedad, la pena mia;

Ella querrá de fijo sondearte;
Serás su amigo al fín, y en ese día
Dale muchas memorias de mi parte.



Manuel del Palacio

La bandera española

-- de Manuel del Palacio --

De rojo y amarillo está partida;
Dice el rojo del pueblo la fiereza;
El amarillo copia la riqueza
Con que su fértil suelo nos convida.

Plegada alguna vez, jamás rendida,
Ningún borrón consiente su pureza:
Y aun al mirarla doblan la cabeza
Los que á su sombra fiel hallan cabida.

Si hoy, como en otra edad, al mundo entero
Leyes no dicta desde polo á polo,
Ni el sol la manda su fulgor primero,

Cuando con vil traición ó torpe dolo
Pisarla intente audaz el extranjero,
¡Teñida la vereis de un color solo!



Manuel del Palacio

Semblanzas: IV

-- de Manuel del Palacio --

Parece que sirvió en carabineros
Y aun le queda afición al contrabando;
Pues vive desde antiguo comerciando
En pieles una vez y otras en cueros.

Mártir algunos años de usureros
Armóse, sin saber cómo ni cuándo,
Viniendo á ser cacique de ese bando
Que gobierna el Nestor de los boleros.

Si de su amor la historia no conoces,
Maridos hallarás de buena pasta
Cuyo silencio lo publica á voces.

Y ni él te ocultará cómo las gasta,
Que hablar es el primero de sus goces,
Fuera de que al hablar.... Con verlo basta.



Manuel del Palacio

Semblanzas: XX

-- de Manuel del Palacio --

Contra la regla general de España
Ganó con los periódicos dinero,
Y hasta ha llegado á verse en candelero,
Si bien le duró poco la cucaña.

Mucho más que talento tiene maña;
En mentir y comer es el primero,
Y amigo servicial, si no sincero,
Al que adula una vez otra le engaña.

En sociedad encanta por lo fino,
Y llegando á soltar la taravilla
No le siguen las aspas de un molino:

Su nombre es un proverbio de Castilla;
Se oye en cualquiera parte un desatino,
Y dicen todos á una voz: ¡es grilla!



Ignacio María de Acosta

Amor primero

-- de Ignacio María de Acosta --

Jugando Dorila
con un pastorcillo,
del pié de un tomillo
su planta picó
aleve una abeja,
que estaba formado
en niño vendado,
el pícaro Amor.

Sintió la zagala
al punto el veneno
correr por su seno
activo, sutil—
vagó por sus labios
preciosa sonrisa,
que el alma electriza
del tierno pastor.

Alzó los ojuelos
que amores bañaban...
Al jóven miraban
con tanta expresión...
Mas ¡cielos! la abeja
voló del tomillo,
y del pastorcillo
el seno picó...

Cubrióse de grana
su nívea mejilla—
la niña sencilla
también se turbó.
Sentáronse juntos,
habláronse tiernos,
y amantes eternos
el mundo los vió.



Jaime Sabines

igual que los cangrejos...

-- de Jaime Sabines --

Igual que los cangrejos heridos
que dejan sus propias tenazas sobre la arena,
así me desprendo de mis deseos,
muerdo y corto mis brazos,
podo mis días,
derribo mi esperanza,
me arruino.
Estoy a punto de llorar.

¿En dónde me perdí, en qué momento
vine a habitar mi casa,
tan parecido a mí que hasta mis hijos me toman por su
padre
y mi mujer me dice las palabras acostumbradas?

me recojo a pedazos,
a trechos en el basurero de la memoria,
y trato de reconstruirme,
de hacerme como mi imagen.
¡Ay, nada queda!
se me caen de la mano los platos rotos,
las patas de las sillas, los calzones usados,
los huesos que desenterré
y los retratos en que se ven amores y fantasmas.

¡Apiádate de mí!
quiero pedir piedad a alguien.
Voy a pedir perdón al primero que encuentre.
Soy una piedra que rueda
porque la noche está inclinada y o se le ve el fin.

Me duele el estómago y el alma
y todo mi cuerpo está esperando con miedo
que una mano bondadosa me eche una sábana encima.



Jaime Torres Bodet

música

-- de Jaime Torres Bodet --

Amanecía tu voz
tan perezosa, tan blanda,
como si el día anterior
hubiera
llovido sobre tu alma...
Era, primero, un temblor
confuso del corazón,
una duda de poner
sobre los hielos del agua
el pie
desnudo de la palabra.
Después,
iba quedando la flor
de la emoción, enredada
a los hilos de la voz
con esos garfios de escarcha
que el sol
desfleca en cintillos de agua.
Y se apagaba y se iba
poniendo blanca,
hasta dejar traslucir,
como la luna del alba,
la luz
tierna de la madrugada.
Y se apagaba y se iba,
¡ay! haciendo tan delgada
como la espuma de plata
de la playa,
como la espuma de plata
que deja ver, en la arena,
la forma de una pisada.



Jorge Cuesta

no aquel que goza, frágil y ligero

-- de Jorge Cuesta --

No aquel que goza, frágil y ligero,
ni el que contengo es acto que perdura,
y es en vano el amor rosa futura
que fascina a cultivo pasajero.

La vida cambia lo que fue primero
y lo que más tarde es no lo asegura,
y la memoria, que el rigor madura,
no defiende su fruto duradero.

Más consiente el sabor áspero y grueso,
el color que a la luz se desvanece,
la materia que al tacto se destroza.

Y en vano guarda su variable peso
el árbol y su forma se endurece,
y el mismo instante se revive y goza.



Jorge Luis Borges

el bisonte

-- de Jorge Luis Borges --

Montañoso, abrumado, indescifrable,
rojo como la brasa que se apaga,
anda fornido y lento por la vaga
soledad de su páramo incansable.
El armado testuz levanta. En este
antiguo toro de durmiente ira,
veo a los hombres rojos del oeste
y a los perdidos hombres de altamira.
Luego pienso que ignora el tiempo humano,
cuyo espejo espectral es la memoria.
El tiempo no lo toca ni la historia
de su decurso, tan variable y vano.
Intemporal, innumerable, cero,
es el postrer bisonte y el primero.



Jorge Manrique

coplas por la muerte de su padre 7

-- de Jorge Manrique --

Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,
que en este mundo traidor,
aun primero que muramos
las perdamos:
de ellas deshace la edad,
de ellas casos desastrados
que acaecen,
de ellas, por su calidad,
en los más altos estados
desfallecen.
↑ Vean (español latinoamericano)
↑ infelices
↑ suceden
↑ debilitan



César Vallejo

Trilce: XVI

-- de César Vallejo --

Tengo fe en ser fuerte.
Dame, aire manco, dame ir
galoneándome de ceros a la izquierda.
Y tú, sueño, dame tu diamante implacable,
tu tiempo de deshora.

Tengo fe en ser fuerte.
Por allí avanza cóncava mujer,
cantidad incolora, cuya
gracia se cierra donde me abro.

Al aire, fray pasado. Cangrejos, zote!
Avístase la verde bandera presidencial,
arriando las seis banderas restantes,
todas las colgaduras de la vuelta.

Tengo fe en qué soy,
y en que he sido menos.

Ea! Buen primero!



César Vallejo

tengo fe en ser fuerte

-- de César Vallejo --

xvi
tengo fe en ser fuerte.
Dame, aire manco, dame ir
galoneándome de ceros a la izquierda.
Y tú, sueño, dame tu diamante implacable,
tu tiempo de deshora.
Tengo fe en ser fuerte.
Por allí avanza cóncava mujer,
cantidad incolora, cuya
gracia se cierra donde me abro.
Al aire, fray pasado. Cangrejos, zote!
avístase la verde bandera presidencial,
arriando las seis banderas restantes,
todas las colgaduras de la vuelta.
Tengo fe en que soy,
y en que he sido menos.
Ea! buen primero!



Diego de Torres Villarroel

cuenta los pasos de la vida

-- de Diego de Torres Villarroel --

De asquerosa materia fui formado,
en grillos de una culpa concebido,
condenado a morir sin ser nacido,
pues estoy no nacido y ya enterrado.
De la estrechez obscura libertado,
salgo informe terrón no conocido,
pues sólo de que aliento es un gemido
melancólico informe de mi estado.
Los ojos abro, y miro lo primero
que es la esfera también cárcel obscura;
sé que se ha de llegar el fin postrero.
Pues ¿adónde me guía mi locura,
si del ser al morir soy prisionero,
en el vientre, en el mundo y sepultura?



Dolores Veintimilla

Quejas (Veintimilla)

-- de Dolores Veintimilla --

¡Y amarle pude....Al sol de la existencia
Se abría apenas soñadora el alma.....
Perdió mi pobre corazón su calma
Desde el fatal instante en que le hallé.
Sus palabras sonaron en mi oído
Como música blanda y deliciosa;
Subió a mi rostro el tinte de la rosa;
Como la hoja en el árbol vacilé.

Su imagen en el sueño me acosaba
Siempre halagüeña, siempre enamorada:
Mil veces sorprendiste, madre amada,
En mi boca un suspiro abrasador;
Y era él quien arrancaba de mi pecho,
El, la fascinación de mis sentidos;
El, ideal de mis sueños más queridos;
El, mi primero, mi ferviente amor.

Sin él, para mí, el campo placentero
En vez de flores me obsequiaba abrojos:
Sin él eran sombríos a mis ojos
Del sol los rayos en el mes de abril.
Vivía de su vida aprisionada;
Era el centro de mi alma el amor suyo;
Era mi aspiración, era mi orgullo....
¿Por qué tan presto me olvidaba el vil?



Duque de Ribas

Receta segura

-- de Duque de Ribas --

Estudia poco o nada, y la carrera
acaba de abogado en estudiante,
vete, imberbe, a Madrid, y, petulante,
charla sin dique, estafa sin barrera.

Escribe en un periódico cualquiera;
de opiniones extremas sé el Atlante
y ensaya tu elocuencia relevante
en el café o en junta patriotera.

Primero concejal, y diputado
procura luego ser, que se consigue
tocando con destreza un buen registro;

no tengas fe ninguna, y ponte al lado
que esperanza mejor de éxito abrigue,
y pronto te verás primer ministro.



Enrique Lihn

gallo I

-- de Enrique Lihn --

Este gallo que viene de tan lejos en su canto,
iluminado por el primero de los rayos del sol;
este rey que se plasma en mi ventana con su corona viva, odiosamente,
no pregunta ni responde, grita en la sala del banquete
como si no existieran sus invitados, las gárgolas
y estuviera más solo que su grito.
Grita de piedra, de antigüedad, de nada,
lucha contra mi sueño pero ignora que lucha;
sus esposas no cuentan para él ni el maíz que en la tardelo hará besar el polvo.
Se limita a aullar como un hereje en la hoguera de sus plumas.
Y es el cuerno gigante
que sopla la negrura al caer al infierno.



Ernesto Cardenal

epigrama I

-- de Ernesto Cardenal --

Pero en la noche
ves tu arroz
y tus frijoles fritos,
con la cuajada
fresca,
y una tortilla caliente,
o un plátano asado,
lo comes sin guardaespaldas
y tu jícara
de triste
no la prueba
primero un ayudante.
Y después tocas
si quieres en
tu guitarra
una canción
ranchera,
y no dormís
rodeado de reflectores
y alambradas



Pablo Neruda

serenata

-- de Pablo Neruda --

En tu frente descansa el color de las amapolas,
el luto de las viudas halla eco, oh apiadada:
cuando corres detrás de los ferrocarriles, en los campos,
el delgado labrador te da la espalda,
de tus pisadas brotan temblando los dulces sapos.
El joven sin recuerdos te saluda, te pregunta por su olvidada voluntad,
las manos de él se mueven en tu atmósfera comopájaros,
y la humedad es grande a su alrededor:
cruzando sus pensamientos incompletos,
queriendo alcanzar algo, oh buscándote,
le palpitan los ojos pálidos en tu red
como instrumentos perdidos que brillan de súbito.
O recuerdo el día primero de la sed,
la sombra apretada contra los jazmines,
el cuerpo profundo en que te recogías
como una gota temblando también.
Pero acallas los grandes árboles, y encima de la luna,sobrelejos,
vigilas el mar como un ladrón.
Oh noche, mi alma sobrecogida te pregunta
desesperadamente a ti por el metal que necesita.



Pablo Neruda

soneto xlvii cien sonetos de amor (1959) mediodía

-- de Pablo Neruda --

Detrás de mí en la rama quiero verte.
Poco a poco te convertiste en fruto.
No te costó subir de las raíces
cantando con tu sílaba de savia.
Y aquí estarás primero en flor fragante,
en la estatua de un beso convertida,
hasta que sol y tierra, sangre y cielo,
te otorguen la delicia y la dulzura.
En la rama veré tu cabellera,
tu signo madurando en el follaje,
acercando las hojas a mi sed,
y llenará mi boca tu sustancia,
el beso que subió desde la tierra
con tu sangre de fruta enamorada.



Pablo Neruda

con las virtudes que olvidé

-- de Pablo Neruda --

Con las virtudes que olvidé
me puedo hacer un traje nuevo?
por qué los ríos mejores
se fueron a correr en francia?
por qué no amanece en bolivia
desde la noche de guevara?
y busca allí a los asesinos
su corazón asesinado?
tienen primero gusto a lágrimas
las uvas negras del desierto?



Pedro Calderón de la Barca

Hermosura

-- de Pedro Calderón de la Barca --

Viendo estoy mi beldad hermosa y pura;
ni al rey envidio, ni sus triunfos quiero,
pues más imperio ilustre considero
que es el que mi belleza me asegura.

Porque si el rey avasallar procura
las vidas, yo, las almas, luego infiero
con causa que mi imperio es el primero,
pues que reina en las almas la hermosura.

Pequeño mundo la filosofía
llamó la hombre; sin en él mi imperio fundo,
como el cielo lo tiene, como el suelo,

bien puede presumir la deidad mía
que al que al hombre llamó pequeño mundo,
llamará a la mujer pequeño cielo.



Pedro Miguel Obligado

mi corazón

-- de Pedro Miguel Obligado --

Mi corazón, temblando, con latidos me dice:
-¿por qué, por qué, me entregas al primero que pasa
y dejas que una mano ciega me martirice,
o me suelte lo mismo que si fuera una brasa?

¿cómo no ves que nadie quiere llevar mi peso,
que nadie retribuye mi impávido cariño?
me destrozan mis alas amorosas, y en eso
soy semejante a un pájaro que está en manos de un niño

¡si supieras!... Hay seres que me dan contra el suelo,
hay otros que me hielan, y otros se divierten
como soy tan confiado, causo mucho recelo;
quienes mejor me tratan son los que no me advierten.

¿No sabes que padezco? ¿no sufres mi tristeza
desesperante y larga? ¡si ya no puedo más!...
Aumenta mi infortunio, con mi delicadeza.
¿Por qué me das a todos, por qué, por qué me das?-

siento en mí, cual gotera, su honda palpitación;
sus latidos son lágrimas que casi no contengo;
y le digo muy bajo: - corazón, corazón,
yo te doy porque tú eres lo más bello que tengo.



Pedro Salinas

la voz a ti debida - por qué tienes nombre tú

-- de Pedro Salinas --

¿por qué tienes nombre tú,
día, miércoles?
¿por qué tienes nombre tú,
tiempo, otoño?
alegría, pena, siempre
¿por qué tenéis nombre: amor?
si tú no tuvieras nombre,
yo no sabría qué era
ni cómo, ni cuándo. Nada.
¿Sabe el mar cómo se llama,
que es el mar? ¿saben los vientos
sus apellidos, del sur
y del norte, por encima
del puro soplo que son?
si tú no tuvieras nombre,
todo sería primero,
inicial, todo inventado
por mí,
intacto hasta el beso mío.
Gozo, amor: delicia lenta
de gozar, de amar, sin nombre.
Nombre: ¡qué puñal clavado
en medio de un pecho cándido
que sería nuestro siempre
si no fuese por su nombre!



Pedro Soto de Rojas

Ojos de Fénix, si matadores, deseados

-- de Pedro Soto de Rojas --

Indicios claros de la luz, espías
del luminoso general del cielo,
cuyo valor ardiente, cuyo celo
años le rinde y le conquista días;

apacibles tiranos, que alegrías
dais y quitáis al más cortés desvelo;
deidad tonante, que fulmina yelo
sobre el volcán de las entrañas mías;

volved a mí, volved, aunque de fiero
basilisco seáis: vuestra hermosura
más que la vida en vuestra ausencia quiero,

si ya no sube a tanto mi ventura
que os puedo -¡oh cuán difícil!- ver primero,
y es cada cual difunto y sepultura.



Rafael de León

baladilla de los tres puñales

-- de Rafael de León --

He comprado tres puñales
para que me des la muerte...

El primero, indiferencia,
sonrisa que va y que viene
y que se adentra en la carne
como una rosa de nieve.

El segundo, de traición;
mi espalda ya lo presiente,
dejando sin primavera
un árbol de venas verdes.

Y el último acero frío,
por si valentía tienes
y me dejas, cara a cara,
amor, de cuerpo presente.

He comprado tres puñales
para que me des la muerte...



Rafael María Baralt

A una tonta

-- de Rafael María Baralt --

Nadie lo niega, Elisa, y yo el primero,
si alguno lo negara, lo diría:
todo en tu cara hermosa es simetría;
cada cual de tus ojos un lucero.

Y nada excede en garbo al hechicero
talle gentil, ni en noble bizarría
la cadera, que al sesgo se desvía
y columpia amoroso el pie ligero.

Nadie lo niega, hermosa, y quien delira
por tu albo seno que al placer provoca:
quien, tu cuello al mirar, tiembla y suspira,

pero hay dos gracia sen tu linda boca
que el mundo sabio, sobre todo admira:
tu charla eterna, y tu reír de loca.



José Ángel Buesa

poema de la espera

-- de José Ángel Buesa --

Yo sé que tú eres de otro. Y, a pesar de eso, espero.
Y espero sonriente, porque yo sé que un día,
como en amor el último vale más que el primero,
tú tendrás que ser mía.
Yo sé que tú eres de otro, pero eso no me importa,
porque nada es de nadie, si hay alguien que lo ansía,
y mi amor es tan largo, y la vida es tan corta,
que tendrás que ser mía.
Yo sé que tú eres de otro pero la sed se sacia
solamente, en el fondo de la copa vacía;
y, como la paciencia puede más que la audacia,
tú tendrás que ser mía.
Por eso, en lo profundo de mis sueños despiertos,
yo seguiré esperando, porque sé que algúndía
buscarás el refugio de mis brazos abiertos,
y tendrás que ser mía.



José Ángel Buesa

nocturno vii

-- de José Ángel Buesa --

Ahora que ya te fuiste, te diré que te quiero.
Ahora que no me oyes, ya no debo callar.
Tú seguirás tu vida y olvidarás primero...
Y yo aquí, recordándote, a la orilla del mar.
Hay un amor tranquilo que dura hasta la muerte,
y un amor tempestuoso que no puede durar.
Acaso aquella noche no quise retenerte...
Y ahora estoy recordándote a la orilla del mar.
Tú, que nunca supiste lo que yo te quería,
quizás entre otros brazos lograrás olvidar...
Tal vez mires a otro, igual que a mí aquel día...
Y yo aquí, recordándote, a la orilla del mar.
El rumor de mi sangre va cantando tu nombre,
y el viento de la noche lo repite al pasar.
Quizás en este instante tú besas a otro hombre...
Y yo aquí, recordándote, a la orilla del mar...
Y yo aquí, recordándote, a la orilla del mar...



Juan Bautista Arriaza

Tres años de proezas singulares

-- de Juan Bautista Arriaza --

¡Tres años de proezas singulares,
sitios, asaltos, lides carniceras,
en que del corso las legiones fieras
el acero español siega a millares!

¡Hallarse, Iberia, yermos tus hogares,
o en ellos luto y quejas lastimeras;
de tus hijos por todas las riberas
bajando sangre a enrojecer los mares!

¡Ver la flor de Aragón y de Castilla
que al cautiverio la cerviz prosterna,
primero que al tirano la rodilla!

¿Y a tanto honor con frases de taberna
la gacetera chusma aún amancilla?
¡Raza de Juan Frerón serás eterna!



Gabino Alejandro Carriedo

recomendaciones para domesticar a un avestruz

-- de Gabino Alejandro Carriedo --

Primero se le coge de una pata,
luego se le propina un puntapié,
más tarde se le da un terrón de azúcar
y acto seguido pan y leche y palos.
Transcurridos seis meses por lo menos
diciendo abracadabra se le cuelga
de un árbol muy frondoso de tal guisa
que pasar pueda ver los autobuses.
Después de encomendarle a san pancracio
patrono de las aves de corral,
se le cortan las alas, se le pinta
de amarillo y azul la cresta y basta.
Y a esperar, esperar... Todo en la vida
ya sabemos que es cosa de paciencia.
Si esto hacéis, yo os prometo que algún día
podréis llevar a un avestruz al cine.



Gabino Alejandro Carriedo

la langosta

-- de Gabino Alejandro Carriedo --

La langosta se come los trigos,
se corta los humos,
se compra los dientes que tiene.
La langosta que salta y deshace
los trigos más altos y pone
las aceñas de trigo amarillo
tan al lado del trigo comido.
La langosta cancela su postre,
traduce más tarde episodios
y se pone a sumar relicarios,
y a afeitarse se pone temprano,
y se pone a secarse las manos.
Tímidos misántropos del anochecer:
la langosta pospone a su madre,
las cigüeñas se acuestan a veces,
la lechuza nos dice que hay algo,
que en las torres las monjas dormitan.
Por lo mismo que digo langosta
yo diría primero que mientes.
Pues me muero de envidia si veo
los insectos que saltan los montes.



Gabriel García Tassara

El nardo

-- de Gabriel García Tassara --

El nardo, el blanco nardo
que me prendiste al seno,
se marchitó, amor mió,
del corazón al fuego.

Marchito, está, marchito,
aquí, mi bien, lo llevo
donde en su noble orgullo
se desplegó primero.

Y qué ¿nada le queda
de aquel primor excelso
que del jardín y el aura
fue gala y embeleso?

¿Nada de aquel encanto
con que en el tallo enhiesto
él mismo dulcemente
brindóse á tu deseo?

Quédale siempre aquella,
que atesoraba dentro
su cáliz de alabastro,
esencia de los cielos.

Asi, cuando un destino
ya á nuestra dicha adverso,
venga á romper el lazo
que hoy á tus plantas beso;

Aunque el helado soplo
del enemigo tiempo
temple la ardiente llama
en que abrasar me siento;

Nardo será mi alma
de un temple mas egregio
que, si á perder llegare
su albor perecedero,

No temas, no, que pierda,
mientras en mí haya aliento,
el inmortal perfume
del inmortal recuerdo.

Gabriel G. Tassara.



Gabriela Mistral

decálogo del artista

-- de Gabriela Mistral --

Ii.
No hay arte ateo. Aunque no ames al creador, lo afirmarás creandoa su semejanza.
Iii.
No darás la belleza como cebo para los sentidos, sino como elnatural alimento del alma.
Iv.
No te será pretexto para la lujuria ni para la vanidad, sinoejercicio divino.
V.
No la buscarás en las ferias ni llevarás tu obra a ellas,porque la belleza es virgen, y la que está en las ferias no es ella.
Vi.
Subirá de tu corazón a tu canto y te habrá purificadoa ti el primero.
Vii.
Tu belleza se llamará también misericordia, y consolaráel corazón de los hombres.
Viii.
Darás tu obra como se da un hijo: restando sangre de tu corazón.
Ix.
No te será la belleza opio adormecedor, sino vino generoso quete encienda para la acción, pues si dejas de ser hombre o mujer,dejarás de ser artista.
X.
De toda creación saldrás con vergüenza, porque fueinferior a tu sueño, e inferior a ese sueño maravilloso dedios, que es la naturaleza.



Gaspar María de Nava Álvarez

Situación inalterable del justo

-- de Gaspar María de Nava Álvarez --

Al ambicioso aterran los cuidados
de ser entre los hombres el primero.
Al avaro la sed del vil dinero,
cercado de temor por todos lados.

Al jugador la suerte de los dados,
de los dañosos naipes y el tablero.
Al soberbio le ahoga su ardor fiero.
Al lascivo deseos no arreglados.

A éstos destruye la voraz conciencia,
poniendo los delitos por delante,
y dándoles pesar con su presencia.

Mas el justo, sereno su semblante,
sabe la grande indubitable ciencia
de no temer a nadie ni un instante.



Gaspar Melchor de Jovellanos

jovellanos soneto primero

-- de Gaspar Melchor de Jovellanos --

A clori
sentir de una pasión viva y ardiente
todo el afán, zozobra y agonía;
vivir sin premio un día y otro día;
dudar, sufrir, llorar eternamente;
amar a quien no ama, a quien no siente,
a quien no corresponde ni desvía;
persuadir a quien cree y desconfía;
rogar a quien otorga y se arrepiente;
luchar contra un poder justo y terrible;
temer más la desgracia que la muerte;
morir, en fin, de angustia y de tormento,
víctima de un amor irresistible:
ésta es mi situación, ésta es mi suerte.
¿Y tú quieres, cruel, que esté contento?
esta obra se encuentra en dominio público.
Esto es aplicable en todo el mundo debido a que su autor falleció hace
más de 100 años. La traducción de la obra puede no estar en dominio
público.



Gustavo Adolfo Bécquer

rima lxii

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Primero es un albor trémulo y vago,
raya de inquieta luz que corta el mar;
luego chispea y crece y se difunde
en ardiente explosión de claridad.
La brilladora lumbre es la alegría;
la temerosa sombra es el pesar;
¡ay!, en la oscura noche de mi alma,
¿cuándo amanecerá?



Gutierre de Cetina

tan puesto tengo en vos el pensamiento

-- de Gutierre de Cetina --

Que ya ni pienso en mí, ni pensar quiero;
si tengo bien, por vos pasa primero;
de vos viene si tengo algún tormento.
Hace mi voluntad su fundamento
en la vuestra, y recíbela por fuero;
en mi propio querer soy el postrero,
sólo lo que queréis quiero y consiento.
Si alegre os veo a vos, luego me alegro;
si tristeza tenéis, luego estoy triste;
si os volvéis alegrar, vuelvo alegrarme.
Lo negro es blanco y lo blanco es negro
como queréis: luego al alma viste
el efecto que vos queréis mostrarme.



Gutierre de Cetina

a doña magina siguriosa

-- de Gutierre de Cetina --

Vuestro nombre, señora, que asigura
cuanto vuestra beldad hace dudoso,
demás de aquel mirar dulce y piadoso
han sido la ocasión de mi tristura.
Temía, y con razón, esta aventura,
puesto que fue el principio venturoso;
no era por mi parte temeroso,
mas de parte de vuestra hermosura.
El alma, en el tormento ejercitada,
de nueva sujeción quería librarse,
del antiguo error escarmentada.
Pero ¿cómo podía decir salvarse
quien tanto del primero mal se agrada
y no quiere de vos saber guardarse?



Gutierre de Cetina

hiere el puerco montés cerdoso y fiero

-- de Gutierre de Cetina --

Y la alterada sangre detenida
tarda del corazón a la herida
y una blanca señal muestra primero.
Así del amador que es verdadero,
en lágrimas la sangre convertida,
no llegan así presto a su salida
en llorando un pesar muy lastimero.
Da el corazón señal que está alterado;
hace que de dolor el fiero diente
en lo vivo del alma ha penetrado.
Entonces muestra el daño el accidente,
y la blanca señal de estar turbado
matiza con el llanto el mal que siente.



Hernando de Acuña

Atenta al gran rumor la musa mía

-- de Hernando de Acuña --

Atenta al gran rumor la musa mía
del armígero son de Marte fiero,
cesó del dulce estilo que primero
en sujeto amoroso se extendía;

mas ahora, con la vuestra en compañía,
me vuelve al sacro monte, donde espero
levantarme más alto y, por grosero,
dejar con nuevo canto el que solía.

Así sus horas con la espada a Marte,
y los ratos del ocio con la pluma
pienso, señor, enderezar a Apolo;

dando a los dos de mí tan larga parte,
y tomándola de ellos tal, que en suma
no me cause tristeza el verme solo.



Hernando de Acuña

Cierto escogí bien peligrosa vía

-- de Hernando de Acuña --

Cierto escogí bien peligrosa vía
cuando primero en vos los ojos puse,
pues a pasar tal vida me dispuse
cual vos, señora, veis que ahora es la mía.

Para más no vivir viví aquel día
y, porque el veros todo bien pospuse,
ni sé a quién acusar ni a quién excuse,
ni hallo parte en mí del que solía.

Mas tomar tanto gusto en muerte ajena,
contra tanta humildad tal aspereza,
y obras a muerte tan enderezadas,

sin dar jamás alivio a tanta pena,
ved vuestras manos, que de tal fiereza
por fuerza se han de ver ensangrentadas.



Hernando de Acuña

Puede en amor la discreción obrarse

-- de Hernando de Acuña --

Puede en amor la discreción obrarse
cuando se siente amor tibio o ligero,
que no teme peligro el verdadero
ni puede con razones desviarse.

Es allegarse más el apartarse,
y el duro corazón más fuerte y fiero
viene a encenderse más que de primero
con lo que más espera remediarse.

Por donde, en este mal tan congojoso,
sufrir es el más sano regimiento,
pues otro que aproveche no se halla;

y el que en buscar remedio es presuroso
sé que vendrá a sentir lo que yo siento,
que la salud más cierta es no buscalla.



Hérib Campos Cervera

pequeña letanía en voz baja

-- de Hérib Campos Cervera --

Baja para el recuerdo de roque molinari
laurin.-Donde estuviere. Elegiré una piedra.Y un
árbol. Y una nube.Y gritaré tu nombrehasta que el aire
ciego que te llevame escuche.(En voz baja). Golpearé la
pequeña ventana del rocío;extenderé un cordaje de cáñamo y
resinas;levantaré tu lino marinerohasta el viento primero de tu
signo,para que el mar te nombre(en voz baja). Te lloran:
cuatro pájaros;un agobio de niños y de títeres;los jazmines nocturnos de
un patio paraguayo.Y una guitarra coplera.(En voz baja). Te
llaman:todo lo que es humilde bajo el cielo;la inocencia de un pedazo de
pan;el puñado de sal que se derrama sobre el mantel de un pobre;la
mirada sumisa de un caballo,y un perro abandonado.Y una carta.(En
voz baja). Yo también te he llamado,en mi noche de altura y de
azahares.(En voz baja). Sólo tu soledad de ahora y
siemprete llamará, en la noche y en el día.En voz alta.



Santiago Montobbio

mujer de poeta (mascarilla)

-- de Santiago Montobbio --

Mujer de poeta (mascarilla)
para la verdadera dignidad la sociedad no tiene asiento;
pero eso se comprueba luego, y así primero fueron
los inexistentes triunfos pequeños, el manso ruido
de la colaboración diaria, esperanzadoras señales todasdel inicio
de una tan gloriosa como inevitable carrera literaria que nacía
de un extraño entusiasmo por las cosas
y también de las mordidas
lagunas de la sombra. Y aunque nunca
entendiste esas cosas con exceso
estuviste cerca, silenciosa columna
fuiste del sigilo y para navegar
por esas aguas de tu corazón
día a día hiciste pan muy blanco.
Pero para tu escondido quehacer diario
al cabo de los años resulta muy poco
y muy pobre el contrapeso del regalo aburrido
además de ocasional de algunos libros,
como recalentados ya los dedicados versos
y aún menos tolerable te parece el valor
de unos pretendidamente dolorosos
insomnios a destiempo. Y así dichoso,
de verdad dichoso será el día
en que comprendas todo eso y te decidas
a dejar ya para siempre abandonado
a tan miserable y estúpido sujeto.



Sor Juana Inés de la Cruz

Envía una rosa a la virreina

-- de Sor Juana Inés de la Cruz --

Ésa, que alegra y ufana
de carmín fragante esmero,
del tiempo al ardor primero,
se encendió llama de grama;
preludio de la mañana
del rosicler más ufano
es primicia del verano,
Lisi divina, que en fe
de que la debió a tu pie
la sacrifica tu mano.



Sor Juana Inés de la Cruz

La sentencia de Justo

-- de Sor Juana Inés de la Cruz --

Firma Pilatos la que juzga ajena
Sentencia, y es la suya. ¡Oh caso fuerte!
¿Quién creerá que firmando ajena muerte
el mismo juez en ella se condena?

La ambición de sí tanto le enajena
Que con el vil temor ciego no advierte
Que carga sobre sí la infausta suerte,
Quien al Justo sentencia a injusta pena.

Jueces del mundo, detened la mano,
Aún no firméis, mirad si son violencias
Las que os pueden mover de odio inhumano;

Examinad primero las conciencias,
Mirad no haga el Juez recto y soberano
Que en la ajena firméis vuestras sentencias.



Antonio Machado

Coplas elegiacas

-- de Antonio Machado --

¡Ay del que llega sediento
a ver el agua correr
y dice: La sed que siento
no me la calma el beber!
¡Ay de quien bebe, y, saciada
la sed, desprecia la vida:
moneda al tahúr prestada,
que sea al azar rendida!
Del iluso que suspira
bajo el orden soberano,
y del que sueña la lira
pitagórica en su mano.
¡Ay del noble peregrino
que se para a meditar,
después de largo camino,
en el horror de llegar!
¡Ay de la melancolía
que llorando se consuela,
y de la melomanía
de un corazón de zarzuela!
¡Ay de nuestro ruiseñor,
si en una noche serena
se cura del mal de amor
que llora y canta su pena!
¡De los jardines secretos,
de los pensiles soñados
y de los sueños poblados
de propósitos discretos!
¡Ay del galán sin fortuna
que ronda a la luna bella,
de cuantos caen de la luna,
de cuantos se marchan a ella!
¡De quien el fruto prendido
en la rama no alcanzó,
de quien el fruto ha mordido
y el gusto amargo probó!
¡Y de nuestro amor primero
y de su fe mal pagada,
y, también, del verdadero
amante de nuestra amada!



Antonio Machado

Mis poetas

-- de Antonio Machado --

El primero es Gonzalo de Berceo llamado,
Gonzalo de Berceo, poeta y peregrino,
que yendo en romería acaeció en un prado,
y a quien los sabios pintan copiando un pergamino.
Trovó a Santo Domingo, trovó a Santa María,
y a San Millán, y a San Lorenzo y Santa Oria
y dijo: Mi dictado non es de juglaría;
escrito lo tenemos; es verdadera historia.
Su verso es dulce y grave: monótonas hileras
de chopos invernales en donde nada brilla;
renglones como surcos en pardas sementeras,
y lejos, las montañas azules de Castilla.
El nos cuenta el repaire del romero cansado;
leyendo en santorales y libros de oración,
copiando historias viejas, nos dice su dictado,
mientras le sale afuera la luz del corazón.



Antonio Machado

¿Y ha de morir contigo el mundo mago?

-- de Antonio Machado --

¿Y ha de morir contigo el mundo mago
donde guarda el recuerdo
los hálitos más puros de la vida,
la blanca sombra del amor primero,
la voz que fue a tu corazón, la mano
que tú querías retener en sueños,
y todos los amores
que llegaron al alma, al hondo cielo?
¿Y ha de morir contigo el mundo tuyo,
la vieja vida en orden tuyo y nuevo?
¿Los yunques y crisoles de tu alma
trabajan para el polvo y para el viento?



Antonio Ros de Olano

El conde don Julián

-- de Antonio Ros de Olano --

Dentro el alcázar de doblado muro,
frontero al campo de Tarik, leía
en letra de Florinda, y repetía,
aún de sus mismos ojos mal seguro:

«Cerró mi boca con su labio impuro...
¡Hembra débil, su fuerza me oprimía!
Por vos fiada a quien su guarda os fía,
mi afrenta acusa al forzador perjuro...»

Y, al sacudir la gótica melena,
león que yerra el salto carnicero,
subió al adarbe, descolló en la almena;

Padre ofendido, desciñó el acero;
tendió la puente; y la cristiana arena
manchó la planta del traidor primero.



Antonio Ros de Olano

Los castillos de la Reconquista

-- de Antonio Ros de Olano --

Son esqueletos de gigante hechura:
helos en pie; la Religión los vela:
asomos del cristiano centinela,
ásperos muros, torres de la jura.

Quedó de Troya, donde fue insegura
defensa la pelasga ciudadela,
contra el griego invasor que la debela,
ceniza al aire, al suelo sepultura.

Y éstos, agora, en soledad sagrada,
viejos testigos del tesón íbero,
mientras luchó por siglos la mesnada,

Desde la breha en que se alzó el primero,
llevan de Covadonga hasta Granada
la Cruz triunfante por blasón frontero.



Anónimo

Romance del rey don Fernando primero

-- de Anónimo --

Doliente se siente el rey,
este buen rey don Fernando;
los pies tiene hacia el oriente
y la candela en la mano.
A su cabecera tiene
arzobispos y perlados,
a su man derecha tiene
a sus hijos todos cuatro.
Los tres eran de la reina
y el uno era bastardo:
ese que bastardo era
quedaba mejor librado.
Arzobispo es de Toledo,
Maestre de Santiago,
Abad era en Zaragoza,
de las Españas primado.
-Hijo si yo no muriera
vos fuérades Padre Santo,
mas con la renta que os queda
vos bien podéis alcanzarlo.
Ellos estando en aquesto
entrara Urraca Fernando
y vuelta hacia su padre
desta manera ha hablado.



Anónimo

Romance del cautivo

-- de Anónimo --

Mi padre era de Ronda
y mi madre de Antequera;
cautiváronme los moros
entre la paz y la guerra,
y lleváronme a vender
a Vélez de la Gomera.
Siete días con sus noches
anduve en el almoneda,
no hubo moro ni mora
que por mí una blanca diera,
sino fuera un perro moro
que cien doblas ofreciera,
y llevárame a su casa,
echárame una cadena.
Dábame la vida mala,
dábame la vida negra:
de día majaba esparto,
de noche molía cibera,
echóme un freno a la boca
porque no comiese della,
Pero plugo a Dios del cielo
que tenía el ama buena;
cuando el moro se iba a caza
quitábame la cadena;
echábame en su regazo,
mis regalos me hiciera,
espulgábame y limpiaba
mejor que yo mereciera;
por un placer que le hice
otro muy mayor me hiciera:
diérame casi cien doblones
en libertad me pusiera,
por temor que el moro perro
quizá la muerte nos diera.
Así plugo a Dios del cielo
de quien mercedes se espera
que me ha vuelto a vuestros brazos
como de primero era.



Marilina Rébora

el muñeco

-- de Marilina Rébora --

El muñeco
¡madre!, clama en voz queda mi ferviente mensaje;
¡madre, mi madre, acude porque te necesito!
la voz, primero tierna, va haciéndose salvaje:
si al comenzar fue ruego, termina siendo grito.
Todo ansias de amor el son de mi lenguaje,
salvando las alturas en pos del infinito,
desesperante, alcanza, tras impetuoso viaje,
acento de mandato para aquel ser bendito.
Sólo que a su momento la voz se pierde en eco;
el sonido se expande con angustia de ausencia,
y recuerdo, de pronto, el ¡mamá! del muñeco.
Yo también lo repito, como él lo repetía,
y me siento el muñeco de trágica presencia
ya que nadie responde, mi dulce madre mía.



Marilina Rébora

con ojos de niña

-- de Marilina Rébora --

Con ojos de niña
señor, siempre te veo con los ojos de niña:
primero en el pesebre, aureolado de ovejas;
en lo alto, la estrella, que sus reflejos guiña
sobre el burro y el buey al mover las orejas.
Hombre, vas por montaña, y por valle y campiña,
curando enfermos graves que bordan las callejas,
la triste multitud que al oírte se apiña,
y encima de las aguas caminando te alejas.
Al final, te imagino, arriba, entre las nubes,
centro de los arcángeles con extendidas alas;
en macizo de flores azucenas y calas
se abren las estrellas, por donde al cielo subes.
Aunque me ves en casa, jugando sobre el piso
y sonriendo desciendes hacia mí, de improviso.



Marilina Rébora

confianza en la providencia de dios

-- de Marilina Rébora --

Confianza en la providencia de dios
no os acongojéis por falta de comida
y menos todavía por lo que el cuerpo cubre,
ya que más que el comer vale la propia vida
y más aún el cuerpo que lo que lo recubre.
Mirad las azucenas, no hilan pero crecen
y nadie se ha ataviado como ellas hasta ahora;
si dios así las viste y de nada adolecen,
qué no os dará a vosotros cuando llegue la hora.
Son las gentes del mundo las que corren en pos
de tantas de estas cosas que el mundo les procura,
mas sabe vuestro padre lo que habéis menester.
Buscad primero entrar en el reino de dios
para que a su presencia podáis comparecer
y todo lo demás tendréis de añadidura.
Lucas 12, 22, 23, 28-32.



Mario Benedetti

bienvenida

-- de Mario Benedetti --

Se me ocurre que vas a llegar distinta
no exactamente más linda
ni más fuerte
nimás dócil
nimás cauta
tan sólo que vas a llegar distinta
como si esta temporada de no verme
te hubiera sorprendido a vos también
quizá porque sabes
como te pienso y te enumero
despues de todo la nostalgia existe
aunque no lloremos en los andenes fantasmales
ni sobre las almohadas de candor
ni bajo el cielo opaco
yo nostalgio
tú nostalgias
y como me revienta que él nostalgie
tu rostro es la vanguardia
tal vez llega primero
porque lo pinto en las paredes
con trazos invisibles y seguros
no olvides que tu rostro
me mira como pueblo
sonríe y rabia y canta
como pueblo
y eso te da una lumbre
inapagable
ahora no tengo dudas
vas a llegar distinta y con señales
con nuevas
conhondura
confranqueza
sé que voy aquererte sin preguntas
sé que vas aquererme sin respuestas.



Mario Benedetti

viceversa

-- de Mario Benedetti --

Martín santomé
tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte
tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte
tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte
o sea
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.



Rosalía de Castro

Quisiera, hermosa mía

-- de Rosalía de Castro --

I

Quisiera, hermosa mía,
A quien aún más que á Dios amo y venero,
Ciego creer que este tu amor primero,
Ser por mi dicha el último podría.
Mas...
— ¡Qué! ¡Gran Dios, lo duda todavía!

— ¡Oh!, virgen candorosa,
¿Por qué no he de dudarlo al ver que muero
Si aun viviendo también lo dudaría?

— Tu sospecha me ofende,
Y tanto me lastima y me sorprende
Oiría de tu labio,
Que pienso llegaría
A matarme lo injusto del agravio.

— ¡A matarla! ¡La hermosa criatura
Que apenas cuenta quince primaveras!...
¡Nunca!... ¡Vive, mi santa, y no te mueras!

— Mi corazón, de asombro y dolor llenas.



Rosalía de Castro

Viéndome perseguido por la alondra

-- de Rosalía de Castro --

Viéndome perseguido por la alondra
Que en su rápido vuelo
Arrebatarme quiso en su piquillo
Para dar alimento a sus polluelos,

Yo, diminuto insecto de alas de oro,
Refugio hallé en el cáliz de una rosa,
Y allí viví dichoso desde el alba
Hasta la nueva aurora.

Mas aunque era tan fresca y perfumada
La rosa, como yo no encontró abrigo
Contra el viento, que alzándose en el bosque
Arrastróla en revuelto torbellino.

Y rodamos los dos en fango envueltos
Para ya nunca levantarse ella,
Y yo para llorar eternamente
Mi amor primero y mi ilusión postrera.



Meira Delmar

el escudo

-- de Meira Delmar --

Cuánto te quise, amor, cuánto te quiero,
más allá de la vida y de la muerte.
Y aunque ya nunca más he de tenerte,
eres de cuanto es mío lo primero.
Más que el sol del estío, verdadero,
tu recuerdo mitiga, por mi suerte,
la sombra que me ciñe, y se convierte
en la luz que ilumina mi sendero.
Nada ni nadie desterrar haría
de mi frente aquel tiempo jubiloso
en que eterna la dicha parecía.
Contra el olvido y su tenaz acoso
defenderá por siempre y a porfía
su condición de escudo milagroso.
!--Img



Miguel Hernández

primero de mayo de 1937

-- de Miguel Hernández --

No sé qué sepultada artillería
dispara desde abajo los claveles,
ni qué caballería
cruza tronando y hace que huelan los laureles.
Sementales corceles,
toros emocionados,
como una fundición de bronce y hierro,
surgen tras una crin de todos lados,
tras un rendido y pálido cencerro.
Mayo los animales pone airados:
la guerra más se aíra,
y detrás de las armas los arados
braman, hierven las flores, el sol gira.
Hasta el cadáver secular delira.
Los trabajos de mayo:
escala su cenit la agricultura.
Aparece la hoz igual que un rayo
inacabable en una mano oscura.
A pesar de la guerra delirante,
no amordazan los picos sus canciones,
y el rosal da su olor emocionante
porque el rosal no teme a los cañones.
Mayo es hoy más colérico y potente:
lo alimenta la sangre derramada,
la juventud que convirtió en torrente
su ejecución de lumbre entrelazada.
Deseo a españa un mayo ejecutivo,
vestido con la enterna plenitud de la era.
El primer árbol es su abierto olivo
y no va a ser su sangre la postrera.
La españa que hoy no se ara, se arará toda entera.



Miguel Unamuno

Toda una vida

-- de Miguel Unamuno --

Una mañana del florido Mayo
abrió sus alas húmedas de sueño
y del naciente sol al tibio rayo
al aire se entregó. Sobre el risueño

haz del natal arroyo hizo el ensayo
primero de sus alas. Del empeño
segura ya, voló. Breve desmayo
posar le hizo en el pétalo sedeño



Juan Meléndez Valdés

Las armas del amor

-- de Juan Meléndez Valdés --

De tus doradas hebras, mi señora,
Amor formó los lazos para asirme;
de tus lindos ojuelos, para herirme,
las flechas y la llama abrasadora.

Tu dulce boca, que el carmín colora,
su púrpura le dio para rendirme;
tus manos, si al encanto quise huirme,
nieve que en fuego se me vuelve ahora.

Tu voz suave, tu desdén fingido
y el albo seno, do el placer se anida,
pábulo añaden al ardor primero.

Amor con tales armas me ha rendido;
¡ay armas celestiales!, ¡ay mi vida!,
yo soy, yo quiero ser tu prisionero.



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