Buscar Poemas con Preguntas


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Se han encontrado 31 poemas con la palabra preguntas

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Pedro Salinas

la difícil

-- de Pedro Salinas --

En los extremos estás
de ti, por ellos te busco.
Amarte: ¡qué ir y venir
a ti misma de ti misma!
para dar contigo, cerca,
¡qué lejos habrá que ir!
amor: distancias, vaivén
sin parar.
En medio del camino, nada.
No, tu voz no, tu silencio.
Redondo, terso, sin quiebra,
como aire, las preguntas
apenas le rizan,
como piedras, las preguntas
en el fondo se las guarda.
Superficie del silencio
y yo mirándome en ella.
Nada, tu silencio, sí.
O todo tu grito, sí.
Afilado en el callar,
acero, rayo, saeta,
rasgador, desgarrador,
¡qué exactitud repentina
rompiendo al mundo la entraña,
y el fondo del mundo arriba,
donde él llega, fugacísimo!
todo, sí, tu grito, sí.
Pero tu voz no la quiero.

Poema la difícil de Pedro Salinas con fondo de libro

Alejandro Tapia y Rivera

Los ojos de ...

-- de Alejandro Tapia y Rivera --

¿Me preguntas, pintor, que como quiero
que pintes el mirar y la hermosura
de aquellos ojos do el Edén fulgura,
de aquellos ojos por que vivo y muero?
Copia el fulgor de matinal lucero,
de gacela apacible la dulzura,
de la tórtola amante la ternura,
el brillo del diamante lisonjero.
Los habrás de pintar grandes y vivos
donde luzca la antorcha bendecida
del noble meditar, muy expresivos,
Con dulce vaguedad indefinida;
¿quieres darles aun más atractivos
de apasionado amor? dales la vida.

Poema Los ojos de ... de Alejandro Tapia y Rivera con fondo de libro

Amado Nervo

Ingenua

-- de Amado Nervo --

¡Oh! ¡los rizos negros y los ojos nubios!
¡Oh, los ojos claros y los rizos rubios!

Los enormes besos en que amor es ducho...
¡Besarse sin treguas y quererse mucho!

Ser grande, muy grande, ser bueno, muy bueno;
pero entre tus brazos y sobre tu seno;

Besarte la nuca, besarte los ojos
y los hombros blancos y los labios rojos...

¡Oh! ¡mis dieciocho años! ¡Oh, mi novia ida!
Mi amor a la vida, mi amor a la vida...

La vida era dulce y el mundo era bueno;
¡pero entre tus brazos y sobre tu seno!

Las lunas de mayo si se los preguntas,
te dirán que vieron nuestras sombras juntas;

el estero de aguas cuchicheadoras
lamió nuestra barca con lenguas sonoras,

lamió nuestras barcas con lenguas sonoras,
en aquellas horas, en aquellas horas...

¿Dónde está la barca? ¿dónde está el estero?
¿dónde están las lunas?... ¡Tú mueres, yo muero!

¡Oh! mis dieciocho años, ¡Oh! ¡mi novia ida!
mi amor a la vida... Mi amor a la vida...

Poema Ingenua de Amado Nervo con fondo de libro

Líber Falco

A Pedro Piccatto

-- de Líber Falco --

Te veo un ángel,
de hueso, piel y carne florecido,
ojos de lince y aldabón de sienes
golpeando en las puertas del olvido.

Y más lejos te veo,
en una tarde azul y proletaria,
de blusa azul
con tus ojos ya claramente azules,
hablando con muchachas
de blusa azul,
y azul de fondo el cielo.

Luego te vas por una calle solo,
y en la cuarta, quinta o sexta puerta
preguntas por un niño
que no nació, y nacerá mañana.

Ese niño eres tú. Y te vas alegre.
Porque mañana es Mañana,
y detrás de las puertas
definitivamente,
contestan camaradas.



Jaime Sabines

te quiero porque tienes las partes de la mujer

-- de Jaime Sabines --

En el lugar preciso
y estás completa. No te falta ni un pétalo,
ni un olor, ni una sombra.
Colocada en tu alma,
dispuesta a ser rocío en la yerba del mundo,
leche de luna en las oscuras hojas.
Quizás me ves,
tal vez, acaso un día,
en una lámpara apagada,
en un rincón del cuarto donde duermes,
soy una mancha, un punto en la pared, alguna raya
que tus ojos, sin ti, se quedan viendo.
Quizás me reconoces
como una hora antigua
cuando a solas preguntas, te interrogas
con el cuerpo cerrado y sin respuesta.
Soy una cicatriz que ya no existe,
un beso ya lavado por el tiempo,
un amor y otro amor que ya enterraste.
Pero estás en mis manos y me tienes
y en tus manos estoy, brasa, ceniza,
para secar tus lágrimas que lloro.
¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras
me dirás que te amo? esto es urgente
porque la eternidad se nos acaba.
Recoge mi cabeza. Guarda el brazo
con que amé tu cintura. No me dejes
en medio de tu sangre en esa toalla.



Jorge Riechmann

21

-- de Jorge Riechmann --

Para michel
en su dolor y en su desconcierto
el tumor le deformaba el vientre
como una teta monstruosa.
Hoy ha reventado.
El hedor inunda toda la casa.
La perrita asphodèle agoniza
con los ojos abiertos
al vacío de todas las preguntas.
Pronto la intravenosa de sombra
apagará el dolor sorprendente de ser.
El mundo está enfermo de soledad.



César Vallejo

quisiera hoy ser feliz de buena gana

-- de César Vallejo --

Quisiera hoy ser feliz de buena gana,
ser feliz y portarme frondoso de preguntas,
abrir por temperamento de par en par mi cuarto, como loco,
y reclamar, en fin,
en mi confianza física acostado,
sólo por ver si quieren,
sólo por ver si quieren probar de mi espontáneaposición,
reclamar, voy diciendo,
por qué me dan así tánto en el alma.
Pues quisiera en sustancia ser dichoso,
obrar sin bastón, laica humildad, ni burro negro.
Así las sensaciones de este mundo,
los cantos subjuntivos, .
El lápiz que perdí en mi cavidad
y mis amados órganos de llanto.
Hermano persuasible, camarada,
padre por la grandeza, hijo mortal,
amigo y contendor, inmenso documento de darwin:
¿a qué hora, pues, vendrán con mi retrato?
¿a los goces? ¿acaso sobre goce amortajado?
¿más temprano? ¿quién sabe, a lasporfías?
a las misericordias, camarada,
hombre mío en rechazo y observación, vecino
en cuyo cuello enorme sube y baja,
al natural, sin hilo, mi esperanza...



José Agustín Goytisolo

el aire huele a humo

-- de José Agustín Goytisolo --

A gabriel celaya y a amparo gastón,
que tanto le quiso y le quiere todavía.
J.A.G.
¿Qué hará con la memoria
de esta noche tan clara
cuando todo termine?
¿qué hacer si cae la sed
sabiendo que está lejos
la fuente en que bebía?
¿qué hará de este deseo
de terminar mil veces
por volver a encontrarle?
¿qué hacer cuando un mal aire
de tristeza la envuelva
igual que un maleficio?
¿qué hará bajo el otoño
si el aire huele a humo
y a pólvora y a besos?
¿qué hacer?¿qué hará? preguntas
a un azar que ya tiene
las suertes repartidas.



Pablo Neruda

soneto lxxix cien sonetos de amor (1959) noche

-- de Pablo Neruda --

De noche, amada, amarra tu corazón al mío
y que ellos en el sueño derroten las tinieblas
como un doble tambor combatiendo en el bosque
contra el espeso muro de las hojas mojadas.
Nocturna travesía, brasa negra del sueño
interceptando el hilo de las uvas terrestres
con la puntualidad de un tren descabellado
que sombra y piedras frías sin cesar arrastrara.
Por eso, amor, amárrame el movimiento puro,
a la tenacidad que en tu pecho golpea
con las alas de un cisne sumergido,
para que a las preguntas estrelladas del cielo
responda nuestro sueño con una sola llave,
con una sola puerta cerrada por la sombra.



Pablo Neruda

soneto xxv cien sonetos de amor (1959) mañana

-- de Pablo Neruda --

Antes de amarte, amor, nada era mío:
vacilé por las calles y las cosas:
nada contaba ni tenía nombre:
el mundo era del aire que esperaba.
Yo conocí salones cenicientos,
túneles habitados por la luna,
hangares crueles que se despedían,
preguntas que insistían en la arena.
Todo estaba vacío, muerto y mudo,
caído, abandonado y decaído,
todo era inalienablemente ajeno,
todo era de los otros y de nadie,
hasta que tu belleza y tu pobreza
llenaron el otoño de regalos.



Pablo Neruda

qué cosa irrita a los volcanes

-- de Pablo Neruda --

Qué cosa irrita a los volcanes
que escupen fuego, frío y furia?
por qué cristóbal colón
no pudo descubrir a españa?
cuántas preguntas tiene un gato?
las lágrimas que no se lloran
esperan en pequeños lagos?
o serán ríos invisibles
que corren hacia la tristeza?



Pedro Salinas

versos 1385 a 1406

-- de Pedro Salinas --

Versos 1385 a 1406
la forma de querer tú
es dejarme que te quiera.
El sí con que te me rindes
es el silencio. Tus besos
son ofrecerme los labios
para que los bese yo.
Jamás palabras, abrazos,
me dirán que tú existías,
que me quisiste: jamás.
Me lo dicen hojas blancas,
mapas, augurios, teléfonos;
tú, no.
Y estoy abrazado a ti
sin preguntarte, de miedo
a que no sea verdad
que tú vives y me quieres.
Y estoy abrazado a ti
sin mirar y sin tocarte.
No vaya a ser que descubra
con preguntas, con caricias,
esa soledad inmensa
de quererte sólo yo.



Pedro Salinas

respuesta a la luz

-- de Pedro Salinas --

Sí, sí, dijo el niño, sí.
Y nadie le preguntaba.
¿Qué le ofrecías, la noche,
tú, silencio, qué le dabas
para que él dijera a voces,
tanto sí, que sí, que sí?
nadie le ofrecía nada.
Un gran mundo sin preguntas,
vacías las negras manos
ámbitos de madrugada,
alrededor enmudece.
Los síes ¡qué golpetazos
de querer en el silencio!,
las últimas negativas
a la noche le quebraban.
Sí, sí a todo, a todo sí,
a la nada sí, por nada.
Allá por los horizontes
sin que nadie el sólo: nadie
la escuchara, sigilosa
de albor, rosa y brisa tierna,
iba la pregunta muda,
naciendo ya, la mañana.



Gustavo Adolfo Bécquer

rima xxi

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

—¿qué es poesía? —dices, mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul—;
¿qué es poesía...? ¿Y tú me lo preguntas?
¡poesía... Eres tú!



Marilina Rébora

dice la niña

-- de Marilina Rébora --

Dice la niña
«las madres las hicieron miles de blancanieves,
cientos de cenicientas y alguna rapunzel;
y por eso son lindas y de pisadas leves,
y tienen la frescura de la col en la piel.
»Las madres las hicieron... O rubias o morenas,
sus cabellos oscuros alféizar de ventana
o con trenzas de oro; pero siempre tan llenas
de besos en los labios, de noche y de mañana.
»Las madres las hicieron las buenas hadas juntas
con la varita puesta sobre sus corazones,
por eso nos contestan difíciles preguntas
y todo lo adivinan, y a todo dan razones.
Las madres las hicieron de esta manera, así,
con la varita mágica: ¡como te han hecho a ti!»



Marilina Rébora

de la segunda venida de cristo

-- de Marilina Rébora --

De la segunda venida de cristo
durante aquella hora, quien se halle en el terrado
no retorne a buscar sus muebles bajo el techo,
pues de dos en un campo uno será librado
y el otro abandonado. (O de dos en el lecho.)
Dos mujeres moliendo, bien que trabajen juntas,
una será elegida, la otra rechazada.
Huelgan disquisiciones e inútiles preguntas
porque el señor lo ha dicho: su palabra está dada.
(Soñamos el milagro: la que elige el señor
apresa de la mano por llevarla consigo
a la otra en abandono, y pone tal fervor
en librar aquel ser del eterno castigo,
que dios, al verla, dice: la ha salvado tu amor.
Puedes venir con ella. Y ella venir contigo.)
Lucas 17, 31, 34, 35.



Mario Benedetti

el riesgo

-- de Mario Benedetti --

Después de todo
el solo riesgo de que dios exista
es que exista en mi sueño
y allí aletee sin preguntas
dejando llagas en mi corazón
ciertamente la única
alarma de que dios exista
es que exista en mi sueño
y que yo duerma hasta que el cuerpo
aguante



Mario Benedetti

bienvenida

-- de Mario Benedetti --

Se me ocurre que vas a llegar distinta
no exactamente más linda
ni más fuerte
nimás dócil
nimás cauta
tan sólo que vas a llegar distinta
como si esta temporada de no verme
te hubiera sorprendido a vos también
quizá porque sabes
como te pienso y te enumero
despues de todo la nostalgia existe
aunque no lloremos en los andenes fantasmales
ni sobre las almohadas de candor
ni bajo el cielo opaco
yo nostalgio
tú nostalgias
y como me revienta que él nostalgie
tu rostro es la vanguardia
tal vez llega primero
porque lo pinto en las paredes
con trazos invisibles y seguros
no olvides que tu rostro
me mira como pueblo
sonríe y rabia y canta
como pueblo
y eso te da una lumbre
inapagable
ahora no tengo dudas
vas a llegar distinta y con señales
con nuevas
conhondura
confranqueza
sé que voy aquererte sin preguntas
sé que vas aquererme sin respuestas.



Mario Benedetti

como si nada

-- de Mario Benedetti --

A luz, una vez más.
Cuando el no ser queda en suspenso
se abre la vida ese paréntesis
preguntas al azar (1986)
¿habrá alguna idea que merezca
no ser pensada de nuevo?
elías canetti



Meira Delmar

de paso

-- de Meira Delmar --

No es el tiempo
el que pasa.
Eres tú
que te alejas
apresuradamente
hacia la sombra,
y vas dejando caer,
como el que se despoja
de sus bienes,
todo aquello que amaste,
las horas
que te hicieron la dicha,
amigos
en quienes hubo un día
refugio tu tristeza,
sueños
inacabados.
Al final, casi
vacías las manos,
te preguntas
en qué momento
se te fue la vida,
se te sigue yendo,
como u hilo de agua
entre los dedos.
!--Img



Nicanor Parra

tres poesías

-- de Nicanor Parra --

1
ya no me queda nada por decir
todo lo que tenía que decir
ha sido dicho no sé cuántas veces.
2
He preguntado no sé cuántas veces
pero nadie contesta mis preguntas.
Es absolutamente necesario
que el abismo responda de una vez
porque ya va quedando poco tiempo.
3
Sólo una cosa es clara:
que la carne se llena de gusanos.



Juan Gelman

preguntas

-- de Juan Gelman --

Ya que navegas por mi sangre y conoces mis límites y medespiertas en la mitad del día para acostarme en tu recuerdo yeres furia de mí paciencia para mí dime quédiablos hago por qué te necesito quién eres muda solarecorriéndome razón de mi pasión por quéquiero llenarte solamente de mí y abarcarte acabarte mezclarme atus huesitos y eres única patria contra las bestias el olvido



Juan Ramón Jiménez

el llegado

-- de Juan Ramón Jiménez --

no me mirarán diciendo: «¿quéeres?»,
sino sin curiosidad y noblemente.
Porque yo seré también de los quietos,
y ya no tendré difíciles los pensamientos.
Mis ojos serán, tranquilos, los suyos.
Los miraré sin preguntas, uno en lo uno.



Julio Flórez

xlii

-- de Julio Flórez --

¿me preguntas por qué mi verso es rudo?
¿por qué no exhalo rimas melodiosas?
¿por qué mi labio permanece mudo
cuando te miro? ¡oh, sol de las hermosas!
porque cuando el dolor hinca los dientes
en el pecho, y rencores infinitos
muerden el corazón como serpientes...
No puede dar el alma... Sino gritos.
Julio flórez



Julio Herrera Reissig

la cátedra

-- de Julio Herrera Reissig --

De pie, entre sus discípulos y las torvas montañas,
el astrónomo enuncia todo un óleo erudito.
Él explica el pentagrama del arcano infinito,
el amor de los mundos y las fuerzas extrañas...

Con preguntas que inspiran las nocturnas campañas,
lo sumerge en hipótesis el pastor favorito.
El misterio, y de nuevo, en un gesto inaudito,
lo absoluto discurre por sus barbas hurañas.

De pronto, suda y tiembla, pálido ante el enigma...
El eco que traduce una burla de estigma,
le sugiere la estéril vanidad de su ciencia.

Su voz, como una piedra, tumba en la inmensa hora..
Arrodíllase, y sobre su contrita insolencia
guiña la eterna y muda comba interrogadora.



José Joaquín de Mora

Álzase Marco Tulio de su asiento

-- de José Joaquín de Mora --

Álzase Marco Tulio de su asiento
con grave pompa y majestad divina;
tiembla de espanto y rabia Catilina,
inmóvil el Senado escucha atento.

Brota el raudal sonoro y al momento
sálvase Roma de fatal ruina,
el pueblo al Cónsul la cerviz inclina,
y padre clama en jubiloso acento.

Ahora si me preguntas en qué autores
adquirió Cicerón el privilegio
de arrancar tan magníficos honores,

yo ye responderé, que ese hombre egregio,
modelo de abogados y oradores,
ni estudió a Vinio, ni pisó el colegio.



José Lezama Lima

ah, que tú escapes

-- de José Lezama Lima --

Ah, que tú escapes en el instante
en el que ya habías alcanzado tu definición mejor.
Ah, mi amiga, que tú no quieras creer
las preguntas de esa estrella recién cortada,
que va mojando sus puntas en otra estrella enemiga.

Ah, si pudiera ser cierto que a la hora del baño,
cuando en una misma agua discursiva
se bañan el inmóvil paisaje y los animales más finos:
antílopes, serpientes de pasos breves, de pasos evaporados
parecen entre sueños, sin ansias levantar
los más extensos cabellos y el agua más recordada.
Ah, mi amiga, si en el puro mármol de los adioses
hubieras dejado la estatua que nos podía acompañar,
pues el viento, el viento gracioso,
se extiende como un gato para dejarse definir.



Carlos Pellicer

recinto VIII

-- de Carlos Pellicer --

xii
en el silencio de la casa, tú,
y en mi voz la presencia de tu nombre
besado entre la nube de la ausencia
manzana aérea de las soledades.
Todo a puertas cerradas, la quietud
de esperarte es vanguardia de heroísmo,
vigilando el ejército de abrazos
y el gran plan de la dicha.
Ya no sé caminar sino hacia ti,
por el camino suave de mirarte
poner los labios junto a mis preguntas
sencilla, eterna flor de preguntarte
y escucharte así en mí ¡y a sangre y fuego
rechazar, luminoso, las penumbras...!
Manzana aérea de las soledades,
bocado silencioso de la ausencia,
palabra en viaje, ropa del invierno
que hará la desnudez de las praderas.
Tú en el silencio de la casa. Yo
en tus labios de ausencia, aquí tan cerca
que entre los dos la ronda de palabras
se funde en la mejor que da el poema.



Carlos Pezoa Véliz

Nada

-- de Carlos Pezoa Véliz --

Era un pobre diablo que siempre venía
cerca de un gran pueblo donde yo vivía;
joven, rubio y flaco, sucio y mal vestido,
siempre cabizbajo... ¡Tal vez un perdido!
Un día de invierno lo encontraron muerto
dentro de un arroyo próximo a mi huerto,
varios cazadores que con sus lebreles
cantando marchaban... Entre sus papeles
no encontraron nada... Los jueces de turno
hicieron preguntas al guardían nocturno:
éste no sabía nada del extinto;
ni el vecino Pérez, ni el vecino Pinto.
Una chica dijo que sería un loco
o algún vagabundo que comía poco,
y un chusco que oía las conversaciones
se tentó de risa... ¡Vaya, unos simplones!
Una paletada le echó el panteonero;
luego lió un cigarro, se caló el sombrero
y emprendió la vuelta... Tras la paletada,
nadie dijo nada, nadie dijo nada...



Ramón López Velarde

Como las esferas

-- de Ramón López Velarde --

Muchachita que eras
brevedad, redondez y color,
como las esferas
que en las rinconeras
de una sala ortodoxa mitigan su esplendor...

Muchachita hemisférica y algo triste
que tus lágrimas púberes me diste,
que en el mes del Rosario
a mis ojos fingías
amapola diciendo avemarías
y que dejabas en mi idilio proletario
y en mi corbata indigente,
cual un aroma dúplice, tu ternura naciente
y tu catolicismo milenario...

En un día de báquicos desenfrenos,
me dicen que preguntas por mí; te evoco
tan pequeña, que puedes bañar tus plenos
encantos dentro de un poco
de licor, porque cabe tu estatura pía
en la última copa de la cristalería;
y revives redonda, castiza y breve
como las esferas
que en las rinconeras
del siglo diecinueve,
amortiguan su gala
verde o azul o carmesí,
y copian, en la curva que se parece a ti,
el inventario de la muerta sala.



Roque Dalton García

hablando para mí

-- de Roque Dalton García --

como un ángel social de alto velamen,
lejano de la angustia y capitán
de nueva clorofila,
como una flor indomeñable
que falta haríale al maíz en la coronación de susignificado,
como un lejano caracol que huyó del pecho rojo,
caminaré desde hoy
gritando que conozco,
aunque resulte herida
mi bondad y mi sangre
porque cual repentino rayo de raíces secretas
uno cae en la cuenta que no respira solo,
que hay hermanos dormidos,
cortadas ramas retoñables,
pianos de primer piso, dulces
rosas descoloridas sin morir.
Además, es este siglo obligatorio
que en airada espesura nos reúne,
el que regala al ojo la cumbre y el camino,
el que pregunta al alma por sus puños finales,
el que deja vibrando la fiel liquidación de las preguntas.
El panorama es un cuchillo rudo: uno nace entre todos
los hombres y los árboles,
pariendo el junco responsable que el huracán penetra:
posee uno la lámpara que con su luz idéntica
descubre donde nace la lágrima
digna de ser borrada en lo que nos rodea.



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