Buscar Poemas con Precepto


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Se han encontrado 6 poemas con la palabra precepto

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Ignacio María de Acosta

Por más que quiera la prudencia mia

-- de Ignacio María de Acosta --

Por mas que quiera la prudencia mia
reflexiva y sumisa a la cordura,
sujetarse a la ley terrible y dura
que le impuso a mi amor tu tiranía;

un oculto poder, la simpatía,
a que llamas, cruel, fatal locura,
impide el olvidarte, y su ternura
será en mi pecho hasta la tumba fria.

Si ofreciera tranquilo obedecerte
en tan duro precepto y tan terrible,
fuera mi vida prolongada muerte:

Fuera yo entonces como tú, insensible
al fuego del amor, pues de otra suerte
ofrecer olvidarte, es imposible.

Poema Por más que quiera la prudencia mia de Ignacio María de Acosta con fondo de libro

Félix María Samaniego

La mercadera y el tuno

-- de Félix María Samaniego --

En un día muy festivo

estaba una mercadera

sentada en silla poltrona

a la puerta de su tienda.

Su postura era chocante

porque tenía ambas piernas

demasiado separadas,

y así con razón se lleva

la atención de los que pasan.

Entre todos uno llega

que le dice: -Señorita,

cierre usté luego la puerta,

que hoy no se puede vender

porque es de precepto fiesta.

Conociendo la tal dama

dónde el dicho se endereza,

porque era bien advertida,

respondió: -Señor Babieca,

usted no sea ignorante,

y para adelante sepa

que estos postigos se abren

tan sólo para las fiestas.

Y el tunante la replica:

-Si eso es lo que usted desea,

avise y se las haré

de la suerte que las quiera.

Poema La mercadera y el tuno de Félix María Samaniego con fondo de libro

Mariano Melgar

Yaraví X

-- de Mariano Melgar --

Ya que para mí no vives,
Y no te han de ver mis ojos,
Pues te he perdido;
Daré lugar á mis penas
En la triste soledad
En que hoy me miro.

Tu me intimas el precepto
De que olvide para siempre
Tus atractivos.
Cuando solo con la muerte
Sepultaré esta memoria
En el olvido.

Te lloraré eternamente
Como prenda inseparable
Del pecho mío,
Iras impresa en el alma,
Dejando mi triste cuerpo
Cadáver frío.

Poema Yaraví X de Mariano Melgar con fondo de libro

Medardo Ángel Silva

El precepto

-- de Medardo Ángel Silva --

Deja la plaza pública al fariseo, deja
la calle al necio y tú enciérrate, alma mía,
y que sólo la lira interprete tu queja
y conozca el secreto de tu melancolía.

En los brazos del Tiempo la juventud se aleja,
pero su aroma nos embriaga todavía
y la empañada luna del Recuerdo refleja
las arrugas del rostro que adoramos un día.

Y todo por vivir la vida tan de prisa,
por el fugaz encanto de aquella loca risa,
alegre como un son de campanas pascuales,

por el beso enigmático de la boca florida,
por el árbol maligno cuyas pomas fatales
de empozoñadas mieles envenenan la Vida.



Clemente Althaus

A una viuda (Althaus)

-- de Clemente Althaus --

En su gruta la fiera, y en su nido
reposa el ave; yace el mar sin olas;
vierte el Sueño do quier sus amapolas
y de los males el sabroso olvido.

Pero, por más que asalte tu sentido,
cerrar no logra tus pupilas solas;
tú solamente su precepto violas,
dando al trabajo lo que suyo ha sido.

Mas de ti vanamente se querella;
con tan crecida prole, sin esposo,
es bien que veles sin cesar por ella;

y el insomnio prefieras al reposo
con que, viéndote aún joven y bella,
te convida opulento voluptuoso.



Ramón López Velarde

Boca flexible, ávida

-- de Ramón López Velarde --

Cumplo a mediodía
Con el buen precepto de oír misa entera
Los domingos, y a estas misas cenitales
Concurres tú, agudo perfil; cabellera
Tormentosa, nuca morena, ojos fijos;
Boca flexible, ávida de lo concienzudo,
Hecha para dar los besos prolijos
Y articular la sílaba lenta
De un minucioso idilio, y también
Para persuadir a un agonizante
A que diga amén.

Figura cortante y esbelta, escapada
De una asamblea de oblongos vitrales
O de la redoma de un alquimista:
Ignoras que en estas misas cenitales,
Al ver, con zozobra,
Tus ojos nublados en una secuencia
De Evangelio, estuve cerca de tu llanto
Con una solicita condescendencia;
Y tampoco sabes que eres un peligro
Armonioso para mi filosofía
Petulante... Como los dedos rosados
De un párvulo para la torre baldía
De naipes o dados.



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