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-- de Alejandro Tapia y Rivera --
Dios hizo el mundo; con su voz divina
del caos lo sacó,
y admirando su obra peregrina
se dice que la amó.
Su grandioso querer cumplido estaba
magnífico, inmortal;
pero amante, colmar aun le faltaba
su afecto celestial.
Y ante el dulce mirar de su ternura
la esfera se extasió,
y el ángel de la luz y la hermosura
en luna se trocó.
Y el grato aroma de su noble aliento
lanzó sobre el Abril,
y el ángel del perfume en el momento
fue rosa del pensil.
Y emanando su labio regalado
al ángel de la miel,
fue emblema de su néctar delicado
la dulce abeja fiel.
Y formó de su voz la simpatía,
un eco seductor,
y el ángel de la plácida armonía
trocose en ruiseñor.
Empero deseaba el Dios potente
formar un nuevo ser;
y un ángel de su Edén trajo clemente
y fuiste tú, mujer.
Y te ornó con diadema de hermosura,
te alzó como deidad;
dio a tus ojos mil perlas de ternura,
de gozo y de piedad.
Y emblema, oh Celia, del amor divino
te quiso el Hacedor
consagrar al benéfico destino
del ángel del amor.
Poema "El ángel del amor" de Alejandro Tapia y Rivera
-- de Amado Nervo --
¡la muerte! allí se agota todo esfuerzo,
allí sucumbe toda voluntad.
¡La muerte! ¡lo que ayer fue nuestro todo
hoy sólo es nuestra nada!... ¡Eternidad!
¡silencio!... El máximo silencio
que es posible encontrar.
¡Silencio!... ¡Ultrasilencio,
y no más! ¡oh, no más!
¡ni una voz en la noche
que nos pueda guiar!
ana, razón suprema de mi vida,
¿dónde estás, dónde estás,dónde estás?
se abisma en el abismo el pensamiento,
se enlobreguece, ¡al fin!, todo mirar
en esta lobreguez inexorable,
y desespera, a fuerza de esperar,
la más potente de las esperenzas.
¡Eternidad,eternidad!
Poema "eternidad" de Amado Nervo
-- de Amado Nervo --
El metro de doce son cuatro donceles,
donceles latinos de rítmica tropa,
son cuatro hijosdalgo con cuatro corceles;
el metro de doce galopa, galopa...
Eximia cuadriga de casco sonoro
que arranca al guijarro sus chispas de oro,
caballos que en crines de seda se arropan
o al viento las tienden como pabellones,
pegasos fantasmas, los cuatro bridones
galopan, galopan, galopan, galopan...
¡Oh metro potente, doncel soberano
que montas nervioso bridón castellano
cubierto de espumas perladas y blancas,
apura la fiebre del viento en la copa
y luego galopa, galopa, galopa,
llevando el Ensueño prendido a tus ancas!
El metro de doce son cuatro garzones,
garzones latinos de rítmica tropa,
son cuatro hijosdalgo con cuatro bridones,
el metro de doce galopa, galopa...
Poema "El metro de doce" de Amado Nervo
-- de Delmira Agustini --
Como un gran sol naciente iluminó mi vida
y mi alma abrió a beberlo como una flor de aurora;
¡Amor! ¡Amor! bendita la noche salvadora
en que llamó a mi puerta tu mamita florida.
Mi alma vibro en la sombra como arpa sorprendida,
las aguas del silencio ya abiertas, en la aurora
cantó su voz potente misteriosa y sonora.
¡Mi alma lóbrega era una estrella dormida!
Hoy toda la esperanza que yo llorara muerta
surge a la vida alada del ave que despierta
ebria de una alegría fuerte como el dolor;
y todo luce y vibra, todo despierta y canta,
como si el palio rosa de su luz viva y santa
abriera sobre el mundo la aurora de mi amor.
Poema "Mi aurora" de Delmira Agustini
-- de Enrique González Martínez --
Cuando sepas hallar una sonrisa
en la gota sutil que se rezuma
de las porosas piedras, en la bruma,
en el sol, en el ave y en la brisa;
cuando nada a tus ojos quede inerte,
ni informe, ni incoloro, ni lejano,
y penetres la vida y el arcano
del silencio, las sombras y la muerte;
cuando tiendas la vista a los diversos
rumbos del cosmos, y tu esfuerzo propio
sea como potente microscopio
que va hallando invisibles universos,
entonces en las flamas de la hoguera
de un amor infinito y sobrehumano,
como el santo de asís, dirás hermano
al árbol, al celaje y a la fiera.
Sentirás en la inmensa muchedumbre
de seres y de cosas tu ser mismo;
serás todo pavor con el abismo
y serás todo orgullo con la cumbre.
Sacudirá tu amor el polvo infecto
que macula el blancor de la azucena,
bendecirás las márgenes de arena
y adorarás el vuelo del insecto;
y besarás el garfio del espino
y el sedeño ropaje de las dalias. . .
Y quitarás piadoso tus sandalias
por no herir a las piedras del camino.
Poema "cuando sepas hallar una sonrisa..." de Enrique González Martínez
-- de Julián del Casal --
Déjame reposar en tu regazo
el corazón, donde se encuentra impreso
el cálido perfume de tu beso
y la presión de tu primer abrazo.
Caí del mal en el potente lazo,
pero a tu lado en libertad regreso,
como retorna un día el cisne preso
al blando nido del natal ribazo.
Quiero en ti recobrar perdida calma
y rendirme en tus labios carmesíes,
o al extasiarme en tus pupilas bellas,
sentir en las tinieblas de mi alma
como vago perfume de alelíes,
como cercana irradiación de estrellas.
Poema "ruego" de Julián del Casal
-- de Rafael María Baralt --
Deja los juegos ya; deja de amores
la liviana canción que te adormía
con blando arrullo en la ribera umbría
del Betis claro, entre galanas flores.
Ya probaste del arte los ardores
y al ronco son de bélica armonía
lidiar supiste en temeroso día,
ganar laureles, merecer loores.
Ciñe pues, a tu frente la corona
de inmarcesible lauro con que el cielo
de potente y de justo en ti blasona.
Y ya libre del yugo el patrio suelo
por tu esfuerzo feliz, lleva a Helicona
de más noble cantar el raudo vuelo.
Poema "A Sevilla" de Rafael María Baralt
-- de Rafael María Baralt --
Él fue quien fulminando el hierro insano
recorrió de Colón el ancho mundo,
dejando en pos de sí surco profundo,
de gloria y triunfos su potente mano.
Truena su voz del uno al otro océano
y libertad en manantial fecundo
brotó la tierra que secó iracundo
el hado injusto del valiente hispano.
Cinco naciones, que formó su espada,
sacra aureola de perpetua lumbre
a la radiante frente le ciñeron.
Y al ver la antigua afrenta ya vengada
de los soberbios Andes en la cumbre
las sombras de los incas sonrieron.
Poema "A Simón Bolívar (1)" de Rafael María Baralt
-- de José Tomás de Cuellar --
YA moribundo el sol en occidente
Derrama sus postreros resplandores,
Dobléganse los tallos de las flores,
Cesa el rumor de la sonora fuente.
Suben en tanto allá por el Oriente
En confuso tropel negros vapores,
Y entre los altos juncos cimbradores,
Zumba medroso el huracán potente.
Cubre el zenít un velo funerario,
Hondo suspiro de dolor resuena;
Que al hombre que en el Gólgota se inmola
Envuelven en blanquísimo sudario,
Y la Madre de Dios de duelo llena
Queda al pié de la cruz postrada y sola.
Poema "Soledad de María" de José Tomás de Cuellar
-- de Gabriel García Moreno --
Patria adorada, que el fatal destino
en fácil presa a la ambición condena;
donde en eterno, oscuro torbellino,
el huracán del mal se desenfrena:
¡ay! ¿para ti no guarda el Ser Divino
alguna aurora sin dolor serena,
alguna flor que adorne tu camino,
alguna estrella de esperanza llena?
Si dicha y paz propicio te reserva,
que su potente mano te liberte 1
del férreo yugo de ambición proterva;
o si no, que los rayos de la muerte
mi pecho hieran, antes que, vil sierva,
pueda infeliz encadenada verte.
Poema "A la patria (García Moreno)" de Gabriel García Moreno
-- de Gaspar María de Nava Álvarez --
Sobre la negra tumba recostado
está el anciano Young. Contempla atento
bajo la losa todo su contento,
porque nada la Muerte le ha dejado.
Con lágrimas su rostro está bañado,
y temblando su cuerpo macilento.
Sólo consta de un ¡ay! su triste acento,
que resuena en el techo embovedado.
Supremo Ser, exclama que, subido
sobre el cerco de estrellas prodigioso,
ves con tedio al que gusta de esta vida,
¿cuándo será mi espíritu impelido
de tu potente diestra y con reposo
hará junto a tu trono su manida?
Poema "Retrato de la tristeza del doctor Young" de Gaspar María de Nava Álvarez
-- de Gertrudis Gómez de Avellaneda --
Del huracán espíritu potente
que hoy libre dejas la región precita,
¡ven, con el tuyo mi furor escita!
¡ven con tu fuego a coronar mi frente!
Deja que el rayo con fragor reviente,
mientras cual hoja seca, o flor marchita,
tu fuerte soplo al robre precipita
roto y deshecho al bramador torrente.
Ven a librarme de la pena extraña
que a un alma altiva con baldon devora
y el brillo puro a la razón empaña.
Ven! y al inerte pecho que te implora
da tu poder y tu iracunda saña,
y el llanto seca que cobarde llora.
Poema "En una tarde tempestuosa" de Gertrudis Gómez de Avellaneda
-- de Gutierre de Cetina --
En los miembros las partes igualmente,
y como cada miembro el alma siente
entera en sí y en todos repartida,
y como si una parte es dividida
del cuerpo por algún inconveniente,
el alma queda entera y tan potente
cual siempre, sin que pueda ser partida,
así el amor en mí no se acrecienta
por más favor, ni cuanto más padece
el triste corazón muda el estado.
Muéstrase amor en mí como tormenta
de mar, que cuando más con furia crece,
su término, no pasa limitado.
Poema "como está el alma a nuestra carne unida" de Gutierre de Cetina
-- de Vicente Ruiz Llamas --
Hermoso sol de la conciencia humana
que alumbras el sendero de la vida.
Antorcha inmaterial nunca extiguida,
reina del mundo y de su autor hermana.
Si el necio orgullo y la ambición insana
te tuvieron ayer obscurecida,
potente luz para reinar nacida,
tú regirás los mundos del mañana.
Darás leyes sin fin, justos renombres
alcanzarás y glorias esplendentes
de Polo a Polo con distintos nombres
y con ritos e idiomas diferentes,
altares te alzarán todos los hombres
y culto te darán todas las gentes.
Poema "A la razón" de Vicente Ruiz Llamas
-- de Manuel Machado --
Era un suspiro lánguido y sonoro
la voz del mar aquella tarde... El día,
no queriendo morir, con garras de oro
de los acantilados se prendía.
Pero su seno el mar alzó potente,
y el sol, al fin, como en soberbio lecho,
hundió en las olas la dorada frente,
en una brasa cárdena deshecho.
Para mi pobre cuerpo dolorido,
para mi triste alma lacerada,
para mi yerto corazón herido,
para mi amarga vida fatigada...
¡El mar amado, el mar apetecido,
el mar, el mar, y no pensar nada...!
Poema "Ocaso" de Manuel Machado
-- de Miguel Hernández --
No sé qué sepultada artillería
dispara desde abajo los claveles,
ni qué caballería
cruza tronando y hace que huelan los laureles.
Sementales corceles,
toros emocionados,
como una fundición de bronce y hierro,
surgen tras una crin de todos lados,
tras un rendido y pálido cencerro.
Mayo los animales pone airados:
la guerra más se aíra,
y detrás de las armas los arados
braman, hierven las flores, el sol gira.
Hasta el cadáver secular delira.
Los trabajos de mayo:
escala su cenit la agricultura.
Aparece la hoz igual que un rayo
inacabable en una mano oscura.
A pesar de la guerra delirante,
no amordazan los picos sus canciones,
y el rosal da su olor emocionante
porque el rosal no teme a los cañones.
Mayo es hoy más colérico y potente:
lo alimenta la sangre derramada,
la juventud que convirtió en torrente
su ejecución de lumbre entrelazada.
Deseo a españa un mayo ejecutivo,
vestido con la enterna plenitud de la era.
El primer árbol es su abierto olivo
y no va a ser su sangre la postrera.
La españa que hoy no se ara, se arará toda entera.
Poema "primero de mayo de 1937" de Miguel Hernández
-- de Julio Flórez --
Tañe orfeo su cítara y avanza
con pie seguro hacia el remoto oriente;
canta y su voz desbórdase en torrente
de fe y amor, de vida y esperanza.
Camina... Y la brumosa lontananza
despéjase ante el lírico potente,
cuyo canto retumbaba en el ambiente
rindiendo todo cuanto a herir alcanza.
Al vasto azul se asoman los querubes...
El mago mira en torno , y sus sombríos
ojos le advierten que a distancia corta,
hombres, fieras, reptiles, aves, nubes,
montes y valles, piélagos y ríos
lo van siguiendo en procesión absorta.
Julio flórez
Poema "el poder del canto" de Julio Flórez
-- de Evaristo Ribera Chevremont --
La décima criolla -jalón del continente,
puntal de lo indohispano- de espíritu se llena.
De autoctonía vasta, de espíritu potente,
corre por nuestras zonas de planta, mar y arena.
Propio es su contenido, propio es su continente.
La décima es caliente, la décima es morena;
y uña de gato y diente de perro juntamente
brinda cuando, con rústicos instrumentos, resuena.
Al cuerpo, que es flexible, la gracia se le anuda.
Pica si se sazona, quema si se desnuda.
Pegando o requiriendo, la décima es de bríos.
Son ácidos y dulces los jugos de su entraña;
y en mi país, vestida de sol y miel, huraña
y amante, se da en sombra de tierras y bohíos.
Suma de eternidades, tus legados
ofrecen, por las gracias enhebrados,
los más nobles decires en su estilo.
Poema "la décima criolla" de Evaristo Ribera Chevremont
-- de José de Diego --
Cantando va la musa de la tierra,
cantando va la audaz locomotora,
que difunde, con voz atronadora,
todo el poder que el universo encierra,
si oscura masa el horizonte cierra,
sus entrañas graníticas perfora
y surge coronada y triunfadora
del corazón de la temblante sierra.
La idea es el vapor: vapor divino,
que invisible y potente, como el viento,
marcha seguro a su inmortal destino.
¿Quién osa detener su movimiento?
si se alza una montaña en su camino,
abre un túnel y pasa el pensamiento!
Poema "fuerzas irresistibles" de José de Diego
-- de José Martí --
Era sol: caballero en un potro,
con la rienda tendida al acaso,
fui testigo de un drama de amores:
¡qué volar! ¡qué caer! ¡quédolores!....
Aprieto el paso...
Era sol. El fragor de la tierra
celebrar tanto amor parecía:
y el potente amador fulguraba
como un astro encendido, y volaba,
y los aires hendía.
El amor, como un águila, vuela
sobre el cráneo poblado del hombre,
y tal aire en sus alas encierra
que lo empuja por sobre la tierra
con vuelo sin nombre.
Y a tal punto el amor transfigura
que la atónita tierra no sabe
si aquel astro que vuela es ave
o humana criatura.
-- de Ricardo Güiraldes --
Proa del sol.
Ojo potente.
Vanguardia del día.
Perforador de cobalto, que asciendes, voraz de espacio, a monopolizar las glorias siderales.
Prefacio de luz.
Iniciador.
Suicida cotidiano.
Orgulloso pavo real, que abochornas estrellas.
Breve es tu vida. El sol te mata, pero eres el principio.
Heraldo de luz,
ésa es tu cruz.
«La Porteña», 1915.
Poema "Lucero" de Ricardo Güiraldes