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Se han encontrado 10 poemas con la palabra poderosos

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Mario Benedetti

la cercanía de la nada

-- de Mario Benedetti --

Ahora
sé que mi único destino
es la certidumbre de la vejez
la cercanía de la nada
y su belleza aterradora
fayad jamis
cuando se acercan a la nada
y más aún cuando se enfrentan
al pavoroso linde de tinieblas
los poderosos no consiguen
pasar de contrabando su poder
ni la mochila azul de sus lingotes
ni el chaleco antimuerte
ni el triste semillero de sus fobias
pero cuando los pobres de la tierra
se acercan a la nada
los aduaneros nada les confiscan
salvo el hambre
o la sed
o el cuerpo en ruinas
los pobres de la tierra
pasan como si nada
pero tampoco se hagan ilusiones
ya que la nada es nada más que eso
y esa belleza sobrecogedora
que aterra a poderosos e indigentes
a todos los ignora por igual

Poema la cercanía de la nada de Mario Benedetti con fondo de libro

Lope de Vega

Pastor que con tus silbos amorosos

-- de Lope de Vega --

Pastor que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño;
Tú, que hiciste cayado de ese leño
en que tiendes los brazos poderosos,

vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño
y la palabra de seguirte empeño
tus dulces silbos y tus pies hermosos.

Oye, pastor, pues por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres.

Espera, pues, y escucha mis cuidados;
¿pero cómo te digo que me esperes,
si estás, para esperar, los pies clavados?

Poema Pastor que con tus silbos amorosos de Lope de Vega con fondo de libro

Jorge Manrique

coplas por la muerte de su padre 14

-- de Jorge Manrique --

Esos reyes poderosos
que vemos por escrituras
ya pasadas,
por casos tristes, llorosos,
fueron sus buenas venturas
trastornadas;
así que no hay cosa fuerte,
que a papas y emperadores
y prelados,
así los trata la muerte
como a los pobres pastores
de ganados.

Poema coplas por la muerte de su padre 14 de Jorge Manrique con fondo de libro

César Vallejo

¡cuídate, españa, de tu propia españa!

-- de César Vallejo --

¡cuídate, españa, de tu propia españa!
¡cuídate de la hoz sin el martillo,
cuídate del martillo sin la hoz!
¡cuídate de la víctima apesar suyo,
del verdugo apesar suyo
y del indiferente apesar suyo!
¡cuídate del que, antes de que cante el gallo,
negárate tres veces,
y del que te negó, después, tres veces!
¡cuídate de las calaveras sin las tibias,
y de las tibias sin las calaberas!
¡cuídate de los nuevos poderosos!
¡cuídate del que come tus cadáveres,
del que devora muertos a tus vivos!
¡cuídate del leal ciento por ciento!
¡cuídate del cielo más acá del aire
y cuídate del aire más allá del cielo!
¡cuídate de los que te aman!
¡cuídate de tus héroes!
¡cuídate de tus muertos!
¡cuídate de la república!
¡cuídate del futuro!



César Vallejo

Cuídate, España, de tu propia España

-- de César Vallejo --

¡Cuídate, España, de tu propia España!
¡Cuídate de la hoz sin el martillo,
cuídate del martillo sin la hoz!
¡Cuídate de la víctima apesar suyo,
del verdugo apesar suyo
y del indiferente apesar suyo!
¡Cuídate del que, antes de que cante el gallo,
negárate tres veces,
y del que te negó, después, tres veces!
¡Cuídate de las calaveras sin las tibias,
y de las tibias sin las calaberas!
¡Cuídate de los nuevos poderosos!
¡Cuídate del que come tus cadáveres,
del que devora muertos a tus vivos!
¡Cuídate del leal ciento por ciento!
¡Cuídate del cielo más acá del aire
y cuídate del aire más allá del cielo!
¡Cuídate de los que te aman!
¡Cuídate de tus héroes!
¡Cuídate de tus muertos!
¡Cuídate de la República!
¡Cuídate del futuro!...



Diego de Torres Villarroel

el presente siglo

-- de Diego de Torres Villarroel --

Vale más de este siglo media hora
que dos mil del pasado y venidero,
pues el letrado, relator, barbero,
¿cuándo trajeron coche sino ahora?
¿cuándo fue la ramera tan señora?
¿cuándo vistió galones el cochero?
¿cuándo bordados de oro el zapatero?;
hasta los hierros este siglo dora;
¿cuándo tuvo la corte más lozanos
coches, carrozas, trajes tan costosos,
más músicos franceses e italianos?
todo es riqueza y gustos poderosos,
pues no tienen razón los cortesanos,
porque ahora se quejan de viciosos.



Pablo Neruda

entierro en el este

-- de Pablo Neruda --

Yo trabajo de noche, rodeado de ciudad,
de pescadores, de alfareros, de difuntos quemados
con azafrán y frutas, envueltos en muselina escarlata:
bajo mi balcón esos muertos terribles
pasan sonando cadenas y flautas de cobre,
estridentes y finas y lúgubres silban
entre el color de las pesadas flores envenenadas
y el grito de los cenicientos danzarines
y el creciente monótono de los tam-tam
y el humo de las maderas que arden y huelen.
Porque una vez doblado el camino, junto al turbio río,
sus corazones, detenidos o iniciando un mayor movimiento,
rodarán quemados, con la pierna y el pie hechos fuego,
y la trémula ceniza caerá sobre el agua,
flotará como ramo de flores calcinadas
o como extinto fuego dejado por tan poderosos viajeros
que hicieron arder algo sobre las negras aguas, y devoraron
un alimento desaparecido y un licor extremo.



Félix María Samaniego

Soneto de Manuel

-- de Félix María Samaniego --

Ardiente una muchacha el otro día,
en tanto que su madre en misa estaba,
llena de miedo y turbación dudaba
si a su amante Manuel se lo daría.

Temiendo si preñada quedaría,
entre darlo y no darlo vacilaba,
y el valiente mozuelo la animaba
diciendo que al venir lo sacaría.

Fueron tan poderosos los ataques,
que consiguió, por fin, verla en el suelo,
y dijo al derramar de los zulaques:

-Qué suave es la sustancia del ciruelo:
por tu vida, Manuel, no me la saques,
y más que llegue la barriga al cielo.



Nicolás Guillén

cómo no ser romántico

-- de Nicolás Guillén --

Cómo no ser romántico y siglo xix,
no me da pena,
cómo no ser musset
viéndola esta tarde
tendida casi exangüe,
hablando desde lejos,
lejos de allá del fondo de ella misma,
de cosas leves, suaves, tristes.
Los shorts bien shorts
permiten ver sus detenidos muslos
casi poderosos,
pero su enferma blusa pulmonar
convaleciente
tanto como su cuello-fino-modigliani,
tanto como su piel-margarita-trigo-claro,
margarita de nuevo (así preciso),
en la chaise longue ocasional tendida
ocasional junto al teléfono,
me devuelven un busto transparente
(nada, no más un poco de cansancio).
Es sábado en la calle, pero en vano.
Ay, cómo amarla de manera
que no se me quebrara
de tan espuma tan soneto y madrigal,
me voy no quiero verla,
de tan musset y siglo xix
cómo no ser romántico.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 73

-- de Francisco de Quevedo --

Hoy, por el mar bermejo del pecado,
que en los vados cerúleos espumosos
sepultó sin piedad los poderosos
ejércitos del príncipe obstinado,
pasa, virgen, exento y respetado
vuestro ser de los golfos procelosos:
así por los decretos misteriosos
en vuestra concepción fue decretado.
Quien puede y quiere, con razón colijo,
hará cuanto a su mano se concede,
y más que hizo el sol con lo que dijo.
Y pues naciendo en vos, de vos procede,
¿quién dirá que no quiere, siendo hijo?
¿quién negará que, siendo dios, no puede?



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