Buscar Poemas con Peina


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Se han encontrado 6 poemas con la palabra peina

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Pablo Neruda

me peina el viento los cabellos

-- de Pablo Neruda --

Me peina el viento los cabellos
como una mano maternal:
abro la puerta del recuerdo
y el pensamiento se me va.
Son otras voces las que llevo,
es de otros labios mi cantar:
hasta mi gruta de recuerdos
tiene una extraña claridad!
frutos de tierras extranjeras,
olas azules de otro mar,
amores de otros hombres, penas
que no me atrevo a recordar.
Y el viento, el viento que me peina
como una mano maternal!
mi verdad :se pierde en la noche:
no tengo noche ni verdad!
tendido en medio del camino
deben pisarme para andar.
Pasan por mí sus corazones
ebrios de vino y de soñar.
Yo soy un puente inmóvil entre
tu corazón y la eternidad.
Si me muriera de repente
no dejaría de cantar!

Poema me peina el viento los cabellos de Pablo Neruda con fondo de libro

Alberti

santoral agreste

-- de Alberti --

¿quién rompió las doradas vidrieras
del crepúsculo? ¡oh cielo descubierto,
del montes, mares, viento, parameras
y un santoral del par en par abierto!

tres arcángeles van por las praderas
con la virgen marina al blanco puerto
del pescado; ayunando, entre las fieras,
se disecan los padres del desierto.

El santo labrador peina la tierra;
santa cecilia pulsa los pinares,
y el perro de san roque, por el río,

corre tras la paloma de la sierra,
para glorificarla en los altares,
bajo la luz de este soneto mío.

Poema santoral agreste de Alberti con fondo de libro

Julián del Casal

coquetería

-- de Julián del Casal --

En el verde jardín del monasterio,
donde los nardos crecen con las lilas,
pasea la novicia sus pupilas
como princesa por su vasto imperio.
Deleitan su sagrado cautiverio
los chorros de agua en las marmóreas pilas,
el lejano vibrar de las esquilas
y las místicas notas del salterio.
Sus rizos peina el aura del verano,
mas la doncella al contemplarlos llora
e, internada en el bosque de cipreses,
piensa que ha de troncharlos firme mano
como la hoz de ruda segadora
las espigas doradas de las mieses.

Poema coquetería de Julián del Casal con fondo de libro

Julio Herrera Reissig

la vuelta de los campos

-- de Julio Herrera Reissig --

La tarde paga en oro divino las faenas...
Se ven limpias mujeres vestidas de percales,
trenzando sus cabellos con tilos y azucenas
o haciendo sus labores de aguja en los umbrales.
Zapatos claveteados y báculos y chales...
Dos mozas con sus cántaros se deslizan apenas.
Huye el vuelo sonámbulo de las horas serenas.
Un suspiro de arcadia peina los matorrales...

Cae un silencio austero... Del charco que se nimba
estalla una gangosa balada de marimba.
Los lagos se amortiguan con espectrales lampos,

las cumbres, ya quiméricas, corónanse de rosas...
Y humean a lo lejos las rutas polvorosas
por donde los labriegos regresan de los campos.



Federico García Lorca

Canción del mariquita

-- de Federico García Lorca --

El mariquita se peina
en su peinador de seda.

Los vecinos se sonríen
en sus ventanas postreras.

El mariquita organiza
los bucles de su cabeza.

Por los patios gritan loros,
surtidores y planetas.

El mariquita se adorna
con un jazmín sinvergüenza.

La tarde se pone extraña
de peines y enredaderas.

El escándalo temblaba
rayado como una cebra.

¡Los mariquitas del Sur,
cantan en las azoteas!



José Martí

la poesía es sagrada. nadie

-- de José Martí --

La poesía es sagrada. Nadie
de otro la tome, sino en sí. Ni nadie
como a esclava infeliz que el llanto enjuga
para acudir a su inclemente dueña,
la llame a voluntad: que vendrá entonces
pálida y sin amor, como una esclava.
Con desmayadas manos el cabello
peinará a su señora: en alta torre,
como pieza de gran repostería,
le apresará las trenzas; o con viles
rizados cubrirá la noble frente
por donde el alma su honradez enseña;
o lo atará mejor, mostrando el cuello,
sin otro adorno, en un discreto nudo.
¡Mas mientras la infeliz peina a la dama,
su triste corazón, cual ave roja
de alas heridas, estará temblando
lejos ¡ay! en el pecho de su amante,
como en invierno un pájaro en su nido!
maldiga dios a dueños y tiranos
que hacen andar los cuerpos sin ventura
por do no pueden ir los corazones!



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