Buscar Poemas con Pavorosa


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Se han encontrado 8 poemas con la palabra pavorosa

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Enrique Lihn

kafka

-- de Enrique Lihn --

Soy sensible a este abismo, me enternece
de otra manera la lectura de kafka:
pruebo, con frialdad, el gusto de la muerte
que nos hace falta algo
junto a lo cual no somos nada
una cámara oscura
que proyecta esta ausencia pavorosa
pruébese lo contrario
con lujo de razones luminosas,
igual el sol parece que cavila
sobre el origen de sus manchas, sí:
en cada cosa hay un fantasma oculto
nuestro trabajo, ¿no es un exorcismo,
una respuesta al desafío oscuro?

Poema kafka de Enrique Lihn con fondo de libro

Pablo Neruda

soneto iii cien sonetos de amor (1959) mañana

-- de Pablo Neruda --

Soneto iii
áspero amor, violeta coronada de espinas,
matorral entre tantas pasiones erizado,
lanza de los dolores, corola de la cólera,
por qué caminos y cómo te dirigiste a mi alma?
por qué precipitaste tu fuego doloroso,
de pronto, entre las hojas frías de mi camino?
quién te enseñó los pasos que hasta míte llevaron?
qué flor, qué piedra, qué humo mostraron mi morada?
lo cierto es que tembló la noche pavorosa,
el alba llenó todas las copas con su vino
y el sol estableció su presencia celeste,
mientras que el cruel amor me cercaba sin tregua
hasta que lacerándome con espadas y espinas
abrió en mi corazón un camino quemante.

Poema soneto iii   cien sonetos de amor (1959) mañana de Pablo Neruda con fondo de libro

Pedro Antonio de Alarcón

La campana de agonía

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

¡La una!... ¡Paz a ti! -Todo reposa,
La noche aduerme al mundo... Mas yo velo,
dando en los libros a mi loco anhelo
pábulo ardiente y expansión briosa.

La voz de una campana pavorosa
cruza los aires con remoto vuelo...
Adiós de un alma que se eleva al cielo:
aye de un cuerpo que se hundió en la fosa.

Feliz mortal, que huyes de esta vida,
¿quién eres? ¿quién has sido? ¿qué has hallado
en el mundo que dejas? Tu partida,

¿a qué nueva región te ha encaminado?
¿Sombras o luz? ¿Comprendes algo ahora?
¡Ah! ¡Dime tú lo que este libro ignora!

Poema La campana de agonía de Pedro Antonio de Alarcón con fondo de libro

Gerardo Diego

insomnio

-- de Gerardo Diego --

Insomnio
tú y tu desnudo sueño. No lo sabes.
Duermes. No. No lo sabes. Yo en desvelo,
y tú, inocente, duermes bajo el cielo.
Tú por tu sueño, y por el mar las naves.
En cárceles de espacio, aéreas llaves
te me encierran, recluyen, roban. Hielo,
cristal de aire en mil hojas. No. No hay vuelo
que alce hasta ti las alas de mis aves.
Saber que duermes tú, cierta, segura
cauce fiel de abandono, línea pura,
tan cerca de mis brazos maniatados.
Qué pavorosa esclavitud de isleño,
yo, insomne, loco, en los acantilados,
las naves por el mar, tú por tu sueño.



Antonio Machado

Y estas palabras inconexas

-- de Antonio Machado --

¡Oh, sola gracia de la amarga tierra,
rosal de aroma, fuente del camino!
Auras... ¡Amor! Bien haya primavera;
bien haya abril florido,
y el solo amado enjambre de mis sueños,
que labra miel al corazón sombrío.
Y en una triste noche me aguijaba
la pavorosa espuela de mis pasos...
Sentirse caminar sobre la tierra
cosa es que lleva al corazón espanto.
Y es que la tierra ha muerto... Está en la luna
el alma de la tierra
y en los luceros claros.



Antonio Ros de Olano

Fatalidad

-- de Antonio Ros de Olano --

De luz vestida en el azul sereno,
limpio reflejo de la casta luna,
diosa del mar en transparente cuna,
la amé en un tiempo, de esperanza ajeno.

¡Fatal amor!... El corazón sin freno
triunfó del Hado... ¡Mísera fortuna!
¡La Náyade de límpida laguna
fue Venus libre y me abismé en su seno!

Luego la vi en el féretro tendida,
pavorosa beldad de carne inerte,
astro apagado en luctuosa esfera...

Y ¡ay del deseo! Me atedió en la vida...,
Y amé el dolor con que me hirió su muerte,
¡vuelto al afán de mi ilusión primera!



Miguel Hernández

5

-- de Miguel Hernández --

5
tu corazón, una naranja helada
con un dentro sin luz de dulce miera
y una porosa vista de oro: un fuera
venturas prometiendo a la mirada.
Mi corazón, una febril granada
de agrupado rubor y abierta cera,
que sus tiernos collares te ofreciera
con una obstinación enamorada.
¡Ay, qué acometimiento de quebranto
ir a tu corazón y hallar un hielo
de irreductible y pavorosa nieve!
por los alrededores de mi llanto
un pañuelo sediento va de vuelo
con la esperanza de que en él lo abreve.



Julio Herrera Reissig

Julio (Herrera y Reissig)

-- de Julio Herrera Reissig --

¡Frío, frío, frío!
Pieles, nostalgias y dolores mudos.

Flota sobre el esplín de la campaña
una jaqueca sudorosa y fría,
y las ramas celebran en la umbría
una función de ventriloquia extraña.

La Neurastenia gris de la montaña
piensa, por singular telepatía,
con la adusta y claustral monomanía
del convento senil de la Bretaña.

Resolviendo una suma de ilusiones,
como un Jordán de cándidos vellones,
la majada eucarística se integra;

y a lo lejos el cuervo pensativo
sueña acaso en un Cosmos abstractivo
como una luna pavorosa y negra.



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