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Se han encontrado 18 poemas con la palabra pasadas

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Manuel Gutiérrez Nájera

Las novias pasadas son copas vacías

-- de Manuel Gutiérrez Nájera --

Las novias pasadas son copas vacías;
en ella pusimos un poco de amor;
el néctar tomamos...Huyeron los días...
¡Traed otras copas con nuevo licor!

Champán son las rubias de cutis de azalia;
borgoña los labios de vivo carmín;
los ojos oscuros son vino de Italia,
los verdes y claros son vino del Rhin.

Las bocas de grana son húmedas fresas;
las negras pupilas escancian café;
son ojos azules las llamas traviesas
que trémulas corren como almas del té.

La copa se apura, la dicha se agota;
de un sorbo tomamos mujer y licor...
Dejemos las copas...Sí queda una gota,
¡Que beba el lacato las heces del amor!

Poema Las novias pasadas son copas vacías de Manuel Gutiérrez Nájera con fondo de libro

Manuel Gutiérrez Nájera

Para un menú

-- de Manuel Gutiérrez Nájera --

Las novias pasadas son copas vacías;
en ellas pusimos un poco de amor;
el néctar tomamos... Huyeron los días...
¡Traed otras copas con nuevo licor!

Champán son las rubias de cutis de azalia;
Borgoña los labios de vivo carmín;
los ojos oscuros son vino de Italia,
los verdes y claros son vino de Rhin.

Las bocas de grana son húmedas fresas;
las negras pupilas escancian café;
son ojos azules las llamas traviesas
que trémulas corren como almas del té.

La copa se apura, la dicha se agota;
de un sorbo tomamos mujer y licor...
Dejemos las copas... Si queda una gota,
¡que beba el lacayo las heces de amor!

Poema Para un menú de Manuel Gutiérrez Nájera con fondo de libro

Jorge Manrique

coplas por la muerte de su padre 14

-- de Jorge Manrique --

Esos reyes poderosos
que vemos por escrituras
ya pasadas,
por casos tristes, llorosos,
fueron sus buenas venturas
trastornadas;
así que no hay cosa fuerte,
que a papas y emperadores
y prelados,
así los trata la muerte
como a los pobres pastores
de ganados.

Poema coplas por la muerte de su padre 14 de Jorge Manrique con fondo de libro

José Tomás de Cuellar

Solo a tí

-- de José Tomás de Cuellar --

DESCUBRÍ que en el fondo de mi alma
Hay una flor purísima y gentil,
Que á las pasadas tempestades pudo
Lozana resistir.

Es una flor naciente que rebosa
Vida y perfume, como flor de abril;
Á nadie le he contado que ella existe,
Solo á tí.

No sé quien la plantó, ni por qué pudo
Entre despojos tétricos salir;
No tengo á quien deberle su existencia,
Solo á tí.

Amo esa flor porque su blando aroma
Tiene algo celestial que no hay en mí.
Tú la hiciste brotar, tú la cultivas,
Solo á tí, por que es tuya, te la entrego,
Solo á tí.



Garcilaso de la Vega

SONETO X

-- de Garcilaso de la Vega --

¡Oh dulces prendas, por mí mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería,
Juntas estáis en la memoria mía,
y con ella en mi muerte conjuradas!

¿Quién me dijera, cuando las pasadas
horas que en tanto bien por vos me vía,
que me habiáis de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?

Pues en una hora junto me llevastes
todo el bien que por términos me distes,
lleváme junto el mal que me dejastes;

si no, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes, porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.



Garcilaso de la Vega

Oh dulces prendas, por mí mal halladas

-- de Garcilaso de la Vega --

¡Oh dulces prendas, por mi mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería!
Juntas estáis en la memoria mía,
y con ella en mi muerte conjuradas.

¿Quién me dijera, cuando en las pasadas
horas en tanto bien por vos me vía,
que me habíades de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?

Pues en una hora junto me llevastes
todo el bien que por términos me distes,
llevadme junto el mal que me dejastes.

Sino, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes, porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.



Gustavo Adolfo Bécquer

rima lxiii

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Como enjambre de abejas irritadas,
de un obscuro rincón de la memoria
salen a perseguirnos los recuerdos
de las pasadas horas.
Yo los quiero ahuyentar. ¡Esfuerzo tan inútil!
me rodean, me acosan,
y unos tras otros a clavarme vienen
el agudo aguijón que el alma encona.



Gutierre de Cetina

al príncipe de ascoli I

-- de Gutierre de Cetina --

Ya paresce, pastor, que vas gustando
de los valles de acá, de estas verduras;
ya la manada veo de tus tristuras
irse por estos prados alargando.
Ya amor te espera al paso, y tú llorando
estás hora pasadas desventuras,
y no miras que están mil hermosuras
el son de tu zampoña deseando.
Despierta, pues, pastor, de aquel pesado
sueño que te ha tenido en pena fiera;
deja un poco olvidar la antigua llaga.
Cura con nuevo ardor viejo cuidado;
mira la ninfa bárbara que espera
que a su beldad tu lira inmortal haga.



Gutierre de Cetina

pues dio fin de fetonte su osadía

-- de Gutierre de Cetina --

Siendo vana gloria el interese,
y no dejó soberbia que emprendiese
a júpiter echar de do vivía,
no os debe de espantar mi fantasía,
señora, pues amor quiso que fuese
el más subido ejemplo que se oyese
que un corazón humano emprendería.
Y así se va ordenando nueva pena
que a todas las pasadas dará olvido
que bien sé yo que no me iré alabando.
Consuélame ser vos la que lo ordena;
licencia de quejarme no la pido,
y arríscaseme el alma suspirando.



Gutierre de Cetina

como garza real alta en el cielo

-- de Gutierre de Cetina --

Entre halcones puesta y rodeada,
que siendo de los unos remontada,
de los otros seguirse deja a vuelo,
viendo su muerte acá bajo en el suelo,
por oculta virtud manifestada,
no tan presto será del aquejada
que a voces mostrará su desconsuelo.
Las pasadas locuras, los ardores
que por otras sentí, fueron, señora,
para me levantar, remontadores;
pero viéndoos a vos, mi matadora,
el alma dio señal en sus temores
de la muerte que paso cada hora.



Vicente Aleixandre

corazón negro

-- de Vicente Aleixandre --

Corazón negro.
Enigma o sangre de otras vidas pasadas,
suprema interrogación que ante los ojos me habla,
signo que no comprendo a la luz de la luna.
Sangre negra, corazón dolorido que desde lejos la envías
a latidos inciertos, bocanadas calientes,
vaho pesado de estío, río en que no me hundo,
que sin luz pasa como silencio, sin perfume ni amor.
Triste historia de un cuerpo que existe como existe un planeta,
como existe la luna, la abandonada luna,
hueso que todavía tiene un claror de carne.
Aquí, aquí en la tierra echado entre unos juncos,
entre lo verde presente, entre lo siempre fresco,
veo esa pena o sombra, esa linfa o espectro,
esa sola sospecha de sangre que no pasa.
¡Corazón negro, origen del dolor o la luna,
corazón que algún día latiste entre unas manos.
Beso que navegaste por unas venas rojas,
cuerpo que te ceñiste a una tapia vibrante!



Evaristo Carriego

Después del olvido

-- de Evaristo Carriego --

Porque hoy has venido, lo mismo que ntes,
con tus adorables gracias exquisitas,
álguien ha llenado de rosas mi cuarto
como en los instantes de pasadas citas.

¿Te acuerdas?... Regreso de noches lejanas,
aun guardo, entre otras, aquella novela
con la que soñabas imitar, a ratos,
no sé si a Lucía, no sé si a Grazziela.

Y aquel abanico, que sentir parece
la inquieta, la tibia presión de tu mano;
aquel abanico ¿te acuerdas? Trasunto
de aquel apacible, distante verano...

Y aquellas memorias que escribiste un día!
— un libro risueño de celos y quejas. —
¡Rincón asoleado! Rincón pensativo
de cosas tan vagas, de cosas tan viejas!...



Francisco de Quevedo

Salmo X Quevedo

-- de Francisco de Quevedo --

Trabajos dulces, dulces penas mías,
pasadas alegrías
que atormentáis ahora mi memoria,
dulce en un tiempo, sí, mas breve gloria
gozada en años y perdida en días;
tarde y sin fruto derramados llantos,
si sois castigo de los cielos santos,
con vosotros me alegro y me enriquezco,
porque sé de mí mismo que os merezco,
y me consuelo más que me lastimo;
mas, si regalos sois, más os estimo,
mirando que en el suelo,
sin merecerlo, me regala el cielo.
Perdí mi libertad, mi bien con ella:
no dejó en todo el cielo alguna Estrella
que no solicitase,
entre llantos, la voz de mi querella,
¡tanto sentí mirar que me dejase!
Mas ya, ver mi dolor, me he consolado
de haber mi bien perdido,
y en parte de perderle me he holgado,
por interés de haberle conocido.



Francisco Sosa Escalante

Al año de 1884

-- de Francisco Sosa Escalante --

Jamás te olvidaré! Cuando tus dias
Empezaba á contar, volví á aquel suelo
Do abrí los ojos á la luz del cielo,
Volando en alas de las ansias mías.

Las horas de la ausencia, tristes, frías,
Mi sér llenaron de amargura y duelo,
Y á mi cuna torné con el anhelo
De gozar mis pasadas alegrías.

En vez, entónces, del placer soñado.
Para el que fuera el corazón estrecho,
Año fatal, ¿qué fué lo que me diste?

De mi madre querida el cuerpo helado
Ante mis ojos en mortuorio lecho,
Dejando á mi alma solitaria y triste!



Carolina Coronado

canción III

-- de Carolina Coronado --

Cuando la luz de la tarde
en occidente se apaga,
y la reina de las sombras
con ligero paso avanza;
en esas horas tranquilas,
inspiradoras del alma;
cuando en las alas del viento
el silencio se derrama;
cuando la tórtola dulce
lánguido suspiro exhala
con acento lastimero
recogida entre las ramas.
A aliviar voy mis cuidados
a la orilla solitaria
de un pacífico arroyuelo,
que entre fresnos se dilata.
Y vagando pensativa
por la arboleda callada,
sueño dichas venideras,
o canto las ya pasadas.
Y comparo al manso río
mi existencia sosegada.
Él rueda blando entre flores;
ella entre ilusiones blanda.



Clemente Zenea

Adiós (JCZ)

-- de Clemente Zenea --

¿Qué te puedo ofrecer? –De un alma inquieta
un suspiro de amor desesperado,
mis pálidos laureles de poeta
y mis sueños de mártir emigrado!

Vengo a brindarte una esperanza tierna
para pagarle a mi pasión tributo,
y a pronunciar mi despedida eterna
vistiendo el arpa con crespón de luto.

Amargo adiós entre mis labios vaga,
como rueda en el aire el eco incierto
del gemido de un hombre que naufraga
cuando corta el bajel ondas del puerto.

¡Ya no más te veré! –Ronco murmullo
levanta mi conciencia, y yo indignado
imponiendo cadenas a mi orgullo
perdón te pido por haberte amado!

¡Perdón! ¡Perdón! –No pienses, inhumana,
que mi tormento y mi dolor mitiga
la promesa de hallar en ti una «hermana,»
o el pensamiento de llamarte «amiga.»

Olvida el loco afán y el entusiasmo
con que tu imagen adoré de hinojos,
y no pagues con risas de sarcasmo
las gotas más acerbas de mis ojos.

Olvida si es posible, las pasadas
noches, en que al cruzar junto a tus rejas
blanquearon mis cabellos las nevadas,
y el viento se llevó mis tristes quejas!



Rubén Darío

rima ii

-- de Rubén Darío --

Amada, la noche llega;
las ramas que se columpian
hablan de las hojas secas
y de las flores difuntas.
Abre tus labios de ninfa,
dime en tu lengua de musa:
¿recuerdas la dulce historia
de las pasadas aventuras?
¡yo la recuerdo! la niña
de la cabellera bruna
está en la cita temblando
llena de amor y de angustia.
Los efluvios otoñales
van en el aura nocturna,
que hace estremecerse el nido
en que una tórtola arrulla.
Entre las ansias ardientes
y las caricias profundas,
ha sentido el galán celos
que el corazón le torturan.
Ella llora, él la maldice,
pero las bocas se juntan...
En tanto los aires vuelan
y los aromas ondulan;
se inclinan las ramas trémulas
y parece que murmuran
algo de las hojas secas
y de las flores difuntas.



Rubén Darío

Rima II (Rubén Darío)

-- de Rubén Darío --

Amada, la noche llega;
las ramas que se columpian
hablan de las hojas secas
y de las flores difuntas.
Abre tus labios de ninfa,
dime en tu lengua de musa:
¿recuerdas la dulce historia
de las pasadas aventuras?
¡Yo la recuerdo! La niña
de la cabellera bruna
está en la cita temblando
llena de amor y de angustia.
Los efluvios otoñales
van en el aura nocturna,
que hace estremecerse el nido
en que una tórtola arrulla.
Entre las ansias ardientes
y las caricias profundas,
ha sentido el galán celos
que el corazón le torturan.
Ella llora, él la maldice,
pero las bocas se juntan...
En tanto los aires vuelan
y los aromas ondulan;
se inclinan las ramas trémulas
y parece que murmuran
algo de las hojas secas
y de las flores difuntas.



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