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Se han encontrado 39 poemas con la palabra partida

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Lope de Vega

¡Oh engaño de los hombres, vida breve

-- de Lope de Vega --

¡Oh engaño de los hombres, vida breve,
loca ambición al aire vago asida!,
pues el que más se acerca a la partida,
más confiado de quedar se atreve.
¡Oh, flor al hielo, oh rama al viento leve,
lejos del tronco!, si en llamarte vida
tú misma estás diciendo, que eres ida,
¿qué vanidad tu pensamiento mueve?
Dos partes tu mortal sujeto encierra:
una, que te derriba al bajo suelo,
y otra, que de la tierra te destierra.
Tú juzga de las dos el mejor celo:
si el cuerpo quiere ser tierra en la tierra,
el alma quiere ser cielo en el cielo.

Poema ¡Oh engaño de los hombres, vida breve de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Tristezas, si el hacerme compañía

-- de Lope de Vega --

Tristezas, si el hacerme compañía
es fuerza de mi estrella y su aspereza,
vendréis, a ser en mí naturaleza,
y perderá su fin vuestra porfía.

Si gozar no merecen de alegría
aquellos que no saben qué es tristeza,
¿cuándo se mudará vuestra firmeza?
¿cuándo veré de mi descanso el día?

Sola una gloria os hallo conocida:
que si es el fin el triste sentimiento
de las alegres horas desta vida,

vosotras le tendréis en el contento;
mas, ¡ay!, que llegaréis a la partida,
y llevaráse mi esperanza el viento.

Poema Tristezas, si el hacerme compañía de Lope de Vega con fondo de libro

Góngora

En la capilla estoy, y condenado

-- de Góngora --

En la capilla estoy, y condenado
a partir sin remedio desta vida;
siento la causa aun más que la partida,
por hambre expulso como sitïado.

Culpa sin duda es ser desdichado;
mayor, de condición ser encogida.
De ellas me acuso en esta despedida,
y partiré a lo menos confesado.

Examine mi suerte el hierro agudo,
que a pesar de sus filos me prometo
alta piedad de vuestra excelsa mano.

Ya que el encogimiento ha sido mudo,
los números, Señor, deste soneto
lenguas sean y lágrimas no en vano.

Poema En la capilla estoy, y condenado de Góngora con fondo de libro

Manuel Acuña

Porque dejaste el mundo de dolores

-- de Manuel Acuña --

Porque dejaste el mundo de dolores
buscando en otro cielo la alegría
que aquí, si nace, sólo dura un día
y eso entre sombras, dudas y temores.

Porque en pos de otro mundo y otras flores
abandonaste esta región sombría,
donde tu alma gigante se sentía
condenada a continuos sinsabores.

Yo te vengo a decir mi enhorabuena
al mandarte la eterna despedida
que de dolor el corazón me llena;

que aunque cruel y muy triste tu partida,
si la vida a los goces es ajena
mejor es el sepulcro que la vida.



Manuel del Palacio

Haz bien

-- de Manuel del Palacio --

Tengo buen corazón, no cabe duda;
He alzado un infeliz del duro suelo,
Y su llanto enjugué con mi pañuelo
Dando á sus males cariñosa ayuda.

Que es ciego, dice, y que su esposa es muda;
Terrible debe ser su desconsuelo:
¡Y hay en la sociedad almas de hielo
que no se duelen de su pena aguda!...

Yo sí, que al sostenerle entre mis brazos
Casi me hizo llorar como á un chiquillo
Con sus frases de amor y sus abrazos;

Mas ¿qué es esto que siento en el bolsillo?
La cadena partida en dos pedazos...
Ya me ha dejado sin reloj el pillo!...



Manuel del Palacio

La bandera española

-- de Manuel del Palacio --

De rojo y amarillo está partida;
Dice el rojo del pueblo la fiereza;
El amarillo copia la riqueza
Con que su fértil suelo nos convida.

Plegada alguna vez, jamás rendida,
Ningún borrón consiente su pureza:
Y aun al mirarla doblan la cabeza
Los que á su sombra fiel hallan cabida.

Si hoy, como en otra edad, al mundo entero
Leyes no dicta desde polo á polo,
Ni el sol la manda su fulgor primero,

Cuando con vil traición ó torpe dolo
Pisarla intente audaz el extranjero,
¡Teñida la vereis de un color solo!



Jorge Luis Borges

la busca

-- de Jorge Luis Borges --

Al término de tres generaciones
vuelvo a los campos de los acevedo,
que fueron mis mayores. Vagamente
los he buscado en esta vieja casa
blanca y rectangular, en la frescura
de sus dos galerías, en la sombra
creciente que proyectan los pilares,
en el intemporal grito del pájaro,
en la lluvia que abruma la azotea,
en el crepúsculo de los espejos,
en un reflejo, un eco, que fue suyo
y que ahora es mío, sin que yo lo sepa.
He mirado los hierros de la reja
que detuvo las lanzas del desierto,
la palmera partida por el rayo,
los negros toros de aberdeen, la tarde,
las casuarinas que ellos nunca vieron.
Aquí fueron la espada y el peligro,
las duras proscripciones, las patriadas;
firmes en el caballo, aquí rigieron
la sin principio y la sin fin llanura
los estancieros de las largas leguas.
Pedro pascual, miguel, judas tadeo...
Quién me dirá si misteriosamente,
bajo este techo de una sola noche,
más allá de los años y del polvo,
más allá del cristal de la memoria,
no nos hemos unido y confundido,
yo en el sueño, pero ellos en la muerte.



Jorge Manrique

¡Oh, mundo! Pues que nos matas...

-- de Jorge Manrique --

I

¡Oh, mundo! Pues que nos matas,
fuera la vida que diste
toda vida;
mas según acá nos tratas,
lo mejor y menos triste
es la partida
de tu vida, tan cubierta
de tristezas, y dolores
muy poblada;
de los bienes tan desierta,
de placeres y dulzores
despojada.

II

Es tu comienzo lloroso,
tu salida siempre amarga
y nunca buena,
lo de en medio trabajoso,
y a quien das vida más larga
le das pena.

Así los bienes -muriendo
y con sudor- se procuran
y los das;
los males vienen corriendo;
después de venidos, duran
mucho más.

FIN DE LA OBRA COMPLETA



Jorge Riechmann

15

-- de Jorge Riechmann --

He perdido la partida.
Me confié, subestimé las fuerzas
de mi adversario. ¿Cómo no hacerlo?
grande era cual fronda de destrucción, profundas
sus raíces invisibles; pero tamaño goce en la muerte
desafiaba la imaginación.
Los primeros intercambios de golpes
fueron casi un juego, un modo apenas hostil del conocimiento.
¿Queríamos estrangularnos o abrazarnos?
la situación parecía abierta y los momentos decisivos
aún por venir. No me daba cuenta
de que habían pasado ya y cada minuto perdido
redundaba en beneficio suyo
sumaba hierro y cieno a mi derrota.
Mi implacable adversario
economista del tiempo
feroz equilibrista de lo irreversible.
Estoy perdido.
La falta de imaginación me condenó.
Ya todo el tiempo restante se lo descuento a la muerte.



César Vallejo

Sauce

-- de César Vallejo --

Lirismo de invierno, rumor de crespones,
cuando ya se acerca la pronta partida;
agoreras voces de tristes canciones
que en la tarde rezan una despedida.

Visión del entierro de mis ilusiones
en la propia tumba de mortal herida.
Caridad verónica de ignotas regiones,
donde a precio de éter se pierde la vida.

Cerca de la aurora partiré llorando;
y mientras mis años se vayan curvando,
curvará guadañas mi ruta veloz.

Y ante fríos óleos de luna muriente,
con timbres de aceros en tierra indolente,
cavarán los perros, aullando, ¡un adiós!



Dolores Veintimilla

A un reloj (Veintimilla)

-- de Dolores Veintimilla --

Con tu acompasado son
Marcando vas inclemente
De mi pobre corazón
La violenta pulsación....
Dichosa quien no te siente!

Funesto, funesto bien
Haces reloj....La venida
Marcas del ser a la vida,
Y así impasible también
La hora de la partida.



Estanislao del Campo

Epílogo

-- de Estanislao del Campo --

Ahora sí que eres mía... En el sepulcro
Puedo llorarte solo mi Lucila.
Te envenenó el gusano, rico, enfermo,
Pero tu estrella para mí rutila.

En las joyantes noches del estío,
Cuando era tu vivir una alborada
teñida cual las plumas de un flamenco
Por una luz dulcísima y rosada;

Tu amor fue mi perfume, mi esperanza,
La novela de mi alma, mi alegría,
Cuando tú me decías: Mi poeta,
Me inundabas de luz y de poesía.

Y cuando te entregaron al gusano
Yo lloré en el altar del firmamento,
Pero si a mí me mata tu partida
¡Cómo los matará el remordimiento!

Yo he pedido el perdón para tus culpas
Y pido para Ti, toda delicia...
Tú eres, entre el rayo de la luna
El plateado fulgor que me acaricia.



Pablo Neruda

ausencia de joaquín

-- de Pablo Neruda --

Desde ahora, como una partida verificada lejos,
en funerales estaciones de humo o solitarios malecones,
desde ahora lo veo precipitándose en su muerte,
y detrás de él siento cerrarse los días del tiempo.
Desde ahora, bruscamente, siento que parte,
precipitándose en las aguas, en ciertas aguas, en ciertoocéano,
y luego, al golpe suyo, gotas se levantan, y un ruido,
un determinado, sordo ruido siento producirse,
un golpe de agua azotada por su peso,
y de alguna parte, de alguna parte siento que saltan y salpican estasaguas,
sobre mí salpican estas aguas, y viven como ácidos.
Su costumbre de sueños y desmedidas noches,
su alma desobediente, su preparada palidez,
duermen con él por último, y él duerme,
porque al mar de los muertos su pasión desplómase,
violentamente hundiéndose, fríamente asociándose.



Pedro Antonio de Alarcón

El cigarro

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

Lío tabaco en un papel; agarro
lumbre y lo enciendo, arde ya medida
que arde, muere; muere y enseguida
tiro la punta, bárrenla... Y al carro!

Un alma envuelve Dios en frágil barro,
y la enciende en la lumbre de la vida,
chupa el tiempo y resulta en la partida
un cadáver. El hombre es un cigarro.

La ceniza que cae es su ventura;
el humo que se eleva su esperanza;
lo que arderá después su loco anhelo.

Cigarro tras cigarro el tiempo apura;
colilla tras colilla al hoyo lanza,
pero el aroma... ¡Piérdese en el cielo!



Pedro Antonio de Alarcón

La campana de agonía

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

¡La una!... ¡Paz a ti! -Todo reposa,
La noche aduerme al mundo... Mas yo velo,
dando en los libros a mi loco anhelo
pábulo ardiente y expansión briosa.

La voz de una campana pavorosa
cruza los aires con remoto vuelo...
Adiós de un alma que se eleva al cielo:
aye de un cuerpo que se hundió en la fosa.

Feliz mortal, que huyes de esta vida,
¿quién eres? ¿quién has sido? ¿qué has hallado
en el mundo que dejas? Tu partida,

¿a qué nueva región te ha encaminado?
¿Sombras o luz? ¿Comprendes algo ahora?
¡Ah! ¡Dime tú lo que este libro ignora!



Pedro Soto de Rojas

En la partida, hablando con Sierra Nevada

-- de Pedro Soto de Rojas --

Huyo de ti, porque eres poderosa,
sierra, de helar al sol cuando te ofende
y no de hacer la llama que me enciende
o más voraz, o menos rigurosa.

Huyo, porque entre nieves y entre rosa
sobre tus faldas sus venenos tiende
sierpe, si no se ve, que bien se entiende,
sierpe a mi voz de oreja cautelosa.

Quizá el puerto tendrá de Guadarrama
o sierpes no, u orejas a mi ruego,
quizá su nieve aplacará mi llama,

y ya que no la aplaque en tanto fuego,
pues llegaré difunto mar de fama,
puerto será de mi mortal sosiego.



José Ángel Buesa

soneto para un reproche

-- de José Ángel Buesa --

Yo no sé si tú esperas todavía
el gran amor con que soñaste en vano,
que era un pozo en la tarde de verano
y era la sed que el pozo calmaría.
Yo sólo sé que estuvo cerca un día,
cuando tú lo creíste más lejano;
y fue una llama que se heló en tu mano
al separar tu mano de la mía.
Así fue: poca cosa en el olvido,
como el viento que llega y ya se ha ido
o la rama partida sin dar flor;
pero no es culpa mía si tú hiciste
una cosa vulgar, pequeña y triste,
de lo que pudo ser un gran amor.



Garcilaso de la Vega

SONETO XX

-- de Garcilaso de la Vega --

Con tal fuerza y vigor son concertados
para mi perdición los duros vientos,
que cortaron mis tiernos pensamientos
luego que sobre mí fueron mostrados.

El mal es que me quedan los cuidados
en salvo destos acontecimientos,
que son duros, y tienen fundamientos
en todos mis sentidos bien echados.

Aunque por otra parte no me duelo,
ya que el bien me dejó con su partida,
del grave mal que en mí está de contino;

antes con él me abrazo y me consuelo;
porque en proceso de tan dura vida
ataje la largueza del camino.



Garcilaso de la Vega

Con tal fuerza y vigor son concertados

-- de Garcilaso de la Vega --

Con tal fuerza y vigor son concertados
para mi perdición los duros vientos,
que cortaron mis tiernos pensamientos
luego que sobre mí fueron mostrados.

El mal es que me quedan los cuidados
en salvo destos acontecimientos,
que son duros, y tienen fundamientos
en todos mis sentidos bien echados.

Aunque por otra parte no me duelo,
ya que el bien me dejó con su partida,
del grave mal que en mí está de contino;

antes con él me abrazo y me consuelo;
porque en proceso de tan dura vida
ataje la largueza del camino.



Gastón Fernando Deligne

cantiga

-- de Gastón Fernando Deligne --

Cuando el viento ladra;
cuando gruñe el trueno;
a pares se miran
los nidos repletos.

Si el mal confinante
fulmina certero
sobre un ala sola,
¡herirá dos pechos!

así de las almas:
con doblados nexos
se juntan y ligan,
cuando gruñe el trueno,
cuando el viento ladra,
cuando oprime el cerco
de egolatrías sordas
e intereses ciegos.

Viandantes amables,
vosotros -¡sea presto!-
seréis de la vida
conjuntos viajeros;
¡y el mal circunstante
no podrá soberbio
descargar un golpe,
sin alzar dos ecos!

que sólo os fulminen
(¡mi voto oiga el cielo!)
nublados de rosas,
granizos de ensueño.

Y ya de partida,
vosotros -¡sea presto!-
hagáis el gran viaje,
cantando y riendo.



Gerardo Diego

a manuel machado

-- de Gerardo Diego --

Porque se llama manuel
y machado se apellida,
en su verso muerte y vida
juegan partida y nivel.
¿Quién vence? tablas. Y él,
banderillero de apolo,
supo, cantó y está solo:
ese poeta chapado
que se apellida machado
y le llamaban manolo.



Gutierre de Cetina

si jamás el morir se probó en vida

-- de Gutierre de Cetina --

Yo triste soy el que lo pruebo y siento
con extraño dolor, pena y tormento,
en esta trabajosa mi partida.
Mi alma en vuestro gesto embebecida,
mirándoos se henchía de un contento
tal, que de ufano ya mi sufrimiento
gloria le era la pena más crecida.
Mas hora que de vos me alejo tanto,
¿cuál consuelo será que me consuele,
que no sienta en partir la misma muerte,
si me muestra el temor visión de espanto,
que asombrándome hace que recele
de vos, de amor, del tiempo y de la suerte?



Gutierre de Cetina

ya mis males se van casi acabando

-- de Gutierre de Cetina --

Ya su fuerza por tierra está tendida,
ya no puede durar tan triste vida,
ya el manjar principal me va faltando;
ya voy tras de mi muerte rastreando,
ya el incierto esperar va de caída,
ya siento el fin de esta última partida,
ya el alma se va toda alborozando;
ya no hay por qué pensar en lo pasado,
ya no hay por qué llorar el mal presente,
ya no me da el que ha de venir cuidado;
ya no hay en mi morir inconveniente;
mas, ¡ay, qué sí!, que el cielo al desdichado,
por mayor mal, morir no le consiente.



Gutierre de Cetina

horas alegres que pasáis volando

-- de Gutierre de Cetina --

Porque a vueltas del bien mayor mal sienta;
sabrosa noche que en tan dulce afrenta
el triste despedir me vas mostrando;
importuno reloj, que apresurando
tu curso, mi dolor me representa;
estrellas con quien nunca tuve cuenta,
que mi partida vais acelerando;
gallo que mi pesar has denunciado;
lucero que mi luz va obscureciendo;
y tú, mal sosegada y moza aurora;
si en vos cabe dolor de mi cuidado,
id poco a poco el paso deteniendo,
si no puede ser más, siquiera un hora.



Gutierre de Cetina

un temor me destruye el pensamiento

-- de Gutierre de Cetina --

Siendo sólo el pensar cuanto bien tengo;
mi mal no es grave, mas por ser más luengo,
miedo es el que me acaba el sufrimiento.
Cuando estás más caído el sentimiento,
cuando más desvalido a sus pies vengo,
pensando me sustento y me entretengo:
que no ocupo otra gloria en mi tormento.
¡Ay dios, qué nuevo mal, cuán sin remedio!,
que ni la voluntad siento partida,
ni está, salvo en morir, entera en cosa.
Señora, ¿qué haré? dad vos remedio.
Acábame el dolor luego la vida,
y no me llegue a prenda tan preciosa.



Gutierre de Cetina

como está el alma a nuestra carne unida

-- de Gutierre de Cetina --

En los miembros las partes igualmente,
y como cada miembro el alma siente
entera en sí y en todos repartida,
y como si una parte es dividida
del cuerpo por algún inconveniente,
el alma queda entera y tan potente
cual siempre, sin que pueda ser partida,
así el amor en mí no se acrecienta
por más favor, ni cuanto más padece
el triste corazón muda el estado.
Muéstrase amor en mí como tormenta
de mar, que cuando más con furia crece,
su término, no pasa limitado.



Vicente Huidobro

puede venir

-- de Vicente Huidobro --

Y ahora vamos al minuto unánime
tras la gran cortina sacada de las olas
para las formaciones del corazón y su progreso
algo del cielo y sus interiores
algo de la partida hacia el lado opuesto
el doble tráfico en púrpura o sudario
despojado el aire de su océano
parecía saber lo que venía
como el hormiguero en marcha por la selva
en un ruido de arenas que se profanan
despojado el océano de sus olas
lloraba contra la lluvia
silbaba sus carbones para agrandarlos
y volver al origen autorizado a andar
cinco personas muertas y veinte heridas
dijo la catástrofe y se cubrió los ojos
el minuto unánime buscaba el corazón
tras la cortina sacada del océano
alguien miró el hogar que se alejaba
también el cielo al aire y sus interioridades
el problema es sencillo
las olas se separan
el avión se vuelca el aire canta
de un modo irremediable
el volcán suspira sus más viejos sueños
o sólo el corazón que dice ya está bueno
las olas se dan la mano y se despiden



Vicente Ruiz Llamas

Soneto último

-- de Vicente Ruiz Llamas --

El débil cuerpo agonizando lento,
el alma fuerte y la razón segura
oigo cavar mi humilde sepultura,
término y fin a tanto sufrimiento.

Ya de la muerte las caricias siento,
su beso frío, su mirada dura,
se desmorona la materia impura
al soplo helado de su helado aliento.

Cansado de luchar sin esperanza,
sin fin, sin ilusión, mi estéril vida
juguete vano de la aciaga suerte

paso tras paso hacia su fin avanza.
¿A qué más retardar esta partida?
Si al cabo has de venir, ven pronto, muerte.



Marilina Rébora

testimonio

-- de Marilina Rébora --

Testimonio
¿y si dios no existiese? ¿si todo feneciera
con el postrer aliento de la fatal partida?
¿sería razonable que la mujer pusiera
sus hijos en un mundo que a la muerte convida?
si la existencia fuese fugaz, perecedera,
sufriendo siempre en vano, sin encontrar salida
ni alentar en el alma esperanzada espera:
a más hijos y muerte equivaldría la vida.
La que tiene conciencia de un niño en las entrañas
espere en dios segura, depurada la mente,
sin dudas ni presiones de influencias extrañas,
pues quien confía en el, irresistible, siente
la presencia divina como sublime aserto.
Que en dios sólo se vive para siempre, es lo cierto.



Marilina Rébora

la ley de la vida

-- de Marilina Rébora --

La ley de la vida
quisiera estar de acuerdo con la ley de la vida
tal vez, la de la selva, al instinto fiada,
según la cual se vive de acuerdo a la comida:
la bestia menos fuerte ha de ser devorada.
Y quisiera también aceptar la partida
ya que sin consentirlo nos viene la llegada,
sufrir, sin execrar al que odia u olvida,
como al rico que abruma a quien no tiene nada.
Y tan profunda siento la triste disidencia
que rechazo reacia tan duras condiciones:
mas vivir no es posible opuesta a la existencia,
las manos temblorosas apretando las sienes,
pese al compás armónico de nuestros corazones
y al amor que te tengo y que también me tienes.



Miguel Unamuno

¿Qué es tu vida, alma mía?

-- de Miguel Unamuno --

¿Qué es tu vida, alma mía?, ¿cuál tu pago?,
¡Lluvia en el lago!
¿Qué es tu vida, alma mía, tu costumbre?
¡Viento en la cumbre!

¿Cómo tu vida, mi alma, se renueva?,
¡Sombra en la cueva!,
¡Lluvia en el lago!,
¡Viento en la cumbre!,
¡Sombra en la cueva!

Lágrimas es la lluvia desde el cielo,
y es el viento sollozo sin partida,
pesar, la sombra sin ningún consuelo,
y lluvia y viento y sombra hacen la vida.



Miguel Unamuno

Qué es tu vida

-- de Miguel Unamuno --

¿Qué es tu vida, alma mía?, ¿cuál tu pago?,
¡lluvia en el lago!
¿Qué es tu vida, alma mía, tu costumbre?
¡viento en la cumbre!

¿Cómo tu vida, mi alma, se renueva?,
¡sombra en la cueva!,
¡lluvia en el lago!,
¡viento en la cumbre!,
¡sombra en la cueva!

Lágrimas es la lluvia desde el cielo,
y es el viento sollozo sin partida,
pesar, la sombra sin ningún consuelo,
y lluvia y viento y sombra hacen la vida.



Fernando de Herrera

La muerte pido, un corazón amante

-- de Fernando de Herrera --

La muerte pido, un corazón amante
vos me entregáis, y me dejáis ausente
de las bellas lazadas de oro ardiente
y del sereno y celestial semblante.

¿Por qué no temo pues el mal instante,
aunque sus rayos Marte ya clemente
contraiga, si el dolor que está presente
cansa el pecho en sus lástimas constante?

Este afán no esperado, esta partida
el errante furor enciende fiero,
no el trabajo cruel de enferma suerte.

Tal me hallo en la ausencia aborrecida,
que el dado corazón fue triste agüero
al duro cierto riesgo de la muerte.



Francisco de Aldana

Ya te vas Tirsis

-- de Francisco de Aldana --

«¿Ya te vas, Tirsis?» «Ya me voy, luz mía.

«¡Ay, muerte!» «¡Ay, Galatea, qué mortal ida!»
«Tirsis, mi bien, ¿do vas?» «Do la partida
halle el último fin de mi alegría.»

«Luego ¿en saliendo el sol?» «Saliendo el día.»

«¿Te vas sin dilatar?» «Me voy sin vida.»
«¡Ay, Tirsis mío!» «¡Ay, gloria mía perdida!»
«¡Mi Tirsis!» «¡Galatea, mi estrella y guía!»

«¿Quién tal podrá creer?» «No hay quien tal crea.»

«¡Oh, muerte!» «Acabaré yo mis enojos.»
«¡Ay, grave mal! ¡Ay, mal grave y profundo!»

«Tirsis, adiós.» «Adiós, mi Galatea.»

«Tirsis, adiós.» «Adiós, luz de mis ojos.»
«¡Oh, lástima!» «¡Oh, piedad, sola en el mundo!»



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 100

-- de Francisco de Quevedo --

La voluntad de dios quiere eminente
que nos salvemos todos, ¡oh licino!
no asista sola a tu fatal camino
de dios la voluntad antecedente.
Merezca a su piedad la subsecuente,
tu virtud con su auxilio, y el divino
rayo preceda siempre matutino
a la noche envidiosa y delincuente.
¿Viste a bellio caer precipitado
en las verdes promesas de la vida,
y en horror de suceso desdichado?
prevenga tu conciencia tu partida:
que madruga la muerte en el pecado,
y antes será pasada que creída.



Francisco Sosa Escalante

La partida (Sosa Escalante)

-- de Francisco Sosa Escalante --

Del mar azul en la extensión la luna
Su luz difunde placentera y grata;
Como en espejo de luciente plata
Se mira reflejar sin mancha alguna.

En tanto, de la mísera fortuna
La rueda siempre veleidosa, ingrata,
Prosigue su girar, y me arrebata
A la beldad que amé como á ninguna.

Hiende las olas la velera nave
Que al alma roba su mejor tesoro,
A la que canta como trina el ave.

Y al ver que párte la mujer que adoro,
El dardo siento de la pena grave
Y el mar aumento con mi triste lloro.



Blanca Andreu

la partida

-- de Blanca Andreu --

Como un rey de este mundo perdido en las leyendas,
solo, con calculado silencio, señor de la nada
a quien despierta un alcatraz
al amanecer
entre la sal dormida un ala ardiente, un mensaje
deja caer una pluma caudal
y se hace la luz del otoño.
Pero, antaño, creedme, toda la mar lo sabe.
Estaba escrito sobre las olas tormentosas,
sobre los días de valor
está ya escrito,
con maderos y sombras verdes
en hexámetros el ímpetu y la perfidia
con despojos de grandes navíos.
La historia no se ocupa y, sin embargo, aún
falta agregar la arrogante, mortífera obediencia
de la flota, cohorte de aves, bandada
o el espíritu sombrío y de tan alta condición
bramando entre los escollos
entre indicios de peste y malos augurios.



Roberto Juarroz

un amor más allá del amor

-- de Roberto Juarroz --

Un amor más allá del amor
por encima del rito del vínculo,
más allá del juego siniestro
de la soledad y la compañía.
Un amor que no necesite regreso,
pero tampoco partida.
Un amor no sometido
a los fogonazos de ir y de volver,
de estar despiertos o dormidos,
de llamar o callar.
Un amor para estar juntos
o para no estarlo,
pero también para todas las posiciones intermedias.
Un amor como abrir los ojos.
Y quizás también como cerrarlos.



Roque Dalton García

estudio con algo de tedio

-- de Roque Dalton García --

Clov: llora
hamm: luego vive.
(Diálogo de fin de partida de beckett).
Tengo quince años y lloro por las noches.
Yo sé que ello no es en manera alguna peculiar
y que antes bien hay otras cosas en el mundo
más apropiadas para decíroslas cantando.
Sin embargo hoy he bebido vino por primera vez
y me he quedado desnudo en mis habitaciones para sorber la tarde
hecha minúsculos pedazos
por el reloj.
Pensar a solas duele. No hay nadie a quien golpear.No hay nadie
a quien dejar piadosamente perdonado.
Está uno y su cara. Uno y su cara
de santón farsante.
Surge la cicatriz que nadie ha visto nunca,
el gesto que escondemos todo el día,
el perfil insepulto que nos hará llorar y hundirnos
el día en que lo sepan todo las buenas gentes
y nos retiren el amor y el saludo hasta los pájaros.
Tengo quince años de cansarme
y lloro por las noches para fingir que vivo.
En ocasiones, cansado de las lágrimas,
hasta sueño que vivo.
Puede ser que vosotros no entendáis lo queson estas cosas.
Os habla, más que yo, mi primer vino mientras la piel que
sufro bebe sombra



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