Buscar Poemas con Osado


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Se han encontrado 21 poemas con la palabra osado

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¿Caíste? Sí, si valeroso osaste

-- de Luis Carrillo y Sotomayor --

¿Caíste? Sí, si valeroso osaste.
Osaste, y cual osado en fin caíste;
si el cuerpo entre las nubes escondiste,
tu fama entre las nubes levantaste.

Nombre (¡oh terrible error!), mozo, dejaste
de que a estrella cruel obedeciste.
Lampecie gime tal, tal Febia triste,
una y otra a tu losa verde engaste.

Intentaste, ¡oh gran joven!, como osado;
seguiste al hado que te vio vencido;
caíste, mozo más que desdichado.

Y así, en mi mal gigante, te he excedido,
pues sin haber tus hechos heredado,
cual tú, menos tus llantos, he caído.

Poema ¿Caíste? Sí, si valeroso osaste de Luis Carrillo y Sotomayor con fondo de libro

Amado Nervo

jesús

-- de Amado Nervo --

Jesús no vino del mundo de «los cielos».
Vino del propio fondo de las almas;
de donde anida el yo: de las regiones
internas del espíritu.
¿Por qué buscarle encima de las nubes?
las nubes no son el trono de los dioses.
¿Por qué buscarle en los candentes astros?
llamas son como el sol que nos alumbra,
orbes, de gases inflamados... Llamas
nomás. ¿Por qué buscarle en los planetas?
globos son como el nuestro, iluminados
por una estrella en cuyo torno giran.
Jesús vino de donde
vienen los pensamientos más profundos
y el más remoto instinto.
No descendió: emergió del océano
sin fin del subconsciente;
volvió a él, y ahí está, sereno y puro.
Era y es un eón. El que se adentra
osado en el abismo
sin playas de sí mismo,
con la luz del amor, ese le encuentra.

Poema jesús de Amado Nervo con fondo de libro

Emilio Bobadilla

El verdadero héroe

-- de Emilio Bobadilla --

No es la muerte, el dolor es lo que aflige,
lo que al sueño a plegar el ala obliga;
quien entre sirtes nuestra nave rige
y al más osado paladín fatiga.

La muerte es el silencio y el reposo:
ni dignidad, ni cólera, ni amores;
hedor que se transforma en oloroso
brotar de nuevas y encendidas flores.

No es héroe el que en la ardiente batahola
del tumulto, sangrando por la herida,
el pabellón patriótico tremola;

no el que muere en los campos de batalla:
es el que sufre de una adversa vida
tristezas sin consuelo y se las calla...

Poema El verdadero héroe de Emilio Bobadilla con fondo de libro

Emilio Bobadilla

Mi patria intelectual

-- de Emilio Bobadilla --

Campos de soledad, torvos poblados,
en otro tiempo, alegres y feraces,
y hoy mustios por la guerra y devorados
por bandadas de pájaros rapaces.

Baña el sol tus llanuras de cereales
que al soplo de la brisa se menean
y lejos, entre breñas y zarzales,
los pérfidos cañones centellean.

¡Oh Francia voluptuosa, culta y bella,
de la latina tradición baluarte,
tu suelo el invasor osado huella!

Soy del furor sanguífero enemigo;
amo las ciencias y venero el arte.
¡Mi patria intelectual, lloro contigo!



Juan de Arguijo

Troya

-- de Juan de Arguijo --

El que soberbio á no temer se atreve
La fuerza oculta del violento hado,
Y en alegre fortuna confiado,
De lo dioses creyó el aplauso leve,

Ejemplo tome de mi gloria breve,
En cuyo fin dejó el egipcio armado
El turbio Nilo, y vino el scita osado
Que el puro Tánais y el Oronta bebe.

Troya fuí, de los dioses obra ilustre,
Honor del Asia, hermosa, rica y fuerte,
Madre de reinos, y del mundo espanto.

Cayó mi gloria, y de su antiguo lustre
Solo han quedado ¡oh miserable suerte!
Cenizas viles y afrentoso llanto.



Garcilaso de la Vega

SONETO XXIV

-- de Garcilaso de la Vega --

Ilustre honor del nombre de Cardona,
décima moradora del Parnaso,
a Tansillo, a Minturno, al culto Taso
sujeto noble de inmortal corona;

si en medio del camino no abandona
la fuerza y el espirtu a vuestro Laso,
por vos me llevará mi osado paso
a la cumbre difícil de Helicona.

Podré llevar entonces, sin trabajo,
con dulce son que el curso al agua enfrena,
por un camino hasta agora enjuto,

el patrio celebrado y rico Tajo,
que del valor de su luciente arena
a vuestro nombre pague el gran tributo.



Garcilaso de la Vega

Ilustre honor del nombre de Cardona

-- de Garcilaso de la Vega --

Ilustre honor del nombre de Cardona,
décima moradora del Parnaso,
a Tansilo, a Minturno, al culto Tasso
sujeto noble de inmortal corona;

si en medio del camino no abandona
la fuerza y el espirtu a vuestro Laso,
por vos me llevará mi osado paso
a la cumbre difícil de Helicona.

Podré llevar entonces, sin trabajo,
con dulce son que el curso al agua enfrena,
por un camino hasta agora enjuto,

el patrio, celebrado y rico Tajo,
que del valor de su luciente arena
a vuestro nombre pague el gran tributo.



Gutierre de Cetina

carbón, si dar favor suele fortuna

-- de Gutierre de Cetina --

Carbón, si dar favor suele fortuna
a un fuerte corazón determinado;
¿quién como tú jamás fue tan osado
en cuanto rodea el sol y ve la luna?
¿quién tuvo, di, jamás razón alguna
para quejarse, como tú, del hado,
viniendo así a perder, por desdichado,
una ocasión tan alta y oportuna?
mas ¿qué digo perderte?, si acometiste
gozar del mayor bien que hay en el cielo,
que ya el acometer fue gran ventura.
Pero ¿cómo, carbón, si te encendiste,
en medio de tu ardor quedaste un hielo?
¿pudo más su beldad que tu locura?



Hernando de Acuña

Al Marqués de Vasto

-- de Hernando de Acuña --

Señor, bien muestra no tener Fortuna
empresa alguna por dificultosa,
pues ha osado emprender tan alta cosa
como a vuestro valor ser importuna;

que ni pudo hallar hazaña alguna
que acometer pudiese tan famosa,
ni menos a la fuerza poderosa
de vuestro corazón igual ninguna.

Así todo su intento ha sido vano,
y su poder, al mundo tan terrible,
ha sido para vos poco y liviano,

que con saber, con ánimo increíble,
con gran constancia y valerosa mano
venciste la que llaman invencible.



Miguel Ángel Corral

A mi amigo . el distinguido poeta Fernando Velarde

-- de Miguel Ángel Corral --

Grandioso te alzas en la eterna roca
donde rebrama el huracán rugiente,
y absorto miras en tu afán valiente
de los volcanes la tartárea boca.

En los arranques de tu audacia loca
te lanzas como el águila impaciente,
y, en medio de relámpagos, tu frente
ya los confines del abismo toca.

Sigue el instinto de tu ardor fecundo,
desdeña el polvo del mezquino suelo,
y arrebatado en éxtasis profundo

cruza la hermosa inmensidad del cielo,
y del oscuro porvenir del mundo
osado rasga el misterioso velo.



Juan Ramón Jiménez

la muerte bella

-- de Juan Ramón Jiménez --

¿que me vas a doler, muerte?
¿es que no duele la vida?
¿porqué he de ser más osado
para el vivir esterior
que para el hondo morir?
la tierra ¿qué es que no el aire?
¿porqué nos ha de asfixiar,
porqué nos ha de cegar,
porqué nos ha de aplastar,
porqué nos ha de callar?
¿porqué morir ha de ser
lo que decimos morir,
y vivir sólo vivir,
lo que callamos vivir?
¿porqué el morir verdadero
(lo que callamos morir)
no ha de ser dulce y suave
como el vivir verdadero
(lo que decimos vivir?)



Evaristo Carriego

El guapo

-- de Evaristo Carriego --

El barrio le admira. Cultor del coraje,
conquistó, a la larga renombre de osado;
se impuso en cien riñas entre el compadraje
y de las prisiones salió consagrado.

Conoce sus triunfos y ni aun le inquieta
la gloria de otros, de muchos temida,
pues todo el Palermo de acción le respeta
y acata su fama, jamás desmentida.

Le cruzan el rostro, de estigmas violentos,
hondas cicatrices, y quizás le halaga
llevar imborrables adornos sangrientos:
caprichos de hëmbra que tuvo la daga.

La esquina o el patio, de alegres reuniones,
le oye contar hechos, que nadie le niega:
¡con una guitarra de altivas canciones
él es Juan Moreira, y él es Santos Vega!



Fernando de Herrera

A Carlos V

-- de Fernando de Herrera --

Temiendo tu valor, tu ardiente espada,
sublime Carlo, el bárbaro africano,
y el espantoso a todos otomano
la altiva frente inclina quebrantada.

Italia en propia sangre sepultada,
el invencible, el áspero germano
y del francés osado el pecho ufano
al yugo rinde la cerviz cansada.

Alce España los arcos en memoria,
y en columnas a una y otra parte
despojos y coronas de victoria;

que ya en tierra y en mar no queda parte
que no sea trofeo de tu gloria
ni resta más honor al fiero Marte.



Fernando de Herrera

Incendio de Troya

-- de Fernando de Herrera --

El bravo fuego sobre el alto muro
del soberbio Ilión crecía airado,
y todo por mil partes derramado,
se envolvía confuso en humo oscuro.

Caía traspasado por el duro
hierro, y ardía en llamas abrasado,
y se rendía al ímpetu del hado
del Frige osado al corazón seguro.

Solo el rey de Asia, muerto en la ribera,
grande tronco ¡ay cruel dolor! yacía,
y su cuerpo bañaba el ponto ciego.

¡Oh fuerza oculta de la suerte fiera!
Que cuando Troya en fuego perecía,
falte a Priamo tierra y falte fuego.



Fernando de Herrera

No puedo sufrir más el dolor fiero

-- de Fernando de Herrera --

No puedo sufrir más el dolor fiero,
ni ya tolerar más el duro asalto
de vuestras bellas luzes, antes falto
de paciencia y valor, en el postrero

trance, arrojando el yugo, desespero;
y, por do voy huyendo, el suelo esmalto
de rotos lazos; y levanto en alto
el cuello osado, y libertad espero.

Mas, ¿qué vale mostrar estos despojos,
y la ufanía d' alcançar la palma
d' un vano atrevimiento sin provecho?

El rayo que salió de vuestros ojos
puso su fuerça en abrasar mi alma,
dexando casi sin tocar el pecho.



Fernando de Herrera

Probó atento el artífice dichoso

-- de Fernando de Herrera --

Probó atento el artífice dichoso
a la imagen impresa y forma pura
hacer no inferior la hermosura,
por quien Betis va al piélago pomposo.

La gracia dio, dio el resplandor hermoso
que en la nieve la púrpura figura,
lumbre que a la tiniebla vence oscura,
mas que todos osado y temeroso;

pero la majestad de la belleza
tierna, y serena gloria de la frente,
y ojos dulces do el blando amor se cría,

no pudo, y justo fue que su rudeza
vuestra beldad no alcance floreciente,
sola entre tantas, ¡oh ínclita María!



Fernando de Herrera

Ya que nublosa sombra cubre, y frío

-- de Fernando de Herrera --

Ya que nublosa sombra cubre, y frío,
la blanca frente de este monte alzado,
y del grave Aquilón aliento helado
retarda el lento curso al hondo río,

siento de ingrata mano al pecho mío
nieve arrojada, y siento desmayado
mi fuego, y culpo mi deseo osado
y de Amor el tirano señorío;

que por un vano bien, que huye luego
y me deja dolor eterno, pierdo
de libertad amada la nobleza.

Mas ¡oh que acierta mal quien nada ciego!
y el que cuida, Fernando, ser más cuerdo,
descubre en tal hazaña más flaqueza.



Francisco de Quevedo

parnaso español 8

-- de Francisco de Quevedo --

Tú que, hasta en las desgracias envidiado,
con brazo, mucio, en ascuas encendido,
más miedo diste a júpiter temido
que el osado jayán con ciento armado;
tú, cuya diestra con imperio ha estado
reinando entre las llamas; tú, que has sido
el que con sólo un brazo que has perdido
las alas de la fama has conquistado;
tú, cuya diestra fuerte, si no errara,
hiciera menos, porque no venciera
un ejército solo cara a cara,
de esas cenizas, fénix nueva espera,
y de ese fuego, luz de gloria clara,
y de esa luz, un sol que nunca muera.



Francisco Sosa Escalante

A Hidalgo

-- de Francisco Sosa Escalante --

¡Ay del que osado á proclamar se atreve
La santa libertad de un pueblo hundido
En dura esclavitud! Ay si vencido
Al fin se mira por tirano aleve!

Que no basta cortar el hilo breve
De la vida del héroe aborrecido:
Por empañar su nombre esclarecido
Su lengua de áspid la calumnia mueve.

¡Oh grande Hidalgo! tu inmortal renombre
Hundir quisieran en la noche oscura
Los que del hombre hacen lobo del hombre.

Y en vano te denigran; que á la altura
En que supiste colocar tu nombre,
No llega el fango de la tierra impura!



José Martí

a un joven muerto

-- de José Martí --

Para no sé qué corona fúnebre
¡vedle! en la seca garganta
apagada está la nota:
el brazo ya no levanta
la copa de oro, que rota
por la mística muerte,
en la pálida mano mal huida
sus myosotis y sus violetas vierte
mustias al pie del luchador sin vida.
Niños, que vais con el arma
cargada y luciente al hombro,
al soldado que desarma
muerte importuna, al escombro
de un águila aposento
ayer, y hueco ahora,
interrogad, y osado cumplimiento
a su obra rota dad: así se llora!



Carolina Coronado

se ha deshecho el alma mía

-- de Carolina Coronado --

Brillaba el sol aquel día
con luz clara, pura, hermosa;
yo no sé qué presentía,
pero estaba el alma mía
agitada y recelosa.
Antes de ver la tormenta
el alción la pronostica:
así una emoción violenta
que se siente y no se explica
a veces nos amedrenta.
¡Tempestad!... Y recia que era
la que aguardaba a mi vida,
cuando por la vez primera
tu mirada placentera
vino a anunciar su venida.
«Alma noble, dije al verte,
corazón osado y fuerte
en amor y odio extremado,
has de ser muy estimado
de la que llegue a quererte».
Harto bien lo presagiaba,
¡mas, por dios, no sospechaba
aquélla que lo decía
que la idólatra sería
del corazón que juzgaba!
¿por qué tu mirada era
tan dulce? ¿por qué tu ruego
quisiste una vez que oyera?...
Con una chispa de fuego
se enciende una inmensa hoguera.
Dice alguno en su porfía
que es mi alma dura roca;
mas, por la virgen maría,
que a un acento de tu boca
se ha deshecho el alma mía.



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