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Se han encontrado 23 poemas con la palabra ocio

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Francisco de Quevedo

parnaso español 50

-- de Francisco de Quevedo --

Con más vergüenza viven euro y noto,
licas, que en nuestra edad los usureros:
sosiéganse tal vez los vientos fieros,
y, ocioso, el mar no gime su alboroto.
No siempre el ponto en sus orillas roto
ejercita los roncos marineros:
ocio tienen los golfos más severos;
ocio goza el bajel, ocio el piloto.
Cesa de la borrasca la milicia:
nunca cesa el despojo ni la usura,
ni sabe estar ociosa su codicia.
No tiene paz; no sabe hallar hartura;
oso llamar a su maldad justicia;
arbitrio, al robo; a la dolencia, cura.

Poema parnaso español 50 de Francisco de Quevedo con fondo de libro

Adelardo López de Ayala

Plegaria (López de Ayala)

-- de Adelardo López de Ayala --

¡Dame, Señor, la firme voluntad,
compañera y sostén de la virtud;
la que sabe en el golfo hallar quietud
y en medio de las sombras claridad:

la que trueca en tesón la veleidad
y el ocio en perenal solicitud,
y las ásperas fiebres en salud,
y los torpes engaños en verdad!

Y así conseguirá mi corazón
que los favores que a tu amor debí,
te ofrezcan algún fruto en galardón...

Y aun tú, Señor, conseguirás así
que no llegue a romper mi confusión
la imagen tuya que pusiste en mí.

Poema Plegaria (López de Ayala) de Adelardo López de Ayala con fondo de libro

Adelardo López de Ayala

Plegaria.

-- de Adelardo López de Ayala --

AME, Señor, la firme voluntad,
Compañera y sostén de la virtud;
La que sabe en el golfo hallar quietud
Y en medio de las sombras claridad:

La que trueca en tesón la veleidad
Y el ocio en perennal solicitud,
Y las ásperas fiebres en salud,
Y los torpes engaños en verdad!

Y así conseguirá mi corazón
Oue los favores que a tu amor debí
Te ofrezcan algún fruto en galardón...

Y aun tú, Señor, conseguirás así
Que no llegue a romper mi confusión
La imagen tuya que pusiste en mí.

Poema Plegaria. de Adelardo López de Ayala con fondo de libro

Lope de Vega

Oh gran Virgilio!, si sangrientas vieras

-- de Lope de Vega --

¡Oh gran Virgilio!, si sangrientas vieras
de tu primera cuna las pizarras,
y el águila imperial, con pico y garras,
morder murallas y romper banderas,

con trompa, y no con lira, interrumpieras
el ocio a sombra de hayas y de parras,
y la pluma de cisne en las bizarras
del intrépido Marte convirtieras.

Mejor (viendo que el César los soldados
germánicos de nuevo galardona)
hicieras versos de dolor bañados.

¡Ay del verde laurel de tu corona,
entre vestigios de ceniza helados!
¡Ay Mantua, la vecina de Cremona!



Manuel del Palacio

Tristeza

-- de Manuel del Palacio --

Dentro de mí te escondes enemiga
Y mi aliento envenenas con tu aliento;
Tú conviertes en pena mi contento
Y mi reposo cambias en fatiga.

Cual madre que rencor tan sólo abriga
Nutres mi corazón de sentimiento;
Pero mi voluntad vence tu intento
Y tu constancia mi dolor mitiga.

Cruel eres conmigo y yo te amo;
Soy de tí tan celoso, que quisiera
Del mundo á las miradas esconderte;

Cuando de mí te ausentas yo te llamo,
Sin tí mi vida el ocio consumiera,
Por tí pienso en la gloria y en la muerte.



Manuel del Palacio

Tristeza (Melodías íntimas)

-- de Manuel del Palacio --

Dentro de mí te escondes enemiga
Y mi aliento envenenas con tu aliento;
Tú conviertes en pena mi contento
Y mi reposo cambias en faliga.

Cual madre que rencor tan sólo abriga
Nutres mi corazón de sentimiento;
Pero mi voluntad vence tu intento
Y tu constancia mi dolor mitiga.

Cruel eres conmigo y yo te amo;
Soy de tí tan celoso, que quisiera
Del mundo á las miradas esconderte;

Cuando de mí te ausentas yo te llamo,
Sin tí mi vida el ocio consumiera,
Por tí pienso en la gloria y en la muerte.



Jaime Torres Bodet

regreso iii

-- de Jaime Torres Bodet --

Iii
¡espejo, calla! y tú, que en el furtivo
recuerdo el filo de la voz bisela,
eco, responde sin palabra. Y vela
porque en tu ausencia al menos esté vivo...
Del mármol con que el ocio me encarcela
quiero en vano extraer un brazo esquivo
hacia ese blando mundo infinitivo
en que todo está aún y todo vuela.
Estatua soy donde caí torrente,
donde canto pasé, silencio duro
y, donde llama ardí, ceniza esparzo.
Nada me afirma y nada me desmiente.
Sólo tu golpe, corazón oscuro,
a fuerza de latir agrieta el cuarzo.



Jorge Cuesta

hora que fue, feliz y aun incompleta

-- de Jorge Cuesta --

Hora que fue, feliz y aun incompleta,
nada tiene de mí más todavía,
sino los ojos que la ven vacía,
despojada de mí, de ella sujeta.

La vida no se ve ni se interpreta;
ciega asiste a tener lo que veía.
No es, ya pasada, suyo lo que cría
y ya no goza más lo que sujeta.

Es el eterno gozo quien apura
el ocio vivo y la pasión futura.
Sobreviviendo a su interior abismo,

el amor se obscurece y se suprime,
y mira que la muerte se aproxime
a la vana insistencia de mí mismo.



Jorge Luis Borges

elegía de un parque

-- de Jorge Luis Borges --

Se perdió el laberinto. Se perdieron
todos los eucaliptos ordenados,
los toldos del verano y la vigilia
del incesante espejo, repitiendo
cada expresión de cada rostro humano,
cada fugacidad. El detenido
reloj, la entretejida madreselva,
la glorieta, las frívolas estatuas,
el otro lado de la tarde, el trino,
el mirador y el ocio de la fuente
son cosas del pasado. ¿Del pasado?
si no hubo un principio ni habrá un término,
si nos aguarda una infinita suma
de blancos días y de negras noches,
ya somos el pasado que seremos.
Somos el tiempo, el río indivisible,
somos uxmal, cartago y la borrada
muralla del romano y el perdido
parque que conmemoran estos versos.



Diego de Torres Villarroel

la casa de un grande

-- de Diego de Torres Villarroel --

Un rodrigón que siempre está en pelea
con la de pajes lamerona junta
un pobre mayordomo que se unta
y un contador maldito que lardea
una señora a quien el ocio asea
y otras que siempre están de blanco en punta
una dueña arrugada y cejijunta
que rellena de chismes la asamblea
un conjurador que riñe roba y miente
un cocinero de esta misma masa
gran chusma de libreas insolente
envidia mucha adulación sin tasa
y el gran señor que sirve solamente
de testigo del vicio de su casa.



Pedro Antonio de Alarcón

A la bandera del batallón de Ciudad Rodrigo

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

¡Sombra y honor bajo tus pliegues dame,
santo pendón de Cristo y de Castilla!
Tu ley, que juro, hincada la rodilla,
en generoso ardor mi pecho inflame.

No más estérilmente se derrame
mi vida en torpe amor y vil mancilla...
Roja está de la patria la mejilla...
¡Despierte el corazón de su ocio infame!

De un naufragio entre lágrimas y errores
salva mi fe, que combatida muere
por enemigo viento y mar contrario...

Sé tú el manto que envuelva mis dolores,
mi tienda en el desierto; y si cayere
en la revuelta lid... ¡Sé mi sudario!



Hernando de Acuña

Atenta al gran rumor la musa mía

-- de Hernando de Acuña --

Atenta al gran rumor la musa mía
del armígero son de Marte fiero,
cesó del dulce estilo que primero
en sujeto amoroso se extendía;

mas ahora, con la vuestra en compañía,
me vuelve al sacro monte, donde espero
levantarme más alto y, por grosero,
dejar con nuevo canto el que solía.

Así sus horas con la espada a Marte,
y los ratos del ocio con la pluma
pienso, señor, enderezar a Apolo;

dando a los dos de mí tan larga parte,
y tomándola de ellos tal, que en suma
no me cause tristeza el verme solo.



Mi estado

-- de El Solitario --

Busco la paz, y en triste lucha espiro;
espero y temo, abrásome y me hielo;
odio la tierra sin amar el cielo;
vehemente anhelo, exánime suspiro:

Pido la libertad, siervo me miro;
me elevo ardiente, caigo yerto al suelo;
ciego confío, suspicaz recelo,
vivo en el ocio y a la gloria aspiro:

El dogal que circunda el cuello mío
ni me acaba ni libra, y vivo ahogado;
hallo el placer y mátame el hastío,

odio mi ser, te adoro despechado;
lloro sin pena y sin contento río...
Por ti, cruel, me miro en tal estado.



Vicente García de la Huerta

Al oráculo de Manzanares

-- de Vicente García de la Huerta --

Vierte sus abundancias Amaltea
sobre el suelo español, Ceres ufana
las trojes llena y la codicia insana
del labrador, por ávido que sea.

Vuela la paz, y en tanto que recrea
a Europa su ocio, la nación hispana
en castigar la audacia Mauritania
su celo ejerce y su valor emplea.

Los astros que faltaban a la esfera
y robó el cielo al carpetano suelo
resarce hoy Luisa a la región ibera

en uno y otro cándido gemelo.
¡Oh, qué felicidad si estable fuera!
¡Pues qué! ¿No basta un géminis al cielo?



Manuel María de Arjona

El autor a sí mismo

-- de Manuel María de Arjona --

Cansada nunca de tu vano intento,
corres, barquilla, el piélago espumoso,
y tu piloto sufre, temeroso,
del Aquilón el ímpetu violento.

Neptuno te presenta, fraudulento,
mansas las iras de su reino undoso,
¡cuitada! porque dejes tu reposo,
y luego llores del instable viento.

Al mar no vuelvas, mísera barquilla;
acógete, por fin, escarmentada,
al ocio dulce de la quieta orilla.

Que si a nave real, de horror cargada,
Neptuno la orgullosa frente humilla,
¡ay!, tú serás por burla destrozada.



Mario Benedetti

peros

-- de Mario Benedetti --

Las circunstancias tiempo en carne viva
ponen a nuestro alcance pena y goces
pero
más de una vez nos llevan a remolque
amor es más que un juego o un diluvio
es el cuerpo y el alma a la intemperie
pero
si se va la lujuria ya no vuelve
el trabajo es un bálsamo un compás
gracias a él lidiamos con las horas
pero
hay un ocio final que no perdona
la vida puede ser un vendaval
que sacude mis sueños y tus duendes
pero
la vida tiene obligación de muerte



Mario Benedetti

sobre cartas de amor

-- de Mario Benedetti --

Amor vendimia
las circunstancias tiempo en carne viva
ponen a nuestro alcance pena y goces
pero
más de una vez nos llevan a remolque
amor es más que un juego o un diluvio
es el cuerpo y el alma a la intemperie
pero
si se va la lujuria ya no vuelve
el trabajo es un bálsamo un compás
gracias a él lidiamos con las horas
pero
hay un ocio final que no perdona
la vida puede ser un vendaval
que sacude mis sueños y tus duendes
pero
la vida tiene obligación de muerte



A la sabiduría

-- de Juan Díaz Rengifo --

Pluguiera a Dios, que en ti, Sabiduría
(Guía del alma, y celestial lumbrera)
hubiera yo empleado el largo día,
la fría noche, el tiempo, que perdiera.

Tuviera con tu dulce compañía
alegría en lo adverso, y paz entera:
viera lo que no vi cuando creía,
que veía, lo que ver jamás quisiera.

Vencido de ignorancia, pobre, y ciego
entrego a ti el ingenio envejecido
despedido del ocio y vano juego,

ruégote le recibas, que aunque ha sido
perdido por su gran desasosiego,
sosiego ha de hallar a ti rendido.



Juan Meléndez Valdés

Ora pienso yo ver a mi señora

-- de Juan Meléndez Valdés --

Ora pienso yo ver a mi señora
de donosa aldeana, y que el cabello
libre le vaga por el alto cuello,
cantando alegre al despertar la Aurora:

Ya en pellico y callado de pastora
los corderillos guía, y suelta al vellos
por el prado brincar corre en pos de ellos;
ya en ocio blando en la cabaña mora.

Tierna ora ríe, y va cogiendo flores:
a caza ora tras ella el monte sigo;
y bailar en la fiesta ora la veo.

Así ausente me alivio en mis dolores;
y aunque sueño de amor es cuanto digo,
el alma siente un celestial recreo.



Julio Herrera Reissig

el almuerzo

-- de Julio Herrera Reissig --

Llovió. Trisca a lo lejos un sol convaleciente,
haciendo entre las piedras brotar una alimaña
y al son de los compactos resuellos del torrente,
con áspera sonrisa palpita la campaña...

Rumia en el precipicio una cabra pendiente;
una ternera rubia salta entre la maraña,
y el cielo campesino contempla ingenuamente
la arruga pensativa que tiene la montaña.

Sobre el tronco enastado de un abeto de nieve,
ha rato que se aman damócaris y hebe;
uno con su cayado reanima las pavesas,

otro distrae el ocio con pláticas sencillas...
Y de la misma hortera comen higos y fresas,
manjares que la dicha sazona en sus rodillas.



Julio Herrera Reissig

la misa cándida

-- de Julio Herrera Reissig --

Jardín de rosa angélico, la tierra guipuzcoanal
edén que un fra doménico soñara en acuarelas...
Los hombres tienen rostros vírgenes de manzana,
y son las frescas mozas óleos de antiguas telas.

Fingen en la apretura de la calleja aldeana,
secretearse las casas con chismosas cautelas,
y estimula el buen ocio un trin-trin de campana,
un pum-pum de timbales y un fron-fron de vihuelas.

¡Oh campo siempre niño! ¡oh patria de alma proba!
como una virgen, mística de tramonto, se arroba...
Aves, mar, bosques: todo ruge, solloza y trina

las bienaventuranzas sin código y sin reyes...
Y en medio a ese sonámbulo coro de palestrina,
oficia la apostólica dignidad de los bueyes!



Francisco de Quevedo

muestra el error de lo que se desea

-- de Francisco de Quevedo --

Si me hubieran los miedos sucedido
como me sucedieron los deseos,
los que son llantos hoy fueran trofeos:
mirad el ciego error en que he vivido!
con mis aumentos proprios me he perdido;
las ganancias me fueron devaneos;
consulté a la fortuna mis empleos,
y en ellos adquirí pena y gemido.
Perdí, con el desprecio y la pobreza,
la paz y el ocio; el sueño, amedrentado,
se fue en esclavitud de la riqueza.
Quedé en poder del oro y del cuidado,
sin ver cuán liberal naturaleza
da lo que basta al seso no turbado.



Abate Marchena

La coronación se acerca

-- de Abate Marchena --

La coronación se acerca
y mi pobre Musa helada
no pica de profetisa,
ni al rey vaticina hazañas.
En vano el frío Iriarte
sus insulsas coplas grazna,
y en lenguaje de Gaceta
a Carlos y Luisa canta.
¿Qué me importa que Forner
alce su tremenda vara,
y en duros y malos versos
haga por elogios sátiras?
¿Que el escritor cinco letras
acatamiento le haga,
qué a mí? ¿Fui yo por ventura
el autor de la Riada?
Por más que el necio Berilo
las ninfas de Salamanca
las atruene con sus cantos
sin armonía ni gracia,
mi Musa en profundo sueño
y en vil ocio sepultada
a Moratín y a Batilo
no envidia lauro y guirnaldas.



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