Buscar Poemas con Nuevos


  ·En el buscador de poemas puedes encontrar entre más de doce mil poemas todos aquellos que contienen las palabras de búsqueda. Los poemas forman parte de la antología poética de los 344 poetas más importantes en lengua Española de todos los tiempo. Puedes elegir entre dos tipos de búsqueda:
  ·Buscar entre todos los poemas los que contienen las palabras de la búsqueda.
  ·Buscar sólo los poemas cortos -aquellos que tienen 8 versos o menos- que coinciden con el criterio de búsqueda.

Se han encontrado 43 poemas con la palabra nuevos

Si lo prefieres puedes ver sólo los poemas cortos, aquellos que tienen ocho versos o menos aquí

Lope de Vega

Con nuevos lazos, como el mismo Apolo

-- de Lope de Vega --

Con nuevos lazos, como el mismo Apolo,
hallé en cabello a mi Lucinda un día,
tan hermosa, que al cielo parecía
en la risa del alba, abriendo el polo.
Vino un aire sutil, y desatólo
con blando golpe por la frente mía,
y dije a Amor que para qué tejía
mil cuerdas juntas para un arco solo.
Pero él responde: «Fugitivo mío,
que burlaste mis brazos, hoy aguardo
de nuevo echar prisión a tu albedrío».
Yo, triste, que por ella muero y ardo,
la red quise romper; ¡qué desvarío!,
pues más me enredo mientras más me guardo.

Poema Con nuevos lazos, como el mismo Apolo de Lope de Vega con fondo de libro

Andrés Eloy Blanco

Primera estación

-- de Andrés Eloy Blanco --

Ya rindió una jornada la fiebre de mis brazos
y aún están los leones de mi numen erguidos:
los músculos alertas para nuevos zarpazos
y firmes los pulmones para nuevos rugidos.

Poema Primera estación de Andrés Eloy Blanco con fondo de libro

Andrés Eloy Blanco

Primera estación (poema)

-- de Andrés Eloy Blanco --

Ya rindió una jornada la fiebre de mis brazos
y aún están los leones de mi numen erguidos:
los músculos alertas para nuevos zarpazos
y firmes los pulmones para nuevos rugidos.

Poema Primera estación (poema) de Andrés Eloy Blanco con fondo de libro

Federico García Lorca

cantos nuevos

-- de Federico García Lorca --

Agosto de 1920
(vega de zujaira)
dice la tarde:
¡tengo sed de sombra! .
Dice la luna: yo, sed de luceros .
La fuente cristalina pide labios
y suspiros el viento.
Yo tengo sed de aromas y de risas.
Sed de cantares nuevos
sin lunas y sin lirios,
y sin amores muertos.
Un cantar de mañana que estremezca
a los remansos quietos
del porvenir. Y llene de esperanza
sus ondas y sus cienos.
Un cantar luminoso y reposado,
pleno de pensamiento,
virginal de tristeza y de angustias
y virginal de ensueños.
Cantar sin carne lírica que llene
de risas el silencio.
(Una bandada de palomas ciegas
lanzadas al misterio).
Cantar que vaya al alma de las cosas
y al alma de los vientos
y que descanse al fin en la alegría
del corazón eterno.



José Martí

antes de trabajar

-- de José Martí --

Antes de trabajar, como el cruzado
saludaba a la hermosa en la arena,
la lanza de hoy, la soberana pluma
embrazo, a la pasión, corcel furioso
con mano ardiente embrido, y de rodillas
pálido domador, saludo al verso.
Después, como el torero, al circo salgo
a que el cuerno sepulte en mis entrañas
el toro enfurecido. Satisfecho
de la animada lid, el mundo amable
merendará, mientras expiro helado,
pan blanco y vino rojo, y los esposos
nuevos se encenderán con las miradas.
En las playas el mar dejará en tanto
nuevos franos de arena: nuevas alas
asomarán ansiosas en los huevos
calientes de los nidos: los cachorros
del tigre echarán diente: en los preñados
arboles de la huerta, nuevas hojas
con frágil verde poblarán las ramas.
Mi verso crecerá: bajo la yerba
yo también creceré: ¡cobarde y ciego
quien del mundo magnífico murmura!



Amós de Escalante

En Monte Carceña

-- de Amós de Escalante --

En tus quebrados senos, oh Carceña,
retoña el roble que robusta quilla
dio a las cántabras naves, y en Sevilla
plantó, hace siglos, la cristiana enseña.

¡Oh, si de nuevo en tu cerrada breña
hallaren presa el hacha y la cuchilla,
aún lograran los mares de Castilla
lucir hazañas que la mente sueña!

Sóbrale jugo a la silvestre rama;
fáltales sangre a los mortales pechos
que a esfuerzos nuevos y a grandezas guíe;

sangre que el hielo trueque en viva llama,
ociosas quejas en fecundos hechos,
y a la loca fortuna desafíe.



Lope de Vega

En tanto que deshace el claro Apolo

-- de Lope de Vega --

En tanto que deshace el claro Apolo
de la sierra de Béjar la alta cumbre,
y por Gibraleón su menor lumbre
pasa por nuestro mar al otro polo;

y mientras sobre el oro de Pactolo
su líquido cristal Tormes encubre,
y de Atlante la excelsa pesadumbre
oprime el hombro, que sustenta solo:

con mil despojos, armas y laureles,
después que otro Virgilio Eneidas cante
del gran Sotomayor de Benalcázar,

con nuevo timbre y nuevos coroneles
vuestro nombre con letras de diamante
pondrá la fama en su dorado alcázar.



Manuel de Zequeira

La aparición del cometa

-- de Manuel de Zequeira --

No le envidio la pluma al gran Cervantes,
ni del Argivo la sonora trompa,
ni el lauro de Colón por más que rompa
nuevos caminos a los navegantes.

No codicio pinceles de Timantes
aunque el tiempo sus tintes no corrompa,
ni de Alejandro la triunfante pompa,
ni el distinguido empleo de almirantes.

No apetezco ver los muros de China,
ni conocer a Napoleón me inquieta
por más que suene en la inmortal bocina.

Otra cosa mi fe anhela discreta,
y es que siempre me viera mi Corina
con la atención que el vulgo ve al cometa.



Manuel del Palacio

En el aniversario de la revolución de Setiembre

-- de Manuel del Palacio --

Un año cumple que la inmunda tropa
De moderados, frailes y Borbones,
Del poder arrojada á pescozones
Pasó á la emigración con viento en popa.

Dejando de ser fábula de Europa
Reconquistó la España sus blasones,
Y entre vivas, y aplauso, y ovaciones
Bobimos del placer la dulce copa.

Hoy, pueblo, te amenazan nuevos daños
Los que cual rey te adulan á porfía,
Te envuelven en la red de sus engaños.

¡Tú, de tí mismo rey! No todavía;
¡Has llevado la albarda muchos años,
Para vestir la púrpura en un dia!



Manuel del Palacio

La vida del pavo

-- de Manuel del Palacio --

¡Vedle! Descuella en la gentil manada
Como el lirio descuella entre las flores,
Y al recordar su dicha y sus amores
Brilla con fuego oculto su mirada.

Estrecha le parece la morada
Donde va á disfrutar nuevos favores,
Y soberbio se ostenta á sus señores
Cual rey cautivo de la edad pasada.

Le envidian, en la jaula prisioneros,
El triste grillo, la infeliz marica,
Los pintados y tímidos gilgueros.

¡Nueces le ofrece sin cesar la chica,
Y en la calle al sentir sus compañeros
Ni una lágrima tierna les dedica!



César Vallejo

Trilce: XXXVIII

-- de César Vallejo --

Este cristal aguarda ser sorbido
en bruto por boca venidera
sin dientes. No desdentada.
Este cristal es pan no venido todavía.

Hiere cuando lo fuerzan
y ya no tiene cariños animales.
Mas si se le apasiona, se melaría
y tomaría la horma de los sustantivos
que se adjetivan de brindarse.

Quienes lo ven allí triste individuo
incoloro, lo enviarían por amor,
por pasado y a lo más por futuro:
si él no dase por ninguno de sus costados;
si él espera ser sorbido de golpe
y en cuanto transparencia, por boca ve
nidera que ya no tendrá dientes.

Este cristal ha pasado de animal,
y márchase ahora a formar las izquierdas,
los nuevos Menos.
Déjenlo solo no más.



César Vallejo

Trilce: XL

-- de César Vallejo --

Quién nos hubiera dicho que en domingo
así, sobre arácnidas cuestas
se encabritaría la sombra de puro frontal.
(Un molusco ataca yermos ojos encallados,
a razón de dos o más posibilidades tantálicas
contra medio estertor de sangre remordida).

Entonces, ni el propio revés de la pantalla
deshabitado enjugaría las arterias
trasdoseadas de dobles todavías.
Como si nos hubiesen dejado salir! Como
si no estuviésemos embrazados siempre
a los dos flancos diarios de la fatalidad!
Y cuánto nos habríamos ofendido.
Y aún lo que nos habríamos enojado y peleado
y amistado otra vez
y otra vez.

Quién hubiera pensado en tal domingo,
cuando, a rastras, seis codos lamen
de esta manera, hueras yemas lunesentes.

Habríamos sacado contra él, de bajo
de las dos alas del Amor,
lustrales plumas terceras, puñales,
nuevos pasajes de papel de oriente.
Para hoy que probamos si aún vivimos,
casi un frente no más.



César Vallejo

quién nos hubiera dicho que en domingo

-- de César Vallejo --

xl
quién nos hubiera dicho que en domingo
así, sobre arácnidas cuestas
se encabritaría la sombra de puro frontal.
(Un molusco ataca yermos ojos encallados,
a razón de dos o más posibilidades tantálicas
contra medio estertor de sangre remordida).
Entonces, ni el propio revés de la pantalla
deshabitado enjugaría las arterias
trasdoseadas de dobles todavías.
Como si nos hubiesen dejado salir! como
si no estuviésemos embrazados siempre
a los dos flancos diarios de la fatalidad!
y cuánto nos habríamos ofendido.
Y aún lo que nos habríamos enojado y peleado
y amistado otra vez
y otra vez.
Quién hubiera pensado en tal domingo,
cuando, a rastras, seis codos lamen
de esta manera, hueras yemas lunesentes.
Habríamos sacado contra él, de bajo
de las dos alas del amor,
lustrales plumas terceras, puñales,
nuevos pasajes de papel de oriente.
Para hoy que probamos si aún vivimos,
casi un frente no más.



César Vallejo

este cristal aguarda ser sorbido

-- de César Vallejo --

xxxviii
este cristal aguarda ser sorbido
en bruto por boca venidera
sin dientes. No desdentada.
Este cristal es pan no venido todavía.
Hiere cuando lo fuerzan
y ya no tiene cariños animales.
Mas si se le apasiona, se melaría
y tomaría la horma de los sustantivos
que se adjetivan de brindarse.
Quienes lo ven allí triste individuo
incoloro, lo enviarían por amor,
por pasado y a lo más por futuro:
si él no dase por ninguno de sus costados;
si él espera ser sorbido de golpe
y en cuanto transparencia, por boca ve
nidera que ya no tendrá dientes.
Este cristal ha pasado de animal,
y márchase ahora a formar las izquierdas,
los nuevos menos.
Déjenlo solo no más.



César Vallejo

¡cuídate, españa, de tu propia españa!

-- de César Vallejo --

¡cuídate, españa, de tu propia españa!
¡cuídate de la hoz sin el martillo,
cuídate del martillo sin la hoz!
¡cuídate de la víctima apesar suyo,
del verdugo apesar suyo
y del indiferente apesar suyo!
¡cuídate del que, antes de que cante el gallo,
negárate tres veces,
y del que te negó, después, tres veces!
¡cuídate de las calaveras sin las tibias,
y de las tibias sin las calaberas!
¡cuídate de los nuevos poderosos!
¡cuídate del que come tus cadáveres,
del que devora muertos a tus vivos!
¡cuídate del leal ciento por ciento!
¡cuídate del cielo más acá del aire
y cuídate del aire más allá del cielo!
¡cuídate de los que te aman!
¡cuídate de tus héroes!
¡cuídate de tus muertos!
¡cuídate de la república!
¡cuídate del futuro!



César Vallejo

Cuídate, España, de tu propia España

-- de César Vallejo --

¡Cuídate, España, de tu propia España!
¡Cuídate de la hoz sin el martillo,
cuídate del martillo sin la hoz!
¡Cuídate de la víctima apesar suyo,
del verdugo apesar suyo
y del indiferente apesar suyo!
¡Cuídate del que, antes de que cante el gallo,
negárate tres veces,
y del que te negó, después, tres veces!
¡Cuídate de las calaveras sin las tibias,
y de las tibias sin las calaberas!
¡Cuídate de los nuevos poderosos!
¡Cuídate del que come tus cadáveres,
del que devora muertos a tus vivos!
¡Cuídate del leal ciento por ciento!
¡Cuídate del cielo más acá del aire
y cuídate del aire más allá del cielo!
¡Cuídate de los que te aman!
¡Cuídate de tus héroes!
¡Cuídate de tus muertos!
¡Cuídate de la República!
¡Cuídate del futuro!...



José María Blanco White

El sol y la vida

-- de José María Blanco White --

¡Oh noche! Cuando a Adán fue revelado
quién eras, y aun no vista, oyó nombrarte,
¿no temió que enlutase tu estandarte
el bello alcázar de zafir dorado?

Mas ya el celaje etéreo, blanqueado
del rayo occidental. Héspero parte;
su hueste por los cielos se reparte,
y el hombre nuevos mundos ve admirado.

¡Cuánta sombra en tus llamas ocultabas,
oh Sol! ¿Quién acertara, cuando ostenta
la brizna más sutil tu luz mentida,

esos orbes sin fin que nos velabas?
¡Oh mortal! Y ¿el sepulcro te amedrenta?
Si engañó el Sol, ¿no engañara la vida?



Rafael Barrett

Decadente

-- de Rafael Barrett --

¡Oh vírgenes desnudas!
¡Oh cabelleras de color de otoño!
¡Oh rocío inocente
Que luce en la sonrisa de los ojos,
Ojos silvestres, ágiles y nuevos,
Los más dulces de todos!
¡Oh pies desnudos, caricia de la tierra,
Pies que besa el arroyo
Temblando! ¡Oh senos en capullo, dond,
El sol hace bailar sus manchas de oro
Debajo de las hojas! ¡Oh muchachas!
Jugad. Os reconozco,
Tropel de mis lejanas primaveras...
Dejadme contemplaros. Ya no corro
Con mi pasado a cuestas tras vosotras,
Y a la sombra que baja me abandono.
Huisteis, maliciosas, con las alas
De mi propia ilusión, dejando plomo
En mis plantas cansadas, y en mi vida
Amargura sin fondo...
¡Oh vírgenes desnudas!
¡Oh cabelleras de color de otoño!



José María Hinojosa

29º 27'6 lat. n 5º 48'3 long. e

-- de José María Hinojosa --

De todos los horizontes
brotaron poemas nuevos,
que vinieron a juntarse
en la rosa de los vientos,
y cada poema trajo
el recuerdo de su cielo.



José María Hinojosa

dolor

-- de José María Hinojosa --

Cuerda de guitarra
que se rompe
al templarla.
La punta de la flecha
fue untada
de tristeza.
Gira la estrella
en el vacío,
y deja deslumbrada
la caverna.
Silencio de silencio.
Ni abriendo nuevos cauces
al momento,
quita sus letanías
del desierto desierto.
El sentimiento
se vuelve más espeso.



José Tomás de Cuellar

Lejos

-- de José Tomás de Cuellar --

EN donde estás? Como ave en el espacio
Errante y solitaria en tarde negra
Te pierdes para mí,
Y aún te siento en mi sér, y aún algo tuyo
Hay en cada latido de mi pecho
Cansado de sufrir.
¿Es que toma otro rumbo incierto y vago
Tu alma en la ausencia, y á horizontes nuevos
Que nunca conocí
Vas á buscar mi luz que aquí te sigue,
Y el amor que, cual nadie, dentro el alma
Conservo para tí?



José Ángel Buesa

el árbol viejo

-- de José Ángel Buesa --

Buen árbol que perdiste bruscamente los dones
de la flor y del fruto, bajo la racha fría:
tu pesadumbre austera se parece a la mía,
y así, como tus hojas, volarán mis canciones.
Pero, tarde o temprano, vendrá la primavera,
y, al rejuvenecerse tu tronco envejecido,
tendrás la flor y el fruto, y el follaje, y el nido...
Y yo, en cambio, no tengo tu esperanza siquiera.
Cien veces me ofreciste tu sombra en el verano;
cien veces tu perfume fue a visitar mi casa,
buen árbol que floreces mientras la vida pasa,
acaso porque ignoras que nunca pasa en vano.
Mi niñez te recuerda casi como un amigo,
aunque ya se agrietaba tu ancianidad de abuelo.
Y hoy, al ver cómo creces todavía hacia el cielo,
ni aun me queda el consuelo de envejecer contigo.
Pues, aunque nos agobian idénticos otoños,
sobre tus hojas secas crecen hojas lozanas,
y así, algún día, el viento despeinará miscanas,
trayéndome el perfume de tus nuevos retoños...



Juan Bautista Arriaza

Brindando a las damas

-- de Juan Bautista Arriaza --

Venus Divina, madre de placeres
baja de tu mansión afortunada,
pues miras esta mesa coronada
de la brillante flor de las mujeres.

Baja gozosa y si dejar sintieres
el coro de quien eres festejada,
ninfa verás aquí más agraciada
que cuantas te acompañan en Citeres.

Y si de tu jardín entre las flores
al dejas y al amor dormidos
no los despiertes, ni su ausencia llores.

Baja, que aquí hallarás nuevos Cupidos
pues tienen estas damas mil amores
en sus hermosos ojos escondidos.



Juan Boscán

Soy como aquel que vive en el desierto

-- de Juan Boscán --

SONETO CXI

Soy como aquel que vive en el desierto,
del mundo y de sus cosas olvidado,
y a descuido veis donde le ha llegado
un gran amigo, al cual tuvo por muerto.

Teme luego de un caso tan incierto;
pero, después que bien se ha asegurado,
comienza a holgar pensando en lo pasado,
con nuevos sentimientos muy despierto.

Mas cuando ya este amigo se le parte,
al cual partirse presto le conviene,
la soledad empieza a selle nueva;

con las yerbas del monte no se aviene,
para el yermo le falta toda el arte,
y tiembla cada vez que entra en su cueva.



Copia el hombre

-- de El Solitario --

Copia el hombre celajes purpurinos,
estatuas hace de la dura piedra,
y en número a las hojas de la hiedra
exceden sus inventos peregrinos.

Arrebata con cánticos divinos,
la «Iliada» escribe, «Don Quijote» y «Fedra»,
y cuanto más el adelanto medra,
más busca del saber nuevos caminos.

A su patria da timbres con su gloria,
liberta y engrandece las naciones,
los secretos descubre de la historia.

Y este ser, que mandando a las naciones
sólo piensa en la muerte o la victoria,
¡es el juguete vil de las pasiones!



Vicente García de la Huerta

Esperanza fundada

-- de Vicente García de la Huerta --

En el tropel de males que padezco,
de la común envidia combatido,
nuevos tormentos a mi suerte pido
y más gustoso cada vez me ofrezco.

Al odio, a las venganzas agradezco
los duros trances a que me han traído;
pues los medios, mi bien, ellos han sido
de lograr galardón que no merezco.

Muerda la envidia pues, el odio invente
calumnias nuevas, no me asusta nada,
ni haber mal puede que mi gloria impida.

Pues todo es fuerza que tu amor aumente,
pues quien así me quiere enamorada
me ha de amar mucho más compadecida.



Vicente García de la Huerta

Sentimientos en las disposiciones

-- de Vicente García de la Huerta --

Parte a dorar con luces celestiales
de los floridos sotos los primores,
a dar nuevos alientos a las flores
y veneno mortal a los zagales.

Yo quedo en el infierno de mis males,
víctima del volcán de mis ardores,
lastimoso ejemplar a los pastores
que alcancen mis martirios infernales.

De nuevas flores tu belleza vista
esas florestas, mientras mi quebranto
fúnebres flores a mi muerte alista.

Y no te cause mi expresión espanto;
pues si tú las produces con tu vista,
yo también con el riego de mi llanto.



Vicente Huidobro

Arte poética

-- de Vicente Huidobro --

Que el verso sea como una llave
que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
cuanto miren los ojos creado sea,
y el alma del oyente quede temblando.

Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
el adjetivo, cuando no da vida, mata.

Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
como recuerdo en los museos;
mas no por eso tenemos menos fuerza:
el vigor verdadero
reside en la cabeza.

Por qué cantáis la rosa, ¡oh, Poetas!
Hacedla florecer en el poema.

Sólo para vosotros
viven todas las cosas bajo el Sol.

El poeta es un pequeño Dios.



Vicente Wenceslao Querol

A un árbol

-- de Vicente Wenceslao Querol --

El día en que yo vi la luz primera,
plantó mi padre en su risueño huerto
ese árbol que admiráis en primavera,
de tiernas hojas y de flor cubierto.

Yo entré en la sociedad, donde hoy batallo,
con la esperanza audaz de los mancebos,
cuando él ennoblecía el fuerte tallo
cada nueva estación con ramos nuevos.

Yo abandoné, buscando horas felices,
mi pobre hogar por la mansión extraña,
y él, inmutable, ahondaba sus raíces
junto al arroyo que sus plantas baña.

Hoy, rugosa la frente y seca el alma,
cuando hasta el eco de mi voz me asombra,
vengo a encontrar la apetecida calma
del tronco amigo a la propicia sombra.

Y evoco las memorias indecisas
de la edad juvenil, sueños perdidos,
mientras juegan sus ramas con las brisas
y al alegre rumor cantan los nidos.

Mi vida agosta ese dolor interno
con que los ojos y la frente enluto:
él abre en mayo su capullo tierno
y da en octubre el aromado fruto.



Antonio Machado

Crear fiestas de amores

-- de Antonio Machado --

Crear fiestas de amores
en nuestro amor pensamos,
quemar nuevos aromas
en montes no pisados,
y guardar el secreto
de nuestros rostros pálidos,
porque en las bacanales de la vida
vacías nuestras copas conservamos,
mientras con eco de cristal y espuma
ríen los zumos de la vid dorados.
Un pájaro escondido entre las ramas
del parque solitario
silba burlón...
Nosotros exprimimos
la penumbra de un sueño en nuestro vaso...
Y algo, que es tierra en nuestra carne, siente la humedad del jardín como un halago.



Mariano José de Larra

A una hermosa que dio en hacer buenos versos

-- de Mariano José de Larra --

¿No te bastan los rayos de tus ojos,
de tu mejilla la purpúrea rosa,
la planta breve, la cintura airosa,
ni el suave encanto de tus labios rojos?

¿Ni el seno que a Ciprina diera enojos,
ni esa tu esquiva condición de esposa,
que también nuestras armas, Nise hermosa,
coges para rendir nuevos despojos?

¿A celebrar de tantos amadores
ingrata el fin acerbo te previenes
que a manos morirán de tus rigores?

Ya que en tus redes nuestras almas tienes,
la lira déjanos, ya que no amores,
para cantar al menos tus desdenes.



Rosalía de Castro

Predestinados

-- de Rosalía de Castro --

Es el abismo el que le atrae
desde su fondo más oscuro,
para que deje esta vida tan triste
que él ve cubierta de eterno luto.

No bien una sombra se disipa
otra se agranda... Se agranda y le envuelve
sin que adivine por qué ha venido,
por qué le busca, ni qué le quiere,
pero le aterra y le acobarda
y a donde va le sigue siempre.

Si algún dolor abandona su alma,
otro más vivo y más intenso,
en sus entrañas haciendo el nido,
para él inventa nuevos tormentos,
mucho más hondos y más terribles
siempre los últimos que los primeros.

Un mal espíritu, algún demonio
de cuantos hay el más cruel
ha presidido su nacimiento
y oculto guía siempre su pie
hacia los bordes de la alta sima
a ver si puede verle caer.

Vacila su planta ya... Y sus ojos
vagos se fijan en lo infinito,
que él cree imagen de la nada;
pero le atrae... Le atrae el vacío
en donde flotas, genio invisible,
siempre llamándole hacia el abismo.

Y cae al fin... Y nadie sabe,
ni nadie pregunta por qué ha caído.



Juan Nicasio Gallego

Al primer pintor de Camara don Vicente López

-- de Juan Nicasio Gallego --

Si plugo a Carlos con la regia mano,
que a Marte arrebató palmas sin cuento,
alzar del suelo el mágico instrumento
a que gloria inmortal debe Tiziano;

si vio Velázquez de su dicha ufano
premiar todo a Filipo su talento,
dando a su efigie en ínclito ornamento
la roja insignia del Patrón hispano:

hoy a despecho de la envidia injusta
te ofrece, López, tan feliz destino
de otro monarca la bondad augusta,

que a favor desusado y peregrino
da a tus desvelos recompensa justa
y nuevos timbres al pincel divino.



Juan Ramón Jiménez

ojos de ayer

-- de Juan Ramón Jiménez --

¡ojos que quieren
mirar alegres
y miran tristes!
¡ay, no es posible
que un muro viejo
dé brillos nuevos;
que un seco tronco
(abra otras hojas)
abra otros ojos
que estos, que quieren
mirar alegres
y miran tristes!
¡ay, no es posible!



Juan Ramón Jiménez

el poseedor

-- de Juan Ramón Jiménez --

El poseedor
no recuerdo...
(Ya no viene el cavador
que cavaba en el venero)
no recuerdo...
(Sobre la mina han caído
mil siglos de suelos nuevos)
no recuerdo...
(El mundo se acabará.
No volverá mi secreto)



Francisco Sosa Escalante

Después de la batalla (Sosa Escalante)

-- de Francisco Sosa Escalante --

El hórrido fragor de la pelea
Por fin cesó; ya no los atambores
Y el agudo clarín nuevos horrores
Anuncian en la lucha gigantea.

El cañon se apagó; tan solo humea
La roja sangre, y se oyen los clamores
Del herido infeliz que en sus dolores
La atónita mirada allí pasea.

Está pensando en el hogar tranquilo
En que dejara á la hechicera esposa
Junto á la cuna del dormido infante;

Y al ver que llega á destrozar el hilo
De su vida, la parca presurosa,
¡Perdón! perdón! prorumpe delirante.



Francisco Villaespesa

yo sé que la esperanza está viva, y que dentro

-- de Francisco Villaespesa --

Yo sé que la esperanza está viva, y que dentro
del corazón su lámpara dulcemente ilumina;
¡mas ya sin entusiasmos y sin fuerzas me encuentro
para arrancarle nuevos tesoros a la mina!...
En el jardín, a veces, de mis recuerdos entro
y encanezco de angustia mirando tanta ruina...
¡Cipreses y naranjos marchitos, y en el centro
una fuente que nunca de sollozar termina!...
Yo sé que lindaraja con sus besos pudiera
dar a mi otoño un nuevo frescor de primavera...
Pero está tan remota, ¡y es tan largo el sendero!...
¡Y me encuentro tan pobre, tan triste y tan rendido,
que a buscarla de nuevo por la vida, prefiero
soñar eternamente que jamás ha existido!...



Francisco Villaespesa

galantería

-- de Francisco Villaespesa --

Por ver quién recogía tu pañuelo,
que dejaste caer a unos truhanes,
con el más bravo de los capitanes
al pie de tus balcones tuve un duelo.
Me hirió su espada bajo el ferreruelo,
y para contener nuevos desmanes
le hundí el acero hasta los gavilanes
y cayó, desangrándose, en el suelo.
Y tu pañuelo recogí galante
con ademán del que recoge un guante.
Y envainando la espada enrojecida,
me alejé sonriente y satisfecho,
apretando el pañuelo contra el pecho
para enjugar la sangre de mi herida.



José Alonso y Trelles

Yuyos secos

-- de José Alonso y Trelles --

Del sol que vieron mis años mozos
A gatas quedan tibios reflejos
Que en el recuerdo buscan ansiosos
Mis pobres ojos, sin luz, de viejos.

Eran los tiempos en que mi herraje
Lucía en el lomo de un potro crudo,
Y en las glorietas, entre el gauchaje,
A más de una táita dejaba mudo;

Era cuando iba campiando agravios
Con la altanera mirada dura,
Yevando el reto pronto en los labios
Y la e dos filos en la cintura;

Era cuando era mi cancha el rancho
De aquella autera chiruza mía,
Que jué más tarde p'al Viejo Pancho
Como la musa Melancolía.

Rancho entre sáuces, que a media noche
Se abría al envite de mi ternura,
Como en las tardes abren el broche
Las campaniyas de la espesura.

Inolvidable nido y fajina
Ande mis sueños se deshojaban
Entre los brazos de aqueya china
Que me oprimían y me maniaban;

De aqueya china voluntariosa,
Sedienta siempre de amores nuevos;
De aqueya china linda y mimosa
De abrasadores ojos malevos,

Que cuando al alba salía a la puerta
Brindando el beso de su boca roja,
Dende el palenque mi overo, alerta,
La saludaba con la coscoja...



José Hierro

cumbre tierra sin nosotros (1947)

-- de José Hierro --

Firme, bajo mi pie, cierta y segura,
de piedra y música te tengo;
no como entonces, cuando a cada instante
te levantabas de mi sueño.
Ahora puedo tocar tus lomas tiernas,
el verde fresco de tus aguas.
Ahora estamos, de nuevo, frente a frente
como dos viejos camaradas.
Nueva canción con nuevos instrumentos.
Cantas, me duermes y me acunas.
Haces eternidad de mi pasado.
Y luego el tiempo se desnuda.
¡Cantarte, abrir la cárcel donde espera
tanta pasión acumulada!
y ver perderse nuestra antigua imagen
arrebatada por el agua.
Firme, bajo mi pie, cierta y segura,
de piedra y música te tengo.
Señor, señor, señor: todo lo mismo.
Pero, ¿qué has hecho de mi tiempo?



Baltasar del Alcázar

Preso de amores

-- de Baltasar del Alcázar --

Tres cosas me tienen preso
de amores el corazón,
la bella Inés, el jamón
y berenjenas con queso.

Esta Inés (amantes) es
quien tuvo en mí tal poder,
que me hizo aborrecer
todo lo que no era Inés.

Trájome un año sin seso,
hasta que en una ocasión
me dio a merendar jamón
y berenjenas con queso.

Fue de Inés la primer palma,
pero ya júzgase mal
entre todos ellos cuál
tiene más parte en mi alma.

En gusto, medida y peso
no le hallo distinción,
ya quiero Inés, ya jamón,
ya berenjenas con queso.

Alega Inés su beldad,
el jamón que es de Aracena,
el queso y berenjena
la española antigüedad.

Y está tan fiel en el peso
que juzgado sin pasión
todo es uno, Inés, jamón,
y berenjenas con queso.

A lo menos este trato
de estos mis nuevos amores,
hará que Inés sus favores,
me los venda más barato.

Pues tendrá por contrapeso
si no hiciere razón,
una lonja de jamón
y berenjenas con queso.



Ramón de Campoamor

El gran festín

-- de Ramón de Campoamor --

De un junco desprendido a una corriente
un gusano cayó,
y una trucha, saltando de repente,
voraz se lo tragó.
Un martín-pescador cogió a la trucha
con carnívoro afán;
y al pájaro después, tras fiera lucha,
lo apresó un gavilán.
Vengando esta cruel carnicería,
un diestro cazador
dio un tiro al gavilán que se comía
al martín-pescador.
Pero,¡ay!, al cazador desventurado
que al gavilán hirió,
por cazar sin licencia y en vedado,
un guarda le mató.
A otros nuevos gusanos dará vida
del muerto la hediondez,
para volver, la rueda concluida,
a empezar otra vez.
¿Y el amor? ¿Y la dicha? Los nacidos
¿no han de tener más fin
que el de ser comedores y comidos
del Universo en el atroz festín?...



Roque Dalton García

los locos

-- de Roque Dalton García --

Los locos
a los locos no nos quedan bien los nombres.
Los demás seres
llevan sus nombres como vestidos nuevos,
los balbucean al fundar amigos,
los hacen imprimir en tarjetitas blancas
que luego van de mano en mano
con la alegría de las cosas simples.
Y qué alegría muestran los alfredos,los antonios,
los pobres juanes y los taciturnos sergios,
los alejandros con olor a mar!
todos extienden, desde la misma garganta con quecantan
sus nombres envidiables como banderas bélicas,
tus nombres que se quedan en la tierra sonando
aunque ellos con sus huesos se vayan a la sombra.
Pero los locos, ay señor, los locos
que de tanto olvidar nos asfixiamos,
los pobres locos que hasta la risa confundimos
y a quienes la alegría se nos llena de lágrimas,
cómo vamos a andar con los nombres a rastras,
cuidándolos,
puliéndolos como mínimos animales de plata,
viendo con estos ojos que ni el sueño somete
que no se pierdan entre el polvo que nos halaga y odia?
los locos no podemos anhelar que nos nombren
pero también lo olvidaremos



© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba