Buscar Poemas con Mutismo


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Se han encontrado 10 poemas con la palabra mutismo

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Amado Nervo

tal vez...

-- de Amado Nervo --

Tal vez ya no le importa mi gemido
en el indiferente edén callado
en que el espíritu desencarnado
vive como dormido...
Tal vez ni sabe ya cómo he llorado
ni cómo he padecido.
En profundo quietismo,
su alma, que antes me amara de tal modo,
se desliza glacial por ese abismo
del eterno mutismo,
olvidada de sí, de mí, de todo...

Poema tal vez... de Amado Nervo con fondo de libro

Amado Nervo

¡cómo callan los muertos!

-- de Amado Nervo --

¡qué despiadados son
en su callar los muertos!
con razón
todo mutismo trágico y glacial,
todo silencio sin apelación
se llaman: un silencio sepulcral.

Poema ¡cómo callan los muertos! de Amado Nervo con fondo de libro

Teófilo V. Méndez Ramos

No te inquietes

-- de Teófilo V. Méndez Ramos --

No te inquietes, la vida tiene raros misterios,
que llenan de pavor nuestras almas ingenuas;
no te inquietes, la estrella más lejana es hermana
del artista, que sufre el torturado enigma.

No te angusties, aprende del árbol solitario
a adquirir la tragedia de infinito mutismo;
portando en tu cerebro luminosas ideas;
refulgentes marañas, llegaras a ser cuerdo.

Si acaso fatal sino te tiene condenado
a soportar el fardo de la vida pensante,
opta por dos caminos: prosigue torturándote,
o permite a tu cuerpo ser pasto del gusano.

Poema No te inquietes de Teófilo V. Méndez Ramos con fondo de libro

Medardo Ángel Silva

Intermezzo

-- de Medardo Ángel Silva --

La seda de tus lánguidas pestañas
a proteger tus ojos descendía,
ante la encantadora bicromía
de las aristocráticas arañas.

Un solemne mutismo de campañas
al Vesper nuestras almas invadía;
y, de súbito habló la melodía
con un dulzor de pastoriles cañas...

Para escucharla, se detuvo el viento...
A la maga caricia de su acento,
vibró tu carne de escultura, viva;

la noche se durmió en tu cabellera
y besando las lilas de tu ojera,
se perfumó una lágrima furtiva.



Julio Flórez

De cabeza

-- de Julio Flórez --

Poem

Va cayendo, cayendo en el abismo de la noche sin fin, el ángel reo; del espacio profundo en el mutismo se escucha su satánico aleteo.

Nada detiene al trágico querube en su descenso del eterno día; nada!... Nada!... Ni un astro, ni una nube! ¡Sola siempre la bóveda vacía!

Los siglos, al pasar, y los milenos secaron en su mente el fuego sacro; mas, lleva de su cráneo entre los senos, de su vil rebelión, el simulacro.

Por eso, al traspasar los universos, como agitado por feroz instinto, con el torvo mirar de los perversos, torna los ojos al edén extinto.

Y amenaza los cielos y los mundos su recia mano que la rabia crispa, y salta de sus ojos furibundos del odio insano, la incendiaria chispa.

Mas, nada altera su caída, nada! Y en medio de la sombra, el gran proscrito, con la cabeza formidable, horada la silenciosa paz del infinito!



Julio Herrera Reissig

La procesión

-- de Julio Herrera Reissig --

El señor Cura, impuesto de sus oros sagrados,
Acaudilla el piadoso rebaño serraniego;
En voz alta exorciza los demonios, y luego
Salpica de agua santa las siembras y los prados.

Corean cien ladridos la procesión. Por grados,
Las músicas naufragan en el ancho sosiego...
Todo vuelve al divino mutismo solariego:
Gentes, rebaños, eras, parroquias y collados.

La emoción del crepúsculo pesa solemnemente.
Pájaros en triángulo vuelan sobre el torrente...
De cuando en cuando gime con unción oportuna,

La inválida miseria de un viejo carricoche...
Todo es grave. El castillo encantado de luna,
Llena de cuentos de hadas los campos y la noche.



Evaristo Carriego

La enferma que trageron anoche

-- de Evaristo Carriego --

La enferma abrió los ojos cuando la hermana,
que aún no ha descansado ni un solo instante,
decía sus temores al practicante
que pasa la visita de la mañana.

Desde que la trageron ha rechazado
sin contestar palabra, todo remedio,
y por más que se hizo no hubo medio
de vencer un mutismo tan obstinado.

Y ahora, en la pesada semi-inconciencia
del último momento, su indiferencia
silenciosa parece ceder, por fin,

pero en los labios secos y en la mirada
sólo tiene un reproche de abandonada
para las compañeras del cafetín.



Evaristo Carriego

Reproche musical

-- de Evaristo Carriego --

Si te sientas como anoche junto al piano,
a mis ruegos insensible, taciturna:
fugitiva de aquel aire wagneriano
que tú sabes. Si, cual trágica nocturna,

traes la sombra del mutismo caprichoso
de unos celos singulares y tardíos,
volveremos a rozar el enojoso
viejo tema del porqué de tus hastíos.

¿Ves, amada? Ya se ha oído la sombría
voz solemne del Maestro: ya ha asomado
su faz grave la orquestal Melancolía,
y el esplín contagia el alma del teclado.

Deja ¡loca! de tocar... Risueñamente,
ven y cura tus neurosis, flor de anemia,
con las risas que destilan el ardiente
rojo filtro de la música bohemia:



José Martí

a emma

-- de José Martí --

A emma
no sientas que te falte
el don de hablar que te arrebata el cielo,
no necesita tu belleza esmalte
ni tu alma pura más extenso vuelo.
No mires, niña mía,
en tu mutismo fuente de dolores,
ni llores las palabras que te digan
ni las palabras que te faltan llores.
Si brillan en tu faz tan dulces ojos
que el alma enamorada se va en ellos,
no los nublen jamás tristes enojos,
que todas las mujeres de mis labios,
no son una mirada de tus ojos...
Villaviciosa (madrid), 10 de julio, 1872



Ramón López Velarde

La estrofa que danza

-- de Ramón López Velarde --

Ya brotas de la escena cual guarismo
tornasol, y desfloras el mutismo
con los toques undívagos de tu planta certera
que fiera se amanera al marcar hechicera
las multánimes giros de una sola quimera.

Ya tus ojos entraron al combate
como dos uvas de un goloso uvate;
bajo tus castañuelas se rinden los destinos
y se cuelgan de ti los sueños masculinos,
cual de la cuerda endeble de una lira, los trinos.
Ya te adula la orquesta con servil
dejo libidinoso de reptil,
y danzando lacónica, tu reojo me plagia;
y pisas mi entusiasmo con una cruel magia
como estrofa danzante que pisa una hemorragia.

Ya vuelas como un rito por los planos
limítrofes de todos los arcanos;
las almas que tu arrullo va limpiando de escoria
quisieran renunciar su futuro y su historia,
por dormirse en la tersa amnistía de tu gloria.

Guarismo, cuerda, y ejemplar figura:
tu rítmica y eurítmica cintura
nos roba a todos nuestra flama pura;
y tus talones tránsfugas, que se salen del mundo
por la tangente dócil de un celaje profundo,
se llevan mis holgorios el azul pudibundo.



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