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Se han encontrado 19 poemas con la palabra musical

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José María Eguren

lied v

-- de José María Eguren --

La canción del adormido cielo
dejó dulces pesares;
yo quisiera dar vida a esa canción
que tiene tanto de ti.

Ha caído la tarde sobre el musgo
del cerco inglés,
con aire de otro tiempo musical.

El murmurio de la última fiesta
ha dejado colores tristes y suaves
cual de primaveras oscuras
y listones perlinos.

Y las dolidas notas
han traído la melancolía
de las sombras galantes
al dar sus adioses sobre la playa.

La celestía de tus ojos dulces
tiene un pesar de canto,
que el alma nunca olvidará.

El ángel de los sueños te ha besado
para dejarte amor sentido y musical
y cuyos sones de tristeza
llegan al alma mía,
como celestes miradas
en esta niebla de profunda soledad.

¡Es la canción simbólica
como un jazmín de sueño,
que tuviera tus ojos y tu corazón!
¡yo quisiera dar vida a esta canción!

Poema lied v de José María Eguren con fondo de libro

José Pedroni

la gota de agua

-- de José Pedroni --

Oh gota musical que se separa
de la inmortalidad y oye mi oído
caer continuamente en el olvido
de mi honda penumbra, oh gota clara!

una estrofilla de infantil dulzura,
sólo en la fuente alguna vez oída,
me ejecuta en el alma la caída
inmaterial de aquella gota pura.

De un agua fresca como cisterna,
mi pozo espiritual colma la gota;
y sin querer tengo una voz remota
y a todas horas la mirada tierna.

Oh gota de agua dulce que te estancas
en mi profundidad, de cuyo hueco
interminable sube un eco
que es como un vuelo de palabras blancas.

Oh gota musical que me deparas
el milagro ideal de tu caída,
cáeme siempre, siempre, que mi vida
vive en el canto de tus notas claras.

Poema la gota de agua de José Pedroni con fondo de libro

Salvador Díaz Mirón

Gris perla

-- de Salvador Díaz Mirón --

Siempre aguijo el ingenio en la lírica;
y él en vano al misterio se asoma
a buscar a la flor del Deseo
vaso digno del puro Ideal.
¡Quién hiciera una trova tan dulce,
que al espíritu fuese un aroma,
un ungüento de suaves caricias,
con suspiros de luz musical!

Por desdén a la pista plebeya,
la Ilusión empinada en su loma
quiere asir, ante límpidas nubes,
virtud alta en sutil material;
Pero el Alma en el barro se yergue,
y el magnífico afán se desploma-,
y revuelca sus nobles armiños
en el negro y batido fangal.

La palabra en el metro resulta
baja y fútil pirueta en maroma;
un funámbulo erecto pontífice
lleva manto de pompa caudal;
y si el Gusto en sus ricas finezas
pide nuevo poder al idioma,
¡aseméjase al ángel rebelde
que concita en el reino del mal!
¡Quién hiciera una trova tan dulce,
que al espíritu fuese un aroma,
un ungüento de suaves caricias,
con suspiros de luz musical!

Poema Gris perla de Salvador Díaz Mirón con fondo de libro

Alfredo Espino

El nido (Alfredo Espino)

-- de Alfredo Espino --

Es porque un pajarito de la montaña ha hecho,
en el hueco de un árbol su nido matinal,
que el árbol amanece con música en el pecho,
como que si tuviera corazón musical...

Si el dulce pajarito por el hueco asoma.
Para beber rocío, para beber aroma,
el árbol de la sierra me da la sensación
de que se le ha salido cantando el corazón...



Jaime Torres Bodet

en abril. tú y yo

-- de Jaime Torres Bodet --

Palabra musical y enternecida,
sonrisa de la luz entre las lágrimas
eso, mi poesía...
¡Y más alto tu alma!



César Vallejo

Trilce: LII

-- de César Vallejo --

Y nos levantaremos cuando se nos dé
la gana, aunque mamá toda claror
nos despierte con cantora
y linda cólera materna.
Nosotros reiremos a hurtadillas de esto,
mordiendo el canto de las tibias colchas
de vicuña ¡y no me vayas a hacer cosas!

Los humos de los bohíos ¡ah golfillos
en rama! madrugarían a jugar
a las cometas azulinas, azulantes,
y, apañuscando alfarjes y piedras, nos darían
su estímulo fragante de boñiga,
para sacarnos
al aire nene que no conoce aún las letras,
a pelearles los hilos.

Otro día querrás pastorear
entre tus huecos onfalóideos
ávidas cavernas,
meses nonos,
mis telones.
O querrás acompañar a la ancianía
a destapar la toma de un crepúsculo,
para que de día surja
toda el agua que pasa de noche.

Y llegas muriéndote de risa,
y en el almuerzo musical,
cancha reventada, harina con manteca,
con manteca,
le tomas el pelo al peón decúbito
que hoy otra vez olvida dar los buenos días,
esos sus días, buenos con b de baldío,
que insisten en salirle al pobre
por la culata de la v
dentilabial que la vela en él.



César Vallejo

Espergesia

-- de César Vallejo --

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,
que soy malo; y no saben
del diciembre de ese enero.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hermano, escucha, escucha...
Bueno. Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,
que mastico... Y no saben
por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de ferétro,
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto.

Todos saben... Y no saben
que la Luz es tísica,
y la Sombra gorda...
Y no saben que el misterio sintetiza...
Que él es la joroba
musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes.

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.



Arturo Borja

Memento musical

-- de Arturo Borja --

Sollozaba Chopín en el piano...
Tu mano
acariciaba melodiosamente
el teclado...
Tu frente
bajo la aúrea lluvia de tus cabellos daba
sensaciones de paz y eucaristía...
Por el ambiente anémico flotaba
un aroma nostálgico de luna que oprimía...



José Tomás de Cuellar

Viajando

-- de José Tomás de Cuellar --

SENTADO en un sillón en la ancha popa
De alígero vapor
Me arrulla el incesante clamoreo
De las olas del mar que va rasgando
La quilla con vigor.

Acaricia mis sienes con sus alas
Húmeda brisa que en las járcias vibra
Con musical rumor,
Y meciéndome el mar, como en la cuna
El cuidadoso júbilo y los mimos
Del maternal amor,
Me entrego al blando, al delicioso ensueño
Que en éxtasis me lleva á lo pasado
En vuelo seductor.



Salvador Rueda

sonetos X

-- de Salvador Rueda --

Tiene la mariposa cuatro alas;
tú tienes cuatro versos voladores;
ella, al girar, resbala por las flores;
tú por los labios, al girar, resbalas.

Como luces su túnica, tú exhalas
de tu forma divinos resplandores,
y fingen ocho vuelos tembladores
tus cuatro remos y sus cuatro palas.

Ya te enredas del alma en una queja,
ya en la azul campanilla de una reja,
ya de un mantón en el airoso fleco.

En el pueblo, andaluz, copla, has nacido,
y tienes --¡ave musical!-- tu nido
de la guitarra en el sonoro hueco.

3



Vicente Huidobro

vocación de altura

-- de Vicente Huidobro --

Es inútil andar por el desprecio con el desprecio a cuestas
es inútil marchar por el cielo y con el cielo al hombro
es inútil ser mar con grandes alas como noches
nunca la verde pluma solitaria tan alta y musical
calmará sus anhelos ni las rocas violentas del planeta
el viento pasa a través del esqueleto
hace sonar marfiles al fondo del tiempo y de mi soledad
bate alturas derramadas y llantos de lejanas circunstancias
tiene tanto sabor de cielo malherido
que la voz se acaricia como la sombra de un barco muriéndose deangustia
los árboles no cantan en sus orillas deseadas
pero la noche tiene un agua suave
hay cosas puras como el muerto entre sus velas
hay cosas dulces como la aldea en sus ventanas y sus enredaderas
hay cosas tristes como la lámpara de ciertas tumbas para leer unnombre
el viento pasa a través de los hombres
y lleva el olor de su planeta



Medardo Ángel Silva

Hora santa

-- de Medardo Ángel Silva --

Los espejos de límpida mirada
con una voluptuosa complacencia
copiaban tu imperial magnificencia
de blondes y de seda perfumada.

Las bujías de ardiente llamarada,
en el salón de asiática opulencia,
fingían, circundando tu presencia,
los ojos de una fiera hipnotizada...

Un llanto largo y musical vertía
Chopin en una rara melodía...
Huyeron ritmos como sueños vanos...

Flotó un perfume de yacentes lilas...
¡Y ante la inmensidad de tus pupilas
dejé mi corazón entre tus manos!



Julio Herrera Reissig

Canícula

-- de Julio Herrera Reissig --

Labora la coqueta falange rusticana
que se prepara el sábado para lucir en misa.
Zumba la pedrería musical siempre a prisa,
de la colmena. Un grillo cri-cra entre la ventana...

La tarde suda fuego. No cesa la roldana...
La gente en los sembrados anda esta vez remisa,
y hasta la dócil yunta, al aguijón sumisa,
obedece, por cierto, que de muy mala gana.

Holgando breves horas en la estación que enerva,
zagales y zagalas se unen sobre la hierba...
Ellas descuidan blancas florescencias carnales,

que muestran, aguas puras, su interior sin mancilla...
Cantan, juegan; y todos son un alma sencilla,
tal como en las desnudas épocas fraternales.



Evaristo Carriego

Reproche musical

-- de Evaristo Carriego --

Si te sientas como anoche junto al piano,
a mis ruegos insensible, taciturna:
fugitiva de aquel aire wagneriano
que tú sabes. Si, cual trágica nocturna,

traes la sombra del mutismo caprichoso
de unos celos singulares y tardíos,
volveremos a rozar el enojoso
viejo tema del porqué de tus hastíos.

¿Ves, amada? Ya se ha oído la sombría
voz solemne del Maestro: ya ha asomado
su faz grave la orquestal Melancolía,
y el esplín contagia el alma del teclado.

Deja ¡loca! de tocar... Risueñamente,
ven y cura tus neurosis, flor de anemia,
con las risas que destilan el ardiente
rojo filtro de la música bohemia:



Evaristo Ribera Chevremont

lengua castellana

-- de Evaristo Ribera Chevremont --

La lengua que arropara de vocablos mi cuna
es la lengua brotada del solar de castilla.
Del romancero a lope, sin dejadez ninguna,
ofrécese en romance, soneto y redondilla.

Ni un átomo en mi forma corporal es reacio
al toque rutilante, musical y perfecto
de la lengua que en libro, cuartilla o cartapacio
le da, por su pureza, vigores al concepto.

Levántase la lengua de clásicos sabores
en los pergeñadores ciertos de la belleza.
Los doctores del canto, los puristas mayores,
me la sirven en cláusulas de altitud y justeza.

La lengua -voz de siglos-. A mi verbo se enlaza.
No habrán de destruirla, porque es la mejor parte
-lo substancial, lo eterno- del todo de mi raza.
Y mi raza es, en todo, fe, dolor, amor, arte.



José de Diego

pájaro verde

-- de José de Diego --

Había en españa un convento rural,
donde un fraile estuvo, en éxtasis santo,
diez años oyendo la gloria del canto
de un ave escondida en un robledal.

Desde que en mis ojos brotó el primer llanto
y en mi alma de niño el primer ideal,
palpita en mi ambiente, me llama a su encanto,
de un ave invisible la onda musical.

Pájaro de ensueño, pájaro divino,
escucho a la vera, por todo el camino
fluir con su timbre diamantino el trino...

Nunca te mostraste, pero te adivino
¡y sé que a la muerte conduce tu canto inmortal!'



José Hierro

el mar en la llanura

-- de José Hierro --

¿estarás siempre de mi parte,
adormecida entre mis brazos,
primaveral y musical,
afirmándote y afirmándonos?
¿a centenares de kilómetros,
a millares de encinas y álamos,
a millones de horas, de ríos,
de cumbres de piedra, de páramos?
esta mañana te ha teñido
el recuerdo de vinos pálidos.
En las ramas de acacia, otoño
puso a dorar su seco manto.
Hojas crujían con la música
con que embistes acantilados.
La llanura fingió latidos,
temblores, fuegos oceánicos.
¿Tu compañía? ¿tu nostalgia?
¿tu esperanza?... ¿Siempre a mi lado
estarás, mar, primaveral,
afirmándote y afirmándonos?
mar mía, ¿pase lo que pase,
aun después de lo que ha pasado?



Roque Dalton García

mi dolor

-- de Roque Dalton García --

conozco perfectamente mi dolor:
viene conmigo disfrazado en la sangre
y se ha construido una risa especial
para que no pregunten por su sombra.
Mi dolor, ah, queridos,
mi dolor, ah, querida,
mi dolor, es capaz de inventaros un pájaro,
un cubo de madera
de esos donde los niños
le adivinan un alma musical al alfabeto,
un rincón entrañable
y tibio como la geografía del vino
o como la piel que me dejó las manos
sin pronunciar el himno de tu ancha desnudez de mar
mi dolor tiene cara de rosa,
de primavera personal que ha venido cantando.
Tras ella esconde su violento cuchillo,
su desatado tigre que me rompió las venas desde antes de nacer
y que trazó los días
de lluvia y de ceniza que mantengo.
Amo profundamente mi dolor,
como a un hijo malo.



Rubén Darío

El país del sol

-- de Rubén Darío --

Al negro palacio del rey de la isla de Hierro—(¡oh, cruel, horrible destierro!)— ¿cómo es que tú, hermana harmoniosa, haces cantar al cielo gris, tu pajarera de ruiseñores, tu formidable caja musical? ¿No te entristece recordar la primavera en que oíste a un pájaro divino y tornasol

en el país del sol?



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