Buscar Poemas con Mudanza


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Se han encontrado 55 poemas con la palabra mudanza

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Jorge Manrique

canción quien no estuviese en presencia

-- de Jorge Manrique --

I
quien no estuviese en presencia
no tenga fe en confianza,
pues son olvido y mudanza
las condiciones de ausencia.
Ii
quien quisiere ser amado
trabaje por ser presente,
que cuan presto fuere ausente,
tan presto será olvidado:
y pierda toda esperanza
quien no estuviere en presencia,
pues son olvido y mudanza
las condiciones de ausencia.

Poema canción  quien no estuviese en presencia de Jorge Manrique con fondo de libro

José María Heredia

La desconfianza

-- de José María Heredia --

Mira, mi bien, cuán mustia y desecada
del sol al resplandor está la rosa
que en tu seno tan fresca y olorosa
pusiera ayer mi mano enamorada.

Dentro de pocas horas será nada...
No se hallará en la tierra alguna cosa
que a mudanza feliz o dolorosa
no se encuentre sujeta y obligada.

Sigue a las tempestades la bonanza:
siguen al gozo el tedio y la tristeza...
Perdóname si tengo la desconfianza

de que dure tu amor y tu terneza:
cuando hay en todo el mundo tal mudanza,
¿solo en tu corazón habrá firmeza?

Poema La desconfianza de José María Heredia con fondo de libro

Juan de Tassis y Peralta

voime tras mi cuidado a rienda suelta

-- de Juan de Tassis y Peralta --

Sin que baste a tenerme lo que veo:
ninguna parte soy con mi deseo,
ni él es alguna para dar la vuelta.
Nadie jamás de esta prisión se suelta;
tan ciego en ella estoy que no la veo,
y la viva pasión con que peleo
viene a ser obstinada y no resuelta.
¿A dónde iré a parar sin esperanza,
tras la mayor ventura sin alguna,
en lo que menos puedo más fiado?
lo que siempre es mudanza no es mudanza;
agravios es costumbre en mi fortuna;
y estoy tal, que quejarme nos probado.

Poema voime tras mi cuidado a rienda suelta de Juan de Tassis y Peralta con fondo de libro

Miguel de Cervantes

Ovillejos

-- de Miguel de Cervantes --

¿Quién menoscaba mis bienes?
¡Desdenes!
Y ¿quién aumenta mis duelos?
¡Los celos!
Y ¿quién prueba mi paciencia?
¡Ausencia!

De este modo en mi dolencia
ningún remedio se alcanza,
pues me matan la esperanza,
desdenes, celos y ausencia.

¿Quién me causa este dolor?
¡Amor!
Y ¿quién mi gloria repuna?
¡Fortuna!
Y ¿quién consiente mi duelo?
¡El cielo!

De este modo yo recelo
morir deste mal extraño,
pues se aúnan en mi daño
amor, fortuna y el cielo.

¿Quién mejorará mi suerte?
¡La muerte!
Y el bien de amor, ¿quién le alcanza?
¡Mudanza!
Y sus males, ¿quién los cura?
¡Locura!

Dese modo no es cordura
querer curar la pasión,
cuando los remedios son
muerte, mudanza y locura.



Julio Arboleda

A la mudanza de la fortuna

-- de Julio Arboleda --

Yo vi del rojo sol la luz serena
turbarse y que en un punto desparece
su alegre faz, y en torno se oscurece
el cielo, con tiniebla de horror llena.

El Austro proceloso airado suena,
crece su furia, y la tormenta crece,
y en los hombros d e Atlante se estremece
el alto Olimpo, y con espanto truena.

Mas luego vi romperse el negro velo
deshecho en agua, y a su luz primera
restituirse alegre el claro día.

Y de nuevo esplendor ornado el cielo
miré, y dije: ¿Quién sabe si le espera
igual mudanza a la fortuna mía?



Alfonso Reyes

para un mordisco

-- de Alfonso Reyes --

Propio camaleón de otros cielos mejores,
a cada nueva aurora mudaba de colores.
Así es que prefiriera a su rubor primero
el tizne que el oficio deja en el carbonero.
Quiero decir (me explico): la mudanza fue tal,
que iba del rojo al negro lo mismo que stendhal.
Luego, un temblor de púrpura casi cardenalicio
(que viene a ser también el tizne de otro oficio)
se quebró en malva y oro con bandas boreales,
que ni el disco de newton exhibe otras iguales.
Es muy de juan ramón esto de malvas y oros,
o del traje de luces de un matador de toros.
Y no sé si atreverme, en cosa tan sencilla,
a decir que hubo una primavera amarilla ,
con unas vetas verdes, con unos jaspes grises
en olas circunflejas como en el mar de ulises.
¡Ulises yo, que apenas de caribdis a escila
de un vértice a un escollo saciaba la pupila!
porque como es efímero todo lo que es anhelo,
el color se evapora y otra vez sube al cielo,
y ya sabemos que poco a poco se va
aun la marca de fuego de la infidelidá.
Y se acabó la historia tal era la mordida
que lucía en el anca mi querida.



Lope de Vega

Hija del tiempo, que en el Siglo de oro

-- de Lope de Vega --

Hija del tiempo, que en siglo de oro
viviste hermosa y cándida en la tierra,
de donde la mentira te destierra
en esta fiera edad de hierro y lloro;

santa Verdad, dignísimo decoro
del mismo cielo, que tu sol encierra,
paz de nuestra mortal perpetua guerra
y de los hombres el mayor tesoro;

casta y desnuda virgen, que no pudo
vencer codicia, fuerza ni mudanza,
del sol de Dios ventana cristalina;

vida de la opinión, lengua del mundo.
Mas ¿qué puedo decir en tu alabanza
si eres el mismo Dios, Verdad divina?



Lope de Vega

Para tomar de mi desdén venganza

-- de Lope de Vega --

Para tomar de mi desdén venganza,
quitóme Amor las niñas que tenía,
con que miraba yo, como solía,
todas las cosas en igual templanza.

A lo menos conozco la mudanza
en los antojos de la vista mía;
de un día en otro, no descanso un día;
del tiempo huye, lo que el tiempo alcanza.

Almas parecen de mis niñas puestas
en mis ojos, que baña tierno llanto,
¡Oh niñas, niño Amor, niños antojos,

niño deseo, que el vivir me cuestas!
Mas, ¿qué mucho también que llore tanto
quién tiene cuatro niñas en los ojos?



Góngora

Con diferencia tal, con gracia tanta

-- de Góngora --

Con diferencia tal, con gracia tanta
aquel ruiseñor llora, que sospecho
que tiene otros cien mil dentro del pecho
que alternan su dolor por su garganta;

y aun creo que el espíritu levanta
—como en información de su derecho—
a escribir del cuñado el atroz hecho
en las hojas de aquella verde planta.

Ponga, pues, fin a las querellas que usa
pues ni quejarse ni mudar estanza
por pico ni por pluma se le veda,

y llore solo aquel que su Medusa
en piedra convirtió, por que no pueda
ni publicar su mal ni hacer mudanza.



Jacinto de Salas y Quiroga

La amistad peligrosa

-- de Jacinto de Salas y Quiroga --

¿Por qué, Corina, has engañado
con tu candor mi tierno pecho?
De ti yo estaba satisfecho...
El encanto se ha disipado.
¡Con qué dulzura la esperanza
me ha consolado en mi dolor!
¡Ah! Me engañó la semejanza
de la amistad y del amor.

Cuando a mirarte yo acertaba
tú con placer te sonreías,
y algunas veces conocías
cuánto mi pecho te adoraba.
Yo conseguí tu confianza,
dulce premio del amador.
¡Ah! Me engañó la semejanza
de la amistad y del amor.
Más de una vez miré tu llanto,
cuando de ti yo me apartaba,
y en mis angustias encontraba
amables lloros mi quebranto.
¡Ay infelice, qué mudanza
me reservaba tu rigor!
Sí, me engañó la semejanza
de la amistad y del amor.

Ya que, en pago de mi ternura,
no quieres darme el corazón,
ya que me quitas la ilusión,
amarte más fuera locura.
A Dios, amor... ¡Ay esperanza,
cual te burlas de mi dolor!
Sí, me engañó la semejanza
de la amistad y del amor.



Jorge Luis Borges

jonathan edwards (1703 1785)

-- de Jorge Luis Borges --

(1703-1785)
lejos de la ciudad, lejos del foro
clamoroso y del tiempo, que es mudanza,
edwards, eterno ya, sueña y avanza
a la sombra de árboles de oro.
Hoy es mañana y es ayer. No hay una
cosa de dios en el sereno ambiente
que no le exalte misteriosamente,
el oro de la tarde o de la luna.
Piensa feliz que el mundo es un eterno
instrumento de ira y que el ansiado
cielo para unos pocos fue creado
y casi para todos el infierno.
En el centro puntual de la maraña
hay otro prisionero, dios, la araña.



Diego Hurtado de Mendoza

Alcé los ojos, de llorar cansados

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

Alcé los ojos, de llorar cansados,
Por tornar al descanso que solia;
Y como no lo vi donde solía,
Abajélos con lágrimas bañados.

Si algun bien yo hallaba en mis cuidados,
Cuando por mas contento me tenia,
Pues que ya le perdí por culpa mia,
Razon es que los llore ahora doblados.

Tendí todas las velas en bonanza,
Sin recelar humano entendimiento;
Alzóse una borrasca de mudanza,

Como si tierra y mar y fuego y viento
No me fueran en contra mi esperanza,
Y castigaron solo el sufrimiento.



Diego Hurtado de Mendoza

Por tan difícil parte me han llevado

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

Por tan difícil parte me han llevado
Los importunos años que he vivido,
Que aun bien el medio dellos no he cumplido,
Y mil veces el fin he deseado.

Y toda la esperanza por do he andado,
De un mal á otro mayor siempre he venido;
En fin, á tal extremo soy traido,
Que no puedo temer mas triste estado.

Ansí que, ya sin bien, sin confianza,
Estoy de aqueste mal, que ahora muero,
Podría ya muy bien hacer mudanza;

Mas tanto por la causa mi mal quiero,
Que siento que me estraga la esperanza,
Y estoy harto mejor si desespero.



Diego Hurtado de Mendoza

Vuelve el cielo, y el tiempo huye y calla

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

Vuelve el cielo, y el tiempo huye y calla,
Y despierta callando tu tardanza;
Crece el deseo y mengua la esperanza
Tanto mas cuanto mas léjos te halla.

Mi alma es hecha campo de batalla,
Combaten el recelo y confianza,
Asegura la fe toda mudanza,
Aunque sospechas andan por mudalla.

Yo sufro y mueto, y díjete, Señora:
«¿Cuándo será aquel dia que estaré
Libre desta contienda en tu presencia?»

Respóndeme tu saña matadora:
«Juzga lo que ha de ser por lo que fué,
Que menos son tus males en ausencia.»



Pedro Calderón de la Barca

la noche

-- de Pedro Calderón de la Barca --

Este soneto forma parte de la obra el príncipe constante.
Esos rasgos de luz, esas centellas
que cobran con amagos superiores
alimentos del sol en resplandores
aquello viven que se duele de ellas.
Flores nocturnas son: aunque tan bellas,
efímeras padecen sus ardores,
pues si un día es el siglo de las flores,
una noche es la edad de las estrellas.
De esa, pues, primavera fugitiva,
ya nuestro mal, ya nuestro bien se infiere;
registro es nuestro, o muera el sol o viva.
¿Qué duración habrá que el hombre espere,
o que mudanza habrá que no reciba
de astro que cada noche nace y muere?



Pedro Calderón de la Barca

La noche (Calderón de la Barca)

-- de Pedro Calderón de la Barca --

Este soneto forma parte de la obra El Príncipe constante.

Esos rasgos de luz, esas centellas
que cobran con amagos superiores
alimentos del sol en resplandores
aquello viven que se duele de ellas.

Flores nocturnas son: aunque tan bellas,
efímeras padecen sus ardores,
pues si un día es el siglo de las flores,
una noche es la edad de las estrellas.

De esa, pues, primavera fugitiva,
ya nuestro mal, ya nuestro bien se infiere;
registro es nuestro, o muera el sol o viva.

¿Qué duración habrá que el hombre espere,
o que mudanza habrá que no reciba
de astro que cada noche nace y muere?



Pedro Calderón de la Barca

Neso

-- de Pedro Calderón de la Barca --

Apenas el invierno helado y cano
este monte con nieblas desvanece,
cuando la primavera le florece,
y el que helado se vio, se mira ufano.

Pasa la primavera, y el verano
los desprecios del sol sufre y padece;
llega alegre el otoño y enriquece
el monte de verdor, de fruta el llano.

Todo vive sujeto a la mudanza:
de un día y otro día los engaños
cumplen un año, y éste al otro alcanza.

Con esperanza sufre desengaños
un monte, que a faltarle la esperanza,
ya se rindiera al peso de los años.



Pedro Soto de Rojas

Exhortación (Rojas)

-- de Pedro Soto de Rojas --

Como al claro verano el turbio invierno,
la oscura noche al luminoso día,
al llanto de Memnón la melodía
dulce del simple pajarillo tierno,

como al morir en paz vivir eterno,
lágrimas en niñez a su alegría,
a los gozos de amor melancolía
y a sus glorias de celos un infierno,

así le sigue al ser mujer mudanza;
no hay firmeza en mujer, no hay cosa estable:
a la fortuna vence, al aire alcanza.

¡Oh tú, tirana, sé veloz, mudable!
Mas, ay, que temo ya de tu tardanza
ver el fin de Anajarte miserable.



Pedro Soto de Rojas

Jazmines, esperanza en blanco

-- de Pedro Soto de Rojas --

Blancos jazmines, que en el blanco pecho
de mi cándida Fénix reposastes,
a quien color, a quien olor hurtastes
con ancha mano, si por tiempo estrecho,

puesto que ya por natural derecho
parece que gozáis lo que usurpastes,
¿cómo -decid- a tanto bien llegastes
que estoy de envidia, cual de amor, deshecho?

Volved las hojas ya lenguas risueñas,
así no le paguéis a la mudanza
el censo a que os obliga haber nacido;

pero no las volváis, que, pues por señas
muestran agora en blanco mi esperanza,
dirán mi muerte y, tras mi muerte, olvido.



José Pedroni

confidencia

-- de José Pedroni --

En fragante mudanza el limonero
destaca tu rubor.
Tú no sabes, amiga, pero hueles
a limonero en flor.
En un tronco caído una avecilla
le hizo casa al amor.
Tú no sabes, amiga, pero anidas
lo mismo en mi dolor.
Del arroyo una fría pedrezuela
me trajo el pescador.
Guardé la piedra en mi cerrada mano,
y sentí su frescor.
La harina del molino me empolva el alma
la harina de tu amor.
En el monte encontramos uva crespa
y una flor y otra flor;
cada flor con tu aroma y cada uva
con tu mismo sabor.
Con su fresco algodón venda la piedra
el musgo trepador.
También es como el musgo tu ternura
en mi piedra interior.
Por el camino baja suavemente
un lugareño son.
Así también, amiga, tu palabra
baja a mi corazón.



José Tomás de Cuellar

La clavellina muerta

-- de José Tomás de Cuellar --

SURQUE esa clavellina el mar; y muerta
Aún fiel testigo sea
De constancia y de amor. Ayer abierta
Entre otras mil se alzaba,
Y emblema de mi fé simbolizaba
De mejor porvenir la dulce idea.
¡Oh cuanto es inestable
La humana suerte, y triste y transitoria,
Cuanta mudanza en la pequeña historia
De una vida tan corta y miserable!
Yo que, gozoso soñador, un mundo
Miro brotar de la primera hora
De nuestro inmenso amor, y que la aurora
De eterna luz creía
El primer resplandor de aquel fecundo



Juan Boscán

Ha tanto ya que mi desdicha dura

-- de Juan Boscán --

SONETO LIV

Ha tanto ya que mi desdicha dura,
que en esto solo tuve mi esperanza;
esperé de fortuna su mudanza,
que por mí no negara su natura.

Entendióme, yo pienso, la ventura,
y ha tornado al revés mi confianza;
que por tenerme siempre so la lanza,
firme se ha hecho, y de su ser no cura.

Para bien destruirme, se destruye;
deja de ser, por ser contra mí fuerte;
sus leyes naturales en mí vence.

Pensé do no hay razón, que hubiera suerte;
agora sé que el mundo ya me huye;
y es fuerza que otro mundo se comience.



Juan de Arguijo

La tempestad y la calma

-- de Juan de Arguijo --

Yo vi del rojo sol la luz serena
Turbarse, y que en un punto desparece
Su alegre faz, y en torno se oscurece
El cielo con tiniebla de horror llena.

El austro proceloso airado suena,
Crece su furia, y la tormenta crece,
Y en los hombres de Atlante se estremece
El algo olimpo y con espanto truena;

Mas luego vi romperse el negro velo
Deshecho en agua, y á su luz primera
Restituirse alegre el claro dia,

Y de nuevo esplendor ornado el cielo
Miré, y dije: ¿Quién sabe si le espera
Igual mudanza á la fortuna mia?



Juan de Arguijo

Las estaciones (Arguijo)

-- de Juan de Arguijo --

Vierte alegre la copia en que atesora
Bienes la primavera, da colores
Al campo y esperanza á los pastores
Del premi ode su fe la bella Flora;

Pasa ligero el sol adonde mora
El cancro abrasador, que en sus ardores
Destruye campos y marchita flores,
Y el orbe de su lustre descolora;

Sigue el húmedo otoño, cuya puerta
Adornar Baco de sus dones quiere;
Luego el invierno en su rigor se extrema.

¡Oh variedad comun, mudanza cierta!
¿Quién habrá que en sus males no te espere?
Quién habrá que en sus bienes no te tema?



¡Cómo se pasan, Lelio, las edades

-- de Juan de Moncayo --

¡Cómo se pasan, Lelio, las edades,
sujetas al rigor de la inconstancia,
cuando del mundo, bárbara ignorancia,
desconoce terrestres potestades!

Funda sobre diversas voluntades,
de prósperos sucesos, la arrogancia,
y verás en su misma vigilancia
que todo es vanidad de vanidades.

Nace el sol; en el término de un día
muere y comienza el curso repetido
por la estación del cielo más serena.

Sólo a tanta mudanza mi agonía,
en el lóbrego centro del olvido,
anima el contrapeso de mi pena.



Garcilaso de la Vega

SONETO IV

-- de Garcilaso de la Vega --

Un rato se levanta mi esperanza:
mas, cansada de haberse levantado,
torna a caer, que deja, mal mi grado,
libre el lugar a la desconfianza.

¿Quién sufrirá tan áspera mudanza
del bien al mal? ¡Oh corazón cansado!
Esfuerza en la miseria de tu estado;
que tras fortuna suele haber bonanza.

Yo mesmo emprenderé a fuerza de brazos
romper un monte, que otro no rompiera,
de mil inconvenientes muy espeso.

Muerte, prisión no pueden, ni embarazos,
quitarme de ir a veros, como quiera,
desnudo espirtu o hombre en carne y hueso.



Garcilaso de la Vega

SONETO XXIII

-- de Garcilaso de la Vega --

En tanto que de rosa y de azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;

y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.



Garcilaso de la Vega

En tanto que de rosa y azucena

-- de Garcilaso de la Vega --

En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende al corazón y lo refrena;

y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.



Garcilaso de la Vega

Un rato se levanta mi esperanza

-- de Garcilaso de la Vega --

Un rato se levanta mi esperanza:
mas, cansada de haberse levantado,
torna a caer, que deja, mal mi grado,
libre el lugar a la desconfianza.

¿Quién sufrirá tan áspera mudanza
del bien al mal? ¡Oh corazón cansado!
Esfuerza en la miseria de tu estado;
que tras fortuna suele haber bonanza.

Yo mesmo emprenderé a fuerza de brazos
romper un monte, que otro no rompiera,
de mil inconvenientes muy espeso.

Muerte, prisión no pueden, ni embarazos,
quitarme de ir a veros, como quiera,
desnudo espiritu o hombre en carne y hueso.



Gutierre de Cetina

qué alteración es ésta, amor, que siento

-- de Gutierre de Cetina --

¿de dónde viene en mí tan gran mudanza?
si muero de temor, esta esperanza
que tengo, ¿sobre qué funda su asiento?
si no quiero mi mal ni lo consiento,
¿por qué tengo del bien desconfianza?
si el uso de razón el seso alcanza,
¿cómo se ciega así el entendimiento?
y si una mutación tan repentina
natura la aborrece, ¿cómo vivo?;
un sujeto tan flaco, ¿en qué se esfuerza?
mas, ¡ay!, que pues tormenta tan contina
no se amansa, es señal que el hado esquivo
quiere mostrar en mí toda su fuerza.



Gutierre de Cetina

por los ojos amor entra y derrama

-- de Gutierre de Cetina --

En el alma un ardor que la enflaquece;
el ansia de gozar, fuego parece;
templada obstinación su fuerza trama.
De un hijo que amor tiene, el cual se llama
deseo, la esperanza nace y crece;
mas contra el hijo y nieta el hado ofrece
un bastardo temor que los desama.
El fin que amor pretende es ser amado;
temor, que a ningún bien del padre alcanza,
viene contra los dos acompañado
de enojos, de sospechas, de mudanza,
desdén, ingratitud, celos, cuidado,
armado de mortal desconfianza.



Gutierre de Cetina

no me engañaréis más, vana esperanza

-- de Gutierre de Cetina --

Mi desengaño ya cerró la puerta,
y esa falsa salud que os trae cubierta,
con el sueño se ira, como es su usanza.
Solía desear una mudanza,
hacer muy gran caudal de cosa incierta,
y agora el desear no se concierta
con mudar, que consiste en confianza.
Ya sé, falsa, quién sois; quitaos el velo;
no me engañarán más vuestras blanduras;
vivir podéis de hoy más con otro dueño.
¡Ay dura ley de amor! permite el cielo
que el cabo de tan grandes desventuras
sea mostrarme el bien durmiendo, en sueño.



Hernando de Acuña

Amor, pues me guiaste a vela y remo

-- de Hernando de Acuña --

Amor, pues me guiaste a vela y remo
por el dichoso mar de la esperanza,
¿cómo permites que de tal bonanza
se levante fortuna en tal extremo?

Si el grado en mi esperar fuera supremo,
pudiérasle bajar con tal mudanza,
mas dime en qué fundaste tu venganza,
si tanto no esperé cuanto ahora temo.

Responder se me puede de tu parte
que todo lo que digo y lo que siento
es tratar de razón do no hay ninguna;

mas quiero en pago de esto asegurarte
que nunca mudarán mi pensamiento
tu bonanza jamás, ni tu fortuna.



Hernando de Acuña

En respuesta del pasado

-- de Hernando de Acuña --

Bien os puedo decir, considerando
lo que pruebo del mundo y lo que siento,
que, siendo los trabajos de él sin cuento,
se pueden los descansos ir contando;

mas el fuerte varón, no desmayando,
esfuerza con valor el sufrimiento,
y al sabio da el saber un nuevo aliento
con quien puesto que teme, va esperando.

Y si hay fortuna en el humano estado,
no es justo que ninguno desespere,
pues todo a su mudanza está sujeto;

mas de remedio estar desconfiado
no se sufre, señor, en el que fuere,
cual sabemos que sois, fuerte y discreto.



Hernando de Acuña

Lo que es mortal padece esta prisión

-- de Hernando de Acuña --

Lo que es mortal padece esta prisión,
que lo inmortal, señora, está en la vuestra;
ésta tiene de mí sólo la muestra
la vuestra tiene el alma y corazón.

Por donde yo no hallo por razón
que a Fortuna llamar deba siniestra,
pues ella me guió con mano diestra
a veros y a sufrir por vos pasión.

Así de todo el mal en que me ha puesto,
cuando pienso este bien en que me puso,
no sólo le perdono su mudanza,

pero aún no estando satisfecha de esto,
de cualquier otro mal también la excuso
salvándose de veros mi esperanza.



Hernando de Acuña

Un tiempo me sostuvo la esperanza

-- de Hernando de Acuña --

Un tiempo me sostuvo la esperanza,
y Amor lo consintió porque sintiese,
cuando al estado en que estoy viniese,
que fue para mayor desconfianza.

En gran fortuna me mostró bonanza
y aseguróme porque conociese,
cuando nuevo dolor menos temiese,
que en su seguridad hay más mudanza.

Pasé con este alivio mi cuidado,
hasta que he conocido de hora en hora
que todo fue color para más daño;

y con haberme ya desengañado,
conozco que hay en mí de nuevo ahora
más aparejo para nuevo engaño.



Salvador Díaz Mirón

mudanza

-- de Salvador Díaz Mirón --

Ayer, el cielo azul, la mar en calma
y el sol ignipotente y cremesino,
y muchas ilusiones en mi alma
y flores por doquier en mi camino.

Mi vida toda júbilos y encantos,
mi pecho rebosando de pureza,
mi carmen pleno de perfume y cantos
y muy lejos, muy lejos, la tristeza.

Ayer, la inspiración rica y galana
llenando mi cerebro de fulgores;
y tú, sonriente y dulce en tu ventana,
hablándome de dichas y de amores.

Ayer, cuanto era luz y poesía:
las albas puras y las tardes bellas
henchidas de sutil melancolía,
y las noches pletóricas de estrellas...

Y hoy... La sombra y el ansia del desierto,
perdida la esperanza, y la creencia,
y el amor en tu espíritu ya muerto,
y sembrada de espinas la existencia.



Vicente García de la Huerta

Disculpa de una injusta desconfianza

-- de Vicente García de la Huerta --

Perdona, Lisa mía, la extrañeza,
si en dicha que es mayor que la esperanza,
en idioma de mi desconfianza
lastima tus oídos mi fineza,

que hiciera agravio a la mayor belleza,
si tranquilo en mi torpe confianza
no temiera en mis dichas la mudanza
que tu mérito inspira y mi rudeza.

Disculpe tu gallardo entendimiento
mis tiernos siempre apasionados modos,
dialecto del temor más importuno,

nacido de mi fiel conocimiento;
que, aunque gloria mayor logro de todos,
también merezco menos que ninguno.



Numa Pompilio Llona

Doce años después

-- de Numa Pompilio Llona --

¡Todo se ha transformado en los lugares
que hoy recorro doliente y solitario,
y que fueron un tiempo el escenario
del drama de mi dicha y mis pesares!

Del corazón los ídolos y altares
juntos cubre del tiempo ya el sudario;
¡todo lo disipó su curso vario...
Como el viento la espuma de esos mares!

¡Ay, en tan vasta ruina y tal mudanza,
sólo inmóvil mi espíritu subsiste,
huérfano del amor y la esperanza!

Y fiel a sus dulcísimas memorias,
pensativo contempla, y mudo y triste,
la tumba de sus sueños y sus glorias!



Juan Nicasio Gallego

A Margarita en sus días

-- de Juan Nicasio Gallego --

Dos veces y no más Márgara mía,
veces y no más plugo al destino
que a tu lado me hallase el matutino
plácido ambiente de tu fausto día.

Gozoso entonces admirar solía
los rasgos de tu imperio peregrino,
y al eco de tu labio purpurino
colmaba el pecho insólita alegría.

Todo cambió. Por términos extraños
perdida ya de verte la esperanza,
me acosan males, tedio, desengaños.

Sólo en mi corazón no hallo mudanza;
que el poder de las penas y los años
en él tu imagen a borrar no alcanza.



Juan Nicasio Gallego

A Ofelia en sus días

-- de Juan Nicasio Gallego --

Una vez, y no más, Ofelia mía,
una vez y no más plugo al destino
que a tu lado me hallase el matutino
plácido ambiente de tu fausto día.

Fortuna entonces a mi amor reía:
feliz gozaba tu mirar divino,
y al eco de tu labio purpurino
nadaba el pecho en célica alegría.

¡Todo cambió! Por términos extraños
funestos dones debo a la venganza:
mofa, pobreza, canas, desengaños.

Sólo en mi corazón no hallo mudanza,
que el poder de las penas y los años
en él tu imperio a destruir no alcanza.



Julio Arboleda

Infeliz del que busca

-- de Julio Arboleda --

El infeliz del que busca en la apariencia
la dicha y en la efímera alabanza,
y muda de opinión con la mudanza
de la versátil pública conciencia!

El presente es su sola providencia;
cede al soplo del viento que le lanza
al bien sin fe y al mal sin esperanza;
que en errar con el mundo está su ciencia.

¡Y feliz el varón independiente
que, libre de mundana servidumbre,
aspira entre dolor y pesadumbre

A la eterna verdad, no a la presente,
conociendo que el mundo y sus verdades
son sólo vanidad de vanidades!



Julio Zaldumbide Gangotena

En tempestad sin tregua de bonanza

-- de Julio Zaldumbide Gangotena --

En tempestad sin tregua de bonanza
sufrir, llorar, de amor la pena dura,
sin ver para más grande desventura
ni en tu esquivez ni en mi dolor mudanza.

Fingir acaso en bella lontananza
dichoso porvenir a mi tristura;
ver luego disiparse su luz pura,
y, cual siempre, quedar sin esperanza.

Aquéste es mi destino, Delia impía.
Mas, tú contemplas con desdén mi llanto...
¡Ay! Si has de ser de piedra a la agonía

del pobre corazón que te ama tanto,
¿de qué me ha de servir esta traidora
llama que en él prendiste y le devora?



Fernando de Herrera

Aquí donde florece la belleza

-- de Fernando de Herrera --

Aquí donde florece la belleza,
en cuyo dulce fuego el Amor prueba
su flecha y mil trofeos nobles lleva,
vi de mi luz serena la pureza.

Mi bien, que fue el valor y su grandeza,
en mi memoria mísera renueva,
y entre pasado afán y cuita nueva
no espero algún remedio a mi tristeza.

De mi gloria ¡oh dichoso antiguo puesto!
¡Cuál desigual semblante en ti contemplo!
¡Cuán gran mudanza aflige la alma mía!

Oscuro el día, y siempre el sol molesto
te hiera, y seas de mi mal ejemplo
hasta que en ti renazca mi alegría.



Fernando de Herrera

Si yo puedo vivir de vos ausente

-- de Fernando de Herrera --

Si yo puedo vivir de vos ausente,
fálteme siempre el bien y ofenda al cielo,
y al débil cuerpo mío en leve vuelo
la alma, suelte del peso, no sustente.

Si puedo respirar sin el presente
vigor de vuestra luz, el impío suelo,
lleno de eterna sombra y desconsuelo,
entre el perdido número me cuente.

Si padezco doliente y apartado,
si se enajena el bien que en vos tenía,
¿Por qué no rompe el pecho esta mudanza?

Si muero do se pierde mi cuidado,
a mis ojos Amor ¿por qué no envía
un solo rayo dulce de esperanza?



Fernando de Herrera

Tal alto esforzó el vuelo mi esperanza

-- de Fernando de Herrera --

Tal alto esforzó el vuelo mi esperanza,
que mereció perderse en su osadía;
yo bien lo sospechaba y le temía
de su atrevida empresa la venganza.

No me escuchó, y siguió con confianza
que huyó con los bienes que tenía;
y conmigo en tal cuita y agonía
se adolece y lamenta en la mudanza.

Para aliviar la culpa en tanto daño,
de Faetón el rayo le recuerdo,
y de su intento ufano la memoria;

que solo ya me sirvo del engaño,
en mi mal, y en mi error, penando pierdo
sin razón, las promesas de mi gloria.



Fernando de Herrera

Yo vi en sazón alegre un tierno pecho

-- de Fernando de Herrera --

Yo vi en sazón alegre un tierno pecho
ufano dulcemente con mi pena,
y que anudarnos pudo en su cadena
el ya cortés amor con lazo estrecho.

Yo veo el bien que tuve ya deshecho,
y mi segura fe de cuitas llena,
y que el ingrato en impío afán condena
a quien halla en su agravio satisfecho.

Yo vi que no fui indigno de la gloria
que en su rigor me usurpa la mudanza,
y en sombra del olvido ya me veo.

Entristézcome siempre en la memoria,
desfallezco medroso en la esperanza,
y al fin pierdo la vida en el deseo.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 29

-- de Francisco de Quevedo --

Si en el loco jamás hubo esperanza,
ni desesperación hubo en el cuerdo,
¿de qué accidentes hoy la vida pierdo?
¿qué sentimiento mi razón alcanza?
¿quién hace en mi memoria tal mudanza,
que de aquello que busco no me acuerdo?
velo soñando, y sin dormir, recuerdo:
el mal pesa y el bien igual balanza.
Escucho sordo y reconozco ciego;
descanso trabajando y hablo mudo;
humilde aguardo y con soberbia pido.
Si no es amor mi gran desasosiego,
de conocer lo que me acaba dudo:
que no hay de sí quien viva más rendido.



Catalina Clara Ramírez de Guzmán

Romance (Catalina Clara de Guzman)

-- de Catalina Clara Ramírez de Guzmán --

Si quieres vivir contenta,
Lisarda,que Dios te valga;
olvida,que la memoria
es un verdugo del alma.
No imagines que te adora
el que te dio su palabra,
que mueve un gusto las lenguas
y no hay gusto sin mudanza.
De palabras no te fies,
que son ladrones de casa;
y la palabra mejor,
al fin,viene a ser palabra.
Si vive amor en tu dueño,
querrá sin duda otra dama,
que,como el amor es niño,
todo cuanto ve le agrada.
No mires lo que entregaste,
y si lo miras repara
que el bien es su posesión
es menos que su esperanza.
Goza de las ocasiones
y en gozándolas te aparta,
que no hay placer que en su busca
muchos pesares no traiga.
Fácil cosa es querer bien,
que amor al descuido asalta;
lo díficil es que puedas
despidille si le llamas.
No admitas a amor de veras,
que vende su gloria cara;
y el menor dolor de ausencia
con su gusto no le paga.
Menosprecia el bien que estimas
y rendirás e a tus plantas,
que el despereciar en amantes
es conocida ventaja.



Catalina Clara Ramírez de Guzmán

Al temor

-- de Catalina Clara Ramírez de Guzmán --

Deja vivir, Temor, a mi esperanza,
que apenas nace cuando a penas muere;
y si no ha de lograr, deja que espere,
ya que está el bien del mal en la tardanza.
No tengo en sus promesas confianza,
mas le agadezco que adularme quiere;
no estorbes que me engañe si pudiere,
fingiendo que en mi mal habrá mudanza.
Si esperar la esperanza me entretiene,
deja tan orto alivio a mi tormento
que por lisonja el gusto lo previene.
No me nieges,Temor, tan corto aliento;
ya sé que el concederte me conviene,
que es seguir la esperanza asir el viento.



Clemente Althaus

Escrito en nombre de una joven

-- de Clemente Althaus --

¿La misma ya no soy? Y porque ardiente
negra viruela mancilló la rosa
de mi mejilla y la nevada frente,
¿Ya me huyes y desdeñas por esposa?

De tu injusta mudanza te arrepiente,
no humillada me dejes y celosa;
ven; y, aunque la beldad perdí aparente,
ve que me queda aún un alma hermosa.

Mas que vivir, si fuerza era perderte,
de tu desdén objeto y de tu espanto,
¡Por qué mi horrible mal no me dio muerte!

Rogarás por mi paz al cielo santo,
y te dolieras de mi triste suerte,
y mi tumba regarás con tu llanto.



Clemente Althaus

A las orillas del mar

-- de Clemente Althaus --

A***

Ven conmigo a la playa tranquila,
mientras tiende la tarde su velo:
¿No parece camino del cielo
la dormida llanura del mar,
y que el cielo, cual margen opuesta,
de la mar la llanura termina?
¿No parece que a playa divina
azul senda nos puede llevar?
¡Quién pudiera en blandísima nave,
por aligeras brisas llevada,
arribar a celeste ensenada,
floreciente de eterno verdor!
¡Quién allí donde vive perenne
el afecto del alma serena,
a la ley de mudanza terrena
quién pudiera arrancar nuestro!



Clemente Althaus

A una señora

-- de Clemente Althaus --

Mudanza tú no conoces,
joven siempre y siempre bella;
ni en ti la más leve huella
dejan los años veloces.
Como en mi infancia la vi,
contemplo tu beldad hoy,
cuando del tiempo ya estoy
mostrando la injuria en mí,
Que de beldad tan divina
aún el Tiempo se prendó,
y dijo: «No quiero yo
causar tu lenta rüina.
Condena la cruda suerte
todo lo que tiene ser
a que sienta mi poder
primero que el de la muerte.
Mas mi saña te perdona;
sólo en ti no la ejecuto,
y te eximo del tributo
que se debe mi corona.
Que venga la muerte dura
y fin a tu vida dé;
mas yo te respetaré,
¡Oh milagrosa hermosura!»



Clemente Althaus

Al picaflor

-- de Clemente Althaus --

Deslumbrando nuestra vista,
compiten, finos, en ti,
zafir, topacio, rubí,
esmeralda y amatista.
Y eres cuando al sol tus galas
vas ostentando a porfía,
pájaro de pedrería
o viva joya con alas:
Joya que, ricos cambiantes
luciendo tornasolada,
siempre es distinta, y en cada
mudanza más bella que antes.
De flor en flor siempre vas
en tu ligereza suma,
voladora flor de pluma
que eclipsas a las demás.
En su triste cautiverio,
¡cuánto envidia el alma mía
la libertad y alegría
de ese tu vivir aerio!
¡Quién, sólo al capricho fiel,
llevando el vuelo, do quiera,
de amor, como tú, viviera,
de aire, de luz y de miel!



Ramón María del Valle Inclán

rosa de job

-- de Ramón María del Valle Inclán --

¡todo hacia la muerte avanza
de concierto,
toda la vida es mudanza
hasta ser muerto!

¡quién vio por tierra rodado
el almenar,
y tan alto levantado
el muladar!

¡mi existir se cambia y muda
todo entero,
como árbol que se desnuda
en el enero!

¡fueron mis goces auroras
de alegrías,
más fugaces que las horas
de los días!

¡y más que la lanzadera
en el telar,
y la alondra, tan ligera
en el volar!

¡alma, en tu recinto acoge
al dolor,
como la espiga en la troje
el labrador!

¡levántate, corazón,
que estás muerto!
¡esqueleto de león
en el desierto!

¡pide a la muerte posada,
peregrino,
como espiga que granada
va al molino!

1la vida!... Polvo en el viento
volador.
¡Sólo no muda el cimiento
del dolor!



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