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Se han encontrado 86 poemas con la palabra mucho

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Amado Nervo

yo no debo irme...

-- de Amado Nervo --

Yo no debo irme: tengo que esperar
hasta que la muerte venga a llamar.
¡Tengo que esperar!
¡cuánto tarda , cuánto!...
Pero el tiempo corre
y a veces escucho, cerca de mi torre,
entre las tinieblas, cauteloso andar...
Mucho tarda, pero tiene que llegar.
Rejas insidiosas, rejas que vedáis
para mí la vida, que cuadriculáis
para mí los aires; impasibles rejas,
duras a mis dedos, sordas a mis quejas:
habrán de limaros mis firmes anhelos,
y quizá una noche me abriréis los cielos.
Mucho, tal vez mucho tengo de esperar;
pero al fin la muerte me vendrá a llamar.

Poema yo no debo irme... de Amado Nervo con fondo de libro

Amado Nervo

perlas negras - ha mucho tiempo que te soñaba

-- de Amado Nervo --

Ha mucho tiempo que te soñaba
así, vestida de blanco tul,
y al alma mía que te buscaba,
ana, ¿qué miras? le preguntaba
como en el cuento de barba azul.
Ha mucho tiempo que presentía
tus ojos negros como los vi,
y que, en mis horas de nostalgia,
la hermana ana me respondía:
hay una virgen que viene a ti .
Y al vislumbrarte, febril, despierto,
tras de la ojiva del torreón,
después de haberse movido incierto,
como campana que toca a muerto,
tocaba a gloria mi corazón.
Por fin, distinta me apareciste;
vibraron dianas en rededor,
huyó callada la musa triste,
y tú llegaste, viste y venciste
como el magnífico emperador.
Hoy, mi esperanza que hacia ti corre,
que mira el cielo donde tú estés,
porque la gloria se le descorre,
ya no pregunta desde la torre:
hermana ana, ¿dime qué ves?
hoy en mi noche tu luz impera,
veo tu rostro resplandecer,
y en mis ensueños sólo quisiera
enarbolarte como bandera,
y, a ti abrazado, por ti vencer.

Poema perlas negras - ha mucho tiempo que te soñaba de Amado Nervo con fondo de libro

Luis Muñoz Rivera

minha terra

-- de Luis Muñoz Rivera --

Borinquen, pobre cautiva
del mar que sus costas bate;
garza dormida entre brumas
como en lecho de azahares,
no vio nunca en sus collados
el humo de los combates,
ni el somatén en sus villas,
ni el tumulto en sus ciudades.

Borinquen, la pobre tierra
de las angustias tenaces,
de las danzas gemidores,
y de los tristes cantares,
no vengó, loca de furia
como una virgen salvaje
las equimosis del látigo,
las cicatrices del sable.

Borinquen tiene en su escudo
un peñasco entre dos mares
y un cordero solitario
con un pálido estandarte.

Símbolo fiel de su historia
que, a través de las edades,
no escribió jamás en rojas
tintas el nombre de un mártir.

Borinquen, la cenicienta,
no puede romper su cárcel,
porque faltan, ¡vive cristo!,
mucho nervio en su carácter,
mucho plomo en sus colinas
y mucho acero en sus valles,
porque en sus campos no hay pueblo;
porque en sus venas no hay sangre.

Poema minha terra de Luis Muñoz Rivera con fondo de libro

Jorge Manrique

esparza callé por mucho temor

-- de Jorge Manrique --

Callé por mucho temor;
temo, por mucho callar,
que la vida perderé;
así con tan grande amor
no puedo, triste, pensar
qué remedio me daré.
Porque alguna vez hablé,
halléme de ello tan mal,
que, sin duda, más valiera
callar, mas tan bien callé
y pené tan desigual,
que, más callando, muriera.



Jorge Manrique

Esparza: Callé por mucho temor

-- de Jorge Manrique --

Callé por mucho temor;
temo, por mucho callar,
que la vida perderé;
así con tan grande amor
no puedo, triste, pensar
qué remedio me daré.
Porque alguna vez hablé,
halléme de ello tan mal,
que, sin duda, más valiera
callar, mas tan bien callé
y pené tan desigual,
que, más callando, muriera.



César Vallejo

varios días el aire, compañeros

-- de César Vallejo --

Varios días el aire, compañeros,
muchos días el viento cambia de aire,
el terreno, de filo,
de nivel el fusil republicano.
Varios días españa está española.
Varios días el mal
mobiliza sus órbitas, se abstiene,
paraliza sus ojos escuchándolos.
Varios días orando con sudor desnudo,
los milicianos cuélganse del hombre.
Varios días, el mundo, camaradas,
el mundo está español hasta la muerte.
Varios días ha muerto aquí el disparo
y ha muerto el cuerpo en su papel de espíritu
y el alma es ya nuestra alma, compañeros.
Varios días el cielo,
éste, el del día, el de la pata enorme.
Varios días, gijón;
muchos días, gijón;
mucho tiempo, gijón;
mucha tierra, gijón;
mucho hombre, gijón;
y mucho dios, gijón,
muchísimas españas ¡ay! gijón.
Camaradas,
varios días el viento cambia de aire.



César Vallejo

Varios días el aire, compañeros ...

-- de César Vallejo --

Varios días el aire, compañeros,
muchos días el viento cambia de aire,
el terreno, de filo,
de nivel el fusil republicano.
Varios días España está española.

Varios días el mal
moviliza sus órbitas, se abstiene,
paraliza sus ojos escuchándolos.
Varios días orando con sudor desnudo,
los milícianos cuélganse del hombre.
Varios días, el mundo, camarada,
el mundo está español hasta la muerte.

Varios días ha muerto aquí el disparo
y ha muerto el cuerpo en su papel de espíritu
y el alma es ya nuestra alma, compañeros.
Varios días el cielo,
éste, el del día, el de la pata enorme.

Varios días, Gijón;
muchos días, Gijón;
mucho tiempo, Gijón;
mucha tierra, Gijón;
mucho hombre, Gijón;
y mucho dios, Gijón,
muchísimas Españas ¡ay! Gijón.

Camaradas,
varios días el viento cambia de aire.

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Mario Benedetti

te quiero

-- de Mario Benedetti --

Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos
tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro
tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos
y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero
y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola
te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.



Juan Ruiz Arcipreste de Hita

libro de buen amor 92

-- de Juan Ruiz Arcipreste de Hita --

Por olvidar la coyta, tristesa, et pesar
rogué a la mi vieja, que me quisiese casar:
fabló con una mora, non la quiso escuchar;
ella fiso buen seso, yo fis' mucho cantar.
Dixo trotaconventos a la mora por mí:
«ya amiga, ya amiga ¿quánto ha que non vos vi?
non es quien ver vos pueda ¿cómo sodes ansí?
salúdavos amor nuevo». Dixo la mora: «ysnedri.»
«Fija, mucho vos saluda uno, que es de alcalá,
envíavos una çidra con aqueste albalá,
el criador es convusco, que d'esto tal mucho ha,
tomaldo, fija señora.» Dixo la mora: «le alá.»
«Fija, si el criador vos dé pas con salud,
que non gelo desdeñedes, pues que más traer non pud',
aducho bueno vos adugo, fabladme a laúd,
non vaya de vos tan muda.» Dixo la mora: «asaút.»
Desque vido la vieja, que non recabda y,
dis': «quanto vos he dicho bien tanto me perdí,
pues que ál non me desides, quiérome ir de aquí.»
Cabeçeó la mora, díxole: «amxy, amxy.»
Lt;lt;lt;
índice de la obra
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Juan Ruiz Arcipreste de Hita

libro de buen amor 29

-- de Juan Ruiz Arcipreste de Hita --

Un caballo muy gordo pasçía en la defesa,
veníe el león de caza, pero con él non pesa,
el león tan goloso al caballo sopesa,
'vasallo', dixo, 'mío, la mano tú me besa.'
Al león gargantero respondió el caballo,
dis': 'tú eres mi señor, e yo tu vasallo,
en te besar la mano yo en eso me fallo,
mas ir a ti non puedo, que tengo un grand contrallo.
Ayer do me ferrava un ferrero maldito,
echome en este pie un clavo tan fito,
enclavome; ven, señor, con tu diente bendito
sácamelo, et fas de mí como de tuyo quito.'
Abaxose el león por le dar algún confuerto,
el caballo ferrado contra sí fiso tuerto,
las coçes el caballo lançó fuerte en çierto,
diole entre los ojos, echole frío muerto.
El caballo con el miedo fuyó aguas vivas,
avía mucho comido de yerbas muy esquivas,
iva mucho cansado, tomáronlo adivas:
ansí mueren los locos golosos do tú ivas.
El comedor sin mesura, et la grand venternía,
otrosí mucho vino con mucha beberría,
más mata que cuchillo, ypocrás lo desía;
tú dises que quien bien come, bien fase garçonía.
Lt;lt;lt;
índice de la obra
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José Alonso y Trelles

Charamuscas

-- de José Alonso y Trelles --

Ni me nuembre la guitarra que jué un tiempo mi alegría
Y hoy ni un poco de consuelo me le brinda al corazón;
Dejelá, no más, que duerma silenciosa, y triste, y fría,
Como tumba en que encerrad tengo mi última ilusión.

Hace mucho que no quiere las caricias de mi mano,
Hace mucho que no escucha los soyozos de mi amor;
Hace mucho que sus cuerdas, como en cepo colombiano,
Estaquean las canciones que endulzaban mi dolor,

Aprendió de mi chiruza los desdenes de matadores,
Se amigó con mi destino pa gozarse en verme dir,
Cabrestiando de la cincha de los únicos amores
Que, áun matándome, en mi alientan el anhelo de vivir.

Del amor que como un juego va quemándose las venas,
Y que nunca, ni áun en sueños, he de verlo florecer,
Y de ese otro amor hermoso que las odia a las cadenas,
Y que pide sacrificios y que esije hondo querer.

Dejalá no más, colgada del horcón de la cumbrera
A la que áhura con mis penas se complace en ser cruel,
A la prienda que jué un tiempo el sol de mi tapera
Camoatí en que mis canciones iban a beber la miel.



José Martí

mucho, señora, daría

-- de José Martí --

xliii
mucho, señora, daría
por tender sobre tu espalda
tu cabellera bravía,
tu cabellera de gualda:
despacio la tendería,
callado la besaría.
Por sobre la oreja fina
baja lujoso el cabello,
lo mismo que una cortina
que se levanta hacia el cuello.
La oreja es obra divina
de porcelana de china.
Mucho, señora, te diera
por desenredar el nudo
de tu roja cabellera
sobre tu cuello desnudo:
muy despacio la esparciera,
hilo por hilo la abriera.



Alfonsina Storni

El racimo inocente

-- de Alfonsina Storni --

Así, como jugando, te acerqué el corazón
Hace ya mucho tiempo, en una primavera...
Pero tú, indiferente, pasaste por mi vera...
Hace ya mucho tiempo.

Sabio de toda cosa, no sabías acaso
Ese juego de niña que cubría discreto
Con risas inocentes el tremendo secreto,
Sabio de toda cosa...

Hoy, de vuelta a mi lado, ya mujer, tú me pides
El corazón aquél que en silencio fue tuyo,
Y con torpes palabras negativas arguyo
Hoy, de vuelta a mi lado.

Oh, cuando te ofrecí el corazón en aquella
Primavera, era un dulce racimo no tocado
El corazón... Ya otros los granos han probado
Del racimo inocente...



Amado Nervo

me besaba mucho

-- de Amado Nervo --

Me besaba mucho; como si temiera
irse muy temprano... Su cariño era
inquieto, nervioso.
Yo no comprendía
tan febril premura. Mi intención grosera
nunca vio muy lejos...
¡Ella presentía!
ella presentía que era corto el plazo,
que la vela herida por el latigazo
del viento, aguardaba ya..., Y en su ansiedad
quería dejarme su alma en cada abrazo,
poner en sus besos una eternidad.



Lope de Vega

No es mucho que Israel las aguas corte

-- de Lope de Vega --

No es mucho que Israel las aguas corte
del Rubio mar, si va Moisés delante
haciéndole dos muros de diamante,
que a Egipto emboten de la espalda el corte.
Ni que el peligro al pescador reporte,
para serlo del barco militante,
que Dios le llama, porque no le espante,
y está en la orilla el sol que alumbra el Norte.
Pero que tienda de Domingo el manto
Raimundo, y pase encima el mar profundo,
es fe que ha dado al mismo cielo espanto.
Pasad, profeta, ese Jordán segundo;
verán los reyes, que se ciegan tanto
que estima el mar a quien destierra el mundo.



Líber Falco

Despedida (Falco)

-- de Líber Falco --

La vida es como un trompo, compañeros.
La vida gira como todo gira,
y tiene colores como los del cielo.
La vida es un juguete, compañeros.

A trabajar jugamos muchos años,
a estar tristes o alegres, mucho tiempo.
La vida es lo poco y lo mucho que tenemos;
la moneda del pobre, compañeros.

A gastarla jugamos muchos años
entre risas, trabajos y canciones.
Así vivimos días y compartimos noches.
Mas, se acerca el invierno que esperó tantos años.

Cuando el Sol se levanta despertando la vida
y penetra humedades y delirios nocturnos,
cómo quisiera, de nuevo, estar junto a vosotros
con mi antigua moneda brillando entre las manos!

Mas, se acerca el invierno que esperó tantos años.
Adiós, adiós, adiós, os saluda un hermano
que gastó su moneda de un tiempo ya pasado.
Adiós, ya se acerca el invierno que esperó tantos años.



Manuel Acuña

la felicidad

-- de Manuel Acuña --

Un cielo azul de estrellas
brillando en la inmensidad;
un pájaro enamorado
cantando en el florestal;
por ambiente los aromas
del jardín y el azahar;
junto a nosotros el agua
brotando del manantial
nuestros corazones cerca,
nuestros labios mucho más,
tú levantándote al cielo
y yo siguiéndote allá,
ese es el amor mi vida,
¡esa es la felicidad!...
Cruza con las mismas alas
los mundos de lo ideal;
apurar todos los goces,
y todo el bien apurar;
de lo sueños y la dicha
volver a la realidad,
despertando entre las flores
de un césped primaveral;
los dos mirándonos mucho,
los dos besándonos más,
ese es el amor, mi vida,
¡esa es la felicidad...!



Manuel Acuña

La felicidad (Manuel Acuña)

-- de Manuel Acuña --

Un cielo azul de estrellas
brillando en la inmensidad;
un pájaro enamorado
cantando en el florestal;
por ambiente los aromas
del jardín y el azahar;
junto a nosotros el agua
brotando del manantial
nuestros corazones cerca,
nuestros labios mucho más,
tú levantándote al cielo
y yo siguiéndote allá,
ese es el amor mi vida,
¡Esa es la felicidad!...

Cruza con las mismas alas
los mundos de lo ideal;
apurar todos los goces,
y todo el bien apurar;
de lo sueños y la dicha
volver a la realidad,
despertando entre las flores
de un césped primaveral;
los dos mirándonos mucho,
los dos besándonos más,
ese es el amor, mi vida,
¡Esa es la felicidad...!



César Vallejo

Dios(Cesar Vallejo)

-- de César Vallejo --

Siento a Dios que camina
tan en mí, con la tarde y con el mar.
Con él nos vamos juntos. Anochece.
Con él anochecemos, Orfandad...

Pero yo siento a Dios. Y hasta parece
que él me dicta no sé qué buen color.
Como un hospitalario, es bueno y triste;
mustia un dulce desdén de enamorado:
debe dolerle mucho el corazón.

Oh, Dios mío, recién a ti me llego
hoy que amo tanto en esta tarde; hoy
que en la falsa balanza de unos senos,
mido y lloro una frágil Creación.

Y tú, cuál llorarás..., Tú, enamorado
de tanto enorme seno girador...
Yo te consagro Dios, porque amas tanto;
porque jamás sonríes; porque siempre
debe dolerte mucho el corazón.



César Vallejo

Trilce: LXIV

-- de César Vallejo --

Hitos vagarosos enamoran, desde el minuto montuoso que obstetriza
y fécha los amotinados nichos de la atmósfera.

Verde está el corazón de tánto esperar, y en el canal de Panamá
¡hablo con vosotras, mitades, bases, cúspides! retoñan los peldaños,
pasos que suben,
pasos que baja-
n.
Y yo que pervivo,
y yo que sé plantarme.

Oh valle sin altura madre, donde todo duerme horrible mediatinta,
sin ríos frescos, sin entradas de amor. Oh voces y ciudades, que pasan
cabalgando en un dedo tendido que señala a calva Unidad. Mientras
pasan, de mucho en mucho, gañanes de gran costado sabio, detrás de las
tres tardas dimensiones.

Hoy Mañana Ayer
(No, hombre!)



César Vallejo

verano

-- de César Vallejo --

Verano, ya me voy. Y me dan pena
las manitas sumisas de tus tardes.
Llegas devotamente; llegas viejo;
y ya no encontrarás en mi alma a nadie.
Verano! y pasarás por mis balcones
con gran rosario de amatistas y oros,
como un obispo triste que llegara
de lejos a buscar y bendecir
los rotos aros de unos muertos novios.
Verano, ya me voy. Allá, en setiembre
tengo una rosa que te encargo mucho;
la regarás de agua bendita todos
los días de pecado y de sepulcro.
Si a fuerza de llorar el mausoleo,
con luz de fe su mármol aletea,
levanta en alto tu responso, y pide
a dios que siga para siempre muerta.
Todo ha de ser ya tarde;
y tú no encontrarás en mi alma a nadie.
Ya no llores, verano! en aquel surco
muere una rosa que renace mucho...



César Vallejo

hitos vagarosos enamoran, desde el minuto montuoso

-- de César Vallejo --

lxiv
hitos vagarosos enamoran, desde el minuto montuoso que obstetriza
y fecha los amotinados nichos de la atmósfera.
Verde está el corazón de tantoesperar; y en el canal de panamá
¡hablo con vosotros, mitades, bases,cúspides! retoñan los peldaños,
pasos que suben,
pasos que baja-
n.
Y yo que pervivo,
y yo que sé plantarme.
Oh valle sin altura madre, donde todo duermehorrible mediatinta, sin ríos frescos, sin entradas de amor.Oh voces y ciudades que pasan cabalgando en un dedo tendidoque señala a calva unidad. Mientras pasan, de mucho en mucho,gañanes de gran costado sabio, detrás de las tres tardasdimensiones.
Hoy mañana ayer
(no, hombre!)



César Vallejo

dios

-- de César Vallejo --

Siento a dios que camina
tan en mí, con la tarde y con el mar.
Con él nos vamos juntos. Anochece.
Con él anochecemos, orfandad...
Pero yo siento a dios. Y hasta parece
que él me dicta no sé qué buen color.
Como un hospitalario, es bueno y triste;
mustia un dulce desdén de enamorado:
debe dolerle mucho el corazón.
Oh, dios mío, recién a ti me llego
hoy que amo tanto en esta tarde; hoy
que en la falsa balanza de unos senos,
mido y lloro una frágil creación.
Y tú, cuál llorarás..., Tú, enamorado
de tanto enorme seno girador...
Yo te consagro dios, porque amas tanto;
porque jamás sonríes; porque siempre.
Debe dolerte mucho el corazón.



César Vallejo

Dios (César Vallejo)

-- de César Vallejo --

Siento a Dios que camina
tan en mí, con la tarde y con el mar.
Con él nos vamos juntos. Anochece.
Con él anochecemos, Orfandad...

Pero yo siento a Dios. Y hasta parece
que él me dicta no sé qué buen color.
Como un hospitalario, es bueno y triste;
mustia un dulce desdén de enamorado:
debe dolerle mucho el corazón.

Oh, Dios mío, recién a ti me llego
hoy que amo tanto en esta tarde; hoy
que en la falsa balanza de unos senos,
mido y lloro una frágil Creación.

Y tú, cuál llorarás..., Tú, enamorado
de tanto enorme seno girador...
Yo te consagro Dios, porque amas tanto;
porque jamás sonríes; porque siempre
debe dolerte mucho el corazón.



César Vallejo

La cena miserable

-- de César Vallejo --

Hasta cuándo estaremos esperando lo que
no se nos debe... Y en qué recodo estiraremos
nuestra pobre rodilla para siempre! Hasta cuándo
la cruz que nos alienta no detendrá sus remos.

Hasta cuándo la Duda nos brindará blasones
por haber padecido!...
Ya nos hemos sentado
mucho a la mesa, con la amargura de un niño
que a media noche, llora de hambre, desvelado...

Y cuándo nos veremos con los demás, al borde
de una mañana eterna, desayunados todos!
Hasta cuándo este valle de lágrimas, a donde
yo nunca dije que me trajeran.
De codos
todo bañado en llanto, repito cabizbajo
y vencido: hasta cuándo la cena durará.

Hay alguien que ha bebido mucho, y se burla,
y acerca y aleja de nosotros, como negra cuchara
de amarga esencia humana, la tumba...
Y menos sabe
ese oscuro hasta cuándo la cena durará!



Pedro Calderón de la Barca

David

-- de Pedro Calderón de la Barca --

¿Quién eres, ¡oh mujer!, que aunque rendida
al parecer, al parecer postrada,
no estás sino en los cielos ensalzada,
no estás sino en la tierra preferida?

Pero, ¿qué mucho, si del Sol vestida,
qué mucho, si de estrellas coronada,
vienes de tantas luces ilustrada,
vienes de tantos rayos guarnecida?

Cielo y tierra parece que, a primores,
se compitieron con igual desvelo,
mezcladas sus estrellas y sus flores;

para que en Ti tuviesen cielo y tierra,
con no sé qué lejanos resplandores
de flor del Sol plantada en el Carmelo.



Pedro Calderón de la Barca

La primera flor del Carmelo

-- de Pedro Calderón de la Barca --

¿Quién eres, oh mujer, que aunque rendida
al parecer, al parecer postrada,
no estás sino en los Cielos ensalzada,
no estás sino en la tierra preferida?

Pero, ¿qué mucho, si del sol vestida,
qué mucho, si de estrellas coronada,
vienes de tantas luces ilustrada,
vienes de tantos rayos guarnecida?

Cielo y tierra parece que, a primores,
se compitieron con igual desvelo,
mezcladas sus estrellas y sus flores;

para que en Ti tuviesen tierra y cielo,
con no sé qué lejanos resplandores
de flor del Sol plantada en el Carmelo.



Félix María Samaniego

Décimas (El jardín de Venus, Samaniego)

-- de Félix María Samaniego --

Una fe con testimonio
del pecado original
tendrá, alma virginal,
la noche del matrimonio.
No divise a Marco Antonio 5
Tácito, que vas perdida;
llora mucho por tu vida,
cena poco por tu alma,
y para ganar la palma
o haya lámpara encendida. 10

Ten tu lecho conyugal
con su mancha de artificio,
penitente sacrificio
sobre el ara original;
haya suspiro mortal, 15
y si Adán cogiera a Eva,
que toda fruta se prueba
en el jardín de la vida
dile con ansia afligida:
- Ay, señor, ¿dónde me lleva? 20

Si la piadosa madrina
al tálamo te llevare
y al esposo llamare,
dile: - Señor, no soy digna;
mas si el pobre determina 25
no parecer impotente,
dile con mucho dolor:
- Misericordia, Señor,
que soy cordera inocente.

Que con esto y con callar, 30
suspirar y presumir,
llorar, dudar y gemir,
el pobre la ha de tragar;
y si no quiere pasar
el agosto por abril, 35
para aliviar tu fortuna
di: - No hubo virgen ninguna
después de las once mil.



Hernando de Acuña

Tal novedad me causa haber probado

-- de Hernando de Acuña --

Tal novedad me causa haber probado
el bien pasado, que, en el mal que pruebo,
lo mucho que me duelo, a lo que debo,
no puede ser con mucho comparado.

Y Amor me tiene tan escarmentado,
que casi a desear bien no me atrevo;
determino moverme, y no me muevo,
voy vacilando de uno en otro estado.

De todos vengo a conocer que el mío,
por natural razón, es apartarme
del derecho camino que me guía;

pero cuando en seguirlo más me fío,
hallo que voy por tan contraria vía,
y al cabo escojo por mejor quedarme.



Rosalía de Castro

Los muertos van de prisa

-- de Rosalía de Castro --

«Los muertos van de prisa»,
El poeta lo ha dicho;
Van tan de prisa, que sus sombras pálidas
Se pierden del olvido en los abismos
Con mayor rapidez que la centella
Se pierde en los espacios infinitos.

«Los muertos van de prisa»; mas yo creo
Que aún mucho más de prisa van los vivos.
¡Los vivos!, que con ansia abrasadora,
Cuando apenas vivieron
Un instante de gloria, un solo día
De júbilo, y mucho antes de haber muerto,
Unos a otros sin piedad se entierran
Para heredarse presto.

A sus plantas se agitan los hombres,
Como el salvaje hormiguero,
En cualquier rincón oculto



Nicolás Guillén

soldado, aprende a tirar

-- de Nicolás Guillén --

Soldado, aprende a tirar:
tú no me vayas a herir,
que hay mucho que caminar.
¡Desde abajo has de tirar,
si no me quieres herir!
abajo estoy yo contigo,
soldado amigo.
Abajo, codo con codo,
sobre el lodo.
Para abajo, no,
que allí estoy yo.
Soldado, aprende a tirar:
tú no me vayas a herir,
que hay mucho que caminar.



Juan Gelman

ancho en parís

-- de Juan Gelman --

Al que extraño es al viejo león del zoo,
siempre tomábamos café en el bois de boulogne,
me contaba sus aventuras en rhodesía del sur
pero mentía, era evidente que nunca se había movido del
sahara.
De todos modos me encantaba su elegancia,
su manera de encogerse de hombros ante las pequeñeces
de la vida,
miraba a los franceses por la ventana del café
y decía los idiotas hacen hijos .
Los dos o tres cazadores ingleses que se había comido
le provocaban malos recuerdos y aun melancolía,
las cosas que hace uno para vivir reflexionaba
mirándose la melena en el espejo del café.
Sí, lo extraño mucho,
nunca pagaba la consumición,
pero indicaba la propina a dejar
y los mozos lo saludaban con especial deferencia.
Nos despedíamos a la orilla del crepúsculo,
él regresaba a son bureau, como decía,
no sin antes advertirme con una pata en mi hombro
ten cuidado, hijo mío, con el parís nocturno .
Lo extraño mucho verdaderamente,
sus ojos se llenaban a veces de desierto
pero sabía callar como un hermano
cuando emocionado, emocionado,
yo le hablaba de carlitos gardel.



Juan Ruiz Arcipreste de Hita

libro de buen amor 8

-- de Juan Ruiz Arcipreste de Hita --

Así fuer que un tiempo una dueña me priso,
de su amor non fuy en ese tiempo repiso,
siempre avía d'ella buena fabla e buen riso,
nunca ál fiso por mí, ni creo que faser quiso.
Era dueña en todo, e de dueñas señora,
non podía estar solo con ella una hora,
mucho de omen se guardan allí do ella mora;
más mucho que non guardan los jodíos la tora.
Sabe toda noblesa de oro e de seda,
complida de muchos bienes anda mansa e leda,
es de buenas costumbres, sosegada, e queda,
non se podría vençer por pintada moneda.
Enviel' esta cantiga que es deyuso puesta
con la mi mensagera, que tenía empuesta;
dise verdad la fabla, que la dueña compuesta,
si non quier'el mandado, non da buena respuesta.
Dixo la dueña cuerda a la mi mensagera:
«yo veo otras muchas creer a ti, parlera,
»et fállanse ende mal: castigo en su manera,
»bien como la raposa en agena mollera.»
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índice de la obra
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Evaristo Carriego

Como en los buenos tiempos

-- de Evaristo Carriego --

A veces, miro un poco entristecido
la fiel evocación de ese retrato
donde estás viva, aunque mucho rato,
digo bien, mucho rato ha que te has ido.

¡Y apenas la impresión que nada deja!
Tal vez he preferido más perderte
que haber seguido amándote, hasta verte
con la vergüenza de sentirte vieja.

Y, sin embargo, acaso mentiría,
si quisiera decir que todavía
no he cesado de oirte junto al piano

que nadie ha vuelto a abrir, como en ninguna
emoción de aquel tiempo tan lejano
cuando aún eras prima de la luna.



Evaristo Carriego

Hay que cuidarla mucho, hermana, mucho

-- de Evaristo Carriego --

Mañana cumpliremos
quince años de vida en esta casa.
¡Qué horror, hermana, cómo envejecemos,
y cómo pasa el tiempo, cómo pasa!
Llegamos niños y ya somos hombres,
hemos visto pasar muchos inviernos
y tenemos tristezas. Nuestros nombres
no dicen ya diminutivos tiernos,
ingenuos, maternales; ya no hay esa
infantil alegría
de cuando éramos todos a la mesa:
«— ¡Qué abuela cuente, que abuelita cuente
un cuento antes de dormir; que diga
la historia del rey indio...»
Gravemente
la voz querida comenzaba...



Evaristo Carriego

Reid muchos, hermanitas

-- de Evaristo Carriego --

Reid mucho, hermanitas
Reid mucho, hermanitas, reid con esa risa
tan fresca y tan sonora, con esa risa fuerte
que llena nuestra casa de salud. La sonrisa
no es para vosotras todavía: ¡qué suerte!

Que vuestra risa sea como una fuente, y vierta
su chorro alegre sobre nuestra melancolía:
sea como una caja de música que abierta
perennemente suena desde que empieza el día.

Hermanas: reid de una vez toda vuestra sana
alegría de dueñas del patio, que mañana
— ¡ah, mañana!— quién sabe si os habremos de oir.

¡Ay, hermanas, hermanas juguetonas! ¡ay, locas
rabietas de la abuela! ¿cuál de esas lindas bocas
será la que primero dejará de reir?



Blas de Otero

en castellano en castellano (1959)

-- de Blas de Otero --

Aquí tenéis mi voz
alzada contra el cielo de los dioses absurdos,
mi voz apedreando las puertas de la muerte
con cantos que son duras verdades como puños.
Él ha muerto hace tiempo, antes de ayer. Ya hiede.
Aquí tenéis mi voz zarpando hacia el futuro.
Adelantando el paso a través de las ruinas,
hermosa como un viaje alrededor del mundo.
Mucho he sufrido: en este tiempo, todos
hemos sufrido mucho.
Yo levanto una copa de alegría en las manos,
en pie contra el crepúsculo.
Borradlo. Labraremos la paz, la paz, la paz,
a fuerza de caricias, a puñetazos puros.
Aquí os dejo mi voz escrita en castellano.
España, no te olvides que hemos sufrido juntos.



Adelardo López de Ayala

Dos madrigales en uno

-- de Adelardo López de Ayala --

Yo a Enriqueta le diría
que su gracia me subyuga,
que me encanta su talento,
y hasta su nombre me gusta...

Mas temo que Margarita,
al escucharme, presuma
que la agravio, y el respeto
me deja la lengua muda.

Yo también a Margarita,
en más feliz coyuntura,
de sus muchas perfecciones
pudiera elogiarle algunas...

Pero temo que Enriqueta
me diga con faz adusta,
que requiebros duplicados
no tienen gracia ninguna.

Niñas: ¿queréis que un momento,
para hablaros, os desuna?
Dos tórtolas en un árbol
están muy bonitas juntas...;
Pero, al volar, si son libres,
toman diferente ruta...

Y no es mucho mirar luego
cómo encuentra cada una
su dulce compaña, y cómo
se dan el pico y se arrullan.



Alberti

ELEGÍA A GARCILASO

-- de Alberti --

... antes de tiempo y casi en flor cortada.

G.DE LA V.

Hubierais visto llorar a las yedras cuando el agua más triste se pasó toda una noche velando a un yelmo ya sin alma,
a un yelmo moribundo sobre una rosa nacida en el vaho que duerme los espejos de los castillos
a esa hora en que los nardos más secos se acuerdan de su vida al ver que las violetas difuntas abandonan sus cajas
y los laúdes se ahogan por arrollarse a sí mismos.
Es verdad que los fosos inventaron el sueño y los fantasmas.
Yo no sé lo que mira en las almenas esa inmóvil armarnadura vacía.
¿Cómo hay luces que decretan tan pronto la agonía de las espadas
si piensan en que un lirio es vigilado por hojas que duran mucho más tiempo?
Vivir poco y llorando es el sino de la nieve que equivoca su ruta.
En el sur siempre es cortada casi en flor el ave fría.



Alfonsina Storni

La mirada

-- de Alfonsina Storni --

Mañana, bajo el peso de los años,
Las buenas gentes me verán pasar,
Mas bajo el peño oscuro y la piel mate
Algo del muerto fuego asomará.

Y oiré decir: ¿quién es esa que ahora
Pasa? Y alguna voz contestará:
-Allá en sus buenos tiempos
Hacía versos. Hace mucho ya.

Y yo tendré mi cabellera blanca,
Los ojos limpios, y en mi boca habrá
Una gran placidez y mi sonrisa
Oyendo aquéllo no se apagará.

Seguiré mi camino lentamente,
Mi mirada a los ojos mirará,
Irá muy hondo la mirada mía,
Y alguien, en el montón, comprenderá.



Alfonsina Storni

Duerme tranquilo

-- de Alfonsina Storni --

Dijiste la palabra que enamora
A mis oídos. Ya olvidaste. Bueno.
Duerme tranquilo. Debe estar sereno
Y hermoso el rostro tuyo a toda hora.

Cuando encanta la boca seductora
Debe ser fresca, su decir ameno;
Para tu oficio de amador no es bueno
El rostro ardido del que mucho llora.

Te reclaman destinos más gloriosos
Que el de llevar, entre los negros pozos
De las ojeras, la mirada en duelo.

¡Cubre de bellas víctimas el suelo!
Más daño al mundo hizo la espada fatua
De algún bárbaro rey Y tiene estatua.



Alfonsina Storni

La mirada (Storni)

-- de Alfonsina Storni --

Mañana, bajo el peso de los años,
Las buenas gentes me verán pasar,
Mas bajo el peño oscuro y la piel mate
Algo del muerto fuego asomará.

Y oiré decir: ¿quién es esa que ahora
Pasa? Y alguna voz contestará:
-Allá en sus buenos tiempos
Hacía versos. Hace mucho ya.

Y yo tendré mi cabellera blanca,
Los ojos limpios, y en mi boca habrá
Una gran placidez y mi sonrisa
Oyendo aquéllo no se apagará.

Seguiré mi camino lentamente,
Mi mirada a los ojos mirará,
Irá muy hondo la mirada mía,
Y alguien, en el montón, comprenderá.



Alfonsina Storni

Un sol

-- de Alfonsina Storni --

Mi corazón es como un dios sin lengua,
Mudo se está a la espera del milagro,
He amado mucho, todo amor fue magro,
Que todo amor lo conocí con mengua.

He amado hasta llorar, hasta morirme.
Amé hasta odiar, amé hasta la locura,
Pero yo espero algún amor natura
Capaz de renovarme y redimirme.

Amor que fructifique mi desierto
Y me haga brotar ramas sensitivas,
Soy una selva de raíces vivas,
Sólo el follaje suele estarse muerto.

¿En dónde está quien mi deseo alienta?
¿Me empobreció a sus ojos el ramaje?
Vulgar estorbo, pálido follaje
Distinto al tronco fiel que lo alimenta.

¿En dónde está el espíritu sombrío
De cuya opacidad brote la llama?
Ah, si mis mundos con su amor inflama
Yo seré incontenible como un río.

¿En dónde está el que con su amor me envuelva?
Ha de traer su gran verdad sabida...
Hielo y más hielo recogí en la vida:
Yo necesito un sol que me disuelva.



Alfredo Espino

La tórtola

-- de Alfredo Espino --

¡Cucú, cucú! ¿Estás gimiendo,
tórtola del arrozal?
¡Mira que me estás haciendo
con tu cantar, mucho mal!

¡Cucú, cucú! El caserío
se va llenando de calma,
¡Y un naranjo y una palma
se están besando en el río...!

Cantarito que te llenas
con el agua del riachuelo:
¡qué bello es mirar el cielo
bajo las tardes serenas!

Lirio del campo, morena
que hueles a leche y rosa:
¡Cómo el almas es tan dichosa
cuando la vida es serena!

Entre sonrosadas galas
la tarde se va durmiendo.
Tórtola que estás gimiendo:
¡Si eres madrigal con alas!



Amado Nervo

al cristo

-- de Amado Nervo --

Para ezzequiel a. Chávez.
Señor, entre la sombra voy sin tino;
la fe de mis mayores ya no vierte
su apacible fulgor en mi camino:
¡mi espíritu está triste hasta la muerte!
busco en vano una estrella que me alumbre;
busco en vano un amor que me redima;
mi divino ideal está en la cumbre,
y yo, ¡pobre de mí!, yazgo en la sima...
La lira que me diste, entre las mofas
de los mundanos, vibra sin concierto;
¡se pierden en la noche mis estrofas,
como el grito de agar en el desierto!
y paria de la dicha y solitario,
siento hastío de todo cuanto existe...
Yo, maestro, cual tú, subo al calvario,
y no tuve tabor, cual lo tuviste...
Ten piedad de mi mal; dura es mi pena;
numerosas las lides en que lucho;
fija en mi tu mirada que serena,
y dame, como un tiempo a magdalena,
la calma: ¡yo también he amado mucho!



Amado Nervo

el retorno

-- de Amado Nervo --

Vivir sin tus caricias es mucho desamparo;
vivir sin tus palabras es mucha soledad;
vivir sin tu amoroso mirar, ingenuo y claro,
es mucha oscuridad...
Vuelvo pálida novia, que solías
mi retorno esperar tan de mañana,
con la misma canción que preferías
y la misma ternura de otros días
y el mismo amor de siempre, a tu ventana.
Y elijo para verte, en delicada
complicidad con la naturaleza,
una tarde como ésta: desmayada
en un lecho de lilas, e impregnada
de cierta aristocrática tristeza.
¡Vuelvo a ti con los dedos enlazados
en actitud de súplica y anhelo
-como siempre-, y mis labios no cansados
de alabarte, y mis ojos obstinados
en ver los tuyos a través del cielo!
recíbeme tranquila, sin encono,
mostrando el deje suave de una hermana;
murmura un apacible: te perdono ,
y déjame dormir con abandono,
en tu noble regazo, hasta mañana...



Amado Nervo

perlas negras - ¿quién es? no sé: a veces cruza

-- de Amado Nervo --

¿quién es? no sé: a veces cruza
por mi senda, como el hada
del ensueño: siempre sola...
Siempre muda... Siempre pálida...
¿Su nombre? no lo conozco.
¿De dónde viene? ¿dó marcha?
¡lo ignoro! nos encontramos,
me mira un momento y pasa:
¡siempre sola...! ¡Siempre triste...!
¡Siempre muda...! ¡Siempre pálida!
mujer: ha mucho que llevo
tu imagen dentro del alma.
Si las sombras que te cercan,
si los misterios que guardas
deben ser impenetrables
para todos, ¡calla, calla!
¡yo sólo demando amores:
yo no te pregunto nada!
¿buscas reposo y olvido?
yo también. El mundo cansa.
Partiremos lejos, lejos
de la gente, a tierra extraña;
y cual las aves que anidan
en las torres solitarias,
confiaremos a la sombra
nuestro amor y nuestras ansias...



Amado Nervo

intra vulnera tua absconde me

-- de Amado Nervo --

La desventura me quitó el regalo
y la serena paz de la existencia,
y sembré muchos odios; mi conciencia
clamaba sin cesar: ¡eres muy malo!
después, la dicha me libró del cieno:
un rayito de sol doró mi frente,
y sembré mucho amor, y dulcemente
clamaba mi conciencia: ¡eres muy bueno!
«¡ay! me dije, con tono de reproche,
qué menguada virtud la que me alienta
si sólo en el placer abre su broche...»
¡Hoy bendigo a jesús en la tormenta,
hoy su roto costado es mi sangrienta
guarida, en lo infinito de mi noche!



Amado Nervo

andrógino

-- de Amado Nervo --

Por ti, por ti, clamaba cuando surgiste,
infernal arquetipo, del hondo erebo,
con tus neutros encantos, tu faz de efebo,
tus senos pectorales, y a mí viniste.
Sombra y luz, yema y polen a un tiempo fuiste,
despertando en las almas el crimen nuevo,
ya con virilidades de dios mancebo,
ya con mustios halagos de mujer triste.
Yo te amé porque, a trueque de ingenuas gracias,
tenías las supremas aristocracias:
sangre azul, alma huraña, vientre infecundo;
porque sabías mucho y amabas poco,
y eras síntesis rara de un siglo loco
y floración malsana de un viejo mundo.



Amado Nervo

vivir sin tus caricias

-- de Amado Nervo --

Vivir sin tus caricias es mucho desamparo;
vivir sin tus palabras es mucha soledad;
vivir sin tu amoroso mirar, ingenuo y claro,
es mucha obscuridad...



Amado Nervo

ruptura tardía

-- de Amado Nervo --

Ya no más en las noches, en las noches glaciales
que agitaban los rizos de azabache en tu nuca,
soñaremos unidos en los viejos sitiales;
ya no más en las tardes frías, quietas y grises,
pediremos mercedes a la virgen caduca,
la de manto de plata salpicado de lises.
¡Ay!, es fuerza que ocultes ese rostro marmóreo:
vida y luz, en un claustro de penumbras austeras
donde pesa en las almas todo el hielo hiperbóreo.
Nos amábamos mucho; mas tu amor me perdía;
¡nos queríamos tanto...! Mas así me perdieras,
y rompimos el lazo que al placer nos unía.
¡Es preciso! muramos a las dichas humanas;
¡seguiré mi camino, muy penoso y muy tardo,
sin besar tus pupilas, tus pupilas arcanas!
plegue a dios cuando menos que algún día, señora,
muerto ya, te visite, como pedro abelardo
visitó, ya cadáver, a eloísa la priora.



Amado Nervo

Ingenua

-- de Amado Nervo --

¡Oh! ¡los rizos negros y los ojos nubios!
¡Oh, los ojos claros y los rizos rubios!

Los enormes besos en que amor es ducho...
¡Besarse sin treguas y quererse mucho!

Ser grande, muy grande, ser bueno, muy bueno;
pero entre tus brazos y sobre tu seno;

Besarte la nuca, besarte los ojos
y los hombros blancos y los labios rojos...

¡Oh! ¡mis dieciocho años! ¡Oh, mi novia ida!
Mi amor a la vida, mi amor a la vida...

La vida era dulce y el mundo era bueno;
¡pero entre tus brazos y sobre tu seno!

Las lunas de mayo si se los preguntas,
te dirán que vieron nuestras sombras juntas;

el estero de aguas cuchicheadoras
lamió nuestra barca con lenguas sonoras,

lamió nuestras barcas con lenguas sonoras,
en aquellas horas, en aquellas horas...

¿Dónde está la barca? ¿dónde está el estero?
¿dónde están las lunas?... ¡Tú mueres, yo muero!

¡Oh! mis dieciocho años, ¡Oh! ¡mi novia ida!
mi amor a la vida... Mi amor a la vida...



Ana Francisca Abarca de Bolea

A un retrato de la Reina Nuestra Señora

-- de Ana Francisca Abarca de Bolea --

Retóricos pretenden los colores

persuadir a los ojos su fineza,

Íncaros siendo a la mayor alteza

que del arte aniquila los primores.

Pero al amor acuden por favores

Para poder copiar un belleza,

temiendo de lo hermoso la grandeza

que,aunque anima,fulmina mil rigores.

De Mariana mirando el candor puro

el cuarto sol de España,en el translado

reverberando en si las luces bellas

y con ser mucho menos pintado,

abrasado quedó de sus centellas.



Lope de Vega

Ángel, a gran peligro os arrojastes

-- de Lope de Vega --

Ángel, a gran peligro os arrojastes
cuando a decir verdad os atrevistes,
supuesto que al Bautista parecistes,
cuando con tal rigor la predicastes.
Notable ejemplo a los demás dejastes,
luz sobre monte, y no lisonja fuistes,
que puesto que del púlpito caístes,
al cielo envuelto en sangre os levantastes.
Ángel fue el gran Bautista, si en la vista
y en la verdad le sois tan semejante
y en hábito tan pobre y tan estrecho.
Ángel, no es mucho, pues murió el Bautista
por decir al verdad, que un ciego amante
por la misma ocasión os pase el pecho.



Lope de Vega

Antonio, si los peces sumergidos

-- de Lope de Vega --

Antonio, si los peces sumergidos
en el centro del mar para escucharos
sacan las frentes a los aires claros,
y a vuestra viva voz prestan oídos,
los que vivieren de razón vestidos,
y más quien por la patria debe amaros,
a la dulzura de esos hechos raros
¿qué mucho que suspendan los sentidos?
Ya con el Niño Dios, Joséf segundo,
parecéis en los brazos, y Él se ofrece
en figura de amor. ¡Qué amor profundo!
Tanto se humilla, y tan os engrandece,
que porque parezcáis tan grande al mundo,
Dios tan pequeño junto a vos parece.



Lope de Vega

Caiga el hermoso como cedro y palma

-- de Lope de Vega --

Caiga el hermoso como cedro y palma,
caiga el Querub, que fue su nacimiento
con el aurora, y tuvo atrevimiento
donde todo poder se humilla y calma.
Caiga, perdiendo la vitoria y palma,
del monte del excelso Testamento,
y suba la humildad al mismo asiento,
a vos, Francisco humilde, en cuerpo y alma.
Si al crucifijo Serafín divino,
volvéis los rayos, sois espejo claro
tan parecido, cuando en vos se mira,
que ya sois serafín, y al justo vino,
subiendo a ser del que cayó reparo,
ángel no es mucho, mas llagado admira.



Lope de Vega

Cuando la madre antigua reverdece

-- de Lope de Vega --

Cuando la madre antigua reverdece,
bello pastor, y a cuanto vive aplace;
cuando en agua la nieve se deshace
por el sol, que el Aries resplandece,

la hierba nace, la nacida crece,
canta el silguero, el corderillo pace,
tu pecho, a quien su pena satisface,
del general contento se entristece.

No es mucho mal la ausencia, que es espejo
de la cierta verdad, o la fingida;
si espera fin, ninguna pena es pena.

¡Ay del que tiene por su mal consejo
el remedio imposible de su vida
en la esperanza de la muerte ajena!



Lope de Vega

Gertrudis, siendo Dios tan amoroso

-- de Lope de Vega --

Gertrudis, siendo Dios tan amoroso
que está en el hombre por amor ardiente
y el hombre en Él, no es mucho que aposente
tan abrasado corazón su esposo.
Amor le ha dado en vos dulce reposo,
que allí quiere vivir y estar presente,
que nadie amara y estuviera ausente,
si fuera como Dios tan poderoso.
Si al que pregunta al mismo Dios, que adónde
le podrá hallar, después del blanco velo,
«en vuestro santo corazón» responde.
Custodia sois, mientras gozáis el suelo,
y pues que todo Dios en él esconde,
mayor tenéis el corazón que el cielo.



Lope de Vega

Las damas, los caballeros, las armas, los amores

-- de Lope de Vega --

Le donne, y cavalier, le arme, gli amori,
en dolces jogos, en placer contino,
fuggo per più non esser pellegrino,
ma su nel cielo infra e beati chori.

Dulce et decorum est pro patria mori,
sforzame, amor, fortuna, il mio destino,
ni es mucho en tanto mal ser adivino,
seguendo lire, e giovenil furori.

Satis beatus unicis Sabibis,
parlo in rime aspre, e di dolceza ignude
deste passado ben, que nunca fora.

No hay bien que en mal no se convierta y mude,
nec prata canis albicant pruinis,
la vira fugge, e non se arresta un hora.



Lope de Vega

Mientras el Austro rompe el pardo lino

-- de Lope de Vega --

Mientras el Austro rompe el pardo lino
y Scila suele dar voces dispares,
juntando al cielo los distintos mares,
es Bóreas santo y Júpiter divino.

No llora, antes se alegra el peregrino
sobre la lumbre de los patrios lares;
no llanto, plata ofrece a los altares
el que del indio Gange a Cádiz vino.

Gracias a Dios que la paloma escucho,
pues de oliva tu frente coronada,
podrás poner en paz tus elementos.

Reales esperanzas tardan mucho,
de la virtud al premio hay gran jornada.
Mejor es no llevar merecimientos.



Lope de Vega

Oh quién muriera por tu amor ardiendo

-- de Lope de Vega --

¡Oh quién muriera por tu amor, ardiendo
en vivas llamas, dulce Jesús mío,
y que las aumentara aquel rocío
que viene de los ojos procediendo!
¡Oh quien se hiciera un Etna despidiendo
vivas centellas deste centro frío,
o fuera de su sangre el hierro impío
de un africano bárbaro cubriendo!
Este deseo, que a morir se atreve,
recibe Tú, pues la ocasión venida,
bien sabes que no fuera intento aleve
¿Y qué mucho que amor la muerte pida?
Pues no era muerte, sino puente breve
que me pasara a ti, mi eterna vida



Lope de Vega

Para tomar de mi desdén venganza

-- de Lope de Vega --

Para tomar de mi desdén venganza,
quitóme Amor las niñas que tenía,
con que miraba yo, como solía,
todas las cosas en igual templanza.

A lo menos conozco la mudanza
en los antojos de la vista mía;
de un día en otro, no descanso un día;
del tiempo huye, lo que el tiempo alcanza.

Almas parecen de mis niñas puestas
en mis ojos, que baña tierno llanto,
¡Oh niñas, niño Amor, niños antojos,

niño deseo, que el vivir me cuestas!
Mas, ¿qué mucho también que llore tanto
quién tiene cuatro niñas en los ojos?



Lope de Vega

Por ver si queda en su furor deshecho

-- de Lope de Vega --

Por ver si queda en su furor deshecho,
Leandro arroja el fuego al mar de Abido,
que el estrecho del mar, al encendido
pecho, parece mucho más estrecho.

Rompió las sierras de agua largo trecho,
pero el fuego, en sus límites rendido,
del mayor elemento fue vencido,
más por la cantidad, que por el pecho.

El remedio fue cuerdo; el amor loco:
que como en agua remediar espera
el fuego que tuviera eterna calma,

bebióse todo el mar, y aún era poco:
que si bebiera menos, no pudiera
templar la sed desde la boca al alma.



Lope de Vega

Si amare cosa yo que Dios no sea

-- de Lope de Vega --

Si amare cosa yo que Dios no sea,
y de lo que su amor también procede,
que en odio al cielo y la tierra quede,
que sí estaré, como sin Él me vea
¿Y qué de mucho que el alma, que desea
el centro, donde sólo parar puede,
ame aquel bien que todo excede,
pues no hay descanso que sin Dios posea?
Tú, Rey del cielo, que mi amor procuras,
serás el centro de las ansias mías,
de aquel eterno bien prendas seguras.
Son las del mundo breves tiranías
que no merecen nombre de hermosuras,
sujetas al imperio de los días.



Lope de Vega

Soberbias torres, altos edificios

-- de Lope de Vega --

Soberbias torres, altos edificios,
que ya cubristes siete excelsos montes,
y agora en descubiertos horizontes
apenas de haber sido dais indicios;

griegos liceos, célebres hospicios
de Plutarcos, Platones, Jenofontes,
teatro que lidió rinocerontes,
olimpias, lustros, baños, sacrificios;

¿qué fuerzas deshicieron peregrinas
la mayor pompa de la gloria humana,
imperios, triunfos, armas y dotrinas?

¡Oh gran consuelo a mi esperanza vana,
que el tiempo que os volvió breves rüinas
no es mucho que acabase mi sotana!



Lope de Vega

Yo soy la casta Dido celebrada

-- de Lope de Vega --

Yo soy la casta Dido celebrada,
y no la que Virgilio infama en vano,
porque jamás me vio Eneas Troyano,
ni a Libia descendió su Teucra armada.

No fue lascivo amor, fue casta espada
la que me hirió por Jarbas el tirano;
viví y matéme con mi propia mano,
mis muros levantados, y vengada.

Pues yo viví sin ofender las glorias
de mi fama y hazañas, ¿por qué inflamas
mi castidad, Virgilio, en versos tales?

Pero creed los que leéis historias
que no es mucho disfame humanas famas
quien se atreve a los dioses celestiales.



Remataba en los cielos su belleza

-- de Luis Carrillo y Sotomayor --

Remataba en los cielos su belleza,
alivio, un alto chopo, a un verde prado,
amante de una vid y de ella amado,
que amor halló aposento en su dureza.

Soberbia, exenta, altiva su cabeza
era lengua de Céfiro enojado;
del verde campo rey, pues coronado
daba leyes de amor en su corteza.

Le robó su corona, airado, el viento;
sintió tanto su mal, que fue tornada
en verde oscura su esperanza verde.

Yo, sin los lazos de mi Celia amada,
¿qué mucho a mal me traiga un pensamiento,
si un árbol me dio Amor que me lo acuerde?



Luis Cernuda

qué ruido tan triste

-- de Luis Cernuda --

Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando se aman,
parece como el viento que se mece en otoño
sobre adolescentes mutilados,
mientras las manos llueven,
manos ligeras, manos egoístas, manos obscenas,
cataratas de manos que fueron un día
flores en el jardín de un diminuto bolsillo.
Las flores son arena y los niños son hojas,
y su leve ruido es amable al oído
cuando ríen, cuando aman, cuando besan,
cuando besan el fondo
de un hombre joven y cansado
porque antaño soñó mucho día y noche.
Mas los niños no saben,
ni tampoco las manos llueven como dicen;
así el hombre, cansado de estar solo con sus sueños,
invoca los bolsillos que abandonan arena,
arena de las flores,
para que un día decoren su semblante de muerto.



Góngora

a un caballero que, estando con una dama, no pudo cumplir sus deseos

-- de Góngora --

Con marfisa en la estacada
entrasteis tan mal guarnido
que su escudo, aunque hendido,
no lo rajó vuestra espada.
¿Qué mucho?, si levantada
no se vio en trance tan crudo,
ni vuestra vergüenza pudo
cuatro lágrimas llorar,
siquiera para dejar
de orín tomado el escudo.



Góngora

A Júpiter

-- de Góngora --

Tonante monseñor, ¿de cuándo acá
fulminas jovenetos? Yo no sé
cuánta pluma ensillaste para el que
sirviéndote la copa aún hoy está.

El garzón frigio, a quien de bello da
tanto la antigüedad, besara el pie
al que mucho de España esplendor fue,
y poca, mas fatal, ceniza es ya.

Ministro, no grifaño, duro sí,
que en Líparis Estérope forjó
(Piedra digo bezahar de otro Pirú)

las hojas infamó de un alhelí,
y los Acroceraunios montes no.
¡Oh Júpiter, oh, tú, mil veces tú!



Góngora

De Don Francisco de Padilla, castellano de Milán

-- de Góngora --

A este que admiramos en luciente,
émulo del diamante, limpio acero,
igual nos lo dio España caballero,
que de la guerra Flandes rayo ardiente.

Laurel ceñido, pues, debidamente,
las coyundas le fían del severo
süave yugo, que al Lombardo fiero
le impidió sí, no le oprimió, la frente.

¿Qué mucho, si frustró su lanza arneses,
si fulminó escuadrones ya su espada,
si conculcó estandartes su caballo?

Del Cambresí lo digan los franceses:
mas no lo digan, no, que en trompa alada,
musa aun no sabrá, heroica, celebrallo.



Líber Falco

Desgracia

-- de Líber Falco --

Perdona, pero tú no sabes.
¿Sabes lo que es estar solo, solo,
volver a casa a las dos de la mañana,
mojar un pan mohoso, triste y duro,
roerlo solo,
y sentado en una orilla del mundo
ver a los astros que rutilan
y no saber qué preguntar ni qué decir,
y confundir las hambres, y roer solo tú allá...
Un pan mohoso, triste y duro?

Perdona, yo anduve un día, mucho tiempo,
calles y calles junto a puertas y paredes,
nadie dijo mi nombre;
sólo tú una vez, y qué locura,
para tu frente de violetas
tuve una risa de dos dientes.



Líber Falco

Días y noches: III

-- de Líber Falco --

Fuera locura pero hoy lo haría:
Atar un moño azul en cada árbol.
Ir con mi corazón de calle a calle.
Decirle a todos que les quiero mucho.
Subir a los pretiles,
gritarles que les quiero.

Fuera locura,
pero hoy lo haría.



Líber Falco

Días y noches: VII

-- de Líber Falco --

Aquel miedo, aquella idea:
"Los locos no descansan,
Ay mi madre, yo no duermo".
Aquella idea era locura.
Locura fue gran parte de mi vida.

¿Quién sabe que un día
mucho tiempo,
con dos trajes me vestía,
y que temblando de miedo
até a mi cuello,
aquella roja, gris, corbata mía?



Manuel de Zequeira

El petimetre

-- de Manuel de Zequeira --

Un sombrero con visos de nublado,
ungirse con aroma el cutis bello,
recortarse a la Titus el cabello
y el cogote a manera de donado:

un monte por patilla bien poblado,
donde pueda ocultarse un gran camello,
en mil varas de olán envuelto el cuello,
y en la oreja un pendiente atumbagado.

Un coturno por bota, inmenso sable,
ajustarse el calzón desde el sobaco,
costumbres sibaritas, rostro afable,

con Venus, tedio a Marte, gloria a Baco;
todo esto y mucho más no es comparable
con la imagen novel de un currutaco.



Manuel del Palacio

Al leer la sentencia de muerte

-- de Manuel del Palacio --

¿Y qué? Por mucho que la inicua saña
De la estúpida grey que nos desdora
Se atreva á discurrir, ¿podrá en mal hora
El crimen cometer, baldón de España?

Antes el mar que nuestras costas baña
Su sangre teñirá vil y traidora,
Antes el hierro que en su centro mora
Vomitará en puñales la montaña.

Víctimas pide el irritado cielo.
Mas no son las que el bando parricida
Prepara de su furia en el desvelo;

Cuando un pueblo se apresta á nueva vida
¿Sabéis qué sangre le reclama el suelo?...
¡Del déspota la sangre corrompida!



Manuel del Palacio

En el ferro-carril

-- de Manuel del Palacio --

Volar me siento por el ancho valle,
Y de la inmensidad rompo la valla;
De nubes mil la trasparente malla
Abre á mis ojos dilatada calle.

¿Qué mucho que mi sien ardiente estalle,
Si con nubes y vientos en batalla
Miro del hombre la gigante talla
Que casi deja á Dios corto de talle?

Do quier las flores inclinando el tallo
Saludan tiernas al prodigio bello
que es de la industria y del saber orgullo.

Feliz vive el Sultán en su Serrallo,
Y más yo cuando montes atropello
De una locomotora al dulce arrullo.



Manuel del Palacio

Enviando un retrato

-- de Manuel del Palacio --

¡Ahi va! Tal tiene escrito en la baraja
El caballo de copas, segun creo,
Que hace ya mucho tiempo no le veo
Con gran satisfacción para mi caja.

Ahí va la que me pides pobre albaja,
Copia con que respondo á tu deseo,
Y cuyo original bastante feo
Por ponerse á tus órdenes trabaja.

No la contemples con desden ni risa
Si vulgar se te antoja la figura
Y la frente borrada é indecisa.

Imágen cierta de la edad madura,
Claro te dice que se van aprisa
La juventud, el pelo y la hermosura.



Manuel del Palacio

Semblanzas: XX

-- de Manuel del Palacio --

Contra la regla general de España
Ganó con los periódicos dinero,
Y hasta ha llegado á verse en candelero,
Si bien le duró poco la cucaña.

Mucho más que talento tiene maña;
En mentir y comer es el primero,
Y amigo servicial, si no sincero,
Al que adula una vez otra le engaña.

En sociedad encanta por lo fino,
Y llegando á soltar la taravilla
No le siguen las aspas de un molino:

Su nombre es un proverbio de Castilla;
Se oye en cualquiera parte un desatino,
Y dicen todos á una voz: ¡es grilla!



Jaime Sabines

dice rubén

-- de Jaime Sabines --

Dice rubén
dice rubén que quiere la eternidad, que pelea por esa memoria delos hombres para un siglo, o dos, o veinte. Y yo pienso que esa eternidadno es más que una prolongación, menguada y pobre, de nuestraexistencia.
Hay que estar frente a un muro. Y hay que saber que entre nuestros puñosque golpean y el lugar del golpe, allí está la eternidad.
Creer en la supervivencia del alma, o en la memoria de los hombres,es lo mismo que creer en dios, es lo mismo que cargar su tabla mucho antesdel naufragio.



Jaime Sabines

espero curarme de ti

-- de Jaime Sabines --

De pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno.Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? noes mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todaslas palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puedeprender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y tambiénel silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dosgentes que no se dicen nada.
Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivodel que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuandodigo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «sehizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías,te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «tequiero»).
Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo.Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarloa la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entenderlas cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomiopara entrar a un panteón.



Jaime Sabines

te quiero a las diez de la mañana

-- de Jaime Sabines --

Día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, enlas tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuandome pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o enel trabajo diario, o en las diversiones que no tienes, me pongo a odiartesordamente, con la mitad del odio que guardo para mí.
Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y siento que estáshecha para mí, que de algún modo me lo dicen tu rodilla ytu vientre, que mis manos me convencen de ello, y que no hay otro lugaren donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo. Tú vienestoda entera a mi encuentro, y los dos desaparecemos un instante, nos metemosen la boca de dios, hasta que yo te digo que tengo hambre o sueño.
Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay díastambién, hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajena comola mujer de otro. Me preocupan los hombres, me preocupo yo, me distraenmis penas. Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo. Ya ves.¿Quién podría quererte menos que yo, amor mío?



Jorge Luis Borges

ewigkeit

-- de Jorge Luis Borges --

Torne en mi boca el verso castellano
a decir lo que siempre está diciendo
desde el latín de séneca: el horrendo
dictamen de que todo es del gusano.
Torne a cantar la pálida ceniza,
los fastos de la muerte y la victoria
de esa reina retórica que pisa
los estandartes de la vanagloria.
No así. Lo que mi barro ha bendecido
no lo voy a negar como un cobarde.
Sé que una cosa no hay. Es el olvido;
sé que en la eternidad perdura y arde
lo mucho y lo precioso que he perdido:
esa fragua, esa luna y esa tarde.



Jorge Manrique

canción cuanto más pienso serviros

-- de Jorge Manrique --

I
cuanto más pienso serviros,
tanto queréis más causar
que gaste mi fe en suspiros
y mi vida en desear
lo que no puedo alcanzar.
Ii
bien conozco que estoy ciego
y que mi gran fe me ciega,
y que esperando me niega
que no os venceréis de ruego,
y que, por mucho serviros,
no dejaréis de causar
que gaste mi fe en suspiros
y mi vida en desear
lo que no puedo alcanzar.



Jorge Manrique

¡Oh, mundo! Pues que nos matas...

-- de Jorge Manrique --

I

¡Oh, mundo! Pues que nos matas,
fuera la vida que diste
toda vida;
mas según acá nos tratas,
lo mejor y menos triste
es la partida
de tu vida, tan cubierta
de tristezas, y dolores
muy poblada;
de los bienes tan desierta,
de placeres y dulzores
despojada.

II

Es tu comienzo lloroso,
tu salida siempre amarga
y nunca buena,
lo de en medio trabajoso,
y a quien das vida más larga
le das pena.

Así los bienes -muriendo
y con sudor- se procuran
y los das;
los males vienen corriendo;
después de venidos, duran
mucho más.

FIN DE LA OBRA COMPLETA



Jorge Riechmann

7

-- de Jorge Riechmann --

Nunca, jamás me vuelva a decir nadie
que el fin justifica los medios
o sintiéndolo mucho no respondo de mis fines
ni de mis medios
ni muchísimo menos de mis actos.
*
Cierto que hay ansias de pureza
neuróticas. Seguro
que lo son casi todas las ansias de pureza.
Pero no lo es menos que la mierda mancha.



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