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¿Caíste? Sí, si valeroso osaste

-- de Luis Carrillo y Sotomayor --

¿Caíste? Sí, si valeroso osaste.
Osaste, y cual osado en fin caíste;
si el cuerpo entre las nubes escondiste,
tu fama entre las nubes levantaste.

Nombre (¡oh terrible error!), mozo, dejaste
de que a estrella cruel obedeciste.
Lampecie gime tal, tal Febia triste,
una y otra a tu losa verde engaste.

Intentaste, ¡oh gran joven!, como osado;
seguiste al hado que te vio vencido;
caíste, mozo más que desdichado.

Y así, en mi mal gigante, te he excedido,
pues sin haber tus hechos heredado,
cual tú, menos tus llantos, he caído.

Poema ¿Caíste? Sí, si valeroso osaste de Luis Carrillo y Sotomayor con fondo de libro

José Asunción Silva

egalité...

-- de José Asunción Silva --

Juan lanas, el mozo de esquina,
es absolutamente igual
al emperador de la china:
los dos son el mismo animal.
Juan lanas cubre su pelaje
con nuestra manta nacional;
el gran magnate lleva un traje
de seda verde excepcional.
Del uno cuidan cien dragones
de porcelana y de cristal;
juan lanas carga maldiciones
y gruesos fardos por un real,
pero si alguna mandarina
siguiendo el instinto sexual
al emperador se avecina
en el traje tradicional
que tenía nuestra madre eva
en aquella tarde fatal
en que se comieron la breva
del árbol del bien y del mal,
y si al mismo juan una juana
se entrega por modo brutal
y palpita la bestia humana
en un solo espasmo sexual,
juan lanas, el mozo de esquina,
es absolutamente igual
al emperador de la china:
los dos son el mismo animal.

Poema egalité... de José Asunción Silva con fondo de libro

José Asunción Silva

Egalité

-- de José Asunción Silva --

Juan Lanas, el mozo de esquina,
es absolutamente igual
al Emperador de la China:
los dos son el mismo animal.
Juan Lanas cubre su pelaje
con nuestra manta nacional;
el gran magnate lleva un traje
de seda verde excepcional.
Del uno cuidan cien dragones
de porcelana y de cristal;
Juan Lanas carga maldiciones
y gruesos fardos por un real,
pero si alguna mandarina
siguiendo el instinto sexual
al Emperador se avecina
en el traje tradicional
que tenía nuestra madre Eva
en aquella tarde fatal
en que se comieron la breva
del árbol del Bien y del Mal,
y si al mismo Juan una Juana
se entrega por modo brutal
y palpita la bestia humana
en un solo espasmo sexual,
Juan Lanas, el mozo de esquina,
es absolutamente igual
al Emperador de la China:
los dos son el mismo animal.

Poema Egalité de José Asunción Silva con fondo de libro

Lope de Vega

A la primera luz que al viento mueve

-- de Lope de Vega --

A la primera luz que al viento mueve,
trágico ruiseñor en la ribera,
joven almendro erró la primavera,
y, anticipado, a florecer se atreve.

Pero trocando en átomos de nieve
el blando soplo al céfiro, la fiera
mano del austro, en turbulenta esfera,
las flores desmayó fímera breve.

Así mozo infeliz, cuando le advierte
el valle, el prado en flor anticipada,
desmaya ramas y pimpollos vierte.

Siendo de aquella fábrica dorada
tan breve el fin, que aun ignoró la Muerte
si fue con la desdicha o con la espada.



Lope de Vega

De la abrasada eclíptica que ignora

-- de Lope de Vega --

De la abrasada eclíptica que ignora
intrépido corrió las líneas de oro
mozo infeliz, a quien el verde coro
vió sol, rayo tembló, difunto llora.

Centellas, perlas no, vertió el aurora,
llamas el pez austral, bombas el toro,
etnas la nieve del Atlante moro,
la mar incendios y cenizas Flora.

Así me levanté, y a la presencia
llegué de un sol; así también me asombra
cayendo en noche eterna de su ausencia.

Así a los dos el Po Faetontes nombra,
pero muertos con esta diferencia,
que él quiso ser el sol y yo la sombra.



Luis Cernuda

peregrino

-- de Luis Cernuda --

¿volver? vuelva el que tenga,
tras largos años, tras un largo viaje,
cansancio del camino y la codicia
de su tierra, su casa, sus amigos,
del amor que al regreso fiel le espere.
Mas, ¿tú? ¿volver? regresar no piensas,
sino seguir libre adelante,
disponible por siempre, mozo o viejo,
sin hijo que te busque, como a ulises,
sin ítaca que aguarde y sin penélope.
Sigue, sigue adelante y no regreses,
fiel hasta el fin del camino y tu vida,
no eches de menos un destino más fácil,
tus pies sobre la tierra antes no hollada,
tus ojos frente a lo antes nunca visto.



Manuel del Palacio

Semblanzas: XIV

-- de Manuel del Palacio --

Tradujo á Beranger cuando era mozo,
Y una historia escribió de cabo á rabo;
Para tomar las once toma un pavo,
Se duerme andando, y ronca sin rebozo.

Tiene la anchura del brocal de un pozo,
Imita en su resuello á un toro bravo,
Y de fijo tuviera á ser esclavo
La caldera del gas por calabozo.

Nadie hay que por su genio no le inciense;
Mas dió un drama del Príncipe á la escena,
Y se oyeron los gritos en Orense;

De lo cual yo deduzco, no sin pena,
Que no existe un autor que mejor piense
Sumando lo que come y lo que cena.



Jorge Guillén

cima de la delicia

-- de Jorge Guillén --

¡cima de la delicia!
todo en el aire es pájaro.
Se cierne lo inmediato
resuelto en lejanía.
¡Hueste de esbeltas fuerzas!
¡qué alacridad de mozo
en el espacio airoso,
henchido de presencia!
el mundo tiene cándida
profundidad de espejo.
Las más claras distancias
sueñan lo verdadero.
¡Dulzura de los años
irreparables! ¡bodas
tardías con la historia
que desamé a diario!
más, todavía más.
Hacia el sol, en volandas
la plenitud se escapa.
¡Ya sólo sé cantar!



Pedro Soto de Rojas

Al pensamiento

-- de Pedro Soto de Rojas --

¿Dónde vuelas, soberbio pensamiento?
Ícaro mozo, mi consejo espera:
mira que al polvo humilde y blanda cera
ni el sol perdona, ni respeta el viento.

Fénix es sol, y su divino aliento
la procelosa de Aquilón esfera;
de cera y polvo tú porción ligera;
teme, vuelve a la tierra, que es tu asiento.

Pero sube, camina, no repares,
rompa tu fuerza los contrarios vientos
hasta ver de tu sol su luz a solas;

que, si muerto cual Ícaro bajares,
nombre darás al mar de mis tormentos
y eterno vivirás entre sus olas.



Félix María Samaniego

La paga adelantada

-- de Félix María Samaniego --

Una soltera muy escrupulosa

casarse rehusaba,

y decía a su madre que pensaba

que hacer la mala cosa

aun después de casada era pecado.

Un bigardón del caso fue informado,

y, habiéndose en la casa introducido

y hallándose querido,

pidió a la niña luego en casamiento.

Ella el consentimiento

dio con la condición de que tres veces

en la primera noche se lo haría

por ponerla corriente, y seguiría

luego una sola vez todos los meses.

Hízose al fin la boda

y, de la noche ya llegado el plazo,

la muchacha tres veces, brazo a brazo,

sufrió, sin menearse, la acción toda.

Concluyó el fuerte mozo su trabajo

y durmióse cansado; ella, impaciente,

andaba impertinente

volviéndose de arriba para abajo,

hasta que él acabó por despertarse

y huraño dijo: -¡ Hay tal cosquillería,

que por dos veces ya me has despertado!

Y ella exclamó, acabando de arrimarse:

-¿Me quieres dar un mes adelantado?



Gabriela Mistral

obrerito

-- de Gabriela Mistral --

Madre, cuando sea grande,
¡ay..., Qué mozo el que tendrás!
te levantaré en mis brazos,
como el zonda al herbazal.
O te acostaré en las parvas
o te cargaré hasta el mar
o te subiré las cuestas
o te dejaré al umbral.
¿Y qué casal ha de hacerte
tu niñito, tu titán,
y qué sombra tan amante
sus aleros van a dar?
yo te regaré una huerta
y tu falda he de cansar
con las frutas y las frutas
que son mil y que son más.
O mejor te haré tapices
con la juncia de trenzar;
o mejor tendré un molino
que te hable haciendo el pan.
Cuenta, cuenta las ventanas
y las puertas del casal;
cuenta, cuenta maravillas
si las puedes tú contar...



Gutierre de Cetina

no miréis más, señora

-- de Gutierre de Cetina --

Con tan grande atención esa figura,
no os mate vuestra propia hermosura.
Huid, dama, la prueba
de lo que puede en vos la beldad vuestra.
Y no haga la muestra
venganza de mi mal piadosa y nueva.
El triste caso os mueva
del mozo convertido entre las flores
en flor, muerto de amor de sus amores.



Hernando de Acuña

Ícaro

-- de Hernando de Acuña --

Con Ícaro, de Creta se escapaba
Dédalo, y ya las alas extendía,
y al hijo, que volando le seguía,
con amor maternal amonestaba:

Que si el vuelo más alto levantaba,
la cera con el sol se desharía,
y en el mismo peligro le pondría
el agua y su vapor, si más bajaba.

Mas el soberbio mozo, y poco experto,
enderezóse luego al alo cielo
y, ablandada la cera en la altura,

perdió las alas, y en el aire muerto,
recibiéndole el mar del alto vuelo,
por el nombre le dio la sepultura.



Salvador Díaz Mirón

Infeliz el cónyuge, ¡Ay del que se fíe!

-- de Salvador Díaz Mirón --

Infeliz el cónyuge, ¡ay del que se fíe
de joven hermosa, dulce y hechicera
en brazos de un mozo que apriete y porfíe!
Ella dulcemente mueve la cadera,
y él no mira cosa que la contraríe,
y en los pardos bucles de la cabellera
una flor de fuego bruscamente ríe.
Y la esposa baila con los senos fuera
y él no mira cosa que la contraríe,
y en los pardos bucles de la cabellera
una flor de fuego bruscamente ríe.



Contra Gallardo

-- de El Solitario --

Traga-infolios, engulle-librerías,
desvalija-papeles, mariscante,
pescador, ratonzuelo, mareante,
Barbarroja y Dragut de nuestros días.

Más vejete que el viejo Matatías,
murcia-murciando va el mundo adelante;
de bibliotecas es el coco andante,
capeador, incansable en correrías.

Harto de hormiguear a troche y moche
y de hundir lo que birla desde mozo
en su cueva, insondable como abismo,

en sueños se levanta a media noche,
coge sus libros y los echa al pozo,
y por garfiar, garfiña hasta sí mismo.



Andrés Eloy Blanco

A Florinda en invierno

-- de Andrés Eloy Blanco --

Al hombre mozo que te habló de amores
dijiste ayer, Florinda, que volviera,
porque en las manos te sobraban flores
para reírte de la Primavera.

Llegó el Otoño: cama y cobertores
te dio en su deshojar la enredadera
y vino el hombre que te habló de amores
y nuevamente le dijiste: -Espera.

Y ahora esperas tú, visión remota,
campiña gris, empalizada rota,
ya sin calor el póstumo retoño

que te dejó la enredadera trunca,
porque cuando el amor viene en Otoño,
si le dejamos ir no vuelve nunca.



Manuel Machado

Cantares

-- de Manuel Machado --

Vino, sentimiento, guitarra y poesía
hacen los cantares de la patria mía.
Cantares...
Quien dice cantares dice Andalucía.

A la sombra fresca de la vieja parra,
un mozo moreno rasguea la guitarra...
Cantares...
Algo que acaricia y algo que desgarra.

La prima que canta y el bordón que llora...
Y el tiempo callado se va hora tras hora.
Cantares...
Son dejos fatales de la raza mora.

No importa la vida, que ya está perdida,
y, después de todo, ¿qué es eso, la vida?...
Cantares...
Cantando la pena, la pena se olvida.

Madre, pena, suerte, pena, madre, muerte,
ojos negros, negros, y negra la suerte...
Cantares...
En ellos el alma del alma se vierte.

Cantares. Cantares de la patria mía,
quien dice cantares dice Andalucía.
Cantares...
No tiene más notas la guitarra mía.



Miguel Unamuno

En la calleja

-- de Miguel Unamuno --

Media noche. La luna á la calleja
enjabelga. La tapia de un convento
de una vera. Sobre ella, monumento
de soledá, un ciprés lanza á una reja

su sombra, en la que envuelta una pareja
consumiéndose. El mozo está sediento
y ella siente en los hierros el violento
batir del corazón. Cruza una queja



Miguel Unamuno

Mi vieja cama

-- de Miguel Unamuno --

Vuelvo á acostarme en tí, mi amiga cama,
que abrigaste mis noches siendo mozo
y tu tibieza un recojido gozo
por todos mis sentidos desparrama.

En sueños hoy reanudo en tí la trama
de los viejos recuerdos trozo á trozo
de cuando aun sin apuntarme el bozo
era mi pena ya conquistar fama.



Juan Pedro López

Payador

-- de Juan Pedro López --

Payador no puede ser
cualquiera que se disponga
por más que en una milonga
pueda, el mozo, florecer.
Primero debe tener
conciencia de lo que toca
y si algún recuerdo evoca
debe hacerlo penetrante
para que sea el consonante
un pensamiento en su boca.

Porque arrojar consonantes
con facilidad pasmosa
eso... Resulta una cosa
de mediocres e ignorantes.
Los pensamientos brillantes
no se hallan a la carrera,
ni aquélla expresión sincera
que lo hace gaucho al cantor,
cuando canta con amor
derramando el alma entera.

Que para ser payador
no hay estudios, ni se aprende;
es el divino fulgor
de un rarísimo señor
que ni él mismo se comprende.



Evaristo Carriego

De la aldea

-- de Evaristo Carriego --

Regresan de la era. Se oyen cercanas
las fuertes risotadas y las canciones
con que animan la vuelta los mocetones
que siguen, desde lejos, a las aldeanas.

Ya, detrás de las rejas de las ventanas,
estudian las muchachas contestaciones,
para dar a las tímidas declaraciones
que de rústicos labios salen galanas.

Como van a concluirse las romerías,
crecen las estruendosas algarabías...
Y, halagando a una novia provocadora,

pasa diciendo un mozo de porte fiero,
al son de la guitarra conquistadora,
las postreras hazañas de un bandolero.



Evaristo Carriego

El silencioso que va a la trastienda

-- de Evaristo Carriego --

Francanrénte, es huraña la actitud de ese obrero
que, de la alegre rueda casi siempre apartado,
se pasa así las horas muertas, con el sombrero
sobre la pensativa frente medio inclinado.

Sin asegurar nada, dice el almacenero
que, por momentos, muchas veces le ha preocupado
ver con qué aire tan raro se queda el compañero
contemplando la copa que apenas ha probado.

Como a las indirectas se hace el desentendido,
el otro día el mozo, que es un entrometido,
y de lo más cargoso que se pueda pedir,

se acercó a preguntarle no sabe qué zoncera
y le clavó los ojos, pero de una manera
que tuvo que alejarse sin volver a insistir.



Evaristo Carriego

La muchacha que siempre anda triste

-- de Evaristo Carriego --

Así anda la pobre, desde la fecha
en que, tan bruscamente, como es sabido,
aquel mozo que fuera su prometido
la abandonó con toda la ropa hecha.

Si bien muchos lo achacan a una locura
del novio que oponía sobrados peros...
Todavía se ignoran los verdaderos
motivos admisibles de la ruptura.

Sin embargo, en los chismes, casi obligados,
de los pocos momentos desocupados,
una de las que cosen en el taller

dice,— y esto lo afirma la propia abuela, —
que desde que ella estuvo con la viruela
él, ni una vez siquiera, la ha vuelto a ver.



Francisco de Quevedo

parnaso español 44

-- de Francisco de Quevedo --

Dichoso tú, que, alegre en tu cabaña,
mozo y viejo espiraste la aura pura,
y te sirven de cuna y sepultura
de paja el techo, el suelo de espadaña.
En esa soledad, que, libre, baña
callado sol con lumbre más segura,
la vida al día más despacio dura,
y la hora, sin voz, te desengaña.
No cuentes por los cónsules los años;
hacen tu calendario tus cosechas;
pisas todo tu mundo sin engaños.
De todo lo que ignoras te aprovechas;
ni anhelas premios, ni padeces daños,
y te dilatas cuanto más te estrechas.



José Alonso y Trelles

Sofrenazo

-- de José Alonso y Trelles --

A mi querido amigo Alberto Zipitría

¡Adiosito, flor de yuyo,
Pero de yuyo oloroso,
Pa que usté lo yáme suyo
La va siguiendo un buen mozo.

¡Pucha, si es como culebra
Pa ondular cuando camina!...
La vi hacer feliz, mi china,
Si el palito no se quiebra.

¿Que no contesta? ¡Mejor!
¿Si sabrá ya este budín
Que a mi me gusta el picor
De la pulpa el macachín?

Dese güelta, mi chiruza,
Muestre la gloria e su cara;
¡No se diga que dispara
Lo mesmo que la ola rusa!

¿Que hay por medio un compromisio?
Pues sepan sus excelencias
Que la sigo... Como al vicio,
Sin medir las consecuencias.

¡Echa y que no se redame
La chirucita macuca
Con un rulito en la nuca
Que va diciendo: "besáme"!

¿Quiere que yame un chofer
Que es amigo y muy cáuto.
Y nos damos el placer
De irnos de garufa en auto?

¡Qué busto pa una caricia
Al blando rodar del coche!...
¡Y que han ca... Ñoneáo anoche
Los ravioles a Gorizia!...

¿Quiere no ser inprudente?
¿Quiere dejar de ser chancho?
-¡Que la parió a la creciente,
Que casi me yeva el rancho!...



José Martí

¡oh margarita!

-- de José Martí --

¡oh margarita!
una cita a la sombra de tu oscuro
portal donde el friecillo nos convida
a apretarnos los dos, de tan estrecho
modo, que un solo cuerpo los dos sean:
deja que el aire zumbador resbale,
cargado de salud, como travieso
mozo que las corteja, entre las hojas,
y en el pino
rumor y majestad mi verso aprenda.
Sólo la noche del amor es digna.
La soledad, la oscuridad convienen.
Ya no se puede amar, ¡oh margarita!



José Martí

a bordo

-- de José Martí --

Vela abajo, mozo arriba,
acá el roto, allá el peñasco,
ido el sol, recio el chubasco,
y el barco, no barco, criba:
gigante el viento derriba
los hombres de las escalas;
desatadas van las balas
rodando por la cubierta,
¡y yo, en medio a la obra muerta
vivo, mi hijo en las alas!



José Martí

es verdad...

-- de José Martí --

Es verdad. Si la máscara discreta
oculta su tormento al corazón:
nadie sabe el abismo que el poeta
en los dinteles de la vida vio.
De verde fue, magnifico y sencillo
a un suave amor su cuerpo sacudir,
y tenderse, cruzado pajecillo,
como en un nido fresco un colibrí.
De verle fue, con férvida elocuencia,
ruiseñor vocinglero, arrebatar
y luego, junto al libro de la ciencia,
¡perdonar, sonreír, aletear!
fue la pública fama su riqueza,
un martirio celeste su blasón,
y más que oro brillaba su pureza
a la luz de aquel sol que es más que sol.
Dicen que la malvada baila en fiestas
y en calma escucha el sueño de macbeth;
dicen que rompe al son de las orquestas
su corona primera de mujer:
crece a la par de la gentil doncella
el árbol puro del primer amor:
pero, sépalo al fin la infame aquella:
la pureza no da más que una flor.
El pobre mozo, los heroicos labios
pliega, como quien quiere sonreír
y en pie, volviendo a sus infolios sabios
¡adiós! llorando dice al mes de abril.



José Martí

cuentan que antaño

-- de José Martí --

Cuentan que antaño,y por si no lo cuentan,
invéntologo, un labriego que quería
mucho a un zorzal, a quien dejaba libre
surcar el aire y desafiar al viento
de cierto bravo halcón librarlo quiso
que en cazar por el ala adestró astuto
un señorín de aquellas cercanías,
y púsole al zorzal el buen labriego
sobre sus alas, otras dos, de modo
que el vuelo alegre al ave no impidiesen.
Salió el sol, y el halcón rompiendo nubes,
tras el zorzal, que a la querencia amable
del labrador inquieto se venía:
ya le alcanza: ya le hinca: ya estremece
en la mano del mozo el hilo duro:
mas guay del señorín!: el halcón sólo
prendió al zorzal, que diestro se le escurre,
por las alas postizas del labriego.
Así, quien casa por la rima, aprende
que en sus garras se escapa la poesía!



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