Buscar Poemas con Moza


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Se han encontrado 14 poemas con la palabra moza

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Lope de Vega

Vida cumplida

-- de Lope de Vega --

Moza fui, gocé mi edad;
pero cuando vieja fui,
otras gozaron por mí
su hermosura y libertad

Setenta años vi el sereno
cielo; gocelos justo:
los cuarenta con mi gusto;
los treinta con el ajeno

Poema Vida cumplida de Lope de Vega con fondo de libro

Góngora

En la muerte de una señora que murió moza en Córdoba

-- de Góngora --

Fragoso monte, en cuyo vasto seno
duras cortezas de robustas plantas
contienen aquel nombre en partes tantas
de quien pagó a la tierra lo terreno:

así cubra de hoy más cielo sereno
la siempre verde cumbre que levantas,
que me escondas aquellas letras santas
de que a pesar del tiempo has de estar lleno.

La corteza do están desnuda, o viste
su villano troncón de hierba verde,
de suerte que mis ojos no las vean.

Quédense en tu arboleda, ella se acuerde
de fin tan tierno, y su memoria triste,
pues en troncos está, troncos la lean.

Poema En la muerte de una señora que murió moza en Córdoba de Góngora con fondo de libro

Luis Lloréns Torres

dora panchita

-- de Luis Lloréns Torres --

A doña panchita el sol
la hizo de carne trigueña.
El sol la hizo buena moza.
El sol la hizo buena hembra.

Le puso negro el cabello;
negras las pupilas negras;
le puso dulces los labios;
le puso dulce la lengua.

Dicen que dicen que doña panchita
novia es del sol tropical que la besa.
Dicen que dicen que doña panchita
siente que hierve la sangre en sus venas.

Dicen que dicen que doña panchita
ha de pecar bajo el sol que la quema.
Dicen que dicen que si ella pecara
culpa seria del sol de su tierra.

Las flores perfuman.
Los pájaros vuelan.
Y doña panchita
es hija de eva.

Poema dora panchita de Luis Lloréns Torres con fondo de libro

Félix María Samaniego

El sombrerero

-- de Félix María Samaniego --

A los pies de un devoto franciscano
acudió un penitente, —Diga hermano,
¿qué oficio tiene? —Padre, sombrerero.
—¿Y qué estado? —Soltero.
—¿Y cual es su pecado dominante?
—Visitar a una moza. —¿Con frecuencia?
—Padre mío, bastante.
—¿Cada mes? —Mucho más. —¿Cada semana?
—Aun todavía más. —¿La cuotidiana?
—Hago dos mil propósitos sinceros...
—Pero dígame hermano, claramente:
¿Dos veces al día? —Justamente
—¿Pues cuando diablos hace los sombreros?



Gutierre de Cetina

horas alegres que pasáis volando

-- de Gutierre de Cetina --

Porque a vueltas del bien mayor mal sienta;
sabrosa noche que en tan dulce afrenta
el triste despedir me vas mostrando;
importuno reloj, que apresurando
tu curso, mi dolor me representa;
estrellas con quien nunca tuve cuenta,
que mi partida vais acelerando;
gallo que mi pesar has denunciado;
lucero que mi luz va obscureciendo;
y tú, mal sosegada y moza aurora;
si en vos cabe dolor de mi cuidado,
id poco a poco el paso deteniendo,
si no puede ser más, siquiera un hora.



Salvador Díaz Mirón

Vigilia y sueño

-- de Salvador Díaz Mirón --

La moza lucha con el mancebo
-su prometido y hermoso efebo-
y vence a costa de un traje nuevo.

Y huye sin mancha ni deterioro
en la pureza y en el decoro,
y es un gran lirio de nieve y oro.

Y entre la sombra solemne y bruna,
yerra en el mate jardín, cual una
visión compuesta de aroma y luna.

Y gana el cuarto, y ante un espejo,
y con orgullo de amargo dejo,
cambia sonrisas con un reflejo.

Y echa cerrojos, y se desnuda,
y al catre asciende blanca y velluda,
y aún desvestida se quema y suda.

Y a mal pabilo, tras corto ruego,
sopla y apaga la flor de fuego,
y a la negrura pide sosiego.

Y duerme a poco. Y en un espanto,
y en una lumbre, y en un encanto,
forja un suceso digno de un canto.

¡Sueña que yace sujeta y sola
en un celaje que se arrebola,
y que un querube llega y la viola!



Antonio Machado

Apuntes

-- de Antonio Machado --

¿Faltaran los lirios
a la primavera
el canto a la moza
y el cuento a la abuela
y al llanto del niño
la ubre materna?
¿Los encinares del monte
son de retórica vieja
Nunca desdeñeis las cópulas
fatales. Clásicas, bellas,
del potro con la llanura,
del mar con la nave hueca,
del viento con el molino,
la torre con la cigüeña.
Riman la sed con el agua,
el fuelle con la candela,
la bruja con el rosario,
la jarra con la moneda.
Los cántaros con las fuentes
y las graciosas caderas,
y con los finos tobillos
la danza y la adolescencia.
El escudo con el brazo,
la mano con la herramienta,
y los músculos de Heracles
con el león de Nemea.
Mas si digo: hay coplas
que huelen a pesca,
o el mar huele a rosas,
sus gafas más negras
se calan los doctos
y me latinean:
¿''Risum teneatis''?
con gran suficiencia.
Y las nueve musas
se rien de veras.
Segovia 1919



Miguel Unamuno

Canto de remudo

-- de Miguel Unamuno --

Invisible paloma, la tonada
con sus alas sonoras cruza y roza
los riscos del barranco y á la moza
que unas calzas remienda en la tenada

le sacude el oído. Alborozada
bebe el reclamo; viene de la choza
donde el pastor la sueña, y ella goza
gozando de antemano la velada.



Miguel Unamuno

Blas, el bobo

-- de Miguel Unamuno --

Blas, el bobo de la aldea,
vive en no quebrado arrobo;
La aldea es de Blas el bobo,
pues toda a Blas le recrea.

Blas, que se crió desde niño
sin padres, con madre moza,
en una perdida choza,
libre de carnal cariño;

Blas, tradición la más pura,
sabe todo el calendario,
reza a la tarde el rosario
y le ayuda a misa al cura.

Gracias a Blas el bendito
no descarga Dios su vara
sobre la aldea, la ampara
Blas, botón del infinito.



Evaristo Carriego

En el barrio

-- de Evaristo Carriego --

Ya los de la casa se van acercando
al rincón del patio que adorna la parra,
y el cantor del barrio se sienta, templando,
con mano nerviosa la dulce guitarra.

La misma guitarra, que aun lleva en el cuello
la marca indeleble, la marca salvaje
de aquel despechado que soñó el degüello
del rival dichoso tajeando el cordaje.

Y viene la trova: rimada misiva,
en décimas largas, de amante fiereza,
que escucha insensible la despreciativa
moza, que no quiere salir de la pieza...

La trova que historia sombrías pasiones
de alcohol y de sangre, castigos crüeles
agravios mortales de los corazones
y muertes violentas de novias infieles...



Evaristo Carriego

Frente a frente

-- de Evaristo Carriego --

Anoche, la enferma se fué de la vida,
por fin libertada de todos sus males.
Se fué sin angustias, como en un olvido,
sonriendo en sus hondos momentos finales.

Las madres del barrio, musitan plegarias,
y, ahuyentando el sueño posible, la velan
con cara de luto, mientras las solícitas
a los pobrecitos huérfanos consuelan...

La robusta moza de la otra buhardilla,
dio a luz esta tarde. Contempla gozosa
la flor de sus noches: ese diminuto
amor, amasado con carne radiosa.

El marido, alegre, parece un chiquillo
dueño del regalo que al fin le llegara,
y, en un amplio fuerte gesto, para nuevas
viriles conquistas los brazos prepara.



Evaristo Carriego

Otro chisme

-- de Evaristo Carriego --

¿Ahora el otro?... Bueno a ese paso
se han de contagiar todos, entonces. Vaya
con la manía! Porque es el caso
que no trancurre un solo día sin que haya
sus novedades...
Nadie ha sabido
sacarle las palabras... ¡Es ocurrencia:
servir de burla a cuanto mal entendido
hay en Palermo!... ¡Si da impaciencia
verlo! La causa, de cualquier modo,
no ha de ser para tanto:
pasarse horas enteras... Y, sobre todo,
¡siempre con esa cara de Viernes Santo!...
Pues ¡lo que son las cosas!, precisamente,
desde que aquella moza, que se reía
de su facha, muriera tan de repente
anda así el hombre. ¡Bien lo decía
uno de sus amigos!



José Alonso y Trelles

La güeya

-- de José Alonso y Trelles --

Pulpero, eche caña,
Caña de la güena,
Yene hasta los topes ese vaso grande,
No ande con miserias.

Tengo como un juego
La boca de seca,
Y en el tragadero tengo como un ñudo,
Que me áhuga y me apreta.

Déme esa guitarra...
¡Quién sabe sus cuerdas
No me dicen algo que me dé coraje
Pa echar esto ajuera!...

Hoy de madrugada
Yegé a mi taperas,
Y observé en el pasto mojáo po'el sereno
Yo no sé que güeyas...

Tal vez de algún perro...
Pero ¡de ande yerba!
Si al lao de mi rancho no tengo chiquero,
Ni en mi casa hay perra...

Dentré, y a mi china
La encontré dispierta...
Pulpero, eche caña, que tengo la boca
Lo mesmo que yesca...

Yo tengo, pulpero,
Pa que usté lo sepa,
La moza más linda que han visto los ojos
En tuita la tierra.

Con eya mi rancho
Ni al cielo envidéa...
Pero eche otro vasdo pa ver si me olvido
Que he visto una güeya...



Ramón de Campoamor

La opinión

-- de Ramón de Campoamor --

A mi querida prima Jacinta White de Llano,

en la muerte de su hija

¡Pobre Carolina mía!
¡Nunca la podré olvidar!
Ved lo que el mundo decía
viendo el féretro pasar:
Un clérigo. Empiece el canto.
El doctor. ¡Cesó el sufrir!
El padre. ¡Me ahoga el llanto!
La madre. ¡Quiero morir!
Un muchacho. ¡Qué adornada!
Un joven. ¡Era muy bella!
Una moza. ¡Desgraciada!
Una vieja. ¡Feliz ella!
—¡Duerme en paz!—dicen los buenos.
—¡Adiós!—dicen los demás.
Un filósofo. ¡Uno menos!
Un poeta. ¡Un ángel más!



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