Buscar Poemas con Melampo


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Se han encontrado 4 poemas con la palabra melampo

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Gutierre de Cetina

un blanco, pequeñuelo y bel cordero

-- de Gutierre de Cetina --

Vandalio para dórida criaba,
cuando viendo que el lobo lo llevaba,
dijo alzando la voz, airado y fiero:
«¡al lobo, al lobo, canes, que os espero,
argo, trasileón, melampo y brava!
¡hélo!, brava lo alcanza y, ¡hélo!, traba.
Soltado lo ha el traidor, por ir ligero.
»Ya lo veo y lo alcanzo, ya lo tomo;
ya se embosca el traidor, ya deja el robo;
ya mis canes se vuelven victoriosos».
Así decía vandalio, y no sé cómo
por entre aquellos álamos ombrosos
eco resuena ahora: «¡al lobo, al lobo!»

Poema un blanco, pequeñuelo y bel cordero de Gutierre de Cetina con fondo de libro

Julio Herrera Reissig

Meridiano durmiente

-- de Julio Herrera Reissig --

Frente a la soporífera canícula insensata,
la vieja sus remiendos monótonos frangolla;
y al son del gluglutante rezongo de la olla
inspírase el ambiente de bucólica beata...

En el sobrio regazo de la cocina grata,
su folletín la cándida maledicencia empolla,
hasta que la merienda de hogaza y de cebolla
abre un dulce paréntesis a la charla barata.

Afuera el aire es plomo... Casiopea y Melampo,
turban sólo el narcótico gran silencio del campo.
Ella, la muy maligna, finge torpes enredos,

como le habla al oído de divinos deslices...
Y así el tiempo resbala por sus almas felices,
como un rosario fácil entre unos bellos dedos.

Poema Meridiano durmiente de Julio Herrera Reissig con fondo de libro

Julio Herrera Reissig

galantería ingenua

-- de Julio Herrera Reissig --

A través de la bruma invernal y del limo,
tras el hato, fonoe cabra la senda terca;
mas de pronto, un latido dícele que él se acerca...
Y, en efecto, oye el silbo de melampo su primo.

A la llama, el coloquio busca sabroso arrimo;
luego inundan sus fiebres en la miel de la alberca;
hasta que la incitante fruta de ajena cerca
les brinda la luz verde dulce de su racimo.

Después ríen... ¡De nada! ¿para qué tendrán boca?
y por fin -dios lo quiso- él, de espaldas la choca
y la estriega y la burla, ya que amor bien maltrata...

Y ella en púdicas grimas, con dignidades tiernas
de doncellez, se frunce el percal que recata
la primicia insinuante de sus prósperas piernas...

Poema galantería ingenua de Julio Herrera Reissig con fondo de libro

Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 6

-- de Francisco de Quevedo --

Este cordero, lisis, que tus yerros
sobrescribieron como al alma mía,
estando ayer recién nacido el día,
de un lobo le cobraron mis dos perros.
En el denso teatro de estos cerros,
melampo aventajó su valentía:
ya le viste otra vez, con osadía,
defender a tus voces los becerros.
Conoce que soy tuyo en tu ganado,
pues, por guardarle, desamparo el mío,
y en mi pérdida estimo su cuidado.
Pues te sirven sus dientes y sus brío,
recíbele, no pierda desdeñado
lo que él merece, porque yo le envío.



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