Buscar Poemas con Mausoleo


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Se han encontrado 6 poemas con la palabra mausoleo

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Lope de Vega

Humíllense a tu sacro mausoleo

-- de Lope de Vega --

Humíllense a tu sacro Mausoleo
fuerte David y Salomón prudente,
el rebelde gigante del Oriente
y el idolatra del contrario polo;

y a tu pendón crucígero, que solo
fue del África y Asia rayo ardiente,
cuantos beben la bárbara corriente
de Eúfrates, Nilo, Ganges y Pactolo.

La religión y la justicia lloren,
¡oh pacífico Numa, oh gran Torcato!,
España, Italia y Francia enternecida.

Y todos juntos nuevamente adoren
encima de tus aras tu retrato,
tercero entre tu muerte y nuestra vida.

Poema Humíllense a tu sacro mausoleo de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Como es la patria celestial colonia

-- de Lope de Vega --

Como es la patria celestial colonia,
bien que el camino a los mortales agro,
ilustrísimo Conde, a quien consagro
los árboles de Apolo y de Tritonia,

fuiste contra la fiera Babilonia,
aunque cordero tierno por milagro,
nuevo, divino, heroico Meleagro
de la escocesa silva Caledonia.

Ya muerto, otro Mercurio te contemplo,
que tomando las arnas y la espada,
despojos de tu noble mausoleo,

en defensa de Cristo, y de su templo,
Julián y Babilonia derribada,
confiesen que ha vencido el Galileo.

Poema Como es la patria celestial colonia de Lope de Vega con fondo de libro

César Vallejo

verano

-- de César Vallejo --

Verano, ya me voy. Y me dan pena
las manitas sumisas de tus tardes.
Llegas devotamente; llegas viejo;
y ya no encontrarás en mi alma a nadie.
Verano! y pasarás por mis balcones
con gran rosario de amatistas y oros,
como un obispo triste que llegara
de lejos a buscar y bendecir
los rotos aros de unos muertos novios.
Verano, ya me voy. Allá, en setiembre
tengo una rosa que te encargo mucho;
la regarás de agua bendita todos
los días de pecado y de sepulcro.
Si a fuerza de llorar el mausoleo,
con luz de fe su mármol aletea,
levanta en alto tu responso, y pide
a dios que siga para siempre muerta.
Todo ha de ser ya tarde;
y tú no encontrarás en mi alma a nadie.
Ya no llores, verano! en aquel surco
muere una rosa que renace mucho...

Poema verano de César Vallejo con fondo de libro

Juan de Arguijo

Artemisa

-- de Juan de Arguijo --

Labra Artemisa el grande mausoleo,
Que los altos pirámides afrenta
Del egipcio soberbio, y no contenta,
Busca á su ilustre fe mayor trofeo.

Del tierno y casto pecho en nuevo empleo
Hacer sepulcro al nuevo esposo intenta,
Cuyas cenizas, de su amor sedienta,
Bebe con ansias de inmortal deseo.

«En vano, dice, pretendió la muerte
De tí, dulce Mausolo, dividirme,
Y en largo olvido sepultar tu gloria;

»Que de su injuria hasta á defenderte
Mi pecho, mas que el bronce y mármol firme,
Y eternizar mi amor y tu memoria.



Juana de Ibarbourou

la hora

-- de Juana de Ibarbourou --

Tómame ahora que aun es temprano
y que llevo dalias nuevas en la mano.

Tómame ahora que aun es sombría
esta taciturna cabellera mía.

Ahora que tengo la carne olorosa
y los ojos limpios y la piel de rosa.

Ahora que calza mi planta ligra
la sandalia viva de la primavera.

Ahora que mis labios repica la risa
como una campana sacudida a prisa.

Después..., ¡Ah, yo sé
que ya nada de eso mas tarde tendré!

que entonces inútil será tu deseo,
como ofrenda puesta sobre un mausoleo.

¡Tómame ahora que aun es temprano
y que tengo rica de nardos la mano!

hoy, y no mas tarde. Antes que anochezca
y se vuelva mustia la corola fresca.

Hoy, y no mañana. ¡Oh amante! ¿no ves
que la enredadera crecerá ciprés?



Ramón López Velarde

Que adorable manía

-- de Ramón López Velarde --

¡Qué adorable manía de decir
en mi pobreza y en mi desamparo:
soy más rico, muy más que un gran visir:
el corazón que amé se ha vuelto faro!

Cuando se cansa de probar amor
mi carne, en torno de la carne viva,
y cuando me aniquilo de estupor
al ver el surco que dejó en la arena
mi sexo, en su perenne rogativa,
de pronto convertirse al mundo veo
en un enamorado mausoleo...

Y mi alma en pena bebe un negro vino,
y un sonoro esqueleto peregrino
anda cual un laúd por el camino.

Por darme el santo y seña, la viajera
se ata debajo de la calavera
las bridas del sombrero de pastora

En su cráneo vacío y aromático
trae la esencia de un eterno viático.
Y al fin, del fondo de su pecho claro,
claro de Purgatorio y de Sión,
en el sitio en que hubo el corazón
me da a beber el resplandor de un faro.



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