Buscar Poemas con Marca


  ·En el buscador de poemas puedes encontrar entre más de doce mil poemas todos aquellos que contienen las palabras de búsqueda. Los poemas forman parte de la antología poética de los 344 poetas más importantes en lengua Española de todos los tiempo. Puedes elegir entre dos tipos de búsqueda:
  ·Buscar entre todos los poemas los que contienen las palabras de la búsqueda.
  ·Buscar sólo los poemas cortos -aquellos que tienen 8 versos o menos- que coinciden con el criterio de búsqueda.

Se han encontrado 17 poemas con la palabra marca

Si lo prefieres puedes ver sólo los poemas cortos, aquellos que tienen ocho versos o menos aquí

Luis Palés Matos

el reloj

-- de Luis Palés Matos --

Con una incontrastable isocronía
canta el reloj las horas que transcurren,
y cual gnomos, por su armazonería,
como suspiros, rápidas, se escurren.

Quizá el tedio lo mata, y a porfía
las dos agujas del reloj, se aburren,
de estar marca que marca todo el día,
arcano idioma que ellas no discurren.

Mirado desde lejos, tiene aspecto
extraño y mitológico, de insecto
que ye correr la vida, indiferente;

y el péndulo, una lengua centelleante,
hiperbólicamente jadeante
que se mofa del tiempo eternamente.

Poema el reloj de Luis Palés Matos con fondo de libro

Evaristo Carriego

En el barrio

-- de Evaristo Carriego --

Ya los de la casa se van acercando
al rincón del patio que adorna la parra,
y el cantor del barrio se sienta, templando,
con mano nerviosa la dulce guitarra.

La misma guitarra, que aun lleva en el cuello
la marca indeleble, la marca salvaje
de aquel despechado que soñó el degüello
del rival dichoso tajeando el cordaje.

Y viene la trova: rimada misiva,
en décimas largas, de amante fiereza,
que escucha insensible la despreciativa
moza, que no quiere salir de la pieza...

La trova que historia sombrías pasiones
de alcohol y de sangre, castigos crüeles
agravios mortales de los corazones
y muertes violentas de novias infieles...

Poema En el barrio de Evaristo Carriego con fondo de libro

Roque Dalton García

el príncipe de bruces

-- de Roque Dalton García --

Era la hora de la injuria la fugaz época de la maldición
cuando mi padre recomenzó en mí otra prueba.
Yo era el único súbdito que le quedaba a su locura
y aunque hasta entonces solía abofetearme de cuando en cuando
me hizo el honor de confiarme la marca negra de la ceniza de la frente.
Era noche para el gentío sin antorchas
por el clima propicio y el olor de la selva
pero a la sazón estábamos solos y como con temor de avergonzarnos
de tal manera que mi padre fue rápido en la consagración.
Me abandonó antes de que me lavase el rostro en su presencia
con agua despaciosa del cenote sagrado.
Decidí no destruir antes del amanecer la marca mágica
decidí descubrirla a mis ojos mirándome en el agua
sabía que con ello pisaba en un terreno mortal
pero más fascinábame la ascensión a la sabiduría.
A los tres días me encontraron muerto
rodeado de aves de rapiña muertas
mi padre fue por agua al pálido cenote
y me lavó la cara sin llorar.

Poema el príncipe de bruces de Roque Dalton García con fondo de libro

Alfonso Reyes

para un mordisco

-- de Alfonso Reyes --

Propio camaleón de otros cielos mejores,
a cada nueva aurora mudaba de colores.
Así es que prefiriera a su rubor primero
el tizne que el oficio deja en el carbonero.
Quiero decir (me explico): la mudanza fue tal,
que iba del rojo al negro lo mismo que stendhal.
Luego, un temblor de púrpura casi cardenalicio
(que viene a ser también el tizne de otro oficio)
se quebró en malva y oro con bandas boreales,
que ni el disco de newton exhibe otras iguales.
Es muy de juan ramón esto de malvas y oros,
o del traje de luces de un matador de toros.
Y no sé si atreverme, en cosa tan sencilla,
a decir que hubo una primavera amarilla ,
con unas vetas verdes, con unos jaspes grises
en olas circunflejas como en el mar de ulises.
¡Ulises yo, que apenas de caribdis a escila
de un vértice a un escollo saciaba la pupila!
porque como es efímero todo lo que es anhelo,
el color se evapora y otra vez sube al cielo,
y ya sabemos que poco a poco se va
aun la marca de fuego de la infidelidá.
Y se acabó la historia tal era la mordida
que lucía en el anca mi querida.



Manuel del Palacio

En la entrada en Madrid

-- de Manuel del Palacio --

Ese pueblo que llora entusiasmado
Y que alegre al pasar os victorea,
Tan firme y decidido en la pelea
Como noble en el triunfo y reposado:

Hoy al mirar su intento realizado,
Con sólo una esperanza se recrea:
La de que vuestra unión eterna sea
Y acabe de los vicios el reinado.

¡Viva la libertad! En cuanto abarca
La tierra á la que disteis nuevo abono,
Del bien y la virtud poned la marca:

Nada de fanatismo ni de encono;
¿De qué sirve arrojar un mal monarca
Si quedan los errores en el trono?



Jorge Luis Borges

una rosa y milton

-- de Jorge Luis Borges --

De las generaciones de las rosas
que en el fondo del tiempo se han perdido
quiero que una se salve del olvido,
una sin marca o signo entre las cosas
que fueron. El destino me depara
este don de nombrar por vez primera
esa flor silenciosa, la postrera
rosa que milton acercó a su cara,
sin verla. Oh tú bermeja o amarilla
o blanca rosa de un jardín borrado,
deja mágicamente tu pasado
inmemorial y en este verso brilla,
oro, sangre o marfil o tenebrosa
como en sus manos, invisible rosa.



César Vallejo

¿y bien ¿te sana el metaloide pálido

-- de César Vallejo --

¿y bien? ¿te sana el metaloide pálido?
¿los metaloides incendiarios, cívicos,
inclinados al río atroz del polvo?
esclavo, es ya la hora circular
en que en las dos aurículas se forman
anillos guturales, corredizos, cuaternarios.
Señor esclavo, en la mañana mágica
se ve, por fin,
el busto de tu trémulo ronquido,
vense tus sufrimientos a caballo,
pasa el órgano bueno, el de tres asas,
hojeo, mes por mes, tu monocorde cabellera,
tu suegra llora
haciendo huesecillos de sus dedos,
se inclina tu alma con pasión a verte
y tu sien, un momento, marca el paso.
Y la gallina pone su infinito, uno por uno;
sale la tierra hermosa de las humeantes sílabas,
te retratas de pie junto a tu hermano,
truena el color oscuro bajo el lecho
y corren y entrechócanse los pulpos.
Señor esclavo ¿y bien?
¿los metaloides obran en tu angustia?



Idea Vilariño

callarse

-- de Idea Vilariño --

Estoy temblando
está temblando el árbol desnudo y en espejos
cantando
y cantando está la luna
riendo
sin silencios
la lírica y romántica
flauta y en cielo en hoz
por vez primera
se abren su luz cereza y el estiércol.

No se pueden quejar ni las mañanas
ni el ardiente sopor que por lo estéril
no canto más no canto
ni puedo deshacer en primavera
ni negarla y beber
ni matar sin querer
ni andar a tientas
ya que el aire está duro
y hay monedas locuras
esperando
la marca del el agua
en desazón riendo
riéndose riendo.

Ah si encono si entonces
ya no quiero
ya no pude se pasa nunca alcanza
una ola se vaga la marea
se desconcierta así
y el sol no existe aquí más que en palabras
pero en cambio en el cielo
caben muchas pero muchas. A veces
se molestan se muerden
en los labios.



Salvador Díaz Mirón

excelsior

-- de Salvador Díaz Mirón --

Conservo
de la injuria,
no la ignominia; pero si la marca.
¡Sentíme sin honor, cegué de furia,
y recogilo de sangrienta charca!
y
hórrido amago suena...
Así la racha en el desierto zumba,
¡cuando en crecientes vórtices de arena
corre a ceñir al árabe la bumba!
¡infames!
os agravia
que un alma superior aliente y vibre;
y en vuestro miedo, trastocado en rabia,
vejáis cautivo al que adularais libre.
Cruel
fortuna dispensa
favor al odio de que hacéis alardes.
Estoy preso, caído, sin defensa...
Podéis herir y escarnecer, ¡cobardes!
al
mal dolos procuren
fuerza y laurel que la razón no alcanza.
¡Aún se cantar; y en versos que perduren
publicaré a los siglos mi venganza!
sobre
la impura huella
del fraude, la verdad austera y sola
brilla, como el silencio de una estrella
por encima del ruido de una ola.
Cárcel
de veracruz, julio de 1892.



Salvador Díaz Mirón

El muerto

-- de Salvador Díaz Mirón --

Como tronco en montaña venido al suelo.
Frente grandiosa y limpia, soberbia y pura.
Negras y unidas cejas, con la figura
del trazo curvo y fino que marca el vuelo.

De un pájaro en un croquis que apunta un cielo.
Nariz igual a un pico de halcón albura
de canas. ¡El abeto, ya sin verdura,
dio en tierra y está en parte cinto de hielo!

El ojo mal cerrado tiene abertura
que muestra un hosco y vítreo claror de duelo,
un lustre de agua en pozo yerta en su hondura.

Moscas espanto y quito con el pañuelo;
y en la faz del cadáver sombra insegura
flota esbozando un cóndor al par que un velo.



Salvador Díaz Mirón

Excelsior (Díaz)

-- de Salvador Díaz Mirón --

Conservo de la injuria,
no la ignominia; pero si la marca.
¡Sentíme sin honor, cegué de furia,
y recogilo de sangrienta charca!

Y hórrido amago suena...
Así la racha en el desierto zumba,
¡cuando en crecientes vórtices de arena
corre a ceñir al árabe la bumba!

¡Infames! Os agravia
que un alma superior aliente y vibre;
y en vuestro miedo, trastocado en rabia,
vejáis cautivo al que adularais libre.

Cruel fortuna dispensa
favor al odio de que hacéis alardes.
Estoy preso, caído, sin defensa...
Podéis herir y escarnecer, ¡cobardes!

Al mal dolos procuren
fuerza y laurel que la razón no alcanza.
¡Aún se cantar; y en versos que perduren
publicaré a los siglos mi venganza!

Sobre la impura huella
del fraude, la verdad austera y sola
brilla, como el silencio de una estrella
por encima del ruido de una ola.



Vicente Huidobro

marca registrada

-- de Vicente Huidobro --

Las células amenazan el pensamiento
amenazan el jardín endiosado
la mano donde empieza el mundo
donde se escriben los acontecimientos
a través de la sangre de los sexos y los bosques
los días se levantan retratando a los hijos
y mueren en su esencia
sin vacilar de frase
en la fecha exacta
van y mueren por su suprema esencia
en sus nervios orgullosos
a flor de pensamiento
a flor de flor
a flor de sentimiento
a flor de tristeza
todo es tiempo final
como la selva que cree en los embrujos
y se atormenta de rayos
y grandes gotas hirvientes que caen como el cielo
todo es tiempo sin fin
como los arroyos en el sueño
y el calor demasiado rápido
de las lágrimas huyendo
a través de las edades
las células amenazan el pensamiento
donde correspondía un paisaje afiebrado
donde ya no hay frontera
ni mano que escriba la última palabra



Marilina Rébora

ven, madre, a descansar ...

-- de Marilina Rébora --

Ven, madre, a descansar...
Ven, madre, a descansar de todos tus trabajos
hasta el jardín umbroso que cultivo en mis sueños,
a la luz de luciérnagas y áureos escarabajos
y la mágica ayuda de esos seres pequeños,
los gnomos, que se visten con trajes escarlata
y brotan cuando alumbran las primeras estrellas,
que usan zapatitos con hebillas de plata
sin dejar en el musgo la marca de sus huellas.
Cantarán para ti la cigarra y el grillo,
ocultos entre hiedras, glicinas o jazmines.
Y con las hojas muertas haremos un castillo
con muros almenados en oro y amarillo,
hasta que se deshaga por sobre los jardines
(en tanto la cabeza sobre mi hombro inclines).



Francisco Acuña de Figueroa

He aquí nuestra vida

-- de Francisco Acuña de Figueroa --

He aquí nuestra vida: ¡de arena un reló!
En polvo sus horas se ven deslizar,
Leves ondas que el río conmueve
Y una a una desata en el mar,
Que entre dos eternidades,
Del pasado al porvenir,
Punto imperceptible
Marca su existir:
Tal del joven
Que brillo
La vida
Voló;
Si,
Cayó,
¡Oh Pena
Como arena,
Cual río pasó
Hijos y consorte
Dejas, caro amigo, si,
En una patria adoptiva
Que ora gime en pos de ti.
Mil honores debidos viviendo
En este recuerdo amor te dejó,
Ora que no vives, te deja un genido;
He aquí nuestra vida: ¡de arena un reló!



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 4

-- de Francisco de Quevedo --

¡aquí del rey jesús! ¿y qué es aquesto?
no le vale la iglesia al desdichado,
que entró a matarle dentro de sagrado,
sin temer casa real, ni santo puesto.
Favor a la justicia, alumbren presto,
corran tras de él, prendan al culpado;
no quiere resistirse, que embozado
de esperar a la ronda está dispuesto.
Llegaron a prenderle por codicia,
no de la espada ser mayor de marca;
mas visto que la trae de sangre llena,
preguntole quién era la justicia,
desembozose y dijo: soy la parca.
¿La parca sois? andad de enhorabuena.



José Martí

estoy en el baile extraño

-- de José Martí --

xxii
estoy en el baile extraño
de polaina y casaquín
que dan, del año hacia el fin,
los cazadores del año.
Una duquesa violeta
va con un frac colorado:
marca un vizconde pintado
el tiempo en la pandereta.
Y pasan las chupas rojas,
pasan los tules de fuego,
como delante de un ciego
pasan volando las hojas.



Roberto Juarroz

competencia del que soy con el que fui

-- de Roberto Juarroz --

Competencia del que soy con el que fui,
del que va a apagar la lámpara
con el que la ha encendido,
del que desparramaba los colores
con el que los reúne,
del que no se veía en los espejos
con el que se contempla en el humo.
Competencia de mi voz con mi voz,
de las palabras que encontraba
con las palabras que me encuentran,
de los silencios que hablaban por amor
con el amor que dice su silencio,
de la luz de una tarde en cualquier tarde
con la luz exclusiva de esta tarde.
Competencia del que soy y del que fui
con el que seré o no seré mañana,
del que aún marca sus huellas
con el que todavía las borra,
del que empujaba al día
con el que ya ocultamente lo sostiene,
del que viene de ninguna parte
con el que viene de ninguna parte.



© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba