Buscar Poemas con Mansamente


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Se han encontrado 10 poemas con la palabra mansamente

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Hernando de Acuña

Como vemos que un río mansamente

-- de Hernando de Acuña --

Como vemos que un río mansamente
por do no halla estorbo, sin sonido,
sigue su natural curso seguido,
tal que aun apenas murmurar se siente;

pero si topa algún inconveniente
rompe con fuerza y pasa con ruido,
tanto que de muy lejos es sentido
el alto y gran rumor de la corriente:

por sosegado curso semejante
fueron un tiempo mis alegres días,
sin que queja o pasión de mí se oyese;

mas como se me puso amor delante,
la gran corriente de las ansias mías
fue fuerza que en el mundo se sintiese.

Poema Como vemos que un río mansamente de Hernando de Acuña con fondo de libro

Lope de Vega

Tiraba rosas el Amor un día

-- de Lope de Vega --

Tiraba rosas el Amor un día
desde una peña a líquido arroyuelo,
que de un espino trasladó a su velo
en la sazón que abril las producía.

Las rosas mansamente conducía
de risco en risco el agua al verde suelo
cuando Juana llegó y al puro hielo
puso los labios de la fuente fría.

Las rosas, entre perlas y cristales,
pegáronse a los labios, tan hermosas,
que afrentaban claveles y corales.

¡Oh pinturas del cielo milagrosas!
¿quién vió jamás transformaciones tales:
beber cristales y volverse rosas?

Poema Tiraba rosas el Amor un día de Lope de Vega con fondo de libro

Jaime Sabines

me dueles

-- de Jaime Sabines --

Me dueles.
Mansamente, insoportablemente, me dueles.
Toma mi cabeza, córtame el cuello.
Nada queda de mí después de este amor.
Entre los escombros de mi alma búscame,
escúchame.
En algún sitio mi voz, sobreviviente, llama,
pide tu asombro,
tu iluminado silencio.
Atravesando muros, atmósferas, edades,
tu rostro (tu rostro que parece que fuera cierto)
viene desde la muerte, desde antes
del primer día que despertara al mundo.
¡Qué claridad tu rostro, qué ternura
de luz ensimismada,
qué dibujo de miel sobre hojas de agua!
amo tus ojos, amo, amo tus ojos.
Soy como el hijo de tus ojos,
como una gota de tus ojos soy.
Levántame. De entre tus pies levántame, recógeme,
del suelo, de la sombra que pisas,
del rincón de tu cuarto que nunca ves en sueños.
Levántame. Porque he caído de tus manos
y quiero vivir, vivir, vivir.

Poema me dueles de Jaime Sabines con fondo de libro

Efraín Huerta

buenos días a diana cazadora

-- de Efraín Huerta --

Muy buenos días, laurel, muy buenos días, metal, bruma y silencio.
Desde el alba te veo, grandiosa espiga, persiguiendo a la niebla,
y eres, en mi memoria, esencia de horizonte, frágil sueño.
Olaguíbel te dio la perfección del vuelo y el inefable encanto de estar quieta,
serena, rodilla al aire y senos hacia siempre, como pétalos
que se hubiesen caldo, mansamente, de la espléndida rosa de toda adolescencia.

Muy buenos días, oh selva, laguna de lujuria, helénica y ansiosa.
Buenos días en tu bronce de violetas broncíneas, y buenos días, amiga,
para tu vientre o playa donde nacen deseos de espinosa violencia.
¡Buenos días, cazadora,.Flechadora del alba, diosa de los crepúsculos!
dejo a tus pies un poco de anhelo juvenil y en tus hombros, apenas,
abandono las alas rotas de este poema.



José Tomás de Cuellar

El clarín de la selva

-- de José Tomás de Cuellar --

RASGANDO la tiniebla ya colora
En el Oriente, imperceptible, escasa,
Como cendal de transparente gasa,
La tibia luz de la risueña aurora.

Y apena el viento, que al follage orea,
Comienza fresco á susurrar sonoro,
Y presta al dulce matutino coro
El ave entre las ramas se menea;

Apenas el arroyo cristalino
Murmura entre las guijas mansamente,
Allá, sobre las rocas del torrente
Se escucha un canto de placer divino.



José Tomás de Cuellar

Visión celeste

-- de José Tomás de Cuellar --

¡QUÉ bella es! dulcísimos sus ojos,
Miradas de paloma...
La tez, como la aurora sonrosada
Que por Oriente asoma...
Como coral los labios, y la frente
Serena como el lago
Que no rizára nunca mansamente
De juguetonas brisas el halago...

Mórbido el seno, terso, alabastrino,
¡Nido de castidad, cuna tranquila
De la virtud; regazo
De adorable pudor! ¡Seno de angel
Sujeto al cielo por secreto lazo!

Desciende ya... Su luenga vestidura
Doblega ya las flores...



José Ángel Buesa

soneto en la alcoba

-- de José Ángel Buesa --

Te miraba acostada con mis ojos de bueno,
tus ojos aprendían lentamente a soñar,
y tu sueño iba a otro, a tu amor en estreno,
embriagado de fuga, de capricho y de azar.
Me tomaste una mano para palpar tu seno,
tu corazón latía con el mío a la par:
el tuyo acelerado por un amor ajeno,
mi corazón tan cerca, sin poderlo alcanzar.
Así dejé de amarte y empecé a comprenderte.
Sentí que me tocaba como un roce de muerte,
un dolor voluptuoso, pasajero y vulgar.
Y mientras me veías mansamente a tu lado,
yo escapaba en silencio, para siempre alejado.
¡Aunque esta misma noche te vuelva a desnudar!



Gerardo Diego

sucesiva

-- de Gerardo Diego --

Déjame acariciarte lentamente,
déjame lentamente comprobarte,
ver que eres de verdad, un continuarte
de ti misma a ti misma extensamente.
Onda tras onda irradian de tu frente
y mansamente, apenas sin rizarte,
rompen sus diez espumas al besarte
de tus pies en la playa adolescente.
Así te quiero, fluida y sucesiva,
manantial tú de ti, agua furtiva,
música para el tacto perezosa.
Así te quiero, en límites pequeños,
aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa,
y tu unidad después, luz de mis sueños.



Antonio Machado

Orillas del Duero II

-- de Antonio Machado --

Se ha asomado una cigüeña a lo alto del campanario.
Girando en torno a la torre y al caserón solitario,
ya las golondrinas chillan. Pasaron del blanco invierno,
de nevascas y ventiscas los crudos soplos de infierno.
Es una tibia mañana.
El sol calienta un poquito la pobre tierra soriana.
Pasados los verdes pinos,
casi azules, primavera
se ve brotar en los finos
chopos de la carretera
y del río. El Duero corre, terso y mudo, mansamente.
El campo parece, más que joven, adolescente.
Entre las hierbas alguna humilde flor ha nacido,
azul o blanca. ¡Belleza del campo apenas florido,
y mística primavera!
¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera,
espuma de la montaña
ante la azul lejanía,
sol del día, claro día!
¡Hermosa tierra de España!



Evaristo Carriego

Mamboretá

-- de Evaristo Carriego --

Así la llaman todos los chicos de Palermo.
Es la risa del barrio con su rostro feucho
y su andar azorado de animalito enfermo.
Tiene apenas diez años, pero ha sufrido mucho...

Los domingos temprano, de regreso de misa
la encuentran los muchachos vendedores de diarios,
y en seguida comienza la jarana, la risa,
y las zafadurías de los más perdularios.

Como cuando la gritan su apodo no responde,
la corren, la rodean y «Mamboretá ¿en dónde
está Dios?», la preguntan los muchachos traviesos.

Mamboretá suspira, y si es que alguno insiste:
— «¿Dónde está Dios?»—, le mira mansamente
sus ojos pensativos de animalito triste, con esos



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