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-- de Adelardo López de Ayala --
¡Pluma: cuando considero
los agravios y mercedes,
el mal y bien que tú puedes
causar en el mundo entero;
que un rasgo tuyo severo
puede matar a un tirano,
y que otro, torpe o liviano,
manchar puede un alma pura,
me estremezco de pavura
al alargarte la mano!
Poema "La pluma (Ayala)" de Adelardo López de Ayala
-- de Alfonso Verdugo Castilla --
Al fuerte patriarca la primera
Raquel a larga senectud redujo;
al victorioso Alfonso, torpe indujo
la segunda a manchar su gloria entera.
La mental, la canora, la tercera,
al grande Ulloa duros hados trujo.
¡Oh hermosura nociva, cuyo influjo
fatal aun en las copias persevera!
Mas ya de la beldad el hado infausto
vence un ímpetu sacro y soberano
que en nueva copia el nombre antiguo emplea.
Jacob descanse, Alfonso viva casto,
Ulloa se asegure; Altamirano
lo enmienda todo, haciendo a Raquel fea.
Poema "Reverso de la medalla antecedente" de Alfonso Verdugo Castilla
-- de Francisco de Quevedo --
Yace en esta tierra fría,
Digna de toda crianza,
La vieja cuya alabanza
Tantas plumas merecía.
No quiso en el cielo entrar
A gozar de las estrellas,
Por no estar entre doncellas
Que no pudiese manchar.
Poema "A Celestina" de Francisco de Quevedo
-- de Roberto Juarroz --
La sombra es un fruto madurado a destiempo.
Si se lo aprieta, suele soltar el jugo de la luz,
pero puede también manchar las manos para siempre.
Hay que vivir la sombra como un fruto,
pero vivirla desde adentro,
como se vive la propia voz.
Y hay que salir de ella gota a gota
o palabra a palabra,
hasta volverse luz sin darse cuenta.
El día de los hombres no es un juego.
El día de los hombres está hecho
de algo que sólo empieza con la luz.
Poema "la sombra es un fruto madurado a destiempo" de Roberto Juarroz