Buscar Poemas con Lentitud


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Se han encontrado 11 poemas con la palabra lentitud

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Julia de Burgos

¡oh lentitud del mar!

-- de Julia de Burgos --

He tenido que dar, multiplicarme,
despedazarme en órbitas complejas...
Aquí en la intimidad, conmigo misma,
¡qué sencillez me rompe la conciencia!

para salvarme el mundo del espíritu,
he tenido que armar mis manos quietas,
¡cómo anhelo la paz, la hora sin ruido,
cuando nada conturbe mi existencia!

todo sonar se ha muerto en mis pupilas,
a mis ojos no inquietan las estrellas,
los caminos son libres de mi rumbo,
y hasta el nombre del mar, sorda me deja.

¡Y aún me piden canciones por palabras,
no conciben mi pulso sin poemas,
en mi andar buscan, trémulos, los astros,
como si yo no fuese por la tierra!

¡oh lentitud del mar! ¡oh el paso breve
con que la muerte avanza a mi ala muerta!
¿cómo haría yo para salvarte el tiempo?
¿qué me queda del mundo? ¿que me queda...?

Poema ¡oh lentitud del mar! de Julia de Burgos con fondo de libro

Leopoldo Lugones

El martín pescador

-- de Leopoldo Lugones --

Sobre el remanso azul, agudo acecha
Desde un lánguido gajo del sauzal,
En inminente inclinación de flecha,
La lentitud profunda del caudal.

Oro de sol en la corriente boya...
Y destellando un súbito arrebol,
Identifica el pájaro en su joya,
Sauce verde, agua azul, y oro de sol...

Poema El martín pescador de Leopoldo Lugones con fondo de libro

Jorge Riechmann

1

-- de Jorge Riechmann --

He vivido en la superficie de las cosas.
Mas viví también por fortuna
en las palabras. Ellas iban
incorporándome a la lentitud
penetrando las estaciones de mi piel
dilatando la malla amarga de los días
rastreando el frío y el calor en los seres
zambulléndose en el amor hasta salir al tedio
en el tedio hasta dar en la esperanza
en la esperanza hasta emerger en el asombro
sin yo quererlo o porque lo quería.
Las palabras
maravillosamente
incapaces de compromiso.
No soy un juglar de la descomposición. Acaso
amo sobre todas las cosas
el lugar del canto del pinzón
la aérea ebriedad de las mimosas
y el minuto con memoria del beso de los amantes.
Pero hay que ir hasta el fondo
correr el riesgo
de abrasarse en la resistencia de las cosas
para sacar acaso la cabeza
al otro lado del espejo
o en el frescor de un nuevo meridiano.

Poema 1 de Jorge Riechmann con fondo de libro

Pablo Neruda

cómo se acuerda con los pájaros

-- de Pablo Neruda --

Cómo se acuerda con los pájaros
la traducción de sus idiomas?
cómo le digo a la tortuga
que yo le gano en lentitud?
cómo le pregunto a la pulga
las cifras de su campeonato?
y a los claveles qué les digo
agradeciendo su fragancia?



Pablo Neruda

soneto iv cien sonetos de amor (1959) mañana

-- de Pablo Neruda --

Recordarás aquella quebrada caprichosa
a donde los aromas palpitantes treparon,
de cuando en cuando un pájaro vestido
con agua y lentitud: traje de invierno.
Recordarás los dones de la tierra:
irascible fragancia, barro de oro,
hierbas del matorral, locas raíces,
sortílegas espinas como espadas.
Recordarás el ramo que trajiste,
ramo de sombra y agua con silencio,
ramo como una piedra con espuma.
Y aquella vez fue como nunca y siempre:
vamos allí donde no espera nada
y hallamos todo lo que está esperando.



Pablo Neruda

soneto lxxxiv cien sonetos de amor (1959) noche

-- de Pablo Neruda --

Soneto lxxxiv
una vez más, amor, la red del día extingue
trabajos, ruedas, fuegos, estertores, adioses,
y a la noche entregamos el trigo vacilante
que el mediodía obtuvo de la luz y la tierra.
Sólo la luna en medio de su página pura
sostiene las columnas del estuario del cielo,
la habitación adopta la lentitud del oro
y van y van tus manos preparando la noche.
Oh amor, oh noche, oh cúpula cerrada por un río
de impenetrables aguas en la sombra del cielo
que destaca y sumerge sus uvas tempestuosas,
hasta que sólo somos un solo espacio oscuro,
una copa en que cae la ceniza celeste,
una gota en el pulso de un lento y largo río.



José Tomás de Cuellar

Crepúsculo en el mar

-- de José Tomás de Cuellar --

ES la hora del crepúsculo sombrío;
Estamos en el mar;
No sé qué tiene esta hora vespertina
Que donde quiera á mi cansado espíritu
Invita á meditar.

Guarda no sé qué singular misterio
De un lúgubre pesar,
No sé qué amarga lentitud sombría,
Qué triste acabamiento melancólico
De caída magestad.

No sé qué tienen esa luz y el aire.
No sé qué tiene el mar;
Pero aire, mar y luz traen á mi alma,



Gertrudis Gómez de Avellaneda

El pescador (Avellaneda)

-- de Gertrudis Gómez de Avellaneda --

Reina la noche: mis ojos
Desde una estrecha ventana
Contemplan inmensidades
Que apenas la mente abarca.

La gran bóveda del cielo,
De estrellas mil recamada,
Matiza su azul oscuro
Con leves nubes de nácar.

La Osa brilla ante mi vista,
Y á mi derecha levanta
Con lentitud majestuosa
La Luna su frente pálida.

A sus tibios resplandores,
Que argentan del mar las aguas,
Miro elevarse al castillo,
De la ciudad noble guarda:



Santiago Montobbio

huecograbado

-- de Santiago Montobbio --

Huecograbado
igual que no es ningún genio quien sospecha
que la lentitud venenosa de un otoño
tiene por testigo final a cualquier calle
la tinta de este papel también es la tinta última
y en la improbable forma con que consiga
abrazarme a su mentira jamás podrá
ser más cierta la vida. Pues no
porque se repitan hasta la fatiga
dejo de saber que mis poemas no son más
que los retratos de unos penúltimos suicidios,
el puño que si se abre todas las llagas
de la sombra tiene y también el corazón que suspira
por la sigilosa huida que se transfigura en las ventanas.
Que juntos quizá forman un instante solo y tenso
en lo rojo o en la noche, un pobre tiempo fiero
en el que el corazón aprieta y muerde para que después
la vida se descanse y con igual tristeza
retome mi cintura; instantes de derrotas
y de muros, desangelados arañazos o torpes ensayos
que con insistente timidez anuncian despedidas
estos mis ocres versos en silencio sabedores
de que si de la noche salgo no estoy
en ningún sitio.



Vicente Aleixandre

posesión

-- de Vicente Aleixandre --

Negros de sombra. Caudales
de lentitud. Impaciente
se esfuerza en armar la luna
sobre la sombra sus puentes.
(¿De plata? son levadizos
cuando, bizarro, de frente,
de sus puertos despegado
cruzar el día se siente.)
Ahora los rayos desgarran
la sombra espesa. Reciente,
todo el paisaje se muestra
abierto y mudo, evidente.
Húmedos pinceles tocan
las superficies, se mueven
ágiles, brillantes; tensos
brotan a flor los relieves.
Extendido ya el paisaje
está. Su mantel, no breve,
flores y frutos de noche,
en dulce peso, sostiene.
La noche, madura toda,
gravita sobre la nieve
hilada. ¿Qué zumos densos
dará en mi mano caliente?
su pompa rompe la cárcel
exacta, y la pulpa ardiente,
constelada de pepitas
iluminadas, se vierte.
Mis rojos labios la sorben.
Hundo en su yema mis dientes.
Toda mi boca se llena
de amor, de fuegos presentes.
Ebrio de luces, de noche,
de brillos, mi cuerpo extiende
sus miembros, ¿pisando estrellas?,
temblor pisando celeste.
La noche en mí. Yo la noche.
Mis ojos ardiendo. Tenue,
sobre mi lengua naciendo
un sabor a alba creciente.



Vicente Gerbasi

canto xiv

-- de Vicente Gerbasi --

Áspero cuero de tigre,
estrellada lentitud de arqueado lomo,
fuerte cabeza insomne,
dientes detenidos en la sombra.
El viento vegetal lame las peñas,
húmedas lumbres vagan por el río,
y tensos pasos hunden
las flores de la noche en la memoria.



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