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-- de Jorge Manrique --
Entre dos fuegos lanzado,
donde amor es repartido,
del uno soy encendido,
del otro cerca quemado;
y no sé yo bien pensar
cuál será mejor hacer;
dejarme más encender
o acabarme de quemar:
decid qué debo tomar.
Poema "pregunta entre dos fuegos lanzado" de Jorge Manrique
-- de Jorge Manrique --
Entre dos fuegos lanzado,
donde amor es repartido,
del uno soy encendido,
del otro cerca quemado;
y no sé yo bien pensar
cuál será mejor hacer;
dejarme más encender
o acabarme de quemar:
decid qué debo tomar.
Poema "Pregunta: Entre dos fuegos lanzado" de Jorge Manrique
-- de Manuel del Palacio --
Heme lanzado en la fatal pendiente
Donde á extinguirse va la vida humana,
Viendo la ancianidad en el mañana
Cuando aun la juventud está presente.
No lloro las arrugas de mi frente
Ni me estremece la indiscreta cana;
Lloro los sueños de mi edad lozana,
Lloro la fe que el corazón no siente.
Me estremece pensar cómo en un día
Trocóse el bien querido en humo vano
Y el alentado espíritu en cobarde:
¡Maldita edad razonadora y fría
En que para morir aun es temprano,
Y para ser dichoso acaso es tarde!
Poema "A los treinta años" de Manuel del Palacio
-- de Estanislao del Campo --
De pesar una lágrima sentida
no brote, no, de tus hermosos ojos:
¿por qué llorar mi muerte si mi vida
era un erial de espinas y de abrojos?
no puede ser mi luz el dulce brillo
que derrama en efluvios tu pupila,
y es mi infierno el que irradia del anillo
que otro en tu mano colocó, lucila.
¿Qué iba a hallar este pobre peregrino
a un desierto sin término lanzado?
¡adelfas y cicuta en su camino?
¡oh, no las hay en el sepulcro helado!
en el mar proceloso de la vida
el amor es el puerto de bonanza;
¿y a dónde guiar mi nave combatida
si mi amor es amor sin esperanza?
¡venga el rayo de plomo, que hoy por suerte
sobre mi frente, amenazante oscila;
y en la mansión oscura de la muerte
la paz recobre el corazón, lucila!
Poema "¡adiós! (a lucila, antes de ir a un duelo)" de Estanislao del Campo
-- de Estanislao del Campo --
De pesar una lágrima sentida
No brote, no, de tus hermosos ojos:
¿Por qué llorar mi muerte si mi vida
Era un erial de espinas y de abrojos?
No puede ser mi luz el dulce brillo
Que derrama en efluvios tu pupila,
Y es mi infierno el que irradia del anillo
Que otro en tu mano colocó, Lucila.
¿Qué iba a hallar este pobre peregrino
A un desierto sin término lanzado?
¡Adelfas y cicuta en su camino?
¡Oh, no las hay en el sepulcro helado!
En el mar proceloso de la vida
El amor es el puerto de bonanza;
¿Y a dónde guiar mi nave combatida
Si mi amor es amor sin esperanza?
¡Venga el rayo de plomo, que hoy por suerte
Sobre mi frente, amenazante oscila;
Y en la mansión oscura de la muerte
La paz recobre el corazón, Lucila!
Poema "Adiós (del Campo)" de Estanislao del Campo
-- de Salvador Díaz Mirón --
Cuanto en mí vierte luz y armonía
ha nacido a tus besos de miel;
yo soy bardo y tribuno, alma mía,
porque tú eres aliento y laurel.
Si he lanzado una piedra a los cielos,
si fui cruel, no me guardes rencor;
confesando que ha sido por celos,
harto digo que fue por amor.
No te aflijas si el nauta suspira
tanto nombre en las noches del mar;
si son muchos los astros que mira,
uno solo es la Estrella Polar.
La esperanza, luchando y venciendo,
me promete sin par galardón;
¡a ti vaya, sangrando y gimiendo,
este libro, que es un corazón!
Cuanto en mí vierte luz y armonía
ha nacido a tus besos de miel;
yo soy bardo y tribuno, alma mía,
porque tú eres aliento y laurel.
Poema "Dedicatoria (Salvador Díaz Mirón)" de Salvador Díaz Mirón
-- de Juan Meléndez Valdés --
Perdona, bella Cintia, al pecho mío,
si evita cauto tu adorable llama;
que Fili solo su fineza inflama,
y él la idolatra aun en el mármol frío.
Si amarte intento, del silencio umbrío
su voz infausta por venganza clama:
«¿Así, me dice, ¡oh pérfido!, se ama?
¡Ay!, ¡tiembla mi furor, impío!
Vuélveme a mi inocencia y a mi pura
candidez virginal; tú de mi pecho,
¡aleve, aleve!, has la virtud lanzado.
Vuélveme a mi virtud...» Su sombra oscura
me sigue así; y en lágrimas deshecho,
me hallo en el duro suelo desmayado.
Poema "El remordimiento" de Juan Meléndez Valdés
-- de Juan Nicasio Gallego --
Cual viene en pos de nebuloso invierno
brotando rosas la estación florida,
y la campiña yerta y aterida
revive al soplo de favonio tierno,
así de España al liberal gobierno,
débil un tiempo, sin vigor, sin vida,
brío y lustre darás, reina querida,
y harás su dicha y tu renombre eterno.
Lanzado en fin al báratro profundo,
no verterá en mi patria su veneno
de la anarquía el monstruo furibundo.
A tu sombra, Isabel, aliente el bueno,
y a tu cetro feliz aclame el mundo
de la virtud imán, del vicio freno.
Poema "A la reina Isabel" de Juan Nicasio Gallego