Buscar Poemas con Justicia


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Se han encontrado 36 poemas con la palabra justicia

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Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 4

-- de Francisco de Quevedo --

¡aquí del rey jesús! ¿y qué es aquesto?
no le vale la iglesia al desdichado,
que entró a matarle dentro de sagrado,
sin temer casa real, ni santo puesto.
Favor a la justicia, alumbren presto,
corran tras de él, prendan al culpado;
no quiere resistirse, que embozado
de esperar a la ronda está dispuesto.
Llegaron a prenderle por codicia,
no de la espada ser mayor de marca;
mas visto que la trae de sangre llena,
preguntole quién era la justicia,
desembozose y dijo: soy la parca.
¿La parca sois? andad de enhorabuena.

Poema las tres musas últimas castellanas 4 de Francisco de Quevedo con fondo de libro

Blas de Otero

pido la paz y la palabra

-- de Blas de Otero --

Escribo
en defensa del reino
del hombre y su justicia. Pido
la paz
y la palabra. He dicho
«silencio»,
«sombra»,
«vacío»
etcétera.
Digo
«del hombre y su justicia»,
«océano pacífico»,
lo que me dejan.
Pido
la paz y la palabra.

Poema pido la paz y la palabra de Blas de Otero con fondo de libro

Lope de Vega

Humíllense a tu sacro mausoleo

-- de Lope de Vega --

Humíllense a tu sacro Mausoleo
fuerte David y Salomón prudente,
el rebelde gigante del Oriente
y el idolatra del contrario polo;

y a tu pendón crucígero, que solo
fue del África y Asia rayo ardiente,
cuantos beben la bárbara corriente
de Eúfrates, Nilo, Ganges y Pactolo.

La religión y la justicia lloren,
¡oh pacífico Numa, oh gran Torcato!,
España, Italia y Francia enternecida.

Y todos juntos nuevamente adoren
encima de tus aras tu retrato,
tercero entre tu muerte y nuestra vida.

Poema Humíllense a tu sacro mausoleo de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Nunca me vi tan lejos de temeros

-- de Lope de Vega --

Nunca me vi tan lejos de temeros,
mi Dios, que me olvidase de estimaros,
porque cuando más cerca de olvidaros,
entonces me pesaba de ofenderos.
Impulsos tuve yo para quereros,
por quien con más razón podéis quejaros:
no sé como tardaba de buscaros
en medio del temor de conoceros.
Andaba yo cual suele el delincuente,
que se le antoja vara de justicia
cualquier rumor, que a las espaldas siente;
pero de mis deleites la codicia
me daban armas y ánimo valiente,
para que se doblase mi malicia.



Lope de Vega

Pedro, a la sangre que por vos vertida

-- de Lope de Vega --

Pedro, a la sangre que por vos vertida
mostró para su fe tanta firmeza,
ofrece la católica nobleza
la limpia suya, a vuestros pies rendida.
De las cuatro azucenas guarnecida,
que dejó de Domingo la pureza,
esta Junta os elige por cabeza
puesto que la tenéis tan dividida.
Tended vuestro crucígero labaro,
Capitán general desta milicia,
que contra el fiero apóstata levanta.
La fe de vuestra muerte, ejemplo raro;
pues para el tribunal de su justicia
hizo las gradas vuestra sangre santa.



Lope de Vega

Pleitos, a vuestros dioses procesales

-- de Lope de Vega --

Pleitos, a vuestros dioses procesales
confieso humilde la ignorancia mía;
¿cuándo ser de vuestro fin el día?
Que sois, como las almas, inmortales.

Hasta lo judicial, perjudiciales;
hacéis de la esperanza notomía:
que no vale razón contra porfía
donde sufre la ley trampas legales.

¡Oh monte de papel y de invenciones!
Si pluma te hace y pluma te atropella,
¿qué importan Dinos, Baldos y Jasones?

¡Oh justicia, oh verdad, oh virgen bella!,
¿cómo entre tantas manos y opiniones
puedes llegar al tálamo doncella?



Lope de Vega

Si estáis enfermos, dulces ojos claros

-- de Lope de Vega --

Si estáis enfermos, dulces ojos claros,
no os espantéis, pues tantos os desean,
que no es posible, si dejáis que os vean,
que dejen de quereros o envidiaros.

Mis pensamientos, no temiendo hallaros,
libres de la justicia se pasean;
como al sol, cuando nubes le rodean,
dicen mis ojos que podrán miraros.

Enfermos soles y nublados cielos,
hoy tomarán venganza mis enojos,
porque en la condición mudéis de estilo.

Si azules fuistes por matar con celos,
hoy como espada quedaréis, mis ojos,
que tienen de cortar gastado el filo.



Luis Muñoz Rivera

a cualquier compatriota

-- de Luis Muñoz Rivera --

Van llegando, por más que no lo creas,
los tiempos en que emigran las ideas.

Qué es, en el fondo, el negro despotismo
un fantasma con miedo de sí mismo.

Muchas veces se mira una bandera
protegiendo el cubil de una pantera.

Para ser digno y libre ¿a quién esperas?
lo serás, si es que quieres, cuando quieras.

Pueblo viril que de su honra cuida,
perdona acaso, pero nunca olvida.

¿Naciste en la colonia? muy bien hecho,
serás el jeremías del derecho.

¿Justicia? ¡qué palabra tan hermosa!
pero es una palabra y no otra cosa.

¿Derecho? en esta tierra infortunada,
es aire, es humo, es ilusión, es nada.



Manuel del Palacio

A un reo

-- de Manuel del Palacio --

Odio, miseria, estupidez, codicia,
Pusieron el puñal entre tus manos,
Y por lavar tu crimen los humanos
Otro cometen que tu juez inicia.

— ¡La sangre pide sangre! en su malicia
Gritan los que blasonan de cristianos,
Y fuertes con el débil y tiranos
Muerte le dan con bárbara delicia.

¡Tú al patíbulo vas! Cortejo impío
Sigue tus huellas y á admirar se lanza
Ese cuadro patético y sombrío:

Reo, ¡valor, dulzura y esperanza!
Dios perdona del hombre el desvarío,
Y allí es justicia lo que aquí venganza!



Jaime Sabines

tlaltelolco - ni siquiera los asesinos

-- de Jaime Sabines --

Ni siquiera los asesinos,
ni siquiera el criminal.
(Ciertamente, ya llegó a la historia
este hombre pequeño por todas partes,
incapaz de todo menos del rencor.)

Tlaltelolco será mencionado en los años que vienen
como hoy hablamos de río blanco y cananea,
pero esto fue peor,
aquí han matado al pueblo;
no eran obreros parapetados en la huelga,
eran mujeres y niños, estudiantes,
jovencitos de quince años,
una muchacha que iba al cine,
una criatura en el vientre de su madre,
todos barridos, certeramente acribillados
por la metralla del orden y justicia social.

A los tres días, el ejército era la víctima de los desalmados,
y el pueblo se aprestaba jubiloso
a celebrar las olimpiadas, que darían gloria a méxico.



Jorge Isaacs

Poesía parlamentaria

-- de Jorge Isaacs --

Ha propuesto Quinzada, Marcelino,
Que de Escamilla la pensión se aumente:
¡Justicia! ¡Gratitud! También opino
Que pagarle algo más es muy corriente.

Nos dicen que el Erario está impotente,
Que no valen sus rentas un pepino,
Que hay déficit grandísimo y creciente,
Que vamos de catástrofe en camino.

Todo cierto será, pero es muy justo
Que a este pobre Escamilla bien se trate,
Que se pueda morir lleno y a gusto:

Sobre él sus alas ya la muerte bate,
Y cuando menos piense le da un susto:
Desde al proyecto, pues, otro debate.



Jorge Luis Borges

milonga de dos hermanos

-- de Jorge Luis Borges --

Traiga cuentos la guitarra
de cuando el fierro brillaba,
cuentos de truco y de taba,
de cuadreras y de copas,
cuentos de la costa brava
y el camino de las tropas.
Venga una historia de ayer
que apreciarán los más lerdos;
el destino no hace acuerdos
y nadie se lo reproche
ya estoy viendo que esta noche
vienen del sur los recuerdos.
Velay, señores, la historia
de los hermanos iberra,
hombres de amor y de guerra
y en el peligro primeros,
la flor de los cuchilleros
y ahora los tapa la tierra.
Suelen al hombre perder
la soberbia o la codicia:
también el coraje envicia
a quien le da noche y día
el que era menor debía
más muertes a la justicia.
Cuando juan iberra vio
que el menor lo aventajaba,
la paciencia se le acaba
y le armó no sé qué lazo
le dio muerte de un balazo,
allá por la costa brava.
Sin demora y sin apuro
lo fue tendiendo en la vía
para que el tren lo pisara.
El tren lo dejó sin cara,
que es lo que el mayor quería.
Así de manera fiel
conté la historia hasta el fin;
es la historia de caín
que sigue matando a abel.



Jorge Riechmann

¿pero qué dice el anhelo

-- de Jorge Riechmann --

Siguiendo el hilo tenue
del anhelo que enhebra
esto y aquello con sus variaciones,
el molusco y la justicia, el beso
con el borde del escarnio, la luz con la otra luz,
el anhelo que tira suavísimo
de lo que existe hacia lo otro, ese hilo
no se rompe, se pierde tantas veces
pero nunca se rompe: no sirve
para salir del laberinto,
sí para repartir la harina de las estrellas.



Diego de Torres Villarroel

ladrones de corte

-- de Diego de Torres Villarroel --

Oigo decir a muchos cortesanos
tal oficina tiene tres mil reales
pero vale diez mil y muy cavales
¡válgame dios y azotan a gitanos!
aquestos son rateros chabacanos
que pillan una capa, unos pañales,
un borrico, una mula y sus caudales,
no llegan a seis cuartos segovianos.
Reconoces los montes es quimera
que no son hermitaños los ladrones
ni en los jarales buscan su carrera.
Haga aquí la justicia inquisiciones
y verá que la corte es madriguera
donde están anidados a montones.



Emilio Bobadilla

Matar

-- de Emilio Bobadilla --

¡En medio de la brega coger al enemigo,
la yugular cortarle o sacarle las tripas,
y ser de otros crímenes análogos testigo
y fumarse tranquilo después una o dos pipas!

¡La muerte es a la vida un llamamiento ardiente
y la vida es absurdo, injusticia, atropello,
es dar un quiebro diario al Destino inconciente,
y estar nadando siempre con el agua hasta el cuello!

Maldecir de la guerra, provocando la guerra,
—la guerra es un delito cuando da en descalabro—
¡qué paradoja irónica tan evidente encierra!

¿Por qué su pensamiento tras la justicia esconde?
¡Oh guerrero que mueres, matando! ¡Qué macabro
placer que a tus instintos destructores responde!



Emilio Bobadilla

¡No haya paz!

-- de Emilio Bobadilla --

En los hogares tristes, sin hermanos, sin padres,
en los hogares tristes que mutiló la guerra,
donde lloran las viudas, donde lloran las madres,
¿qué paz va a celebrarse? ¿Es que hay paz en la tierra?

En los campos sin árboles, en los campos desiertos,
que agostó la metralla, que afligió la sevicia,
campos ayer fecundos, hoy montones de muertos,
¿qué paz va a celebrarse que ampare la justicia?

¡Que siga la matanza, sigan los desvaríos
y siga el espectáculo de enconos tremebundo
y que todo se anegue en purpurinos ríos...!

¿Qué más da el campo rojo, qué más da el campo verde?
¡Que la lucha se extinga cuando cansado el mundo,
no haya ni quién se queje, ni haya quién recuerde...!



Emilio Bobadilla

Patriotismo (Bobadilla)

-- de Emilio Bobadilla --

¡Soldado, empuña el arma! ¡Te cubrirás de gloria!
¡Sangre, tu noble sangre la patria está pidiendo!
Suena estridente el rojo clarín de la victoria
y los vivas apaga del cañón el estruendo.

Los laureles alfombran tu camino; la Fama
en torno tuyo teje magníficas visiones
y todo un pueblo en fiebre dionisiaco te aclama,
con hurras reemplazando la voz de los cañones!

Y todo es un relámpago de misterio y engaño:
libertad y justicia y empresas militares,
y allá va en su conquista quimérica el rebaño;

y el vate ditirámbico justifica el derroche...
¡Oh, pueblo que tu sangre haces correr a mares!
¡Para infundirte ánimo vas gritando en la noche!



Pedro Soto de Rojas

Fénix, sol de amor

-- de Pedro Soto de Rojas --

Con manos de oro la neutral cortina
corre el gran sumiller del cuarto cielo
y, descubriendo su esplendor al suelo,
las extranjeras formas avecina.

El vulgo todo de la luz se inclina,
cediendo a su mayor con santo celo,
que dar al sol la luz y al ave el vuelo
la justicia constante determina.

Sol es, Fénix, de amor vuestro semblante,
sol que dudas aclara y hermosea,
sol que forma los años del amante;

exhalación mi alma, que os desea
y por derecho natural constante
en vos la luz de vos por vos emplea.



Rafael María Baralt

A la muerte de Judas (Baralt)

-- de Rafael María Baralt --

De su traición el peso infame a tierra
Judas arroja, al árbol se abalanza
y de un ramo oscilando el cuerpo lanza
pendiente al lazo que su cuello cierra.

El alma en su prisión, contra sí en guerra,
se agita y ruge y blasfemando alcanza
los cielos aterrar y de esperanza
hendir el antro en que Luzbel se encierra.

De su cárcel al fin sale bramando;
y entonces la justicia, en la inocente
sangre de Cristo el índice empapando,

al Gólgota la arrastra y en su frente
sentencia escribe de penar eterno
y, vuelto el rostro, lánzala al infierno.



Rafael María Baralt

A la Santa Cruz (1)

-- de Rafael María Baralt --

Fuiste suplicio en que a morir de horrenda
muerte de oprobio y de dolor profundo
el hombre a sus esclavos, iracundo,
en su justicia condenó tremenda.

Y ora, contrito, religiosa ofrenda
de amores rinde ante tus pies el mundo
y de ti brota en manantial fecundo
consuelo al justo, al pecador enmienda.

¿Por qué trocado tu baldón en gloria,
y en júbilo por qué tu pesadumbre,
y en santo libro tu infernal historia?

Porque el Venido de la excelsa cumbre
dejó en tus brazos su feliz memoria,
y de su amor inextinguible lumbre.



Rafael María Baralt

A la Santa Cruz (2)

-- de Rafael María Baralt --

Suplicio fuiste en que a morir de horrenda
muerte afrentosa y con valor profundo
el hombre a sus esclavos, iracundo,
en su justicia condenó tremenda.

Purificada por Jesús, ofrenda
de amor y cultos te consagra el mundo;
y hallan en ti consuelo el moribundo,
el justo premio, el pecador enmienda.

¿Por qué trocados tu baldón en gloria,
en dulce libertad tu servidumbre,
en santo libro tu infernal historia?

Porque el Venido de la excelsa cumbre
dejó en tus brazos su feliz memoria,
y de su empírea majestad vislumbre.



Rafael María Baralt

Imprecación al sol

-- de Rafael María Baralt --

¡Rey de los astros, eternal lumbrera,
del vasto mundo, fecundante llama
que al hombre, al bruto, al vegetal inflama,
y luz, vida, y amor vierte do quiera!

Por ti se rige la anchurosa esfera;
el jilguero feliz trina en su rama;
brilla el rocío, y su caudal derrama,
de flores coronada, primavera.

¿Por qué, cual barro vil, inerte y ciego,
al malvado y al justo igual concedes
tus rayos de oro, tu esplendor, tu fuego?

¡Oh! La luz celestial, al bien propicia,
si severa castiga, da mercedes;
pues Dios no es la Igualdad: es la Justicia.



Juan de Tassis y Peralta

descripción de toledo

-- de Juan de Tassis y Peralta --

Loca justicia, muchos alguaciles,
cirineos de putas y ladrones
seis caballeros y seiscientos dones
argentería de linajes viles;
doncellas despuntadas por sutiles,
dueñas para hacer dueñas intenciones,
necios a pares y discretos nones,
galanes con adornos mujeriles;
maridos a corneta ejercitados,
madres que acedan hijas con el vino,
bravos de mancomún y común miedo;
jurados contra el pueblo conjurados,
amigos como el tiempo de camino,
las calles muladar: esto es toledo.



Salvador Novo

un año más

-- de Salvador Novo --

Un año más sus pasos apresura;
un año más nos une y nos separa;
un año más su término declara
y un año más sus límites augura.

Un año más diluye su amargura;
un año más sus dones nos depara;
un año más, que con justicia avara
meció una cuna, abrió una sepultura.

¡Oh! dulce amigo, cuya mano clara
en cifra de cariño y de ternura
la mía tantas veces estrechara!

un año más el vínculo asegura
de su noble amistad, alta y preclara.
¡Dios se lo otorgue lleno de ventura!



Anónimo

Romance que dice:Tres cortes armara el rey

-- de Anónimo --

Tres cortes armara el rey,
todas tres a una sazón:
las unas armara en Burgos,
las otras armó en León,
las otras armó en Toledo,
donde los hidalgos son,
para cumplir de justicia
al chico con el mayor.
Treinta días da de plazo,
treinta días, que más non,
y el que a la postre viniese
que lo diesen por traidor.
Veintinueve son pasados,
los condes llegados son;
treinta días son pasados,
y el buen Cid no viene, non.
Allí hablaran los condes:
-Señor, dadlo por traidor.
Respondiérales el rey:
-Eso non faría, non,
que el buen Cid es caballero
de batallas vencedor,
pues que en todas las mis cortes
no lo habría otro mejor.
Ellos en aquesto estando,
el buen Cid allí asomó
con trescientos caballeros,
todos hijosdalgo son,
todos vestidos de un paño,
de un paño y de una color,
si no fuera el buen Cid,
que traía un albornoz.
-Manténgaos Dios, el rey,
y a vosotros, sálveos Dios,
que no hablo yo a los condes,
que mis enemigos son.



Anónimo

Yo me adamé una amiga...

-- de Anónimo --

Yo me adamé una amiga
dentro de mi corazón,
Catalina había por nombre,
no la puedo olvidar, no.
Rogóme que la llevase
a las tierras de Aragón.
-Catalina, sois muchacha,
no podréis caminar, no.
-Tanto andaré, el caballero,
tanto andaré como vos;
si lo dejáis por dineros,
llevaré para los dos:
ducados para Castilla,
florines para Aragón.
Ellos en aquesto estando,
la justicia que llegó.



Mariano José de Larra

Llamas, Fabio, a tu papel

-- de Mariano José de Larra --

Llamas, Fabio, a tu papel
con petulancia ''sagrado'',
por eso se alberga en él,
Fabio mío, tanto malo.

Si has de poner por justicia
a cuantos te llaman necio,
no nos pongas uno a uno,
pon, Fabio, al público entero.



Mario Benedetti

josé martí pregonero

-- de Mario Benedetti --

Tu nombre es como el crisol
donde se funde la hazaña
tu nombre es como la caña
que endulza con lluvia y sol
de su destino naciente
sólo tu pueblo es el dueño
cual figuraban en tus sueño
por fin es libre tu gente
josé marti pregonero
no moriste en tu pregón
tus versos viven y son
pregones de un pueblo entero
tu isla exporta el verano
y hay flambollán y justicia
la buena tierra nutricia
da frutos para el cubano
tu nombre es como el crisol
donde se funde la hazaña
tu nombre es como la caña
que endulza con lluvia y sol
tan sobrio y tan desbordante
tan bueno y tan orgulloso
tan firme y tan generoso
tan pequeño y tan gigante
tan profundamente isleño
tan claramente cubano
tan latinoamericano
en tu suelo y en tu sueño
siempre nos tienes despierto
con tu constante mirada
con tu suerte despejada
y con tu fe de ojos abiertos
tu nombre es como el crisol
donde se funde la hazaña
tu nombre es como la caña
que endulza con lluvia y sol.



Mario Benedetti

te quiero

-- de Mario Benedetti --

Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos
tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro
tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos
y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero
y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola
te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso
si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.



Juan Gelman

fotografías

-- de Juan Gelman --

Mirando en viejas fotos mi rostro en que no estás,
la mejilla en que estás como dolor, olvido,
pienso qué harán en china ahora
con tanta tristeza como se me caía,
o crecerá como otro otoño humano
lleno de oros, de dulzura,
con un fuego en el medio como tu nombre, o sea
crepitarás entre los lotos de hangchaw bajo
setiembre
como cuando encontré la justicia en el mundo
y era como tu rostro,
mejor dicho: te amo.



Julio Flórez

Todo nos llega tarde

-- de Julio Flórez --

Poem

Todo nos llega tarde... ¡Hasta la muerte! Nunca se satisface ni alcanza la dulce posesión de una esperanza cuando el deseo acósanos más fuerte.

Todo puede llegar: pero se advierte que todo llega tarde: la bonanza, después de la tragedia: la alabanza cuando ya está la inspiración inerte.

La justicia nos muestra su balanza cuando su siglos en la Historia vierte el Tiempo mudo que en el orbe avanza;

Y la gloria, esa ninfa de la suerte, solo en las sepulturas danza. Todo nos llega tarde... ¡Hasta la muerte!



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 97

-- de Francisco de Quevedo --

Pura, sedienta y mal alimentada,
medrosa luz, que, en trémulos ardores,
hace apenas visible los horrores
en religiosa noche derramada,
arde ante ti, que un tiempo, de la nada,
encendiste a la aurora resplandores,
y pobre y dios, en templo de pastores,
barata y fácil devoción te agrada.
Piadosas almas, no ruego logrero,
aprecia tu justicia con metales,
que falta aliento contra ti al dinero.
Crezcan en tu pobreza los raudales,
que den alegre luz a dios severo,
y se verá en tu afecto cuanto vales.



Francisco de Quevedo

parnaso español 50

-- de Francisco de Quevedo --

Con más vergüenza viven euro y noto,
licas, que en nuestra edad los usureros:
sosiéganse tal vez los vientos fieros,
y, ocioso, el mar no gime su alboroto.
No siempre el ponto en sus orillas roto
ejercita los roncos marineros:
ocio tienen los golfos más severos;
ocio goza el bajel, ocio el piloto.
Cesa de la borrasca la milicia:
nunca cesa el despojo ni la usura,
ni sabe estar ociosa su codicia.
No tiene paz; no sabe hallar hartura;
oso llamar a su maldad justicia;
arbitrio, al robo; a la dolencia, cura.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 92

-- de Francisco de Quevedo --

Contó tu reino dios; hale cumplido;
su reino sobre el tuyo se ha llegado;
cumplirá su justicia en tu pecado,
contará su castigo tu gemido.
Ya fuiste en sus balanzas suspendido
y lo que menos tiene ha pesado;
por lo que falta te será quitado
lo poco que en horror has detenido.
Tu reino es dividido, y a los medos
y persas se da, porque en violenta
mesa bebas sacrílego tus miedos.
Dios, para castigar, primero cuenta;
pesa después su mano, y con los dedos
escribe: división, muerte y afrenta.



Francisco Sosa Escalante

El tormento

-- de Francisco Sosa Escalante --

La miserable chusma vocifera
Al ver burlada su voraz codicia,
Y pide á Hernán Cortés que la justicia
En aras viole de pasion rastrera.

El duro vencedor teme á la fiera
Desbordada altivez de su milicia,
Y criminal y torpe la acaricia
Y al grande Cuauhtemoc manda á la hoguera.

Ibero capitán! tú no comprendes
La negra mancha y el eterno daño
Que sobre el nombre de tu patria tiendes.

Contempla á Cuauhtemoc al miedo extraño
Cuando la hoguera sin piedad enciendes,
Como si fuera de deleite un baño.



Clemente Althaus

Ayuda a Chile

-- de Clemente Althaus --

No ausencia de entusiasta simpatía
de un pueblo hermano por la causa santa
enmudece la voz en la garganta
de Musa que el peligro desafía
y la verdad y la justicia canta.
Entusiasmo y amor al pecho sobra
para que el labio a ardientes himnos abra;
mas ya el tiempo pasó de la PALABRA,
el tiempo es ya llegado de la OBRA
contra quien yugo a nuestros cuellos labra.
Harto ya resonó la lira airada;
no más la lengua en gritos se desate:
hablen los hechos; y, soldado el vate,
la lira abandonando por la espada,
vuele con planta intrépida al combate.
Sitiada así por el empeño loco
del vencido en Maipú y en Ayacucho,
no hablar con vana lengua a Chile escucho:
esa nación intrépida HABLA POCO;
esa nación intrépida HARÁ MUCHO.
¿Y será que mi patria en dar vacile
la noble ayuda que su hermana diola?
Si provocó la cólera española,
por venir a su voz, la heroica Chile,
¿Dejarla puede abandonada y sola?
¡Ah! si no por amor, por su decoro
y por lavar la afrenta que lo enloda,
hoy que la asedia la venganza goda,
darle el Perú sus naves, su tesoro
debe, y sus hijos y su sangre toda!



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