Buscar Poemas con Jazmines


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Se han encontrado 38 poemas con la palabra jazmines

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Alejandro Arango y Escandón

Rosaura (Escando)

-- de Alejandro Arango y Escandón --

Risueña, ufana, sobre el césped blanco,
de abril en tarde plácida y serena
está Rosaura en la floresta amena,
al son de alegre tamboril bailando.

Rosas, jazmines, a su paso echando,
aplaude el pueblo y la comarca atruena,
y va la vida de donaire llena,
rosas, jazmines, a su paso hollando.

Pero ¿y mañana? al despuntar la aurora
y no bien aparezca su lucero,
tendrá ya dueño que en el alma adora.

Y si dice su señor: «No quiero»,
por más que gima la gentil pastora,
será este su bailar postrero.

Poema Rosaura (Escando) de Alejandro Arango y Escandón con fondo de libro

Hérib Campos Cervera

soledad sin recuerdo

-- de Hérib Campos Cervera --

Fuga ¡oh, voz de nube!¡oh, terciopelo!¿cómo nombrar tu
música de musgosin disipar las brumas que te velan? viene la
voz entre un aroma urgentede jazmines de luna y se derramasobre el
camino ciego de la noche. Baja por escaleras de tristeza,para
perderse entre remotos pinosy aliviarse de penas en los durosespejos de
la nieve desolada. Deja en el aire en llamas su cariciay al
recorrer los círculos del viento,un caracol incierto la recogey la
devuelve, al fin, yacente y pálida,muerta sobre un paisaje de
silencio. ¡Y no saber cómo nombrarte,para que vuelvas a llorar,
subiendolos senderos de luna y de jazmines!¡oh, voz de nube!¡oh,
inasible perfil de ausencia y lágrimas:verte moriry no saber cómo
nombrarte!¡oh, terciopelo!

Poema soledad sin recuerdo de Hérib Campos Cervera con fondo de libro

Federico García Lorca

Casida del sueño al aire libre

-- de Federico García Lorca --

Flor de jazmín y toro degollado.
Pavimento infinito. Mapa. Sala. Arpa. Alba.
La niña finge un toro de jazmines
y el toro es un sangriento crepúsculo que brama.

Si el cielo fuera un niño pequeñito,
los jazmines tendrían mitad de noche oscura,
y el toro circo azul sin lidiadores,
y un corazón al pie de una columna.

Pero el cielo es un elefante,
y el jazmín es un agua sin sangre
y la niña es un ramo nocturno
por el inmenso pavimento oscuro.

Entre el jazmín y el toro
o garfios de marfil o gente dormida.
En el jazmín un elefante y nubes
y en el toro el esqueleto de la niña.

Poema Casida del sueño al aire libre de Federico García Lorca con fondo de libro

Leopoldo Lugones

La noche pura

-- de Leopoldo Lugones --

Floreció, con la lluvia, en los jardines,
El cándido jazmín de primavera.
La noche, cual profunda enredadera,
Cuaja también en luz claros jazmines...



Lope de Vega

Artífice rarísimo, que a Apeles

-- de Lope de Vega --

Artífice rarísimo que a Apeles,
a Zeuxis, a Parrasio, a Metrodoro,
vencéis en precio, como al plomo el oro,
en modelos, en tablas y papeles:

Suspended los colores y pinceles,
pues os suspende el alma el bien que adoro
y no perdáis el tiempo en su decoro,
pues imitáis jazmines y claveles.

Que si os viera del Tormes al Hidaspe
medir llorando el áspero camino,
no me ablandara más que bronce o jaspe;

que si vos sois de ser de Apeles dino,
yo para dar mi celestial Campaspe,
de ser Magno Alejandro soy indino:
Que fuera desatino
daros yo su belleza,
y en él fue poco amor, si fue grandeza



Luis Palés Matos

fruta prohibida (para la amada de fuego)

-- de Luis Palés Matos --

Era la noche plétora de un delirio chispeante,
era una indiferencia sonámbula y fragante:
la muda indiferencia de los astros, despiertos
como un diluvio de ojos parpadeantes y abiertos.

Era un vaho de perfume de hembra en los jardines,
bajo la enredadera de los blancos jazmines;
y aquellas, las estrellas, nos miraban temblando;
y vino el paraíso de anhelos suspirando;

y vino aquel deseo de la mujer primera,
y tembló sorprendida la casta enredadera;
y en el febril incendio de nuestra edad temprana,

tú deshecha en querellas, yo en el amor ardiente,
probamos los dulzores de la roja manzana,
y vimos como alegre silbaba la serpiente. .



Jorge Luis Borges

buenos aires

-- de Jorge Luis Borges --

Antes yo te buscaba en tus confines
que lindan con la tarde y la llanura
y en la verja que guarda una frescura
antigua de cedrones y jazmines.
En la memoria de palermo estabas,
en su mitología de un pasado
de baraja y puñal y en el dorado
bronce de las inútiles aldabas,
con su mano y sortija. Te sentía
en los patios del sur y en la creciente
sombra que desdibuja lentamente
su larga recta, al declinar el día.
Ahora estás en mí. Eres mi vaga
suerte, esas cosas que la muerte apaga.



Diego de Torres Villarroel

a antonia mejía célebre cómica y cantora, apludida en malas coplas de ruines poetas

-- de Diego de Torres Villarroel --

De esos sucios poetas malandrines
que con puercos y rudos jeringones
tiran agua de charcos y pilones
en vez de agua de rosas y jazmines.
Antonia mía no te determines
a escuchar los conceptos garañones
porque se comparan en las funciones
como perros de falda los mastines.
Tu voz han confundido con su bulla
siendo tú la más blanda trompetilla
que de apolo en el órgano se halla.
Siendo tu voz la que el sentido arrulla
la más suave y dulce mantequilla
con que si llora amor venus le acalla.



Arturo Borja

Visión lejana

-- de Arturo Borja --

A Ernesto Noboa

¿Qué habrá sido de aquella morenita,
trigo tostado al sol –que una mañana–
me sorprendió mirando a su ventana?
Tal vez murió, pero en mí resucita.

Tiene en mi alma un recuerdo de hermana
muerta. Su luz es de paz infinita.
Yo la llamo tenaz en mi maldita
cárcel de eterna desventura arcana.

Y es su reflejo indeciso en mi vida
una lustral ablución de jazmines
que abre una dulce y suavísima herida.

¡Cómo volverla a ver! ¿En qué jardines
emergerá su pálida figura?
¡Oh, amor eterno el que un instante dura!



Pablo Neruda

serenata

-- de Pablo Neruda --

En tu frente descansa el color de las amapolas,
el luto de las viudas halla eco, oh apiadada:
cuando corres detrás de los ferrocarriles, en los campos,
el delgado labrador te da la espalda,
de tus pisadas brotan temblando los dulces sapos.
El joven sin recuerdos te saluda, te pregunta por su olvidada voluntad,
las manos de él se mueven en tu atmósfera comopájaros,
y la humedad es grande a su alrededor:
cruzando sus pensamientos incompletos,
queriendo alcanzar algo, oh buscándote,
le palpitan los ojos pálidos en tu red
como instrumentos perdidos que brillan de súbito.
O recuerdo el día primero de la sed,
la sombra apretada contra los jazmines,
el cuerpo profundo en que te recogías
como una gota temblando también.
Pero acallas los grandes árboles, y encima de la luna,sobrelejos,
vigilas el mar como un ladrón.
Oh noche, mi alma sobrecogida te pregunta
desesperadamente a ti por el metal que necesita.



Pablo Neruda

las muchachas

-- de Pablo Neruda --

Las muchachas
muchachas que buscabais
el gran amor, el gran amor terrible,
qué ha pasado, muchachas?
tal vez
el tiempo, el tiempo!
porque ahora,
aquí está, ved cómo pasa
arrastrando las piedras celestes,
destrozando las flores y las hojas,
con un ruido de espumas azotadas
contra todas las piedras de tu mundo,
con un olor de esperma y de jazmines,
junto a la luna sangrienta!
y ahora
tocas el agua con tus pies pequeños,
con tu pequeño corazón
y no sabes qué hacer!
son mejores
ciertos viajes nocturnos,
ciertos departamentos,
ciertos divertidísimos paseos,
ciertos bailes sin mayor consecuencia
que continuar el viaje!
muérete de miedo o de frío,
o de duda,
que yo con mis grandes pasos
la encontraré,
dentro de ti
o lejos de ti,
y ella me encontrará,
la que no temblará frente al amor,
la que estará fundida
conmigo
en la vida o la muerte!



Pablo Neruda

el pozo

-- de Pablo Neruda --

A veces te hundes, caes
en tu agujero de silencio,
en tu abismo de cólera orgullosa,
y apenas puedes
volver, aún con jirones
de lo que hallaste
en la profundidad de tu existencia.
Amor mío, qué encuentras
en tu pozo cerrado?
algas, ciénagas, rocas?
qué ves con ojos ciegos,
rencorosa y herida?
mi vida, no hallarás
en el pozo en que caes
lo que yo guardo para ti en la altura:
un ramo de jazmines con rocío,
un beso más profundo que tu abismo.
No me temas, no caigas
en tu rencor de nuevo.
Sacude la palabra mía que vino a herirte
y déjala que vuele por la ventana abierta.
Ella volverá a herirme
sin que tú la dirijas
puesto que fue cargada con un instante duro
y ese instante será desarmado en mi pecho.
Sonríeme radiosa
si mi boca te hiere.
No soy un pastor dulce
como en los cuentos de hadas,
sino un buen leñador que comparte contigo
tierra, viento y espinas de los montes.
Ámame tú, sonríeme,
ayúdame a ser bueno.
No te hieras en mí, que será inútil,
no me hieras a mi porque te hieres.



Pedro Bonifacio Palacios

Vade Retro

-- de Pedro Bonifacio Palacios --

Tu eres joven, como un lirio de los valles,
que recién abre su cáliz,
¡que recién!
los cendales candorosos de sus pétalos de seda
suelta al viento de la aurora...
¡Yo soy el trágico laurel!.
Yo soy viejo, carcomido, lamentable,
como un roble centenario,
¡que cayó!
que cayó para in eternum, para nunca más alzarse
por los siglos de los siglos,
¡bajo el látigo de Dios!.
Son tus carnes, azucenas y jazmines
sonrojados a los besos
!de la luz!;
de la luz de cien incendios pavorosos,
de cien soles fulgurantes...
¡Más tu carne, no eres tú!.
Tu eres sombra, sombra enorme, sombra misma,
sombra llena de ansias
¡de gozar!.
Tus deseos se retuercen como sierpes iracundas,
insaciadas, insaciables...
¡Pubertades de satán!.



Pedro Soto de Rojas

Jazmines, esperanza en blanco

-- de Pedro Soto de Rojas --

Blancos jazmines, que en el blanco pecho
de mi cándida Fénix reposastes,
a quien color, a quien olor hurtastes
con ancha mano, si por tiempo estrecho,

puesto que ya por natural derecho
parece que gozáis lo que usurpastes,
¿cómo -decid- a tanto bien llegastes
que estoy de envidia, cual de amor, deshecho?

Volved las hojas ya lenguas risueñas,
así no le paguéis a la mudanza
el censo a que os obliga haber nacido;

pero no las volváis, que, pues por señas
muestran agora en blanco mi esperanza,
dirán mi muerte y, tras mi muerte, olvido.



José Tomás de Cuellar

El 15 de septiembre

-- de José Tomás de Cuellar --

Coronada de rosas y jazmines,
Arrullada por auras sonadoras,
En medio de recónditos jardines
Que guardan por do quier aves canoras;
Perdiéndose á lo lejos sus confines
Del Oceano en las ondas bramadoras,
América felice é inocente
Muelle doblega la morena frente.

Era un tiempo de paz; serena, pura,
La faz del indio descuidado enseña
Sello de libertad y de ventura;
No conoce opresor, ni se domeña,
Ni bebe en sus placeres la amargura:



José Ángel Buesa

mejor no quiero verte

-- de José Ángel Buesa --

Mejor no quiero verte...
Sería tan sencillo cruzar dos o tres calles
y tocar en tu puerta...
Y tú me mirarías con tus ojos sin brillo,
sin poder sonreírme:
con tu sonrisa muerta.
Mejor no quiero verte;
porque va a hacerme daño
pasar por aquel parque
de la primera cita.
Y no sé si aún florecen
los jazmines de antaño,
ni sé quién es ahora
la mujer más bonita.
Mejor no quiero verte;
porque andando en tu acera,
sentiré casi ajeno
todo lo que fue mío.
Aunque es sólo una esquina
donde nadie me espera,
y unos cristales rotos
en un balcón vacío.
Sí. Seguiré muriendo
de mi pequeña muerte
de hace ya tantos años,
el día que me fui.
Pues por no verte vieja,
mejor no quiero verte.
Pero tampoco quiero
que me veas tú a mí.



Gabriela Mistral

doña primavera

-- de Gabriela Mistral --

Doña primavera
viste que es primor,
viste en limonero
y en naranjo en flor.
Lleva por sandalias
unas anchas hojas,
y por caravanas
unas fucsias rojas.
Salid a encontrarla
por esos caminos.
¡Va loca de soles
y loca de trinos!
doña primavera
de aliento fecundo,
se ríe de todas
las penas del mundo...
No cree al que le hable
de las vidas ruines.
¿Cómo va a toparlas
entre los jazmines?
¿cómo va a encontralas
junto de las fuentes
de espejos dorados
y cantos ardientes?
de la tierra enferma
en las pardas grietas,
enciende rosales
de rojas piruetas.
Pone sus encajes,
prende sus verduras,
en la piedra triste
de las sepulturas...
Doña primavera
de manos gloriosas,
haz que por la vida
derramemos rosas:
rosas de alegría,
rosas de perdón,
rosas de cariño,
y de exultación.



Gerardo Diego

palabras proféticas poemas adrede (1941 1943)

-- de Gerardo Diego --

Homenaje a san juan de la cruz
arrastrar largamente la cola del desmayo
sin miedo a una posible rebelión de fragancia
dejarse florecer durante el mes de mayo
de alelíes las manos los ojos de distancia
perdonar a la lluvia su vocación profunda
su amor de las estatuas su modelado egregio
perdonarla aunque luego sepamos que se inunda
de torsos mutilados el jardín del colegio
olvidar los perfumes que lloran los colores
merecer los escorzos que renuevan el aire
dimitir abdicar coronas y esplendores
corbatas fabulosas perdidas al desgaire
porque querido amigo ya todo se compensa
mis deudas tus jazmines trastornos siderales
el muerto que se estira el caracol que piensa
y el ala de la tórtola prolongando hospitales



Hérib Campos Cervera

pequeña letanía en voz baja

-- de Hérib Campos Cervera --

Baja para el recuerdo de roque molinari
laurin.-Donde estuviere. Elegiré una piedra.Y un
árbol. Y una nube.Y gritaré tu nombrehasta que el aire
ciego que te llevame escuche.(En voz baja). Golpearé la
pequeña ventana del rocío;extenderé un cordaje de cáñamo y
resinas;levantaré tu lino marinerohasta el viento primero de tu
signo,para que el mar te nombre(en voz baja). Te lloran:
cuatro pájaros;un agobio de niños y de títeres;los jazmines nocturnos de
un patio paraguayo.Y una guitarra coplera.(En voz baja). Te
llaman:todo lo que es humilde bajo el cielo;la inocencia de un pedazo de
pan;el puñado de sal que se derrama sobre el mantel de un pobre;la
mirada sumisa de un caballo,y un perro abandonado.Y una carta.(En
voz baja). Yo también te he llamado,en mi noche de altura y de
azahares.(En voz baja). Sólo tu soledad de ahora y
siemprete llamará, en la noche y en el día.En voz alta.



Santiago Montobbio

vuelta

-- de Santiago Montobbio --

Vuelta
crepusculaba amenazas y con fingidos jazmines
carne daba a miserias o batallas
por conseguir ponerse nombre
a través de papeles o misterios sepultados:
cinturas con livianas mordeduras de hambre,
martillos, rojos, clavados adioses y ojos
con demasiadas tortugas como para ser fotografiados:
crepusculaba, del cielo precisamente huérfano
nostalgias de sí o de nada
crepusculaba.



A la ciudad reina de Andalucía

-- de El Solitario --

Casas moriscas, patios con jazmines,
naranjos, flores, búcaros y fuentes,
antorchas en girándulas lucientes,
que alumbran por cancelas los jardines.

Damas entre damascos y cojines,
refrescando al ventalle los ambientes
y guardando en las rejas impacientes
citas, lances con nobles paladines.

Músicas por las calles y veladas;
Guadalquivir que, manso, lejos brilla,
la flota y la Giralda iluminadas.

Soldado, abad, buscona, gitanilla;
escalas en balcón, reñir de espadas,
esta es Babel de amor, esta es Sevilla.



Tomás de Iriarte

Al ver yo mil poetas zalameros

-- de Tomás de Iriarte --

Al ver yo mil poetas zalameros
que a sus damas llamaban serafines,
claveles, azucenas y jazmines,
diamantes, perlas, soles y luceros,

al ver cómo sus versos lisonjeros
de nácares llenaban y carmines,
los llamaba salvajes y rocines,
los trataba de locos y embusteros.

Hoy Cupido esta burla vengar quiere
mandando que de Orminta me apasione,
y con las armas que yo herí me hiere.

Que hable yo igual idioma ya dispone;
mas si hay quien mi flaqueza vitupere,
Amor, haz que de Orminta se aficione.



Antonio Machado

El rojo sol de un sueño en el Oriente asoma

-- de Antonio Machado --

El rojo sol de un sueño en el Oriente asoma.
Luz en sueños. ¿No tiemblas, andante peregrino?
Pasado el llano verde, en la florida loma,
acaso está el cercano final de tu camino.
Tú no verás del trigo la espiga sazonada
y de macizas pomas cargado el manzanar,
ni de la vid rugosa la uva aurirrosada
ha de exprimir su alegre licor en tu lagar.
Cuando el primer aroma exhalen los jazmines
y cuando más palpiten las rosas del amor,
una mañana de oro que alumbre los jardines,
¿no huirá, como una nube dispersa, el sueño en flor?
Campo recién florido y verde, ¡quién pudiera soñar aún
largo tiempo en esas pequeñitas
corolas azuladas que manchan la pradera,
y en esas diminutas primeras margaritas!



Marilina Rébora

ven, madre, a descansar ...

-- de Marilina Rébora --

Ven, madre, a descansar...
Ven, madre, a descansar de todos tus trabajos
hasta el jardín umbroso que cultivo en mis sueños,
a la luz de luciérnagas y áureos escarabajos
y la mágica ayuda de esos seres pequeños,
los gnomos, que se visten con trajes escarlata
y brotan cuando alumbran las primeras estrellas,
que usan zapatitos con hebillas de plata
sin dejar en el musgo la marca de sus huellas.
Cantarán para ti la cigarra y el grillo,
ocultos entre hiedras, glicinas o jazmines.
Y con las hojas muertas haremos un castillo
con muros almenados en oro y amarillo,
hasta que se deshaga por sobre los jardines
(en tanto la cabeza sobre mi hombro inclines).



Marilina Rébora

vilano

-- de Marilina Rébora --

Vilano
¡panadero con pan! ¡panadero sin pan!,
alborozados niños exclaman. ¡Y que vuelva!,
al tiempo que hacia el aire con infantil afán
resoplan el vilano para que se disuelva.
Otros, junto a la arcada entre patio y zaguán,
constreñida en follaje una fragante selva,
quebrando unos cabillos para deleite están:
han de beber en néctar la dulce madreselva.
Mientras, niñas mayores, los jazmines del cielo
desmenuzan, prolijas, desuniendo las flores
para obtener el vástago de glutinoso pelo;
luego, entornan los ojos, por un instante, quietas,
los pegan a sus párpados pestañas de colores,
y, pequeñas mujeres, se pasean coquetas.



Marilina Rébora

es la mansión de ayer...

-- de Marilina Rébora --

Es la mansión de ayer...
Es la mansión de ayer, la de la infancia mía,
con ternura hogareña y calidez de seno,
que aún levanta la frente, a punto de agonía,
entre tanto derrumbe al que nada es ajeno.
Muéstrase melancólica el ala solariega
del loco enjambre antiguo hoy con seres distantes
y a la sombra de madre, amorosa, se agrega
el tono protector, los ojos vigilantes.
Los niños la vivían, encanto de morada;
aromas de su patio, tímida madreselva
con los albos jazmines en la azul enramada.
Y guardamos silencio para que el alma vuelva
a recordar imágenes de los dichosos años,
sintiéndonos ahora como intrusos o extraños.



Marilina Rébora

buenos aires

-- de Marilina Rébora --

Buenos aires
no tendrá buenos aires un río de cobalto
ni en sus cofres tesoros de vivas esmeraldas,
pero el cielo celeste es bandera en lo alto
y extensa pampa verde se brinda a sus espaldas.
Falto de budas de oro o faroles de piedra,
alminares curiosos o jardines alados,
mas es rica en paredes apretadas de hiedra
y jazmines, aromos y ceibos colorados.
Posee todavía trepadoras glicinas,
trémulas madreselvas, vocingleros gorriones,
cuando no el aleo perspicaz de golondrinas
percutiendo cristales, revolando balcones.
Y el sol, siempre con sol en patios y terrazas,
tejiendo entre los árboles de las umbrías plazas.



Medardo Ángel Silva

A flor de labios

-- de Medardo Ángel Silva --

Mi musa: toda ingenua, por ser joven,
se yergue melodiosa sobre un plinto.
Gusta de los jazmines que la arroben
y de los novilunios de jacintos.

Tiene los cisnes del Ensueño, bienes
azules de los cielos y las nubes;
un jardín otoñal para Jiménez,
y para Nervo un coro de querubes.

Y ama el éxtasis: palabras y martirios,
las letanías, el celeste coro;
tiene para María blancos lirios,
y para Pedro, las trompetas de oro!



Medardo Ángel Silva

Canción de los quince años

-- de Medardo Ángel Silva --

Son los quince abriles como quince rosas
con rocíos claros de maga alegría.
Corazón que tiene, cual las mariposas
alas de azul y oro de la fantasía!

Cada frase tiene la gracia de un verso;
olor a jazmines el cabello efluvia,
y compendían ese fragmento universo
las flores, el ave, la muñeca rubia...

Son los quince abriles como quince rosas
divinas, robadas a un albo bouquet;
tener un anhelo de imposibles cosas
y ruborizarse sin saber por qué...



Medardo Ángel Silva

Con ese traje azul

-- de Medardo Ángel Silva --

Con ese traje azul de seda clara
constelada de pájaros de nieve,
tiene la gracia de tu cuerpo leve,
fragilidad de nube... Por la rara

palidez ambarina de tu cara
la luna todas sus blancuras llueve.
Tal es de dulce tu mirada aleve
que inmola, sin sentirlo, sobre su ara...

Tu traje a las rodillas, tu peluca
languideciente en la rosada nuca,
llenan de primavera los jardines.

Y el paso de querub con que resbalas
hace pensar que te salieron alas
para asombrar a todos los jazmines.



Meira Delmar

soneto del amor evocado

-- de Meira Delmar --

Toca mi corazón tu mano pura,
lejano amor cercano todavía,
y se me vuelve más azul el día
en la clara verdad de la hermosura.
Memoria de tu beso, la dulzura
recobra su perdida melodía.
Y torna al cielo de la frente mía
el ángel inicial de la ventura.
El viento es otra vez un manso río
de jazmines abiertos. El estío
entreabre su vena rumorosa.
Y el tiempo se detiene desvelado,
a orillas del recuerdo enamorado
que enciende el corazón cuando le roza.
!--Img



Meira Delmar

la tarde

-- de Meira Delmar --

Te contaré la tarde, amigo mío.
La tarde de campanas y violetas
que suben lentamente a su pequeño
firmamento de aroma.
La tarde en que no estás.
El tiempo, detenido, se desborda
como un dorado río,
y deja ver en su lejano fondo
no sé qué cosas olvidadas.
El día vuelve aún en una ráfaga
de sol,
y fija mariposas de oro
en el cristal del aire.
Hay una flauta en el silencio, una
melancólica boca enamorada,
y en la torre teñida de crepúsculo
repiten su blancura las palomas.
La tarde en que no estás la tarde
en que te quiero.
Alguien, que no conozco,
abre secretamente los jazmines
y cierra una a una las palabras.
!--Img



Federico García Lorca

Gacela del amor imprevisto

-- de Federico García Lorca --

Nadie comprendía el perfume
de la oscura magnolia de tu vientre.
Nadie sabía que martirizabas
un colibrí de amor entre los dientes.

Mil caballitos persas se dormían
en la plaza con luna de tu frente,
mientras que yo enlazaba cuatro noches
tu cintura, enemiga de la nieve.

Entre yeso y jazmines, tu mirada
era un pálido ramo de simientes.
Yo busqué, para darte, por mi pecho
las letras de marfil que dicen siempre.

Siempre, siempre: jardín de mi agonía,
tu cuerpo fugitivo para siempre,
la sangre de tus venas en mi boca,
tu boca ya sin luz para mi muerte.



Francisco Villaespesa

morena mía

-- de Francisco Villaespesa --

i
bajo el fulgor lunar el mar es plata;
entreabre tú, mi bien, tu mirador,
y asómate a escuchar la serenata
que, mientras duermes tú, vela el amor
asómate al balcón, morena mía,
las sombras de mis noches a alumbrar,
que, como un ciego, sin bordón ni guía,
así voy sin la luz de tu mirar.
Ii
la brisa de jazmines perfumada
despierta la pasión que duerme en mí;
la noche está para el amor creada
y todo vive, como yo, por ti.
Asómate al balcón, morena mía,
las sombras de mis noches a alumbrar,
que, como un ciego, sin bordón ni guía,
así voy sin la luz de tu mirar.
Iii
sal a darle consuelo a mi tormento;
que si no sales, del balcón al pie,
como esas rosas que deshoja el viento,
sin la luz de tus ojos moriré.
Asómate al balcón, morena mía,
las sombras de mis noches a alumbrar,
que, como un ciego, sin bordón ni guía,
así voy sin la luz de tu mirar.



Francisco Villaespesa

la dama vestida de blanco

-- de Francisco Villaespesa --

Jardín blanco de luna, misterioso
jardín a toda indagación cerrado,
¿qué palabra fragante ha perfumado
de jazmines la paz de tu reposo?
es un desgranamiento prodigioso
de perlas, sobre el mármol ovalado
de la fontana clásica: un callado
suspirar; un arrullo tembloroso...
Es el amor, la vida... ¡Todo eso
hecho canción! la noche se ilumina;
florecen astros sobre la laguna...
¿Es la luna que canta al darte un beso,
o el ruiseñor que estremecido trina
al recibir los besos de la luna?



Francisco Villaespesa

por tierras de sol y sangre ix. el generalife

-- de Francisco Villaespesa --

ix. El generalife
en las aristas de las altas cumbres
la última brasa de la tarde humea.
Un silencio de paz duerme en la aldea,
que eleva entre los huertos sus techumbres
y al corazón aquieta una saudade
de beatitud, mientras la sombra oscura,
con su mudo oleaje de pavura,
la soledad de mi aposento invade.
Entre un fresco perfume de jazmines
surtidor de cristal se eleva una
voz, que es como la voz de los jardines,
donde la luna su fulgor destella...
¡Y el ruiseñor y el rayo de la luna
me hicieron sollozar, pensando en ella!



Francisco Villaespesa

pureza de jazmines

-- de Francisco Villaespesa --

¡jazminero, tan frágil y tan leve
que bastara con un soplo de aliento
para que disipases en el viento
tu intacta castidad de plata y nieve!...
Tu pureza me evoca aquella breve
mano de espumas y de encantamiento,
que ni siquiera con el pensamiento
mi corazón a acariciar se atreve.
Con su blancura a tu blancura iguala;
con tus piedades sus piedades glosas...
Como tú, tiene el corazón florido;
y, también como tú, también exhala
sobre el eterno ensueño de las cosas
un perfume de amor, luna y olvido.



José Martí

mantilla andaluza

-- de José Martí --

Mantilla andaluza
¿por qué no acaba todo, ora que puedes
amortajar mi cuerpo venturoso
con tu mantilla, pálida andaluza?
¡no me avergüenzo, no, de que me encuentren
clavado el corazón con tu peineta!
¡te vas! como invisible escolta, surgen
sobre sus tallos frescos, a seguirte
mis jazmines sin mancha y mis claveles.
¡Te vas! ¡todos se van! y tú me miras,
oh perla pura en flor, como quien echa
en honda copa joya resonante,
y a tus manos tendidas me abalanzo
como a un cesto de frutas un sediento.
De la tierra mi espíritu levantas
como el ave amorosa a su polluelo.



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Ariiba