Buscar Poemas con Jadeante


  ·En el buscador de poemas puedes encontrar entre más de doce mil poemas todos aquellos que contienen las palabras de búsqueda. Los poemas forman parte de la antología poética de los 344 poetas más importantes en lengua Española de todos los tiempo. Puedes elegir entre dos tipos de búsqueda:
  ·Buscar entre todos los poemas los que contienen las palabras de la búsqueda.
  ·Buscar sólo los poemas cortos -aquellos que tienen 8 versos o menos- que coinciden con el criterio de búsqueda.

Se han encontrado 5 poemas con la palabra jadeante

Si lo prefieres puedes ver sólo los poemas cortos, aquellos que tienen ocho versos o menos aquí

Ramón María del Valle Inclán

rosa hiperbólica

-- de Ramón María del Valle Inclán --

Va la carreta bamboleante
por el camino, sobre una foz,
el can al flanco va jadeante,
dentro una sombra canta sin voz:

-soñé laureles, no los espero,
y tengo el alma libre de lid.
¡No envidio nada, si no es dinero!
¡ya no me llama ningún laurel!

pulsan las penas en la ventana.
Vienen de noche con su oración,
mas aún alegran en la mañana
los gorriones de mi balcón.

Echéme al mundo de un salto loco,
fui peregrino sobre la mar,
y en todas partes pecando un poco,
dejé mi vida como un cantar.

No tuve miedo, fui turbulento,
miré en las simas como en la luz,
di mi palabra con mi alma al viento,
como una espada llevo mi cruz.

Yo marcho solo con mis leones
y la certeza de ser quien soy.
El diablo escucha mis oraciones.
Canta mi pecho: ¡mañana es hoy!

va la carreta bamboleante
por el camino, sobre una foz,
el can al flanco va jadeante,
dentro una sombra canta sin voz.

Poema rosa hiperbólica de Ramón María del Valle Inclán con fondo de libro

Luis Palés Matos

la piedra

-- de Luis Palés Matos --

En su duro letargo concentrada,
redonda, como el cráneo de un gigante,
la piedra en la vereda perfumada
es verruga enigmática y punzante.

Quieta, sintió la alegre carcajada,
y el temblor de la carne rozagante,
de la muchacha frágil y cansada
que llegó con el cántaro jadeante.

La piedra suda un ansia negra y blonda.
En lo profundo de su entraña honda
un sueño se arrebuja perezoso.

¡Moisés, moisés, la turba está sedienta;
tócame con tu vara, que revienta
el manantial de liquido precioso!

Poema la piedra de Luis Palés Matos con fondo de libro

Luis Palés Matos

el reloj

-- de Luis Palés Matos --

Con una incontrastable isocronía
canta el reloj las horas que transcurren,
y cual gnomos, por su armazonería,
como suspiros, rápidas, se escurren.

Quizá el tedio lo mata, y a porfía
las dos agujas del reloj, se aburren,
de estar marca que marca todo el día,
arcano idioma que ellas no discurren.

Mirado desde lejos, tiene aspecto
extraño y mitológico, de insecto
que ye correr la vida, indiferente;

y el péndulo, una lengua centelleante,
hiperbólicamente jadeante
que se mofa del tiempo eternamente.

Poema el reloj de Luis Palés Matos con fondo de libro

Javier del Granado

la selva

-- de Javier del Granado --

Con salvaje lujuria de pantera
se enardece la selva en el estío,
y el huracán con ímpetu bravío
destrenza su olorosa cabellera.

Blonda cascada de hojas reverbera
sobre el ramaje trémulo y sombrío,
que troncha el rayo en rudo desafío,
incendiando el plumón de su cimera.

Se retuerce la jungla acribillada
por dos pupilas de rubí llameante
que desgarran su carne alucinada.

Viborea un relámpago en las huellas,
el temible jaguar huye jadeante,
y en su lomo chispean las estrellas.



Antonio Machado

Caminos

-- de Antonio Machado --

De la ciudad moruna
tras las murallas viejas,
yo contemplo la tarde silenciosa,
a solas con mi sombra y con mi pena.
El río va corriendo,
entre sombrías huertas
y grises olivares,
por los alegres campos de Baeza.
Tienen las vides pámpanos dorados
sobre las rojas cepas.
Guadalquivir, como un alfanje roto
y disperso, reluce y espejea.
Lejos, los montes duermen
envueltos en la niebla,
niebla de otoño, maternal; descansan
las rudas moles de su ser de piedra
en esta tibia tarde de noviembre,
tarde piadosa, cárdena y violeta.
El viento ha sacudido
los mustios olmos de la carretera,
levantando en rosados torbellinos
el polvo de la tierra.
La luna está subiendo
amoratada, jadeante y llena.
Los caminitos blancos
se cruzan y se alejan,
buscando los dispersos caseríos
del valle y de la sierra.
Caminos de los campos...
¡Ay, ya no puedo caminar con ella!



© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba