Buscar Poemas con Intimidad


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Se han encontrado 6 poemas con la palabra intimidad

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Mario Benedetti

intimidad

-- de Mario Benedetti --

Soñamos juntos
juntos despertamos
el tiempo
mientras tanto
hace o deshace
no le importan
tu sueño
ni mi sueño
somos dóciles
torpes
destructibles
pensamos que no cae
esa gaviota
que hay más allá del fin
hay otra orilla
que la batalla es nuestra
o de ninguno
vivimos juntos
juntos
nos destruimos
pero la destrucción es una broma
un detalle
una ráfaga
un instante
un abrir y cerrarse
de ojos ciegos
ah nuestra intimidad
es tan inmensa
que la muerte la esconde
en su vacío.

Poema intimidad de Mario Benedetti con fondo de libro

Amado Nervo

bendición a francia

-- de Amado Nervo --

¡bendita seas, francia, porque me diste amor!
en tu parís inmenso y cordial, encontré
para mi cuerpo abrigo, para mi alma fulgor,
para mis ideales el ambiente mejor
...¡Y, además, una dulce francesa que adoré!
por esa mujer noble, tuyo es, francia querida,
mi reconocimiento; pues que, merced a ella,
tuve todos los bienes: ¡el gusto por la vida,
la intimidad celeste, la ternura escondida,
y la luz de la lámpara y la luz de la estrella!
yo no sé qué demiurgo la substrajo a mi anhelo
tras una amputación repentina y crüel,
y ya tú sola, francia, puedes darme consuelo:
con un refugio amigo para llorar mi duelo,
tu maternal regazo para verter mi hiel,
la sombra de algún árbol en tu florido suelo
...¡Y acaso, en tus colmenas, una gota de miel!

Poema bendición a francia de Amado Nervo con fondo de libro

Octavio Paz

la caída ii

-- de Octavio Paz --

Prófugo de mi ser, que me despuebla
la antigua certidumbre de mí mismo,
busco mi sal, mi nombre, mi bautismo,
las aguas que lavaron mi tiniebla.
Me dejan tacto y ojos sólo niebla,
niebla de mí, mentira y espejismo:
¿qué soy, sino la sima en que me abismo,
y qué, si no el no ser, lo que me puebla?
el espejo que soy me deshabita:
un caer en mí mismo inacabable
al horror del no ser me precipita.
Y nada queda sino el goce impío
de la razón cayendo en la inefable
y helada intimidad de su vacío.

Poema la caída   ii de Octavio Paz con fondo de libro

Gabino Alejandro Carriedo

alvar aalto

-- de Gabino Alejandro Carriedo --

Alvar aalto
alvar aalto: una vez más
con tus maderas alabeadas
y tus sillas de sentar.
Alvar aalto: nos conmueve
la pura serenidad
de las cubiertas angulares
de tu casa boreal.
Alvar aalto: es que quizás
el vuelo alado de tus pájaros
se reproduce intemporal,
puro elemento de arte lírica
triangular.
Alvar aalto: esta hermenéutica
de meta filosofal
y erectos pinos rojos,
vendrá ¿o no vendrá?,
con sus pulidos paramentos
a ser retablo popular.
Alvar aalto: en el impar
lienzo del lago húmedo
el bosque humano está detrás.
Así tu genio bate
un mudo abeto en el cristal
y se hace pura geofonía
en el paisaje dominical.
Alvar aalto: el arquitecto
del más vecino más allá.
Tu poesía escandinava
de colectiva intimidad
aún es intacta y blanca nieve,
aún es materia intacta, albar.
La arquitectura de alvar aalto,
textura de arco en alto altar.



Julia de Burgos

¡oh lentitud del mar!

-- de Julia de Burgos --

He tenido que dar, multiplicarme,
despedazarme en órbitas complejas...
Aquí en la intimidad, conmigo misma,
¡qué sencillez me rompe la conciencia!

para salvarme el mundo del espíritu,
he tenido que armar mis manos quietas,
¡cómo anhelo la paz, la hora sin ruido,
cuando nada conturbe mi existencia!

todo sonar se ha muerto en mis pupilas,
a mis ojos no inquietan las estrellas,
los caminos son libres de mi rumbo,
y hasta el nombre del mar, sorda me deja.

¡Y aún me piden canciones por palabras,
no conciben mi pulso sin poemas,
en mi andar buscan, trémulos, los astros,
como si yo no fuese por la tierra!

¡oh lentitud del mar! ¡oh el paso breve
con que la muerte avanza a mi ala muerta!
¿cómo haría yo para salvarte el tiempo?
¿qué me queda del mundo? ¿que me queda...?



Claudio Rodríguez

un viento

-- de Claudio Rodríguez --

Dejad que el viento me traspase el cuerpo
y lo ilumine. Viento sur, salino,
muy soleado y muy recién lavado
de intimidad y redención, y de
impaciencia. Entra, entra en mi lumbre,
ábreme ese camino
nunca sabido: el de la claridad.
Suena con sed de espacio,
viento de junio, tan intenso y libre
que la respiración, que ahora es deseo
me salve. Ven
conocimiento mío, a través de
tanta materia deslumbrada por tu honda
gracia.
Cuán a fondo me asaltas y me enseñas
a vivir, a olvidar,
tú, con tu clara música.
Y cómo alzas mi vida
muy silenciosamente,
muy de mañana y amorosamente
con esa puerta luminosa y cierta
que se me abre serena
porque contigo no me importa nunca
que algo me nuble el alma.



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