Buscar Poemas con Ingenio


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Se han encontrado 45 poemas con la palabra ingenio

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Diego Hurtado de Mendoza

Un claro ingenio, un vivo entendimiento - A Luis Barahona de Soto

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

Un claro ingenio, un vivo entendimiento,
Un sentido profundo, un raro aviso,
Una varia leccion y un decir liso,
Cual, señor Soto, en vuestros versos siento;

Pocas veces el claro firmamento
A los mortales concederlos quiso,
Y con razon aquel pastor de Anfriso
Os llama para algun notable intento;

Porque de vuestro ingenio é invencion
Piensa hacer industria por do pueda
Subir la tosca rima á perfeccion.

Tenga la Parca el hilo, y en su rueda
Ríjase la fortuna por razon;
Que puesto donde estáis, muy poco os queda.

Poema Un claro ingenio, un vivo entendimiento - A Luis Barahona de Soto de Diego Hurtado de Mendoza con fondo de libro

Lope de Vega

Belleza singular, ingenio raro

-- de Lope de Vega --

Belleza singular, ingenio raro,
fuera del natural curso del cielo,
Etna de amor, que de tu mismo hielo
despides llamas entre mármol puro;
sol de hermosura, entendimiento claro,
alma dichosa en cristalino velo,
norte del mar, admiración del suelo,
émula el sol como a la luna el faro.
Milagro del autor de cielo y tierra,
bien de naturaleza el más perfeto,
Lucinda hermosa en quien mi luz se encierra;
nieve en blancura y fuego en el efeto,
paz de los ojos y del alma guerra:
dame a escribir como a penar sujeto.

Poema Belleza singular, ingenio raro de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Viendo que iguala en su balanza Astrea

-- de Lope de Vega --

Viendo que iguala en su balanza Astrea
los rayos y las sombras desiguales,
Dauro no ha reparado en las señales
de la extranjera Vega que pasea.

Mas ya que el oro que le dais emplea,
en mis arenas a la Libia iguales,
florecerán mi Vega sus cristales,
y vos mi ingenio, de mi mundo idea.

A que sois primavera me resuelvo,
por quien las flores que perdí restauro:
tal abundancia vuestro ingenio cría.

Y así en tanto que al patrio Tajo vuelvo,
serán entre las márgenes del Dauro
las flores vuestras y la Vega mía.

Poema Viendo que iguala en su balanza Astrea de Lope de Vega con fondo de libro

Marcelino Menéndez y Pelayo

Soneto-dedicatoria

-- de Marcelino Menéndez y Pelayo --

A ti, de ingenio y luz raudal hirviente,
De las helenas Gracias compañera,
De mis cantos daré la flor primera:
Gane hermosura al adornar tu frente.

No de otro modo en bosque floreciente
Rudo y sin desbastar el leño espera,
O el mármol encerrado en la cantera,
El sabio impulso de escultor valiente.

Llega el artista, y la materia rinde;
Levántase a forma vencedora
Del mármol que el cincel taja y escinde.

Corra, en la piedra, de la vida el río;
Tú serás el cincel, noble Señora,
Que labre el mármol del ingenio mío.



Carolina Coronado

en un álbum de una dama con genio y sin pretensión

-- de Carolina Coronado --

De ti, señora, me contó la fama
que con ingenio vivo y alma inquieta
renuncias a la gloria del poeta
por no arriesgar el de modesta dama:
pero dicen también que el dios del arte
al verte abandonar su templo santo
sintió la ausencia de tu ingenio tanto
que a los poetas ordenó cantarte.
Uno por uno con afán, señora,
de apolo te transmiten los favores,
y yo también aunque infeliz cantora
vengo a ofrecer a tu corona flores.
Admite entre el laurel y la violeta
este ramo no más de siemprevivas;
aunque por ser modesta nada escribas,
siempre tendrás renombre de poeta.



Adelardo López de Ayala

Campoamor (López de Ayala)

-- de Adelardo López de Ayala --

Tu bondad, tu trato ameno,
tu faz, tu ingenio florido,
Campoamor, son un veneno;
pues, siendo tan descreído,
no debieras ser tan bueno.

Hoy con tu ejemplo se ve
más válida la opinión
de que es fácil que se dé
la moral sin religión,
y la conciencia sin fe.

¡Hombre, no inspires amor!
Te lo ruego por Dios vivo...
¡Hazte malo, por favor;
pues no serás tan nocivo...
En siendo un poco peor!



Amado Nervo

gratia plena

-- de Amado Nervo --

Todo en ella encantaba, todo en ella atraía
su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar...
El ingenio de francia de su boca fluía.
Era llena de gracia, como el avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!
ingenua como el agua, diáfana como el día,
rubia y nevada como margarita sin par,
el influjo de su alma celeste amanecía...
Era llena de gracia, como el avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!
cierta dulce y amable dignidad la investía
de no sé qué prestigio lejano y singular.
Más que muchas princesas, princesa parecía:
era llena de gracia como el avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!
yo gocé del privilegio de encontrarla en mi vía
dolorosa; por ella tuvo fin mi anhelar
y cadencias arcanas halló mi poesía.
Era llena de gracia como el avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!
¡cuánto, cuánto la quise! ¡por diez añosfue mía;
pero flores tan bellas nunca pueden durar!
¡era llena de gracia, como el avemaría,
y a la fuente de gracia, de donde procedía,
se volvió... Como gota que se vuelve a la mar!



Leandro Fernández de Moratín

soneto. la despedida

-- de Leandro Fernández de Moratín --

Nací de honesta madre: diome el cielo
fácil ingenio en gracias afluente;
dirigir supo el ánimo inocente
a la virtud el paternal desvelo.
Con sabio estudio, infatigable anhelo,
pude adquirir coronas a mi frente;
la corva scena resonó en frecuente
aplauso, alzando de mi nombre el vuelo.
Dócil, veraz, de muchos ofendido,
de ninguno ofensor, las musas bellas
mi pasión fueron, el honor mi guía.
Pero si así las leyes atropellas,
si para ti los méritos han sido
culpas, a dios, ingrata patria mía.



Leandro Fernández de Moratín

La despedida

-- de Leandro Fernández de Moratín --

Nací de honesta madre: diome el Cielo
fácil ingenio en gracias, afluente:
dirigir supo el ánimo inocente
a la virtud, el paternal desvelo.

Con sabido estudio, infatigable anhelo,
pude adquirir coronas a mi frente:
la corva escena resonó en frecuente
aplauso, alzando de mi nombre el vuelo.

Dócil, veraz: de muchos ofendido,
de ninguno ofensor, las Musas bellas
mi pasión fueron, el honor mi guía.

Pero si así las leyes atropellas,
si para ti los méritos han sido
culpas; adiós, ingrata patria mía.



Lope de Vega

Al doctor Francisco de Quintana

-- de Lope de Vega --

Nacieron en Madrid el docto Herrera;
Velasco, Eclesiastés; Márquez, Cirilo;
Francisco Sánchez, que, fecundo Nilo,
inunda el coro de la sacra esfera;

Montero, luz en monte, primavera;
Soria, Basilio; y, en florido estilo,
Hortensio Fénix, que al eterno asilo
huyó los ojos de la invidia fiera.

Entre estas luces coronada sale,
Quintana, de esplendor tu nueva aurora,
porque si no los vence, los iguale.

Que ya tu ingenio que las cumbres dora,
y por el sol más encendido vale,
honra la patria y la virtud decora.



Lope de Vega

Canta la edad primera los amores

-- de Lope de Vega --

Canta la edad primera los amores;
nave sin lastre es el ingenio tierno,
flámulas, velas, jarcias sin gobierno,
campo sin fruto y con viciosas flores.

Mis juveniles lágrimas y ardores
pasaron con el sol, que al curso eterno
llevó la primavera, y al invierno
vuelve los pasos de mi edad mejores.

Yo seguiré tus armas, y la pluma
osaré levantar hasta tu espada,
aunque como otro Dédalo presuma;

y verá la región, a España, helada,
y el mar, que en sangre teñirá su espuma,
de oro y laurel tu frente coronada.



Lope de Vega

Con una risa entre los bellos ojos

-- de Lope de Vega --

Con una risa entre los ojos bellos
bastante a serenar los accidentes
de los cuatro elementos diferentes,
cuando muestra el amor del alma en ellos;

con dulce lengua y labios, que por ellos
muestran los blancos y menudos dientes,
con palabras tan graves y prudentes,
que es gloria oírlas, si es descanso vellos;

con vivo ingenio y tono regalado,
con clara voz y pocas veces mucha,
con poco afecto y con serena calma;

con un descuido en el mayor cuidado
habla Lucinda. ¡Triste del que escucha
pues no le puede responder con alma!



Lope de Vega

En lámimas de plata, en letras de oro

-- de Lope de Vega --

En láminas de plata, en letras de oro,
que en almas escribirse merecía,
vuestro nombre a la fama el mundo envía,
Girón divino del mayor tesoro.

Será sujeto del Castalio coro
mientras dura del cielo el armonía,
famoso en cuanto el sol dilata el día,
del Pez al Cantro, de la Libra al Toro.

Verá la envidia, en la mayor alteza
de títulos tan grandes y escogidos
el del ingenio fértil y abundante.

Igualará la pluma a la grandeza,
y el Parnaso de vos favorecido
tendrá en su frente el cielo como Atlante.



Lope de Vega

Este sepulcro lagrimoso encierra

-- de Lope de Vega --

Este sepulcro lagrimoso encierra
un viejo en seso, aunque mancebo en años,
que por desengañar nuestros engaños,
el alma a Dios, el cuerpo dio a la tierra.

Su virtud, que del mundo se destierra,
ejemplo a propios y dolor a extraños,
dejó a sus padres miserables daños;
tanto del mundo la esperanza yerra.

Fue su nombre Agustín, su ingenio raro
y, como prenda que era ya del cielo,
fue milagroso en todo su discurso.

Pasó su resplandor como el sol claro,
de las estrellas imitando el vuelo
que alumbran más para acabar el curso.



Lope de Vega

Liñan, el pecho noble sólo estima

-- de Lope de Vega --

Liñán, el pecho noble sólo estima
bienes que el alma tiene por nobleza;
que, como vos decís, torpe riqueza
esté muy lejos de comprar su estima.

¿A cuál cobarde ingenio desanima
segura, honesta y liberal pobreza;
ni cual, por ver pintada la corteza,
quiere que otro señor su cuello oprima?

No ha menester fortuna el virtüoso;
la virtud no se da ni se recibe,
ni en naufragio se pierde, ni es impropia.

¡Mal haya quien adula al poderoso,
aunque fortuna humilde le derribe,
pues la verdad es premio de sí propia!



Lope de Vega

Luz de mis ojos, yo juré que había

-- de Lope de Vega --

Luz de mis ojos, yo juré que había
de celebrar una mortal belleza,
que de mi verde edad la fortaleza
como enlazada yedra consumía.
Si me ha pesado y si llorar querría
lo que canté, con inmortal tristeza
y si la que tenéis en la cabeza
corona agora de laurel la mía,
Vos lo sabéis a quien está presente
el más oculto pensamiento humano
y que desde hoy, con nuevo celo ardiente,
cantaré vuestro nombre soberano,
que a la hermosura vuestra eternamente
consagro pluma y voz, ingenio y mano.



Lope de Vega

Peniso amigo, codiciar mi muerte

-- de Lope de Vega --

Peniso amigo, codiciar mi muerte,
y ofrecer que, a mis honras funerales,
harás una oración como otras tales
de que tu ingenio, acción y voz me advierte,

es amistad que yo quisiera hacerte.
Todos para morir somos iguales,
que por la condición de ser mortales
también te puede a ti tocar la suerte.

No tomo la palabra, aunque me arguyas
de ingrato a los favores que me hacías,
que cuando eternidades constituyas,

mejor es que yo escriba en tales días
sonetos tristes a la honras tuyas,
que no que tú prediques a las mías.



Lope de Vega

Si el padre universal de cuanto veo

-- de Lope de Vega --

Si el padre universal de cuanto veo
en la naturaleza nuestra humana,
despreció la sentencia soberana,
obedeciendo un femenil deseo;

si un rey David y un nazareno hebreo,
a Bersabé y a Dálida tirana,
la fuerza y la vitoria rinde llana,
que no pudo el león ni el filisteo,

¿en qué valor mis ojos se fiaron,
y presumió mi ingenio saber tanto
que no le hiciera tu hermosura agravio?

Pues con fuerza, virtud y ciencia erraron
Adán el primer hombre, David santo,
Sansón el fuerte y Salomón el sabio.



Manuel del Palacio

La hipocresía

-- de Manuel del Palacio --

¿Qué hacer, si de un color andan vestidos
El vicio y la virtud? ¿Con qué mirada
Distinguirá la mente atribulada
De los puros afectos los fingidos?

Sonrisas de placer, ayes sentidos,
¿Sois lo que ser debeis, ó no sois nada?
¿Quién adivina la verdad ansiada
Cuando mienten del pecho los latidos?

Disfrázase de ingenio la osadía,
La astucia de valor, y entre las gentes
Muestra el crímen aspecto de hidalguía.

Tal del Índico mar en las corrientes
Arroyos mil desaguan á porfía
¡Que pareciendo arroyos son torrentes!



Manuel del Palacio

Poesía y prosa

-- de Manuel del Palacio --

¿La veis? Blanca es su tez como la nieve,
Negros sus ojos, sus mejillas rosa;
Como la palma del desierto airosa
Se columpia al andar su talle breve.

Siempre que hácia el jardín su planta mueve
En ella va á libar la mariposa,
Pues niña tan gentil y tan hermosa
Ni ha existido jamás, ni existir debe.

Pródiga en ella unió naturaleza
Los cien tesoros que guardaba en vano,
Ingenio, juventud, gracia y riqueza.

¿La veis? pues maldecid al hado insano;
Que esa mujer, portento de belleza,
Se suena las narices con la mano.



Emilio Bobadilla

Combatiente empedernido

-- de Emilio Bobadilla --

Somos de pulpa y hueso, componentes bien frágiles,
y en atómico polvo al fin nos convertimos:
somos como los tigres, carnívoros y ágiles,
y nos vencen a ratos el amor y los mimos.

Y el hombre contra el hombre, su hermano, inventa medios
de destrucción: cañones, dinamita, fusiles...
Con que pone a su vida y su riqueza asedios,
a rendirse obligándole en condiciones viles.

Los placeres olvida; lo que su ingenio un día
creó de grande y noble, destruye convulsivo
en sus horas frenéticas de fiebre y anarquía.

¡Y su carne resiste sangrando y no se abate
y hasta en el mismo campo —su odio siempre vivo—
le sorprenden los siglos en el mismo combate!



Pedro Soto de Rojas

Piedad declarada por rigor

-- de Pedro Soto de Rojas --

Puso en ti del Autor la sabia mano
alma quieta en sangre generosa,
anciano fruto en niña flor hermosa,
divino ingenio en un sujeto humano;

mas luego puso -¡ay, triste!- Amor tirano
entre blanco jazmín y fresca rosa
la ceraste mordaz más venenosa
que humor vertió de racional insano.

Tú, piadosa, quizá por no acabarme,
huyes y escondes su veneno esquivo,
como si esto bastara a remediarme;

pero es aumento que en mi mal recibo,
pues muero cuando dejas de matarme
y sólo al tiempo que me matas vivo.



Rafael María Baralt

A un ingenio de estos tiempos

-- de Rafael María Baralt --

Soy incapaz, Ernesto, de engañarte:
adoro la verdad, que el bien inspira,
y contra el vicio de falaz mentira
hay en mi corazón firme baluarte.

Ernesto, Ernesto, el corazón me parte
tu inútil afanar: rompe la lira
de tus cuerdas flojas «tu razón delira;
te falta inspiración; no tiene arte.»

Pero sírvate al menos de consuelo
que, si ascender no puedes la escabrosa
cumbre del Pindo en tu cansado vuelo,

tienes en tus escritos una cosa
mira si de franqueza soy modelo,
peor aún que tus versos... Y es tu prosa.



Gutierre de Cetina

tanto tiempo he en amar perseverado

-- de Gutierre de Cetina --

Que el flaco ingenio, rústico y grosero,
un pensamiento blando, a veces fiero,
poco a poco lo ha hecho delicado
y aquel sujeto vil atrás dejado
que suele a un amador no verdadero
desvïar de aquel bien puro y sincero
en los amantes de hoy tan poco usado.
Ya sé hacer de sabio diferencia
entre amor y un deseo que es lascivo:
sé cuánto el uno más que el otro vale.
Mostrádome ha mi mal por experiencia
que un triste desear, fogoso, esquivo,
no es amor, ni de amor nace ni sale.



Gutierre de Cetina

qué pérdida, qué mal, qué sentimiento

-- de Gutierre de Cetina --

«marina de aragón yace aquí. Espera,
detén el paso y apresura el llanto».
«¿Y éste a quien el dolor aflige tanto
quién es?» «muerto su bien ya no es el que era».
«¡Ay, rabioso pesar!, ¡ay pena fiera!
¿es amor el que cubre obscuro manto?»
«sí, mas oye qué dice y nota cuánto
el cielo nos llevó, que no debiera»:
beldad, gracia, valor, virtud, cordura,
ingenio, honestidad, seso, arte y gloria,
linaje y todo el bien que da ventura,
se ha llevado la muerte y por memoria
su nombre mostrará esta piedra dura;
yo tendré cargo de llorar su historia.



Gutierre de Cetina

cuando a escribir de vos el alma mía

-- de Gutierre de Cetina --

Se mueve, tanto que alabar se ofrece
que el ingenio y el arte desfallece
y sólo el desear queda por guía.
Este deseo la tira y la desvía
de cuanto acá hermoso nos parece,
y en la eterna beldad do resplandece
la que vemos acá, mira y porfía.
De aquí nace otro efecto: que mirando
vuestra beldad en la beldad del cielo,
entre las otras puesta en alta cima,
se inflama de otro ardor que sentía cuando
acá os miraba, y de un más limpio celo.
¡Qué el bien más conocido más se estima!



Hernando de Acuña

Contra la ciega y general dolencia

-- de Hernando de Acuña --

Contra la ciega y general dolencia
de la triste ignorancia miserable,
que de común se ha hecho comportable,
siendo tan insufrible pestilencia,

quiero que valga en esto mi sentencia:
que vuestro dulce estilo tan loable
os hará en Helicona memorable
sin contraste ninguno o diferencia;

ya vuestro claro ingenio nos lo muestra,
y ya el fruto gentil que de él procede
a la cumbre del monte os encamina,

do subís sin errar por la vía diestra
camino que a tan pocos se concede,
que ya por vuestro mal no se camina.



Hernando de Acuña

En leyendo, señor, vuestro soneto

-- de Hernando de Acuña --

En leyendo, señor, vuestro soneto,
acabé de saber lo que creía
y afirmé la opinión en que os tenía
de honrado, virtuosos y de discreto;

mas he hallado en él sólo un defecto,
que no es por falta vuestra sino mía,
y es que a un alto decir se requería
igual con las palabras el sujeto;

mas tanto más ingenio en vos se muestra,
cuanto cosa más baja habéis alzado
con estilo delgado y elocuente;

y yo a la voluntad y virtud vuestra
quedo de corazón tan obligado
cuanto debo quedarlo justamente.



Hernando de Acuña

Jamás pudo quitarme el fiero Marte

-- de Hernando de Acuña --

Jamás pudo quitarme el fiero Marte,
por más que en su ejercicio me ha ocupado,
que en medio de su furia no haya dado
a Apolo de mi tiempo alguna parte;

pero quiero, Lavinio, ahora avisarte
que ya me tiene ausencia en un estado
do casi yerran el discurso usado
mi estilo, mi razón, mi ingenio y arte.

Lo que en mí fue cantar silencio sea,
y canten los que esperan de su canto
que el amor baste a mejorar su suerte;

a mí me quede sólo el triste llanto,
pues muero no mirando a Galatea,
y el poderla mirar también es muerte.



Hernando de Acuña

Pastora en quien mostrar quiso natura

-- de Hernando de Acuña --

Pastora en quien mostrar quiso natura,
a la miseria de este bajo suelo,
la más cierta señal del bien del cielo
y un claro sol en la tiniebla oscura,

si pastoral ingenio a tanta altura
pudiese levantar su corto vuelo,
que cantase Damón cuanto consuelo
es verte y no te ver cuál desventura,

desde el un polo al otro se sabría
que no yo solo, más cualquier que ausente
de tu presencia vive, oh Galatea,

debe sentir la misma pasión mía,
pues sola en ti se halla juntamente
cuanto bien se procura y se desea.



Salvador Díaz Mirón

Gris perla

-- de Salvador Díaz Mirón --

Siempre aguijo el ingenio en la lírica;
y él en vano al misterio se asoma
a buscar a la flor del Deseo
vaso digno del puro Ideal.
¡Quién hiciera una trova tan dulce,
que al espíritu fuese un aroma,
un ungüento de suaves caricias,
con suspiros de luz musical!

Por desdén a la pista plebeya,
la Ilusión empinada en su loma
quiere asir, ante límpidas nubes,
virtud alta en sutil material;
Pero el Alma en el barro se yergue,
y el magnífico afán se desploma-,
y revuelca sus nobles armiños
en el negro y batido fangal.

La palabra en el metro resulta
baja y fútil pirueta en maroma;
un funámbulo erecto pontífice
lleva manto de pompa caudal;
y si el Gusto en sus ricas finezas
pide nuevo poder al idioma,
¡aseméjase al ángel rebelde
que concita en el reino del mal!
¡Quién hiciera una trova tan dulce,
que al espíritu fuese un aroma,
un ungüento de suaves caricias,
con suspiros de luz musical!



Manuel Machado

La Sonrisa de Franco resplandece

-- de Manuel Machado --

Caudillo de la nueva Reconquista,
Señor de España que en su fe renace,
sabe vencer y sonreír, y hace
campo de paz la tierra que conquista.

Sabe vencer y sonreír. Su ingenio
militar campa en la guerrera gloria
seguro y firme. Y para hacer Historia
Dios quiso darle mucho más: el genio.

Inspira fe y amor. Doquiera llega
el prestigio triunfal que lo acompaña,
mientras la Patria ante su impulso crece,

para un mañana, que el ayer no niega,
para una España más y más España,
¡la sonrisa de Franco resplandece!



Nicolás Guillén

agua del recuerdo

-- de Nicolás Guillén --

¿cuándo fue?
no lo sé.
Agua del recuerdo
voy a navegar.
Pasó una mulata de oro,
y yo la miré al pasar:
moño de seda en la nuca,
bata de cristal,
niña de espalda reciente,
tacón de reciente andar.
Caña
(febril le dije en mí mismo),
caña
temblando sobre el abismo,
¿quién te empujará?
¿qué cortador con su mocha
te cortará?
¿qué ingenio con su trapiche
te molerá?
el tiempo corrió después,
corrió el tiempo sin cesar,
yo para allá, para aquí,
yo para aquí, para allá,
para allá, para aquí,
para aquí, para allá...
Nada sé, nada se sabe,
ni nada sabré jamás,
nada han dicho los periódicos,
nada pude averiguar,
de aquella mulata de oro
que una vez miré al pasar,
moño de seda en la nuca,
bata de cristal,
niña de espalda reciente,
tacón de reciente andar.



A la sabiduría

-- de Juan Díaz Rengifo --

Pluguiera a Dios, que en ti, Sabiduría
(Guía del alma, y celestial lumbrera)
hubiera yo empleado el largo día,
la fría noche, el tiempo, que perdiera.

Tuviera con tu dulce compañía
alegría en lo adverso, y paz entera:
viera lo que no vi cuando creía,
que veía, lo que ver jamás quisiera.

Vencido de ignorancia, pobre, y ciego
entrego a ti el ingenio envejecido
despedido del ocio y vano juego,

ruégote le recibas, que aunque ha sido
perdido por su gran desasosiego,
sosiego ha de hallar a ti rendido.



Juan Meléndez Valdés

renunciando a la poesía

-- de Juan Meléndez Valdés --

Quédate, adiós, pendiente de este pino
sin defensa del tiempo a los rigores,
cítara en que canté de mis amores
las gracias y el ingenio peregrino.
Guárdala, oh tronco, que honras el camino
por muestra de la fe de dos pastores,
do puedan cortesanos amadores
tomar lecciones de un amor divino.
Mientras la oyó viviendo mi señora,
con cuerdas de oro resonar solía,
y fieras crudas amansó su canto;
ya que el alma feliz los cielos mora,
y en esta tumba su ceniza fría,
cesen los versos, y principie el llanto.



Juan Meléndez Valdés

Renunciando a la poesía (Valdés)

-- de Juan Meléndez Valdés --

Quédate, adiós, pendiente de este pino
sin defensa del tiempo a los rigores,
cítara en que canté de mis amores
las gracias y el ingenio peregrino.

Guárdala, oh tronco, que honras el camino
por muestra de la fe de dos pastores,
do puedan cortesanos amadores
tomar lecciones de un amor divino.

Mientras la oyó viviendo mi señora,
con cuerdas de oro resonar solía,
y fieras crudas amansó su canto;

ya que el alma feliz los cielos mora,
y en esta tumba su ceniza fría,
cesen los versos, y principie el llanto.



Juan Nicasio Gallego

A la muerte del Anti-Quijote

-- de Juan Nicasio Gallego --

En un sucio rincón doliente ya
el bien acuchillado Anti-Quijó
aborto del ingenio más idió
de cuantos a Madrid han apestá.

Gime el mísero padre su desgrá
y llora, y grita, y dice que es famó,
pero no es de extrañar que cielo hermó
a su negro polluelo llame el grá.

No llores, Setabiense, por el hí,
pues salvarás la vida por fortú
en ungüentos y drogas de botí,

que si alcanzara el tiempo del buen cú
que hizo en la Mancha el célebre escrutí
no se librara el tiste de hacer hú.



Juan Nicasio Gallego

Al Duque de Rivas

-- de Juan Nicasio Gallego --

Tú a quien afable concedió el destino,
digna ofrenda a tu ingenio soberano,
manejar del Aminta castellano
la dulce lira y el pincel divino.

Vibrando el plectro y animando el lino,
logra Saavedra, con dichosa mano,
vencen las glorias del cantor troyano,
robar las gracias del pintor de Urbino.

Lógralo, y logre yo, si más clemente
se muestra acaso la áspera fortuna
que hoy no me deja en blando son loarte,

tejer nuevas coronas en tu frente
ya esclarecida por tu ilustre cuna,
ya decorada del laurel de Marte.



Julio Flórez

El bogotano

-- de Julio Flórez --

Poem

Correcto en el vestido; por su semblante nunca pasa una sombra de duelo insano: Así va por las calles el bogotano, siempre fino y alegre, siempre elegante.

Entre amigos y damas luce el chispeante ingenio, que derrocha cortés y llano; y como es un modelo de cortesano, ama asía la ligera: por ser galante.

Al hundirse en el lecho tras el quebranto de una noche de danzas y de emociones, se apodera de su alma cruel desencanto,

y mira, entristecido, por los rincones del oscuro cerebro, vagar, en tanto, deshojadas y mustias sus ilusiones.



Fernando de Herrera

Las hebras de oro puro que la frente

-- de Fernando de Herrera --

Las hebras de oro puro que la frente
cercan en ricas vueltas, do el tirano
señor teje los lazos con su mano,
y arde en la dulce luz resplandeciente;

cuando el invierno frío se presente,
vencedor de las flores del verano,
el purpúreo color tornando vano,
en plata volverán su lustre ardiente.

Y no por eso amor mudará el puesto;
que el valor lo asegura y cortesía,
el ingenio y del alma la nobleza.

Es mi cadena y fuego el pecho honesto,
y virtud generosa lumbre mía,
de vuestra eterna, angélica belleza.



Francisco de Quevedo

parnaso español 34

-- de Francisco de Quevedo --

¿cuando, licino, di, contento viste
hombre con un pecado solamente,
si quien merece pena es suficiente,
y el inculpable, inútil yace triste?
¿quién al mayor delito se resiste?
¿qué cortesano habrá que no se afrente
de que le exceda en vida delincuente
el que a los ojos, que pretende, asiste?
¡oh ingenio del pecado escandaloso!
pues licas (habitado de serenos
áspides el espíritu ambicioso)
todos los malos quieren que sean buenos,
para que a su maldad el poderoso,
por sola, comunique sus venenos.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 38

-- de Francisco de Quevedo --

Petrarca celebró su laura bella
con ingenio, y estilo levantado,
y hizo al mundo eterno su cuidado,
y la rara belleza, que vio en ella.
Viven y envidiosas muchas de ella,
porque es digno de ser muy envidiado
un bien tan alto, y tan dichoso estado,
que nunca pueda el tiempo contra ella.
Yo solo a ti gallarda silvia hermosa,
a quien di el corazón en sacrificio,
querría dejarte de la misma suerte.
Que esta alma en adorarte venturosa
sólo te puede hacer este servicio,
que no te ofenda el tiempo, ni la muerte.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 39

-- de Francisco de Quevedo --

Divina muestra del poder divino,
honra de nuestra edad, por vos dichosa, nobleza sin igual maravillosa,
aviso, ingenio, gusto peregrino.
Milagro de renombre eterno digno
a pesar de la envidia venenosa,
rara beldad, cordura milagrosa,
gloria, que es de gozarla amor indigno.
Ángel con mortal velo disfrazado,
regalo sin medida, que no tiene
igual en todo el bien del ser humano.
Tesoro celestial incomparado,
adonde más el alma se entretiene
es silvia, dueño, y vida de silvano.



Francisco Sosa Escalante

A Fabio (Sosa Escalante)

-- de Francisco Sosa Escalante --

Oh! cuál me indigna, Fabio, la arrogancia
Con que pretende el hombre que su idea
Domine por do quier y pauta sea,
Porque lo quiere así su intolerancia!

Infalible se juzga en su jactancia;
Las obras de otro ingenio, ¡cuál afea!
Y cómo con las propias se recrea
Con entusiasmo y sin igual constancia!

Que adores á su Dios; que la hermosura
De la mujer ensalces que él admira,
Y casta llames á quien llama él pura;

¿No es necio pretender? ¡Oh Fabio! mira
Si puede ser mayor la desventura
Del que por santa libertad suspira.



Ricardo Güiraldes

Xanto

-- de Ricardo Güiraldes --

Xanto era difícil. En vano los adoradores volcaban copas de amor sobre la frígida blancura de su belleza.

Nadie supo tocarla, ninguno fue capaz de romper el desprecio que escondía en corteses indiferencias.

En vano hicieron prodigios de ingenio, nunca la emoción irisó su cutis de pétalo.

Xanto fue adorada con un pedestal de respetos, y los deseos, tal hiedras impotentes, jamás llegaron a sus pies deificados.

Xanto, por mirar abajo, se olvidó de sí. Creyéndose de mármol eterno, transformose en su religión y contemplaba su persona, en los reflejos de las miradas, como un episodio de ánfora sagrada.

Buenos Aires, 1914.



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