Buscar Poemas con Iluso


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Se han encontrado 10 poemas con la palabra iluso

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Julio Herrera Reissig

Su majestad el tiempo

-- de Julio Herrera Reissig --

El viejo Patriarca,
que todo lo abarca,
se riza la barba de príncipe asirio;
su nívea cabeza parece un gran lirio,
parece un gran lirio la nívea cabeza del viejo Patriarca.

Su pálida frente es un mapa confuso;
la abultan montañas de hueso,
que forman lo raro, lo inmenso, lo espeso
de todos los siglos del tiempo difuso.

Su frente de viejo ermitaño
parece el desierto de todo lo antaño;
en ella han carpido la hora y el año,
lo siempre empezado, lo siempre concluso,
lo vago, lo ignoto, lo iluso, lo extraño,
lo extraño y lo iluso...

Su pálida frente es un mapa confuso:
la cruzan arrugas, eternas arrugas,
que son cual los ríos del vago país de lo abstruso
cuyas olas, los años, se escapan en rápidas fugas.

¡Oh, las viejas, eternas arrugas!
¡Oh, los surcos oscuros!
¡Pensamientos en formas de orugas
de donde saldrán los magníficos siglos futuros!

Poema Su majestad el tiempo de Julio Herrera Reissig con fondo de libro

Amado Nervo

a sor quimera. pallida, sed quamvis pallida pulchra tamen.

-- de Amado Nervo --

Pallida, sed quamvis pallida pulchra tamen.
Para luis g. Urbina.
I
en nombre de tu rostro de lirio enfermo,
en nombre de tu seno, frágil abrigo
donde en noches pobladas de espanto duermo,
¡yo te bendigo!
en nombre de tus ojos de adormideras,
doliente y solitario fanal que sigo;
en nombre de lo inmenso de tus ojeras,
¡yo te bendigo!
ii
yo te dedico
el ímpetu orgulloso con que en las cimas
de todos los calvarios, me crucifico
iluso ¡pretendiendo que te redimas!
yo te consagro
un cuerpo que martirio sólo atesora
y un alma siempre oscura, que por milagro,
del cáliz de ese cuerpo no se evapora...
Iii
mujer, tu sangre yela mi sangre cálida;
mujer, tus besos fingen besos de estrella;
mujer, todos me dicen que eres muy pálida,
pero muy bella...
Te hizo el dios tremendo mi desposada;
ven, te aguardo en un lecho nupcial de espinas;
no puedes alejarte de mi jornada,
porque une nuestras vidas ensangrentada
cadena de cilicios y disciplinas.

Poema a sor quimera. pallida, sed quamvis pallida pulchra tamen. de Amado Nervo con fondo de libro

Jorge Guillén

infierno

-- de Jorge Guillén --

Ma tu perché ritorni a tanta noia?
dice virgilio a dante, inferno , i, 76.
Los destructores siempre van delante,
cada día con más poder y saña,
sin enemigo ya que los espante.
Triunfa el secuestro con olor de hazaña,
que pone en haz la hez del bicho humano.
Ni el más iluso al fin la historia engaña.
El infierno al alcance de la mano.

Poema infierno de Jorge Guillén con fondo de libro

Emilio Bobadilla

El héroe delincuente

-- de Emilio Bobadilla --

La guerra es un absurdo; la vida es otro absurdo;
el análisis todo a polvo lo reduce
y en lo íntimo de todo descubre el más palurdo
la falsedad que al pronto nos engaña y seduce.

La realidad es móvil, iluso el intelecto,
y la moral, sofística, y la ley, arbitraria;
al prejuicio el espíritu se muestra siempre afecto
como al muro se adhiere la inútil parietaria.

En la paz rige un código y en la guerra otro rige;
tiene un criterio sólo y una moral la Historia,
y una verdad de tales paradojas colige...

Me explico tu sorpresa en trance tal al verte:
porque mataste a muchos, te cubrieron de gloria;
porque mataste a uno, te condenan a muerte...



Emilio Bobadilla

Iluso

-- de Emilio Bobadilla --

Numerosos ejércitos sin piedad se desgarran
a Jesús invocando se persiguen con odio;
los cañones el aire de pólvora anubarran
y sigue a un episodio de sangre otro episodio.

En el hogar luctuoso gime a solas la viuda;
de Dios la pobre madre —de angustia medio loca-
implora noche y día, con lágrimas, la ayuda;
y es un volcán de súplicas inauditas su boca.

Los campos en estepas la metralla convierte;
la industria y el comercio se acaban en un día:
¡sólo mandan los odios, sólo triunfa la muerte!

Y Cristo paz no pone en la humana discordia
y asiste de los pueblos inerme a la agonía...
¡Iluso que creíste predicar la concordia!



Julián del Casal

tristissima nox

-- de Julián del Casal --

Noche de soledad. Rumor confuso
hace el viento surgir de la arboleda,
donde su red de transparente seda
grisácea araña entre las hojas puso.
Del horizonte hasta el confín difuso
la onda marina sollozando rueda
y, con su forma insólita, remeda
tritón cansado ante el cerebro iluso.
Mientras del sueño bajo el firme amparo
todo yace dormido en la penumbra,
sólo mi pensamiento vela en calma,
como la llama de escondido faro
que con sus rayos fúlgidos alumbra
el vacío profundo de mi alma.



José Ángel Buesa

canzonetta

-- de José Ángel Buesa --

Érase un verde bosque de eterna primavera,
y érase un niño iluso que vagaba al azar...
El niño entró en el bosque siguiendo una quimera;
entró en el bosque... Y nadie lo ha visto regresar.
Érase un mar sereno, de tan hondo que era,
y érase un nauta loco que vio un día aquel mar...
El nauta aborrecía la paz de la ribera;
empuñó el remo... Y nadie lo ha visto regresar.
Mujer: comprende el símil. Yo también quise un día
penetrar el secreto de tu melancolía,
y me perdí, y no pude regresar.
Porque en tus ojos verdes se extravió mi destino,
como el niño en el bosque, como el loco marino en el mar.



Antonio Machado

Coplas elegiacas

-- de Antonio Machado --

¡Ay del que llega sediento
a ver el agua correr
y dice: La sed que siento
no me la calma el beber!
¡Ay de quien bebe, y, saciada
la sed, desprecia la vida:
moneda al tahúr prestada,
que sea al azar rendida!
Del iluso que suspira
bajo el orden soberano,
y del que sueña la lira
pitagórica en su mano.
¡Ay del noble peregrino
que se para a meditar,
después de largo camino,
en el horror de llegar!
¡Ay de la melancolía
que llorando se consuela,
y de la melomanía
de un corazón de zarzuela!
¡Ay de nuestro ruiseñor,
si en una noche serena
se cura del mal de amor
que llora y canta su pena!
¡De los jardines secretos,
de los pensiles soñados
y de los sueños poblados
de propósitos discretos!
¡Ay del galán sin fortuna
que ronda a la luna bella,
de cuantos caen de la luna,
de cuantos se marchan a ella!
¡De quien el fruto prendido
en la rama no alcanzó,
de quien el fruto ha mordido
y el gusto amargo probó!
¡Y de nuestro amor primero
y de su fe mal pagada,
y, también, del verdadero
amante de nuestra amada!



Julio Herrera Reissig

el banco del suplicio

-- de Julio Herrera Reissig --

Eufocordias

... Et puis je suis parti, pleurant comme un enfant!
musset

a punto de dormirte bajo el ledo
suspiro del arcángel que te guía,
hirióme el corazón tu analogía
con una ingrata que olvidar no puedo.

Reclinada en el banco del viñedo,
junto al tilo de exánime apatía,
al iluso terror de que eras mía
me arrodillé con tembloroso miedo.

Partido por antiguo sufrimiento,
sobre tu frente agonicé un momento...
Y cuando el sueño te aquietó en el blando

tul irreal de los deliquios suyos,
uniéronse mis labios a los tuyos,
y como un niño me alejé llorando.



Ricardo Güiraldes

Mi caballo

-- de Ricardo Güiraldes --

Es un flete criollo, violento y amontonado.

Vive para el llano.

Sus vasos son ebrios de verde y la tarde, en crepúsculo orificado, se enamoró de sus ojos.

Comió pampa, en gramilla y trébol, y su hocico resopla vastos golpes, en sed de horizonte.

La línea, la eterna línea, allá, en que se acuesta el cielo.

Contra el amanecer, cuando la noche olvida sus estrellas, golpeose el pecho de oro, y en la tarde, enancó chapas de luz.

Iluso, la tierra rodó al empuje de sus cascos; fue ritmador del mundo.

¿Realidad? ¡Qué importa si vivió de inalcanzable!...

«La Porteña», 1914.



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