Buscar Poemas con Idolatría


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Se han encontrado 6 poemas con la palabra idolatría

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Jorge Luis Borges

góngora

-- de Jorge Luis Borges --

Marte, la guerra. Febo, el sol. Neptuno,
el mar que ya no pueden ver mis ojos
porque lo borra el dios. Tales despojos
han desterrado a dios, que es tres y es uno,
de mi despierto corazón. El hado
me impone esta curiosa idolatría.
Cercado estoy por la mitología.
Nada puedo. Virgilio me ha hechizado.
Virgilio y el latín. Hice que cada
estrofa fuera un arduo laberinto
de entretejidas voces, un recinto
vedado al vulgo, que es apenas, nada.
Veo en el tiempo que huye una saeta
rígida y un cristal en la corriente
y perlas en la lágrima doliente.
Tal es mi extraño oficio de poeta.
¿Qué me importan las befas o el renombre?
troqué en oro el cabello, que está vivo.
¿Quién me dirá si en el secreto archivo
de dios están las letras de mi nombre?
quiero volver a las comunes cosas:
el agua, el pan, un cántaro, unas rosas...

Poema góngora de Jorge Luis Borges con fondo de libro

Francisco Villaespesa

canción del recuerdo IV

-- de Francisco Villaespesa --

Ante la virgen que adorabas tanto
rezaba con tan ciega idolatría,
que entre mis labios la oración moría
estrangulada por mi propio llanto.
La imagen, impasible a mi quebranto,
con sus labios pintados sonreía
a un niño que en los brazos sosteía
medio oculto en los pliegues de su manto.
¡Mi vida en cambio de la suya!dije.
Ciego de pena y de terror, maldije;
y al salir de la brusca pesadailla,
vi en la faz de la imagen, con espanto,
algunas gotas trémulas de llanto
rodar sobre el carmín de su mejilla.

Poema canción del recuerdo IV de Francisco Villaespesa con fondo de libro

Carlos Pellicer

los sonetos de zapotlán

-- de Carlos Pellicer --

i
a juan josé arreola
un amarillo estar de otoño al día.
Sus olvidadas comunicaciones
abrieron los antiguos corazones
que junio en otros junio exprimía.
Triunfos de corporal idolatría
desnudan sepulcrales posesiones.
Las perlas, amargadas, las acciones
atléticas, vejada fantasía.
¿En dónde estás, eterna primavera?
¿por qué perdí tu claridad ligera
y en flores amarillas te descubro?
y devorado por mi boca herida,
con las palabras que te digo cubro
la muerte más hermosa de mi vida.

Poema los sonetos de zapotlán de Carlos Pellicer con fondo de libro

Clemente Althaus

A mi sobrina Manuelita C.

-- de Clemente Althaus --

Cuando en los días primeros
de tu existencia te vi,
lunar no hallaban en ti
ni los ojos más severos.
Y si no me alucinó
el casi paterno afecto,
criatura sin defecto
te jurara entonces yo.
Mas pronto Naturaleza,
arrepentida de haber
creado un humano ser
con tan divina belleza,
dijo: «no es bien que te dé,
»predilecta criatura,
«la perfección de hermosura
»que siempre a todas negué.
»Si signes creciendo así
»y humillando a las demás,
»soberbia te engreirás
»de la beldad que te di.
»Un defecto has menester
»que sea en ti la señal
»de tu condición mortal,
»y te confirme mujer.
»Que, si no, supersticiosa,
»la tierra tributaria
»criminal idolatría
»a tu belleza de diosa,
»por quitarte lo soberbio,
»fiebre tenaz te enviaré,
»que de tu pequeño pie
»tuerza el delicado nervio;
»por que, cuando te engrïeres
»viendo en ti belleza tanta,
»al sentir tu enferma planta,
»recuerdes que mortal eres;
»y para que, cuando quieras
»dejar la tierra afligida,
»tu planta grave te impida
»alzar tus alas ligeras.»



Ramón López Velarde

A una pálida

-- de Ramón López Velarde --

Vos una claridad y yo una sombra

E. ROSTAND

Dama de las eternas palideces,
con tu mirar tranquilo me pareces,
irradiando destellos de pureza
el hada del país de la tristeza.

Eres la imagen del dolor que implora,
y por eso mi pecho que te adora,
al mirar tu expresión contemplativa
te juzga una madona pensativa.

Tú despertaste mi pasión temprana,
y de mi juventud en la mañana
como un ensueño bondadoso fuiste
regando flores en mi senda triste.

Únjame la caricia de tu mano
y tus ojos que buscan el arcano
báñenme con tu luz, mientras me abismo
en sueños de inefable misticismo.

Pero ¡ay! que no podrá mi idolatría
tener la suerte de llamarte mía,
y seguiré tu amor a los reflejos
de una esperanza que me mira lejos.

Mas nunca te daré la despedida,
que en el rudo combate de la vida
me quedará, si tu cariño pierdo,
la amorosa penumbra del recuerdo.



Roque Dalton García

el obispo

-- de Roque Dalton García --

Los hombres en este país son como sus madrugadas:
mueren siempre demasiado jóvenes
y son propicios para la idolatría.
Raza dañada.
La estación de las lluvias es el único consuelo.



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