Buscar Poemas con Humos


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Se han encontrado 10 poemas con la palabra humos

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Líber Falco

Así fué...

-- de Líber Falco --

Arquero hoy de olvidados sueños,
he flechado tu imagen
con un dardo imprevisto del recuerdo.

Rubia muñeca de bazar de lujo,
en mis memorias de adolescente
con marco gris tu yaces displicente,
mientras tus humos tejen
en rancio novelón: héroe ficticio.

¿Y con esta complicada cocina
tú y yo doramos al amor?
Ah! el instinto. Padre Nuestro
que muerde y miente
cautelosamente.

Poema Así fué... de Líber Falco con fondo de libro

César Vallejo

Trilce: LII

-- de César Vallejo --

Y nos levantaremos cuando se nos dé
la gana, aunque mamá toda claror
nos despierte con cantora
y linda cólera materna.
Nosotros reiremos a hurtadillas de esto,
mordiendo el canto de las tibias colchas
de vicuña ¡y no me vayas a hacer cosas!

Los humos de los bohíos ¡ah golfillos
en rama! madrugarían a jugar
a las cometas azulinas, azulantes,
y, apañuscando alfarjes y piedras, nos darían
su estímulo fragante de boñiga,
para sacarnos
al aire nene que no conoce aún las letras,
a pelearles los hilos.

Otro día querrás pastorear
entre tus huecos onfalóideos
ávidas cavernas,
meses nonos,
mis telones.
O querrás acompañar a la ancianía
a destapar la toma de un crepúsculo,
para que de día surja
toda el agua que pasa de noche.

Y llegas muriéndote de risa,
y en el almuerzo musical,
cancha reventada, harina con manteca,
con manteca,
le tomas el pelo al peón decúbito
que hoy otra vez olvida dar los buenos días,
esos sus días, buenos con b de baldío,
que insisten en salirle al pobre
por la culata de la v
dentilabial que la vela en él.

Poema Trilce: LII de César Vallejo con fondo de libro

César Vallejo

sombrero, abrigo, guantes

-- de César Vallejo --

Enfrente a la comedia francesa, está el café
de la regencia; en él hay una pieza
recóndita, con una butaca y una mesa.
Cuando entro, el polvo inmóvil se ha puesto ya de pie.
Entre mis labios hechos de jebe, la pavesa
de un cigarrillo humea, y en el humo se ve
dos humos intensivos, el tórax del café,
y en el tórax, un óxido profundo de tristeza.
Importa que el otoño se injerte en los otoños,
importa que el otoño se integre de retoños,
la nube, de semestres; de pómulos, la arruga.
Importa oler a loco postulando
¡qué cálida es la nieve, qué fugaz latortuga,
el cómo qué sencillo, qué fulminante elcuándo!

Poema sombrero, abrigo, guantes de César Vallejo con fondo de libro

Pablo Neruda

hogueras

-- de Pablo Neruda --

Hogueras pálidas revolviéndose al borde de las noches
corren humos difuntos polvaredas invisibles
fraguas negras durmiendo detrás de los cerros anochecidos
la tristeza del hombre tirada entre los brazos del sueño
ciudad desde los cerros en la noche los segadores duermen
debatida a las últimas hogueras
pero estás allí pegada a tu horizonte
como una lancha al muelle lista pafa zarpar lo creo
antes del alba
árbol de estertor candelabro de llamas viejas
distante incendio mi corazón está triste
sólo una estrella inmóvil su fósforo azul
los movimientos de la noche aturden hacia el cielo



Pablo Neruda

barrio sin luz

-- de Pablo Neruda --

Barrio sin luz
¿se va la poesía de las cosas
o no la puede condensar mi vida?
ayer mirando el último crepúsculo
yo era un manchón de musgo entre unas ruinas.
Las ciudades hollines y venganzas,
la cochinada gris de los suburbios,
la oficina que encorva las espaldas,
el jefe de ojos turbios.
Sangre de un arrebol sobre los cerros,
sangre sobre las calles y las plazas,
dolor de corazones rotos,
podre de hastíos y de lágrimas.
Un río abraza el arrabal
como una mano helada que tienta en las tinieblas:
sobre sus aguas se avergüenzan
de verse las estrellas.
Y las casas que esconden los deseos
detrás de las ventanas luminosas,
mientras afuera el viento
lleva un poco de barro a cada rosa.
Lejos... La bruma de las olvidanzas
humos espesos, tajamares rotos,
y el campo, ¡el campo verde!, en que jadean
los bueyes y los hombres sudorosos.
Y aquí estoy yo, brotado entre las ruinas,
mordiendo solo todas las tristezas,
como si el llanto fuera una semilla
y yo el único surco de la tierra.



Pedro Soto de Rojas

Mirando un incendio

-- de Pedro Soto de Rojas --

Subes, oh llama, con veloz carrera
de estos cansados leños desatada,
solicitando en humos transformada
el distante reposo de tu esfera;

pero al subir por la región ligera
te vuelve el viento burlador en nada;
¡ay de ti, cuanto amante, desdichada,
de mi más dulce acción imagen fiera!

Así disuelta sube el alma mía
del corazón solicitando asiento
a la esfera veloz de su alegría,

y nunca llega a conseguir su intento:
que es humo mi ardor, y a su porfía
es un desdén dificultad del viento.



Gabino Alejandro Carriedo

la langosta

-- de Gabino Alejandro Carriedo --

La langosta se come los trigos,
se corta los humos,
se compra los dientes que tiene.
La langosta que salta y deshace
los trigos más altos y pone
las aceñas de trigo amarillo
tan al lado del trigo comido.
La langosta cancela su postre,
traduce más tarde episodios
y se pone a sumar relicarios,
y a afeitarse se pone temprano,
y se pone a secarse las manos.
Tímidos misántropos del anochecer:
la langosta pospone a su madre,
las cigüeñas se acuestan a veces,
la lechuza nos dice que hay algo,
que en las torres las monjas dormitan.
Por lo mismo que digo langosta
yo diría primero que mientes.
Pues me muero de envidia si veo
los insectos que saltan los montes.



Miguel Hernández

28

-- de Miguel Hernández --

28
la muerte, toda llena de agujeros
y cuernos de su mismo desenlace,
bajo una piel de toro pisa y pace
un luminoso prado de toreros.
Volcánicos bramidos, humos fieros
de general amor por cuanto nace,
a llamaradas echa mientras hace
morir a tranquilos ganaderos.
Ya puedes, amorosa fiera hambrienta,
pastar mi corazón, trágica grama,
si te gusta lo amargo de su asunto.
Un amor hacia todo me atormenta
como a ti, y hacia todo se derrama
mi corazón vestido de difunto.



Ramón López Velarde

en el piélago veleidoso

-- de Ramón López Velarde --

En el piélago veleidoso
entré a la vasta veleidad del piélago
con humos de pirata...
Y me sentía ya un poco delfín
y veía la plata
de los flancos de la última sirena,
cuando mi devaneo
anacrónico viose reducido
a un amago humillante de mareo.
Mas no guardo rencor
a la inestable eternidad de espuma
y efímeros espejos.
Porque sobre ella fui como una suma
de nostalgias y arraigos, y sobre ella
me sentí, en alta mar,
más de viaje que nunca y más fincado
en la palma de aquella mano impar.



Roberto Juarroz

el fondo de las cosas no es la vida o la muerte

-- de Roberto Juarroz --

El fondo de las cosas no es la vida o la muerte.
Me lo prueban
el aire que se descalza en los pájaros,
un tejado de ausencias que acomoda el silencio
y esta mirada mía que se da vuelta en el fondo,
como todas las cosas que se dan vuelta cuando acaban.
Y también me lo prueba
mi niñez que era pan
anterior a la harina,
mi niñez que sabía
que hay humos que descienden,
voces con las que nadie habla,
papeles donde el hombre está inmóvil.
El fondo de las cosas no es la muerte o la vida.
El fondo es otra cosa
que alguna vez sale a la orilla.



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