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Se han encontrado 15 poemas con la palabra honores

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Manuel del Palacio

Bebamos

-- de Manuel del Palacio --

Si de Baco el licor en mi cabeza
Sus vapores dulcísimos derrama,
No busco más honores ni más fama;
Todo lo tengo, amor, gloria, riqueza.

Con un cantar disipo la tristeza,
Hallo en el césped deliciosa cama,
Y de mi inspiración bajo la llama
Del destino me burlo y su fiereza.

Ame el guerrero la acerada ropa;
Yo gusto combatir en campo abierto
Con la botella sólo y con la copa.

Echad vino otra vez, que eso es lo cierto;
Y pues pasa la vida viento en popa,
Yacer quiero borracho ántes que muerto.

Poema Bebamos de Manuel del Palacio con fondo de libro

Manuel del Palacio

Semblanzas: IX

-- de Manuel del Palacio --

Gracias, no á su valer, sino á su influjo,
(Que asi ganan renombre más de siete),
Corregido por Vega y por Cañete
Pudo imprimir un libro que tradujo.

Conservo de él un ejemplar de lujo
Que me vendió en diez reales un pobrete,
Y el cual duerme hace tiempo en mi retrete
Como duerme en el agua el somormujo.

Rico, noble, valiente, campechano.
Alumno ya del gremio de escritores
En la Academia entróse muy ufano;

Hoy le abruman los títulos y honores,
Y sigue traduciendo el italiano....
Cuando no hace otras cosas aun peores.

Poema Semblanzas: IX de Manuel del Palacio con fondo de libro

Jorge Isaacs

El dios del siglo

-- de Jorge Isaacs --

(A Rafoel Salcedo Campo)

No temáis de otro Dios la omnipotencia,
Danzad en torno del Becerro de oro
Y ahogad, ahogad en estruendoso coro
La impertinente voz de la conciencia:

La virtud no es virtud, es impotencia;
Humo el Dios de Israel a quien adoro;
Bien en la faz del pobre sienta el lloro;
Sólo un crimen es crimen: la indigencia.

Amad a vuestro Dios, que sin medida
Envidiados honores os concede
Y con bellas esclavas os convida:
Si de la tumba alzaros él no puede,
Bastante es ya que de vosotros quede
Bajo el mármol aquí. .. Carne podrida.

Poema El dios del siglo de Jorge Isaacs con fondo de libro

César Vallejo

acaba de pasar el que vendrá

-- de César Vallejo --

Acaba de pasar el que vendrá
proscrito, a sentarse en mi triple desarrollo;
acaba de pasar criminalmente.
Acaba de sentarse más acá,
a un cuerpo de distancia de mi alma,
el que vino en un asno a enflaquecerme;
acaba de sentarse de pie, lívido.
Acaba de darme lo que está acabado,
el calor del fuego y el pronombre inmenso
que el animal crió bajo su cola.
Acaba
de expresarme su duda sobre hipótesis lejanas
que él aleja, aún más, con la mirada.
Acaba de hacer al bien los honores que le tocan
en virtud del infame paquidermo,
por lo soñado en mi y en él matado.
Acaba de ponerme (no hay primera)
su segunda aflixión en plenos lomos
y su tercer sudor en plena lágrima.
Acaba de pasar sin haber venido.



César Vallejo

El que vendrá

-- de César Vallejo --

Acaba de pasar el que vendrá
proscrito, a sentarse en mi triple desarrollo;
acaba de pasar criminalmente.

Acaba de sentarse más acá,
a un cuerpo de distancia de mi alma,
el que vino en un asno a enflaquecerme;
acaba de sentarse de pie, lívido.

Acaba de darme lo que está acabado,
el calor del fuego y el pronombre inmenso
que el animal crió bajo su cola.

Acaba
de expresarme su duda sobre hipótesis lejanas
que él aleja, aún más, con la mirada.

Acaba de hacer al bien los honores que le tocan
en virtud del infame paquidermo,
por lo soñado en mi y en él matado.

Acaba de ponerme (no hay primera)
su segunda aflixión en plenos lomos
y su tercer sudor en plena lágrima.

Acaba de pasar sin haber venido.



Emilio Bobadilla

Ah, la Historia

-- de Emilio Bobadilla --

¡La Historia...! Abro la Historia: delirante desfile
de crímenes, de intrigas, de relatos de guerras;
heroico al que de un golpe más hombres aniquile
y viole más mujeres y se robe más tierras.

Al que la paz propone o a la concordia induce,
cuatro tiros o al palo por traidor y cobarde;
honores, lauros, oro, al que a matar azuce
o en patriótica fiebre de latrocinios arde.

Retórica opulenta, tribunicios arranques,
sofismas y denuncias del odio y de la envidia
que en lagunas de púrpura convierten los estanques...

El déspota triunfante, vencido el inocente
y ambos al fin vencidos por la misma perfidia:
¡Robespierre asesino y Jesús impotente!



Emilio Bobadilla

El zar Nicolás II

-- de Emilio Bobadilla --

Zar de todas las Rusias, autócrata que el oro
de su pueblo derrocha sin medida ni fechas;
que destierra a Siberia, burlándose del foro,
a nobles y plebeyos, por fútiles sospechas;

que a intrigas y amenazas de palaciegos cede;
zar de todas las Rusias, más que Dios en la tierra;
que todo lo pequeño y lo grande lo puede
¡y a un gesto del nihilismo aterrador se aterra!

Honores y riquezas, depravaciones viles,
—compensaciones áulicas de infames componendas-
se postran a sus plantas cual míseros reptiles;

fingidos regicidios alimentan su espanto,
¡que este dueño absoluto de vidas y de haciendas
tiembla como una liebre bajo su regio manto!



Julián del Casal

al juez supremo

-- de Julián del Casal --

No arrancó la ambición las quejas hondas
ni el orgullo inspiró los anatemas
que atraviesan mis mórbidos poemas
cual aves negras entre espigas blondas.
Aunque la dicha terrenal me escondas
no a la voz de mis súplicas le temas,
que ni lauros, ni honores, ni diademas
turban de mi alma las dormidas ondas.
Si algún día mi férvida plegaria,
¡oh, dios mío!, en blasfemia convertida
vuela a herir tus oídos paternales,
es que no siente mi alma solitaria,
en medio de la estepa de la vida,
el calor de las almas fraternales.



Pedro Antonio de Alarcón

A Ronconi

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

Errante nube al africano suelo
llega en alas del viento adormecida;
rómpese al fin, y en lluvia convertida,
templa la sed del abrasado suelo.

Al alma estéril que agostara el duelo,
tú eres, Ronconi, lluvia bendecida,
que le das con tus lágrimas la vida
y flores al dolor para consuelo.

Hoy, al verte partir, sigo esas flores
y recojo esas perlas de rocío,
con ramos de laurel para tejerlas...

Si, pues, al son de públicos honores,
una corona con mi adiós te envío,
tuyas sus flores son tuyas sus perlas.



Juan Cruz Varela

A don Mariano Moreno

-- de Juan Cruz Varela --

Arrebató la Parca... (¡Parca fiera,
del joven más cabal vil homicida!)
Cortó el hilo dorado de una vida,
que su guadaña respetar debiera.

La negra envidia ¡cielo quien pudiera
una mano cortar tan fementida!
A la patria a inferido horrenda herida
que el rival más rival no la infiriera.

¡Oh tú! que amante de tu patria, aspiras
a hacer faustos sus hados, rinde honores
al joven héroe que ya el orbe aclama.

Si la espada le ha dado defensores
del cañón de su pluma ¡oh pluma!, admiras
vivo fuego brotar que los inflama.



Gutierre de Cetina

ni la alta piedra que de césar cierra

-- de Gutierre de Cetina --

Las reliquias soberbias en el suelo,
ni aquel famoso templo por quien delo
vivirá siempre en cuanto el mar encierra,
ni todos los honores que en la tierra
pueden de gloria alzarse en alto vuelo,
os dieran tanto honor, héroes del cielo,
cuanto os dan estas piedras y esta tierra.
De huesos de enemigos mayor pira,
do los vuestros a guisa de trofeo
se muestran fabricando, fabricaste.
El templo que a los otros más admira,
y el honor muy más grande que el deseo,
cristo os lo dio y vosotros lo ganaste.



Salvador Novo

no podemos abandonarnos

-- de Salvador Novo --

No podemos abandonarnos,
nos aburrimos mucho juntos,
tenemos la misma edad,
gustos semejantes,
opiniones diversas por sistema.

Muchas horas, juntos,
apenas nos oíamos respirar
rumiando la misma paradoja
o a veces nos arrebatábamos
la propia nota inexpresada
de la misma canción.

Ninguno de los dos, empero,
aceptaría los dudosos honores
del proselitismo.



Francisco Acuña de Figueroa

He aquí nuestra vida

-- de Francisco Acuña de Figueroa --

He aquí nuestra vida: ¡de arena un reló!
En polvo sus horas se ven deslizar,
Leves ondas que el río conmueve
Y una a una desata en el mar,
Que entre dos eternidades,
Del pasado al porvenir,
Punto imperceptible
Marca su existir:
Tal del joven
Que brillo
La vida
Voló;
Si,
Cayó,
¡Oh Pena
Como arena,
Cual río pasó
Hijos y consorte
Dejas, caro amigo, si,
En una patria adoptiva
Que ora gime en pos de ti.
Mil honores debidos viviendo
En este recuerdo amor te dejó,
Ora que no vives, te deja un genido;
He aquí nuestra vida: ¡de arena un reló!



José Joaquín de Mora

Álzase Marco Tulio de su asiento

-- de José Joaquín de Mora --

Álzase Marco Tulio de su asiento
con grave pompa y majestad divina;
tiembla de espanto y rabia Catilina,
inmóvil el Senado escucha atento.

Brota el raudal sonoro y al momento
sálvase Roma de fatal ruina,
el pueblo al Cónsul la cerviz inclina,
y padre clama en jubiloso acento.

Ahora si me preguntas en qué autores
adquirió Cicerón el privilegio
de arrancar tan magníficos honores,

yo ye responderé, que ese hombre egregio,
modelo de abogados y oradores,
ni estudió a Vinio, ni pisó el colegio.



Clemente Althaus

A Martín de Porres

-- de Clemente Althaus --

En vano, gran Martín, la Noche fría
vistió tu rostro con su sombra oscura;
mas que la nieve era tu alma pura,
y más clara que sol de mediodía.
Y hoy en la gloria perennal te alegras,
mientras gimen sin tregua en el profundo
mil y mil que tuvieron en el mundo
los rostros blancos y las almas negras.
Si, como vil, el orgulloso suelo
y como infame, tu color rechaza,
igual es en honores cada raza
en la feliz república del cielo.
Y hasta permiten las divinas leyes
que aquellos cuya vida más se humilla
allá reciban más augusta silla,
del mundo esclavos y del cielo reyes.
¿Qué corona de sol resplandeciente
hay que perder su resplandor no tema,
ante la luz de la inmortal diadema
que hoy enguirnalda tu gloriosa frente?
Y son nuestras mas fúlgidas estrellas
bosquejo apenas y confusa sombra
de esas que tú, como brillante alfombra,
o cual dorado pavimento, huellas.



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