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Se han encontrado 86 poemas con la palabra historia

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Roque Dalton García

la violencia aquí

-- de Roque Dalton García --

A josé david escobar galindo,
* «perra de hielo».
En el salvador la violencia no será tan sólo
la partera de la historia.
Será también la mamá del niño-pueblo,
para decirlo con una figura
apartada por completo de todo paternalismo.
Y como hay que ver la casa pobre
la clase de barrio marginal
donde ha nacido y vive el niño-pueblo
esta activa mamá deberá ser también
la lavandera de la historia
la aplanchadora de la historia
la que busca el pan nuestro de cada día
de la historia
la fiera que defiende el nido de sus cachorros
y no sólo la barrendera de la historia
sino también el tren de aseo de la historia
y el chofer de bulldozer de la historia.
Porque si no
el niño-pueblo seguirá chulón
apuñaleado por los ladrones más condecorados
ahogado por tanta basura y tanta mierda
en esta patria totalmente a orillas del acelhuate
sin poder echar abajo el gran barrio fuerteza cuzcatleco
sin poder aplanarle de una vez las cuestas y los baches
y dejar listo el espacio
para que vengan los albañiles y los carpinteros
a parar las nuevas casas.

Poema la violencia aquí de Roque Dalton García con fondo de libro

Mario Benedetti

la historia

-- de Mario Benedetti --

Dijo cervantes que la historia
es el depósito de las acciones
y yo salvadas las distancias creo
que es un nomenclátor de expectativas
el historiador era para schlegel
apenas un profeta que miraba hacia atrás
y yo salvadas las distancias creo
que suele ser estrábico y a veces hipermétrope
por su parte el saber congelado sostiene
que los pueblos felices nunca tienen historia
y como en realidad todos la tienen
vaya sacando usted las conclusiones
a menudo la historia se vale de utopías
algunos aprovechan para erigirle estatuas
y luego es consagrada como infancia del mundo
o como fotocopia del futuro
la historia colecciona pálidos nomeolvides
lápidas de homenaje con hollines y mugre
y en su amplio muestrario de desdenes
figura hasta el humilde que vivió sin codicia
la historia está maltrecha quebrantada
hace dos o tres siglos que no ríe
que no llora no habla acaso porque ahora
ya no hay quien le peine las mentiras

Poema la historia de Mario Benedetti con fondo de libro

Jorge Riechmann

24

-- de Jorge Riechmann --

Unos pocos hacen historia:
los más la sufren.
De tanto en tanto quienes sufren la historia
tras sufrir demasiado
se exasperan, y eruptivamente
se echan a la calle a hacer historia:
son días de grandes borracheras
grandes carnicerías
grandes revoluciones.
Días que son horas y luego son minutos.
Después, quienes hacen historia
recuperan las posiciones
desde las que pueden hacer historia.
¿A ti qué te parece:
podemos desuncirnos de esta noria?

Poema 24 de Jorge Riechmann con fondo de libro

Jorge Luis Borges

milonga de dos hermanos

-- de Jorge Luis Borges --

Traiga cuentos la guitarra
de cuando el fierro brillaba,
cuentos de truco y de taba,
de cuadreras y de copas,
cuentos de la costa brava
y el camino de las tropas.
Venga una historia de ayer
que apreciarán los más lerdos;
el destino no hace acuerdos
y nadie se lo reproche
ya estoy viendo que esta noche
vienen del sur los recuerdos.
Velay, señores, la historia
de los hermanos iberra,
hombres de amor y de guerra
y en el peligro primeros,
la flor de los cuchilleros
y ahora los tapa la tierra.
Suelen al hombre perder
la soberbia o la codicia:
también el coraje envicia
a quien le da noche y día
el que era menor debía
más muertes a la justicia.
Cuando juan iberra vio
que el menor lo aventajaba,
la paciencia se le acaba
y le armó no sé qué lazo
le dio muerte de un balazo,
allá por la costa brava.
Sin demora y sin apuro
lo fue tendiendo en la vía
para que el tren lo pisara.
El tren lo dejó sin cara,
que es lo que el mayor quería.
Así de manera fiel
conté la historia hasta el fin;
es la historia de caín
que sigue matando a abel.



Santiago Montobbio

toda historia

-- de Santiago Montobbio --

Toda historia
toda historia es simple y se me olvida.
Quizá me fui a tomar café, quizá la amaba
y me perdí entre jardines de piernas esmaltadas
que fueron juncos trenzados de palabras
y después retama que mi lengua de trapo
había hecho trizas. Quizá fue el amor,
quizá el café, tal vez la noche. El recinto
sin madrugadas, con sangre y lunas rotas,
el recinto, el barranco de dientes oxidados
o el valle de hojas de afeitar dulcísimas
no hería o no existía. Quizá fue el café
o fueron sus piernas, o quizá la amaba.
Toda historia es simple y se me olvida
en las axilas de mi ciudad tristísima.
Sabedlo ya: mis ojos no se acuerdan de qué miran.



Santiago Montobbio

historia verdadera

-- de Santiago Montobbio --

Historia verdadera
bajé del sueño, del sol y el miedo.
Bajé y seguí bajando. No había nada.
Deseé volver. Pero en el descenso
había olvidado cómo a la infancia
del primer verso trepar de nuevo.
Y así (niños y niñas) me quedé solo,
de ninguna parte rey y en mi noche
por nadie abandonado. Y esta sola
historia verdadera es el poeta.



Vicente Gallego

una historia vulgar

-- de Vicente Gallego --

Qué extraño es de repente todo esto
cuando te pasa a ti: que se arruine la carne,
que el entusiasmo falle, esos dos baluartes
que jamás se rindieron, ni siquiera
cuando todo tembló en algún momento.
La realidad te alcanza, y el mundo te parece
un chicle masticado que molesta
retener en la boca sin sabor. Vas llegando
donde jamás pensaste que llegaras,
porque no piensa el joven seriamente
y ése ha sido el regalo más grande de la vida
que su destino sea el deterioro.
Es vulgar esta historia como aquellas
que leías distante en los versos ajenos:
otro hombre comprende que ha gastado
para siempre la parte más hermosa
y también la más breve de su tiempo.
Es vulgar esta historia,
y al mundo no le importa.
Lo que tiene de nuevo es que por fin
ese hombre eres tú.



Antonio Machado

Yo escucho los cantos

-- de Antonio Machado --

Yo escucho los cantos
de viejas cadencias,
que los niños cantan
cuando en coro juegan,
y vierten en coro
sus almas que sueñan,
cual vierten sus aguas
las fuentes de piedra:
con monotonías
de risas eternas,
que no son alegres,
con lágrimas viejas,
que no son amargas
y dicen tristezas,
tristezas de amores
de antiguas leyendas.
En los labios niños,
las canciones llevan
confusa la historia
y clara la pena;
como clara el agua
lleva su conseja
de viejos amores,
que nunca se cuentan.
Jugando, a la sombra
de una plaza vieja,
los niños cantaban...
La fuente de piedra
vertía su eterno
cristal de leyenda.
Cantaban los niños
canciones ingenuas,
de un algo que pasa
y que nunca llega:
la historia confusa
y clara la pena.
Seguía su cuento
la fuente serena;
borrada la historia,
contaba la pena.



Roberto Juarroz

el hombre es siempre

-- de Roberto Juarroz --

El hombre es siempre
el constructor de una cárcel.
Y no se conoce a un hombre
hasta saber qué cárcel ha construido.
Algunas veces parece sólo la propia,
pero siempre es también la de otros.
Y no le basta con construir la prisión:
aporta también el carcelero.
Lo único que el hombre no pone
es el material para hacer la prisión,
porque sobra en todas partes.
Pero hay otra cosa
que no sabemos quién la pone:
el combustible para el incendio.
Porque si todo hombre es la historia de sus cárceles,
la lamentable historia de un ex presidiario
que vuelve a su prisión
o inaugura otra,
a veces es también la historia de quemarse
al incendiar la mayor de sus prisiones.
O ni siquiera la mayor:
la que estaba en el límite.



Luis Lloréns Torres

el drama del olvido

-- de Luis Lloréns Torres --

El- la historia de nuestro amor,
que aún sahúma tu memoria,
fue breve como la historia
de la abeja con la flor.

Prisionera de la flor,
la abeja sabe libar
en su cárcel de azahar.

Y cuando liba la esencia,
recobra su independencia
y se vuelve al colmenar.

Ella- te di el libro de mi vida,
para que tú lo leyeras,
y en sus páginas primeras
te deslumbraste en seguida.

Tu curiosidad herida
quiso el final conocer.

Y hoy lo cierras sin saber
que entre sus hojas extremas
hay los más bellos poemas
que dejaste sin leer.



Jorge Guillén

tarde mayor

-- de Jorge Guillén --

Libre nací y en libertad me fundo.
Cervantes
tostada cima de una madurez,
esplendiendo la tarde con su espíritu
visible nos envuelve en mocedad.
Así te yergues tú, para mis ojos
forma en sosiego de ese resplandor,
trasluz seguro de la luz versátil.
Si aquellas nubes tiemblan a merced,
un día, de un estrépito enemigo,
mescolanza de súbito voraz,
oscurecidos y desordenados
penaremos también. Y no habrá alud
que nos alcance en la ternura nuestra.
Esos árboles próceres se ahíncan
dedicando sus troncos al cénit,
a un cielo sin crepúsculos de crimen.
Si tal fronda perece fulminada,
rumoroso otra vez igual verdor
se alzará en el olvido del tirano.
Y pasará el camión de los feroces.
Castaños sin historia arrojarán
su florecilla al suelo blanquecino.
Un ámbito de tarde en perfección
tan desarmada humildemente opone,
por fin venciendo, su fragilidad
a ese desbarajuste sólo humano
que a golpes lucha contra el mismo azul
impasible, feroz también, profundo.
Fugaz la historia, vano el destructor.
Resplandece la tarde. Yo contigo.
Eterna al sol la brisa juvenil.



Jorge Guillén

fuera del mundo

-- de Jorge Guillén --

Fuera del mundo
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cuanto nosotros somos y tenemos
forma un curso que va a su desenlace:
la pérdida total.
No es un fracaso.
Es el término justo de una historia,
historia sabiamente organizada.
Si naces, morirás. ¿De qué te quejas?
sean los dioses, ellos, inmortales.
Natural que, por fin, decline y me consuma.
Haya muerte serena entre los míos.
Algún día ¿tal vez penosamente?
me moriré, tranquilo, sosegado.
No me despertaré por la mañana
ni por la tarde. ¿Nunca?
¿monstruo sin cuerpo yo?
se cumpla el orden.
No te entristezca el muerto solitario.
En esa soledad no está, no existe.
Nadie en los cementerios.
¡Qué solas se quedan las tumbas!



Emilio Bobadilla

Ah, la Historia

-- de Emilio Bobadilla --

¡La Historia...! Abro la Historia: delirante desfile
de crímenes, de intrigas, de relatos de guerras;
heroico al que de un golpe más hombres aniquile
y viole más mujeres y se robe más tierras.

Al que la paz propone o a la concordia induce,
cuatro tiros o al palo por traidor y cobarde;
honores, lauros, oro, al que a matar azuce
o en patriótica fiebre de latrocinios arde.

Retórica opulenta, tribunicios arranques,
sofismas y denuncias del odio y de la envidia
que en lagunas de púrpura convierten los estanques...

El déspota triunfante, vencido el inocente
y ambos al fin vencidos por la misma perfidia:
¡Robespierre asesino y Jesús impotente!



José Agustín Goytisolo

historia conocida

-- de José Agustín Goytisolo --

Es una historia conocida, amigos,
todos la recordamos,
viento del pueblo se perdió en el pueblo
pero no ha terminado.
Hace tiempo hubo un hombre entre nosotros,
alegre, iluminado,
que amó y vivió, cantaba hasta en la muerte,
libre como los pájaros.
¡Qué bonito sería! nace, escribe,
muere desamparado.
Se estudian sus poemas, se le cita,
y a otra cosa, muchachos.
Pero su nombre continúa, sigue,
como nosotros, esperando
el día en que este asunto, y otros muchos,
se den por terminado.
¡Qué bonito sería! nace, escribe,
muere desamparado.
José agustín goytisolo



José Ángel Buesa

la copa de diamante

-- de José Ángel Buesa --

Tal vez por un capricho más triste que galante
cuente un día una historia que casi no es de amor.
Tal vez estés ausente, o acaso estés delante,
pero si estás delante lo contaré mejor.
Diré que hubo una copa tallada de diamante,
una flor sin rocío y un blanco surtidor.
Pero aunque se moría de sed un caminante
le negaron el agua para regar la flor.
Como ves es una historia que puede no ser mía,
pues habla de un suceso que ocurre cada día;
burlar a un vagabundo, negar una merced.
Pero al fin de este cuento vulgar y cotidiano,
tú sentirás la copa de diamante en tu mano,
y yo estaré de nuevo muriéndome de sed.



Santiago Montobbio

historia griega

-- de Santiago Montobbio --

Historia griega
noche ni con más noche se consuela. Después
que un árbol arrancado probó a con sus
sombras congraciarse ofreciendo a las pequeñas,
diarias muertes caramelos exilio
de nadie se ha hecho el verso:
hasta el estúpido oficio de leerle al tiempo
las líneas crueles de su mano se ha perdido.



Mario Benedetti

vamos juntos

-- de Mario Benedetti --

Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
compañero te desvela
la misma suerte que a mí
prometiste y prometí
encender esta candela
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
la muerte mata y escucha
la vida viene después
la unidad que sirve es
la que nos une en la lucha
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
la historia tañe sonora
su lección como campana
para gozar el mañana
hay que pelear el ahora
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
ya no somos inocentes
ni en la mala ni en la buena
cada cual en su faena
porque en esto no hay suplentes
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
algunos cantan victoria
porque el pueblo paga vidas
pero esas muertes queridas
van escribiendo la historia
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero.



Blas de Otero

hija de yago

-- de Blas de Otero --

Aquí, proa de europa preñadamente en punta;
aquí, talón sangrante del bárbaro occidente;
áspid en piedra viva, que el mar dispersa y junta;
pánica iberia, silo del sol, haza crujiente.
Tremor de muerte, eterno tremor escarnecido,
ávidamente orzaba la proa hacia otra vida,
en tanto que el talón, en tierra entrometido,
pisaba, horrible, el rostro de américa adormida.
¡Santiago y cierra españa! derrostran con las uñas
y con los dientes rezan a un dios de infierno en ristre,
encielan a sus muertos, entierran las pezuñas
en la más ardua historia que la historia registre.
Alángeles y arcángeles se juntan contra el hombre.
Y el hambre hace su presa, los túmulos su agosto.
Tres años y cien caños de sangre abel, sin nombre...
(Insoportablemente terrible es su arregosto.)
Madre y maestra mía, triste, espaciosa españa,
he aquí a tu hijo. Úngenos, madre. Haz
habitable tu ámbito. Respirable tu extraña
paz. Para el hombre, paz. Para el aire, madre, paz.



Alberto Lista

A la amistad

-- de Alberto Lista --

La ilusión dulce de mi edad primera,
del crudo desengaño la amargura,
la sagrada amistad, la virtud pura
canté con voz ya blanda, ya severa.

No de Helicón la rama lisonjera
mi humilde genio conquistar procura;
memorias de mi mal y mi ventura,
robar al triste olvido sólo espera.

A nadie, sino a ti, querido Albino,
debe mi tierno pecho y amoroso
de sus afectos consagrar la historia.

Tú a sentir me enseñaste, tú el divino
canto y el pensamiento generoso:
Tuyos mis versos son y esa es mi gloria.



Alejandro Tapia y Rivera

Al digno y sabio intendente Don Alejandro Ramírez

-- de Alejandro Tapia y Rivera --

Triste la hermosa Borinquen gemía
arrastrando la mísera pobreza,
ella que el don de perenal riqueza
en sus campos feraces contenía.
El cielo que amoroso la quería
no pudo consentir en su terneza
que sufriese tan bárbara dureza,
la que el yugo del mal no merecía;
De Power escuchó la alta plegaria
(del patriótico amor grato suspiro)
y ordenó que a cambiar la era precaria
En rico bienestar, fuese Ramiro...
Ramiro bienhechor, tu noble historia
grabará Puerto-Rico en su memoria.



Alfonso Reyes

para un mordisco

-- de Alfonso Reyes --

Propio camaleón de otros cielos mejores,
a cada nueva aurora mudaba de colores.
Así es que prefiriera a su rubor primero
el tizne que el oficio deja en el carbonero.
Quiero decir (me explico): la mudanza fue tal,
que iba del rojo al negro lo mismo que stendhal.
Luego, un temblor de púrpura casi cardenalicio
(que viene a ser también el tizne de otro oficio)
se quebró en malva y oro con bandas boreales,
que ni el disco de newton exhibe otras iguales.
Es muy de juan ramón esto de malvas y oros,
o del traje de luces de un matador de toros.
Y no sé si atreverme, en cosa tan sencilla,
a decir que hubo una primavera amarilla ,
con unas vetas verdes, con unos jaspes grises
en olas circunflejas como en el mar de ulises.
¡Ulises yo, que apenas de caribdis a escila
de un vértice a un escollo saciaba la pupila!
porque como es efímero todo lo que es anhelo,
el color se evapora y otra vez sube al cielo,
y ya sabemos que poco a poco se va
aun la marca de fuego de la infidelidá.
Y se acabó la historia tal era la mordida
que lucía en el anca mi querida.



Amado Nervo

inmortalidad

-- de Amado Nervo --

No, no fue tan efímera la historia
de nuestro amor: entre los folios tersos
del libro virginal de tu memoria,
como pétalo azul está la gloria
doliente, noble y casta de mis versos.
No puedes olvidarme: te condeno
a un recuerdo tenaz. Mi amor ha sido
lo más alto en tu vida, lo más bueno;
y sólo entre los légamos y el cieno
surge el pálido loto del olvido.
Me verás dondequiera: en el incierto
anochecer, en la alborada rubia,
y cuando hagas labor en el desierto
corredor, mientras tiemblan en tu huerto
los monótonos hilos de la lluvia.
¡Y habrás de recordar! esa es la herencia
que te da mi dolor, que nada ensalma.
¡Seré cumbre de luz en tu existencia,
y un reproche inefable en tu conciencia
y una estela inmortal dentro de tu alma!



Amado Nervo

unidad

-- de Amado Nervo --

No, madre, no te olvido;
mas apenas ayer ella se ha ido,
y es natural que mi dolor presente
cubra tu dulce imagen en mi mente
con la imagen del otro bien perdido.
Ya juntas viviréis en mi memoria
como oriente y ocaso de mi historia,
como principio y fin de mi sendero,
como nido y sepulcro de mi gloria;
¡pues contigo nací, con ella muero!
ya viviréis las dos en mis amores
sin jamás separaros;
pues, como en un matiz hay dos colores
y en un tallo dos flores,
¡en una misma pena he de juntaros!



Amado Nervo

Vaguedades

-- de Amado Nervo --

Como pupilas de muertos
de luz sobrenatural,
brillan los focos en los desiertos
laberintos del arrabal.

El té canta en la tetera;
fuego dentro, hielo fuera,
que resbala por la vidriera.

Paso llegan o sonoras,
resonando turbadoras,
las procesiones de las horas.

Como pupilas de muertos
de luz sobrenatural,
brillan los focos en los desiertos
laberintos del arrabal.

-¿Por qué llora ese piano
bajo el nácar de tu mano?
-Llora en él mi dolor, hermano

-¡Eh! ¡quién va! ¿quién gime o reza
en la sombra de la pieza?
-Es mi madrina la Tristeza.

Como pupilas de muertos
de luz sobrenatural,
brillan los focos en los desiertos
laberintos del arrabal.

-¿Y qué libro lees ahora
a la luz vaciladora
de la pálida veladora?

¿Alguna bella conseja
de flamante moraleja?
-Es una historia ya muy vieja...

Como pupilas de muertos
de luz sobrenatural,
brillan los focos en los desiertos
laberintos del arrabal.



Amós de Escalante

Medir mi pobre espíritu no sabe

-- de Amós de Escalante --

Medir mi pobre espíritu no sabe
la vasta inmensidad del cristal frío,
ni en el menguado pensamiento mío
¡oh mar! la suma de tus leyes cabe.

Ciencia no alcanzo que en mi mente grabe
de pueblos, nautas en tu azul bravío,
el nombre, historia, lengua y poderío,
su henchida vela y carenada trabe.

Ansia de contemplarte no vencida,
en lid sañuda o reposo inerte,
tráeme a tu ribera entristecida;

y halagan mi ilusión sin comprenderte
tus hondas voces, aye de la vida,
tu augusta paz, silencio de la muerte.



Leandro Fernández de Moratín

Sabia Polimnia

-- de Leandro Fernández de Moratín --

Sabia Polimnia en razonar sonoro
verdades dicta, disipando errores;
mide Urania los cercos superiores
de los planetas y el luciente coro.

Une en la historia el interés decoro
Clío y Euterpe canta los pastores;
mudanzas de la suerte y sus rigores
Melpómene feroz, bañada en lloro;

Calíope victorias; danzas guía
Terpsícore gentil; Erato en rosas
cubre las flechas del amor y el arco;

pinta vicios ridículos Talía
en fábulas que anima deleitosas;
y ésta le inspira al español Inarco.



Lope de Vega

la muerte para aquél será terrible

-- de Lope de Vega --

La muerte para aquél será terrible
con cuya vida acaba su memoria,
no para aquél cuya alabanza y gloria
con la muerte morir es imposible.
Sueño es la muerte y paso irremisible,
que en nuestra universal humana historia
pasó con felicísima vitoria
un hombre que fue dios incorruptible.
Nunca de suyo fue mala y culpable
la muerte a quien la vida no resiste;
al malo, aborrecible; al bueno, amable.
No la miseria en el morir consiste;
solo el camino es triste y miserable,
y si es vivir, la vida sola es triste.



Lope de Vega

Que los libros sin dueño son tienda y no estudio

-- de Lope de Vega --

Fabio, notable autoridad se saca
de escribir el autor por darnos mueca,
que sacó de su propia biblioteca
la historia de Charlín y Tacamaca.

Articular humana voz la urraca
es como remojar la arteria seca,
porque es llamar al guante quiroteca
esto de biblioteca o bibliotaca.

¿Qué librería de rador hispano,
de senador iurisconsulto grave?,
¿qué fénix Escurial?, ¿qué Vaticano?

Por libros quiere Persio que le alabe,
¡oh misera ambición de aplauso humano!
que el libro es el que enseña, no el que sabe.



Lope de Vega

Sacó Moisés de Egipto al pueblo hebreo

-- de Lope de Vega --

Sacó Moisés de Egipto al pueblo hebreo,
pasó el Jordán seguro, y por memoria
comió el cordero, y celebró la gloria
de aquel divino general trofeo.
Instituyó la Pascua con deseo
de eternizar aquella dulce historia,
la libertad, el triunfo, la vitoria
figura deste pan que adoro y creo.
Memoria sois, Cordero soberano,
de la salida de otro Egipto fiero,
Pascua divina del linaje humano.
Y así como Moisés más verdadero,
nos da la bendición de vuestra mano
Pascua, pasto, pastor, pan y cordero.



Luis Cañizal de la Fuente

en el trasmundo tiembla una bombilla

-- de Luis Cañizal de la Fuente --

I
¡valtellina aprendida de memoria
hace diez años, sobre los papeles,
en figura cambiante de lo que nunca fuiste!:
ni pergamino casi transparente,
ni ternilla de un blanco repulsivo
ni trémula cuajada para fauces.
Ii
valtellina bufanda sin sombrero,
malhumor ascendente desde el amanecer,
humor agrio de sol entre las barbas,
minuto centelleante carretera abajo.
Iii
y cuando nada importas a tirios ni a troyanos,
y trescientos deshielos han comido
la melena de piedra del león de tu historia,
y cuando ya tus hombres
no queman, ya no bregan
ni obedecen a dios ni se sublevan
a lo sumo, sestean
ante un vaso de blanco
y dicen en dialecto que regalan un gato
al español que pasa y curiosea,
entonces encontrar el pecho de san pablo
en tu valle zurrado de peleas,
ya sólo cicatrices recubiertas de hierba.
Iv
descubrirlo esta tarde, cuando nadie hace caso;
descubrirlo pulido
por la lluvia, entre el barro resbalado.
Y entonces abrazarse
contra el pecho de tabla de san pablo
en figura de pueblo y desconcierto de animales mojados
entre establos cerrados
y bombilla penosa y apenada



Góngora

A Juan Rufo, de su Austríada

-- de Góngora --

Cantastes, Rufo, tan heroicamente
De aquel César novel la augusta historia,
Que está dudosa entre los dos la gloria
Y a cuál se deba dar ninguno siente.

Y así la Fama, que hoy de gente en gente
Quiere que de los dos la igual memoria
Del tiempo y del olvido haya victoria,
Ciñe de lauro a cada cual la frente.

Debéis con gran razón ser igualados,
Pues fuistes cada cual único en su arte:
Él solo en armas, vos en letras solo,

Y al fin ambos igualmente ayudados:
Él de la espada del sangriento Marte,
Vos de la lira del sagrado Apolo.



Luis Muñoz Rivera

minha terra

-- de Luis Muñoz Rivera --

Borinquen, pobre cautiva
del mar que sus costas bate;
garza dormida entre brumas
como en lecho de azahares,
no vio nunca en sus collados
el humo de los combates,
ni el somatén en sus villas,
ni el tumulto en sus ciudades.

Borinquen, la pobre tierra
de las angustias tenaces,
de las danzas gemidores,
y de los tristes cantares,
no vengó, loca de furia
como una virgen salvaje
las equimosis del látigo,
las cicatrices del sable.

Borinquen tiene en su escudo
un peñasco entre dos mares
y un cordero solitario
con un pálido estandarte.

Símbolo fiel de su historia
que, a través de las edades,
no escribió jamás en rojas
tintas el nombre de un mártir.

Borinquen, la cenicienta,
no puede romper su cárcel,
porque faltan, ¡vive cristo!,
mucho nervio en su carácter,
mucho plomo en sus colinas
y mucho acero en sus valles,
porque en sus campos no hay pueblo;
porque en sus venas no hay sangre.



Luis Rosales

canción donde se explica, bien explicado, que al pronunciar una sola palabra puedes hacer tu biografía

-- de Luis Rosales --

A dámaso alonso
la palabra que decimos
viene de lejos,
y no tiene definición,
tiene argumento.
Cuando dices: nunca,
cuando dices: bueno,
estás contando tu historia
sin saberlo.



Líber Falco

Canción por la España obrera

-- de Líber Falco --

Cruzados el alba nueva
son los obreros de España.
Cantando cruzan la Noche
Noche oscura y luna negra
(sotana y borrón de frailes).

Cantando cruzan la Historia.
Grito y gemido en el canto.
Que nunca parió una madre
sin el bautismo del llanto

Cruzados el alba nueva
son los obreros de España.
Cantando cruzan la Noche
Noche oscura y luna negra
(sotana y borrón de frailes).

En la Noche negra Noche:
los fusiles proletarios.
Cada fusil un candil
que empuja a la Noche afuera.

Oh! fusil de proletario.
Dos brazos de luz
te escoltan.
Y una luz alta en la frente
señala caminos claros.



Manuel Acuña

a la patria

-- de Manuel Acuña --

Composición recitada por una niña en tacubaya de los mártires, el 11 de septiembre de 1873.
Ante el recuerdo bendito
de aquella noche sagrada
en que la patria aherrojada
rompió al fin su esclavitud;
ante la dulce memoria
de aquella hora y de aquel día,
yo siento que en el alma mía
canta algo como un láud.
Yo siento que brota en flores
el huerto de mi ternura,
que tiembla entre su espesura
la estrofa de una canción;
y al sonoroso y ardiente
murmurar de cada nota,
siendo algo grande que brota
dentro de mi corazón.
¡Bendita noche de gloria
que así mi espíritu agitas,
bendita entre benditas
noche de la libertad!
hora del triunfo en que el pueblo
vio al fin en su omnipotencia,
al sol de la independencia
rompiendo la oscuridad.
Yo te amo. . . Y al acercarme
ante este altar de victoria
donde la patria y la historia
contemplan nuestro placer,
yo vengo a unir al tributo
que en darte el pueblo se afana
mi canto de mexicana,
mi corazón de mujer.



Manuel Acuña

A la patria (Manuel Acuña)

-- de Manuel Acuña --

Ante el recuerdo bendito
de aquella noche sagrada
en que la patria aherrojada
rompió al fin su esclavitud;
ante la dulce memoria
de aquella hora y de aquel día,
yo siento que en el alma mía
canta algo como un láud.

Yo siento que brota en flores
el huerto de mi ternura,
que tiembla entre su espesura
la estrofa de una canción;
y al sonoroso y ardiente
murmurar de cada nota,
siendo algo grande que brota
dentro de mi corazón.

¡Bendita noche de gloria
que así mi espíritu agitas,
bendita entre benditas
noche de la libertad!
Hora del triunfo en que el pueblo
vio al fin en su omnipotencia,
al sol de la independencia
rompiendo la oscuridad.

Yo te amo. . . Y al acercarme
ante este altar de victoria
donde la patria y la historia
contemplan nuestro placer,
yo vengo a unir al tributo
que en darte el pueblo se afana
mi canto de mexicana,
mi corazón de mujer.



Manuel de Zequeira

Contra la guerra

-- de Manuel de Zequeira --

De cóncavos metales disparada,
sale la muerta envuelta en estampido
y en torrentes de plomo repartido
brota el Etna su llama aprisionada.

El espanto, el dolor, la ruina airada,
al vencedor oprimen y al vencido,
huye esquivo el reposo apetecido,
solo esgrime el valor sangrienta espada.

El hombre contra el hombre se enfurece,
su propia destrucción forma su historia,
y de sangre teñido comparece

en el sagrado templo de la gloria.
Cese hombre tu furor, tu ambición cese,
si al destruirte a ti mismo es tu victoria.



Manuel del Palacio

A varios amigos

-- de Manuel del Palacio --

¿Sabéis lo que es, amigos, el garrote?
Pues es un aparato muy sencillo,
En que un hombre sentado en un banquillo
Siente como le aprietan el cogote.

Despues el alma vá de bote en bote
Y salva de los cielos el rastrillo,
Quedando el cuerpo en tierra ¡pobrecillo!
Donde gusanos mil sacan su escote.

De esa felicidad el gran presente
Hoy os ofrece la persona augusta
Á quien la historia llamará clemente.

¡Oh! ¡sacra majestad tierna y robusta!
No al garrote acostumbres á la gente,
Que eso en cabeza propia nunca gusta.



Manuel del Palacio

En el aniversario de la batalla de Alcolea

-- de Manuel del Palacio --

Hoy hace un año que á la luz del día
Armados de furor y frente á frente,
Se vieron el pasado y el presente,
Gigante el uno, el otro en la agonía.

Como buenos lucharon á porfía,
Y el vencido lo fué como valiente;
Mientras medrosa, y cínica, y demente
Firmaba su baldón la dinastía.

¡Paz á los muertos! ¡á los vivos gloria!
Nunca manchada el universo vea
La página mejor de nuestra historia.

Al calor de la fé brote la idea,
Y si hace alguno estéril la victoria,
¡Caiga sobre él la sangre de Alcolea!



Manuel del Palacio

En una función

-- de Manuel del Palacio --

Pasaron ya los venturosos dias
En que con rica vena no agotada,
Esta de inspiración sacra morada
Llenaste con tus dulces armonías.

Aun resuena en las anchas galerías
El ¡bravo! de la gente entusiasmada;
Aun ansiosa te busca la mirada
Donde tu imágen ostentar solías.

¡Bárbara y triste ley de la natura!
Ruin desenlace de la humana historia,
Así el dolor concluye y la ventura;

Pero si es esta vida transitoria,
Algo hay en ella que subsiste y dura:
¡La eternidad del genio y de la gloria!



Manuel del Palacio

La flor de mi esperanza

-- de Manuel del Palacio --

Yo vi en una mañana
Serena y deliciosa,
Brillar en la pradera fresca rosa
Espléndida y galana.
Sus hojas de colores
Al albo Sol hería,
Era la reina de las otras flores,
Era la flor de la esperanza mía.

Las amorosas brisas la mecieron
Llenando de perfume su capullo,
Vida y color la dieron,
Yo lozana la ví del prado orgullo;
Mis ayes de quebranto
Sólo ella cariñosa comprendía,
¡Cuántas veces mi llanto
Regó la flor de la esperanza mia!

Yo la conté mis sueños,
La historia le expliqué de mis amores,
Ella feliz rió de mis ensueños,
Y lloró desgraciada mis dolores.



Manuel del Palacio

La historia del pollo

-- de Manuel del Palacio --

Se levanta y almuerza de una á dos,
Se viste y se va al Círculo á las tres,
Habla allí de política en francés,
Y un poco en castellano contra Dios.

Sale, y compra unos guantes á Dubós,
Encarga unas babuchas al Leonés,
Y en la Carrera instálase después,
Fumando un puro que le causa tos.

Allí encuentra á Ventura y á Tomás,
Se burla del atraso del país,
Y hace muecas á niñas y á mamás.

Come á las ocho á estilo de París,
Va al teatro si hay baile, y nada más:
— ¿Pero son éstos hombres, ó titís?



Manuel del Palacio

Semblanzas: I

-- de Manuel del Palacio --

Es madre y de sus hijos se murmura;
Es vieja, y con enredos se entretiene;
Es rica, y nadie sabe lo que tiene;
Es enferma de amor, y pide cura.

Aunque pocos le han visto la figura
Dicen que con su espíritu se aviene;
Y tímida ó viril, según conviene,
El eco de su voz vibra en la altura.

Pilláronla una vez en un renuncio,
Y aun puedes ver impreso en los diarios
De su historia fatal el triste anuncio;

Vive en la córte haciendo calendarios,
Y en la plaza del Rey, ó en la del Nuncio,
Admite flete á precios ordinarios.



Manuel del Palacio

Semblanzas: II

-- de Manuel del Palacio --

Pasa entre sus amigos por discreto,
Su historia militar no vale un pito;
Y le falta en la cara un requisito
Que hasta en lo material lo hace incompleto.

De enriquecerse averiguó el secreto
Y lo explota, fingiéndose un bendito,
Mientras pretende en sueños dar el grito
Que no da por temor y por respeto.

Nadie al mirar su facha pensaría
Que alumno fué del arrojado Marte
Cuando bramaba la discordia impía,

Ni que después tuviera amor al arte,
Ni que al verse ya rico, el mejor dia
Se fuera con la música á otra parte.



Manuel del Palacio

Semblanzas: IV

-- de Manuel del Palacio --

Parece que sirvió en carabineros
Y aun le queda afición al contrabando;
Pues vive desde antiguo comerciando
En pieles una vez y otras en cueros.

Mártir algunos años de usureros
Armóse, sin saber cómo ni cuándo,
Viniendo á ser cacique de ese bando
Que gobierna el Nestor de los boleros.

Si de su amor la historia no conoces,
Maridos hallarás de buena pasta
Cuyo silencio lo publica á voces.

Y ni él te ocultará cómo las gasta,
Que hablar es el primero de sus goces,
Fuera de que al hablar.... Con verlo basta.



Manuel del Palacio

Semblanzas: XI

-- de Manuel del Palacio --

La patria de Pelayo y de Favila
Fué la patria también de este sugeto;
Vino á Madrid, y hablando á lo paleto
En la gente de Astúrias se hizo fila.

Según en cierto círculo se estila
Buscó de una influencia el amuleto,
Y un Conde, cuya historia yo respeto,
Le bautizó de sabio siendo un lila.

Ministro y diplomático famoso
Fué luego en ocasiones diferentes,
Y en casi todas ellas hizo el oso.

Jamás para reir mostró sus dientes;
Pasa por hábil, y aunque no es gracioso
Se repiten sus dichos por las gentes.



Manuel del Palacio

Semblanzas: XIV

-- de Manuel del Palacio --

Tradujo á Beranger cuando era mozo,
Y una historia escribió de cabo á rabo;
Para tomar las once toma un pavo,
Se duerme andando, y ronca sin rebozo.

Tiene la anchura del brocal de un pozo,
Imita en su resuello á un toro bravo,
Y de fijo tuviera á ser esclavo
La caldera del gas por calabozo.

Nadie hay que por su genio no le inciense;
Mas dió un drama del Príncipe á la escena,
Y se oyeron los gritos en Orense;

De lo cual yo deduzco, no sin pena,
Que no existe un autor que mejor piense
Sumando lo que come y lo que cena.



Manuel del Palacio

Semblanzas: XV

-- de Manuel del Palacio --

No fué por su virtud un San Antonio
Ni las aulas honró como Nebrija;
Mas para hacer papel, y no de lija,
Parece que estudió con el demonio.

Dá de buenas costumbres testimonio
Según cuentan un padre y una hija,
Y no se hace función que no dirija
Ni sin él se dispone matrimonio.

Mezcla de cenobita y calavera
Sabe el Foblás y el Kempis de memoria,
Va por la calle á pié como cualquiera.

Conserva en un arcon su ejecutoria,
Dá la mano al magnate y al hortera,
Y sueña con el juicio de la historia.



Manuel del Palacio

Sobre un sepulcro de mujer

-- de Manuel del Palacio --

Mira. Recien cavada está la fosa:
Y sobre el mármol funeral caida
Una guirnalda de ciprés tejida,
Ofrenda de una mano cariñosa.

Los negros caractéres de la losa
Todo el secreto encierran de la vida;
Lee, y de un alma para el bien nacida
Aprenderás la historia dolorosa.

— Antemia soy; en Gnido tuve cuna;
Esposa fui de Eufrone, y dos gemelos
Le di para su gloria y mi fortuna:

No faltarán á su vejez consuelos,
Que uno le queda, de su noche luna,
Y otro en mis brazos se elevó á los cielos.



Jaime Sabines

tlaltelolco - ni siquiera los asesinos

-- de Jaime Sabines --

Ni siquiera los asesinos,
ni siquiera el criminal.
(Ciertamente, ya llegó a la historia
este hombre pequeño por todas partes,
incapaz de todo menos del rencor.)

Tlaltelolco será mencionado en los años que vienen
como hoy hablamos de río blanco y cananea,
pero esto fue peor,
aquí han matado al pueblo;
no eran obreros parapetados en la huelga,
eran mujeres y niños, estudiantes,
jovencitos de quince años,
una muchacha que iba al cine,
una criatura en el vientre de su madre,
todos barridos, certeramente acribillados
por la metralla del orden y justicia social.

A los tres días, el ejército era la víctima de los desalmados,
y el pueblo se aprestaba jubiloso
a celebrar las olimpiadas, que darían gloria a méxico.



Jorge Guillén

cima de la delicia

-- de Jorge Guillén --

¡cima de la delicia!
todo en el aire es pájaro.
Se cierne lo inmediato
resuelto en lejanía.
¡Hueste de esbeltas fuerzas!
¡qué alacridad de mozo
en el espacio airoso,
henchido de presencia!
el mundo tiene cándida
profundidad de espejo.
Las más claras distancias
sueñan lo verdadero.
¡Dulzura de los años
irreparables! ¡bodas
tardías con la historia
que desamé a diario!
más, todavía más.
Hacia el sol, en volandas
la plenitud se escapa.
¡Ya sólo sé cantar!



Jorge Guillén

infierno

-- de Jorge Guillén --

Ma tu perché ritorni a tanta noia?
dice virgilio a dante, inferno , i, 76.
Los destructores siempre van delante,
cada día con más poder y saña,
sin enemigo ya que los espante.
Triunfa el secuestro con olor de hazaña,
que pone en haz la hez del bicho humano.
Ni el más iluso al fin la historia engaña.
El infierno al alcance de la mano.



Jorge Luis Borges

soneto del vino

-- de Jorge Luis Borges --

¿en qué reino, en qué siglo, bajo qué silenciosa
conjunción de los astros, en qué secreto día
que el mármol no ha salvado, surgió la valerosa
y singular idea de inventar la alegría?
con otoños de oro la inventaron. El vino
fluye rojo a lo largo de las generaciones
como el río del tiempo y en el arduo camino
nos prodiga su música, su fuego y sus leones.
En la noche del júbilo o en la jornada adversa
exalta la alegría o mitiga el espanto
y el ditirambo nuevo que este día le canto
otrora lo cantaron el árabe y el persa.
Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia
como si ésta ya fuera ceniza en la memoria.



Jorge Luis Borges

césar

-- de Jorge Luis Borges --

Aquí, lo que dejaron los puñales.
Aquí esa pobre cosa, un hombre muerto
que se llamaba césar. Le han abierto
cráteres en la carne de los metales.
Aquí la atroz, aquí la detenida
máquina usada ayer para la gloria,
para escribir y ejecutar la historia
y para el goce pleno de la vida.
Aquí también el otro, aquel prudente
emperador que declinó laureles,
que comandó batallas y bajeles
y que rigió el oriente y el poniente.
Aquí también el otro, el venidero
cuya gran sombra será el orbe entero.



Jorge Luis Borges

un soldado de lee (1862)

-- de Jorge Luis Borges --

Lo ha alcanzado una bala en la ribera
de una clara corriente cuyo nombre
ignora. Cae de boca. (Es verdadera
la historia y más de un hombre fue aquel hombre.)
El aire de oro mueve las ociosas
hojas de los pinares. La paciente
hormiga escala el rostro indiferente.
Sube el sol. Ya han cambiado muchas cosas
y cambiarán sin término hasta cierto
día del porvenir en que te canto
a ti que, sin la dádiva del llanto,
caíste como cae un hombre muerto.
No hay un mármol que guarde tu memoria;
seis pies de tierra son tu oscura gloria.



Jorge Luis Borges

el perú

-- de Jorge Luis Borges --

De la suma de cosas del orbe ilimitado
vislumbramos apenas una que otra. El olvido
y el azar nos despojan. Para el niño que he sido,
el perú fue la historia que prescott ha salvado.
Fue también esa clara palangana de plata
que pendió del arzón de una silla y el mate
de plata con serpientes arqueadas y el embate
de las lanzas que tejen la batalla escarlata.
Fue después una playa que el crepúsculo empaña
y un sigilo de patio, de enrejado y de fuente,
y unas líneas de eguren que pasan levemente
y una vasta reliquia de piedra en la montaña.
Vivo, soy una sombra que la sombra amenaza;
moriré y no habré visto mi interminable casa.



Jorge Luis Borges

texas

-- de Jorge Luis Borges --

Aquí también. Aquí, como en el otro
confín del continente, el infinito
campo en que muere solitario el grito;
aquí también el indio, el lazo, el potro.
Aquí también el pájaro secreto
que sobre los fragores de la historia
canta para una tarde y su memoria;
aquí también el místico alfabeto
de los astros, que hoy dictan a mi cálamo
nombres que el incesante laberinto
de los días no arrastra: san jacinto
y esas otras termópilas, el álamo.
Aquí también esa desconocida
y ansiosa y breve cosa que es la vida.



Jorge Luis Borges

a una moneda

-- de Jorge Luis Borges --

Fría y tormentosa la noche que zarpé de montevideo.
Al doblar el cerro,
tiré desde la cubierta más alta
una moneda que brilló y se anegó en las aguas barrosas,
una cosa de luz que arrebataron el tiempo y la tiniebla.
Tuve la sensación de haber cometido un acto irrevocable,
de agregar a la historia del planeta
dos series incesantes, paralelas, quizá infinitas:
mi destino, hecho de zozobra, de amor y de vanas vicisitudes,
y el de aquel disco de metal
que las aguas darían al blando abismo
o a los remotos mares que aún roen
despojos del sajón y del fenicio.
A cada instante de mi sueño o de mi vigilia
corresponde otro de la ciega moneda.
A veces he sentido remordimiento
y otras envidia,
de ti que estás, como nosotros, en el tiempo y su laberinto
y que no lo sabes.



Jorge Luis Borges

elegía de la patria

-- de Jorge Luis Borges --

De hierro, no de oro, fue la aurora.
La forjaron un puerto y un desierto,
unos cuantos señores y el abierto
ámbito elemental de ayer y ahora.
Vino después la guerra con el godo.
Siempre el valor y siempre la victoria.
El brasil y el tirano. Aquella historia
desenfrenada. El todo por el todo.
Cifras rojas de los aniversarios,
pompas del mármol, arduos monumentos,
pompas de la palabra, parlamentos,
centenarios y sesquicentenarios,
son la ceniza apenas, la soflama
de los vestigios de esa antigua llama.



Jorge Luis Borges

los enigmas

-- de Jorge Luis Borges --

Yo que soy el que ahora está cantando
seré mañana el misterioso, el muerto,
el morador de un mágico y desierto
orbe sin antes ni después ni cuándo.
Así afirma la mística. Me creo
indigno del infierno o de la gloria,
pero nada predigo. Nuestra historia
cambia como las formas de proteo.
¿Qué errante laberinto, qué blancura
ciega de resplandor será mi suerte,
cuando me entregue el fin de esta aventura
la curiosa experiencia de la muerte?
quiero beber su cristalino olvido,
ser para siempre; pero no haber sido.



Jorge Luis Borges

elegía*

-- de Jorge Luis Borges --

Tres antiguas caras me desvelan:
una el océano, que habló con claudio,
otra el norte de aceros ignorantes
y atroces en la aurora y el ocaso,
la tercera la muerte, ese otro nombre
del insaciado tiempo que nos roe.
La carga secular de los ayeres
de la historia que fue o que fue soñada
me abruma, personal como una culpa.
Pienso en la nave ufana que devuelve
a los mares el cuerpo de scyld sceaving
que reinó en dinamarca bajo el cielo;
pienso en el alto lobo, cuyas riendas
eran sierpes, que dio al barco encendido
la blancura del dios hermoso y muerto;
pienso en piratas cuya carne humana
es dispersión y limo bajo el peso
de los mares errantes que ultrajaron.
Pienso en mi propia, en mi perfecta muerte,
sin la urna, la lápida y la lágrima.
* Scyld es el rey de dinamarca cuyo destino canta el exordio de la gesta de beowulf. El dios hermoso y muertoes baldr, cuyos sueños premonitorios y cuyo fin están en las eddas



Jorge Luis Borges

el bisonte

-- de Jorge Luis Borges --

Montañoso, abrumado, indescifrable,
rojo como la brasa que se apaga,
anda fornido y lento por la vaga
soledad de su páramo incansable.
El armado testuz levanta. En este
antiguo toro de durmiente ira,
veo a los hombres rojos del oeste
y a los perdidos hombres de altamira.
Luego pienso que ignora el tiempo humano,
cuyo espejo espectral es la memoria.
El tiempo no lo toca ni la historia
de su decurso, tan variable y vano.
Intemporal, innumerable, cero,
es el postrer bisonte y el primero.



Jorge Luis Borges

al vino

-- de Jorge Luis Borges --

En el bronce de homero resplandece tu nombre,
negro vino que alegras el corazón del hombre.
Siglos de siglos hace que vas de mano en mano
desde el ritón del griego al cuerno del germano.
En la aurora ya estabas. A las generaciones
les diste en el camino tu fuego y tus leones.
Junto a aquel otro río de noches y de días
corre el tuyo que aclaman amigos y alegrías,
vino que como un éufrates patriarcal y profundo
vas fluyendo a lo largo de la historia del mundo.
En tu cristal que vive nuestros ojos han visto
una roja metáfora de la sangre de cristo.
En las arrebatadas estrofas del sufí
eres la cimitarra, la rosa y el rubí.
Que otros en tu leteo beban un triste olvido;
yo busco en ti las fiestas del fervor compartido.
Sésamo con el cual antiguas noches abro
y en la dura tiniebla, dádiva y candelabro.
Vino del mutuo amor o la roja pelea,
alguna vez te llamaré. Que así sea.



Jorge Luis Borges

en memoria de angélica

-- de Jorge Luis Borges --

¡cuántas posibles vidas se habrán ido
en esta pobre y diminuta muerte,
cuántas posibles vidas que la suerte
daría a la memoria o al olvido!
cuando yo muera morirá un pasado;
con esta flor un porvenir ha muerto
en las aguas que ignoran, un abierto
porvenir por los astros arrasado.
Yo, como ella, muero de infinitos
destinos que el azar no me depara;
busca mi sombra los gastados mitos
de una patria que siempre dio la cara.
Un breve mármol cuida su memoria;
sobre nosotros crece, atroz, la historia.



Jorge Luis Borges

lectores

-- de Jorge Luis Borges --

De aquel hidalgo de cetrina y seca
tez y de heroico afán se conjetura
que, en víspera perpetua de aventura,
no salió nunca de su biblioteca.
La crónica puntual que sus empeños
narra y sus tragicómicos desplantes
fue soñada por él, no por cervantes,
y no es más que una crónica de sueños.
Tal es también mi suerte. Sé que hay algo
inmortal y esencial que he sepultado
en esa biblioteca del pasado
en que leí la historia del hidalgo.
Las lentas hojas vuelve un niño y grave
sueña con vagas cosas que no sabe.



Jorge Luis Borges

el instante

-- de Jorge Luis Borges --

¿dónde estarán los siglos, dónde el sueño
de espadas que los tártaros soñaron,
dónde los fuertes muros que allanaron,
dónde el árbol de adán y el otro leño?
el presente está solo. La memoria
erige el tiempo. Sucesión y engaño
es la rutina del reloj. El año
no es menos vano que la vana historia.
Entre el alba y la noche hay un abismo
de agonías, de luces, de cuidados;
el rostro que se mira en los gastados
espejos de la noche no es el mismo.
El hoy fugaz es tenue y es eterno;
otro cielo no esperes, ni otro infierno.



Jorge Riechmann

16

-- de Jorge Riechmann --

Los esclavos
según el muy sabio estagirita
herramientas que hablan
pero la historia no transcribe
ni una sola palabra
de su fuego mellado.
¿De qué color el grito de espartaco
el de euno de sicilia?
¿y cómo se llamaban aquéllas
de las que ni siquiera se conserva el nombre?
gladiador el combate está amañado
lo están todos los combates
salvo la vida o muerte
contra el poder de roma.



César Vallejo

y si después de tantas palabras...

-- de César Vallejo --

¡y si después de tántas palabras,
no sobrevive la palabra!
¡si después de las alas de los pájaros,
no sobrevive el pájaro parado!
¡más valdría, en verdad,
que se lo coman todo y acabemos!
¡haber nacido para vivir de nuestra muerte!
¡levantarse del cielo hacia la tierra
por sus propios desastres
y espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla!
¡más valdría, francamente,
que se lo coman todo y qué más da...!
¡Y si después de tanta historia, sucumbimos,
no ya de eternidad,
sino de esas cosas sencillas, como estar
en la casa o ponerse a cavilar!
¡y si luego encontramos,
de buenas a primeras, que vivimos,
a juzgar por la altura de los astros,
por el peine y las manchas del pañuelo!
¡más valdría, en verdad,
que se lo coman todo, desde luego!
se dirá que tenemos
en uno de los ojos mucha pena
y también en el otro, mucha pena
y en los dos, cuando miran, mucha pena...
Entonces... ¡Claro!... Entonces... ¡Ni palabra!



César Vallejo

panteón

-- de César Vallejo --

He visto ayer sonidos generales,
mortuoriamente,
puntualmente alejarse,
cuando oí desprenderse del ocaso
tristemente,
exactamente un arco, un arcoíris.
Vi el tiempo generoso del minuto,
infinitamente
atado locamente al tiempo grande,
pues que estaba la hora
suavemente,
premiosamente henchida de dos horas.
Dejóse comprender, llamar, la tierra
terrenalmente;
negóse brutalmente, así a mi historia,
y si vi, que me escuchen, pues, en bloque,
si toqué esta mecánica, que vean
lentamente,
despacio, vorazmente, mis tinieblas.
Y si vi en la lesión de la respuesta,
claramente,
la lesión mentalmente de la incógnita,
si escuché, si pensé en mis ventanillas
nasales, funerales, temporales,
fraternalmente,
piadosamente echadme a los filósofos.
Mas no más inflexión precipitada
en canto llano, y no más
el hueso colorado, el son del alma
tristemente
erguida ecuestremente en mi espinazo,
ya que, en suma, la vida es
implacablemente,
imparcialmente horrible, estoy seguro.



César Vallejo

poema para ser leído y cantado

-- de César Vallejo --

Poema para ser leído y cantado
sé que hay una persona
que me busca en su mano, día y noche,
encontrándome, a cada minuto, en su calzado.
¿Ignora que la noche está enterrada
con espuelas detrás de la cocina?
sé que hay una persona compuesta de mis partes,
a la que integro cuando va mi talle
cabalgando en su exacta piedrecilla.
¿Ignora que a su cofre
no volverá moneda que salió con su retrato?
sé el día,
pero el sol se me ha escapado;
sé el acto universal que hizo en su cama
con ajeno valor y esa agua tibia, cuya
superficial frecuencia es una mina.
¿Tan pequeña es, acaso, esa persona,
que hasta sus propios pies así la pisan?
un gato es el lindero entre ella y yo,
al lado mismo de su tasa de agua.
La veo en las esquinas, se abre y cierra
su veste, antes palmera interrogante...
¿Qué podrá hacer sino cambiar de llanto?
pero me busca y busca. ¡Es una historia!



Emilio Bobadilla

El héroe delincuente

-- de Emilio Bobadilla --

La guerra es un absurdo; la vida es otro absurdo;
el análisis todo a polvo lo reduce
y en lo íntimo de todo descubre el más palurdo
la falsedad que al pronto nos engaña y seduce.

La realidad es móvil, iluso el intelecto,
y la moral, sofística, y la ley, arbitraria;
al prejuicio el espíritu se muestra siempre afecto
como al muro se adhiere la inútil parietaria.

En la paz rige un código y en la guerra otro rige;
tiene un criterio sólo y una moral la Historia,
y una verdad de tales paradojas colige...

Me explico tu sorpresa en trance tal al verte:
porque mataste a muchos, te cubrieron de gloria;
porque mataste a uno, te condenan a muerte...



Emilio Bobadilla

Italia (Bobadilla)

-- de Emilio Bobadilla --

«Arcos, anfiteatros, baño, templo,
que fuisteis edificios celebrados...»

(Al monte donde fué Cartago.)

«Italia! too Italia! looking on the
Full flashes on the soul the ligth of ages...»

(
Childe Harold's Pilgrimace, Canto third CX.)

¿Tú también en guerra, pintoresca Italia,
tú que fuiste siempre del arte maestra,
de los soñadores, la fuente Castalia,
bajas encendida en odio a la palestra?

¡Hablan tus museos de recuerdos miles:
historia, batallas, de papas astutos
y de emperadores, los recios perfiles
y las maravillas de tus Benvenutos...!

Cuando de la lucha cruel a los comienzos
las bombas llenaban de horror los espacios,
temblé por tus mármoles, por tus viejos lienzos,

y por tus basílicas y por tus palacios
y evocaba pálido tus viejas ciudades,
—líricas sonámbulas de muertas edades—.



Emilio Bobadilla

Sombras románticas

-- de Emilio Bobadilla --

La metralla tudesca con deleite derriba
vetustas catedrales de histórica prosapia
y en su odio secreto, que la impotencia aviva,
—odio al sol porque brilla— no deja en pie una tapia.

Del fondo de tu ciencia aturdidora y burda,
famélicos parece que salen tus instintos,
y sin que nada —¡nada, ni el dolor!— les aturda,
a tu ciencia retornan en sangre humana tintos.

Ni el resplandor del arte con sus siglos de gloria
ataja la embestida de tu terrible ariete.
No hay lirismo, ni lágrimas, ni tradición, ni historia,

que a su empuje respeten tus falanges atlánticas...
¡Oh sombras venerables de Schiller y de Goethe,
llorad en vuestras viejas sepulturas románticas!



Enrique Lihn

a roque dalton

-- de Enrique Lihn --

Soy un poco poeta del chambergo flotante,
de los quevedos flotantes, de la melena y la capa española;
un viejo actor de provincia bajo una tempestad artificial
entre los truenos y relámpagos que chapucea el utilero.
Si mal no recuerdo, monólogo, me esmero
en llenar el vacío en que moldeo mi voz,
y la palabra brilla por su ausencia
y el drame me es impenetrable.
Envejezco al margen de mi tiempo
en el recuerdo de unos juegos florales
porque no puedo comprender exactamente la historia.



Enrique Lihn

familia

-- de Enrique Lihn --

Familia, me declaro culpable, tú
la culpa me empuja a la culpa,
ahora la absolucion misma sería su levadura.
En esta maleta cabe todo el fango del mundo y de sus alrededores,
cualquiera pequeña historia soez,
la idea del pecado original y eso
de ser capado a uña y sin dolor
entre misterios idiotas
lo que es el colmo de la humillación
el sueño, nada de interpretaciones
digo que allí ensayamos, pero groseramente,
el mal del que somos a la luz del día
un juego de sombras contagiosas
no viajo, huyo, mis propios sueños no me dejan dormir
quejándome del insomnio de la vejez tan prematuramente
todo para ocultarle la verdad a mis acreedores
gente sencilla,
que mi negocio es más sucio de lo que parece:
no engaño, atormento. No me mueve el interés personalsino el afán de la bancarrota,
la obsesión de la quiebra, en una palabra el miedo
por el que empieza la barbarie.



José Agustín Goytisolo

el oficio del poeta

-- de José Agustín Goytisolo --

Contemplar las palabras
sobre el papel escritas,
medirlas, sopesar
su cuerpo en el conjunto
del poema, y después,
igual que un artesano,
separarse a mirar
cómo la luz emerge
de la sutil textura.
Así es el viejo oficio
del poeta, que comienza
en la idea, en el soplo
sobre el polvo infinito
de la memoria, sobre
la experiencia vivida,
la historia, los deseos,
las pasiones del hombre.
La materia del canto
nos lo ha ofrecido el pueblo
con su voz. Devolvamos
las palabras reunidas
a su auténtico dueño.



Pablo Neruda

soneto lxviii cien sonetos de amor (1959) tarde

-- de Pablo Neruda --

(mascarón de proa)
la niña de madera no llegó caminando:
allí de pronto estuvo sentada en los ladrillos,
viejas flores del mar cubrían su cabeza,
su mirada tenía tristeza de raíces.
Allí quedó mirando nuestras vidas abiertas,
el ir y ser y andar y volver por la tierra,
el día destiñendo sus pétalos graduales.
Vigilaba sin vernos la niña de madera.
La niña coronada por las antiguas olas,
allí miraba con sus ojos derrotados:
sabía que vivimos en una red remota
de tiempo y agua y olas y sonidos y lluvia,
sin saber si existimos o si somos su sueño.
Ésta es la historia de la muchacha de madera.



Pablo Neruda

soneto lxvi cien sonetos de amor (1959) tarde

-- de Pablo Neruda --

No te quiero sino porque te quiero
y de quererte a no quererte llego
y de esperarte cuando no te espero
pasa mi corazón del frío al fuego.
Te quiero sólo porque a ti te quiero,
te odio sin fin, y odiándote te ruego,
y la medida de mi amor viajero
es no verte y amarte como un ciego.
Tal vez consumirá la luz de enero,
su rayo cruel, mi corazón entero,
robándome la llave del sosiego.
En esta historia sólo yo me muero
y moriré de amor porque te quiero,
porque te quiero, amor, a sangre y fuego.



Pedro Antonio de Alarcón

A Fray Luis de León

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

¡Qué bien que conociste
el Amor soberano,
augustino León, Fray Luis divino!

(Lope de Vega.)

«¡Gloria!» las arpas, los salterios «¡gloria!»
resuenen por doquier... ¡Ved al Poeta
surgir triunfante, coronado atleta
del seno de la noche mortuoria!
¡Él es! —Un sueno de dolor han sido
trescientos años de pasada historia...
La tumba en pedestal se ha convertido,
y el pedestal en cátedra... ¡Silencio!
¡León, libre otra vez, como algun dia,
sube al alzado puesto,
mira al concurso con afable calma...
La multitud le aclama como entonce...
Y, con acento que percibe el alma,
«Decíamos ayer...» Prorumpe el bronce.

¡Él es, que torna á la vital arena,
no ya del fondo de prisión impia,



Pedro Salinas

versos 388 a 424

-- de Pedro Salinas --

Versos 388 a 424
yo no necesito tiempo
para saber cómo eres:
conocerse es el relámpago.
¿Quién te va a ti a conocer
en lo que callas, o en esas
palabras con que lo callas?
el que te busque en la vida
que estás viviendo, no sabe
mas que alusiones de ti,
pretextos donde te escondes.
Ir siguiéndote hacia atrás
en lo que tú has hecho, antes,
sumar acción con sonrisa,
años con nombres, será
ir perdiéndote. Yo no.
Te conocí en la tormenta.
Te conocí, repentina,
en ese desgarramiento
brutal de tiniebla y luz,
donde se revela el fondo
que escapa al día y la noche.
Te vi, me has visto, y ahora,
desnuda ya del equívoco,
de la historia, del pasado,
tú, amazona en la centella,
palpitante de recién
llegada sin esperarte,
eres tan antigua mía,
te conozco tan de tiempo,
que en tu amor cierro los ojos,
y camino sin errar,
a ciegas, sin pedir nada
a esa luz lenta y segura
con que se conocen letras
y formas y se echan cuentas
y se cree que se ve
quién eres tú, mi invisible.



Pedro Salinas

la voz a ti debida - para vivir no quiero

-- de Pedro Salinas --

Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!
quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
«yo te quiero, soy yo».



Rafael María Arízaga

Brasilia

-- de Rafael María Arízaga --

I

A la lumbre amorosa del Crucero,
fulgente en gemas de riqueza ignota,
una tarde estival, en la derrota
se cruzó de feliz aventurero.

A admirar su belleza el mundo entero
de sus hijos le envió múltiple flota,
y en sus venas vertió gota por gota
sangre de nueva estirpe: el brasilero.

De Iberia conoció los campeadores,
de Albión los libres y severos lores,
de la Galia gentil, la inmortal gesta;

y, madre ya de Ledos y de Andrades,
heroína de sus propias libertades,
¡alzó ante el Orbe la laureada testa!

II

La señora del Austro, soberana,
que en magno imperio dilatarse pudo,
no asió la lanza ni embrazó el escudo,
como soberbia Juno americana.

Soñó con la república romana
de la gloriosa edad; y en verbo agudo
execró de la fuerza el cetro rudo,
baldón eterno de la historia humana.

El mundo de los Arios, desde el Orto,
la miró entonces, en su nobleza absorto,
y en honor a sus ínclitas acciones.

De sus Sorbonas le franqueó la entrada
y la hizo presidir, de mirto orlada,
en la gran Sociedad de las Naciones.



Rafael María Arízaga

Orellana

-- de Rafael María Arízaga --

Ni el áspid con que el trópico abrasado
defiende de sus frondas la maraña,
ni el abrupto peñón de la montaña,
en hirientes jarales erizado;

ni la eterna ventisca del nevado
que en las cumbres graníticas se ensaña;
nada frustró la temerosa hazaña
que en la historia tu nombre ha perpetuado.

Cual de Alighieri por la selva oscura
descendiste del monte a la llanura,
por círculos de endriagos y gorgonas.

Y cruzando infinitas soledades,
te engolfaste en el mar sin tempestades,
el mar del porvenir: ¡el Amazonas!...



Rafael María Baralt

A Alberto Lista

-- de Rafael María Baralt --

¡Bien haya la piedad que augusta ofrenda
de oliva y lauro a tu inmortal memoria
justiciera dedica y tu alma gloria
a las celestiales musas encomienda!

¡Que en la patria infeliz acaso encienda
espíritu vital tu clara historia
y trueque en oro nuestra vil escoria,
llama de honor, que de virtud sea prenda!

Mas no será; que envejecida España
varones como tú ya no concibe,
ni en fecunda labor produce un hombre.

Murió la ínclita edad, ni héroe, ni hazaña
la presente enaltece, y triste vive
sin amor y sin fe, sin Dios, sin nombre.



Rafael María Baralt

A la Santa Cruz (1)

-- de Rafael María Baralt --

Fuiste suplicio en que a morir de horrenda
muerte de oprobio y de dolor profundo
el hombre a sus esclavos, iracundo,
en su justicia condenó tremenda.

Y ora, contrito, religiosa ofrenda
de amores rinde ante tus pies el mundo
y de ti brota en manantial fecundo
consuelo al justo, al pecador enmienda.

¿Por qué trocado tu baldón en gloria,
y en júbilo por qué tu pesadumbre,
y en santo libro tu infernal historia?

Porque el Venido de la excelsa cumbre
dejó en tus brazos su feliz memoria,
y de su amor inextinguible lumbre.



Rafael María Baralt

A la Santa Cruz (2)

-- de Rafael María Baralt --

Suplicio fuiste en que a morir de horrenda
muerte afrentosa y con valor profundo
el hombre a sus esclavos, iracundo,
en su justicia condenó tremenda.

Purificada por Jesús, ofrenda
de amor y cultos te consagra el mundo;
y hallan en ti consuelo el moribundo,
el justo premio, el pecador enmienda.

¿Por qué trocados tu baldón en gloria,
en dulce libertad tu servidumbre,
en santo libro tu infernal historia?

Porque el Venido de la excelsa cumbre
dejó en tus brazos su feliz memoria,
y de su empírea majestad vislumbre.



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